Mostrando entradas con la etiqueta Neurociencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Neurociencia. Mostrar todas las entradas

martes, 15 de octubre de 2024

LAS LIMITACIONES DEL CEREBRO HUMANO EN EL AVANCE CIENTÍFICO TECNOLÓGICO


Lunes, 14 de Octubre de 2024

La Redacción

El cerebro humano es una de las máquinas más complejas y poderosas que existen en el universo conocido. Nos ha permitido desarrollar tecnologías impresionantes, explorar el espacio y desentrañar los misterios del ADN. Sin embargo, a medida que la ciencia y la tecnología avanzan a una velocidad sin precedentes, nos enfrentamos a una realidad: nuestro cerebro, con todas sus capacidades asombrosas, tiene limitaciones inherentes. Estas limitaciones pueden estar frenando el próximo gran salto en el progreso científico y tecnológico. Entonces, ¿qué podemos hacer para superar estas barreras cognitivas y seguir impulsando la innovación?


Las Limitaciones Cognitivas del Cerebro Humano

Aunque el cerebro ha sido fundamental en el desarrollo de civilizaciones y tecnologías avanzadas, no está libre de limitaciones. Aquí presentamos algunos de los principales obstáculos cognitivos que enfrentamos:

1. Capacidad de Procesamiento y Memoria

El cerebro humano, aunque eficiente, tiene una capacidad limitada para procesar información de manera rápida y precisa. A diferencia de las computadoras, que pueden realizar millones de operaciones por segundo, nuestra mente se enfrenta a restricciones en su velocidad de procesamiento y en la cantidad de información que puede manejar a la vez.

La memoria a corto plazo, por ejemplo, solo puede retener entre cinco y nueve elementos simultáneamente, una limitación conocida como el "número mágico" de la psicología. Esta restricción hace que sea difícil para los humanos manejar grandes cantidades de datos sin perder información crucial o cometer errores de cálculo.

2. Sesgos Cognitivos y Toma de Decisiones

El cerebro humano está plagado de sesgos cognitivos, que son atajos mentales que nos permiten tomar decisiones rápidas pero, a menudo, inexactas. Estos sesgos afectan la forma en que interpretamos la información y tomamos decisiones, lo que puede obstaculizar el pensamiento crítico y la innovación científica.

Entre los sesgos más comunes están el sesgo de confirmación, que nos lleva a buscar información que confirme nuestras creencias preexistentes, y el sesgo de anclaje, que nos hace depender demasiado de la primera información recibida. Estos atajos mentales pueden limitar nuestra capacidad para ser objetivos y evaluar nuevas ideas de manera imparcial.

3. Capacidad de Abstracción y Complejidad

A medida que los problemas científicos y tecnológicos se vuelven más complejos, se requiere un nivel elevado de abstracción para comprenderlos y resolverlos. Sin embargo, el cerebro humano tiene una capacidad limitada para manejar conceptos extremadamente abstractos y multidimensionales.

En áreas como la física cuántica y la inteligencia artificial, donde las interacciones y variables pueden ser infinitamente complejas, nuestra capacidad para visualizar y comprender estos sistemas tiene sus límites. Esto podría estar frenando la innovación en campos emergentes y altamente avanzados.

4. Falta de Capacidad Multitarea Real

Aunque muchos afirman ser buenos para hacer varias cosas a la vez, la multitarea real es en gran medida un mito. En realidad, nuestro cerebro no es capaz de procesar múltiples tareas complejas simultáneamente sin comprometer el rendimiento. Cuando tratamos de hacer más de una tarea a la vez, sufrimos una pérdida de eficiencia y una mayor propensión a cometer errores.

En un mundo cada vez más acelerado, donde los desafíos científicos y tecnológicos requieren atención a múltiples frentes, esta limitación puede ser un obstáculo importante para maximizar la productividad cognitiva.


Soluciones para Superar las Limitaciones del Cerebro Humano

A medida que nos enfrentamos a estas limitaciones cognitivas, los científicos y tecnólogos están trabajando en diversas soluciones para ayudar a superar estas barreras y expandir nuestras capacidades mentales. A continuación, presentamos algunas de las estrategias más prometedoras.

