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domingo, 6 de marzo de 2022

CONFLICTO RUSIA - UCRANIA: UNA SEGUNDA MIRADA

 


2. 03. 2022

Por: Atilio A. Boron

 

A medida que se extiende la ocupación rusa en Ucrania –y digo “ocupación” para usar el término aplicado a las invasiones que cuentan con la bendición de los poderes establecidos: ocupación de Irak, de Libia, de Siria, de los territorios palestinos, etcétera- se multiplican los interrogantes sobre la naturaleza y significado de esta operación. De partida se impone desechar por completo las supuestas “verdades” y “evidencias” aportadas por la prensa occidental desde sus naves insignias en Estados Unidos y Europa porque lo que difunden esos medios es una descarada propaganda. Claro, desde un punto de vista estrictamente militar es cierto que Rusia “invadió” a Ucrania. Pero como “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, recordaba von Clausewitz, ese despliegue militar debe ser calificado e interpretado en función de las premisas políticas que le otorgan su sentido. Esto es lo que trataremos de hacer a continuación.

Y esas premisas son muy claras: Rusia adoptó esta medida excepcional, y que en abstracto merece una condena, como respuesta a treinta años de ataques iniciados tras el derrumbe de la Unión Soviética. Hace ya un tiempo que Vladimir Putin con su habitual contundencia les dijo a los líderes occidentales: “ustedes no se contentaron con derrotar a Rusia en la Guerra Fría. Ustedes la humillaron”. La lucha política (y militar) no es un ejercicio abstracto o un concurso de gestos o frases retóricas. Por eso lo que en un cómodo plano de la intelección las cosas se presentan con una claridad absoluta y sin fisuras en la fragorosa lucha en el barro y sangre de la historia la “invasión” de marras aparece con un significado completamente distinto: como la reacción defensiva ante un hostigamiento interminable e injustificado. 

Una vez desintegrada la URSS Rusia disolvió el Pacto de Varsovia, estableció un régimen político al estilo de las democracias europeas, restauró con métodos mafiosos un capitalismo profundamente oligárquico, abrió su economía a los capitales extranjeros e incluso jugó con la idea de incorporarse a la OTAN. Sin embargo, pese a todo ese esfuerzo de adaptación al consenso ideológico-político occidental Rusia igual siguió siendo considerada como un actor aberrante en el sistema internacional, al igual que en los tiempos soviéticos, como una enemiga de la cual hay que protegerse y, al mismo tiempo, evitar que se proteja porque si la seguridad internacional es algo no negociable para Estados Unidos y sus aliados europeos tal privilegio no se le reconoce a Rusia.

La operación militar lanzada contra Ucrania es la consecuencia lógica de una injusta situación política, o el punto final ante lo que Boaventura de Sousa Santos diagnosticara como “la absoluta ineptitud de los líderes occidentales” para darse cuenta que no hay ni habrá seguridad europea si ésta no se garantiza también para Rusia. Ineptitud de un liderazgo europeo merecedor también de otros calificativos: miopes, corruptos, ignorantes y sumisos hasta la ignominia frente al hegemonismo estadounidense que no dudará en librar nuevas guerras en Europa o en su antejardín del Oriente Medio cuantas veces convenga a sus intereses.  

Esta falencia a nivel de liderazgo los ha llevado primero a despreciar o subestimar a Rusia (expresando una difusa rusofobia que no pasa desapercibida para muchos rusos) y después a demonizar a Putin, proceso en el cual Joe Biden llegó a excesos inimaginables en el campo de la diplomacia. En efecto, en plena campaña electoral y para demostrar su actitud dialoguista lo caracterizó como el jefe de una “cleptocracia autoritaria”. En una nota publicada poco después del golpe de estado del 2014 Henry Kissinger, criminal de guerra, pero a diferencia de Biden profundo conocedor de las realidades internacionales, escribió en cambio que “Putin es un estratega serio, en línea con las premisas de la historia rusa” pese a lo cual en Occidente ha sido objeto de una sistemática subestimación. Y remata su razonamiento diciendo que “para Occidente, la demonización de Vladimir Putin no es una política; es una coartada para cubrir la ausencia de una política.” En ese mismo artículo, altamente recomendable para la izquierda posmoderna cada día más confundida, tanto en Latinoamérica como en Europa, el ex secretario de Estado de Nixon aporta una reflexión necesaria para comprender la excepcionalidad de la crisis ucraniana. 

