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lunes, 11 de mayo de 2020

APUNTES SOBRE LA RECONSTRUCCIÓN REIVINDICATIVA DE LA ECONOMÍA NACIONAL





Frente a las actuales circunstancias de desastre sanitario, económico y social histórico, la reconstrucción de la economía familiar inmediata es hoy la reivindicación más elemental y fundamental de la sociedad peruana. Este desastre, en nuestro caso, es más intenso, profundo y expansivo que la Guerra con Chile, tal como se presenta ahora y se avizora por evolución pandémica expansiva en los próximos meses de este año y los primeros del próximo. La reconstrucción de la economía familiar, pues, es el derecho número uno de todos los peruanos en estos momentos. Y es la obligación número uno del Estado, sobre todo frente a los más vulnerables y empobrecidos. Este derecho humano y obligación estatal se imponen sobre todas las cosas y cualquier paradigma económico del siglo XX.

Mientras tanto, nuestros economistas de la economía formal, tanto como nuestros políticos y politólogos del status quo, siguen enceguecidos con la “defensa de las Reservas Internacionales Netas” supuestamente intangibles, así como del récord mínimo del endeudamiento externo y el déficit fiscal, que sería la receta de una “macroeconomía sólida y competitiva” para el arribo del capital supranacional a nuestros mercados mineros y de infraestructura vial. Todo ello con la esperanza de que el goteo de la riqueza de arriba hacia los de abajo salve del empobrecimiento, según sus indicadores, a millones de peruanos hundidos en el subempleo y la depresión. Estos especialistas de la economía matemática y la política de la clase burocrática del siglo XX consideran que un peruano ya no es pobre cuando gana más de S/344 soles al mes. Por esta razón, consiguientemente, la pobreza en el Perú sería mínima.

Aunque, la realidad, apreciados lectores, es que en el Perú más del 60% de la PEA gana menos de S/1000 soles, y que según estas condiciones de capacidad adquisitiva de la mayoría de la población no es posible el desarrollo económico y social del país, sino del 25% de la PEA que estructura los niveles socioeconómicos (NSE) A y B. En tales condiciones, se sucede que somos los primeros en el mundo en indicadores macroeconómicos para ocupar los últimos lugares en desarrollo humano.

Estamos orgullosos de ser el país con menor deuda externa (27% del PBI) frente, por ejemplo, a Estados Unidos, que tiene una deuda externa equivalente al 110% de su PBI; o frente a Reino Unido (85%); o frente a Francia (100%); o frente a Alemania (60%); o frente a Japón (230%); o frente a Chile (70%). Sin importar claro, que en empobrecimiento y subdesarrollo humano somos comparados con los países más pobres y atrasados del mundo. Y, ¿por qué en el Perú tenemos indicadores macroeconómicos insuperables en América Latina y el mundo? Porque somos el país que menos ha invertido en desarrollo humano (empleo, salud, educación e infraestructura para el desarrollo territorial); porque somos el país que más ha empobrecido a su población.

Todo este empobrecimiento y el caos consiguiente, sobre todo el creado en los últimos 30 años, ha sido develado por la crisis pandémica del COVID-19. ¿Qué hacer?

Planteamos diseñar y gestionar inmediatamente una tricotomía de acciones de respuesta a la crisis general sanitaria, económica y social que enfrentamos. ¿Por qué?

Porque el reto verdadero, en el historial de los grandes desastres, es actuar a gran velocidad con toda la economía y la logística del Estado por sobre todas las cosas; todo lo que debe expresarse masivamente en inyección de dinero cash, creación de trabajo y sostenimiento de la oferta de bienes y servicios básicos en y para la base de la pirámide social.

