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jueves, 7 de marzo de 2024

LA VERDAD SOBRE LA AGENDA 2030


Por Fernando del Pino Calvo-Sotelo 

5  marzo 2024

La dictadura comunista soviética repetía machaconamente sus consignas para que calaran bien en la población. Del mismo modo, la obsesiva repetición del término «sostenible» y la ubicua presencia del logo multicolor de la Agenda 2030 son signos del nuevo totalitarismo que nos están colando por la puerta de atrás en una sociedad debilitada por la Cultura del Miedo y por la pérdida de referentes morales. A esto hay que sumar el poder de la corrección política, concepto creado por el marxismo-leninismo, la cual marca unas lindes ¿infranqueables bajo pena de linchamiento u ostracismo? hoy decididas por una misteriosa Autoridad Superior y transmitidas por los obedientes medios de comunicación. Hay que reconocer que la corrección política ha cumplido con su misión: asfixiar el libre pensamiento y crear un miedo generalizado a disentir.

En el caso de la Agenda 2030, la mayoría de las empresas e instituciones repite la consigna como muestra de virtud social, aunque nadie conozca muy bien su contenido. ¿Qué es la Agenda 2030? Y, si es tan importante, ¿por qué no ha sido votada por nadie?

¿Qué es en realidad la Agenda 2030?

La «Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible» es un acuerdo propiciado por la ONU en el año 2015 para sustituir a la olvidada Declaración del Milenio (2000-2015). Una diferencia importante entre ambos textos estriba en que ésta pasó desapercibida mientras que la Agenda 2030 ha sido embutida, encajada, empujada, encastrada, empotrada en la sociedad con tanta fuerza que, en comparación, la alimentación forzada de las ocas parece un acto de libre albedrío de los pobres animales.

La Agenda posee 17 objetivos y 169 metas con la aparente finalidad de «poner fin a la pobreza y el hambre (…) y proteger al planeta». Su lenguaje es voluntarista y rimbombante: «Aspiramos a un mundo sin pobreza, hambre, enfermedades ni privaciones» con un crecimiento «sostenible, inclusivo y sostenido» (soniquete que se repite como un mantra). De hecho, el texto es completamente utópico, lo que por sí mismo debería ser una primera fuente de preocupación, no en balde las utopías del s. XX ?en especial, el comunismo? mataron a más de 100 millones de personas en todo el mundo.

El lenguaje del documento ofrece bastantes indicios sobre su verdadera naturaleza. En sus cuarenta páginas[1] la palabra «sostenible» aparece mencionada 223 veces y la palabra inclusivo, 23. Por el contrario, el término «libertad» sólo se menciona en 3 ocasiones, «familia» sólo en 1 y «propiedad privada», ninguna, o sea, 0, coincidiendo con el eslogan del Foro Económico Mundial de Davos (WEF), «socio estratégico» de la Agenda 2030: «No tendrás nada y serás feliz».

Una de las tres únicas veces en que se menciona la palabra libertad es para afirmar que la Agenda busca «fortalecer la paz universal dentro de un concepto más amplio de la libertad». Es ésta una expresión inquietante, dado que el término libertad no requiere de nuevas reinterpretaciones. Así, dada la naturaleza orwelliana del texto, resulta imperativo acudir a la «neolengua» descrita en la novela 1984, en la que el Ministerio del Amor se dedicaba a la represión y el de la Verdad, a la propaganda más engañosa. De este modo, la traducción real de la frase anterior sería la siguiente: «La Agenda 2030 tiene como objeto fortalecer la dominación universal dentro de un concepto más restringido de libertad». Se comprende mejor, ¿verdad?

Para discernir la verdad sobre la oscura sombra que proyecta esta iniciativa de la ONU ?es decir, del globalismo? es necesario distinguir entre los objetivos que propugna, aparentemente loables, y los medios que propone para alcanzarlos, completamente opuestos a la consecución de dichos fines. Recuerden que el abismo existente entre unos fines aparentemente benéficos y unos medios perversos ha sido precisamente lo que ha caracterizado a las utopías más destructivas de la Historia.