Es que para los rusos “Ucrania nunca podrá ser un país extranjero. La historia de Rusia comienza en lo que se conoce como Kievan-Rus”. Y es por esto que aún tan agrios disidentes del sistema soviético como Alexander Solzhenitsyn y Josep Brodsky “insistían en señalar que Ucrania era una parte integral de la historia rusa, y por lo tanto de Rusia.” Ninguno de los líderes de Occidente parece tener la menor idea de este legado histórico, decisivo para comprender que Putin haya trazado la “línea roja” de la OTAN precisamente en Ucrania.

Estas referencias, que parecen alentar una actitud escapista o negacionista ante el horror del momento actual son imprescindibles para comprender el conflicto y, eventualmente, resolverlo. Por eso conviene leer lo que en 2014 escribiera un internacionalista estadounidense, John Mearsheimer, cuando Washington montó en conjunción con las bandas nazis el golpe de estado que derrocó al legítimo gobierno de Víktor Yanukóvich. En ese artículo el profesor de la universidad de Chicago dijo que la crisis ucraniana y la recuperación de Crimea realizada por Putin es “culpa de Occidente”, de su torpe manejo de las relaciones con Moscú.

Añadía también que cualquier presidente de Estados Unidos habría reaccionado con violencia si una potencia como Rusia hubiera precipitado un golpe de estado en un país fronterizo, digamos México, depuesto a un gobierno amigo de Washington e instalado en su lugar a un régimen profundamente anti-americano. (Why the Ukraine crisis is the West fault”, en Foreign Affairs, Vol. 93, Nº 5, septiembre-octubre 2014). 

En suma: las apariencias no siempre revelan la esencia de las cosas, y lo que a primera vista parece ser una cosa –una invasión- mirada desde otra perspectiva y teniendo en cuenta los datos del contexto puede ser algo completamente distinto.

Publicado en Página12

 

Fuente: http://www.otramirada.pe/conflicto-rusia-ucrania-una-segunda-mirada

 

viernes, 25 de febrero de 2022

UCRANIA, ¿TERCERA GUERRA MUNDIAL?

 


Alonso Castillo Flores

Hace meses, aves de mal agüero anunciaban una invasión rusa a Ucrania. Hoy suenan tambores de guerra que presagian el inicio de un conflicto de escala global: La Tercera Guerra Mundial. Después de todo, la 2da GM comenzó cuando una potencia ocupó un país eslavo con dirección a Rusia, la invasión nazi de Polonia. Sea como sea, el escenario es lamentable, antenoche la Federación Rusa atacó instalaciones militares en varias ciudades ucranianas, incluida Kiev, su capital.

La historia de la “Gran Rusia” es ya conocida. Resulta ser el país más grande del mundo, y una de las mayores potencias militares, estuvo a punto de alcanzar a los Estados Unidos en la Guerra Fría y cayó en desgracia en los 90, con la disolución de la URSS. Rusia ha sido por mucho tiempo un gran imperio, hasta que llegaron los bolcheviques y promovieron la descolonización en todo el mundo. Por mucho que sorprenda, luego asciende al poder absoluto Stalin, hombre de una de las repúblicas soviéticas más pequeñas: Georgia, una gota en la periferia, inexistente para el mundo. Uno de sus textos más conocidos es El marxismo y la cuestión nacional, en sus medidas Stalin promueve el ascenso de dirigentes no rusos y el uso del idioma nativo en cada región. Bajo una dictadura la unión se democratiza en nombre del internacionalismo. Pero ya desde el fin de la 2da GM la propia URSS se constituye como un imperio de nuevo tipo. El ruso se impuso como idioma oficial de la Unión Soviética, se volvió la lingua franca de Este.  

