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martes, 23 de febrero de 2021

POR ROSA LUXEMBURGO

Por: werken rojo

23 febrero, 2021

Marcello Musto *

Sin Permiso, 20-2-2021

https://www.sinpermiso.info/

Traducción de Gustavo Buster

Cuando su nombre fue mencionado en agosto de 1893 por la presidencia de la asamblea, en el Congreso de la Segunda Internacional de Zúrich, Rosa Luxemburgo ocupó su sitio sin demora entre la audiencia de delegados y militantes que llenaban el abarrotado salón. Era una de las pocas mujeres presentes en la asamblea, todavía muy joven, de complexión pequeña y con una deformación en la cadera que la obligaba a cojear desde los cinco años. Su aparición pareció despertar en los presentes la impresión de estar frente a una persona frágil.

La cuestión nacional

Sin embargo, sorprendió a todos cuando, tras subirse a una silla, para hacerse oír mejor, consiguió llamar la atención de todo el público, sorprendido por la maestría de su dialéctica y fascinado por la originalidad de sus tesis. Para Luxemburgo, de hecho, la reivindicación central del movimiento obrero polaco no debía ser la construcción de una Polonia independiente, como se venía repitiendo por unanimidad. Polonia seguía dividida en tres entre los imperios alemán, austro-húngaro y ruso; su reunificación resultaba difícil de conseguir, pero a los trabajadores se les debía presentar objetivos realistas que pudieran generar luchas prácticas en nombre de necesidades concretas.

Con un razonamiento que desarrolló en los años venideros, amonestó a quienes enfatizaban el tema nacional, convencida de que la retórica del patriotismo sería utilizada peligrosamente para debilitar la lucha de clases y relegar la cuestión social a un segundo plano. A las muchas opresiones sufridas por el proletariado, no era necesario agregar “su esclavitud a la nacionalidad polaca”. Para hacer frente a este escollo, Luxemburgo esperaba el nacimiento de autogobiernos locales y el fortalecimiento de la autonomía cultural que, una vez establecido el modo de producción socialista, actuarían como una barrera para el posible resurgimiento de regurgitaciones chovinistas y otras nuevas discriminaciones. Mediante todas estas reflexiones, diferenció la cuestión nacional de la del Estado nacional.

Una existencia a contracorriente

El episodio del Congreso de Zúrich simboliza toda la biografía intelectual de quien fue uno de los exponentes más significativos del socialismo del siglo XX. Nacida hace 150 años, el 5 de marzo de 1871, en Zamość, en la Polonia bajo ocupación zarista, Luxemburgo pasó su vida en los márgenes, luchando contra numerosas adversidades y siempre a contracorriente. De origen judío, con una discapacidad permanente, a los veintiséis años se trasladó a Alemania, donde sólo pudo obtener la ciudadanía mediante un matrimonio concertado. Pacifista convencida en la época de la Primera Guerra Mundial, fue encarcelada varias veces por sus ideas. Fue una enemiga ardiente del imperialismo en una nueva y violenta época colonial. Luchó contra la pena de muerte en medio de la barbarie. Sobre todo, era mujer y vivió en mundos habitados exclusivamente por hombres. A menudo era la única presencia femenina tanto en la Universidad de Zúrich, donde obtuvo su doctorado en 1897 con una tesis sobre el desarrollo industrial de Polonia, como entre los líderes del Partido Socialdemócrata Alemán. Fue la primera profesora mujer de la escuela central para la formación de cuadros del partido, cargo que ocupó entre 1907 y 1914, período en el que elaboró ​​el proyecto inconcluso de escribir una Introducción a la economía política (1925) y publicó La acumulación del capital (1913).

A estas dificultades se sumaba su espíritu independiente y su autonomía, virtud que a menudo penaliza incluso en los partidos políticos de izquierda. Con su viva inteligencia, Luxemburgo tuvo la capacidad de elaborar nuevas ideas y de saber defenderlas, sin reverencias sumisas y, de hecho, con una franqueza desarmante, en presencia de figuras del calibre de August Bebel o Karl Kautsky, que habían tenido el privilegio de formarse en contacto directo con Engels. Su objetivo no era repetir las palabras de Marx, sino interpretarlas históricamente y, cuando fuera necesario, desarrollar su análisis. Expresar libremente su opinión y ejercer el derecho a expresar posiciones críticas dentro del partido eran requisitos indispensables para ella. El partido tenía que ser un espacio donde pudieran convivir diferentes posiciones, siempre que sus afiliados compartieran sus principios fundamentales.

Partido, huelga, revolución

Logró superar los numerosos obstáculos encontrados y, con motivo del giro reformista de Eduard Bernstein y el acalorado debate que siguió, se convirtió en una figura conocida en la principal organización del movimiento obrero europeo. Si, en el famoso texto Los supuestos del socialismo y las tareas de la socialdemocracia (1897-99), Bernstein había invitado al partido a romper los puentes con el pasado y a transformarse en una mera fuerza gradualista, en el escrito Reforma social o ¿Revolución? (1898-99), Luxemburgo respondió con firmeza que, en todos los períodos de la historia, “la obra de reforma social se mueve sólo en la dirección y durante el tiempo que corresponde al empuje que le dio la última revolución”. Quienes creían que podían lograr en el “gallinero del parlamentarismo burgués” los mismos cambios que la conquista revolucionaria del poder político hubiera hecho posibles, no habían elegido “un camino más tranquilo y seguro hacia el mismo objetivo, sino otro distinto”. Habían aceptado el mundo burgués y su ideología.

No se trataba de mejorar el orden social existente, sino de construir uno completamente diferente. El papel de los sindicatos -que solo podía arrancar a los patronos condiciones más favorables dentro del modo de producción capitalista- y la Revolución Rusa de 1905 le dieron la oportunidad de meditar sobre cuáles podrían ser los sujetos y las acciones capaces de producir una transformación radical de la sociedad. En su libro Huelga general, partido y sindicatos (1906), al analizar los principales acontecimientos que tuvieron lugar en vastas áreas del Imperio ruso, enfatizó la importancia fundamental de los estratos más amplios del proletariado, generalmente desorganizados. Para ella, las masas eran las verdaderas protagonistas de la historia. Observó que en Rusia “el elemento de la espontaneidad” (concepto por el que se le acusa de haber sobrestimado la conciencia de clase presente en las masas) había sido relevante y, por tanto, el papel del partido no debía ser preparar la huelga, sino tomar la “dirección política de todo el movimiento”.

Para Luxemburgo, la huelga de masas es “el pulso vivo de la revolución y, al mismo tiempo, es su rueda motriz más potente”. Es la verdadera “forma de manifestación de la lucha proletaria en la revolución”. No es una acción única, sino el momento decisivo de un largo período de lucha de clases. Además, no se podía pasar por alto que “en la agitación del período revolucionario, el proletariado cambia, de modo que incluso el bien más elevado, la vida, sin perjuicio del bienestar material, tiene un valor mínimo en comparación con el ideal por el que se lucha”. Los trabajadores adquirían conciencia y madurez. Así lo atestiguaban las huelgas de masas en Rusia, que “sin darse cuenta pasaron del terreno económico al político, de modo que era casi imposible trazar una línea divisoria entre los dos”.

Comunismo significa libertad y democracia

En el tema de las formas de organización política y, más específicamente, en el papel del partido, en esos años, Luxemburgo fue protagonista de otro conflicto violento, esta vez con Lenin. En el texto Un paso adelante, dos pasos atrás (1904), el líder bolchevique defendió las decisiones tomadas en el segundo congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y concibió al partido como un núcleo compacto de revolucionarios profesionales, una vanguardia que debía liderar a las masas. Luxemburgo objetó en Problemas organizativos de la social-democracia rusa (1904) que un partido extremadamente centralizado generaba una dinámica muy peligrosa: “la obediencia ciega de los militantes a la autoridad central”. El partido debía desarrollar la participación social, no reprimirla, “mantener viva la apreciación justa de las formas de lucha”. Marx escribió que “cada paso del movimiento real es más importante que una docena de programas”. Luxemburgo amplió este postulado y afirmó que “los pasos en falso del movimiento obrero real son, históricamente, inconmensurablemente más fructíferos y más preciosos que la infalibilidad del mejor comité central”.

Esta controversia adquirió aún mayor importancia después de la revolución soviética de 1917, a la que Luxemburgo dio su apoyo incondicional. Preocupada por los hechos que tenían lugar en Rusia (a partir de la forma como se inició la reforma agraria), Luxemburgo fue la primera, en el campo comunista, en observar que un “régimen de estado de sitio prolongado” había ejercido “una influencia degradante en la sociedad”. En su artículo póstumo La revolución rusa (1918), reiteró que la misión histórica del “proletariado que ha llegado al poder” es “crear una democracia socialista en lugar de la democracia burguesa, no destruir toda forma de democracia”. Para ella, el comunismo significaba “una participación más activa y libre de las masas populares en una democracia sin límites” que no contaba con líderes infalibles que las guiaran. Un horizonte político y social verdaderamente diferente solo se podía alcanzar a través de este complicado proceso y sin que el ejercicio de la libertad estuviera “reservado exclusivamente a los partidarios del gobierno y a los miembros de un partido único”.

