Mostrando entradas con la etiqueta Dogma -Herejía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Dogma -Herejía. Mostrar todas las entradas

martes, 14 de enero de 2025

JAN HUS, HEREJE E INSPIRADOR DE REVOLUCIONES

 Recordando al principal ideólogo de las revueltas checas del siglo XV

Lunes.13 de enero de 2025 

Jesús Aller

Fuentes: Rebelión

La memoria de Jan Hus está viva en su Chequia natal, como lo prueba el hecho de que un gran monumento en su honor presida la emblemática plaza de la Ciudad Vieja de Praga.

Sacerdote versado en filosofía y teología, combatió con inspirado rigor la degradación de la Iglesia Católica, su riqueza y abusos, y dedicó críticas al papado que resonaron por toda Europa.

Excomulgado y condenado por herejía, Hus terminó sus días en una pira por decisión de un concilio, pero poco después de este crimen, los protestantes reivindicaron su mensaje, y tanto ellos como muchos ortodoxos lo incluyen hoy en sus santorales. El papa Francisco afirmó en 2015: “La muerte de Jan Hus hirió de gravedad a toda la Iglesia Católica y se debería pedir perdón por ella”.

Sintetizaré aquí la vida y las ideas de aquel hombre admirable, y trataré de mostrar cómo su influencia fue decisiva en la revolución social que estalló en Bohemia después de su muerte. Me serviré para ello de dos libros reveladores del historiador checo Josef Macek: ¿Herejia o revolución? El movimiento husita (Ciencia Nueva, 1967) y La revolución husita (Siglo XXI, 1975).

Un hombre para cualquier ocasión

Jan Hus nació hacia 1370 en Husinec, una pequeña villa del sur de Bohemia, en una familia de campesinos pobres, y desde niño sintió una pasión por la religión que, unida a su inteligencia, hizo posible que completara estudios en la Universidad de Praga. Allí se nutrió sobre todo del realismo del franciscano Duns Scoto (1266-1308) y no sintonizó con las especulaciones de nominalistas e idealistas. Se ordenó sacerdote en 1400, y nueve años después culminó una brillante carrera académica al ser nombrado rector de su alma mater. Las opiniones que expresaba desde el púlpito y en sus escritos eran una referencia en aquella Praga de comienzos del siglo XV.

No era ciertamente Hus amigo de circunloquios, y en una época marcada por pugnas entre papas y antipapas y venta de indulgencias, destacó por sus invectivas contra la corrupción de la Iglesia. Sus argumentos los tomaba en buena parte del teólogo inglés John Wycliffe (1320-1384), muy crítico en sus libros con la acumulación de riquezas por el clero, contradictoria con la pobreza evangélica, y con la autoridad del papado en general.

Las homilías de Hus provocaron protestas de los defensores de la jerarquía y se llegó incluso a ejecutar a algunos contestatarios. Él mismo fue excomulgado, y aunque por un tiempo siguió predicando, en 1412 se le obligó a abandonar Praga. Esto no impidió que sus ideas, plasmadas en obras como De Ecclesia (1413), gozaran de amplio apoyo por todo el país y allende sus fronteras.

En 1414, Segismundo de Hungría, Rey de Romanos, convocó un concilio en Constanza con el fin de acabar con las disensiones que minaban la Iglesia. A nuestro teólogo le prometió un salvoconducto para que viajara allí y él no dudó en hacerlo, entusiasmado de poder demostrar en tan alto foro la solidez de sus tesis. Sin embargo, sus enemigos actuaron con presteza y lo encarcelaron apenas hubo llegado. En el proceso contra él, se entresacaron fragmentos antiautoritarios de sus libros, con los que se pretendía predisponer a Segismundo en su contra. Él negó que algunas afirmaciones fueran suyas, y otras las justificó como fundadas en las escrituras.