En primer lugar. Implementar inmediatamente un shock de gasto fiscal para la creación de demanda sobre la base de la experiencia internacional (Estados Unidos, Hong Kong, Reino Unido…). Este shock fiscal se traduciría en hacer llegar dinero en efectivo y de forma no reembolsable al 65% de la PEA en el país (12 millones de personas aproximadamente), que se encuentran en situación de desempleo intempestivo y/o de quiebra de sus pequeños negocios o emprendimientos informales; todo ello a nivel de la totalidad de los distritos del país, a través de “tarjetas inteligentes” para el consumo de productos y servicios básicos (comida, medicinas, servicios de agua, luz y teléfono, etc.) durante cuatro meses (leer artículo sobre “dinero helicóptero” del MNIP), teniendo en cuenta que:

El dinero que se entregue individualmente y de forma masiva sería equivalente a lo que cada uno de los peruanos (12 millones) ha dejado de producir o percibir en promedio durante el ínterin de cuarentena y post-cuarentena (4 meses aproximadamente), lo que ascendería a un monto per cápita/mes de 1000 soles en Perú.

Esta actividad estatal sería la condición primera e ineludible de la reconstrucción reivindicativa de la economía nacional de la sociedad mayoritaria (65% de la PEA), sin lo cual no es posible la tan publicitada “reactivación económica”.

Se generaría un endeudamiento externo de 14 mil millones de dólares aproximadamente (6.6% del PBI). ¿Qué significación tiene el 6.6% del PBI frente a la vida o la muerte de 12 millones de personas? Sin considerar si quiera que la reactivación de la capacidad adquisitiva de estos millones de peruanos sería el pistoletazo de salida de la reconstrucción de la economía nacional desde la base de la pirámide social, que convertiría al Perú en un ejemplo mundial. El Gobierno tendría el apoyo del 80% de la población peruana, y del mundo.

Sin esta mega-acción estatal, al nivel del mega-empobrecimiento del 65% de la población, las cuarentenas que la pandemia obligará a realizar fracasarán como hasta ahora. ¡No se puede imponer una cuarentena sin inyectar en la PEA afectada gravemente el equivalente al ingreso individual promedio perdido o no percibido! ¡Y no se puede iniciar y proseguir la lucha contra la pandemia sin cuarentena! ¡En tal sentido, el shock fiscal de dinero helicóptero sería la clave para el éxito de la lucha contra la pandemia del COVID-19!

En segundo lugar. Preparar un gran plan de sostenimiento de la oferta de bienes y servicios básicos; igualmente, con dirección estatal y reorganización de las formas de producción, respetando escrupulosamente la normativa sanitaria de protección y aislamiento social (alimentos agropecuarios y pesca artesanal, perecibles y procesados, higiene y desinfección local, medicinas y servicios médicos, confecciones y calzado de seguridad sanitaria, manufactura de apoyo sanitario, transporte público ad hoc...). Con los siguientes componentes, entre otros:

Promoción de la producción nacional de medicamentos genéricos de calidad y resolución de la problemática de infraestructura y la problemática social de todos los trabajadores de salud.

Producción agropecuaria con impulso del crédito agropecuario y la participación directa del Estado en sustitución de los grandes intermediarios y el control de los precios especulativos, privilegiando la producción para el mercado interno.

Liderazgo y desarrollo organizacional del minifundio (1.8 millones de agricultores con propiedades menores a cinco hectáreas) cuyos ingresos familiares son un 40% menores que los de los hogares no agropecuarios, para la productividad agropecuaria y la ampliación del área agrícola alimentaria, así como para la contención de la erosión y la desertificación.

Reorganización total de las cadenas productivas de tercería MYPE para la producción a escala de confecciones textiles y calzado de seguridad sanitaria, equipos y aparejos sanitarios, productos de higiene y desinfección a escala…

Potenciación, abastecimiento y comercialización sostenibles de la pesca artesanal en Perú.

Reorganización total y modernización del transporte informal de personas.

Reconstrucción de la economía de servicios (educación, turismo, restaurantes y recreo, con apoyo tributario y capacitación moderna para su desarrollo).

Oficinas estatales de reorientación de negocios MYPE, crédito cooperativo y modernización del emprendimiento en Perú.

Todo ello con la dirección de la PCM y el soporte logístico y de recursos humanos de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Policiales.