Estaba firmemente convencida de que “el socialismo, por su naturaleza, no se puede otorgar desde arriba”. Debía expandir la democracia, no reducirla. Afirmó que se podía “decretar lo negativo, la destrucción, pero no lo positivo, la construcción”. Esta era “tierra virgen” y sólo “a partir de la experiencia se podía corregir y abrir nuevos caminos”. La Liga Espartaco -nacida en 1914, tras la ruptura con el Partido Socialdemócrata Alemán, que luego se convertiría en Partido Comunista Alemán- sólo tomaría el poder “mediante la voluntad clara e incuestionable de la gran mayoría de las masas proletarias de toda Alemania”.

Desde la práctica de opciones políticas opuestas, los socialdemócratas y los bolcheviques habían concebido erróneamente la democracia y la revolución como dos procesos mutuamente alternativos. Por el contrario, el corazón de la teoría política de Luxemburgo se centró en su unidad indisoluble. Su legado quedó aplastado precisamente entre estas dos fuerzas: los socialdemócratas, cómplices de su brutal asesinato, ocurrido a los 47 años, a manos de las milicias paramilitares, la combatieron sin piedad por el acento revolucionario de sus reflexiones, mientras que los estalinistas se guardaron de difundir su legado debido al carácter crítico y libertario de su pensamiento.

Contra el militarismo, la guerra y el imperialismo

La otra piedra angular de sus convicciones y su militancia fue la combinación de la oposición a la guerra y la agitación antimilitarista. En estos temas, Luxemburgo pudo modernizar el bagaje teórico de la izquierda y hacer que en los congresos de la Segunda Internacional se aprobaran clarividentes resoluciones que, de no haber sido ignoradas, habrían entorpecido los planes tramados por los partidarios de la Primera Guerra Mundial. La función de los ejércitos, el constante rearme y la repetición de guerras no debían entenderse únicamente mediante las categorías clásicas del siglo XIX. Se trataba, como se había afirmado repetidamente, de fuerzas que reprimían las luchas obreras, herramientas útiles para los intereses de la reacción y que, además, producían divisiones en el proletariado, pero que también respondían a una finalidad económica precisa de la época. El capitalismo necesitaba del imperialismo y la guerra, incluso en tiempos de paz, para aumentar la producción, así como para conquistar, en cuanto las condiciones fueran adecuadas, nuevos mercados en las periferias coloniales fuera de Europa. Como escribió en La acumulación del capital, “la violencia política no es sino el vehículo del proceso económico”. A esta afirmación le siguió una de las tesis más controvertidas de su obra, a saber, que el rearme era fundamental para afrontar la expansión productiva del capitalismo.

Era un escenario muy diferente de las representaciones optimistas de los reformistas y, para describirlo mejor, Luxemburgo utilizó un eslogan destinado a tener mucho éxito: “socialismo o barbarie”. Explicó que esta solo podía evitarse gracias a la lucha consciente de las masas y, dado que la oposición al militarismo requería una fuerte conciencia política, estaba entre los más acérrimos partidarios de la huelga general contra la guerra, un arma que muchos en la izquierda, incluido Marx, habían subestimado. El tema de la defensa nacional debía ser utilizado contra los nuevos escenarios bélicos y el lema “¡guerra contra la guerra!” se convertiría en “el meollo de la política proletaria”. Como escribió en La crisis de la socialdemocracia (1916), también conocido como el Juniusbroschüre, la Segunda Internacional había implosionado por no poder “llevar a cabo una táctica y una acción común del proletariado en todos los países”. Por tanto, a partir de ese momento, el proletariado debía tener como “objetivo principal”, incluso en tiempos de paz, “luchar contra el imperialismo y prevenir las guerras”.

Sin perder la ternura

Cosmopolita, ciudadana de “lo que vendrá”, aseguró sentirse como en casa “en todo el mundo, dondequiera que haya nubes y pájaros y lágrimas humanas”. Apasionada de la botánica y amante de los animales, como se desprende de la lectura de su correspondencia, fue una mujer de extraordinaria sensibilidad, que conservó intacta a pesar de las amargas experiencias que le reservó la vida. Para la cofundadora de la Liga Espartaco, la lucha de clases no terminaba con el aumento de los salarios. Luxemburgo no quiso ser un mero epígono y su socialismo nunca fue economicista.

Inmersa en los dramas de su tiempo, buscó innovar el marxismo sin cuestionar sus fundamentos. Su intento es una advertencia constante a las fuerzas de izquierda para que no limiten su acción política a la consecución de paliativos suaves y no renuncien a la idea de cambiar el estado de cosas existente. La forma en que vivió, la habilidad con la que logró llevar a cabo su elaboración teórica y la agitación social al mismo tiempo, son una lección extraordinaria, inalterada por el tiempo, que habla a la nueva generación de militantes que ha optado por continuar las múltiples batallas que Luxemburgo emprendió.

* Marcello Musto, profesor de Sociología en la Universidad de York en Toronto y reconocido protagonista de una reciente renovación en los estudios marxistas, a la que contribuyó, entre otras cosas, como autor del reciente Another Marx: Early Manuscripts to the International (Bloomsbury, 2018 ) y The Last Years of Karl Marx: An Intellectual Biography (Stanford University Press, 2020); y, como editor, de Marx’s Capital after 150 Years: Critique and Alternative to Capitalism, (Routledge, 2019), The Marx Revival: Key Concepts and New Interpretations (Cambridge University Press, 2020). Sus escritos están disponibles en el sitio web www.marcellomusto.org.

Fuente: https://werkenrojo.cl/por-rosa-luxemburgo/

 


lunes, 1 de julio de 2019

HACE 70 AÑOS SE FUE JORGE DIMITROV




Por Gustavo Espinoza M.

“El hombre, es lo que importa”

León Felipe

El 2 de julio de 1949, en el Sanatorio de Borovija, en las afueras de Moscú, falleció una de las más destacadas personalidades del Siglo XX, el revolucionario búlgaro que naciera 67 años antes en la aldea de Kovacvheski, y a pocos kilómetros de Sofia, la capital del país, Jorge Dimitrov. Obrero Tipógrafo, periodista y político, tomó de su primer oficio la disciplina y la conciencia de clase. Del periodismo, el valor para decir la verdad, enfrentando las mayores adversidades. Y de la Política, la necesidad de dedicar la vida a la lucha por los más altos ideales: la libertad y la justicia.

Tres momentos pueden considerarse estelares en la ruta vital seguida por este hombre que dejó un legado imperecedero para su pueblo, y para todos los trabajadores del mundo.

Entre 1920 y 1923 tuvo un rol protagónico en Bulgaria y en Europa Occidental, combatiendo al fascismo desde el instante mismo de su nacimiento.

Es común decir que el fascismo nació en Italia, en octubre de 1922 cuando los seguidores de Mussolini culminaron la Marcha sobre Roma con “Il Duce” a la cabeza. Pero no. Cuatro años antes, en septiembre de 1918, surgieron en Bulgaria las primeras expresiones del fascismo como secuela de la crisis derivada de la Guerra Balcánica de 1912 y del fin de la I Gran Guerra. En ese periodo, se produjo la Insurreción de Vladaya liderada por soldados, y el gobierno progresista de la Union Agraria. Luego vendría un desenlace trágico: el Golpe de Estado fascista del 9 de junio de 1923 que llevó al Poder a Alexander Tzankov; y poco después, en septiembre del mismo año, la primera Insurrección Antifascista de la Historia, conducida precisamente por Jorge Dimitrov. Esta, fue derrotada; y su líder, debió huir radicando en Europa Occidental y, preferentemente, en Alemania.

El búlgaro hubo estado poco antes en Livorno, en el Congreso del Partido Socialista italiano, al que también asistiera José Carlos Mariátegui. Uno y otro, recogieron allí las tesis de Frente Único, que ambos divulgaran profusamente en sus respectivos países.  

Y fue en Alemania donde se escribió el segundo episodio grande en la vida de Dimitrov. En Berlín, a las 9 de la noche del 27 de febrero de 1933, ardió en llamas el Parlamento Alemán -el Reichstag-. Fue ésa una provocación de alto vuelo,  ideada por el flamante Canciller del Reich  -Adolfo Hitler- que asumiera su gestión el 30 de enero de ese año, para cumplir su amenaza de “exterminar a los comunistas”.

Días después, el 9 de marzo de 1933 un destacamento armado de la Gestapo, en Berlín,  invadió las instalaciones del restaurant Beryernihof, situado en el número 10 de Postdamstrasse, y detuvo Rudolf Hédiger, identidad que ocultaba a Jorge Dimitrov, a la sazón Secretario de la Internacional Comunista para Europa Occidental. A él, y a los búlgaros  Vasily Tanev y  Bladoi Popov, así como el diputado alemán Ernest Togler; se les responsabilizó por el crimen del Reichstag, en tanto que a Marinus Van der Lubbe, un aventurero holandés usado por los nazis, se le sindicó como “el autor material” del hecho.

El Proceso de Leipzig fue espectacular y tuvo repercusiones mundiales. Dimitrov acusó personalmente a Hermann Goering –el segundo jerarca nazi- de haber urdido una provocación para usarla contra el pueblo alemán y justificar sus crímenes. Así lo puso en evidencia en memorables jornadas jurídicas en las que el germano buscó vanamente culpar a los detenidos. Dimitrov, en la confrontación, lo desenmascaró. Y los jueces, no tuvieron otra alternativa que absolver a los acusados. Fue esa la primera derrota política del fascismo.