Condenado, Hus en varias ocasiones rehusó retractarse, con lo que hubiera salvado la vida, y al fin fue entregado al brazo secular para su ejecución. Fue quemado el 6 de julio de 1415, y se dice que mientras las llamas crecían gritó por tres veces: “¡Cristo, hijo del Dios vivo, ten piedad de mí!”, una forma de la Oración de Jesús. Sus cenizas fueron arrojadas al Rin para evitar la veneración de sus restos.

Las guerras husitas

En sus libros, Joseph Macek pone de manifiesto lo que significaba en realidad el ideario de Jan Hus y su carácter netamente revolucionario en lo social. Reivindicar la pobreza de la Iglesia era atacar a la más prestigiosa de las instituciones feudales y defender el derecho de los desposeídos a la tierra que cultivaban y los frutos de su trabajo. A nadie se le escapaba esto y las argumentaciones teológicas rezuman, si se auscultan adecuadamente, su verdadero y profundo sentido. Hus perece por un contubernio de los poderosos, pero en seguida los que habían captado la crítica de la sumisión y explotación implícita en sus doctrinas se aprestaron a la lucha. Hay que considerar además que, aparte de la guerra social que está a punto de desencadenarse, otros dos aspectos convergen, según Macek, en las sublevaciones que se inician en ese momento: la pugna de los checos por su independencia frente a los alemanes que colonizaban el país y la revuelta de los clérigos reformistas contra la jerarquía eclesial corrupta.

Tras la ejecución de Hus, los nobles bohemios protestaron airadamente, a lo que Segismundo respondió con una declaración de guerra. En 1419 los husitas lograron hacerse dueños de Praga, pero en seguida se comprobó que el movimiento aglutinaba las tendencias indicadas, que conformaban dos grandes grupos. Por un lado iban un conjunto de aristócratas, clérigos y burgueses con pretensiones nacionalistas y reformistas, conocidos como “utraquistas” por ser partidarios de la comunión con ambas especies. Junto a ellos, pero no confundidos, iban los defensores de la revolución social, llamados “taboritas” por tener su sede en la ciudad de Tábor.

Obedeciendo una ley histórica bien fundada, los moderados utraquistas, ante el peligro de perder sus posesiones y privilegios feudales, terminaron aliados con los católicos contra la “chusma”, pero lo que es más relevante en este caso es que la fuerza numérica del ala izquierda husita, su justa cólera y la competencia militar de algunos de sus líderes, como Jan Žižka (1360-1424), auténtico genio de la estrategia, o Procopio el Grande (1380-1434), hicieron necesarias cinco cruentas cruzadas para someterlos. La guerra asoló Bohemia y su resultado fue incierto hasta la derrota y masacre de los taboritas en la batalla de Lipany en 1434. Éstos tuvieron entonces que reconocer como rey a Segismundo, que hizo su entrada triunfal en Praga el 23 de agosto de 1436.

Un ensayo revolucionario

Josef Macek considera las guerras husitas, tal vez un poco patrióticamente, la más importante revuelta antifeudal de toda la Edad Media en Europa. Dentro del movimiento confluían, como se ha dicho, sectores de la pequeña nobleza y la burguesía, pero la gran masa social era, según él, la de los campesinos desposeídos y los pobres de los centros urbanos, que ocasionalmente pudieron desarrollar su propio programa. Esto ocurrió sobre todo en Tábor, ciudad fundada en 1420 por unos cuatro mil husitas radicales con el nombre del monte de Galilea en el que, según los evangelios, se produjo la transfiguración de Jesús.

El experimento social iniciado en esta localidad 90 km al sur de Praga fue violentamente abortado en 1421, pero mientras funcionó trató de emular a los primeros cristianos con un igualitarismo que rechazaba la propiedad privada y cualquier jerarquía religiosa y mantenía como ceremonias sólo el bautismo y la eucaristía. Con esto vindicaban los taboritas el milenio de Cristo anunciado en el Apocalipsis, en el cual sólo él gobernará y no se pagarán tributos a los señores. En aquellos meses se vivió un esbozo de una sociedad fraternal con comunidad de bienes, que sirvió de modelo y guía a las revueltas antifeudales posteriores. Fue significativa también la incorporación de las mujeres a todos los aspectos de la vida social y cultural durante este periodo de agitación.

