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miércoles, 13 de julio de 2016

BURGUESÍA PARASITARIA Y RENTISTA



UNO:
EL ENGAÑO DEL “CAPITALISMO RENTÍSTICO”

Por razones académicas tuve que revisar el capítulo 10 del texto Teoría económica del capitalismo rentístico, del economista Asdrúbal Baptista, quien es, según los principales aduladores de la élite de economistas y especialistas en temas financieros, un “venezolano universal” y quizá el economista vivo más importante de Venezuela con prestigio ganado a lo largo y ancho del mundo por sus trabajos.

Él plantea en el referido capítulo lo que son los “principios de la dinámica del capitalismo rentístico en Venezuela” distinguiendo que en una economía convencional los capitalistas, entiéndase empresarios, dueños de industrias, sector privado, etc., acumulan capital partiendo de una condición indispensable que establece que la productividad debe ser mucho mayor que los salarios reales (lógica capitalista rígida). Es decir, los empresarios en cualquier parte del mundo producen cualquier bien para que al venderlo puedan cubrir los costos de producción entre los que se incluyen el pago de salarios y les quede un excedente como ganancia.

Como en Venezuela no se produce lo que consumimos, con sus contadas excepciones, parte de la renta petrolera debe destinarse a la adquisición de bienes de consumo en el mercado internacional para satisfacer la demanda interna. Según él, esta presencia de bienes de consumo importados trae consigo consecuencias de enorme significación para la práctica económica de la sociedad perceptora de la renta.

La lógica capitalista rígida en la que la productividad debe sobrepasar los salarios reales se desvanece con la aparición y distribución doméstica de una renta internacional. La exigencia que la acumulación capitalista impone sobre el mercado de trabajo, a saber, que la productividad exceda siempre el salario real (eficiencia), se debilita con la presencia de un provento rentístico captado del mercado mundial, miles de millones de dólares baratos, y que circula dentro de la economía interna.

Finalizando el capítulo, Baptista expone que “la renta sustituye, pues, el requerimiento de la generación de excedentes como condición indispensable para la inversión, y en tal sentido toca el núcleo más fundamental de la estructura capitalista de producción”.

En este último enunciado hay un error metodológico, científico y conceptual gravísimo porque el autor le atribuye a la “renta” cualidades biológicas. Según Baptista, los miles de millones de dólares que le entran al país por concepto de la venta del petróleo tienen vida propia.

Este chorro de petrodólares decide por sí mismo lo que quiere hacer como si fuera un ser vivo capaz de tomar decisiones.

Con este enfoque, que distorsiona la percepción real de la situación, se estructura la idea de que el petróleo es el problema de la economía en Venezuela, capacidad de tomar decisiones. La distorsión la generan los capitalistas holgazanes y delincuentes quienes pervierten y contaminan el sistema económico de la nación apropiándose de la renta fraudulentamente sin producir nada a cambio.

CAPITALISMO PARASITARIO

Si no se identifica con claridad el problema y sus causas, jamás lograremos solucionar las consecuencias adversas que experimentamos en el país. La falacia del “capitalismo rentístico” debe ser erradicada y entender que en Venezuela lo que persiste es un capitalismo parasitario. Al hacerlo así, vislumbramos con certeza el origen de nuestros principales padecimientos a nivel económico y financiero.

Según mi punto de vista, el capitalismo parasitario coexiste con el socialismo bolivariano porque los principios que rigen su dinámica aún permanecen en la realidad del país. El capitalismo parasitario parte de las siguientes premisas claramente identificadas:

1) Existencia de una burguesía parasitaria y apátrida que domina un gran sector de la economía y controla una gran porción de las relaciones de poder político;
2) Alta penetración de la burguesía parasitaria en las esferas de la administración pública, principalmente en instancias de toma de decisiones vinculadas al sector financiero y económico;

El citado autor coloca el gráfico “Productividad y salarios reales: Venezuela, 1950-2008” en donde se observan picos muy pronunciados en la categoría “Salario real” coincidentes con los periodos de bonanza petrolera en el país, vale decir, cuando al país le han entrado mayores ingresos por concepto del petróleo los salarios se han disparado a diferencia de la productividad que se mantiene prácticamente inmutable.

Pero resulta que Baptista no coloca, para complementar, la gráfica de la “Fuga de capitales en Venezuela (1950-1999)”, reflejada en un trabajo de Emilio Medina publicado también por el BCV en donde se constata que los mayores robos de divisas a la nación venezolana también se han producido cuando al país le ha entrado mayor ingreso por concepto de la venta del crudo. Se observa un pico espeluznante entre los años de 1975 y 1985 en donde las riquezas de todos los venezolanos fueron expatriadas llenando las cuentas en el exterior de empresarios privados.

En los años recientes, se calcula que la “fuga de divisas” en el periodo 2001-2010 ha totalizado más de 153 millardos de dólares.

Yo no entiendo por qué los economistas llaman “fuga de divisas” a un robo que se le hace a la nación. Las divisas no se meten por sí mismas en una maleta y se van corriendo despavoridas del país. Nuevamente vemos cómo la jerga económica distorsiona la percepción respecto a una realidad. En definitiva, el robo descarado al pueblo de Venezuela continúa.

¿HAY UN “CAPITALISMO RENTÍSTICO” EN VENEZUELA?

Con este rimbombante y eufemístico término se exculpa a quien funge como actor clave en la dinámica económica del país: la burguesía parasitaria. El problema no es que Venezuela tenga una “maldición” por culpa del petróleo que surge “gratis” de nuestro suelo y no “nos cuesta nada” como nos quieren hacer ver los especialistas en el área de la economía.

Los recursos que le entran al país por concepto de renta petrolera no son el problema. El problema tiene su eje fundamental en los actores que dominan la escena de la economía y las relaciones de poder. La renta no es un actor sino un factor. El problema no es el dinero que se obtiene, sino lo que se hace con el dinero que se obtiene. El capitalismo, así como el mal llamado “libre mercado”, no es un ente autónomo que se rige por sí mismo, que tiene vida propia independiente de cualquier interés particular. No hay una “mano invisible que todo lo arregla” como decía nuestro comandante Hugo Chávez, esto es mentira. El capitalismo se mueve porque existen capitalistas que ven en la acumulación de capital su fin último, la supremacía del individualismo, el lucro.

