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miércoles, 29 de mayo de 2024

HABLEMOS CLARO: LA IZQUIERDA TAMBIÉN ES RESPONSABLE DEL ASCENSO DE LA EXTREMA DERECHA

 


Fuentes: Ganas de erscribir 

Por Juan Torres López 

29/05/2024 

        

Escribió Walter Benjamín que lo hecho nunca está definitivamente hecho y que, por tanto, lo peor puede volver. Desde hace tiempo, comprobamos que es así: los partidos de una extrema derecha que creíamos desparecida, o al menos reducida a la mínima expresión desde hace décadas, vuelven a tener influencia política decisiva, e incluso gobiernan en algunos países de gran relevancia.

En las próximas elecciones europeas veremos, sin duda, que su representación parlamentaria se multiplica y, lo que es peor, que se convertirán en socios para nada vergonzantes de las fuerzas de derecha más centristas que dirigen los destinos de la Unión Europea.

Cuando todo eso se produce, las izquierdas se empeñan en erigirse en defensoras de la democracia y en baluartes frente al extremismo de la derecha neofascista. Un intento que se revela vano cuando no cambian la estrategia que precisamente ha llevado a que sus antiguos electores se conviertan en la base social y electoral de la extrema derecha.

Esta, en sus diferentes variedades, está llevando a cabo en todos los países donde se expande políticas privatizadoras, recortes sociales y favores indisimulados a las grandes empresas, a la banca y fondos de inversión. Pero con los únicos votos de los propietarios de estos últimos no podría nunca tener el éxito electoral que tiene.

Milei, Trump, Meloni, Orbán, Le Pen, Abascal, Ayuso… están instigados y financiados por el poder económico y financiero, pero su apoyo social proviene de millones de personas desposeídas, de clases trabajadoras explotadas, desahuciadas y excluidas, de trabajadores autónomos precarizados y de miles de propietarios de micro empresas o de pequeños y medianos negocios cada vez más ahogados a base de impuestos que las grandes empresas no pagan o por la morosidad de estas últimas (en España les deben más de 80.000 millones de euros), o de clases medias que ven que sus hijos no pueden salir del hogar familiar porque no pueden tener vivienda y que viven en la inseguridad e incertidumbre permanentes. Y, sobre todo, que están hartas de cómo se ha venido gobernando antes, de la corrupción y, como he dicho, de la desposesión que sufren.

Ese es el drama. Pero un drama que se produce porque han sido partidos socialistas los que han puesto en marcha en Europa las políticas que han producido esos efectos. En concreto, los Tratados pro-mercado y las de estabilidad y austeridad. Y porque los que se sitúan a su izquierda, en lugar de dar prioridad a las reivindicaciones socioeconómicas centrales que tienen que ver con esa desposesión, han fragmentado su discurso y se dedican a defender reivindicaciones particularistas con las que es imposible conseguir amplios apoyos sociales. En mi reciente libro Para que haya futuro he contabilizado 16 corrientes de izquierdas, 21 feministas y 27 ecologistas, aunque es posible que estén mal contadas y que aún haya más de cada una. Por supuesto, sin unirse ni apenas colaborar entre sí y, a veces, incluso fuertemente enfrentadas. ¿Cómo se van a poder sentir protegidas así las clases desposeídas que necesitan seguridad, ayuda y comprensión? ¿Cómo van a confiar y encontrar la voz y el poder que buscan en quienes no se entienden ni aclaran entre sí y andan siempre a la greña?

Las izquierdas han renunciado a defender los valores universales que son los únicos que permiten aglutinar en torno a ellos a las amplias mayorías sociales que es imprescindible tener para evitar la desposesión generalizada. Y el resultado es que la derecha y ahora la extrema derecha inteligentemente los asumen como suyos. Es verdad que no mencionan que para ponerlos en práctica y disfrutarlos es preciso actuar sobre los derechos de propiedad, que ocultan las causas reales que producen la desposesión y que mienten sobre ellas, por ejemplo, haciendo creer que no hay vivienda por culpa de los okupas o que hay paro e inseguridad ciudadana por los inmigrantes. Pero, como no hay reclamo alternativo sobre ellos, su mera enunciación basta para que la gente crea que la extrema derecha es la que puede defender la libertad, la seguridad, la soberanía, los intereses nacionales, el empleo o la integridad del territorio. Y, al paso que vamos, incluso otros derechos como el acceso a la vivienda, la propia democracia, los derechos humanos o la paz. Tiempo al tiempo.

