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domingo, 26 de diciembre de 2021

14 ERRORES DE PUBLICIDAD ELECTORAL QUE PUEDES EVITAR

 


Daniel Eskibel 

 

Ni siquiera la más brillante publicidad electoral asegura tu triunfo. Pero los errores de publicidad electoral sí que pueden llevarte a la derrota.

La campaña política permanente es el tiempo de la siembra. La campaña electoral, en cambio, es el tiempo de la cosecha. Es el momento en el cual sintetizas en votos todo lo realizado en los años anteriores. Votos. Ese es el gran indicador que mide tu avance o tu retroceso. Votos.

La publicidad electoral es uno de los factores que te ayuda a transformar en votos tus ideas. Por sí sola no asegura ningún triunfo. Pero los errores de publicidad electoral suelen pagarse caros. Por eso es importante que conozcas cuales son esos errores y que intentes evitarlos.

14 errores publicitarios que debes evitar en tu campaña electoral

No son todos los errores que se cometen, claro está. Pero son una selección lo suficientemente abarcativa y precisa como para que tomes las decisiones correspondientes. Cuando llegue tu próxima campaña electoral, evita por favor los siguientes 14 errores publicitarios:

1.      Falta de profesionalismo: políticos operando como creativos publicitarios. Zapatero a tus zapatos, debes dejar la creatividad publicitaria en manos de los profesionales. Ellos son quienes tienen la capacitación y la experiencia como para hacerlo. Tu función como político es otra y se ubica antes y después de la creación publicitaria. Antes, en el plano de las ideas y las estrategias políticas que los profesionales deberán traducir en publicidad. Y después, cuando hay que evaluar las propuestas creativas.

2.     Dispersión: publicidad electoral concebida como sucesión de piezas publicitarias individuales. No se trata de crear más o menos spots para televisión sino de crear una campaña con una estructura y una narrativa de la cual cada pieza participe desde su lugar y función.

3.   Narcisismo: criterios estéticos y publicitarios basados en la preferencias personales de políticos o publicistas. En realidad las preferencias estéticas más importantes son las de los públicos hacia los cuales se dirige la publicidad.

4.    Incoherencia: publicidad que cambia de rumbo ante los más pequeños episodios de campaña. Siempre hay varios caminos alternativos que tomar, pero hay que tomar decisiones y luego mantener la coherencia. La mejor publicidad electoral no es la que zigzaguea sino la que va en línea recta.

5.     Rigidez: publicidad que nunca cambia de rumbo por más que ocurra un cataclismo político. Es el error simétrico al anterior. Siempre es necesaria una dosis de flexibilidad para hacer modificaciones cuando sea necesario. Y esa necesidad se mide evaluando sistemáticamente la marcha de la campaña y los efectos de la publicidad sobre el electorado.

6.    Asambleísmo: creer que cuantas más personas opinen sobre la publicidad tanto mejor será la campaña. Al revés: será peor. Las asambleas son mecanismos democráticos indispensables en muchos ámbitos pero no sirven para hacer buena publicidad.

7.     Improvisación: publicidad electoral que no está respaldada por una previa investigación de opinión pública. Antes de la primera idea publicitaria es necesario conocer cómo viven, cómo sienten, cómo actúan, cómo piensan y cómo toman decisiones las personas a las que se quiere persuadir o movilizar. Ese conocimiento solo lo da la investigación.

8.    Aburrimiento: piezas publicitarias carentes de todo atractivo. Para convencer hay que capturar la atención y entretener. La creatividad es esencial en esa tarea. Se trata de innovar, de producir algo nuevo, de generar nuevos formatos o de darle nueva vida a viejos estilos.

9.    Extravagancia: cuando la originalidad se lleva al exceso. Es la contracara del aburrimiento pero tiene similares efectos negativos. Ser original no es un fin en sí mismo ni tiene que ubicarse por encima de todo lo demás. Cuidado con la publicidad que llama la atención por su rareza pero que no convence a nadie acerca del candidato.

10.               Falta de brújula: publicidad sin estrategia política. Las más brillantes campañas publicitarias se hunden si carecen de estrategia. Lo primero es el plan estratégico. La publicidad viene después y se debe poner al servicio de ese plan.

11.  Superficialidad: publicidad que olvida la política. Son esas campañas estancadas en la sonrisa de los candidatos, la bonita apariencia de las imágenes y la música agradable. Carecen de profundidad y de vínculos con los problemas del electorado. Al final del día son puro chisporroteo que se diluye sin consecuencias.