1. Inteligencia Artificial y Aumentación Cognitiva

La inteligencia artificial (IA) se está convirtiendo en una herramienta indispensable para superar las limitaciones humanas. Los sistemas de IA pueden procesar grandes cantidades de datos a velocidades inalcanzables para el cerebro humano y detectar patrones complejos que serían imposibles de discernir por sí solos.

Una de las aplicaciones más prometedoras es la aumentación cognitiva, en la que la IA trabaja junto con el cerebro humano para mejorar sus capacidades. Esto incluye desde asistentes de IA que ayudan en la toma de decisiones hasta sistemas avanzados que pueden sugerir soluciones innovadoras a problemas complejos, como la investigación médica y la optimización de sistemas tecnológicos.

2. Interfaces Cerebro-Computadora (BCI)

Las interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés) son dispositivos que permiten la comunicación directa entre el cerebro humano y las máquinas. Esta tecnología tiene el potencial de ampliar nuestras capacidades mentales al permitirnos controlar dispositivos con el pensamiento, y podría permitirnos expandir nuestra capacidad de procesamiento de información.

El fundador de SpaceX y Tesla, Elon Musk, ha invertido en esta área a través de su empresa Neuralink, que busca desarrollar implantes cerebrales capaces de aumentar las habilidades cognitivas humanas. Si bien estos desarrollos aún están en fases tempranas, ofrecen una visión emocionante de un futuro en el que el cerebro humano podría estar directamente conectado a la tecnología para superar sus limitaciones innatas.

3. Neurociencia y Estimulación Cerebral

El campo de la neurociencia también está explorando formas de mejorar la capacidad del cerebro mediante la estimulación cerebral. Técnicas como la estimulación magnética transcraneal (TMS) y la estimulación transcraneal por corriente directa (tDCS) han mostrado resultados prometedores en la mejora de la memoria, la atención y la capacidad de aprendizaje.

Estos enfoques se basan en la estimulación de áreas específicas del cerebro mediante impulsos eléctricos o magnéticos, lo que podría ayudar a compensar las deficiencias cognitivas y mejorar el rendimiento general.

4. Neuroplasticidad y Entrenamiento Mental

El cerebro humano es notable por su neuroplasticidad, es decir, su capacidad para reorganizarse y formar nuevas conexiones neuronales a lo largo de la vida. Esto significa que, con el entrenamiento adecuado, podemos mejorar nuestras habilidades cognitivas a pesar de nuestras limitaciones innatas.

Los programas de entrenamiento mental que mejoran la memoria, la resolución de problemas y la atención se están volviendo cada vez más populares. Además, el uso de tecnologías como la realidad virtual para simular entornos complejos puede ayudar a entrenar la mente para manejar problemas de alta abstracción y dificultad.

5. Genética y Modificación Cognitiva

La modificación genética es otra frontera que podría permitir a los humanos superar sus limitaciones cerebrales. Con el avance de herramientas como CRISPR, los científicos están explorando la posibilidad de modificar genes relacionados con la inteligencia y el procesamiento cognitivo.

Aunque todavía estamos lejos de ver aplicaciones prácticas y éticas de esta tecnología, es posible que en el futuro la genética juegue un papel clave en la mejora de las capacidades mentales y la reducción de los sesgos y limitaciones cognitivas.


El Futuro de la Expansión Cognitiva

A medida que nos acercamos a los límites naturales de lo que el cerebro humano puede lograr, la integración de la tecnología, la inteligencia artificial y la neurociencia promete expandir nuestras capacidades más allá de lo que hoy consideramos posible. Con las herramientas adecuadas, podemos vencer las barreras cognitivas que han limitado la innovación durante milenios.

El futuro de la ciencia y la tecnología no está solo en la creación de máquinas más inteligentes, sino también en cómo podemos integrar esas máquinas con nuestra propia biología para maximizar nuestro potencial. A medida que avancemos, podríamos estar a punto de ver una nueva era de progreso humano impulsada por la fusión de nuestra mente con la tecnología.