Un programa totalitario y liberticida

La primera crítica que puede hacerse al utópico programa de la Agenda 2030 es su carácter totalitario, pues aspira a controlar la totalidad de la vida de los individuos ?incluyendo qué y cuánto comen, y qué y cuánto consumen?. Como hemos mencionado, el concepto de libertad brilla por su ausencia y es remplazado por un acérrimo estatismo. En efecto, la libertad individual y la iniciativa privada son ninguneadas a favor de un constante intervencionismo estatal al que se atribuye un carácter benéfico y una capacidad sobrehumana de solucionar todos los problemas.

El intervencionismo que propone resulta tan exagerado que recuerda a los Planes Quinquenales de la extinta URSS. Por ejemplo, especifica objetivos concretos de crecimiento del PIB en los países menos adelantados y la «duplicación» (¿por imperativo legal?) del peso de la industria («inclusiva y sostenible») en el PIB de esos mismos países.

Las similitudes con el comunismo continúan, pues también propone reducir no sólo la desigualdad de oportunidades, sino también «la desigualdad de resultados». En esta línea, se compromete a efectuar «cambios fundamentales en la manera en que nuestras sociedades producen y consumen bienes y servicios» y formula un axioma revelador: el crecimiento económico (sostenido, inclusivo y sostenible) «solo será posible si se comparte la riqueza y se combate la desigualdad de los ingresos». Así, aboga por aumentar la progresividad de los impuestos y reforzar «la reglamentación y vigilancia de las instituciones» desde un Estado al que se le otorga «plena soberanía permanente sobre la totalidad de su riqueza, sus recursos naturales y su actividad económica».

Por último, declara pomposamente que actúa «en nombre de los pueblos a los que servimos». Exactamente, ¿cómo y cuándo se han manifestado «los pueblos» sobre la Agenda 2030? ¿Y podrían decirme en qué país el poder político sirve al pueblo en vez de servirse de él?

La ideología y la religión climática en la Agenda 2030

Sin embargo, lo más determinante de la Agenda 2030 es que, lejos de ser un documento políticamente aséptico, posee una carga ideológica muy determinada.

En primer lugar, es materialista, pues omite toda dimensión trascendental del ser humano, convertido en poco más que un animal o un robot, a pesar de que el 72% de la población del planeta ?el pueblo al que dicen servir? cree en Dios (sólo el 10% se declara ateo) y que una amplia mayoría cree que hay vida después de la muerte[2]    Aunque el 62% de la población mundial vive en países donde se conculca el derecho a la libertad religiosa (siendo la religión cristiana la más perseguida[3]), el texto en ningún momento la menciona, como tampoco menciona la libertad de expresión. Asimismo, su desprecio por el ser humano lleva a colocarlo al mismo nivel que las demás criaturas en un mundo «donde todas las formas de vida puedan prosperar sin temor ni violencia».

Cómo no, la Agenda 2030 defiende la ideología de género (palabra repetida 15 veces en el documento): «la incorporación sistemática de una perspectiva de género en la implementación de esta Agenda es crucial». También apoya el aborto bajo el eufemismo de «salud reproductiva de la mujer» y relega a la familia a un puesto secundario en un mundo caracterizado por la relación de servidumbre entre el amo (el Estado omnipotente) y su siervo, un individuo aislado y solo, ninguneando a la familia como unidad fundamental de la sociedad y como sujeto de derechos previos a la existencia del Estado.