La renta, por su parte, no genera ningún tipo de distorsión por sí misma. La renta no es un organismo vivo que tiene

3) Existencia de centros de pensamiento neoliberales como el IESA que promueven enfoques distorsionados que generan anclajes académicos e ideológicos, imponiendo rémoras cognitivas que nublan el entendimiento certero y real de las relaciones de poder;
4) Élite de asesores y especialistas en el área de la economía con tendencia reformista cuyos análisis son tomados como valederos;
5) Altos niveles de corrupción en el aparato del Estado, propiciada por la burguesía parasitaria;
6) Ausencia de control y revisión del retorno en producción de sectores que reciben financiamiento del Estado;
7) Lenidad ante ilícitos cambiarios, estafas, etc., y,
8) Medios de comunicación en manos de la burguesía parasitaria que imponen representaciones sociales tendentes a considerar que nuestra “maldición” es el petróleo y no quienes se roban y desangran a la Patria.

Cuando estos principios sean atacados en su totalidad y su existencia sea revertida podremos enrumbarnos como país hacia la cristalización de una economía fuerte que sea predominantemente socialista.

@CyberRevol
Caracas
CORREO del ORINOCO
La Artillería del Pensamiento
N° 1487 Jueves 31de octubre de 2013
P. 23 Opinión Libre
Revolucionando ando
El engaño del “capitalismo rentístico”
Por Kenny García Ortega
DOS:
¿PANFLETO POR ENGAÑO?

Quiero comentar un artículo reciente del compañero Kenny García Ortega titulado “El engaño del capitalismo rentístico”, que fuese publicado el pasado jueves 31 en el presente diario.

Las condiciones económicas propiciadas por la guerra de baja intensidad emprendida contra nuestro país han desatado un arduo debate sobre las causas y propuestas en torno a las medidas necesarias para superar dichas condiciones. Entre otros, se ha creado un frente que aboga por el desmontaje del anclaje cambiario (Víctor Álvarez), uno que apuesta por el establecimiento de una central de importaciones (Manuel Sutherland), y otro que toma en cuenta los factores de poder y no solo los modelos económicos (Simón Andrés Zúñiga).

La postura del compañero García intenta posicionarse en este último frente, pero desvirtúa el análisis económico y termina haciendo un mal proselitismo de talante panfletario que en nada ayuda, ni a la comprensión de las causas económicas y políticas de la pugna por la renta petrolera, ni a rebatir las propuestas de alguno de los otros frentes, especialmente el del desmontaje del tipo de cambio al que parecieran dirigirse sus críticas.

Démosle una de cal y una de arena.

Es cierto que en la pugna por el control de la renta petrolera operan factores de poder que no pueden obviarse a la hora de tomar decisiones en materia económica; uno de estos factores es la así bautizada “burguesía parasitaria”.

Pero esta afirmación es huera si a su vez se afirma –como hace García– que la renta no es un problema, lo que es igual a decir que no importa su existencia en el campo económico.

¿Qué parasita la burguesía? La renta petrolera, pero si no hay capitalismo rentístico, tampoco habrá renta que parasitar y, por tanto, tampoco habrá burguesía parasitaria. El argumento de García es contradictorio.

En el artículo comentado se mal interpreta a Asdrúbal Baptista y su Teoría del capitalismo rentístico, que si bien no tiene la última palabra en la discusión, al menos se cuida de ser riguroso con los términos. No se trata de que la renta tenga “cualidades biológicas”, como dice García. Sino que las relaciones sociales de producción que se establecen a partir de una determinada forma de división social del trabajo, desarrollan una dinámica propia con ciertas tendencias y características que pueden ser estudiadas y analizadas.

Y esto es lo que hace Baptista: crea un modelo teórico para analizar el comportamiento de la renta petrolera como factor determinante del modo de producción venezolano.

¿Que se puede estar en desacuerdo con Baptista?, sí. Pero negar la condición rentista de nuestra economía es salirnos del debate y caer en opiniones de cafés y tabernas.

Por demás, decir que la “renta” pueda tener comportamientos que no están en mano de los actores económicos ni al alcance inmediato de su conciencia no es un error “metodológico, científico y conceptual gravísimo”. El mismo Marx ya había desarrollado su teoría del “fetichismo” cuya premisa (sintetizada) es que las cosas se comportan como sujetos y los sujetos como cosas.

Marx muestra cómo en el capitalismo los actores económicos ya no deciden de manera autónoma, sino que es la lógica metabólica del capital la que impone las reglas y determina la conciencia. Recomendamos al amigo García revisar El Capital.

Si la discusión fuera tan sencilla como se plantea, de pensar que la dinámica propia de la renta no importa y lo que importan son los actores, bastaría con planificar la circulación y ¡listo!, problema resuelto, pero no lo es. Así como no hay una “mano invisible” que todo lo arregla, tampoco hay una planificación perfecta que todo lo controla.

Hablemos con una metáfora para ver otro error de García. Yo puedo querer asir un chorro de agua con la mano; pero si no conozco las características del agua, el estado material en el que se encuentra, el origen del chorro o cuál es su curso, puedo intentar mil veces y nunca lograré asirla, ¡ni con las dos manos!

Análogamente, yo puedo querer utilizar la renta petrolera –para un proyecto socialista como es el caso de la Revolución Bolivariana– pero si no comprendo dónde se origina la renta, cómo está determinada su circulación, qué relación tiene con los otros factores de producción: capital y trabajo, etc., nunca podremos evaluar con un mínimo de certeza empírica qué mecanismo son más o menos efectivos para su redistribución e inversión de acuerdo con el proyecto nacional de inclusión social. Mucho menos sabremos cómo impedir que la burguesía continúe parasitando la renta o, algo mucho más complejo, cómo superar la condición rentista de nuestra economía.

No se trata de “engañar” al pueblo y hacerle creer que “el problema es el petróleo”. Se trata de analizar en su justa medida las características de la economía venezolana y su actual modo de producción; y en esta discusión, la cuestión de la renta ocupa un lugar igual de fundamental como los factores de poder que luchan por obtenerla.