Fuente: https://noticiasdelaciencia.com/art/52277/las-limitaciones-del-cerebro-humano-en-el-avance-cientifico-y-tecnologico

 

domingo, 14 de noviembre de 2021

EL CONOCIMIENTO ES UNA PROPIEDAD EMERGENTE DEL CEREBRO COLECTIVO DE NUESTRA ESPECIE

Gerd Altmann en Pixabay.

 

Eduardo Martínez de la Fe

9 noviembre, 2021

La neurociencia cognitiva debe abrir una nueva era de investigación que reconozca que el conocimiento humano no es la suma de muchos cerebros individuales, sino una propiedad emergente de nuestra especie basada en un cerebro colectivo.

Si queremos comprender el papel que desempeña el conocimiento en la inteligencia humana, es necesario mirar más allá del cerebro individual y estudiar la comunidad.

Esta es la propuesta que realizan el neurocientífico Aron Barbey, profesor de psicología en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign; Richard Patterson, profesor emérito de filosofía en la Universidad de Emory; y Steven Sloman, profesor de ciencias cognitivas, lingüísticas y psicológicas en la Universidad de Brown, en un rompedor artículo publicado en Frontiers in Systems Neuroscience, según se informa en un comunicado.

Su punto de partida, que la cognición humana se extiende al mundo físico y al cerebro de los demás: es, en gran medida, una actividad de grupo, no individual, porque dependemos de los otros para razonar, juzgar y tomar decisiones.

Tema relacionado: La consciencia no sería solo individual y privada, sino también grupal

Perspectiva limitada

Añaden que los métodos neurocientíficos empleados en la actualidad, como la resonancia magnética funcional (que mide pequeños cambios en el flujo sanguíneo que ocurren con la actividad del cerebro), se diseñaron para rastrear la actividad en un cerebro individual.

Sin embargo, estos métodos tienen una capacidad limitada para capturar la dinámica que ocurre cuando los individuos interactúan en grandes comunidades, por lo que plantean la necesidad de ampliar los estudios neurocientíficos más allá de los cerebros individuales.

Piden a los neurocientíficos que incorporen las disciplinas de las ciencias sociales para comprender mejor cómo piensa la gente.

Plantean que se necesita incorporar, no solo los descubrimientos de las neurociencias, sino también los de la psicología social, la antropología social y otras disciplinas, porque están mejor posicionadas para estudiar la cognición humana en su conjunto.

Nueva evidencia

Este planteamiento responde a una evidencia cada vez más reconocida, tal como plantea el Instituto Kavli: el inmenso éxito ecológico de nuestra especie no ha dependido de nuestra inteligencia o racionalidad abovedada, ni de ninguna serie de adaptaciones genéticas locales, como ha ocurrido en otras especies.

La supervivencia y el éxito humanos son el resultado de la herencia de grandes cuerpos de información transmitida culturalmente, que se acumula y se agrega a lo largo de generaciones para producir adaptaciones culturales, añade.

Y concluye: por lo tanto, nuestra inteligencia aparente se deriva más de nuestros cerebros colectivos, que de nuestra inteligencia individual. Algo que también está asociado a la innovación, tal como ha planteado, entre otros, el profesor asociado de psicología económica en la London School of Economics, Michael Muthukrishna.

Capturar el cerebro colectivo

Los autores de este artículo plantean que el gran desafío para la neurociencia cognitiva es cómo capturar el conocimiento que no reside en el cerebro individual, sino en nuestro cerebro colectivo.

Eso supone trascender la idea dominante hasta ahora de que el conocimiento está representado en un cerebro y representado por un individuo, y que a lo más que llega ese conocimiento es a su transferencia entre individuos.

Los investigadores añaden que la cognición humana es en realidad una empresa colectiva y que, por lo tanto, no se encuentra dentro de un solo individuo.