En tercer lugar. Preparar un gran plan de creación de trabajo masivo al terminar la primera fase de cuarentena y shock fiscal de dinero helicóptero (4 meses). El tercer componente de la tricotomía de reconstrucción reivindicativa de la economía popular, cuando pasemos definitivamente a una verdadera estrategia de mitigación de amenazas del virus pandémico COVID-19 y haya terminado los primeros cuatro meses de distribución de dinero helicóptero, sería un shock de creación de trabajo impulsado por el Estado sobre la base de la autogestión social territorial-distrital.

Estamos planteando que los dos primeros meses de cuarentena sin inyección de liquidez en la base de la pirámide social ha servido de muy poco para avanzar en la guerra sanitaria contra el virus. ¡Aprendamos! No podemos implementar cuarentenas con asistencias sociales o alivio del hambre y la desesperación con un bono familiar de 760 soles.

¿En qué debe consistir el tercer llamado de acción inmediata por impulso estatal?

Constitución de brigadas sanitarias de desinfección total, identificación y reporte de enfermos y creación de espacios de aislamiento.

Constitución de brigadas de trabajo en infraestructura de redes de agua y desagüe distrital para todos (pistas, veredas, colegios, arborización con sistema de riego domiciliario tecnificado).

Creación de comedores populares y restaurantes populares con delivery para atender a personas infectadas, con enfermedades múltiples y con discapacidad motora.

Igualmente, todo este gran plan de creación de trabajo masivo post-cuarentena y post dinero helicóptero tendría que ser diseñado y gestionado por las municipalidades distritales, la red de líderes barriales y vecinales autogestionarios, y por el voluntariado local existente (ONG, Cáritas, Iglesias, etc.); todo ello, igualmente, con el soporte logístico y de apoyo de la red cívico militar que se extiende hasta los límites distritales.

En tal sentido, la tricotomía de reconstrucción planteada nos obliga a organizar la participación de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Policiales en la dirección ejecutiva cívico-militar y su extensión gestora hasta los niveles distritales.

Las ciencias militares y el papel de las Fuerzas Armadas no se deben desarrollar ya en los cuarteles haciendo ejercicios de simulación de guerras inexistentes.

La reestructuración dirigida de la economía nacional por distribución de la riqueza social, replantea significativamente el papel de las Fuerzas Armadas frente a la generalización del subempleo, la depresión, el caos social y la corrupción.

Las guerras del siglo XXI son totalmente distintas a las guerras de los siglos XIX y XX de Clausewitz. Las primeras están en relación con la gestión de la prevención de desastres económicos y sociales, el calentamiento global y el deterioro ambiental, así como con la gestión social del talento científico técnico… etc.

Finalmente, la tricotomía de la reconstrucción nos obliga a aprender de la experiencia internacional (recomendaciones para la guerra contra el nuevo coronavirus).

El no amilanamiento de los líderes frente al panorama desolador de la destrucción del trabajo y la situación de los más pobres (parecida situación en toda guerra) para evitar una catástrofe sanitaria, económica y social mayor.

La tricotomía de reconstrucción debe favorecer a desempleados, emprendedores y personas vulnerables, sobre todo a mujeres, teniendo en cuenta que la recuperación de los puestos de trabajo perdidos no es posible sin el concurso económico y logístico del Estado.

En los organismos de ejecución local de planes contra la pandemia deben de estar representados todos los actores relacionados con el empleo y la reconstrucción económica local.

Se formulan y evalúan proyectos de infraestructura de corto plazo que generan empleo e ingresos inmediatamente.

Todos los trabajadores y emprendedores son capacitados en modernización y desarrollo de cadenas productivas y de valor MYPE, que es algo muy importante al pasar de la tricotomía de la reconstrucción económica a la tricotomía de la reestructuración (próximo artículo: La tricotomía de la reestructuración económica).

Las remuneraciones de los trabajadores contratados para la reconstrucción pueden ser en un 50% en especie.

Así como en 1946, por ejemplo en Japón, se pasó a la reconstrucción económica a base de laissez faire (libertad de empresa y competencia), hoy, en la post-pandemia, se estaría pasando a la autogestión social y la autosuficiencia local como la razón de ser del desarrollo humano en el siglo XXI.

Los partidos políticos no siguen como antes, sin teorías sociales ni programas de acción de reestructuración económica-social.

