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domingo, 25 de abril de 2021

LA SUPERLIGA EUROPEA O CÓMO EL CAPITALISMO SIGUE ROBÁNDONOS EL FÚTBOL

 

Aficionados del fútbol inglés contra la Superliga

Brais Fernández | Xaquín Pastoriza

21 abril 2021

Era un rumor y se ha confirmado: una docena de grandes clubes europeos han decidido montar una SuperLiga europea, al margen de las reglas y normas de la UEFA. Esto significaría, según la propuesta de los clubes, que se conformaría una competición europea en la que estos doce equipos tendrían su plaza asegurada al margen de sus resultados en sus respectivas ligas nacionales. Hasta ahora, los socios fundadores que han confirmado su participación son el AC Milan, el Arsenal FC, el Atlético de Madrid, el Chelsea FC, el FC Barcelona, el FC Internazionale Milano, la Juventus FC, el Liverpool FC, el Manchester City, el Manchester United, el Real Madrid CF y el Tottenham Hotspur. Invitarían a participar a otros clubes, pero la tendencia está clara. Se trataría de aplicar el modelo de franquicias de acceso privado, en el cual los grandes clubes solo competirían entre ellos, repartiendose los beneficios de forma cerrada.

Es curioso que algunos de estos clubes se autoproclamen como grandes de Europa cuando sus resultados los colocan en resultados mediocres en sus ligas nacionales, pero la oligarquización del fútbol también tiene como efecto sancionar los beneficios de los grandes al margen de los resultados, al igual que las grandes empresas rescatadas por los Estado liberales. Por supuesto, los beneficios de los contratos televisivos aumentarían exponencialmente. Seamos claros: estamos hablando de crear un cartel monopolista en el mundo del fútbol, que controlaría los beneficios principales, dejando para el resto de clubes lo que en economía se llama el beneficio marginal. El capitalismo ha dejado de ser liberal, también en el mundo del fútbol.

No es casualidad que este paso esté alimentado por Florentino Pérez, el presidente del Real Madrid. Pérez es uno de los grandes empresarios españoles, propietario de ACS, una gran constructora que se ha desarrollado y expandido al calor de los contratos urbanísticos otorgados por gobiernos de izquierda y derecha, tejiendo una red que ha penetrado en cada vez más espacios de mercado en alianza con el poder estatal. También aparece como uno de sus impulsores la gran financiera JP Morgan, asociada a la especulación de todo tipo.

Algún club como el Betis sevillano ha mostrado su rechazo a esta iniciativa mostrando en redes sociales una tabla de la clasificación que excluye a los clubes españoles que han fundado la SuperLiga. Algunos gobiernos europeos ya han mostrado su oposición a la nueva competición. Sin embargo, está por ver como se sustancia esta oposición. Algunos nombres destacados en el mundo del fútbol, como Gary Neville, han mostrado su rechazo de forma más concreta y contundente. Ha acusado a la SuperLiga de secuestrar el fútbol para los ricos y ha pedido la expulsión de las ligas nacionales de los clubes que lo apoyen. En twitter ha recordado la cita del mítico entrenador del Liverpool, Bill Shankly:

El socialismo en el que creo es aquel en el que todos trabajan el uno para el otro y todos tienen una parte de la recompensa. Es la forma en la que veo el fútbol, la forma en la que veo la vida.