Más bien es una propiedad emergente: refleja el conocimiento y las representaciones colectivas que se distribuyen dentro de una comunidad, en este caso, la especie humana.

Potenciar el nuevo enfoque

Destacan que la neurociencia cognitiva no ha ignorado estas tendencias en el estudio de la cognición, aunque advierten que estos aspectos han sido relativamente poco investigados.

No obstante, detallan que lo avanzado en ese campo representa un marco prometedor para extender la neurociencia cognitiva más allá del estudio de los cerebros individuales y de sus interacciones con otros cerebros.

Concluyen que la neurociencia cognitiva, tal como está planteada en la actualidad, no puede explicar el funcionamiento mental, por lo que proponen una serie de líneas de investigación que podrían ayudar a comprender mejor el emergente fenómeno del cerebro colectivo.

Nueva era de neurociencia cognitiva

Plantean que una mayor comprensión de cómo las personas comparten conocimientos ayudaría a revelar la naturaleza real y los límites de la representación neuronal, y arrojaría luz sobre cómo las personas organizan la información al revelar cómo creen que se distribuye en la comunidad y el mundo.

Por eso propugnan una nueva era en la neurociencia cognitiva, que busque establecer teorías explicativas de la mente humana y que reconozca la naturaleza comunitaria del conocimiento.

Concluyen que es preciso evaluar las representaciones cognitivas y neuronales a nivel de la comunidad, ampliando el alcance de la investigación y la teoría en neurociencia cognitiva, asumiendo cuánto de lo que pensamos depende de otras personas.

Referencia

Cognitive Neuroscience Meets the Community of Knowledge. Steven A. Sloman,  Richard Patterson and Aron K. Barbey. ront. Syst. Neurosci., 21 October 2021. DOI:https://doi.org/10.3389/fnsys.2021.675127

Fuente: https://tendencias21.levante-emv.com/el-conocimiento-es-una-propiedad-emergente-del-cerebro-colectivo-de-nuestra-especie.html

 


miércoles, 1 de septiembre de 2021

UNA EXPLICACIÓN NEUROQUÍMICA A LA DERROTA DEL PENTÁGONO EN VENEZUELA

 


Autor: José Negrón Valera

La anécdota es como sigue, o al menos, así la recuerdo. Durante el apagón que vivió Venezuela en 2019 y que provocó un verdadero shock en toda la sociedad, surgieron cantidad de postales sobre la resiliencia del venezolano.

Una de ellas, hablaba de una muchacha que contaba que su abuela, al enfrentarse a los días y en algunos casos, semanas, sin energía eléctrica, le confesó que ella podría soportar cualquier adversidad, siempre y cuando contara con "café y azúcar".

Esa frase permaneció mucho tiempo en busca de acomodo, hasta que hace unos días, mientras leía el libro del premio Nobel de economía, Daniel Khaneman, las redes cognitivas brillaron con particular intensidad.

El texto de Kahneman, Pensar rápido, pensar despacio, nos muestra durante más de 600 páginas, la forma en que los seres humanos tomamos decisiones basados en los dos Sistemas que componen el cerebro.

El Sistema 1, rápido e intuitivo, nos permite de un solo vistazo abarcar el mundo entero, entender con un gesto quién nos miente o reconocer el rostro de alguien conocido en una multitud. El Sistema 2, lento y analítico, es el filtro que nos lleva a prestar atención, a sopesar con cuidado las corazonadas que el intenso Sistema 1, nos vende como ciertas.

Vivimos nuestras existencias, ajenos por completo a la forma en que estos dos sistemas se comportan, negocian y resuelven las continuas disputas que le plantean los millones de estímulos venidos del mundo.

Khaneman explica, a propósito de los estudios de su colega Roy Baumeister, que existen actividades que los seres humanos ejecutamos con facilidad, no porque sean en sí mismas "fáciles" sino porque las hacemos con placer.

Tocar piano, por ejemplo, no puede ser considerado algo sencillo; sin embargo, si la persona la disfruta, se encuentra dispuesta, motivada, segura de hacer ese algo, el cerebro es propenso a "fluir" en esta actividad dentro de lo que llama Khaneman "la ley del mínimo esfuerzo".