¿Cómo se va a evitar que las clases desposeídas voten a la extrema derecha si esta defiende los valores con los que se identifica el sentir común de tanta gente, mientras que las izquierdas no hacen autocrítica de sus políticas equivocadas, o se empeñan en darle prioridad a valores o reivindicaciones que tan sólo pueden defender grupos muy reducidos o de interés, por muy legítimo que sea, muy minoritario?

¿A quién le puede extrañar que la extrema derecha se haga con la bandera de la libertad, de la seguridad o la soberanía nacional mientras las izquierdas no disimulan su complicidad con los grandes poderes, se hacen militaristas y se dedican a plantear la tauromaquia como gran problema político o a hacer creer que en la especie humana no hay diferentes sexos masculino y femenino, según los casos y por poner algún ejemplo concreto? O mientras que no terminan de pelearse entre ellas y elevan a la categoría de arte el maltrato hacia quienes tratan de poner en marcha sus propios proyectos políticos.

¿Cómo se va a poder evitar que la gente desposeída se eche en brazos de la extrema derecha si los partidos de izquierdas se han convertido en organizaciones cesaristas en donde la militancia apenas participa, ni decide, ni tiene protagonismo diario, o cuyos dirigentes y cargos públicos no son referentes ejemplares para la gente corriente, sino privilegiados que no muestran más interés ni estrategia que mantener sus prebendas?

En pocas palabras: la izquierda ha dejado desamparada a su base social.

Como explico en mi libro, las izquierdas no sólo han renunciado a soñar, para diseñar horizontes y proyectos que sean atractivos a la gente que sufre; ni ponen en práctica experiencias que permitan demostrar que otro mundo es posible. Más grave aún es que, a fuerza de haber estado expuestas al neoliberalismo, han terminado siendo insensibles a sus males y los reproducen en su seno.

Cuesta decirlo, pero las izquierdas que ahora se nos ofrecen como salvadoras frente al ascenso de la extrema derecha no van a poder evitar su creciente protagonismo porque, como he dicho, en gran medida han sido sus torpezas y renuncias las que han permitido que esos nuevos partidos totalitarios se ganen el apoyo de su antigua base social.

Es imprescindible darle la vuelta a todo esto que está pasando entre quienes se autodefinen como motores del progreso y la transformación social. Afortunadamente, hay otras formas de hacer política y de hacer sociedad y ya las ponen en marcha muchas personas y colectivos sociales en todo el mundo. Lo urgente es apoyarlas, difundirlas y, sobre todo, practicarlas.

Fuente: https://juantorreslopez.com/hablemos-claro-la-izquierda-tambien-es-responsable-del-ascenso-de-la-extrema-derecha/

https://rebelion.org/hablemos-claro-la-izquierda-tambien-es-responsable-del-ascenso-de-la-extrema-derecha/


domingo, 14 de febrero de 2021

LO QUE HUNDE A LA MAYORÍA DE LAS EMPRESAS Y NO MENCIONAN QUIENES DICEN DEFENDERLAS

 


11 febrero, 2021

Juan Torres López es miembro del Consejo Científico de Attac. Publicado originalmente en Público.

Los políticos y economistas de derechas suelen autocalificarse como los grandes defensores de las empresas pero la realidad es que las políticas que vienen defendiendo y aplicando en los últimos años son destructoras de actividad económica y una amenaza para la gran mayoría de los negocios y empresas.

La realidad es que impulsan políticas que solo benefician a las grandes empresas y al sector financiero pero no a las pequeñas y a las medias, ni a las microempresas o a las de titularidad individual.

Mientras que las pymes y las microempresas tienen que ser competitivas día a día en los mercados, tratando de reducir costes de cualquier forma y soportando las condiciones que les ponen las grandes cuando son sus proveedoras o clientes, las empresas poderosas que dominan los mercados operan en el mundo de la política y actúan como verdaderas rentistas, gracias a los privilegios que pueden conseguir comprando voluntades y consiguiendo que en los boletines oficiales se escriba siguiendo sus dictados. No hay una gran empresa que carezca de un departamento específico y bien dotado dirigido a lograr ese objetivo, algo que está completamente vedado para las más pequeñas.