La educación de adultos se reforma por holismo, interdisciplinariedad y creatividad MYPE.

Así como en Japón de posguerra se eliminó a la clase terrateniente, hoy se estaría pasando al éxodo urbano y el ecoaldeismo alternativo.

A las personas en situación de desastre no se les “atiende”, no se les “ayuda”, no se les “alivia” sus desgracias; se les lidera, se les repone lo perdido y se les presta todo tipo de apoyo económico y logístico para que superen el capítulo de la desgracia y se desarrollen por sí mismos.

En épocas de desastre y posguerra, se impone el dirigismo estatal para la reconstrucción y la reestructuración económico-social, creando bancos públicos para el crédito al alcance de todos (así se crearon los Estados de Bienestar, que eran una combinación de dirigismo estatal, shock fiscales y liberalismo de mercado).

Próxima publicación: (“Apuntes sobre la segunda tricotomía de reestructuración de la economía Nacional”).

Fecha: 8 de abril de 2020
Artículo: Apuntes sobre la reconstrucción reivindicativa de la economía nacional
Autor: Ramón Espinoza Guerrero


domingo, 19 de abril de 2020

MANIFIESTO DE FRENTE UNIDO DE GUERRA ECONÓMICA NACIONAL POR DISTRIBUCIÓN DE RIQUEZA SOCIAL










MANIFIESTO DE FRENTE UNIDO DE GUERRA ECONÓMICA NACIONAL POR DISTRIBUCIÓN DE RIQUEZA SOCIAL[1]

Los dos años próximos (2020-2021) serán de reestructuración de la economía nacional por innovación del consumo y la producción de bienes y servicios básicos (alimentos, sanidad, educación, comunicaciones, confecciones y manufactura de seguridad urbanas...), y por sustitución de importaciones. Así, se reestructuraría, no reactivaría, la economía nacional pre-pandémica, poniendo las bases para el desarrollo de una economía nacional de dinámica interna y de nuevas relaciones económicas globales científico-técnicas y sostenibles. Todo ello si el liderazgo político-social del país se pone a la altura de los nuevos retos globales pandémicos y pospandémicos. Esa es la lucha que enfrentamos: reestructuración versus reactivación.

Es urgente entender que la pandemia viral que enfrentamos no es algo totalmente negativo, que también significa una gran oportunidad. ¿Por qué? Porque la Economía del Globalismo llegó al 2020 ya en un estado de crisis general por destrucción de gran parte de las economías locales y naturales del planeta, y por creación de un monumental desempleo y subempleo de la mano de obra. Lo que nos exige, por consiguiente, la reestructuración de las economías nacionales sobre la base de sus originarias economías locales y naturales, y crear un empleo digno para la gran mayoría de la PEA, tan empobrecida hoy. Todo ello en el marco del desarrollo científico-técnico del siglo XXI.

Sin embargo, para comprender todo ello, es igualmente importante ser conscientes de la realidad nacional como esencia y como proceso. La profunda y compleja realidad nuestra no comienza ni termina con el COVID-19. Estamos obligados a dominar, pues, (1) el proceso de la Sociedad Contemporánea o Capitalista que produjo el proceso del Sistema Capitalista Global (SCG) actual como tercer y último periodo de su existencia; (2) los procesos pendulares: Nacionalismo de Posguerra-Globalismo invasivo-Nacionalismo Científico del SCG; y (3) los tres modelos económicos que se desarrollaron después de la Segunda Guerra Mundial.

Los tres periodos de la Sociedad Contemporánea o Capitalista

La Sociedad Contemporánea o Capitalista (1750 – 2050) inició su primer periodo de Constitución (1750 – 1850) a mediados del siglo XVIII (1750) a través (1) de la publicación de La Enciclopedia, editada por Diderot y D’Alembert (1750-1772), que era un compendio de 166 volúmenes por selección de gran parte del conocimiento del siglo XVIII; (2) de la Revolución Industrial Inglesa, que se inicia en los años de 1740, la invención de la máquina de vapor (1769) y la puesta en marcha de las primeras locomotoras a vapor (1825); (3) de la Revolución Política Francesa (1789); (4) y de la Revolución Alemana del Conocimiento (Kant y Hegel, 1800/1830). Así, el primer periodo, de Constitución del Capitalismo como sistema, se realizaría a través de un proceso extraordinario de 100 años de la historia humana.