Caso contrario ocurre si la persona requiere ejercer una actividad mental que le resulta fatigosa, pesada, y angustiante. Un sujeto sometido a una situación de esfuerzo mental, es más propenso a abandonar el autocontrol sobre sus emociones y conductas. Es decir, cuando el cerebro "ya no vuela solo o fluye", sino que debe concentrarse en algo que le demanda atención, el cansancio se hace presente y es más propenso a reaccionar agresivamente a una provocación, por ejemplo. Baumeister llama a este fenómeno "Agotamiento del Ego".

Ahora bien, es en este punto donde se conectan el libro de Khaneman y la anécdota de la abuela venezolana:

"El descubrimiento más sorprendente que hizo el grupo de Baumeister muestra, (…) que la idea de energía mental es más que una mera metáfora. El sistema nervioso consume más glucosa que otras muchas partes del cuerpo, y la actividad mental esforzada parece ser especialmente acaparadora de glucosa. Cuando estamos activamente enfrascados en difíciles razonamientos cognitivos o en una tarea que requiere autocontrol, el nivel de glucosa en la sangre desciende. El efecto es análogo al que se produce en un corredor, cuya cantidad de glucosa almacenada en sus músculos desciende durante una carrera. La consecuencia más notable de esta idea es que los efectos del agotamiento del ego podrían ser compensados ingiriendo glucosa", detalla el investigador.

¿Por qué resulta importante este detalle? Pues porque como nos explican los estudiosos "los errores intuitivos" o de juicio "son mucho más frecuentes entre egos agotados". Un experimento hecho con jueces en Israel que debían tomar decisiones sobre si dar o no a un preso la libertad condicional, demostró que estos tendían a tomar las decisiones más sencillas, como denegar la libertad, cuando se encontraban agotados o con hambre.

Cuando Naomi Klein nos habla en su Doctrina del Shock de que "solo cuando una sociedad vive aterrada y obligada a pensar meramente en su supervivencia, puede aprobar medidas que le son claramente perjudiciales", nos damos cuenta hacia qué resortes apuntan las tácticas de guerra psicológica.

El prolongado asedio sobre una población produce un quiebre que empuja a las personas a zafarse de la desagradable vivencia, no por simple deseo, sino obligados por una urgencia bioquímica. Los lleva a cometer errores de juicio y a confundir al verdugo con su Mesías. El que esta abuela venezolana, de manera intuitiva, supiese que mientras tuviese "café y azúcar" ninguna táctica de shock podría contra ella, es digno de algo más que un Nobel.

Afectar el cerebro social

Conocer el funcionamiento del cerebro no es poca cosa. De algún modo, si algo nos ha enseñado la cibernética a lo largo de los años es que todos los sistemas responden a un macrodiseño que equipara y conecta. Es por esto que pensar en metáforas funciona, porque de algún modo, todo se repite en todo.

Concebir las sociedades como organismos vivos, como sistemas nerviosos, tal y como lo plantea el antropólogo Michael Taussig, nos brinda una ventaja. Si existen enfermedades mentales que pueden ser tratadas, también las dolencias sociales tienen solución.

Venezuela ha sido un país que no en vano ha pasado por una dolorosa tortura psicológica. Una sistemática agresión le ha hecho pensar a millones de personas dentro y fuera del país, que este territorio, que aparece en los primeros diez lugares de cada conteo que se hace de petróleo, agua dulce, biodiversidad, minerales, es una nación sin futuro.

Durante 20 años, se han ensañado sin ningún tipo de escrúpulos para fragmentar la sociedad. El odio inoculado tuvo la fórmula de "temer al otro". La terapia de choque a través de golpes de Estado, protestas violentas, sabotaje a los servicios públicos, imposibilidad de comprar comida y medicamentos, instauró la incertidumbre como cotidianidad. El balance de los efectos psicosociales aún está por verse y puede que necesite muchos años de estudio. Así como la crianza violenta "forma estructuras cerebrales permanentes" en los niños, la exposición recurrente a mensajes, acciones, imágenes violentas dejan también marcas profundas en las sociedades.