Ucrania formaba parte de otras naciones, siempre a la sombra de los imperios de la época, hasta que en la tormenta de la Revolución Bolchevique de 1917 logra proclamar su independencia como “República Popular de Ucrania”, bajo un régimen no bolchevique. Finalmente, es anexada a la URSS y es ahí, vencidos los nazis, donde obtiene sus límites y su identidad actuales. Muerto Stalin, le sucede Nikita Jrushchov y le “obsequia” Crimea a Ucrania, que hasta entonces era parte de Rusia.

Los ucranianos han generado un resentimiento milenario a Rusia, porque en los años de la Unión los mayores desastres de la URSS tuvieron lugar en su suelo: el holodomor, la hambruna que arrasó con millones de personas; la invasión nazi, que también costó varios millones de vidas; y Chernóbil, el desastre nuclear más grande de la historia.

La propaganda occidental, por supuesto, incluye hasta videos falsos, toda una “guerra cognitiva”. Si Rusia invade un país es demonizada por la CNN, la BBC, la DW, y toda la artillería mediática internacional. Pero cuando EE.UU. y sus aliados de la OTAN bombardearon Serbia y mutilaron toda Yugoslavia, y cuando declararon unilateralmente la independencia de Kosovo, nadie parecía reclamar

Muchos no recuerdan los años de industrialización y crecimiento tras la guerra. Tampoco cuentan con que uno de los máximos representantes del realismo socialista fue ucraniano, Anatoli Lunacharski, ministro de educación y diplomático soviético. Tampoco recuerdan que fue ucraniano Leonid Brézhnev, líder supremo de la URSS por casi dos décadas, las de máximo apogeo soviético. La muerte de Brézhnev y el accidente de Chernóbil marcaron el inicio de la decadencia de la URSS. Afganistán, la última conquista soviética, le es arrebatada a Rusia con la ayuda de EE.UU.

Ucrania fue uno de los primeros países en declarar la disolución de la URSS, y uno de los fundadores en 1991 la Comunidad de Estados Independientes (CEI), junto a Rusia y Bielorrusia, los tres Estados que descienden de la antigua Rus de Kiev. Luego se incorporaron la mayoría de las ex repúblicas soviéticas. Varias zonas de la antigua URSS se vuelven polvorines, túrquicos, caucásicos, eslavos. Abandonado el mito del proletariado internacional, se avivan las rencillas étnicas y nacionalistas. Ya en 1990 Transnistria se declara independiente de Moldova —ex república soviética, vecina de Ucrania—, usa el ruso como idioma oficial y extiende la estética comunista, ningún país miembro de la ONU la reconoce al día de hoy.

El 2008 Rusia entra en guerra con Georgia y declara la independencia de las repúblicas separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, el país quería formar parte de la OTAN, organización militar que dirige EE.UU. El 2014, el golpe de Estado del Euromaidán en Ucrania busca el mismo objetivo antirruso, Rusia toma Crimea bajo referéndum, la mayoría de ciudadanos son rusoparlantes. Este lunes Putin declara la “independencia” del Dombás, en Ucrania, la República Popular de Luhansk y la República Popular de Donetsk. La historia se repite dos veces, la primera como drama, la segunda como tragedia. Georgia abandona la CEI el 2009 y Ucrania el 2018.

La guerra ha empezado, nunca antes estábamos tan cerca de un conflicto entre las potencias desde la crisis de los misiles en Cuba en los 60’s. Rusia ha demostrado su poder en su zona de influencia con la intervención en Kazajistán a comienzos de año (Revolution, 2002), y también mostró su habilidad diplomática, Israel no puede vender su sistema antimisiles a Ucrania por acuerdos con Rusia (Mukhtar, 2002). 

En realidad, la guerra ha empezado hace mucho, los ultranacionalistas de Ucrania –que por supuesto, no representan a la mayoría de la población– reivindican a Stepán Bandera, quien colaboró con las nazis durante la 2GM. Siendo asesinado por un agente de la KGB en 1959, es tenido por mártir en los círculos fascistas. Hoy por hoy, tanto la Unión Europea como Rusia, el gobierno ucraniano y las organizaciones judías condenan cualquier conmemoración a Bandera. Desde el 2014 los grupos nacionalistas han atacado a los prorrusos del Dombás, han muerto 13 000 personas, de las cuales 3 300 eran civiles.