Desde luego, la visión de Shankly no se correspondía con la realidad del fútbol, ni siquiera en la época en la que hizo estas declaraciones. El capitalismo y el fútbol siempre han tenido una relación estrecha, ya que el capitalismo es un sistema omnívoro que tiende a subsumir y mercantilizar todas las relaciones sociales bajo sus parámetros. Y cuando decimos todas, decimos todas: la literatura, la música... Advertimos de esto, porque el elitismo de la izquierda intelectual contra el fútbol suele esconder una posición hipócrita ante su propio rol social. Pero, como en todas las relaciones culturales, existe una tensión que hace frente a la subsunción capitalista. El Liverpool que dirigía Shankly era un buen ejemplo de ello. Ligado a una ciudad famosa por los Beatles y las luchas de la clase obrera, y gobernada durante años por sectores marxistas del Partido Laborista, el Liverpool (hoy uno de los impulsores de la SuperLiga) se veía obligado a adaptarse al ecosistema sobre el que vivía. Es famosa la anécdota que cuenta cómo los jugadores de Liverpool recibían instrucciones de su club para no lucir grandes coches que pudieran ofender a sus aficionados. El club era una empresa capitalista, pero el tejido de la ciudad lo anclaba a una serie de reglas y normas comunes que ejercían como contrapeso.

Hoy en día, esos contrapesos sociales han sido pulverizados por el capitalismo. Si antes las fábricas ligaban a las empresas con una comunidad obrera, hoy en día las multinacionales han roto esos lazos, quebrando vínculos orgánicos y relaciones emocionales construidos durante décadas. El capitalismo tiende a destruir y arrebatarnos hasta lo que el capitalismo nos permitió sentir como nuestro en algún momento. Nos deja cada vez más ajenos e insignificantes ante la escisión de los poderosos del mundo terrenal. Todo tiende a alejarse con la complicidad de una clase política esclava de la financiarización.

Como ya hemos intentado aclarar, esto no significa que el fútbol hasta ahora haya sido un espacio descontaminado de las lógicas capitalistas. Todo lo contrario: el proyecto de la SuperLiga es simplemente un reflejo más de los procesos de concentración de capital a nivel global y un intento de los clubes más ricos de garantizar sus beneficios tras la crisis de la covid-19. Por lo tanto, no se trata de idealizar o defender el actual modelo, sino de entender cómo la propuesta de la SuperLiga es su consecuencia lógica. Lo que estamos viviendo es un proceso similar al que vivimos con las multinacionales en relación a otras empresas capitalistas. Por ello no debemos sentir nostalgia del viejo modelo que ha conducido al actual, o pedir una igualdad que se traduzca en una competición basada en que la única aspiración de un club sea formar parte de la élite de los equipos ricos.

Se trata entonces de imaginar un futuro distinto, en donde la competición y la igualdad entre clubes reflejen una lógica solidaria que conquiste el derecho al fútbol para sus aficionados. En ese sentido, hay que apostar con claridad por un modelo que desprivatice los equipos y desmercantilice las competiciones. Eso significa apegarlo al ocio de las clases populares y a un modelo de disfrute basado en deseo de sentir la competición como algo producido por formar parte de la comunidad, lejos de una pasión coaccionada por los poderes económicos. Seamos claros: eso conlleva limitar los salarios de los futbolistas y limitar los presupuestos de los clubes, convirtiendo los equipos en instituciones comunes y cooperativas amparadas por los municipios.

No basta con una retórica sentimental vinculada a un pasado idea que jamás existió: significa defender otro tipo de modelo, vinculada a las necesidades del deporte de base. La calidad del deporte no se resentiría, se extendería a otros ámbitos al vincularse a la vida real y cercana de las aficiones, alejándonos de macroeventos criminales como los mundiales de futbol, al servicio de dictaduras y construidos sobre la explotación de los trabajadores, como se ve claramente en todo lo que rodea al mundial de Qatar (con más de 6.500 obreros migrantes muertos en las obras, según The Guardian) .

Un fútbol en el que los socios decidan y manden: un fútbol que sea de todas las personas que disfrutan de un deporte, que no olvidemos, siempre ha sido vivido y producido por la clase trabajadora. Puede parecer una utopía, pero en el Estado español están surgiendo a pequeña escala experiencias de clubes de fútbol popular, autogestionados asambleariamente y arraigados en sus barrios y comunidades (Unionistas de Salamanca, Xerez, CD Ourense) que muestran que otro fútbol es posible. No hay otra solución si no queremos rehacer nuestros vínculos con el deporte y terminar en una distopía humillante para las aficiones, en donde animar a un equipo sea el equivalente a ser fan de Amazon o tener que elegir entre beber Pepsi o Coca Cola. Porque ya lo saben: si no cortamos con esta lógica, lo que hoy nos parece una aberración, más pronto que tarde el capitalismo tiene la capacidad de hacerlo real.