En cuanto a su apoyo a la religión climática ?que menciona 20 veces? la Agenda 2030 tiene el mismo tinte pesimista y catastrofista del primer informe del Club de Roma ?un documento seminal del movimiento globalista? con una conciencia de escasez cuya única solución es, aparentemente, la aceptación de una tiranía global dirigida por una élite que quiere hacernos la vida ciertamente incómoda mientras nos salva de un peligro inexistente. Así, repite la habitual letanía apocalíptica climática alertando del «peligro para la supervivencia de muchas sociedades» causado (entre otros factores) por un pretendido aumento de los desastres naturales y de las sequías y un supuesto agotamiento de los recursos, tres afirmaciones no sustentadas por los datos[4]

Naturalmente, la Agenda 2030 propone aumentar la proporción de energías renovables para lograr un suministro de energía «asequible, fiable y sostenible» y «duplicar» la eficiencia energética. El problema es que las energías renovables a las que implícitamente hace referencia (eólica y fotovoltaica) nunca serán ni eficientes, ni fiables ni asequibles al ser intermitentes y depender de la existencia de suficiente viento o radiación solar, que sólo se dan en determinadas latitudes, estaciones u horas del día. Así, las fuentes renovables exigirán siempre un respaldo de energías térmicas tradicionales, lo que implica una cara redundancia de sistemas de generación o, en su defecto, una vida vivida entre apagones intermitentes.

Objetivo: reducir la producción de alimentos

Con similares contradicciones —en lo que quizá sea la prueba más evidente de su hipocresía—, la Agenda 2030 asegura querer poner fin al hambre y duplicar la productividad agrícola mientras propone medidas que promueven justo lo contrario, es decir, que crearán hambrunas. Así, bajo la habitual coartada medioambiental el texto supone una verdadera declaración de guerra al campo, lo que ha llevado en muchos países a una justificada reacción de ganaderos y agricultores que luchan por su supervivencia, que es la nuestra.

En el caso de los ganaderos, la guerra toma la forma de una grotesca demonización del ganado como emisor de metano y de una inmoral campaña contra el consumo de carne y proteína animal, clave para la salud. En el caso de los agricultores, la Agenda 2030 quiere imponer una reducción en el uso de agua, fertilizantes y pesticidas. Con su doblez habitual, afirma querer «aumentar el uso eficiente de los recursos hídricos», pero a la vez obliga a «restablecer los ecosistemas relacionados con el agua, incluidos los ríos» (es decir, destruir presas), lo que merma la capacidad de riego. Asimismo, con el pretexto de reducir la contaminación marina, propone primero controlar las «actividades terrestres», incluyendo «la polución por nutrientes» (es decir, los fertilizantes), y luego reducir «la liberación de productos químicos a la atmósfera, el agua y el suelo» (es decir, los pesticidas). Sin agua para alimentar las plantas, sin fertilizantes para nutrir la tierra y sin pesticidas para eliminar las plagas, ¿cómo se va a mejorar la productividad agrícola? ¿No se logrará más bien revertir la maravillosa Revolución Verde, que permitió multiplicar el rendimiento de los cultivos y alimentar a una población creciente? Voy más allá: ¿Creen ustedes que los autores de la Agenda 2030 ignoran que éste será precisamente el resultado?

El caso de Sri Lanka es el canario en la mina. En 2021, el gobierno de aquel país decidió prohibir los fertilizantes químicos y los pesticidas con los típicos argumentos medioambientales. Su presidente alardeó de ello en un discurso en la cumbre climática del COP26 en el que abogó por la agricultura orgánica y por las energías renovables. «El hombre debe vivir en sintonía con la naturaleza», afirmó citando textualmente un punto de la Agenda 2030. Tres años antes, el Foro Económico Mundial (WEF) había publicado un artículo del entonces primer ministro en el que publicitaba su “visión”. El país logró un rating ESG de 98.1 sobre 100 y se convirtió en el niño mimado de la ONU y en un modelo de aplicación de la Agenda 2030. Pues bien, en sólo seis meses la producción agrícola cayó un 20% y los precios aumentaron un 50% mientras ciertos productos, como los tomates y las zanahorias, multiplicaban su precio por cinco. En un país productor de arroz, el gobierno se vio obligado a importarlo, y finalmente llegó la hambruna, las masas asaltaron el palacio presidencial y el presidente huyó mientras el WEF corría a borrar el mencionado artículo de su web, pero el daño estaba hecho: hoy la desnutrición infantil sigue siendo un problema en Sri Lanka[5].