Desde la disolución de la URSS, los EE.UU. prometieron no expandir la OTAN cerca de las fronteras de Rusia, ya que esta organización tenía como objetivo contener el avance de la URSS durante la Guerra Fría. Sin embargo, cada vez más países de la ex órbita soviética se han integrado a la Unión Europea y la OTAN. Los Estados Unidos, a través de su poder económico y la OTAN ha logrado lo inimaginable: meterse al bolsillo a los otrora grandes imperios occidentales, Inglaterra, España, Portugal, Alemania, Italia, Austria. Pero no ha logrado lo mismo contra Rusia y China, por motivos cultures, la lejanía geográfica, y la huella del comunismo.  Eso sí, a Vladimir Putin se le puede acusar de imperialista, de nostálgico soviético, pero en absoluto de socialista: “Quien no añore a la Unión Soviética no tiene corazón, quien quiera regresar a ella no tiene cerebro”, dijo hace años.

La propaganda occidental, por supuesto, incluye hasta videos falsos, toda una “guerra cognitiva”. Si Rusia invade un país es demonizada por la CNN, la BBC, la DW, y toda la artillería mediática internacional. Pero cuando EE.UU. y sus aliados de la OTAN bombardearon Serbia y mutilaron toda Yugoslavia, y cuando declararon unilateralmente la independencia de Kosovo, nadie parecía reclamar.   

La movida de Putin ha sido temeraria, pero quizás los líderes rusos han calculado sus acciones al mínimo detalle. Lo más probable es que la OTAN se unifique más, en contra de Rusia, y quizás atraiga a nuevos miembros, vecinos del gigante: Suecia y Finlandia. La Federación recibirá más sanciones económicas y Alemania puede cancelar el proyecto North Stream II con Rusia. De extenderse la guerra, no solo se perderán vidas rusas y ucranianas, sino de miles de europeos. Mientras tanto, el mandamás de la OTAN, EE.UU., la pasará bien, vendiendo armas a sus aliados, y vendiendo los productos energéticos que Rusia ya no podrá exportar.

En los años de la 1ra GM, Lenin y Rosa Luxemburg llamaron a no apoyar a ninguna de las potencias, las dos guerras mundiales fueron causadas por las metrópolis capitalistas. Condenamos la guerra y apoyamos la libre determinación de los pueblos a su autonomía. Rusia puede abanderarse en la guerra contra los neonazis, pero a todas luces estamos ante una guerra entre potencias capitalistas, nadie que tenga convicción anticolonial y sensibilidad social puede apoyar a ninguno de los dos bandos. El imperio yanqui es aún el gendarme mundial, el enemigo principal de los pueblos que buscan su independencia, pero no todos enemigos de nuestros enemigos son nuestros amigos.         

Referencias

Mukhtar, Ibrahim (2022) Israel rechaza la solicitud de Ucrania para comprar el sistema de defensa Iron Dome, Agencia Anadolu. https://www.aa.com.tr/es/mundo/israel-rechaza-la-solicitud-de-ucrania-para-comprar-el-sistema-de-defensa-iron-dome/2503366

Revolution (2022). Ukraine and Kazakhstan: Crises, volatility and the danger of war on the Russian border, https://revcom.us/en/ukraine-and-kazakhstan-crises-volatility-and-danger-war-russia-border

Fuente: https://barropensativocei.com/2022/02/25/ucrania-tercera-guerra-mundial/

 

jueves, 24 de febrero de 2022

OPERACIÓN QUIRURGICA EN UCRANIA: SUFICIENTE ES SUFICIENTE

 


Publicado:

febrero 24, 2022

 

He de reconocer que me ha sorprendido la rapidez del movimiento ruso. Decir ahora que estaba casi telegrafiado en el discurso de Putin, después de todo lo dicho y hecho anteriormente, con documentos y declaraciones, no sirve de nada porque es opinar a posteriori. Pero en ese discurso había algo que no estaba dicho de forma abierta pero sí indirecta: suficiente es suficiente. Se acabó el juego occidental, la prepotencia occidental. Estamos en otra era donde Occidente ya no tiene hegemonía. Y nunca más la tendrá.