Otra faceta esencial de las guerras husitas fue la defensa de la lengua y la cultura checas, que a partir de entonces experimentaron un rápido florecimiento. De hecho, Jan Hus tradujo al checo las sagradas escrituras y su texto mostró que este idioma era válido para expresar las más sutiles cuestiones teológicas. Prueba de la importancia de estos eventos en la conciencia nacional checa, es que el quinto de los seis poemas sinfónicos que componen la epopeya nacional Má vlast (Mi patria), de Bedřich Smetana, lleva el nombre de Tábor y está dedicado a la gesta de los “guerreros de Dios”.

Los taboritas han sido acusados de saqueadores y criminales, pero habida cuenta de cómo acostumbraban ser los conflictos bélicos en aquel tiempo, nada evidencia una perversión especial en sus huestes. Lo que sí queda claro en las fuentes disponibles, es que el movimiento revolucionario, enfrentado a una campaña de exterminio por parte de nobles y prelados, defendió su proyecto de una sociedad sin explotación económica con un coraje que merece ser recordado y reivindicado. En las constituciones de la ciudad libre de Tábor, se expresaba la esperanza de una época “sin reino, ni dominación, ni servidumbre, en la que todos los intereses e impuestos cesarán y ninguna persona obligará a otra a hacer nada, porque todos serán iguales entre ellos, hermanos y hermanas.”

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/.

Fuente: https://www.grupotortuga.com/Jan-Hus-hereje-e-inspirador-de

viernes, 18 de febrero de 2022

GIORDANO BRUNO Y UNA APOSTILLA MÍNIMA

Nola, enero o febrero de 1548, Roma - 17 de febrero de 1600

 

“Las palabras que revelan la verdad no son agradables y las palabras agradables muchas veces no dicen la Verdad” ( Lao Tse (S. IV o III a.C.))

 

I

 

«El joven estudioso estrecha el libro contra su pecho mientras se abre paso entre la multitud. El Campo dei Fiori está abarrotado; es un año jubilar y Roma rebosa de peregrinos, pedigüeños y carteristas. Él avanza lento ignorando a los vendedores que le tiran con fuerza de la manga. Días antes una pequeña noticia había llamado su atención en una publicación local. Se iba a ejecutar a un monje dominico de Nola que había agotado la paciencia y la buena voluntad de las autoridades. El estudioso suspira. Se le encoge el corazón ante la expectativa. Aún no ha pasado un siglo desde la muerte de Leonardo pero la ilustración se ha desvanecido tanto que parecen haber transcurrido eones.

El estudioso trepa con dificultad el andamiaje situado detrás del puesto de un mercader y eso le permite ver desde arriba las cabezas de la masa. El griterío procedente de un extremo de la plaza le comunica que Bruno ha llegado tras haberlo exhibido desnudo por las calles de Roma. Lo atan al poste con cuerda gruesa mientras un funcionario local lee los cargos. El estudioso sólo alcanza a oír palabras sueltas: “hereje impenitente…, negativa a retractarse…, despropósitos constantes”.

Un soldado atraviesa la lengua y la mandíbula de Bruno con una aguja para que deje de hablar. Como gesto de clemencia, el soldado le cuelga un saco de pólvora alrededor del cuello para acelerar el fin del sufrimiento. Bruno aparta la cabeza cuando le ofrecen el crucifijo. Los gritos saturan el aire; antorchas encendidas se elevan a lo alto y luego descienden. El estudioso no soporta mirar más y se abre camino a empellones para salir de la plaza.