12. Espesura política: la lógica política por encima de todo. Es la publicidad electoral que se asemeja a un discurso político, a una intervención parlamentaria, a un manifiesto, a unas declaraciones de prensa o a un mitin. Se limita al encadenamiento de ideas políticas con la más pura lógica política. Así, sin más, se condena a repetir lo ya dicho, a machacar con el argumentario que ya machacó durante los años anteriores. Como si la campaña electoral no existiera y no fuera diferente a la campaña política.

13. Frialdad: publicidad que no conmueve. La publicidad electoral solo conecta con el votante en la medida que tenga cierta tonalidad afectiva, cierta calidez humana. No son los fríos silogismos los que mueven a los seres humanos. Son las emociones.

14.Exceso de complejidad: publicidad que no se comprende. Nunca en la historia de la humanidad el cerebro de los votantes estuvo tan bombardeado informativamente como ahora. En este contexto el cerebro se bloquea y se resiste ante lo complejo. Para superar el bloqueo tu publicidad electoral debe ser simple, fácil, directa, accesible.

La experiencia indica que en las campañas electorales gana el que menos se equivoca. Pues eso: evita cometer errores y estarás más cerca del triunfo.

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miércoles, 1 de diciembre de 2021

CÓMO DESPERTAR UNA EMOCIÓN EN LOS VOTANTES

 


La alegría, el asco, la tristeza, el enojo y el miedo influyen poderosamente en las campañas electorales.

Desde hace varias décadas se repite con insistencia que las campañas electorales deben despertar emociones. Esto es cierto en la medida que se respeten las siguientes precisiones:

  • Los mensajes puramente racionales no mueven votos ni movilizan votantes.
  • Las emociones son el factor más poderoso en una campaña electoral.
  • Además de sentir, los votantes necesitan razones para explicarse a sí mismos sus decisiones y para argumentar las mismas ante las demás personas.
  • Tratar de inventar emociones donde no las hay es un error. Intentar manipular las emociones de una sociedad es como liberar fuerzas que luego nadie podrá controlar. No solo es reprochable éticamente sino que además suele volverse en contra de quien lo hace.
  • De lo que sí se trata es de despertar emociones que tienen o han tenido un recorrido real en segmentos de la sociedad.
  • Cada campaña tiene que trabajar sobre las emociones pero dentro del marco general de la estrategia de campaña.
  • Así como la campaña tiene un mensaje, del mismo modo tiene que despertar una emoción en cada público al que se dirige. No dos o tres emociones sino una.

Considerando todas estas precisiones, veremos a continuación cómo despertar una emoción en los votantes.

Las 5 emociones universales

Paul Ekman comenzó a estudiar las emociones a fines de los años 50 del siglo pasado. Las investigó en sociedades tan diferentes como las de Estados Unidos, Unión Soviética, Nueva Guinea, Brasil, Argentina, Indonesia y Japón. Identificó siete emociones básicas que serían universales: alegría, tristeza, miedo, enojo, asco, desprecio y sorpresa.

Ya en el siglo 21, su amigo el Dalai Lama le pidió que elaborara un Atlas de las Emociones. Para ello Ekman consultó a 248 científicos que habían publicado con frecuencia investigaciones cuantitativas acerca de las emociones. Y descubrió entre ellos un amplio consenso en cuanto a la existencia de cinco emociones universales que son alegría, tristeza, miedo, enojo y asco. Las cinco fueron consensuadas por lo menos por tres de cada cuatro de estos científicos. Y ya habían sido detectadas como emociones básicas por Charles Darwin en el siglo 19 y por el propio Paul Ekman en el siglo 20.

Cada una de estas cinco emociones tiene una identidad central que se expresa a través de un variado arco de matices e intensidades que van desde lo leve hasta lo extremo pasando por diversos grados intermedios.

Mi recomendación para trabajar emociones en las campañas electorales es limitarse a estas cinco emociones básicas universales. De esta manera te mantienes en un terreno seguro que está respaldado por 150 años de investigación científica y por el más amplio consenso científico actual.

El método para desencadenar emociones

Como señalé anteriormente, no se trata de manipular a nadie para que sienta emociones que de otro modo no sentiría. Se trata de despertar emociones que estaban adormecidas, se trata de desencadenar emociones que estaban encadenadas. Por lo tanto la tarea de las campañas no es producir artificialmente determinados climas emocionales sino facilitar la emergencia de determinadas emociones.