Conclusión

Bajo el bonito manto de unos fines aparentemente nobles, la Agenda 2030 oculta un programa empobrecedor y misántropo y nos dirige hacia un mundo con permanentes cartillas de racionamiento. Afirma querer combatir la pobreza, pero sus políticas no harán más que aumentarla al suprimir la libertad y la propiedad privada, piezas clave para el progreso económico. Enaltece a un Estado al que dota de atributos divinos (omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia) mientras desprecia a la persona, a la que reserva el papel de siervo de la élite gobernante. Hace creer, contra de toda evidencia, que son los Estados y no los individuos los que crean riqueza, olvidando que es el individuo el que crea riqueza y el Estado parasitario el que se apropia de ella. Finalmente, plantea una actitud paternalista y neocolonialista hacia los habitantes de los países más pobres, negándoles la dignidad que les corresponde y la capacidad de ser protagonistas de su destino.

El globalismo que inspira la Agenda 2030 sabe que el control (y la reducción) de la población mundial requiere del control de las fuentes de energía y de los alimentos, y éste es el verdadero objetivo de esa ingeniería social astutamente denominada cambio climático.

Finalmente, como no podía ser de otra manera, desde el punto de vista de sus resultados la Agenda 2030 está siendo un calamitoso fracaso, algo reconocido ya por la propia ONU[6] y el Banco Mundial[7] En efecto, habiendo transcurrido más de la mitad del plazo con que contaba para lograr sus objetivos aparentes, no se ha reducido la pobreza extrema ni el hambre, la mortalidad infantil y maternal apenas han variado, la mortalidad por malaria, lejos de disminuir, ha aumentado (gracias al veto de pesticidas por razones «medioambientales»), y el «pleno empleo» sigue siendo una quimera.

Sin embargo, a los autores de la Agenda 2030 sus 17 objetivos no les importan en absoluto. Su verdadero objetivo es sólo uno: la dominación, lograda mediante la imposición de un nuevo orden mundial basado en un férreo control estatal y en la servidumbre de un ser humano despojado de derechos.

[1] Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (unctad.org)
[2] More Prone to Believe in God than Identify as Religious. More Likely to Believe in Heaven than in Hell.: gallup-international.com
[3] ACN Informe Libertad Religiosa (acninternational.org)
[4] IPCC AR5, Working Group 1, Chapter 2.6, p.214-220
[5] Sequía y demolición de presas – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[6] Halfway to 2030, world ‘nowhere near’ reaching Global Goals, UN warns | UN News
[7] Poverty Overview: Development news, research, data | World Bank

Fuente: https://infoposta.com.ar/notas/13393/la-verdad-sobre-la-agenda-2030/

 

sábado, 9 de abril de 2022

UCRANIA Y EL SUICIDIO DE EUROPA

 


Por Fernando del Pino Calvo-Sotelo

 07.ABR.22 | PostaPorteña 2276

Asombroso: el presidente de uno de los países más corruptos del mundo da lecciones a parlamentarios occidentales y éstos le ovacionan puestos en pie

 

Fernando del Pino Calvo-Sotelo
7 de abril de 2022 - fpcs -

 

Incluso para los estándares de mentira actuales, no deja de causar estupefacción la canonización como campeón de la libertad de quien manda arrestar al jefe de la oposición democrática de su país [1], cierra sus medios de comunicación y prohíbe las actividades de once partidos opositores [2]

No podemos olvidar que el irresponsable gobierno ucraniano pudo evitar este conflicto y no lo hizo: una semana antes de la brutal invasión rusa el canciller alemán pidió a Zelensky que declarara la neutralidad de su país y renunciara a entrar a la OTAN, condiciones razonables a las que el líder ucraniano (o sea, EEUU) se negó [3]

Dado que tras el conflicto Ucrania tendrá que aceptar ambas, el sacrificio del pueblo ucraniano habrá sido estéril. Mientras el presidente ucraniano intenta arrastrarnos a la Tercera Guerra Mundial y, con sus sobreactuaciones y su cuidada puesta en escena (barba de tres días y camiseta verde), se dedica full-time a ganar la batalla de la propagada de la opinión pública occidental (algo irrelevante para Putin, que ya la tenía perdida de antemano sin invadir a nadie), los rusos se dedican a lograr la mayor parte de sus objetivos militares y estratégicos.