El VII Congreso de la III Internacional fue el tercer episodio magno de este destacado luchador social. En el evento, celebrado entre julio y agosto de 1935 Jorge Dimitrov presentó un documento magistral titulado “La ofensiva del fascismo y la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo”. No hubo, en todo el siglo XX un documento igual, que caracterizara la crisis del sistema de dominación capitalista, las herramientas de las grandes corporaciones, el ascenso del fascismo y el papel de los trabajadores en el mundo de hoy. Sus formulaciones básicas mantienen plena vigencia incluso ahora cuando formalmente el fascismo está sepultado, pero se mantienen vivas sus prácticas inicuas en otras manos igualmente siniestras.  

En nuestro tiempo leyendo a Jorge Dimitrov, podemos reconstruir los escenarios y enfrentarlos hoy,  seguros de encontrar siempre un justo camino de salida. En nuestros oídos podrá resonar el optimismo juvenil de aquella época: “Marchando / hombro con hombro / cantando las viejas canciones / que resuenan en los bosques / sentimos cierta la victoria / nos acompaña el nuevo día…”  

Al cumplirse 70 años de su muerte podremos decir, parafraseando a Tomás Borge, que Dimitrov es de los muertos, que nunca mueren. Son, lo que llamaba Brecht, los indispensables. (fin)                                                                                                                                                                                                                                                                   

lunes, 18 de febrero de 2019

MIGUEL GUTIÉRREZ, LITERATO MARIATEGUISTA, Parte I



(Compilación)

 
Antonio RengifoBalarezo


Lima, Agosto 2018


Parte I

Sería ridículo, absurdo e incluso estúpido hasta no más poder,
pretender que el arte permanece indiferente
a las convulsiones de nuestra época.
Son los hombres los que preparan los acontecimientos,
son los hombres los que los realizan,
y los acontecimientos a su vez
actúan sobre los hombres y los cambian.
Trotsky:“Literatura yRevolución”
(1924)

         Miguel Gutiérrez Correa es, sin lugar a dudas, un sobresaliente literato y declarado mariateguista.  Ser literato significa que todo lo que Miguel tocaba, lo convertía en literatura; tal como el rey Midas, que todo lo que tocaba lo convertía en oro.  Ser mariateguista implica plantearse la relación dilemática del arte y la política y asumir la lucha de clases.

         Intentaré una explicación de las dos proposiciones expuestas –referidas a Miguel-, señalando tres hitos o estaciones en su periplo vital que no son tajantes sino que se interpenetran: La evasión de la universidad católica, la aparición de la revista Narración y la captura de Abimael Guzmán.

I.- La evasión de la Universidad Católica
y su ingreso a la Universidad Nacional de San Marcos.  (1959)

         Miguel nació en la ciudad de Piura el año de 1940. Su primera infancia transcurrió en un barrio pobre de los extramuros de la ciudad. Según sus propias palabras, había sido un niño introvertido y debilucho. Por haber mejorado la economía hogareña, de la escuela fiscal pasó a estudiar educación secundaria en el colegio particular de sacerdotes salesianos y a residir en otro barrio. La ciudad de Piura de la década del 50 era una ciudad tradicional y es el escenario donde se desenvuelve la rebelión de la adolescencia contra las costumbres imperantes de un grupo de colegiales, entre los que se encontraba Miguel.  Sus vivencias han sido recreadas, de manera descarnada como corresponde a un buen piurano, en su primera novela: El viejo saurio se retira. (1969).

         A los 14 años leyó Crimen y castigo por recomendación de su tía Dioselina, admiradora de Dostoievski. También leyó Los perros hambrientos de Ciro Alegría, gracias a un regalo que le hiciera su padre. Ambos libros estimularon su vocación literaria y su sensibilidad social; pues, precozmente, tuvo sentido de pertenencia y una premonición de su devenir:  Desde niño supe siempre de qué lado estaba mi corazón. (“Celebración de la novela” p.147).Y ya en plena adolescencia hasta la senectud fue un lector impenitente de ficciones.

         Llega a Lima en 1958 e ingresa a la Pontificia Universidad Católica; al año siguiente ocurrió un suceso de gran influjo en su formación ideológica.En unos vistosos kioscos localizados en plazuelas de intenso tránsito ofertaron al pueblo peruano por un precio asequible, las primorosas Ediciones populares de las obras completas de José Carlos Mariátegui en 20 tomos de tamaño bolsillo con notas explicativas e índice onomástico.  En suma, un generoso aporte de la familia Mariátegui Chiappe a una necesidad sentida en el país.  (En estas “obras completas” no se incluía los escritos juveniles de Mariátegui).

         En la época que Miguel estudió pre letras la Pontificia Universidad Católica se caracterizaba por ser conservadora, respecto a la universidad nacional de San Marcos.  Deberá recordarse, que laUniversidad Católica se fundó el año 1917 para preservar a los hijos de la clase dominante de la república aristocrática, de las ideas renovadoras que empezaban a penetrar, aunquedébilmente aún en la Universidad de San Marcos.  Hasta el año 1959 la Universidad Católica, guardaba resabios inquisitoriales. Ese año ocurrió la expulsión de un grupo de estudiantes por asistir sin permiso de la universidad al congreso de la Federación de Estudiantes del Perú y haberse solidarizado con la Revolución Cubana (1959) Dichos estudiantes continuaron sus estudios en la Universidad de San Marcos. La universidad se enriqueció con la pléyade de estudiantes que expulsados o trasladados voluntariamente llegaron a San Marcos; entre ellos, Miguel. A Miguel le incomodó el tipo de enseñanza de la Historia y el ambiente social.  Narrado, años después, en el capítulo II de su magna obra, La violencia del tiempo. (Octubre 1991). 

         El ingreso de Miguel a la universidad Nacional de San Marcos no fue un simple traslado, sino una evasión; pues, fue una decisión deliberada.  La universidad de San Marcos estaba conmocionada por la onda expansiva de la Revolución Cubana.  Se había constituido enla caja de resonancia de los levantamientos campesinos, las huelgas de los obreros mineros y la toma de tierras en la zona periurbana de Lima; así como también de la Guerra de Vietnam y las luchas de liberación nacional de los pueblos de África. Además, se suscitaban animados debates entre jóvenes comunistas y apristas. (Recuerdo que en esa época a un alumno de segundo de pre-letras, de apellido Tola, su padre lo envió a continuar estudios en Madrid; para evitar que se volviera comunista si se quedaba en San Marcos).

         En el año 1962 Miguel estudia simultáneamente literatura y sociología en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de San Marcos; luego de haber cursado dos años de pre-letras. Ahí se inició mi amistad con Miguel, pues, también estudiaba sociología.

         El año anterior había sido creado el Departamento de sociología y, por consiguiente, la profesión de sociología resultaba novedosa. Miguel era un joven idealistas, incómodo con la desigualdad social y desadaptado ante el orden establecido.  Estas características estimulan la idea de un cambio social y la germinación de la imaginación creadora para fabular y hacer “soportable” la vida personal del futuro literato.

         La seducción del socialismo en los jóvenes universitario lo provocaron los siguientes libros:  El Manifiesto comunista de Carlos Marx y Federico Engels, Principios elementales de filosofía marxista de George Politzer, La Madre de Máximo Gorki y Reportaje al pie del patíbulo de JuliusFucik.  Pero no solo las obras en sí, sino la atrayente biografía de sus autores.

         La formación marxista de los jóvenes lo ejercía la URSS, representado por el Partido Comunista Peruano a través de Manuales.  A manera de ilustración, uno de esos manuales: Los fundamentos de la filosofía Marxista de Fedor Vasielevich Konstantinov; adscrito al Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S.  Lo que pretendían con los manuales era formar militantes en cantidades industriales, estandarizados; de manera similar a como lo hacía EE.UU. en su área de influencia con el pragmatismo, la filosofía del capitalismo. Sin embargo, ya Mariátegui en 1926 había aconsejado a los socialistas un antídoto contra tal tendencia:

La verdadera imagen de Marx no es la del monótono materialista que nos presentan sus discípulos.  A Marx hace falta estudiarlo en Marx mismo.  Las exégesis son generalmente falaces.  Son exégesis de la letra, no del espíritu. (p. 118)
MARIÁTEGUI, José Carlos:
La agonía del cristianismode Miguel de Unamuno
Variedades. Revista, Lima 2 de enero de 1926

         Aprobadas las asignaturas del tercer año, Miguel desertó de Sociología y continuó únicamente con literatura. La evasión temprana de Miguel fue causada porque avizoró precozmente la limitación de la sociología académica, al parcelar la realidad en especialidades o sectores, delimitando el objeto de su estudio; lo que imposibilita cuestionar la realidad en su totalidad para revolucionarla. 

         Igualmente, la Sociología,  al inculcar la neutralidad ética en los estudios, interfiere con la creatividad en el arte para el despliegue de la fantasía.  A Miguel le fue suficiente llevarse en su deserción –del Departamento de Sociología-, el libro de C.W. Mills  La Imaginación Sociológica. Mills, crítico de la sociología norteamericana, y del “Sumo pontífice”, Talcott Parsons con su difundida obra:  Social sistem, tan influyente en el flamante Departamento de Sociología.  (Uno de sus destacados discípulos, el sociólogo francés Francois Borricaud fue profesor visitante del flamante Departamento de Sociología).