Fue práctica habitual el mantener el sistema nervioso y social de los venezolanos, "en estado de emergencia permanente". Este último fin de semana, no fue la excepción.

Mientras Yulimar Rojas hizo el saque inicial de un partido del Barcelona F.C. y Lisbeli Vera le daba una medalla de plata al país en los juegos paralímpicos, todo era ensombrecido por un video donde un militar venezolano era golpeado por un grupo de criminales en el Oriente de Venezuela.

Del mismo modo en que los genes nocivos del cáncer se replican sin control en los organismos vivos, en un cuerpo social modelado para consumir contenidos negativos, la maldad se viraliza por acto reflejo.

Los torturadores psicológicos saben que, para sanar una dolencia, es necesario que el estímulo dañino que la provoca cese. Por ello, no permiten que pase un día sin que circulen por redes sociales mensajes que vayan directamente a las zonas cerebrales que activan el miedo, la rabia y la tristeza. Cuando no hay noticias negativas, las fabrican y si no, apelan a la vieja técnica de reciclar cualquier hecho perjudicial. Todo vale cuando se trata de afectar psicológicamente a los seres humanos.

Los venezolanos nos hemos convertido en profesionales de la esperanza. Unos maestros de la resiliencia que hemos sabido, de manera intuitiva, sin mucho apego por los últimos estudios de neurociencia y psicología cognitiva, superar este vendaval que significó la estrategia de "cerco y asfixia" impulsada por Washington.

Sin embargo, hace falta más que sabiduría popular. Recuperar la cohesión social y, sobre todo, la salud mental arrebatada por la guerra no convencional, pasa por reconstruir las capacidades del Estado venezolano para servir de mediador y gran arquitecto del tejido social.

Que la paz se haga cotidiana no puede venir sino a través de un gobierno que vuelva a gestionar sin el chantaje de las sanciones, la vida en colectivo, la economía, los servicios públicos, los planes de desarrollo. Es quizá esta la mayor de las tareas del diálogo que se abre en septiembre, que no nos convenzan de lo contrario.

 

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/20210831/una-explicacion-neuroquimica-a-la-derrota-del-pentagono-en-venezuela-1115623005.html

 