 

Escepticismo

 

El escepticismo es la castidad del intelecto, decía Santayana, especialmente ante una guerra en la que quizá no podamos conocer la verdad, pero sí aplicar la lógica. Por ejemplo, EEUU afirma que un Putin “arrinconado” puede usar armas químicas o nucleares (entonces, ¿por qué le arrinconan?)

Sin embargo, la lógica nos dicta que las armas sucias las utiliza el contendiente que va perdiendo (y Rusia va ganando) y que antes de utilizarlas habría agotado otros modos de destrucción que no han tenido lugar, como cerrar el gas a Ucrania, arrasar sus campos de cereales, destruir sus infraestructuras, dejar a Kiev sin electricidad ni agua corriente o reducirla a escombros mediante bombardeos de alfombra (por cierto, un invento anglosajón)

De hecho, la prensa norteamericana ha desvelado hace pocos días que la supuesta amenaza de guerra química fue sólo una campaña de desinformación del gobierno de EEUU y que no existía evidencia alguna de inteligencia de que Rusia fuera a utilizarlas [4] Según la misma fuente, lo mismo aplicaría al relato de un Putin supuestamente mal informado por su entorno.

Un sano escepticismo también nos lleva a no sacar conclusiones precipitadas ante los horribles hechos de Bucha, que deben ser investigados hasta el final.

No parece lógico que Rusia, que dominaba la zona y la ha abandonado con toda tranquilidad anunciándolo con antelación, deje pruebas de una matanza de civiles con todos los cadáveres ordenados en una calle. Naturalmente que los rusos son capaces de semejante carnicería y, de hecho, HRW (Human Rights Watch) ha acusado a Rusia de crímenes de guerra (una violación y siete civiles ejecutados sumariamente hasta el 14 de marzo [5]), pero también puede ser una operación de falsa bandera (otra más) de los ucranianos, acusados de torturar a prisioneros de guerra rusos, según HRW [6], o incluso ejecutarlos [7]

Que un vídeo y unas fotos aportadas por uno de los contendientes basten para sacar conclusiones indica lo fácil que es manipularnos.

 ¿Primero sancionamos y luego investigamos?

No sabemos cuántos civiles han muerto, ni quién los ha matado, ni cuándo, ni cómo. La guerra es un horror siempre, pero no es lo mismo que mueran civiles como daño colateral en enfrentamientos armados a que sean ejecutados a sangre fría por soldados rusos. Si la investigación sigue su curso sabremos quién es el culpable, y si no se investiga, también.

Asimismo, podríamos aplicar la lógica para averiguar quién obstruye los corredores humanitarios en las ciudades sitiadas. ¿Cui prodest? ¿Quién se beneficia de ello?

Los rusos rodean y atacan las ciudades porque los combatientes ucranianos se han refugiado en ellas evitando enfrentamientos en campo abierto y utilizando de facto a su población como escudo humano.

Entonces, ¿quién está interesado en impedir que los civiles abandonen el área, los sitiadores, que no pueden bombardear a discreción, o los sitiados, que se benefician de ello?

¿Quién impide que los rehenes de un atraco salgan del banco, los atracadores o la policía que los tiene rodeados?