“No nos llamemos a engaño –dice nuestro comandante Hugo Chávez en el plan de la patria– la formación socioeconómica que aún pervive en Venezuela es de carácter capitalista y rentista”.

Tengamos cuidado, porque igual daño hacen, tanto el engaño de modelos económicos vacíos de contenido, como los panfletos vacíos de fundamentación.

Caracas
Correo del Orinoco
La Artillería del Pensamiento
N°1489 2 de noviembre de 2013
P. 16 Opinión Libre
¿Panfleto por engaño?
Roger Landa
Caracas
-.o0o.-
            Nota.-
            En sus históricos y ahora más actuales que antes 7 Ensayos de Interpretación de la realidad Peruana, JCM señaló que “El capitalista, o mejor el propietario criollo, tiene el concepto de la renta antes que el de la producción”, que “El hacendado no se preocupa de la productividad de la tierra. Sólo se preocupa de su rentabilidad”, que -reiterando- “este latifundista no se preocupa de la productividad sino de la rentabilidad de la tierra” (COC. T. 2, págs. 34, 94, 103, 7 de octubre 1928)
            En su Programa Patria, ahora más actual que antes, Hugo Chávez Frías, como candidato presidencial señaló que “No nos llamemos a engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Éste es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado hacia una radical supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el ritmo de avance hacia el socialismo. (Presentación, 11 de junio 2012)
            Ocho décadas median entre afirmación y afirmación. Y el problema del capitalismo parasitario y rentista, de hecho recién se está enfocando de manera central.
            Aparte del capitalismo transnacional de los países dominantes está el capitalismo marginal de los países políticamente independientes pero económicamente coloniales. (Independencia-emancipación por un lado, semifeudal-semicolonial por otro lado)
Por supuesto, hay también dos burguesías en el Poder, la burguesía transnacional y la burguesía marginal. Esta burguesía marginal es la burguesía que analizó JCM desde sus orígenes. Burguesía parasitaria, burguesía rentista.
En nuestro país no se volvió a debatir al respecto, no se volvió a centrar el debate en este concepto fundamental. Pero ahora en Venezuela se debate acerca de esta realidad de lucha entre capitalismo y socialismo. Y cuál es la economía actual del país.
Debemos seguir con atención este debate, del cual podemos extraer más de una enseñanza. Si centramos el debate en nuestro país, acerca del capitalismo marginal parasitario y rentista, acerca de la economía colonial, haremos la distinción tajante entre izquierda democrática y nacionalismo étnico por un lado, y Socialismo Peruano por otro lado. Así daremos al traste con el engaño del “crecimiento superior a China”, simple actualización del “¡Vale un Perú!” que sólo nos dejaron, nos dejan y dejarán miseria y atraso. Cuán vigente está Economía Colonial, sustento de 7 Ensayos
Y si el capitalismo transnacional está en crisis terminal, ¿no está también en crisis terminal el capitalismo marginal parasitario y rentista de nuestro país?
                                                             Ragarro
                                                                       19.11.13

jueves, 26 de noviembre de 2015

"MARIÁTEGUI ES EL CREADOR DE ALGO NUEVO: EL MARXISMO DE NUESTRA AMÉRICA"




Entrevista con el historiador Miguel Mazzeo, mención de honor del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2014

Humanidad en red
26-11-2015

Primera Parte: La actualidad del pensamiento de José Carlos Mariátegui 

Roger Landa y Félix Caballero: Queremos comenzar con una pregunta general, para ponernos en perspectiva: ¿Por qué Mariátegui? ¿Qué encontró en él que le llevó a redactar su libro: José Carlos Mariátegui y el socialismo de Nuestra América?
 
Miguel Mazzeo: Mi interés por la figura de José Carlos Mariátegui surgió a mediados de la década del 80, en plena crisis de los paradigmas emancipatorios más característicos del siglo XX. Me refiero específicamente a la crisis de los significados del socialismo que fueron hegemónicos desde la Revolución Rusa, pienso también en la crisis del nacionalismo revolucionario, en el reflujo del cristianismo de liberación, etc. Poco después se producía de caída del Muro de Berlín, se disolvía la Unión Soviética y se iniciaba el tiempo del neoliberalismo en su versión periférica, cruda y dura. 

Yo era un joven estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y un poco intuitivamente sospechaba que Mariátegui podía suministrarme algunas claves teóricas y políticas para repensar el proyecto emancipador en Nuestra América. Además, el Amauta poseía el irresistible atractivo de no figurar en los programas de estudio. 

En ese contexto histórico tan poco alentador veía que la propuesta de Mariátegui, de alguna manera, salía indemne de la crisis de los denominados socialismos reales y del agotamiento de las matrices más clásicas de la izquierda –del “marxismo-leninismo” en todos sus formatos–, matrices que buscaron reducir toda la vida a un ordenamiento sistemático. Más allá de que muchos y muchas consideraron que esa crisis arrasaba con toda idea de cambio radical, percibía que la misma no podía afectar los aspectos medulares de una obra y un pensamiento como los de Mariátegui. 

Ese fue el contexto que me permitió descubrir en Mariátegui las posibilidades de un socialismo sin fórmulas envenenadas, de un marxismo operativo y con arraigo, un pensamiento genuino, de una enorme sensibilidad y para nada mimético, de una fuerza expresiva formidable. Un pensamiento que suministraba claves para la vida práctica, para recomponer la confianza en el proyecto emancipador y para intentar desarrollar, desde esta parte del mundo, una universalidad original. 

Luego, mi militancia vinculada a organizaciones populares autónomas y a los movimientos sociales de Argentina, junto al impacto de los procesos y experiencias más recientes en Nuestra América, como por ejemplo los protagonizados por el neozapatismo en México, el Movimiento Sin Tierra en Brasil, los movimientos sociales en Bolivia y la Revolución Bolivariana de Venezuela, etc., me fueron imponiendo un lugar hermenéutico (y un recorte y una decodificación de la figura de Mariátegui) diferente del que pueden suministrar la academia con sus formalismos, métodos y rituales u otros ámbitos autorreferenciales o signados por el dogmatismo. 