La peor amenaza que recae sobre la inmensa mayoría de las empresas es la puesta en práctica de los dos grandes mantras de las políticas neoliberales de los últimos años y que vienen provocando el freno de la actividad económica y el incremento constante de la deuda pública y empresarial: moderar salarios y rebajar impuestos.

El primero de ellos se ha conseguido gracias a las reformas laborales que reducen el poder de negociación de los trabajadores y al desempleo y el empleo precario que generan las políticas de los últimos años. Pero, en contra de lo que se quiere hacer creer, la constante pérdida de peso de la masa salarial en el conjunto de las rentas no beneficia a todas las empresas sino solo a las grandes.

La razón es sencilla: la inmensa mayor parte de los salarios se destinan directamente al consumo, es decir, a generar ingresos para las empresas. Las rentas del capital, por el contrario, se ahorran en su gran medida (no generan ingresos para otras empresas) y se dedican en menor proporción a ampliar capital productivo y en mayor a la inversión financiera precisamente cuanta menos rentabilidad haya en la economía real como consecuencia de la caída en las ventas que provoca la devaluación salarial.

Además, las grandes empresas oligopolistas tienen más posibilidades de fidelizar clientelas o suelen proporcionar bienes más necesarios, de modo que venden con más independencia de la renta familiar, al contrario de lo que ocurre a las pequeñas y medianas empresas.

Es por todo ello que -aunque parezca paradójico- la estrategia de moderación salarial perjudica a la mayoría de las empresas porque supone menos ingresos para la inmensa mayoría de ellas.

El segundo mantra de los economistas y políticos de derechas es que la mejor manera de ayudar a las empresas es bajar impuestos. Algo completamente falso: piensen en lo que ocurriría si se eliminaran todos ellos pero, al mismo tiempo, no hubiera clientes a las puertas de las empresas.

Lo que ayuda de verdad a las empresas no es que haya menos impuestos sino la promoción de la actividad económica que pone clientes en sus puertas porque genera ingresos para el consumo y la inversión.

Para colmo, detrás de la reclamación de bajada de impuestos de las derechas hay truco en contra de las empresas de menor dimensión.

Hablan mucho de reducir las cargas impositivas de las empresas pero, cuando realizan reformas fiscales, resulta que no las bajan para todas ellas sino, de nuevo, solo para las más grandes. Y, al mismo tiempo, nunca hablan de otras cargas que suponen un lastre mucho más pesado y letal para la inmensa mayoría de las empresas.

En España, las pequeñas y medianas empresas terminan dedicando a impuestos casi tres veces más beneficios que las grandes. No porque haya tipos discriminatorios sino porque los impuestos están diseñados en beneficio de estas últimas, bien por el tipo de deducciones o desgravaciones que contemplan o porque pueden disponer de mejores equipos contables y de costosas asesorías para evitar pagarlos. La elusión fiscal de las grandes empresas y grupos empresariales españoles (unos 350.000 millones de euros de sus dividendos y plusvalías no tributan en el impuesto de sociedades, según los técnicos del Ministerio de Hacienda) es, en realidad, uno de los “impuestos invisibles” que soportan las pequeñas y medianas empresas y de los que nunca hablan quienes dicen que quieren rebajar la carga que soportan.

Tampoco hablan de otras cargas que frenan su actividad como directa consecuencia de los privilegios que, por el contrario, conceden día a día a las grandes empresas.

Uno de ellos es el constante incumplimiento de la ley por parte de estas últimas a la hora de realizar los pagos a proveedores, lo que supone un coste extra para las pequeñas y medianas empresas. Según la Plataforma Multisectorial contra la Morosidad, las grandes empresas del IBEX tuvieron un plazo medio de pago a proveedores de 183 días (123 más del legal) en el primer semestre de 2020.

Según esta plataforma, si las empresas del IBEX pagaran en plazo se inyectarían 56.488 millones de euros, salvando a muchas pymes y autónomos; mientras que, al no hacerlo, se pone en riesgo de quiebra a medio millón de empresas españolas.

Si los políticos y economistas de la derecha que se proclaman liberales quieren apoyar a todas las empresas y no solo a las más grandes y rentistas deberían proponer un fuerte régimen sancionador que evite estos retardos.