Son los débiles los que cogen rehenes, y creo significativo que Ucrania acuse a la Cruz Roja Internacional de “trabajar para el enemigo” por facilitar la evacuación voluntaria de civiles desde Mariupol (ciudad del Donetsk de mayoría rusófila) hacia Rusia [8]

 

Visión global

 

La guerra sobre suelo ucraniano es un conflicto entre EEUU (el provocador) y Rusia (el agresor)

Un factor que añade complejidad y suele ser obviado es que Ucrania, enfrascada en un enfrentamiento civil de intensidad variable e independiente sólo desde 1991, es una no-nación dentro de un Estado creado de una forma más o menos artificial.

No son inventos de Putin: el poco sospechoso Premio Nobel Alexander Solzhenitsyn:, férreo anticomunista superviviente del Gulag soviético, denunciaba en 1994 “las falsas fronteras leninistas de Ucrania, con Crimea como dote ofrecida por el déspota Khrushchev [9]”

La causa próxima de la guerra ha sido la innecesaria expansión de la OTAN hacia el Este a pesar de las constantes advertencias de Rusia y de expertos occidentales de que una Ucrania perteneciente a la OTAN suponía una “amenaza existencial” para Rusia

Quizá los rusos sean unos paranoicos, pero no son los únicos: la Agencia de Inteligencia de Defensa norteamericana considera al ejército ruso (aunque no salga de Rusia) “una amenaza existencial para EEUU [10]”

EEUU no sólo defiende su hegemonía sino sus intereses económicos, pues casi todas las guerras de EEUU desde 1991 han tenido un componente religioso en nombre del dios dinero.

Así, uno de los objetivos de EEUU al empujar a Rusia a la guerra era descarrilar el proyecto de gaseoducto Nord Stream 2que permitía a Rusia proveer de gas a Europa sin pasar por Ucrania y unía más estrechamente los lazos comerciales pacíficos de Eurasia. Recordemos que EEUU ve a Europa con condescendencia, como a un familiar lejano venido a menos, pero también como a un competidor, como a Rusia. Biden primero nos mete en el lío y luego nos vende gas licuado norteamericano, mucho más caro que el ruso ¿y nadie se pregunta nada?

 

La fina diplomacia occidental

 

Bajo la batuta de EEUU, Occidente se empeña en alargar la guerra con una escalada retórica sin precedentes. El ministro de Economía francés declara la “guerra económica total a Rusia [11]”, un senador norteamericano y el ministro de Exteriores de Luxemburgo piden el asesinato de Putin [12] y Biden llama al autócrata ruso asesino [13], criminal de guerra [14] y carnicero. Esto contrasta con una entrevista a Trump en 2017. Cuando un periodista le espetó que Putin era un “asesino”, el expresidente no se arredró: “Hay muchos asesinos…

¿Por qué cree usted que nuestro país es tan inocente? Eche una ojeada a lo que hemos hecho…recuerde la guerra de Irak…murió mucha gente, así que, créame, hay muchos asesinos a nuestro alrededor [15]”

Naturalmente, ningún periodista le pregunta a Biden si cree que el príncipe heredero de Arabia Saudí es un “asesino” a pesar de que la CIA le acusa abiertamente [16] de haber aprobado el “atroz asesinato”[17] del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi, exiliado por denunciar las acciones del dictador saudí y asesinado dentro del consulado saudí en Estambul. Su cuerpo fue aserrado y desmembrado in situ, pero el caso no se toca porque “el riesgo de dañar los intereses norteamericanos es demasiado grande”, según el New York Times [18]

La política exterior no va de defender valores sino intereses, y Ucrania no es una excepción.

La retórica belicista es incompatible con la desescalada que necesitamos y nos conduce a una nueva Guerra Fría que no enfrentará a la OTAN con un opresivo Pacto de Varsovia, sino a un crepuscular Occidente (15% de la población mundial) con a un Oriente renaciente (el 85% restante), y será Occidente quien quedará paulatinamente aislado del resto del mundo. De la globalización a la autarquía.