Considero que ese lugar hermenéutico ha sido determinante para mí. Ese lugar condicionó mi opción por determinadas categorías y el rechazo de otras; condicionó mi trabajo de exégesis, mis jerarquizaciones y me ayudó a definir algunas constantes axiomáticas. En concreto; aprendí mucho de mis compañeros y mis compañeras.

Finalmente, debo decir que siempre me fascinó la operación que Mariátegui realiza respecto del marxismo. Una operación filosófica y política basada en la búsqueda y la asignación de equivalentes semánticos. Del mismo modo que me fascina la operación que Simón Rodríguez realiza respecto de Juan-Jacobo Rousseau, y otras del mismo tenor significativo. Quiero destacar la figura del traductor y la traducción ¿Qué hace Mariátegui con el marxismo? Yo le buscaba el nombre a esa operación, a ese tratamiento. ¿Mariátegui aplica, traslada el marxismo a América Latina? Nada de eso me convencía, aún considerando la posibilidad de aplicaciones o traslaciones verdaderamente críticas. La figura que me conformó fue la del traductor. Mariátegui traduce el marxismo. Cuando uno se pone a ver qué posibilidades tiene un traductor frente a la obra que va a traducir, por lo general, aparecen tres alternativas. Primero, la traducción literal. En América Latina hubo varios traductores literales del marxismo. Demasiados, tal vez. El resultado no fue de lo mejor. Una negación de la propia realidad (y del propio sujeto y sus aptitudes emancipatorias) por todo lo que ella no era y no podía llegar a ser, una incapacidad de dar cuenta de su carácter desigual y combinado, de reconocerla en su condición de palimpsesto. Invocando el universo de referencias marxistas se produjeron textos justificadores del colonialismo, narrativas elitistas y pigmentocráticas. Otra alternativa consiste en intentar captar una supuesta esencia, y traducir tratando de ser fiel a la misma. Eso dio pie a una variedad de dogmatismos. Y la tercera alternativa, que es la que a mí me parece que Mariátegui propone, consiste en pensar y encarar la traducción como una recreación, como una reescritura. Se dice que un buen traductor, en realidad, recrea la obra que traduce. Eso es lo que hace Mariátegui precisamente. Al traducir el marxismo a la realidad latinoamericana lo recrea. En última instancia lo que hizo es crear algo nuevo: el marxismo de Nuestra América. Un marxismo enraizado en nuestra historicidad y en nuestra eticidad.
 
RLyFC: ¿Desde dónde debemos leer a Mariátegui en la actualidad? ¿Cómo abordar la profundidad de su pensamiento y su actualidad práctica desde las nuevas condiciones históricas en las que nos encontramos?
 
MM: Es una tarea execrable la del orientador de lecturas. No la recomiendo. Que cada uno y cada una lea a Mariátegui desde donde quiera o pueda. Pero que lo lea. Sólo puedo hacer el intento de explicitar mi lectura, con mucha humildad, sin pretensiones de establecer un camino exegético. 

Creo que Mariátegui resulta indispensable como punto de partida en la tarea de resignificar el socialismo y para desarrollar el marxismo como crítica científico-ética del capitalismo, como programa práctico de acción anticapitalista y proyecto de sistema económico, social y político alternativo, es decir, otro proyecto civilizatorio. 

Considero que la clave de lectura y apropiación viene impuesta por un conjunto de necesidades relacionadas con el poder popular y los modos de construirlo, consolidarlo y extenderlo, necesidades que a su vez se conectan con la autonomía ideológica y política de las clases subalternas y oprimidas, con la democracia, la acción directa, y con los vínculos entre la revolución y la cotidianidad. 

En general, el punto de vista que adoptamos a la hora de estudiar a Mariátegui, remite a todo aquello que –creemos– hace a la reformulación de un proyecto socialista para Nuestra América. El eje comunal del socialismo es un aspecto clave. Otro aspecto igual de relevante es la democracia revolucionaria. 

En este sentido considero que es sumamente enriquecedor releer a Mariátegui en clave chavista y abordar el chavismo en clave mariateguiana. Mariátegui aporta a la idea del socialismo comunal y la democracia revolucionaria. 

Para el chavismo las comunas socialistas constituyen espacios sociales y territorios prefigurativos donde se ejerce el poder popular y donde el socialismo se torna concreto, son la plataforma más adecuada para la proyección de este poder hacia el conjunto de la sociedad civil popular, para la conformación de una densa trama que cubra cada rincón de la nación, de Nuestra América y del mundo. Asimismo componen el locus privilegiado de la transición al socialismo. 

La comuna constituye un espacio de auto-liberación económica y política de los productores y las productoras. Es un espacio de auto-conducción de masas que transforma las subjetividades, elimina la competencia, desarticula a la burocracia, favorece la solidaridad, orienta la espontaneidad, materializa el futuro promoviendo la superación de la división del trabajo capitalista. Entonces, la comuna está en el núcleo mismo de las estrategias que apuestan al desarrollo de un proceso popular constituyente ininterrumpido. 

La comuna es el ámbito que auspicia los eslabonamientos entre los fines próximos y los fines últimos. Es fuerza socializadora y espacio de autogobierno, democracia de base, acción directa y autogestión. Es el ejercicio colectivo y plebeyo de las funciones ejecutivas, legislativas y productivas convergentes. Es el conjunto de praxis orientadas a la construcción de una institucionalidad de clase propia de los trabajadores y las trabajadoras. 

La comuna es el emplazamiento más sólido para el desarrollo del poder popular, es la articulación de las relaciones sociales que constituyen la base de apoyo del proceso revolucionario bolivariano y el principal motor de su extensión y profundización. También es una respuesta de clase en un contexto transicional signado por la confrontación social. 

Por su parte, la democracia revolucionaria aparece como uno de los elementos más disruptivos del chavismo. Cabe señalar que la misma abreva de fuentes no liberales. Asimismo constituye una denuncia a la falta de afinidades entre democracia y liberalismo. De ahí la importancia de las comunas de cara a una democracia sustantiva y radical. Recurriendo a categorías gramscianas, podemos identificar en las Comunas a las instituciones “características de la vida social” de las clases populares en donde existe potencialmente el Estado socialista. 