Rusia puede que esté en su “momento Irak”. Es decir, ¿cuántas veces hemos oído decir a EEUU (e Israel) eso de “tenemos todo el derecho a tomar medidas para salvaguardar nuestra seguridad?”. Se dijo en Irak, en Afganistán, en Gaza, en Líbano, en… Rusia está aplicando la misma receta.

Rusia puede que esté en su “momento Responsabilidad de Proteger”. Es decir, ¿cuántas veces hemos oído decir a Occidente en pleno eso de “tenemos todo el derecho a proteger a la población con una intervención humanitaria, incluso a costa de invadir otro país?”. Se dijo en Somalia, en Serbia, en Libia, en Siria, en… Kosovo. Sobre todo en Kosovo, con lo que eso supuso. Rusia está aplicando la misma receta.

De esos polvos vienen estos lodos.

Comencé esta aventura de escribir en 2014 hastiado de la ignorancia e inacción de la “progresía” ante el golpe nazi en Ucrania (que fue defendido, repásense las hemerotecas) y la respuesta, dedididamente antifascista, de la población del Donbás. Este fue el primer artículo de esta página que publiqué.  Tienen razón en el Partido Comunista de los Bolcheviques ruso cuando hablan de los primeros movimientos anti-oligárquicos en el Donbás y en lo que ha quedado la cosa. Pero eso no invalida todo lo anterior, ni lo de la recalcitrante resistencia a la junta neonazi de Kiev.

Durante mucho tiempo mantuve un constante interés en la lucha antifascista en el Donbás, hasta el asesinato de Zajarchenko en septiembre de 2018. Os aconsejo que lo leáis y veréis mi posición respecto a Rusia y el Donbás. Ahí decía, entre otras cosas, esto: “Si en EEUU hay un “estado profundo” que está engullendo a Trump, en Moscú también lo hay y son los neoliberales quienes están rodeando, como una anaconda, toda la política, apretando y apretando cada vez más haciendo que el cuerpo no deje de mirar a Occidente. Los Acuerdos de Minsk fueron la última oportunidad de poder negociar con Occidente de una forma civilizada. Desde entonces, uno tras otro, los más significados dirigentes, claramente antifascistas, han sido asesinados uno a uno: Mozgovoi, Motorola, Givi y ahora Zajarchenko. Con él muere la etapa romántica del antifascismo. Ninguna de las muertes se ha aclarado, ni se hará. Unas son claramente achacables a los servicios secretos ucranianos, otras a ajustes de cuentas (como ocurrió con Mozgovoi) porque se negaba a aceptar el retorno de los clanes oligárquicos al Donbás”.

Desde entonces todo ha ido en la línea que le ha interesado al Kremlin, aunque la obstinación neonazi y el apoyo occidental no han hecho otra cosa que empujar a Rusia hacia lo de hoy. Rusia no es inocente, pero tampoco es culpable. Esa es la tragedia.

En cualquier caso, hay que volver a Marx (ya que todo el mundo saca a relucir a Lenin y a Stalin) para recordar aquello de la contradicción principal y la secundaria. Consiste en que la contradicción secundaria siempre se subordina y condiciona a la principal o primaria. Aquí la contradicción principal es EEUU y la OTAN y la secundaria Rusia. Es por eso que toda la izquierda rusa, como os conté, apoya el reconocimiento de las repúblicas de Donetsk y Luganks, por aquello de la colaboración puntual entre la burguesía y las fuerzas socialistas, en términos marxistas. Y eso siempre condicionado a lo otro, a la principal o primaria, la que convierte en enemigos a unos países occidentales que han arrinconado a Rusia hasta donde ya no puede retroceder más.

Como decían en la División 316 del Ejército Rojo, los conocidos como “los 28 hombres de Panfilov” que se enfrentaron a dos divisiones de la infantería nazi durante 4 días en noviembre de 1941, “no podemos retroceder, detrás de nosotros solo está Moscú”. Solo sobrevivieron 6 de esos 28, pero los nazis no llegaron a Moscú.

El Lince, elterritoriodellince.blogspot.com

Fuente: https://diario-octubre.com/2022/02/24/suficiente-es-suficiente/