¿Alguien en Occidente está tomando nota de lo que ocurre? El gobierno de la India, tras anunciar que seguirá comprando petróleo ruso y que quizá lo haga en rublos, cancela la visita de un grupo de parlamentarios británicos que iban a presionarle con Ucrania [19] pero recibe ese mismo día al ministro de Exteriores chino.

Turquía y Brasil dicen públicamente que no sancionarán a Rusia, Arabia Saudí anuncia que aceptará yuan en vez de dólares por parte del petróleo que vende a China, y ésta afirma que “todo el mundo sabe” quién provocó la guerra en Ucrania, en referencia directa a EEUU. Países que representan más de la mitad de la población del planeta no apoyan las sanciones a Rusia.

 

La manía de las sanciones

 

Los gobiernos culparon “al covid” de la recesión del 2020, pero no era verdad: la recesión no la había provocado el virus, sino las absurdas, ilegales, dañinas y estériles medidas tomadas en estampida por los distintos gobiernos.

De igual forma, el agravamiento de la inflación y la crisis económica en ciernes no es principalmente responsabilidad de la invasión rusa, sino de las sanciones tomadas sin ton ni son por EEUU y sus obedientes “socios” europeos a pesar de que el historial de sanciones (Cuba, Venezuela o Irán) muestra que son un estrepitoso fracaso: los regímenes no caen, los pueblos sufren injustamente y el equilibrio mundial se resiente.

Simpatizo con quienes defienden que la flagrante violación de la legislación internacional mediante el uso de la violencia que ha supuesto la invasión rusa no puede quedar impune, pero las reacciones deben ser proporcionadas, ajustadas a Derecho, eficaces y quirúrgicas, y en ningún caso autolesivas. Como veremos, han sido justo lo contrario.

En primer lugar, la limitación a la importación de materias primas de uno de los principales exportadores del mundo ha agravado el pertinaz problema de inflación preexistente y disparado el coste de los combustibles, la electricidad, los fertilizantes y los alimentos. La inflación es tanto más peligrosa cuanto los bancos centrales no pueden subir los tipos de interés como debieran, encerrados en su propia trampa.

No olviden que para los países ricos el aumento del precio del pan es un inconveniente, pero en los países pobres puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, no en balde organismos internacionales han alertado sobre una posible hambruna.

En segundo lugar, los belicistas del Departamento de Estado que juegan a Napoleón no comprenden que en un mundo globalizado cualquier sanción tiene un efecto bumerán. Jugar a hundir el rublo (algo en lo que por ahora han fracasado, pues la divisa rusa ha recuperado todo lo perdido) es peligroso, como quedó demostrado con LTCM y el default de 1998 de una Rusia entonces mucho más irrelevante y que estuvo a punto de hundir al sistema financiero mundial (Long-Term Capital Management (LTCM) fue un gran fondo de cobertura, dirigido por economistas ganadores del Premio Nobel y renombrados operadores de Wall Street, que explotó en 1998, obligando al gobierno de los Estados Unidos a intervenir para evitar que los mercados financieros colapsaran.Posta)

Por otro lado, la “congelación” de activos decidida por un gobierno sin sentencia judicial y sin que el acusado haya podido defenderse es un claro atentado contra el Estado de Derecho y contra la propiedad privada y crea un peligroso precedente. La congelación de reservas rusas en el extranjero supone la defunción del sistema financiero internacional basado en la confianza y, entre otros efectos perniciosos, vaciará Occidente de reservas de países de Oriente, particularmente de China, y contribuirá a la pérdida del dólar como moneda de reserva, pues Oriente ha tomado nota de que en Occidente ya no se respetan las reglas ni la propiedad privada.

Igualmente graves son las sanciones a personas físicas que no han sido acusadas de ningún delito, aunque se trate de oligarcas ciertamente siniestros. Que un gobierno pueda impedir arbitrariamente que un ciudadano disponga de sus bienes por pertenecer a una determinada nacionalidad o por sus relaciones de amistad resulta inadmisible. Este abuso de acciones ejecutivas sin amparo judicial supone una muestra más del nuevo totalitarismo que se está imponiendo en Occidente sin que nadie proteste.