Creo que el aporte de Mariátegui resulta muy valioso a la hora pensar la comuna y la democracia revolucionaria como pilares del socialismo del siglo XXI. 

RLyFC: La noción del socialismo práctico de Mariátegui nos da herramientas para argumentar que las sociedades originarias en el territorio latinoamericano tenían una tendencia a la organización comunal (Ayllu) y por lo tanto el rescate de esas formas de organización podrían sumarse al proceso de construcción de un sistema económico y político distinto al capitalismo y la democracia liberal. ¿Cómo sería, según su estudio, la estructuración de estos Ayllu en la actualidad y en perspectiva histórica de transformación? Además de los Ayllu ¿qué otros espacios orgánicos podríamos resaltar que sean originarios de Nuestra América y cuya influencia pueda servir al proceso de construcción del socialismo?
 
MM: En mi libro propongo la centralidad de la noción de elementos de socialismo práctico en la obra y el pensamiento de Mariátegui. Planteo que no se trata de una idea marginal en su obra, aunque durante mucho tiempo pasó desapercibida, o fue colocada en un discreto segundo plano. El mismo “descuido” se puso en práctica con Carlos Marx, y allí están la carta a Vera Zasulich, el Cuaderno Kovalevsky , algunos pasajes de los Grundrisse , etc; con Rosa Luxemburgo, y allí está su Introducción a la economía política

El concepto del socialismo práctico aparece claramente en los Siete ensayos y en otros textos de Mariátegui, pero además sobrevuela en toda su obra. Hay una operación intelectual que es muy característica de Mariátegui y que remite a una inversión trascendental, de enorme significación para el pensamiento emancipador de Nuestra América. El Amauta plantea que aquello que el pensamiento liberal clásico veía como una rémora, como un rasgo del atraso, la barbarie y la índole enfermiza y retardataria de nuestros pueblos, no solamente no era nada de eso, sino que era algo plenamente funcional a un proyecto socialista. Es decir, en lo que usualmente se consideraba un límite, una tara, fundamentalmente en relación a un proyecto socialista, Mariátegui ve justamente todo lo contrario, ve un aspecto que habilita a pensar en las posibilidades concretas del socialismo en el continente, pensar en una transición peculiar al socialismo, propia, original y enraizada. Los elementos de socialismo práctico remiten a vínculos sociales, comunitarios, a relaciones interhumanas objetivamente alternativas a las del capital. Vínculos y relaciones que, en muchos casos, no están mediados por una conciencia socialista, pero que, como variable empírica, poseen una gran potencialidad de cara a la invención de sociedades alternativas y una gran capacidad de proyección socialista. Mariátegui pateó el tablero y dijo que Nuestra América no estaba en el tercer día de la creación, según la expresión de Hermann Keyserling. 

Para Mariátegui, lo que ocurría en algunas comunidades concretas podía articularse con la idea universal del socialismo. Él detecta elementos de socialismo práctico, básicamente en las comunidades indígenas, en sus instituciones tradicionales, en los ayllus de los campesinos indígenas. Que, vale decir, son preincaicos, pero obviamente atraviesan el periodo incaico, sobreviven a la colonia, sobreviven al periodo republicano y llegan a la época de Mariátegui, a la década del 20. Y siguen hasta nuestros días. El ayllu es un sistema de organización social comunitaria, típico de los pueblos aymara y quechua. Aunque con los años los ayllus fueron modificando algunos de sus aspectos, conservaron muchos de sus rasgos característicos, las formas colectivas de propiedad de la tierra, las formas colectivas de trabajo, las formas de reciprocidad, etc. 

En eso que los intelectuales pasaron por alto, en eso mismo que la izquierda euro-céntrica y colonizada negó como realidad que podía ser funcional a un proyecto socialista; es decir, en el régimen comunal, Mariátegui ve un punto de partida de inestimable valor, una enorme ventaja. De hecho Mariátegui cuando habla de elementos de socialismo práctico, habla de elementos actuantes que sobreviven en las comunidades campesinas indígenas. Los elementos de socialismo práctico tienen que ver con aspectos materiales pero sobre todo tienen que ver con lo “relacional”. Remiten a vínculos sociales, instituciones sociales y comunitarias. A partir de allí uno puede pensar, y hacer el ejercicio de identificar, en cualquier comunidad, en cualquier colectivo humano, elementos de socialismo práctico. Los hubo y los hay en las zonas urbanas también. Obviamente las culturas campesinas e indígenas tienen otras posibilidades a la hora de preservarlos, por cierto aislamiento que las caracteriza, porque están menos expuestas a las lógicas disociadoras del capitalismo. Pero también, para desgracia de Mario Vargas Llosa, uno puede encontrar esos elementos de socialismo práctico en otros espacios. 

Mucho tiempo después de la muerte de Mariátegui, hasta el mismísimo Louis Althusser, planteó la importancia de los “islotes de comunismo”. Cuando hablaba de estos islotes de comunismo estaba pensando en vínculos humanos alternativos a los que impone el capitalismo, en un tipo de vínculo social en los que el proyecto socialista podía hacer pie para proyectarse. En la tradición indígena, plebeya y popular de Nuestra América eso estuvo y está presente. Claro, cuando Althusser hablaba de islotes de comunismo no pensaba en pueblos campesino-indígenas, se refería a un tipo de sociabilidad obrera que uno puede asociar a la Argentina de los 60 y de los 70, o las periferias urbanas de cualquier ciudad populosa de Nuestra América en la actualidad, por ejemplo. En fin, un tipo de sociabilidad que puede verse en cualquier ámbito en el cual se conserve o se geste un vínculo humano cualitativamente superior al que impone el capital, en esos espacios que se desarrollan al margen del capital, por fuera del capital, con una lógica distinta a la del capital: ahí hay elementos de socialismo práctico. Como decía, pueden estar mediados o no por una conciencia socialista, eso es otro asunto. Sin dudas una conciencia socialista puede potenciarlos y proyectarlos. El concepto de elementos de socialismo práctico, propone la articulación de lo particular con lo universal. La articulación de las praxis y las construcciones contra-hegemónicas de nuestros pueblos con el ideal y el proyecto universal del socialismo. También nos sirve para pensar que no necesariamente tiene que haber un modelo universal para una revolución, sino más bien todo lo contrario: cada revolución tiene que gestar su propio modelo. Me parece que eso tiene una vigencia enorme.