miércoles, 20 de febrero de 2019

LAS NEUROCIENCIAS: UN INTENTO DE COLONIZAR LA SUBJETIVIDAD


Publicado en 19 marzo, 2017
Colonización de la subjetividad: las neurociencias
El discurso apolítico de las neurociencias convierte intereses económicos y empresariales en conocimientos neutros instituidos como verdades. El Dr. Facundo Manes es uno de los representantes de esta corriente que sitúa a las neurociencias como el paradigma biopolítico funcional al neoliberalismo; un gurú comunicacional sostenido por los medios corporativos y las empresas farmacológicas.
Por Nora Merlin*
(para La Tecl@ Eñe)
El sistema capitalista en su variante neoliberal funciona imponiendo ideas a través de los medios de comunicación corporativos y el marketing, que se incorporan, se demandan y terminan naturalizándose. Se trata de un proyecto colonizador que necesita realizar una producción biopolítica de subjetividad, y con ese objetivo se apropia de sentidos y representaciones de la cultura.
La subjetividad neoliberal se configura siguiendo el modelo empresarial planteado como una serie uniformada, en la que lo humano se reduce a su mínima expresión: todo debe estar calculado, disciplinado y controlado. Las personas se someten a los mensajes comunicacionales, que terminan funcionando inconscientemente como órdenes. De esta forma, incorporan los imperativos de la época y sustentan la creencia de que eligen libremente mensajes comunicacionales, mientras que en verdad son impuestos a fuerza de repetición y técnicas de venta.
El neoliberalismo como régimen de colonización de la subjetividad, tapona con objetos tecnológicos y medicamentos el lugar de la falta estructural del sujeto y de lo social, rechazando lo que hace límite o funciona como imposibilidad. Esta operación inevitablemente conduce a la  angustia, principal afecto desarrollado en el neoliberalismo, la que se manifiesta en el cuerpo como taquicardia, sudoración, mareos, ahogos, etc. Otras veces produce culpa inconsciente y necesidad de castigo, porque el sujeto, transformado en consumidor, siempre está en falta, nunca se siente a la altura de los mandatos empresariales del éxito y el mérito. Se establece una dialéctica circular y compulsiva entre desarrollo de angustia o culpa y consumo de psicofármaco-tapón, cuya dosis nunca resulta suficiente.
Entre las tácticas que apuntan a la colonización de la subjetividad, se sitúa el apelar a la ciencia y convertir intereses económicos y políticos en conocimientos neutros que se instituyen como verdades indiscutibles. Se trata de  una manipulación mediática, repetitiva y supuestamente acrítica, que se hace en nombre del prestigio social de la ciencia y de una supuesta objetividad apolítica. Se pretende imponer saberes aparentemente neutrales, que con su insistencia se vuelven sentidos “consensuados” por la comunidad. ¿Quién se anima a contradecir a “La ciencia”? ¿Quién pone en tela de juicio lo que afirma un “doctor”?  La subjetividad indefensa se arrodilla y se somete ante un supuesto saber científico siempre triunfante que se erige como uno de los amos de la civilización.
En esta perspectiva debe considerarse que la investigación sobre el cerebro puede funcionar como una renovada oferta de espejitos de colores. Las neurociencias son un conjunto de disciplinas que estudian la estructura, la función,  y las patologías del sistema nervioso, pretendiendo establecer las bases biológicas que explican la conducta y el padecimiento mental.
Las neurociencias, funcionales al neoliberalismo, se proponen fabricar la construcción biopolítica de un sujeto adaptado al circuito neuronal, portador de amores calculados y angustias medicadas en nombre de una supuesta salud mental equilibrada que viene con receta y protocolo.  Por ejemplo, el Dr. Facundo Manes, uno de los referentes de esta corriente en la Argentina, afirmó que “El amor más que una emoción básica, es un proceso mental sofisticado y complejo”.  Manes determina un amor basado en un circuito neuronal, que se fundaría en el funcionamiento del cerebro cuando nos enamoramos, sosteniendo, por ejemplo, que el tamaño de la pupila influye en la atracción que podemos provocar en el otro.
No deja de sorprender que se presente a las neurociencias como lo más moderno cuando en realidad se trata de un reduccionismo  pre-freudiano, que homologaba lo psíquico a lo biológico y que afirmaba que los procesos mentales eran cerebrales. (“Un servidor de pasado en copa nueva”, como dice Silvio Rodríguez). Reducir el sujeto, la relación con el prójimo, lo social, a la actividad espontánea de la corteza cerebral o a la conectividad neuronal implica un anacronismo. El descubrimiento de la neurona, a fines del siglo XIX, realizado por Santiago Ramón y Cajal fue un aporte fundamental a la neurología. Pero ya en 1895 siendo neurólogo, Sigmund Freud sostuvo que esa disciplina era estéril para investigar lo psíquico.  