Otro de estos “impuestos invisibles” que recaen sobre las pequeñas y medianas empresas es el de la dificultad que tienen (por no decir que práctica imposibilidad) para acceder a la contratación pública, a pesar de lo que estableció la ley de 2018. Si se quisiera ayudarlas de verdad, también se avanzaría mucho más en este aspecto, abriendo vías de acceso privilegiado no para las grandes sino para las más pequeñas y medianas de nuestras empresas.

Se podrían señalar otras cargas de este tipo, en forma de discriminaciones bien directas o como consecuencia de tratar igual a las desiguales, que suponen un lastre incluso peor que los impuestos para el 99% de las empresas que generan el 54% del empleo y el 63% del valor añadido bruto de nuestra economía. Entre otros, los topes máximos de las cotizaciones sociales que benefician a las más grandes, en las que suelen estar los niveles salariales superiores; el alto coste de los suministros a causa de la estructura oligopolista de los mercados que no se quiere corregir; o las dificultades de acceso a la financiación especializada para el tipo de negocio que suelen llevar a cabo.

Es cierto que la gran mayoría de las empresas españolas es de pequeña o mediana dimensión y que las economías más fuertes son las que tienen grandes empresas pero es completamente irreal pensar que todas las economías pueden ser potencias mundiales y grandes o multinacionales la mayoría de las empresas. Decir que los problemas de las pequeñas y medianas empresas españolas se deben a que son de pequeña o mediana dimensión es un absurdo que oculta la realidad poco competitiva de nuestros mercados, su concentración ineficiente y costosa y las políticas de privilegios hacia las grandes que se vienen realizando.

La estrategia adecuada es la de convertir a las pymes españolas e incluso a las microempresas o a los propios trabajadores autónomos (a los reales, no a los falsos) en fuentes de valor, promoviendo cooperación y sinergias, redes, mercados auténticamente competitivos, y proporcionándoles las normas y el medio ambiente que les permita innovar en un mercado interno potente, vertebrado y autosostenido.

Los políticos y los economistas que diseñan las políticas económicas dominantes en los últimos años no defienden a las empresas sino a un capitalismo oligopólico, financiarizado y volcado en la especulación y en la extracción de rentas mediante la ocupación del poder político que es, en realidad, el gran enemigo de las que realmente son eficientes y productivas y, sobre todo, de las de pequeña y mediana dimensión.

Fuente: https://attac.es/lo-que-hunde-a-la-mayoria-de-las-empresas-y-no-mencionan-quienes-dicen-defenderlas/?utm_source=feedly&utm_medium=rss&utm_campaign=lo-que-hunde-a-la-mayoria-de-las-empresas-y-no-mencionan-quienes-dicen-defenderlas

 

domingo, 5 de abril de 2020

LA INTERVENCIÓN MASIVA DE LOS BANCOS CENTRALES TIENE TRUCO


JUAN TORRES LÓPEZ

En el año 2001 la economía japonesa se encontraba por los suelos y el Banco de Japón respondió poniendo en marcha un plan de acción billonario con el fin de impulsarla. Consistía en realizar compras masivas de activos financieros (acciones, bonos privados o públicos…) que estaban en poder de los bancos comerciales. La actuación se denominó Quantitative Easing (QE) o Expansión Cuantitativa, aunque también se la conoció después como Flexibilización Cuantitativa. Tras ganar las elecciones en 2012, el primer ministro Shinzo Abe ordenó al Banco de Japón que las volviera a llevar a cabo.

La Reserva Federal inició su Expansión Cuantitativa en 2008, con un programa de compras verdaderamente colosal. Sólo en los primeros ocho meses de ese año creó más dinero para comprar activos de los bancos que habían provocado la crisis (940.000 millones de dólares) que todo el que había creado en los cincuenta años anteriores (840.000 millones) para que funcionara la economía. En los siguientes cinco años se gastó casi cuatro billones de dólares en esas mismas operaciones. En 2018 volvió a poner en marcha otro programa semejante y en 2009 ya consideró que esa sería una forma permanente de actuación para evitar que las bolsas, cada vez más inestables y peligrosas, se vinieran abajo. Hace unos días, cuando se percibió que la pandemia del coronavirus provocaría un problema económico gravísimo, se anunció otro nuevo programa masivo de compras. Primero de 700.000 millones de dólares, pero enseguida «por cantidad ilimitada».
El Banco de Inglaterra también ha realizado este tipo de compras masivas desde 2009, por valor de un billón de libras desde ese año, y ha anunciado nuevas operaciones por valor de 645.000 millones para hacer frente a los efectos del coronavirus.
En julio de 2012, en medio de grandes ataques de los fondos especulativos a las economías europeas más afectadas por la crisis, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, se convirtió en el gran héroe de la Expansión Cuantitativa.  El 26 de julio compareció ante la prensa y se limitó a decir: «El BCE está dispuesto a hacer lo que haga falta para preservar el euro. Y créanme, será suficiente». Con esas pocas palabras paró en seco los ataques y elevó a los cielos la consideración de estas políticas. Todo el mundo lo aplaudió pero yo me pregunté en un artículo si no sería más lógico juzgarlo por no haberlo hecho antes.