El segundo periodo de potenciación o Imperialismo (1850 – 1950), se inicia con la Guerra de México vs. Estados Unidos (1846 – 1848), donde México pierde el 60% de su territorio; con la Guerra de Secesión entre Estados Unidos del Norte y Estados Unidos del Sur (1861 – 1865), conocida como la guerra más sangrienta de la historia, que tuvo como propósito la unificación de los Estados Unidos; con la química de Nobel (1865) y la invención del motor diésel (1893); y con la aparición de los grandes monopolios industriales y bancarios (1880). El segundo periodo, de potenciación del Capitalismo, así, se establecería a través de un proceso centenario de cruentas guerras, de expansión geopolítica y de creación de mercados transnacionales.

Finalmente, el tercer periodo de Globalismo (1950-2050), (1) se inicia con los acuerdos de Breton Woods (1944) cuando era evidente la derrota del nazismo, donde las potencias triunfantes convienen en constituir el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), y el Plan Marshall de reconstrucción de Europa de posguerra (1948 – 1952); (2) se desarrolla con un conjunto de medidas de política económica de creación del mercado global, que se aplicaron de manera manifiesta a partir de la década de 1980 con el liderazgo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, así como con la tercera revolución industrial aplicada (tecnología nuclear, computación e informática, biología y tecnología molecular...); (3) y finaliza hoy a partir del crack financiero del 2008-2009, y, sobre todo, con el desplome pandémico del SCG (2020-2022).

Según el calendario de 300 años del Sistema Capitalista Contemporáneo, que se despliega a través de los tres procesos centenarios descritos, la crisis general que estamos sufriendo hoy, manifiesta como crisis pandémica, es una crisis final de época (2020-2050); donde un sistema social se hunde, y otro emerge: el Sistema Poscapitalista, cuyos factores cruciales de construcción social son el capital saber patentizado (y no el capital financiero) y el trabajo científico-técnico de los trabajadores del saber en todo el mundo. ¿Qué hacer entonces?: Tomar medidas de reestructuración de la economía y la sociedad, y no de simple reactivación, por seguimiento, a corta distancia, de las tendencias posindustriales y los liderazgos del cambio mundial.

Los procesos pendulares Nacionalismo-Globalismo-Nacionalismo del SCG

El primer proceso pendular de Posguerra (1950-1980), fue un proceso de paz y reconstrucción de las economías nacionales euroasiáticas. Se desarrolló desde el Plan Marshall hasta las crisis financieras y energéticas de la década de 1970, cuando el dólar es declarado inconvertible en oro, por Nixon, y el petróleo sube 15 veces su precio.

El segundo proceso pendular de Globalismo Económico (1980-2020), se inicia con la asunción de Ronald Reagan y Margaret Thatcher al poder político de las potencias más grandes del mundo en esos años (Estados Unidos y Reino Unido), y con la aplicación abierta de políticas de expansión económica transnacional, hasta el crack financiero de 2008-2009 y la crisis pandémica que vivimos hoy (2020-2021).

El tercer proceso pendular de Nacionalización Económica (2020-2050) --que tuvo como antecedentes a los procesos nacionalistas de grandes países como Estados Unidos y Reino Unido (2016-2019), quienes, en 1980, contrariamente, impulsaron y lideraron el Globalismo económico-- hoy se concretiza y desarrolla intempestivamente en todos los países del mundo.

Igualmente, según el calendario de 100 años del SCG, que se desarrolla a través de procesos pendulares de tres o cuatro décadas cada uno (Nacionalismo-Globalismo-Nacionalismo), la crisis general que vivimos hoy sería una crisis final del Globalismo y constitución del tercer proceso pendular de Nacionalismo superior (al de Posguerra) que solo adquiriendo una configuración científico-técnica podrá desarrollarse exitosamente.