         En San Marcos conoció y estableció lazos de amistad con el poeta y maestro universitario Washington Delgado y el escritor José María Arguedas, profesor de Introducción a la Antropología.  Ahí consolidó su hábito de leer novelas y concluyó sus estudios de literatura. Al egresar, en lugar de irse a París becado, como era el anhelo de buena parte de los egresados, optó por irse a Muquiyauyo, una comunidad del valle del Mantaro en donde fue profesor de la escuela de educación secundaria.

         Mientras fue estudiante universitario, Miguel se recurseaba como profesor de redacción en la academia Brown para secretarias bilingües y como reportero del diario El Correo. En uno de sus reportajes del año de 1964, Miguel conoció y se enamoró de Vilma Aguilar, profesora de matemáticas del colegio nacional Rosa de Santa María, gran aficionada al canto y a la literatura; y poco después de egresar de la universidad, se casó el año 1965; adoptando a Carlos Eduardo Ayala Aguilar de 08 años, hijo de Vilma, y tuvieron un segundo hijo, Dimitri, nacido el 02 de mayo del mismo año.

         En suma, en la universidad Miguel tuvo el acceso a la modernidad literaria, la filosofía marxista y al socialismo creativo de Mariátegui.

II.- La aparición de “Narración”,
revista de literatura peruana (1966)

         En noviembre de 1966, se publicó el primer número de Narración con acentuado color rojo en su portada y contraportada, y de formato apaisada.  La diagramación correspondió a Vilma Aguilar Fajardo.
         Narración fue el órgano de expresión de escritores jóvenes, aun no conocidos ni reconocidos con la excepción de Oswaldo Reynoso. Se habían agrupado para irrumpir en el escenario de la cultura peruana y ser tomados en cuenta por su calidad literaria. Puesto que los escritores de la clase dominante no necesitaban agruparse, ya estaban situados en el poder.
         Aunque no había un director nominal, en este primer número, quienes dirigían al grupo con la batuta ideológica eran Miguel Gutiérrez y Oswaldo Reynoso.  Oswaldo era el escritor de mayor edad con 34 años y con obra publicada: Los inocentes (1961), libro de relatos que incorpora el lenguaje popular de los jóvenes limeños y En octubre no hay milagros (1965), novela;  Miguel tiene 26 años y Andrés Maldonado el de menor edad entre todos, con 19 años; Toshiiko Arakaki. no tenía estudios universitarios. Casi todos no eran limeños la mayoría procedía de la Costa y de la Sierra, ninguno de la Selva.  Se agruparon por necesidad. Todos eran emergentes; que no quiere decir arribistas.


         La revista se financiaba con los aportes de sus integrantes.  La reuniones se efectuaban en la casa del flamante hogar de los esposos Gutiérrez/Aguilar.
         La aparición de Narración fue el inicio de una lucha con los pertrechos bélicos que otorga el arte de la escritura y también el establecimiento de una cabeza de puente de la literatura popular en el Perú.  Su presentación es una declaración de principios subversivos, en el ámbito cultural de la época. Nada mejor para caracterizar la revista que extraer los tres últimos párrafo de la Presentación:
CREEMOS como narradores socialistas, que nuestra única fuente de vida y de creación es el pueblo.

COMPRENDEMOS como narradores revolucionarios, comprometidos con su pueblo, que nuestra tarea es formar, a través de la acción y de la obra creadora, en la conciencia de las clases explotadas, la necesidad urgente de la-revolución.

POR ESO NUESTRA MISIÓN es aprender del pueblo, para poder escribir, sin equivocarnos, sobre la realidad nacional.

         La referida Presentación guarda correspondencia con el texto doctrinario de Mao: Sobre el Arte y la Literatura, reproducido en la revista.  Contribuye a sentar posición y lograr unidad doctrinaria de los integrantes de la agrupación.

         En este primer número de Narración, y en los dos siguientes, caracteriza a la revista la beligerancia en el lenguaje y una decidida adhesión socialista; además, mostraban su solidaridad con las luchas de masas y los pueblos dentro y fuera del Perú.

         Miguel contribuyó, en la sección Opiniones comprometidas, con la crítica literaria: Mito y aventura en “La Casa Verde”, y un adelanto de novela: Perfil del traidor.  El comentario a la novela de Vargas Llosa está orlado con un apotegma mariateguiano que sirve de epígrafe:…no soy un crítico imparcial, objetivo.  Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones.  En su crítica, Miguel comenta: lo siguiente:

Vargas Llosa sostiene en la actualidad que el creador se halla un poco por encima de los hechos históricos de su país.  Y define el compromiso como fidelidad del autor con los personajes de sus ficciones:  que ningún credo político, que ninguna ideología perturbe su ánimo a la hora de la creación:  el escritor debe mantenerse aparte, velando por la libertad de sus personajes.  Hoy se sabe que esto es sólo una argucia…  La objetividad es lícita sólo como técnica. (p. 29)
…Vargas Llosa parece enseñar finalmente que toda rebelión es inútil y conduce al fracaso. (p. 29)

         No cabe duda que Miguel escribió su comentario iluminado por la convicción de Mariátegui:

El artista que no siente las agitaciones, las inquietudes, las ansias de su pueblo y de su época, es un artista de sensibilidad mediocre, de comprensión anémica. (p. 58 El artista y la época)

         A fines de la década del 60, la inquietud de Miguel lo condujo a conocer al legendario Mayor del Ejército Víctor Villanueva; quien había conducido la insurrección armada en el Callo el 3 de octubre de 1948.  De esa experiencia, Don Víctor, como así lo llamábamos por nuestra reverencial admiración, escribió un libro que toda persona con sensibilidad social debería leer: La tragedia de un partido y de un pueblo.  Dicho sea de paso, Miguel no tenía predisposición para hacer amistades; a diferencia, de Vilma; a quien yo consideraba que era su ventana hacia el exterior.

         En 1968 viajó con su familia a Huamanga en cuya universidad se incorporó como profesor de literatura.  Lo recargaron de cursos; pero, todos de literatura.  Vilma ocupó la dirección del colegio de aplicación Huamán Poma de Ayala.  Ahí permanecieron hasta 1970. 
         De Huamanga vino con Vilma a Lima por unos días  y presentó en el legendario bar Palermo su primera novela: El viejo saurio se retira (1969); título puesto por el editor.  Miguel la tituló: Ejercicios espirituales.  En medio de la alegría del acontecimiento, pensé: que tal ojo de zahorí ha tenido Vilma al casarse con Miguel. Pues, yo también tenía la convicción que Miguel llegaría a ser un extraordinario novelista.


La primera novela de Miguel fue presentada en el bar Palermo
(En el mismo bar presentó Oswaldo Reynoso Los Inocentes el año 1961)
(Oswaldo llamaba al Palermo:  Universidad popular)

         El segundo número de Narración apareció en julio de1971 bajo la dirección de Miguel Gutiérrez. La portada la diseñó Lorenzo Osores y diagramó Vilma Aguilar. Miguel contribuyó con una selección de textos de José Carlos Mariátegui bajo el título genérico: Sobre el Realismo.  De la Presentación de los textos seleccionados, sustraigo unos párrafos introductorios:
No se puede ser realista, si no se acepta la lucha de clases como ley del desarrollo social y la obra literaria como expresión ideológica. (…)  como Lenin y Brecht, José Carlos Mariátegui lejos de ver una contradicción entre realismo y fantasía, ve en esta última un instrumento poderoso para el descubrimiento y exploración de lo real. (pp. 4-5)
Por ser de interés para conocer los criterios clasificatorios, de la selección de textos, expondré su esquema (pp. 5/11):
1.El Escritor
1.1. Marxismo, Política y Libertad
1.2. El oportunismo de los intelectuales
1.3. Destino del escritor en la sociedad capitalista
2. El Realismo
2.1. Vigencia del realismo
2.2. El realismo proletario
2.3. El realismo crítico
2,4. Naturalismo y populismo
3. La forma artística
3.1. El rol de la imaginación
3.2. El problema del lenguaje y la técnica

         También contribuyó en la sección Opiniones comprometidas, con una crítica literaria que lleva por título: Un mundo para Julius, un fastuoso vacío.

         La actividad de Miguel era intensa. A las contribuciones ya mencionadas se sumó la crónica en coautoría con Antonio Gálvez Ronceros: Los sucesos de Huanta y Ayacucho, ocurrido los días 21 y 22 de junio de 1969, sucintados por el Decreto Supremo promulgado por el gobierno militar en el mes de febrero de 1969. Imponía sanciones económicas (cien soles mensuales) a los alumnos secundarios que obtuvieran notas desaprobatorias. Con esta crónica se inauguraba un suplemento de “Narración”:  Nueva crónica y Buen gobierno; en alusión a la extraordinaria denuncia que hiciera Huamán Poma.

         El 31 de julio de 1974 publicaron Narración N° 3.  Desde la Presentación, explicitan la postulación del grupo a la compatibilidad de la actividad política insertada en la lucha de clases y el valor artístico de la obra narrativa.  Y lo demuestran con la fusión de la revista con el suplemento: Nueva crónica y buen gobierno.