Más tarde, en 2015, el Banco Central Europeo ya asumió la expansión como un programa permanente y desde entonces ha realizado compras por unos 3,5 billones de euros. También ahora, como los demás bancos centrales, volverá a gastar, de entrada, 750.000 millones de euros en comprar títulos para combatir los efectos de la pandemia.
Todos esos datos muestran que los bancos centrales tienen una capacidad de crear dinero ilimitada y que la han utilizado cuando lo han creído necesario. ¿Con qué objetivo? El Banco Central Europeo lo explica muy claramente en su web:
«El Banco Central Europeo compra bonos a los bancos… lo que incrementa el precio de esos bonos y genera dinero en el sistema bancario… En consecuencia, muchos tipos de interés se reducen y los préstamos se abaratan… lo que permite a empresas y particulares solicitar más préstamos y pagar menos por sus deudas… Como resultado, el consumo y la inversión reciben un impulso… El aumento del consumo y de la inversión fomentan el crecimiento económico y la creación de empleo».
La justificación es buena y cualquiera que la lea se apuntaría sin reservas a este tipo de programas de expansión cuantitativa de los bancos centrales. El problema es que las cosas no funcionan realmente como dice esa cita del Banco Central Europeo y que sus efectos son bastante diferentes a los que proclaman sus impulsores.
No se puede negar que puntalmente han servido para impedir que se hundan las bolsas, que hayan caído economías enteras (como algunas europeas gracias a la intervención de Draghi) o para reactivar en alguna medida el crédito. Lo que ocurre es que eso no es todo lo que producen ni ha ocurrido siempre así.
¿Hemos de dar la enhorabuena a los bancos centrales por actuar de bomberos en las bolsas, cuando en realidad son quienes permiten que allí se produzcan incendios constantemente?
¿Aplaudimos a los bancos centrales por salvar, como Draghi, a las economías, cuando en realidad son quienes permiten que haya movimientos especulativos que las amenazan cuando ven la oportunidad?
¿Hay que felicitar a los bancos centrales porque le den dinero a mansalva a los bancos para que financien a la economía, cuando les están permitiendo que actúen como auténticos zombis y cuando esa financiación podrían proporcionarla mucho más barata ellos mismos?
Las compras masivas de títulos por los bancos centrales tiene otra cara de la que apenas se habla. Esconden, como si de un truco se tratara, que no son la mejor forma de hacer política económica y que benefician casi exclusivamente a los más ricos.
La mejor prueba de su fracaso es que sus diseñadores las concibieron como una solución temporal y de emergencia y, sin embargo, se han convertido en permanentes y cada vez más cuantiosas.
No voy a negar que realizar ese tipo de intervenciones de forma puntal sea necesario y positivo. Eso es evidente. Lo preocupante es que esos programas de compras masivas se están convirtiendo en una constante que tiene consecuencias bastante negativas, como ya se ha podido poner de manifiesto en investigaciones científicas, una vez que ha pasado algún tiempo desde que empezaron a realizarse.