Considero que existe una relación directa entre el concepto de elementos de socialismo práctico y el planteo del tupakatarismo favorable a un socialismo “basado en el aylllu”, o en el planteo chavista del socialismo comunal. 

Por cierto, creo que el chavismo ha sido y es prolífico a la hora de reconocer las diversas experiencias históricas de autorregulación de la convivencia humana desarrolladas de modo más o menos “espontáneo” por las clases subalternas y oprimidas, experiencias de resistencia a la civilización industrial, a la modernidad occidental dependiente y, va de suyo, a las visiones cartesianas del mundo. Al tiempo que celebra y promueve las experiencias actuales que marchan en sentidos similares: en el campo o en la ciudad, con protagonistas que van desde los pueblos originarios a los pobladores de los barrios.

RLyFC: Sobre una vieja disputa: alianza obrero-campesino ¿Qué lectura hace Mariátegui sobre esta cuestión? ¿Cómo evalúa ud. a partir del marxismo de Mariátegui, la situación campesina y de la clase obrera en nuestra actualidad latinoamericana y caribeña?
 
MM: Yo sostengo que Mariátegui reformula la clásica alianza obrero-campesina (algo similar se puede decir del denominado pensamiento ejidal y en agrarismo radical, en el tiempo de la Revolución Mexicana). No repite como loro la fórmula de la hegemonía del proletariado. Tampoco la fórmula de la “dictadura del proletariado”. No se centra en el papel de la alianza obrero-campesina en la revolución democrático-burguesa. De hecho, no piensa en términos de “alianza” social o política. La denominada alianza obrero-campesina sería para Mariátegui algo así como la materia misma de un bloque histórico (un concepto gramsciano que Mariátegui, por supuesto, desconocía). Mariátegui le reconoce al campesinado capacidad estratégica. Reconocimiento puede hacerse extensivo a otros sujetos plebeyos. Creo que esa línea de reflexión puede ser muy productiva a la hora de analizar/transformar radicalmente la situación de las clases populares en el contexto de Latinoamérica y el Caribe.

RLyFC: A partir de su lectura de Mariátegui, ¿Cómo localiza ud. el sujeto revolucionario en las actuales luchas de Nuestra América? 

MM: Mariátegui nos convoca a pensar en un sujeto emancipatorio plural, diverso. Una noción de sujeto que articula componentes clasistas e identitarios. O sea: clase y diferencia. Recordemos que el indigenismo de la década del 20, en general, no era proclive a subsumir a los pueblos originarios, al “indígena”, bajo la categoría de campesino. Nótese la diferencia con la izquierda de los 60 y los 70, incluyendo a la nueva izquierda, al guevarismo, que nunca vio “indios” sino “campesinos”. Mariátegui reconoció la capacidad emancipatoria de los sujetos subalternos y oprimidos que no formaban parte de la clase obrera tradicional. Reconoció en las clases subalternas no proletarias capacidad de acumulación de clase, capacidad de devenir masa hegemónica.
Y si bien Mariátegui no ahondó en la cosmovisión y el pensamiento indígena, abrió las puertas al reconocimiento de su dignidad epistemológica, cognoscitiva y ética. Hoy se lo reconoce como precursor de los movimientos de autoafirmación comunitaria, del pensamiento descolonizador, de la filosofía de la liberación, etc. 

De este modo, Mariátegui nos convoca a pensar en términos de clase pero abandonando las tradicionales rigideces economicistas, dogmáticas y eurocéntricas. 

Nosotros debemos aprender a no subalternizar políticamente a ninguna fracción del sujeto popular, mucho menos invocando determinismos “objetivos” o “estructurales”. Debemos revalorizar el territorio, las comunas, las experiencias de organización y de lucha, la cultura, “lo plebeyo”, como ejes articuladores de los sujetos plebeyos-populares. Creo que esto también responde, en parte, a la pregunta anterior.

RLyFC: Junto con Mariátegui, ¿De qué socialismo podemos hablar y cuál socialismo podríamos construir?

MM: Mariátegui decía “no se transforma artificialmente una sociedad”. Se trata de pensar la revolución desde dentro de esa sociedad que se pretende transformar y no desde un lugar externo e ideal. Se trata de construir un socialismo que articule lo universal y lo particular. Un socialismo “endógeno” y “enraizado” que desarrolle, amplíe y sistematice elementos que ya se encuentran en la sociedad civil popular y que son parte de su identidad, sus prácticas, sus tradiciones y su cultura. Un socialismo que sea algo distinto a una versión del proyecto modernizador de Occidente, sin negar los contenidos positivos y los valores humanistas de la modernidad. Un socialismo que promueva una nacionalización basada en las clases subalternas y oprimidas, que haga posible una dialéctica entre las políticas de soberanía nacional y de autonomía y autogobierno popular. 

Un socialismo que no coloque al Estado en el horizonte del pensar-hacer la política, sino a las instancias comunitarias, societarias; que haga compatible al Estado con la democratización social y que, como situación transicional, construya un Estado con determinaciones sociales fuertes, lo más inmune posible a las determinaciones burocráticas. Un socialismo que asuma una dimensión societaria y civilizatoria. Creemos que esa dimensión resulta insoslayable en la actualidad. Un socialismo basado en un ethos que modifique las actitudes frente a la naturaleza que no coloque el énfasis en el desarrollo de las fuerzas productivas.

Segunda parte: Balance actual de Nuestra América 

RLyFC: Este mes de noviembre se cumplen 10 años del NO al ALCA. Paralelamente, se impulsan tres grandes TLC asechan el mundo entero el Tratado Transpacífico (TPP), Tratado de Inversión en Servicio (TISA) y la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión, cuya promoción significa que el neoliberalismo se ha adaptado a las nuevas condiciones y tiene beligerancia global. ¿Cómo interpreta ud. estos movimientos del neoliberalismo a nivel global? ¿En qué situación se encuentra nuestra región y las luchas populares anti-neoliberales frente a estos proyectos? 