         Empieza la revista con un debate:  la vía pacífica hacia el socialismo o la captura del Poder a través de la lucha armada. Se tomó como escenario el caso de Chile con el triunfo electoral de Salvador Allende y el golpe militar del general Augusto Pinochet el 11 de setiembre de 1973; lo que demostró el fracaso de la transición pacífica al socialismo.  Uno de los argumentos: 

El poder se sustenta en la burocracia y el ejército, y éste, es el principal sostén del poder.  Mientras no se les derroque, de ninguna manera puede hablarse de toma del poder.

         Miguel contribuyó con un cuento Una vida completamente ordinaria. Plantea en él, las implicancias de la militancia política clandestina y una vida completamente ordinaria.  Otra contribución fue su extenso artículo en cual demuestra, una vez más, haber  asimilado la obra de Mariátegui; se trata de: Mariátegui, marxista-leninista. La finalidad de dicho artículo, en palabras de Miguel: desenmascarar y combatir a los que tergiversan, mutilan y calumnian al fundador del socialismo científico en el Perú.

         Sin embargo, su contribución trascendente fue 1971: Gran huelga minera.  Es un relato de los antecedentes, desarrollo y culminación de la huelga general del proletariado minero de Lima, Pasco, Junín y Huancavelica que confrontó a la empresa norteamericana Cerro de Pasco Corporation entre el 26 de octubre y el 15 de noviembre de 1971.  El equipo de redacción estuvo integrado, además de Miguel, por Vilma Aguilar, Ana María Mur y Gregorio Martínez. De similar valía es La Cronología de los sucesos de Moquegua y Cuajone, redactada por Ricardo Raéz y Oswaldo Reynoso.

         Por primera vez en el Perú se demostró que el trabajo en equipo, de investigación y redacción, ligado a las masas y desde una perspectiva clasista, es factible.  Dicha fecha de aparición, 31 de julio de 1974, debe ser considerada como una efeméride en el calendario de la historia social peruana.  Hicieron patente el verso hecho aforismo de César Vallejo:  toda voz genial, viene del pueblo y va hacia él.

         En suma, el principal aporte, entre otros, de Narración fueron las crónicas clasistas.  Mediante dichas crónicas participaron de manera directa en las luchas campesinas, obreras y masas pobres de la ciudad y del campo. Los textos hablaban de la resistencia popular y sus protagonistas, de sus vidas y situación económica y social.

         Paradójicamente, cuando el grupo de la revista había logrado resolver el dilema entre arte o política socialista y establecer una cabecera de playa en la lucha de clases cultural, se retiró  del teatro de operaciones. ¿Por qué sucedió tal implosión?

         Se pueden aventurar varias hipótesis explicativas.  ¿Problemas económicos?  ¿Diversidad ideológica interna?  ¿Viajes de sus integrantes?  ¿Desarrollo de  proyectos literarios personales?  ¿Temor a la represión de las instituciones del Estado y de las empresas trasnacionales?  En fin… únicamente quedan formulados los interrogantes.

         El mismo año 1974, que coincidió con la aparición del tercer y último número de Narración, Miguel sustentó su tesis de Bachiller, después de diez años de haber egresado de la universidad de San Marcos; la tituló:  Estructura e ideología en Todas las sangres. Si acaso le interesó  a Miguel un grado académico fue únicamente para afianzarse como profesor de literatura y asegurar su medio económico de sustentación.

         Al año siguiente, 1975, vio la luz, Monólogo desde las tinieblas que consagró a Antonio Gálvez Ronceros; quien le dio protagonismo  a los afrodescendientes de la campiña chinchana. (Ilustración del propio autor)

         En 1976 viajaron a China Miguel, Vilma y su pequeño hijo Dimitri llegaron el 29 de setiembre, a los veinte días del fallecimiento de Mao.  No fueron para prepararse en guerra de guerrillas; sino para oficiar de correctores de estilo de la revista China reconstruye, editada en castellano. Estuvieron alojados en el hotel de La Amistad junto con colegas de diversos países del mundo.

         En China sostuvieron un cotejo, nada agradable, entre su imagen del socialismo en China y el contacto con la realidad cotidiana al empezar las reformas económicas de Deng Xiaoping. Con la misma finalidad laboral de Miguel, Oswaldo Reynoso, se ausentó del Perú y viajó a China el año 1977.

         Mientras tanto, en Lima apareció el jocoso relato Canto de Sirena, que consagró a Gregorio Martínez como “el Arguedas de la Costa”. En dicho libro, Goyo acoge la vivacidad del lenguaje oral y la profundidad de la filosofía popular de los campiñeros de Nazca.  El mismo año, otro de los escritores del grupo Narración, Augusto Higa publica Que te coma el tigre; relatos del mundo de los adolescentes de barrio.  El equipito de Mogollón, fue el relato de ambiente futbolero que logró gran difusión. 

         En China Miguel concibió Babel El Paraíso; sin embargo, tuvieron que pasar varios años para que la plasmara en un relato. También en China seguía gestando su obra magna, La violencia del tiempo, pues en China adquirió, fortuitamente, el nombre de Primorosa para el personaje principal de su futura novela.  Miguel y Vilma permanecieron en China hasta el año 1979.  Año que ellos decidieron dar por concluido su contrato y retornar al Perú. 

         Deberá recordarse que al año siguiente de su retorno, el 17 de mayo de 1980, en víspera de elecciones, el Partido Comunista del Perú –denominado después, Sendero luminoso- expresó su rechazo a la democracia mediante la quema de la oficina electoral instalada en el pueblito de Chuschi (Ayacucho).  De esta manera dio inicio a la lucha armada para capturar el Poder.

         Luego de su regreso de China, Miguel se reincorporó a la Universidad La Cantuta como profesor de literatura y, además, dirigió una investigación con un equipo de auxiliares referida a La Generación del 50; incluía no solo a literatos, sino a intelectuales.

         Los días 18 y 19 de junio de 1986, durante el primer gobierno de Alan García acaeció el genocidio del penal El Frontón.  Entre los 135 reclusos asesinados figuraba Carlos Eduardo. Como todo padre, Miguel sintió mucho la muerte de su hijo; sin embargo, la ejecución extra judicial perpetrada con su hijo, en lugar de deprimirlo, le provocó un estado de frenesí creativo o para decirlo en términos de Miguel, estar con la mecha prendida o con el fuego encendido.  Acometió con mayor ímpetu la escritura del ensayo La Generación del 50 y también de la novela El Viento y la memoria. (Posteriormente titulada La Violencia del tiempo).
         La única arma punitiva que Miguel podía esgrimir era su acerada pluma.  Tal como lo explicita en una carta remitida al periódico El Diario. Lima 24 de abril de 1987. Apareció publicada el jueves 30 de abril en la sección Opinión.  Se trata de un entredicho que sostuvo con el periodista César Hildebrant:

Mi lucha la desarrollo en el plano de las ideas, de la escritura, de la creación de ficciones, pero -eso sí- al margen y en contra de la cultura y las instituciones oficiales (…) Nada heroica ni notable mi opción (reconozco) es modesta y por encima de las limitaciones y defectos que como individuos los tengo procuro ser coherente con el camino elegido.

         La guerra contrasubversiva era el telón de fondo de la época y desde donde escribía Miguel; en consonancia con ello, el 14 de mayo de 1988 fueron torturados, asesinados 39 campesinos desarmados entre madres, padres e hijos del pueblo de Cayara (Ayacucho).  Los cadáveres fueron desaparecidos por el ejército. Luego, también  fueron asesinados varios testigos. En esa fecha estaba de presidente de la república Alán García y como jefe del comando político militar de la zona de emergencia, el general José Valdivia Dueñas.

         En ese clima de tensión salió a la luz, el mismo año de la masacre de Cayara, en Ediciones Sétimo Ensayo, La Generación del 50: un mundo dividido. Historia y balance. La editorial registra como domicilio la casa de Miguel y de Vilma Aguilar:  Jr. Manuel Cuadros 382, departamento 507, Lima 1.  Miguel dedicó el libro a su hijo:

A Carlos Eduardo Ayala Aguilar, mi hijo, desaparecido durante el genocidio de los combatientes sociales presos en la isla El Frontón, Callao, Perú, los días 18 y 19 de junio de 1986, con estas palabras de Balzac:

“De todas las semillas confiadas a la tierra, la que da más rápida cosecha es la sangre vertida por los mártires”.
GUTIÉRREZ, Miguel:
La Generación del 50:  un mundo dividido.
Historia y balance.
Ediciones SETIMO ENSAYO 1.
Primera edición (Lima 1988) pp. 286.-


         En la solapa de la primera edición se expone lo que constituye el libro:

Este ensayo es un intento de estudiar críticamente a toda una generación a la luz de los acontecimientos históricos que caracterizan al Perú actual (…) Estas páginas fueron escritas desde la perspectiva de un pensamiento situado, entendiendo por tal una teoría general del conocimiento, una posición de clase, la dialéctica como método y la concepción de la sociedad como un todo en permanente contienda entre los factores retardatarios y las fuerzas transformadoras que la conforman. (…)


Diseño de la portada:  Balmes Lozano
Retrato de Miguel, dibujo (contracarátula):  Bruno Portuguéz

         Apeló al ensayo como género expositivo, continuando con la tradición mariateguiana y lo definió con suma claridad en el prólogo de su investigación:

El ensayo –discurso libre que navega entre la literatura, la filosofía y la ciencia- es una forma que conquistó desde siglos su autonomía (Montaigne lo legitimó confiándole su nombre, pero ya lo encontramos en Platón o en San Agustín) y se caracteriza por exponer de manera viva y vívida reflexiones, perplejidades o algunas certezas pensando en el lector común, no especializado, aunque sí amante de la aventura y la imaginación:  Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana –“el discurso del método del proletariado”, según Lenin- puede ser leído por un obrero y los ensayos de nuestro Mariátegui (además del placer que produce su lectura) sirven de reflexión y arman ideológicamente para sus luchas al proletariado y a los intelectuales progresistas y democráticos del Perú y Latinoamérica.  El ensayo, legítimo en sí mismo, es la forma que más convenía a un estudio que no oculta el yo, que incorpora a la subjetividad en el proceso de racionalización de una determinada democrática.