El libro que sostenía entre las manos el joven estudioso era Del infinito: el universo y los mundos, escrito por Giordano Bruno en 1584.»

 

Fuente: Blog LA HOGUERA DE LOS HEREJES, Autor: Renzo Ortiz

http://elherejeimpenitente.blogspot.com/2011/04/giordano-bruno.html

 

II

 

EL ANTIDOGMA, UNA APOSTILLA MINÍMA

 

“No importa las cartas que tengas, sino cómo las juegas.”

 

Giordano Bruno es un dogmático; pero, un dogmático a la inversa. Giordano no puede creer en los dogmas de su tiempo, tiene que creer que nada puede ser susceptible de fe en tanto el conocimiento es relativo.

Giordano Bruno, (nació en Nola, Nápoles, 1548) fue un religioso, filósofo, astrónomo y poeta italiano. Giordano hablaba 11 idiomas y, por decir lo menos, era un hombre brillante. Estudió en Nápoles especializándose en humanidades y dialéctica. Después de su muerte se convirtió en paradigma de la subversión del dogma, en adalid del librepensamiento y precursor de la revolución de la ciencia.

Bruno redactó y publicó toda su obra entre 1582 y 1591, año en que inició su proceso inquisitorio. Fue alrededor de esta época que una de las primeras obras de Bruno fue publicada, “Las Sombras de las Ideas” al cual le siguió prontamente “El Arte de la Memoria”.  En estos libros mantenía que las ideas son sólo sombras de la verdad.

Después de 8 años en los calabozos del Vaticano, prefiere la muerte a retractarse. El 8 de febrero fue leída la sentencia en donde se le declaraba herético, impenitente, pertinaz y obstinado. Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: "Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla". Fue expulsado de la Iglesia y quemado vivo, junto a sus trabajos, el 17 de febrero de 1600 en la plaza pública Campo dei Fiori, Roma.

«El 27 de octubre del pasado año 1553, el español Miguel Server fue quemado en Ginebra a causa de sus convicciones religiosas y a instancias de Calvino, pastor de esa iglesia», escribe Giordano. No acaba allí su alegato. Lee atento y contiene el aire y la emoción, puesto que lo mismo podrá ser dicho algún día de su ilustre persona. «Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Servet no defendieron ninguna doctrina, sacrificaron a un hombre, y no se hace profesión de la propia fe quemando a otro hombre, sino únicamente dejándose quemar uno mismo por esa fe».

La aristocracia de su tiempo lo veía como un salvaje, radical, subversivo y peligroso. Giordano sólo contra el mundo enfrentó a católicos y protestantes. En su obra la "Cábala del Garañón como Pegaso con la Adición del Asno de Cilene", una discusión irónica sobre las pretensiones de la superstición.  Este “asno” de la superstición, dice Bruno, se lo encuentra en todos lados, no sólo en la iglesia sino en las cortes de ley e incluso en los colegios. En otro libro "La Expulsión de la Bestia Triunfante", ataca la pedantería que encuentra en las culturas católica y protestante. En "El Infinito, el Universo y sus Mundos", escribe: “Existen, pues, innumerables soles; existen infinitas tierras que giran igualmente en torno a dichos soles, del mismo modo que vemos a estos siete (planetas) girar en torno a este sol que está cerca de nosotros.”

Los hombres, con hábito o sin él, del caos capitalista. Pragmáticos todos ellos, no se atreven a decir cómo debieron proceder en ese momento. Piensan, ellos, que los jerarcas de la Iglesia de tiempos de Giordano Bruno “fueron sabios al librarse de él, porque no escribió más libros; pero debieron haberlo estrangulado al nacer”.  Según resultó al final, no se lo quitaron de encima para nada.  Su suerte no fue inusual para un hereje; este extraño genio fue rápidamente olvidado, pero no tanto como esperaban. Sus obras fueron honradas con un sitio en el Index Expurgatorius el 7 de agosto de 1603 y sus libros se hicieron difíciles de conseguir, y por lo mismo, muy buscadas. Bruno fue un pionero que despertó a Europa de su largo sueño intelectual.