MM: En un aspecto general estos tratados poseen los rasgos característicos de los tratados inspirados en las lógicas imperialistas: promueven una profundización de las asimetrías y se desentienden de las estrategias de cooperación. No tengo dudas de que estos tratados expresan una ofensiva neoliberal en toda la línea y sin máscaras, una ofensiva alentada principalmente por EE.UU y algunos de sus socios principales, ante la creciente influencia económica y política de China. A través de los mismos las multinacionales buscan disciplinar a los Estados que pretenden preservar su soberanía. EE.UU juega un papel clave como generador de los contextos más adecuados y todo indica que no desechará ningún método. Hace cien años, Arturo Capdevilla, un escritor argentino, cordobés para más datos, decía que “la absorción económica y la dominación política son dos cosas idénticas para los reyes del dólar”. Hace unos días un artículo de la Misión Verdad , con mucha lucidez, hablaba de “otanización” del comercio mundial y de “totalitarismo económico supranacional”. 

Elaborados y negociados en secreto, a espaldas de las comunidades y de los Estados más débiles, estos tratados se contradicen con los legítimos deseos de desarrollo independiente y endógeno (y en armonía con la naturaleza) de los pueblos. Una élite corporativa, irresponsable y despiadada, pretende decidir sobre la vida de millones de seres humanos. 

Ya conocemos de sobra el significado de las fórmulas que proponen eliminar las barreras comerciales, las tarifas, que promueven la desregulación de la economía, etc. A través de un mega-acuerdo comercial, las grandes corporaciones buscan profundizar el proceso de acumulación por desposesión que hace tiempo han lanzado. 

La escasa información de la que disponemos nos plantea que existen algunas cláusulas que impulsan la privatización de los servicios públicos; otras que, invocando los derechos de autor y de propiedad intelectual, pretenden regular internet o limitar el acceso de medicamentos genéricos; en fin, un avance cuantitativo y cualitativo del proceso de mercantilización, la sanción de nuevas formas de expropiación. 

Frente a esta situación se torna necesario fortalecer espacios como el ALBA, la UNASUR, la CELAC, etc. y también de reformular espacios como Mercosur, en el sentido de disminuirle sus lógicas empresariales. 

Considero que, en Nuestra América, existen condiciones para resistir la entrega de nuestras riquezas a los monopolios, principalmente en los movimientos sociales y en las organizaciones populares, en las bases, que son más fuertes cuando son autónomas, autogobernadas y conscientes. Seguramente los gobiernos de derecha avanzarán en la línea propuesta por estos Tratados. Habrá que ver que ocurre con los gobiernos denominados progresistas y sus mutaciones. Un riesgo es que tomen distancia de las iniciativas antiimperialistas, a diferencia de lo que ocurrió hace diez años cuando se comprometieron en un rotundo No al ALCA. 

Sin dudas las naciones y los movimientos sociales del ALBA, Venezuela, Cuba, Bolivia, estarán en la primera trinchera. 

RLyFC: Procesos como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador, han venido impulsado, con esquemas diversos y perspectivas diferentes, la participación de las bases sociales en los procesos de transformación llamados “pos t neoliberales”. ¿Qué evaluación hace ud. de estos procesos en la actualidad respecto a la participación popular que han buscado impulsar?
 
MM: En líneas generales los regímenes “post neoliberales” nos presentan a fuerzas políticas que, con mayor o menor intensidad, se han propuesto intermediar entre el orden interno y el orden mundial, entre las clases dominantes y las clases subalternas a partir de un rol activo en la gestión del capitalismo periférico y a partir de una presencia estatal importante. Sin dudas esto generó un escenario regional más favorable, permitió avances importantes en la integración, hizo posible la imposición de algunas regulaciones a las ansias depredadoras del capital transnacional y estableció un límite al avance de la derecha y la reacción. En algunos casos (Argentina, Brasil, Uruguay) esas fuerzas políticas bloquearon, en mayor o menor medida, la confrontación abierta con los grupos monopólicos (locales y transnacionales) y toda tendencia a la democratización real del poder. Fracciones importantes de las clases dominantes fueron y son los pilares de estos procesos; esto es, ni la burguesía ni cierta derecha “desarrollista” resultaron y resultan ajenas a estos procesos. Fueron y son parte de los mismos. 

Ya conocemos de sobra de sus limitaciones históricas y sería bueno precaverse de toda ilusión en torno a sus posibles roles “progresistas” y constructores de soberanía nacional. Yo creo que Venezuela, Bolivia y Ecuador (junto con Cuba, por supuesto) se diferencian de los casos mencionados es este aspecto medulares. Sobre todo Venezuela y Bolivia. Ahí sí la burguesía (más allá del poder que conserva) y la derecha son exógenas respecto de los gobiernos. 

RLyFC: Actualmente existe un debate sobre el llamado “ciclo progresista”. Algunos autores dicen que los gobiernos progresistas entraron en un reflujo de las fuerzas revolucionarias, pero no significa una regresión o el término de la etapa de cambios sociales en Latinoamérica; otros hablan del “fin de ciclo” y la apertura de una nueva etapa; y otros observan un proceso de reconfiguración de l a derecha continental y un nuevo ataque de esta ¿Cual sería su postura en este debate? ¿Podría darnos un análisis concreto de la situación actual?  