Los 3 pasos para facilitar el surgimiento de una emoción son:

1.     Determinar qué respuesta emocional queremos facilitar, cual de las cinco señaladas antes. Para eso necesitas que la investigación de opinión pública te diga qué emociones circulan en tu sociedad en el presente y cual de ellas prevalece en tu público objetivo.

2.     Estudiar el contexto del público al que nos dirigimos: sus circunstancias actuales, su personalidad, su estado de ánimo y su visión del mundo (influenciada por sus experiencias previas, su historia personal y los determinantes socioculturales presentes).

3.     Ofrecer un desencadenante que sea operativo para esa emoción y en ese contexto.

Los desencadenantes son palabras, sonidos o imágenes que producen una determinada sensación en el votante. Cada emoción es disparada por una sensación diferente:

  • La tristeza es desencadenada por una sensación de pérdida, ya sea de algo material o inmaterial.
  • La alegría es desencadenada por una sensación de placer sensorial y/o de conexión consigo mismo, con los demás o con la situación.
  • El asco es desencadenado por una sensación de que algo es tóxico o dañino para el organismo, para los valores de cada uno o para el bienestar de la sociedad.
  • El miedo es desencadenado por una sensación de amenaza de daño físico, psicológico o social.
  • El enojo es desencadenado por una sensación de estar bloqueados en nuestro progreso.

Finalmente: el desencadenante que elijas lo debes colocar en el discurso del candidato, en las historias contadas por la campaña, en los spots televisivos, en las cuñas radiales, en las publicaciones en redes sociales y en la gama de formas, colores y sonidos que constituyan la liturgia electoral de la campaña.

Recuerda, además, que la emoción no debe viajar sola y desnuda. Tienes que arroparla con ideas claras que la expliquen y que faciliten su circulación social.

Ya sabes que las campañas electorales deben despertar emociones. Claro que sí.
Pero deben hacerlo bien.
Con método.

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Fuente: https://danieleskibel.com/

 

domingo, 27 de junio de 2021

CÓMO DEBILITAR LA BASE ELECTORAL DEL ADVERSARIO

 


LA ESTRATEGIA POLÍTICA DE TRIANGULACIÓN APUNTA A CAPTAR VOTANTES DE OTROS PARTIDOS.


Para debilitar la base electoral del adversario necesitas desarrollar una estrategia basada en tres pilares:


    1. Desplegar en tu mensaje los problemas que preocupan a los potenciales votantes del partido o candidato rival.
    2. Ofrecer soluciones a esos problemas de esa base electoral pero a partir de los valores y herramientas de tu partido.
    3. Al mismo tiempo mantener en tu mensaje tu agenda de solución de los problemas de tu propia base electoral.


Es lo que el consultor político Dick Morris denomina como estrategia de triangulación.


¿Cuándo conviene aplicar una estrategia política de triangulación?


La aplicación de la triangulación es óptima cuando te enfrentas a un adversario cuya base electoral es fuerte o está creciendo con fuerza. Algunos escenarios políticos representativos serían:


    • Estás en el gobierno y quieres debilitar a una fuerza opositora que es una amenaza actual o potencial.
    • Estás en una nueva formación política que para crecer necesita capturar votos que actualmente son de otro partido.
    • Estás en la oposición y buscas reducir el apoyo popular al partido de gobierno.
    • Estás en una fuerza política que tiene que desempatar preferencias con otra fuerza.


En los cuatro escenarios políticos señalados lo más común suele ser recurrir a otra estrategia diferente como es la confrontación. El razonamiento detrás de la confrontación es simple pero equivocado. Parte del supuesto erróneo de que atacar públicamente las ideas centrales del otro logrará que parte de sus votantes lo abandonen. Sin embargo el efecto suele ser el opuesto y las bases del atacado se reafirman en sus posiciones y se blindan.


En estos escenarios la confrontación simple tiene un resultado casi sistemático que es el inmovilismo político: en el primer caso el gobierno continúa sin resolver la amenaza opositora, en el segundo el nuevo partido sigue sin lograr crecer, en el tercero la oposición no consigue debilitar al gobierno, y en el cuarto nadie logra romper el desempate. Todo sigue igual, sin importar lo dura o lo espectacular o lo bien argumentada que sea la confrontación.