Vivir a plenitud es renovarse permanentemente. Y Giordano fue uno de esos tipos que jamás renunció a luchar. Toda creación humana cuando es auténticamente renovadora rompe con dogmas y tradiciones y, por tanto, emerge a la vida como una herejía. Los revolucionarios son por naturaleza, inconformes, iconoclastas, herejes, cuando se proponen encontrar respuestas. La herejía les sirve para hallar la solución. En uno de sus libros, "La Hoja Trifoliada y la Medida de las Tres Ciencias Especulativas y el Principio de Muchas Artes Prácticas", encontramos una discusión sobre un tema que iba a ser tomado en un siglo posterior por el filósofo francés Descartes.  El libro fue escrito cinco años antes de que naciera Descartes, y en él se dice: "Aquél a quien le inquiete la filosofía debe ponerse a trabajar poniendo todas las cosas en duda".

Ni la eternidad del descubrimiento ni la gloria individual les preocupa a estos genios del cambio. El Adanismo no forma parte de su conducta. Sabe que la “verdad” es suya y, a la vez, no le pertenece. Y lo sabe porque es conciente que su ciencia brota de la verdad de otros. Es que la ciencia es resultado del esfuerzo intelectual pasado y presente de la humanidad.  

Los dogmas del pasado caen para dar paso a nuevos dogmas. El hombre iconoclasta cuando encuentra una VERDAD, y entra en posesión de ella, cesa de encontrar utilidad en la herejía. Una vez en el dominio y disfrute de la solución: la transforma en dogma.

¿Qué es el dogma? De todas las definiciones nos quedamos con la del maestro José Carlos Mariátegui. Dogma es una verdad que deja de ser susceptible de desarrollo. Cuando esa verdad se estanca, deja de ser objeto de desarrollo, muere. Dogma es una verdad petrificada que deriva en código de una ideología del pasado. Dogma es una verdad que en el curso de la experimentación se transforma en lo opuesto; es decir, una verdad que se transforma en falsedad. Por eso, la verdadera lucha contra la ignorancia es el combate a los dogmas.

Giordano Bruno fue un hereje torturado y quemado vivo. Si el santo oficio “purificaba” a los herejes en la hoguera; el doctrinarismo de izquierda los condena a la exclusión y marginación. Están convencidos que para unir fuerzas hay que someterlas. La mentalidad de conquistador español sobrevive en las filas del socialismo. La “igualdad” en la cooperación se basa en el sometimiento, en la “unidad” de rodillas. La persuasión, el arrancar a los contrarios de la ignorancia no pasa por su mente.

Las obras imperecederas son producto del ingenio humano. Muchas de éstas quiebran las reglas, destruyen los viejos dogmas, debilitan las tradiciones culturales o científicas, sustituyéndolas por nuevos paradigmas. Una nueva idea produce un gran revuelo entre los comunes. ¡Soltad un Pegaso en un monte y veréis como las cabras no saben que hacer! En todo tiempo y lugar, romper las reglas establecidas es una herejía. Cambiar el viejo orden es recrear la realidad y, por tanto, es otra herejía. Y, como los revolucionarios son “herejes” en potencia, los Torquemadas, siempre estarán listos para empalar a los blasfemos, a los sacrílegos, a los sospechosos de pensar con cabeza propia.