MM: En algunos casos podría hablarse de fin de ciclo en el sentido de que las experiencias progresistas, después de un período de auge, después de alcanzar la cima de sus realizaciones, se han topado con sus propias limitaciones a la hora de asumir las nuevas necesidades de acumulación del capital transnacional pero tratando de conservar cuotas de consenso social . También se puede ver el agotamiento del ciclo progresista como un efecto de la despolitización (o la politización controlada y dirigida) promovida por diferentes gobiernos, que nada hicieron para “empoderar” al pueblo, e incluso alentaron procesos materiales, sociales, políticos y culturales que generaron un vaciamiento de la conciencia popular. No estoy tan seguro de que el eventual retorno de la derecha signifique, en todos los casos, un retorno al neoliberalismo en su versión clásica, la del Consenso de Washington. No me parece descabellado pensar una continuidad del neo-desarrollismo, pero en una versión más liberal-conservadora, con una segura profundización del modelo extractisvista y con más represión. Puede que los mismos gobiernos progresistas, muten gradualmente e impulsen gradualmente esas políticas o que la derecha se haga cargo directamente. Por eso el fin de ciclo también se expresa en la imposibilidad de diferenciar el fondo del “progresismo” y la “derecha”. El fin de ciclo pone en evidencia cierta condición inauténtica del denominado progresismo (por lo menos de sus expresiones más moderadas), lo endeble de sus mistificaciones que no otorgan unidad y poder al pueblo. Más bien todo lo contrario: auspician la inmadurez política, la indiferencia y la superficialidad, que, como suele ocurrir, termina capitalizando la derecha. 

Sin dudas existen diferencias entre una y otra salida, sobre todo a nivel del impacto geopolítico y de los escenarios en los que se desenvolverán las luchas futuras sociales. Pero no hay que soslayar algunas similitudes y sus efectos políticos. 

Muy diferente puede ser la situación en los procesos que asumieron horizontes más radicales, abiertamente anticapitalistas, y que impulsaron el desarrollo de procesos de democratización desde las bases, con eje en el autogobierno y la autodeterminación popular, junto al desarrollo de una institucionalidad alternativa. La realidad nos muestra que los procesos populares más sólidos (aún con sus grandes inconvenientes) son los procesos más ambiciosos, en donde el quiebre social y cultural es más evidente, en donde más avanzó la polarización social, política, cultural. Vale acotar que dicha polarización solamente puede ser considerada como un grave problema si se priorizan esquemas de compromiso y gobernabilidad burguesa. 

Sin dudas, estos procesos no están exentos de los riesgos de una derechización endógena, más aún un contexto regional y mundial adverso. Y también siguen expuestos a las agresiones directas e indirectas del imperialismo. Pero allí el pueblo ha desarrollado trincheras más sólidas. 

RLyFC: Para finalizar. En su condición de investigador y militante, ¿Cuál considera que es la importancia del pensamiento crítico para la Revolución Bolivariana y Nuestroamericana? ¿Cuál es su papel actual? 

MM: El pensamiento crítico es indispensable para la Revolución Bolivariana y para cualquier proceso que asuma un horizonte de transformaciones radicales, un cambio sustancial en la correlación de fuerzas a favor del pueblo trabajador. Entre otras cosas porque se trata de un pensamiento que, fiel a Marx, asume que el problema de la verdad de todo pensamiento no es un problema teórico sino práctico. O sea: su verdad sólo puede ponerse de manifiesto (y comprobarse) en y por la práctica. Entonces, el pensamiento crítico rechaza la autor r eferencialidad, no comulga con aquello que se preocupa solamente de su arquitectura sin dar cuenta de lo anómalo, asimismo se opone a la condición neutral, a las visiones consensualistas, al distanciamiento, al apoliticismo, al espectáculo, a las verbalidades huecas, a la escisión entre teoría y práctica. 

Sólo el pensamiento crítico puede actualizar y resignificar el pensamiento nacional-popular. Considero que no puede haber pensamiento nacional-popular sin pensamiento crítico. El pensamiento nacional-popular sin la demanda de una subjetividad revolucionaria puede terminar siendo afín al poder, plagado de ambigüedades políticas y simbólicas, negador de contradicciones sustanciales, legitimador del poder de las clases dominantes, conformista. 

Pensar la emancipación nacional en términos que excedan el populismo, en términos que no sean condescendientes con el capitalismo, exige un cuestionamiento a fondo de las estructuras neo-coloniales y la erradicación de sus mecanismos de transferencia de plusvalor. Exige pensar la emancipación del pueblo oprimido “en la nación”. 

El pensamiento crítico no concibe a la política como mero efecto de un momento simbólico-subjetivo (construido verticalmente y como mera repetición) ocluyendo la dimensión material-social y la dimensión del poder. No negamos las discontinuidades entre esas dos dimensiones, sabemos que nunca son lineales. 

El pensamiento crítico no se repite dos veces de la misma manera. No tiene alternativa: o es pensamiento viviente o es signo muerto. Creo que todavía pesan las coagulaciones del pensamiento crítico de hace 40 o 50 años. Evidentemente la extrapolación hace que ya no tenga nada de “pensamiento” y muchos menos de “crítico”. 

El pensamiento crítico es una revelación iluminadora que sabe conmover permanentemente nuestros pensamientos previos. Es un pensamiento que sabe quebrar el logos vigente. Es una conciencia superadora de sus propios condicionamientos. 

El pensamiento crítico nunca es un instrumento de conciliación con la realidad. Es otredad, no tautología y es siempre auto-crítico. 

El pensamiento crítico, cuando es genuino, es un pensamiento emancipador y siempre aspira a cobrarse todas las promesas del concepto.

* Miguel Mazzeo: historiador, investigador y docente argentino, miembro del Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la UBA, profesor de la UNLa, docente en distintos espacios de formación popular de Nuestra América, como la Escuela Nacional Florestán Fernández del MST-Brasil, en la Escuela de Formación Política José Carlos Mariátegui de Argentina, y en al Escuela Hugo Chávez del capítulo Concepción, Chile, del ALBA. Entre sus publicaciones se encuentran: El sueño de una cosa: introducción al poder popular (20 07); Poder popular y nación. Notas sobre el Bicentenario de la Revolución de Mayo (2011); Piqueter@s: breve historia de un movimiento popular argentino (2014); Entre la reinvención de la política y el fetichismo del poder (2014). Su libro José Carlos Mariátegui y el socialismo de Nuestra América, obtuvo mención de honor en el Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2014.
* Roger Landa: Lic. en Filosofía, miembro de la Secretaría Operativa de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad.
* Félix Caballero: Lic. en Estudios Internacionales, militante del Frente Cultural de Izquierda. Maestrante en Procesos Sociopolíticos y de Integración en América Latina y el Caribe (IDEA).