Abandonó ese camino y se orientó hacia lo que sería el psicoanálisis: descubrió la importancia de la palabra y la escucha en la afectación del cuerpo y la producción de síntomas, planteando que  es vía la palabra y la escucha de cada sujeto que advendrá la curación. En 1.900 descubrió el inconsciente e inventó el psicoanálisis como práctica, construyendo una teoría que traería muchas novedades, entre ellas un nuevo cuerpo que no sólo es orgánico ni determinado por conectividades neuronales, sino que está marcado, traumatizado y sintomatizado por las palabras del Otro. El psicoanálisis propuso un corte epistemológico radical: vino a cuestionar la universalidad de la norma, otorgando, como nunca antes había sucedido en la historia de la cultura, dignidad a la diferencia absoluta: cada sufrimiento es singular, cada caso es una excepción, cada amor es único, la sexualidad no es biológica, uniformada ni coincide con la genitalidad y el cuerpo hablado se constituye como erógeno. Más tarde Jacques Lacan continuó desarrollando  el psicoanálisis: lo articuló a la lingüística, la lógica, la topología, etc., y ese cuerpo teórico constituye la herramienta fundamental para tramitar el sufrimiento del hablante-ser.
Hoy la palabra neurociencia está de moda en consonancia con el desarrollo  neoliberal; en éstos tiempos y en nuestro país tiene entre sus representantes a un gurú comunicacional sostenido por los medios corporativos, el Dr. Facundo Manes. Dicho neurólogo no resulta un actor social neutral sino una figura ligada al  gobierno, probablemente candidato de Cambiemos en las próximas elecciones. Asimismo, se quiere crear un polo de “neurociencias aplicadas” en beneficio de empresas privadas, negocios inmobiliarios y laboratorios.”
Las neurociencias intentan avanzar hacia la medicalización a partir de situaciones comunes de la vida, por ejemplo un duelo, una ruptura de pareja, un conflicto, apuntando a narcotizar la angustia, la culpa y lo que consideran anomalías sintomáticas. Otro aspecto a considerar es que parten de un supuesto que en sentido estricto constituye una estafa, que es la adaptación o la homeostasis y la armonía como horizontes posibles de la existencia humana sexuada y mortal. Para graficarlo, sería la metáfora del amor como media naranja, o la acomodación de los sujetos al orden instituido, generando la ilusión de una completud sin restos, diferencias ni perturbaciones.
Los psicoanalistas nos oponemos a regresar a la caverna paleontológica que proponen las neurociencias. Nuestro punto de vista es que el padecimiento subjetivo singular no está causado por la neurona, que el inconsciente no es biológico y que los tratamientos que proponen las neurociencias no son modernos ni serios. La medicación que proponen opera como una mordaza para adormecer a los sujetos y silenciar el sufrimiento, lo que termina agravándolo, en tanto que desde una posición psicoanalítica de lo que se trata es de que exprese y se aloje en una escucha especializada: el analista.
El proyecto de las neurociencias no es inocente, apunta a la medicalización de la sociedad, pretendiendo engrosar el mercado de consumo de medicamentos acorde con las corporaciones de los laboratorios, así como disciplinar y adaptar los sujetos a la moral y la norma del dispositivo capitalista.
Hoy la palabra neurociencia está de moda en consonancia con el desarrollo  neoliberal; en estos tiempos y en nuestro país tiene entre sus representantes a un gurú comunicacional sostenido por los medios corporativos, el Dr. Facundo Manes. Dicho neurólogo no resulta un actor social neutral sino una figura ligada al  gobierno, probablemente candidato de Cambiemos en las próximas elecciones. Asimismo, se quiere crear un polo de “neurociencias aplicadas” en beneficio de empresas privadas, negocios inmobiliarios y laboratorios. Ese centro se constituiría a través de la reconversión y refuncionalización de los hospitales neuropsiquiátricos José T. Borda y Braulio Moyano, que a su vez pasarán a ser “centros de atención, experimentación e investigación relacionados con las neurociencias aplicadas”. Una decisión tan fundamental de política sanitaria no se puede tomar de forma unilateral, sino que debe ser el resultado de un debate que incluya a todos los agentes involucrados en la salud mental.
Las neurociencias implican el triunfo de la medicalización, del paradigma positivista y de la investigación técnica desligada de los efectos políticos y subjetivos  de vivir con otros y otras. Supone el negocio de los laboratorios y el triunfo de la colonización neoliberal que produce psicología de masas,  donde el sujeto se reduce a ser un objeto de experimentación manipulado, cuantificado y disciplinado.
El sujeto no se calcula por expertos ni viene con protocolo de “normalización civilizada”, no cedamos la cultura.
Buenos Aires, 15 de marzo de 2017
*Psicoanalista, docente e investigadora de la UBA- Magister en Ciencias Políticas- Autora de Populismo y psicoanálisis