         La Generación del 50 fue un libro que tuvo una gran acogida y comentado de manera soterrada; así como también, criticado desde todos los flancos.  Pues, Miguel, hasta cierto punto,  no dejó títere como cabeza. Deberá tomarse en cuenta que su aparición ocurrió en el marco del auge de la guerra subversiva y contra subversiva.

         Miguel no recibió mayores críticas por los títeres que había degollado con su guadaña punitiva; sino por los personajes que había ponderado: Abimael Guzmán, intelectual y conductor de la guerra subversiva, Mario Vargas Llosa, novelista y, Jorge Eduardo Eielson, poeta.  Además, fue anatematizado de pro senderista.

         Había indicios que Miguel tenía cierta expectativa respecto al desenvolvimiento de la guerra subversiva; ya que el diagnóstico de la realidad peruana justificaba una subversión. Era consciente que Abimael Guzmán era quien le había puesto “el cascabel al gato” en la disyuntiva en que se debatía la izquierda peruana:  vía pacífica o vía armada para la conquista del Poder y transitar hacia el socialismo.  Por lo demás, como mariateguista sabía que:

no hay revolución mesurada, equilibrada, blanda, serena, plácida.  Toda revolución tiene sus horrores.  (p. 59)
MARIÁTEGUI, J.C.:  Aspectos viejos y nuevos del futurismo. Publicado originalmente en el diario El Tiempo:  Lima, 3 de agosto de 1921.  Tomado de El Artista y la Época, vol.  6 de las Obras completas de J.C.M.

         Sin embargo,  Miguel no era consciente que si triunfaba el fanatismo y la intolerancia él sería una de sus víctimas por su misma convicción mariateguista; es decir, su autonomía de pensamiento.  Y para ese ejercicio de la autonomía, se necesita libertad, como bien lo ha expresado Mariátegui:

El arte, como el hombre y la planta, necesita aire libre.
(p. 27  MARIÁTEGUI, J.C.: La torre de marfil.  Publicado en Mundial, revista. Lima, 7 de noviembre de 1924. Reproducido en El Artista y la Época, editorial Amauta, colección Obras Completas, Vol. 6.-

         El mismo año de 1988 también apareció Hombres de Caminos.  Libro que forma parte de la saga narrativa de la familia Villar, próxima a aparecer: con el título: La violencia del tiempo.

         Al poco tiempo de la publicación de Hombres de caminos, sostuve una conversación en su casa en torno a dicha novela.  En ella comprobé la tesitura mariateguista de Miguel. Teniendo en mente un principio fundamental de Mariátegui en su 7 Ensayos:   


Le formulé a Miguel el siguiente planteamiento para obtener su apreciación:

A.R.- Es fácil hallar sociólogos, historiadores, literatos, antropólogos, psiquiatras, etc., que estudian el pasado como una evasión para no comprometerse con la situación presente. En cambio, hay otros que a pesar de su temática ubicada en el pasado no se quedan allí; sino que la relacionan con el presente aportando elementos a la ideología dominante y disuadiendo a los sectores populares en sus propósitos reivindicativos. Tú encarnas una opción diferente, como lo has demostrado con Hombres de caminos; en tal sentido, quisiera que la hagas explícita.

M.G.- A mí el pasado mismo no me interesa. El pasado me interesa en la medida que explica un presente y prepara un porvenir. Cuando un escritor o un novelista -para situamos en mi propio campo- toma una lucha popular ocurrida hace cincuenta o cien años, pero hablando al presente plantea que esta lucha, tan cargada de heroísmo y abnegación, fue, sin embargo inútil, está dando un mensaje, revestido con la caduca filosofía del humanismo burgués, según el cual los pueblos no deben seguir el camino de la rebelión armada; pues ésta no trae sino muerte y destrucción. Por cierto, un mensaje de esta naturaleza va contra la corriente de la historia; porque si las rebeliones fracasan o han fracasado -lo cual es verdad-, no por eso el pueblo deja de seguir levantándose en armas, ya que el pueblo tiene otro sentido de la muerte y, además, mediante el desacato la rebelión de los pueblos adquiere su mayor dignidad humana.
Entonces yo no utilizo el pasado, digamos, en el caso de la rebelión popular para condenarla, por el contrario, lo exalto y comprendo.

         Prosiguiendo mi indagación para comprobar la tesitura mariateguina de Miguel, le ofrecí otro planteamiento para que se proyectara, y es el siguiente:

A.R.-Dime, Miguel ¿no serás un hombre poseído de una fuerte agresividad que la descargas vigorosamente en el escenario literario -donde contienden las ideas- con la destreza de tu pluma y bajo la orientación de la filosofía marxista?  En relación a lo dicho, ¿suscribirías la siguiente proposición?: las armas no son los únicos pertrechos bélicos. ("1879 cien años después", exposición de Luis Jaime Cisneros -Julio de 1979- ante los jefes y oficiales de la Guarnici6n de Lima, en el auditórium del Ministerio de Guerra).

M.G.- En efecto, existe también el arma de la crítica; pero nada se podría alcanzar sin la crítica de las armas. Si no se comprende esto último, estaremos condenados a vivir para siempre en la ilusión.

La presente conversación se llevó a cabo
en la casa de Miguel Gutiérrez el año 1988.
Publicada por la revista SIETEVIENTOSN°4,
Año III, Sullana, Piura, diciembre de 1992, pp. 25/37.-

         Antes de la reaparición de Miguel después de 19 años, desde su novela formativa El Viejo saurio se retira del año 1969, el caustico periodista César Hildebrant le había dicho que era un escrito mínimo; y no le faltaba razón. Parecería que el impacto de esa frase le sirvió de acicate, pues, desencadenó su ímpetu creativo.  Pero, no es tan simple; puesto que Miguel vivía una situación conflictiva.  Dejemos que Miguel nos lo explique a través de la pregunta que le formulé en el conversatorio en torno a Hombres de caminos: ¿Cuál es tu concepción del oficio del escritor? He aquí su respuesta:

Pienso que el escritor se debate entre dos solicitaciones. Por una parte, la pasión literaria y, por otra parte, el requerimiento social. Tú sabes que las pasiones son exclusivas o tienden a lo exclusivo. Es una contradicción que el escritor debe darle solución de alguna manera.

         En alusión a la respuesta de Miguel, traigo a colación que en alguna de las conversaciones personales, me dijo que se interesaba por el escritor y militante comunista mexicano José Revueltas; quien tuvo un conflicto similar al de Miguel.  Para Revueltas no debía existir la separación entre política y arte, entre escritor y militante. Pero es curioso, que Miguel en sus escritos o exposiciones públicas no mencionara a Revueltas…

         Publicadas La generación del 50, y Hombres de caminos, Miguel tomó una determinación transcendental en su vida: dedicarse exclusivamente a escribir.  Asimismo, se dijo: uno no puede ser literato de fin de semana.  Para lo cual solicitó su jubilación adelantada por sus servicios prestados a la universidad.  Y se dedicó al ejercicio de su vocación hasta la última exhalación de su existencia.  Escribir era su manera de vivir.

         Como aún le faltaba concluir La Violencia del tiempo; Miguel se dedicó a continuar escribiéndola.  En esa época, Miguel me buscaba para dar un paseo por algún parque.  Mientras caminábamos, me narraba sus avances; luego de escucharlos, me preguntaba mi opinión y nunca la discutía.  Presumo que era por cortesía, pues, yo no tenía un gran conocimiento de literatura y lo que se de literatura lo aprendí por conversaciones con él.  Me parece que los paseos conmigo los hacía para afianzarse en lo que estaba escribiendo y relajarse.

         Sin embargo, ese relativo relajamiento era intermitente, pues, no podía ser indiferente ante la represión gubernamental durante el primer gobierno aprista de Alan García contra los dirigentes sindicales como es el caso del secuestro, tortura y asesinato de Saúl Cantoral Huamaní, secretario general de la Federación Nacional de Trabajadores  Mineros, Metalúrgicos y Siderúrgicos del Perú; y de Consuelo García, promotora social, ocurrido en Lima el 13 de febrero de 1989.  Otro suceso de gran repercusión, se produjo la noche del 09 de noviembre: la caída del muro de Berlín y el inicio de la reunificación de Alemania que marca el fin de la era estaliniana…

         Uno de esos días se presentó Vilma con la alegría que la caracterizaba para anunciarle a Miguel que había conseguido el lugar ideal para que continuara escribiendo, pues era amplio cómodo y apacible. Al ver a Vilma alborozada con la noticia, Miguel la percibió esplendorosa como una libélula batiendo sus alas y suspendida en el aire.  Era una especie de hostal ubicado en Santa Clara, lugar cercano a Lima.  De propiedad de la Asociación Nacional  de Cesantes y Jubilados de Educación (ANCIJE).