Brais Fernández y Xaquín Pastoriza forman parte de la Redacción y del Consejo Asesor de viento sur

https://jacobinlat.com/2021/04/19/la-superliga-europea-o-como-el-capitalismo-sigue-robandonos-el-futbol/

Fuente: https://vientosur.info/la-superliga-europea-o-como-el-capitalismo-sigue-robandonos-el-futbol/

 

domingo, 29 de noviembre de 2020

¿AMOR O ENAJENACIÓN POR EL FÚTBOL?

 


Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez

 sábado, 28 de noviembre de 2020

 

Hay muchos líderes de la izquierda radical que me decepcionan profundamente. Aceptan que se hable de amor por el fútbol. Decía Nietzsche que todas las palabras son metáforas. Yo lo corrijo y digo: todas las palabras pueden tener un uso metafórico. Cuando alguien habla de “aquellos que amamos el fútbol”, está falseando el profundo sentido ético que tiene la palabra “amor”. Diferente sería si modulamos esa expresión y se dijera: “aquellos a los que nos gusta el fútbol y nos place enajenarnos con él”. Yo soy uno de ellos. Yo veo bastante fútbol. Y lo hago para descansar la mente y reducir el estrés. En resumidas cuentas: el fútbol es un medio para no pensar en la esencia del mundo. No obstante,  nunca pierdo de vista la forma económico-social del fútbol, esto es, su forma de capital. Y esa forma me resulta insoportable.  Además que bajo el punto de vista de la justicia distributiva  es insostenible.

Continuamente leemos a muchos economistas marxistas hablar de la ley del valor, pero nunca hablan de qué representa la ley del valor o cómo se manifiesta la ley del valor en el mundo futbolístico. Nunca explican cómo y por qué los futbolistas se vuelven tan ricos. Y no solo los futbolistas, sino todos los deportistas de élite. En el capítulo 4. La globalización y el cambio social del libro titulado Sociología, Anthony Giddens y Philip W. Sutton  afirman lo siguiente: “La creciente escala y proyección del Mundial de Fútbol ilustra de un modo sencillo la creciente interconexión e interdependencia de la población mundial, un proceso multifacético que los sociólogos describen como globalización”. Y añaden: “La globalización del deporte  supone la participación de atletas de todas partes del mundo, audiencia televisiva cada vez más globales, anunciantes procedentes de muchos países y creación de una demanda de consumo de productos deportivos y sus derivados, como ropa deportiva, libros y videos relacionados y muchos otros productos”. También dicen estos dos sociólogos que el tenis, el golf, el fútbol, el rugby y el baloncesto han dejado de ser simples fenómenos culturales para convertirse en negocio”. De ahí que no entienda el comportamiento ideológico de muchísimos marxistas y líderes de la izquierda radical que cuestionando sin cesar el carácter capitalista y depravador de la globalización, no hablan nunca del fútbol, que como muy bien dicen estos dos sociólogos, por una parte, es el ejemplo más sencillo para ilustrar el carácter capitalista de la globalización, y por otra parte, de ser un simple fenómeno cultural se ha convertido en un gigantesco negocio capitalista, donde las grandes masas sociales del globo son enajenadas y cruelmente explotadas, creando falsos líderes, ídolos cubiertos de oro, y convirtiendo al fútbol en uno de los grandes opiáceos de la conciencia social moderna.