¿Por qué esta confrontación conduce al inmovilismo?
Porque la política no es un concurso de debates donde el público premia con su voto los mejores argumentos. Las personas que están en la base electoral de un partido no están allí por razones teóricas, intelectuales o meramente racionales. Están allí por razones más complejas y profundas que tienen que ver con su vida y su psicología. Están allí porque sienten que ese partido ofrece respuestas a sus problemas, sus preocupaciones y sus deseos. Y seguirán allí mientras nadie más les ofrezca respuestas a esos problemas, a esas preocupaciones y a esos deseos.
Para moverlos es que entra en escena la triangulación.


¿Qué es la estrategia política de triangulación?


La mejor definición que conozco de esta estrategia política es la que ofrece Dick Morris en Juegos de poder, su clásico libro publicado en 2002:


“La idea que está detrás de la triangulación es trabajar con empeño para solucionar los problemas que motivan a los votantes del otro bando, a fin de debilitarlos políticamente…Pero al solucionar los problemas del otro bando, ningún político puede darse el lujo de ser una copia exacta de su adversario…La esencia de la triangulación radica en utilizar las soluciones de su propio partido para resolver los problemas del otro bando…Solucionar los problemas que animan el programa político del otro bando es solo la mitad de la batalla. Uno también debe impulsar un fuerte programa para solucionar los problemas del propio partido.”


No se trata de derrotar al otro en torneos dialécticos sino de ir a buscar a sus votantes. No se trata de destruir sus argumentos con razones más sólidas sino de minar su base electoral. No se trata de espectáculos superficiales sino de movimientos profundos.


Para hacerlo, y hacerlo bien, debes considerar algunos criterios esenciales:


    1. Define claramente a tu adversario: es el partido o candidato con el cual hay, o puede llegar a haber, una zona de votos en disputa. Y puede ser más de un adversario, claro está.
    2. Lo primero siempre es investigar. Tienes que contar con un estudio objetivo y a fondo acerca de esa base electoral que quieres minar. Tienes que conocer su perfil político, social, económico, psicológico y cultural. Tienes que identificar cuales son sus problemas principales, sus preocupaciones y sus deseos. Y tienes que comprender por qué apoyan a ese partido o candidato y no a otro.
    3. Lo básico y permanente es respetar a esos votantes. Respetarlos en tu comunicación pública pero también en la comunicación interna de tu partido y hasta en tu propia forma de pensar acerca de ellos. Más aún: tienes que empatizar con ellos y con los problemas que les duelen. No son tontos ni equivocados ni ilusos ni malintencionados solo por sentirse representados por otro partido. Son personas a entender, a atender y tal vez a persuadir.
    4. Nunca te conviertas en una copia de tu adversario. Mimetizarte con él te hará daño porque perderás parte de tu propia base sin ganar casi nada de la base ajena. Ya sabes: en general las personas prefieren el original antes que la copia.
    5. Desarrolla soluciones nuevas para los problemas de esa base de votantes que quieres minar. No te quedes atrapado en la repetición de lo que venías diciendo anteriormente. Para convencer a esas personas necesitas propuestas nuevas, ideas frescas, perspectivas diferentes. Trasciende las soluciones que ya son viejas conocidas, las de tu adversario por supuesto pero también las tuyas propias. Y construye el tercer ángulo del triángulo: soluciones para los problemas de esos votantes, pero soluciones nuevas basadas en tus valores y principios.
    6. Nunca dejes de trabajar tu propia base electoral. Ellos son tu fortaleza de siempre y tienen sus propios problemas, preocupaciones y deseos. Camina con cuidado. Recuerda que muchos lo pierden todo por ir a buscar a los ajenos olvidando a los propios. Tienes que ser leal, coherente, consistente y consecuente. Tienes que mantener tu identidad. Solo a partir de allí podrás lograr todo lo demás.
    7. Una operación estratégica de esta magnitud requiere invertir recursos materiales y humanos. Además de tiempo, paciencia, inteligencia y creatividad. Para implementar esta estrategia tienes que mirar más allá del argumentario del día o de la semana. Lo dicho: no es táctica sino estrategia.


La estrategia política de triangulación es una excelente oportunidad para producir cambios importantes en el escenario político. Cambios profundos porque implica movimientos en las bases electorales de los partidos. Sus frutos no son inmediatos sino que llevan su tiempo de maduración. Pero sus efectos pueden ser de largo alcance.

 

Daniel Eskibel

 

Fuente, https://danieleskibel.com/blog/