         Al hospedarse en el local de ANCIJE, Miguel pasó a la “clandestinidad”.  Era la manera de que se concentrara y no tuviera interrupciones.  Yo era el único de los amigos que sabía en donde estaba y permitido de visitarlo de vez en cuando.  Sin embargo, Miguel tuvo algunas distracciones.  Se averiguó, con el viejo guardián, a quien había pertenecido el local y qué función tuvo.  El local había pertenecido opulento banquero limeño y homosexual, proyectado para sus fiestas íntimas de fin de semana.  También se informó de la vida de los dos únicos huéspedes: un sacerdote y un exdirector de teatro, ambos jubilados.

         En octubre de 1991 salió a la luz pública La Violencia del tiempo. A los pocos meses de su publicación, se agotó y fue reeditada.  El acierto editorial correspondió a Carlos Milla Batres; quien, con intuición de artista y empresario, se aventuró a publicar una novela de más de mil páginas y de un autor, entonces, no tan conocido.  La corrección de las pruebas de galera estuvo a cargo del historiador Carlos Araníbar, a petición de su alumno el editor Milla Batres.  Miguel;  se sintió sumamente complacido. La ponderación de Miguel hacia Araníbar se acrecienta con el tiempo, lo considera gran humanista, ensayista de prosa deslumbrante y gramaticalmente impecable.  (“El Maestro oculto”, revista Libros & Artes Nos. 78-79, Lima, marzo 2016, p. 7)

         Aunque el “epicentro” de su novela es Piura los escenarios trascienden la frontera nacional.  Miguel nos presenta y explica literariamente el problema de nuestro país como nación; premunido, implícitamente, del aserto mariateguista de que nuestro país es una nación en formación.  Manejó dialécticamente la disolución de las identidades que constituyen nuestra nación, aunque no desemboca en el eclecticismo ni en el nihilismo; tampoco provoca una reacción fundamentalista.  Aquí es pertinente recordar que Miguel es, ante todo, un literato.  Con ello contribuye a contrarrestar las verdades absolutas, el fanatismo, los prejuicios, el maniqueísmo, las historias oficiales y demás estigmas.  En ese sentido, su propuesta es literaria y novedosa:  El libro perpetuo de la comunidad

         Sorprendió que “El Comercio”, que lo había ignorado, publicara, el 15 de diciembre de 1991, un comentario a  La violencia del tiempo de Ricardo González Vigil, colaborador del diario y reconocido crítico literario.  Calificó a la novela como una de las mejores novelas del idioma.  Con ello le dio el espaldarazo literario.

         A pesar de su relación ambivalente con Piura, Miguel estuvo arraigado a su terruño.  La violencia del tiempo está “salpicada” de piuranismos, que tal vez haga difícil su traducción.  La comida típica de Piura era de su agrado; por eso le solicitaba a su mamá que el día de su cumpleaños fuera ella quien cocinara.  A su piuranidad también ha contribuido su entrañable y fiel amigo, desde su etapa escolar, Efren Alfajeme.  A él, seguramente, le debe alguna historia de las noveladas por Miguel.

         Efren tenía la prestancia de los humildes y una discreción expresiva.  Tal era la amistad de ambos, que cuando Miguel intentó viajar a EE. UU.  le dije:  ¿Y qué te vas hacer, sin Efren?  ¡Tienes qué llevarlo! La piuranidad de Miguel también se expresó al presentarle a mi amigo Yamunaqué, notable ceramista de Chulucanas. Rápidamente simpatizó con él; y lo trataba de “paisano”; es decir, coterráneo.  Otro amigo piurano fue Aurelio Díaz, notario, quien lo auxiliaba de los aprietos burocráticos que le ocurrían.

         Con La violencia del tiempo, Miguel no solo reveló su excelencia artística; sino también su vocación literaria; es decir, su extraordinaria fuerza de voluntad para compensar su restricción presupuestaria.  No tenía máquina de escribir y mucho menos computadora.  Le presté mi vieja máquina de escribir.  Y escribió a máquina un original y dos copias con papel carbón.  ¡Imagínense! Borrar cada error de tipeo, pacientemente, de un texto que impreso tuvo más de mil páginas.

         Después de ese agotador esfuerzo, tomó la decisión de comprarse una computadora.  Fue a mi casa para que lo acompañara a comprar una computadora.  Al poco tiempo aprendió a escribir en computadora.  Lo que motivó que yo también me comprara una computadora. Pues, pensé, si Miguel es un inútil para las cosas prácticas, entonces yo también puedo escribir en computadora.  (Gracias, Miguel por tu motivación)

         El 3 de noviembre de 1991, es decir, al mes siguiente de la publicación de La Violencia del tiempo, sucedió la llamada Matanza de los Barrios Altos en aplicación de la política de terrorismo de Estado del presidente Fujimori.  Ahí mataron hasta un niñito.

         Por esa fecha, un paisano de Miguel, el fotógrafo Julio Olavarría, que residía en Suiza, le remitió unas postales de su autoría para que escribiera glosas al pie de cada una. Miguel emprendió la tarea en el contexto de la época marcada por la ofensiva antisubversiva del gobierno de Fujimori.

         La intensificación de la ofensiva antisubversiva se inicia el 5 de abril de 1992 con el llamado “autogolpe”; el presidente Alberto Fujimori centraliza todos los poderes del Estado bajo su jefatura y consolida su dictadura cívico-militar. El terrorismo de Estado como política se había trasladado a la capital.

         Con los amplios poderes que detenta, el gobierno emprende, desde el 6 al 9 de mayo un operativo militarizado desproporcionado para masacrar a los prisioneros y prisioneras  por el delito de subversión en el Establecimiento Penal de Máxima Seguridad “Miguel Castro-Castro”. En el desigual operativo bélico, cayeron abatidos numerosos prisioneros; entre ellos, la que fuera esposa de Miguel, Vilma Aguilar Fajardo (03.06.1930/07.05.1992).

         El Estado, representado por el presidente Fujimori no recurrió a mecanismos alternativos tendientes a lograr una solución negociada del conflicto con los internos del penal y rechazó la intervención de la Cruz Roja Internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Comisión Episcopal de Acción Social y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, cuyos representantes ofrecieron mediar en el conflicto.  El Estado tampoco prestó auxilio humanitario a muchos internos gravemente heridos.

         La incineración del cadáver de Vilma se llevó a cabo en el crematorio del cementerio Británico de Bellavista. Antes de depositar sus cenizas, Cecilia accionó su tocadiscos portátil y escuchamos cantar a Vilma “Huérfano pajarillo” a través de un Lp. que grabara con el Conjunto Evocación Huanta. El arrobamiento fue de tal magnitud que permanecimos estáticos y silentes. Fue una experiencia mística.  Luego Miguel leyó un breve texto de su autoría que por el contenido y la excelencia artística merecería compartirlo con quienes nos  encariñamos con Vilma.

         Continuando con su inflexible política de Estado del presidente Fujimori, el 18 de julio de 1992 perpetraron el asesinato e incineración de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta ejecutado por el escuadrón de la muerte, llamado grupo Colina, perteneciente al Servicio de Inteligencia de las FF.AA. 

         Mientras tanto, Miguel escribía las glosas a las fotos que su amigo Olavarría le había remitido; se entusiasmó tanto, que le dio vuelo a su imaginación creadora; resultando una novela.  En agosto de 1992 se terminó de imprimir La destrucción del Reino; novela escrita y publicada poco antes de la captura de Abimael Guzmán, bajo el sello de la editorial Milla Batres S.A.  Ahí se patentiza el concepto de Mariátegui de la interrelación entre ficción y realidad:

… la ficción no es libre. Más que descubrirnos lo maravilloso, parece destinada a revelarnos lo real.  La fantasía cuando no nos acerca a la realidad nos sirve bien poco. (…)  La fantasía no tiene valor sino cuando crea algo real.  Esta es su limitación.  Esta es su drama.
(MARIÁTEGUI, J.C.:  La realidad y la ficción. Publicado en la revista Perricholi, Lima, 25 de marzo de 1926. Reproducido en El Artista y la Época, editorial Amauta, colección Obras Completas, Vol. 6, p. 26.  (Lima, 1959)

         En La destrucción del reino, Miguel, nuevamente, revela aspectos de la historia social piurana con el enfoque de la lucha de clases.  Es un escritor situado, pues se identifica con una de ellas. Mencionaré una de las historias de mi preferencia; me refiero a La Zarca, mujer que jefatura una partida de bandoleros en Piura (pp. 63/90). Este es uno de los dos casos excepcionales en el mundo; el otro ocurrió en La India, según lo ha registrado el renombrado historiador inglés Eric Hobsbawm.