 

Tacna, 26 junio 2011 – 17 febrero 2022

Edgar Bolaños Marín

 

 

Fuentes:

 

-      “GIORDANO BRUNO Y LA VIGENCIA DE SU SACRIFICIO”, Juan Daniel González Hernández. https://docplayer.es/41754750-Giordano-bruno-y-la-vigencia-de-su-sacrificio.html

 

 

 

 

domingo, 13 de enero de 2013

LA MUERTE DE MELLA Y EL FRACASO DE LA HEREJÍA






3-01-2013



Aunque normalmente se conmemore el día 10, no es hasta las dos de la madrugada del 11 de enero de 1929 que moría Mella en un hospital mexicano, el mismo en el que fallecería también su compañera Tina Modotti años más tarde. El revolucionario cubano dejaba atrás una obra sin precedentes para su corta edad y marcaba el rumbo para un marxismo autóctono, ajeno a los estrechos dogmas que lastraban al movimiento obrero internacional.

Quizás la mejor cualidad de Julio Antonio haya sido la herejía, primero contra el papel burgués que se esperaba de un joven de su clase, luego contra el mayor dictador que había sufrido Cuba hasta entonces y finalmente contra los esquemas que se autoimponía el propio movimiento comunista.

En su tiempo el movimiento obrero internacional respondía expresamente a las orientaciones procedentes de Moscú, por lo tanto la creación de un marxismo latinoamericano y cubano aunque imprescindible, contradecía directamente la política vertical de la Internacional Comunista. Mella fue testigo de esto.

Lejos del estereotipo de militante ortodoxo y disciplinado, nunca acató las normas que no consideró factibles y esto le conllevó numerosas dificultades, quizá el primer encontronazo fue su expulsión del partido comunista. En un caso de increíble falta de previsión política los cubanos expulsaron deshonrosamente a su miembro de más renombre, irónicamente la razón de su expulsión era a la misma vez la primera victoria que obtenía el pueblo cubano en su lucha contra el tirano: la huelga de hambre con la que Mella desafió a Machado.

El joven tuvo que marcharse a México para huir de la represión machadista, allá el partido azteca lo recibió con los brazos abiertos pese a las misivas que llegaban desde Cuba calificándolo como “perfecto y descarado saboteador de los ideales comunistas”, llegó incluso a sustituir temporalmente al secretario general en 1928.

Luego del VI Congreso Mundial de la Internacional Comunista comenzó una tendencia ultraizquierdista que no tardaría en llegar a América Latina, con esta el estalinismo terminaría por dominar todos los aspectos del movimiento comunista en el orbe. Mella no era muy ortodoxo en su proceder, en Moscú pudo tener contactos con la Oposición de Izquierda, en sus escritos calificó a Trotsky como “poderoso ejemplar de la raza humana” mientras omitía continuamente Stalin. Si tenemos en cuenta que la limpieza interna contra el “peligro de derecha” durante la década del treinta sería con sangre, no es vano especular que quizás el joven cubano no la hubiera sobrevivido.

El pensamiento de Mella integró la vertiente marxista clásica con el pensamiento antimperialista martiano, buscando al igual que su contemporáneo Mariátegui, una creación heroica con características propias. Los últimos días del joven cubano son muestra de la imposición de una corriente de pensamiento con tintes estalinistas sobre el marxismo autóctono que proclamaban Mella y Mariátegui.

Antes de morir se planteó la renuncia al partido comunista mexicano, optó por la lucha armada a contrapelo de que esta era mal vista por Moscú y para ello creó la ANERC, una organización con membresía supraclasista que también contradecía las indicaciones de la Internacional Comunista. Teniendo esto en cuenta no es muy difícil precisar el rumbo que tomaba el revolucionario cubano.

La herejía que simbolizaba Mella en Cuba, tanto como Mariátegui en el Perú, vio su declinar con la muerte de ambos. La fecha del 11 de enero de 1929 fue uno de los hitos que provocó que el marxismo “profesional” sustituyera al marxismo creador y comenzara la época de los apparatchik en América Latina. El epílogo lo veríamos a finales de siglo, cuando la línea ortodoxa del movimiento comunista terminaría fracasando y el camino del socialismo autóctono tendría que ser retomado. La herejía terminaría por demostrar su validez.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.