Los tres modelos económicos del SCG

• El Modelo Económico de Mercado Global, insuficientemente descrito como Neoliberalismo, que evolucionó hasta la conformación de un eje de 88 mil corporaciones supranacionales (por la ruptura de sus lazos nacionales) y 600 mil subsidiarias de estas, domina el 80 por ciento del comercio internacional y gran parte de los paraísos financieros del mundo. Este modelo económico, en el Perú, ocupa al 16% de la PEA.

• El Modelo Económico Estatal-Paraestatal, compuesto por las empresas estatales y paraestatales (corporaciones que se desarrollan de forma parasitaria a través de contrataciones de grandes obras de infraestructura con el Estado). Este modelo económico, en el Perú, ocupa el 9% de la PEA.

• El Modelo Económico Ciudadano, compuesto por 2.5 millones de MYPES establecidas (formales e informales) y 3.5 millones de emprendimientos de sobrevivencia no mayor a 1 año. Este modelo económico, en el Perú, ocupa al 75% de la PEA.

Los tres modelos económicos, durante los próximos dos años y las subsiguientes dos décadas, se transformarán radicalmente. No estamos viviendo apocalipsis alguno, solo estamos viviendo el curso normal de la historia. La humanidad, finalmente, se adaptará a los grandes cambios y reestructuraciones consiguientes, con el apoyo de la ciencia y la tecnología. ¿Qué pasará a partir de ahora? Veamos:

El Modelo Económico de Mercado Global será cada vez más científico-técnico que de distribución mundial de commodities (mineralógicos, energéticos, alimentos estándar...). Los sistemas económicos sostenibles serán más apreciados y demandados por la economía mundial. El Modelo Económico Estatal-Paraestatal será más dinámico y promotor de una economía nacional de dinámica interna. Mientras que, el Modelo Económico Ciudadano --favorecido por la develación de los riesgos y falacias del SCG, y con enemigos visibles ya: los abismos de la desigualdad y la destrucción del medioambiente-- se reestructurará y desencadenará una revolución cultural y organizacional en el Perú a través de Escuelas y Centros de Gestión de Concesiones de Saber, Tecnología y Microfinanzas.

Programa de Frente Unido de Guerra Económica Nacional (FUGEN)

Estamos perdiendo el tiempo al no usar las Reservas Internacionales Netas del BCR para inyectar liquidez ahora en los sectores C2 + D + E. Perderemos muchos años de desarrollo económico-social al no usar el “dinero helicóptero” de Milton Friedman y Nouriel Roubini. Cuando Estados Unidos y otros países consideren la reactivación de la demanda interna (que en un ambiente global de súper-producción no generará inflación ni riesgo alguno) por inyección masiva de liquidez, quizás sea muy tarde para una economía y sociedad tan frágiles como las del Perú.

Lo realmente interesante ahora es reinventar hipotéticamente la economía nacional. Y pasar, de seguida, a una estrategia de mitigación inteligente, liderada eficazmente, y de desarrollo cultural-organizacional obligado, siguiendo rigurosamente la estrategia de “inmunidad de grupos de rebaño”.

Todo ello es posible con un liderazgo eficaz y firme, con la misión de crear una revolución cultural y organizacional dentro de la sociedad, para llegar a situaciones como en Japón, por ejemplo, donde el 90% de la gente sigue yendo al trabajo aplicando las reglas de la mitigación social del contagio viral.

El sistema económico actual no se concentrará, bajo ninguna circunstancia, en los más vulnerables (que es su gran indicador de obsolescencia sistémica). Solo le interesará la “estabilidad macroeconómica”, sin importar la depresión y la muerte de millones de personas. Contrariamente a un sistema de guerra, que da prioridad a la protección de los heridos y más vulnerables. Pasemos, entonces, a una economía de guerra. Hasta Donald Trump está planteando ya transferir un monto mayor a 2 billones de dólares: 1,200 dólares/mes a cada ciudadano con ingresos menores a 75,000 dólares al año, y 500 dólares a cada niño de estos hogares. No solo debemos aplanar la curva de la infección sino también la curva inversa de caída de la demanda y la oferta de bienes y servicios. ¿Por qué la urgencia de inyectar liquidez de forma masiva?...