         De las galanuras del lenguaje artístico de toda obra literaria, sustraigo unas palabras que me encantaron:

… las apetencias crapulosas se tornan más imperiosas cuanto más el cuerpo declina y la filuda guadaña de la muerte se alza centellante. (p. 95)

         De La destrucción del reino tomo una paráfrasis que Miguel elabora a partir de un concepto de Mariátegui, en la que sustituye la palabra revolución por guerra; he aquí:

En toda guerra los hombres abjuran de la civilización, cometen excesos y dan rienda suelta a sus soterrados instintos homicidas.
(p. 25 La destrucción del reino Ed. Milla Batres S.A. (Lima, setiembre de 1992)

         Asociada al protagonismo de género de La Zarca en La Destrucción del reino, deberá recordarse que el comité central de Sendero luminoso estaba compuesto por trece mujeres y siete hombres. Otro caso excepcional.

III.-La captura de Abimael Guzmán Reynoso

         La captura de Abimael Guzmán es el tercer hito que señala el último punto de inflexión en el periplo vital de Miguel.  La noche del 12 de setiembre de 1992 aconteció en Lima la captura de Abimael Guzmán.  La captura de un dirigente de un movimiento subversivo no es improbable; pero la captura de Abimael Guzmán causó sorpresa y conmoción en todas partes.  No tanto por el hecho en sí mismo; sino por la forma de la captura.

         Fue una exitoso operativo “de alta cirugía” de la Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE).  Contó con el estímulo económico y con el apoyo tecnológico de la Central de Inteligencia Americana (CIA) por mediación de la embajada norteamericana.  Sucedió tal como en el ajedrez; la jugada brillante, no solo se produce por la genialidad de uno de los jugadores; sino por un error del adversario.

         La captura de Abimael Guzmán no fue llamada como tal por Miguel, sino, con su intuición de literato, la denominó la caída de Abimael Guzmán. Aquí la impresión que le produjo relatada varios años después del acontecimiento:

Recuerdo que mientras veía por la televisión las incidencias de la caída del “Presidente Gonzalo”, acudieron en tropel a mi mente sucesos, escenas e imágenes sobre el altísimo costo que significó para el pueblo peruano y los propios combatientes el desarrollo de la guerra.  Entonces recordé la primera visita que hice a un familiar en el Frontón.  A la entrada del pabellón de los prisioneros de guerra había un enorme cartel en el que se leía una cita de Mao:  Quién se atreve a ser cortado en mil pedazos podrá desmontar al emperador, y como lo fui sabiendo, no se trataba de una frase retórica o demagógica, pues no pocos militantes murieron de esa manera, literalmente, pero ahora el “Presidente Gonzalo”, según veía por televisión las incidencias de su apresamiento, había olvidado la vieja sentencia maoísta. (Figura en el prólogo ampliado a la 2da. Edición de La Generación del 50 del año 2008; pp. 22 y 23)

         La expresión escrita, de un suceso impactante, siempre es meditada y, más aún, cuando han transcurrido varios años de la ocurrencia.  En cambio la conducta reactiva expresada con la inmediatez del suceso y coloquialmente tiene la carga emotiva de la vivencia.  Miguel no estuvo consternado; sino, sumamente indignado.  Pues, había estado a la expectativa del desenvolvimiento de Sendero Luminoso como lo corrobora su estudio de La Generación del 50.

         El Partido Comunista del Perú, llamado Sendero Luminoso fue denominado así porque sus comunicados oficiales concluían con un eslogan o consigna: Por el luminoso sendero de Mariátegui; sin embargo, no mariateguisaron el camino hacia el triunfo de la revolución; lo que condujo a la derrota, sobre todo, militarmente; aunque, su mayor aporte fue la militarización del partido.  ¡Vaya paradoja! De lo que se concluye, que la preparación militar no es suficiente para la victoria de cualquier revolución.

         Luego de la captura de Guzmán por la DIRCOTE, el grupo Colina, ya mencionado, asesinó el 18 de diciembre de 1992 a Pedro Huillca Tecse, secretario general de la Confederación General de Trabajadores del Perú; lo que facilitó la conculcación de los derechos laborales y sociales obtenidos en largos años de luchas.

         Con el ímpetu narrativo desencadenado, Miguel, el año 1993, publicó Babel el paraíso; que, según su autor: Puede ser considerada como una parábola burlesca sobre el socialismo, el poder y la convivencia humana.  Ese mismo año trabó amistad con el crítico de literatura Ricardo González Vigil; quien le diera el espaldarazo en 1991 con su comentario a La violencia del tiempo.

         A partir de la captura de Abimael Guzmán, Miguel empieza a publicar con profusión una serie de ensayos sobre literatos y sus obras. A la pregunta: ¿En qué tipo de lector piensa cuando escribe sus ensayos?  Miguel, responde:

Pienso en un lector que ama la literatura, pero que no ha tenido acceso a la vida académica, que no ha seguido cursos especializados, pero que quiere saber más de literatura. Pienso, también, en los profesores de secundaria que van a transmitir esto a los alumnos, pienso en estos alumnos y en los universitarios. Por supuesto empleo todo el rigor, pero procuro que sea un lenguaje no difícil, no hermético como se utiliza en el mundo académico.
Por Carlos M. Sotomayor
Fuente: Correo, Lima 01/07/7
http://www.correoperu.com.pe/paginas_nota.php?nota_id=50973&seccion_nota=4

         Paralelamente a los ensayos, Miguel continuó escribiendo y publicando novelas que son de conocimiento público.  Toda su vida la organizó para escribir.

         La posición actual de Miguel la explicitó en el párrafo final del prólogo que escribió en abril del 2007 para su libro de ensayos Un Pacto con el Diablo (Ensayos 1966/2007), ahí declaró:

Visto desde la perspectiva que confieren los años, el autor de los trabajos aquí reunidos es un individuo que, persistiendo en los principios básicos que han orientado su vida –su adhesión a la causa popular y al socialismo, y su distancia de los poderes que gobiernan al mundo-, no ha permanecido inmune ante los acontecimientos históricos, sociales y políticos que sacudieron al Perú y el mundo en las décadas finales del siglo pasado y comienzos del siglo XXI.  Este proceso, naturalmente, ha influido en mi pensamiento y en mi escritura.  Así he morigerado en algo el tono confrontacional, de mis exposiciones.  He cuidado en matizar más mis planteamientos, he conferido más peso a la línea del placer que toda obra válida suscita, he acentuado cierto espíritu heterodoxo que siempre estuvo en mí y he añadido una razonable dosis de escepticismo a todas mis certezas sociales humanas.

         El comentario del importante párrafo le corresponde a los lectores. Yo simplemente hago dos pequeñas observaciones al voluminoso libro de la compilación de sus ensayos.  La primera, quien estuvo al cuidado de la edición y colaboró con la selección de los textos fue Mendiz Inocente F., profesora de literatura y a quién Miguel llamaba cariñosamente “mi flaquita”.  Me permito decir que Miguel sin Mendiz ni Vilma, sus esposas, no hubiera sobrevivido y llegado a ser el connotado escritor que conocemos.  La segunda observación que refleja la personalidad de Miguel se refiere a la dedicatoria del mencionado libro: A mis buenos hermanos José y Socorro.  Indudablemente, que Miguel tiene justificada razón; pero, tuvo, además, otro hermano y otra hermana...

         En sus afectos o desafectos, Miguel, como artista, es apasionado. En tal sentido, su cariño y admiración al Mayor E.P. (R) Víctor Villanueva lo retribuyó el año 2013 escribiendo el prólogo a La Mina y otros relatos; del cual transcribo el párrafo final:

el mayor Villanueva incursionó en la narrativa, porque, entre otras razones, vio en la literatura, tal como la concebía el realismo social, un medio para continuar en el combate por un mundo social más justo y humano.  Y lo hizo como todos los compromisos que asumió en su vida con convicción, disciplina y solvencia literaria.

         Finalmente, no dejo de mencionar –de pasada- que a Miguel lo han criticado por sus novelas cuya trama comprende la guerra interna ocurrida en nuestro país: Kymper (2014) y Confesiones de Támra Fiol (2009); poniendo en cuestión su esencia marxista.  En contraposición, me aventuro a suponer que si Mariátegui estuviera redivivo, le haría a Miguel el mismo comentario que le hiciera a la escritora rusa Lidia Seifulina:

…no es posible pedirle una literatura de rigurosa trama socialista.  La Seifulina no es una teorizante ni una funcionaria socialista; sino una artista.  (Trotsky ha planteado ya, en sus justos términos, la cuestión del arte proletario).
Mariátegui, J.C.:
Caminantes” por Lidia Seifulina
Variedades, revista. Lima, 15 de enero de 1927.
Tomado de Signos y Obras.
Ediciones populares de las obras completas
Primera etapa, volumen N° 7
Empresa editora Amauta
1ra. Edición. (Lima, 1959) pp. 186.-


         A manera de colofón, concluyo el ensayo Miguel Gutiérrez, literato mariateguista con las palabras iníciales de Miguel al recibir la distinción como Doctor Honoris Causa por la Universidad Ricardo Palma el 15 de noviembre del 2013:

El título de mi conferencia es La novela y la vida, que como ustedes habrán advertido pertenece a José Carlos Mariátegui.  Lo he tomado en préstamo por dos razones: porque soy un mariateguista de corazón y porque fue Mariátegui quien me introdujo en las escuelas de vanguardia de las dos primeras décadas del siglo XX.
Antonio RengifoBalarezo
Lima, agosto del 2018.


Nota.-
Texto que formará parte del libro en homenaje a Miguel Gutiérrez que publicará en diciembre la universidad particular Ricardo Palma.

Continuará....