 

El suicidio de Europa

 

Pero la gran perdedora será Europa, que comprenderá demasiado tarde que no puede obedecer a EEUU con fidelidad perruna cuando sus intereses divergen.

China e India tienen mucha densidad de población y pocos recursos y Rusia tiene poca densidad de población y muchos recursos, por lo que su acuerdo sería muy natural.

Así, en un mundo de recursos escasos que a Europa no le sobran, lo que estamos logrando es arrojar a la principal reserva de recursos naturales de Eurasia, que estaba deseando comerciar con nosotros, en brazos de Oriente. A EEUU le da igual, pero para nosotros es un auténtico suicidio.

¿Tan difícil es comprender que el deber del gobierno alemán era defender los intereses del pueblo alemán, que evidentemente pasaban por obtener gas ruso barato a través del gaseoducto y no adoptar una actitud agresiva con un importante socio comercial con el que no tenía conflicto alguno?

El extraño giro de 180 grados por el que Alemania pasó de echar a Rusia de Eurovisión a anunciar que enviaría misiles para matar soldados rusos ha supuesto el suicidio económico de Alemania, su tercera derrota a manos de EEUU y la triste constatación de que, a pesar de las apariencias, sigue siendo un país ocupado. De igual modo, el deber del gobierno de España era defender los intereses de los españoles, pero también ha decidido sacrificarnos para suicidarnos con Alemania y defender los intereses norteamericanos, con Ucrania y con el Sahara.

La insensata escalada de Occidente puede provocar una crisis económica, financiera y humanitaria de imprevisibles consecuencias. Nos conducen al abismo, una vez más.

 

[1] Inside the Power Struggle Breaking up Russia and Ukraine | Time
[2] Zelensky suspends 11 Ukrainian political parties with Russian ties | The Times of Israel
[3] Vladimir Putin’s 20-Year March to War in Ukraine—and How the West Mishandled It – WSJ
[4] The U.S. is using declassified intel to fight an info war with Russia, even when the intel isn’t rock solid (nbcnews.com)
[5] Ukraine: Apparent War Crimes in Russia-Controlled Areas | Human Rights Watch (hrw.org)
[6Ukraine: Apparent POW Abuse Would Be War Crime | Human Rights Watch (hrw.org)
[7] Video appears to show Ukrainian soldiers executing Russian soldier captured in an ambush outside Kyiv, New York Times reports (yahoo.com)
[8] Vereschuk acusó a la Cruz Roja de cooperar con Rusia (strana.today)
[9] El Problema Ruso al Final del s. XX, Alexander Solzhenitsyn, Ed. Tusquets, 1995.
[10] Statement for the Record: Worldwide Threat Assessment – 2021 > Defense Intelligence Agency > Speeches and Testimonies (dia.mil)
[11] «Faut-il mener une “guerre économique” à la Russie ?» (lefigaro.fr)
[12] Luxembourg Foreign Minister Calls Putin «Physical Elimination» Remarks A Mistake (chronicle.lu)
[13] Biden says ‘killer’ Putin will ‘pay a price’ for election meddling – YouTube
[14] President Biden slams Putin calling him a ‘war criminal’ – YouTube
[15] Republicans slam Trump for suggesting US as bad as ‘killer’ Putin – YouTube
[16] Saudi Prince Approved Khashoggi’s Death, U.S. Report Says – The New York Times (nytimes.com
[17] The Third Anniversary of the Murder of Jamal Khashoggi – United States Department of State
[18] Saudi Prince Approved Khashoggi’s Death, U.S. Report Says – The New York Times (nytimes.com)
19] Trending news: UK PM Talks To Modi: Modi refuses to bow down to British pressure! UK delegation’s visit to India canceled amid Ukraine war – Hindustan News Hub


Fuente: http://infoposta.com.ar/notas/12363/ucrania-y-el-suicidio-de-europa/