Así, al aumentar la cantidad de dinero, reducen los tipos de interés, algo que no es necesariamente siempre bueno. Por ejemplo, porque las compras masivas hacen más rentables los activos de mayor riesgo, de modo que en realidad aumentan la peligrosidad de las bolsas, obligando a que los bancos centrales tengan que volver a hacer nuevas compras. También, producen desórdenes en los mercados de divisas que perjudican al comercio internacional. Algunos ven positivo que estas operaciones suban el precio de la vivienda y que así parezca que disminuye la desigualdad porque sube el valor de la riqueza de las familias propietarias, pero, por otro lado, dificultan que puedan disfrutarla los grupos sociales de menos renta. Y, lo que es quizá más grave, el dinero que ponen en manos de los bancos no va directamente a financiar a la economía. En gran parte ha servido para que acumulen nuevos activos, que luego van vendiendo de nuevo a los bancos centrales.
No es cierto, tampoco, que la inversión y el consumo dependan solo del interés de los créditos, como hemos visto que supone el Banco Central Europeo para justificar las compras masivas. Dependen, sobre todo, de otras circunstancia que tienen que ver más con la economía real que con la financiera. Lo que sí hacen los tipos de interés demasiado bajos es estimular la deuda que es, ¡qué casualidad!, el negocio de la banca.
El corolario de todo eso es que las intervenciones masivas de los bancos centrales para comprar títulos financieros han ayudado decisivamente a que aumente la desigualdad en los últimos años. Con ellas se busca, como hemos visto, que no se hunda su precio cuando cae después de que las operaciones especulativas lo hayan elevado artificialmente, y eso lógicamente beneficia a sus propietarios y no precisamente a la mayoría de la población: en Estados Unidos el 80% de los títulos los posee el 10% más rico y, a nivel mundial, el 50% de los activos financieros está en manos de quienes tienen más un millón de dólares de patrimonio, según el informe anual del Boston Consulting Group. Por tanto, los grandes beneficiarios de esas compras masivas que realizan los bancos centrales, como ahora en medio de la pandemia, son las personas más ricas.
Se ha demostrado que en Japón «sólo beneficia a los grupos de rentas más elevadas y que amplia la brecha entre estos y los demás». En Estados Unidos también se ha comprobado que la Expansión Cuantitativa aumenta la desigualdad, al menos, en un 25%. El Banco de Inglaterra argumenta que el efecto de su Expansión Cuantitativa fue bueno porque conservó el empleo y que la desigualdad era ya de por sí alta pero lo cierto es que, en Inglaterra, la renta del 10% de los hogares más pobres aumentó 3.000 libras y la del 10% más rico 350.000 en el periodo en el que la llevó a cabo. El Banco Central Europeo también sostiene que su expansión cuantitativa disminuye la desigualdad porque aumenta el empleo y aumenta ligeramente el precio de la vivienda. Un argumento que es bastante falaz. Si esa política monetaria expansiva fuese realmente la que es capaz de aumentar el empleo no se entiende que se siga sin incluir el objetivo de aumentarlo entre los del banco central. Y, en todo caso, algún trabajo empírico ha demostrado que el efecto principal de la expansión es el aumento de los precios de los activos que es el que aumenta la desigualdad y no el de impulsar la economía.