Porque es posible la fracturación geográfica regional de nuestro país, gradualmente pero veloz y sostenidamente, cuando conjuguen la pandemia, la desesperación y la muerte. Todo ello por la velocidad y lo intempestivo de la pandemia, no por su letalidad, pero sobre todo por la fragilidad de nuestro sistema económico-social. La conjunción con otras enfermedades (el año 2014 murieron 13,349 personas por neumonía y 19,360 por cáncer), el estrés y la depresión, matará a más personas que cualquier pandemia.

Aprendamos a vivir en el mundo desconocido que se levanta ante nuestros ojos. El sistema en el cual hemos vivido ha llegado a su límite. Preparémonos, pues, para una guerra económico-social de dos años. Terminará la actual cuarentena, pero seguirán los contagios y rebrotes. El estado de guerra evitará los desbordes sociales peligrosos como la aparición de bandas, saqueos y la huida caótica de Lima hacia el campo (como, por ejemplo, la invasión masiva del campo por parte de los madrileños, en España). Estamos obligados a duplicar la infraestructura y los profesionales sanitarios, con capacitación urgente, en medio de la guerra, y la aplicación de los 6 planos del Programa de Frente Unido de Guerra Económica que a continuación describimos en lo fundamental, es lo que tendría que hacerse ya.

1.                Constituir inmediatamente la Dirección Ejecutiva Cívico-Militar de Guerra Económica Nacional, compuesta por representantes de los tres poderes del Estado, las Fuerzas Armadas y Policiales, y el FUGEN (movimientos de la sociedad política y la sociedad civil).

2.                Distribución inmediata de dinero en cash por 03 o 04 meses, en los sectores sociales C2 + D + E (12 millones de trabajadores independientes MYPE informales) a través de tarjetas inteligentes de consumo de bienes y servicios básicos, que sería el inicio de la gran empresa estatal de reestructuración de la economía real por distribución de riqueza social.

3.                Creación de empleo masivo, en un plazo de 03 o 04 meses, por desplazamiento de mano de obra a la agricultura, a la creación de infraestructura de agua y desagüe a nivel periurbano, a la limpieza y desinfección de pistas, veredas y superficies de contacto, al sector de confecciones y calzado de seguridad urbana, al sector de la metal-mecánica y herramientas para el trabajo sanitario, etc.

4.                Modernización y desarrollo MYPE a través de Escuelas y Centros de Gestión de Concesiones (de capacitación, tecnología y microfinanzas) como cadenas de valor de creación de nueva riqueza en los sectores comercio, servicios y manufactura.

5.                Reconfiguración de villas periurbanas por autogestión social para el desarrollo organizacional y la autosuficiencia urbana, con el liderazgo de proyectos piloto de 10 mil familias (40 mil personas).

6.                Preparación y gestión del éxodo urbano y el Neorruralismo sobre la base de la identificación y gestión de terrenos libres o abandonados para 660 mil familias, en un ámbito de 3 millones de hectáreas con perfil agropecuario sostenible, en sierra, Amazonía y costa desértica.


Ramón Espinoza Guerrero
Director de Investigación y Desarrollo
CEPEBAN

Lima, abril 2020



[1] Lo que el país necesita, más que nada, son personas que tengan experiencia en iniciar, crear y administrar una empresa productiva, experiencia en dirigir a otras personas, experiencia en administración financiera y así sucesivamente. Los gobiernos, por regla general, no entienden esto. En los últimos 60 años, por consiguiente, se ha socavado la capacidad del país para formar el potencial humano que necesita para el desarrollo. Se ha centrado en un desarrollo por inversión y por exportaciones. Pero, solo un desarrollo por distribución —de capital, saber y gestión— que no solo desarrolla las empresas, sino también a personas, puede crear ese potencial. Así, el factor absolutamente indispensable y centrado del desarrollo nacional tendrá que ser una sumatoria de sistemas modernos de distribución. Sin este potencial humano, no es probable que el resto funcione (Peter Drucker, 1994).