La Covid 19 ha puesto de manifiesto muchas contradicciones profundas del actual sistema social. Los gobiernos de todo el mundo ante la necesidad del confinamiento han puesto en circulación un concepto ideológicamente fundamental: los trabajos esenciales. ¿Y cuáles son los trabajos esenciales? El sistema sanitario, la industria farmacéutica, la investigación científica vinculada con la salud y el sector de la alimentación. La esencia es un concepto filosófico que se opone a la apariencia. Las tres determinaciones de la apariencia según la filosofía de Hegel son las siguientes: una, la apariencia es la manifestación de la esencia, dos,  la apariencia es la esencia en otra determinación, y tres, la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Esta tercera determinación de la apariencia es la que ha estado presente en la pandemia que asola el mundo: la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Justamente el fútbol es una parte de esa apariencia que no solo representa lo inesencial frente a la esencia del mundo, sino que además la oculta y la enajena. Durante la pandemia por medio de Instagram muchos deportistas mostraban sus vidas en sus lujosas mansiones, en sus yates y en sus jets privados. Cristiano y Georgina no dejaron de aprovechar la ocasión para mostrar con ostentación sus vestimentas y complementos de lujos: entre ellos relojes o joyas por valor de medio millón de euros. Representan un mundo absolutamente oprobioso y capitalista. Y en alianzas con los medios de comunicación, las industrias dedicadas a las prendas y calzados deportivos, y las agencias de publicidad, se dedican a la explotación y a la enajenación de las grandes masas sociales. De ahí que no entienda cómo, alentado desde todos los sectores que conforman la opinión pública, se haya convertido a Maradona en un fenómeno mundial, donde se ha exagerado hasta de la forma más ridícula posible su talla sociológica, política e ideológica. Me gustaría saber cuántos científicos que han contribuido de manera esencial a la transformación del mundo han muerto en los últimos cinco años y si las grandes masas sociales conocen aunque solo sea uno de esos nombres. Vivimos por causa del fútbol en un mundo absolutamente alienado, sin el más mínimo control consciente de las relaciones económicas que se establecen entre los seres humanos, narcotizados por las apariencias y de espaldas a las esencias. Así que el amor al fútbol del que hacen gala un sinfín de líderes sociales solo significa la enajenación y ocultación de la esencia del mundo.

Fuente: https://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2020/11/amor-o-enajenacion-por-el-futbol.html

 

miércoles, 8 de mayo de 2019

PERICO LEÓN, HUGO SOTIL, PELÉ, MARADONA Y RUTH SHADY



Íbamos con mi amigo Yamunaqué por el camino polvoriento que conduce al pueblo de Caral cuando le pregunté al conductor del taxi:

- ¿Conoce a Ruth Shady, la arqueóloga de Caral?



- No la conozco, no se quién es.

Su repuesta me dejó mudo.  En cambio, Yamunaqué  le replicó de inmediato:

-¿Conoce a Perico León?  



Al instante obtuvo la respuesta:

-¡Por supuesto!

Y nos emplazó:

-Según ustedes ¿cuál es el mejor jugador de fútbol?

Le respondí sin dudar y con énfasis:

- ¡Hugo Sotil!




Aunque estaba manejando, volteó la cabeza, me miró por encima del hombro y con un tono pontificio, replicó:

-¡No!, el mejor ha sido Pelé




Su respuesta taxativa me desconcertó; pero, lo aclaré:

-Yo creí que se refería al Perú.

Terció Yamunaqué:

-Para mí, Maradona.




Y así fuimos conversando de fútbol. Al final le pregunté cuántos años residía en Supe, pueblo cercano a Caral, donde habíamos abordado el taxi:

-          Veinticinco años.

Pensé:

¡Carajo! y no conoce a Ruth Shady la arqueóloga que ha elaborado el expediente que consagró a Caral como patrimonio cultural de la humanidad y la ciudad más antigua de América.


A manera de consuelo, me dije:

Lo que me interesa a mí, no tiene porque interesarle a otros.

Antonio Rengifo Balarezo
rengifoantonio@gmail.com
Lima, 21 de mayo del 2012