Al volver a realizar compras masivas de títulos financieros con la excusa de luchar ahora contra la pandemia, los bancos contrales vuelven a hacer ilusionismo delante de nuestras narices. Van a conseguir lo que ya consiguieron en momentos anterior: salvar a los grandes propietarios de riqueza financiera y a los bancos impulsando la generación de deuda que es el único motor que saben poner en marcha para movilizar a la economía. Algo tan peligroso como arrancar un coche poniéndole un misil en el tubo de escape.
Es hora de acabar con el truco. En lugar de darle el dinero a los bancos, a los fondos especulativos y a los grandes propietarios de riqueza financiera, los bancos centrales deben ponerlo directamente en manos de quien lo gasta en crear riqueza y empleo y no en especular. Y mucho más ahora, en medio de una emergencia sanitaria que quizá se convierta en económica poco después.


viernes, 20 de marzo de 2015

"ESTA GENERACIÓN ESTÁ PONIENDO LAS BASES PARA UN ESTALLIDO DE CAOS GIGANTESCO"



Entrevista a Juan Torres, Catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla

Diario de Sevilla
20-03-2015

Juan Torres es un claro ejemplo de que el hábito no hace al monje. Cuando Pablo Iglesias presentó el programa económico de Podemos con su habitual coleta y una camisa de leñador canadiense, este catedrático de la Hispalense -que fue uno de los redactores del texto- lo hizo vestido con una impecable americana azul y una corbata que entonaba con la camisa, un atuendo que no hubiese desentonado en un acto de la FAES. Lo que distingue a Juan Torres es el verbo, la palabra, esas ideas que expresa con cordialidad y educación pero que son auténticas cargas de profundidad. El que quiera ver en él a un radical rabioso se equivoca. Al catedrático no se le cae ningún anillo por demostrar su acuerdo con algunos economistas liberales y en todo momento hace un llamamiento al diálogo para llegar a pactos que permitan a la sociedad española salir definitivamente de la crisis. Aunque no lo dice claramente, a Juan Torres se le notan las heridas provocadas por la exposición mediática a la que ha estado sometido desde que trascendiese su colaboración intelectual con Podemos, ese partido que levanta las mismas filias y fobias que un equipo de fútbol. Al fin y al cabo, como él mismo dice, España sigue siendo un país cainita. Y nadie está haciendo nada para que deje de serlo.

-Cuesta encontrar algún economista que no sea liberal. ¿Dónde se sitúa usted?

-Cada vez me siento más incómodo y menos reflejado en las etiquetas, aunque me las han puesto de todo tipo. Unos me llaman keynesiano, otros marxista... Francamente, entiendo la economía como una ciencia social, incluso como una ciencia moral. Creo que, como decía el profesor Fuentes Quintana, los problemas económicos no tienen soluciones técnicas, sino soluciones políticas, y eso significa que no se puede entender la economía sin tener en cuenta la vida social, los intereses, la política, etcétera. Soy una persona crítica y de izquierdas, pero en el campo económico sigo aprendiendo de estudiosos como los liberales austriacos, con los cuales comparto bastante de su crítica al sistema financiero.

-Usted ha estado recientemente en la palestra mediática al formar parte, junto a Vicenç Navarro, del equipo que elaboró el programa económico de Podemos, una formación política que levanta auténticas filias y fobias. ¿Es usted militante?

-No. Yo no estoy afiliado a ninguna fuerza política y mantengo una posición independiente, lo cual es bastante difícil hoy en día, porque las fuerzas políticas quieren personas que se casen con ellas y yo me casé con mi mujer y nadie más. Soy independiente, pero Podemos me pidió colaboración y yo se la di como se la doy a cualquiera que me la pida como profesor e intelectual. Para eso me paga la sociedad.

-¿Se arrepiente? Exponerse mediáticamente siempre es incómodo.


-Nuestra España es cainita. No olvidemos que cuando gobernaba Zapatero la oposición lo acusaba de ser cómplice de ETA... Si eso le decían al presidente del Gobierno qué no le dirán a un economista contrario al discurso imperante. Yo me he sentido cómodo porque he hecho lo que creía en conciencia que tenía que hacer; me he sentido privilegiado por poder decir en público lo que pienso, pero también me he sentido herido porque ha habido críticas francamente groseras y porque algunos colegas confunden postulados ideológicos con principios científicos... Eso sí, también me he sentido muy acompañado cuando mucha gente normal y corriente me ha saludado por la calle. Como pasa muchas veces en la vida, suelen ser más dolorosos los silencios que las propias palabras.

-Da la sensación de que hay un pensamiento único en Economía. Hay multitud de personas que creen que es una ciencia exacta en vez de una ciencia social. ¿Hay una alternativa al capitalismo que sea viable respetando las libertades, entre ellas las económicas?

-La alternativa la estamos viendo hoy en día. El capitalismo propugna una economía de mercado donde el trabajo y el medio ambiente se mercantilizan y, sin embargo, vivimos en una sociedad con enseñanza y sanidad pública que no tienen nada que ver con el capitalismo y, sin embargo, funcionan. A mis estudiantes les enseño que los sistemas económicos no son puros... En la actual economía capitalista, como hemos visto, hay elementos de la economía socialista. Hace unos meses una persona me dijo en una conferencia que yo debería proponer la abolición del capitalismo; yo le dije que eso era una tontería: se puede abolir un régimen político pero las transformaciones económicas son mucho más lentas y complejas. Yo aspiro a un mundo en el que la lógica de la mercancía y el beneficio no sea la que domine la vida. Friedrich Hayek decía que el comercio es el orden básico de la sociedad y yo creo que no... La democracia está, precisamente, para que estas diferencias se diriman de una forma pacífica. El problema es que, como está pasando, esa democracia está degenerando y la están desmantelando para que no se pueda dar ese diálogo. Eso es lo que da la sensación de que no hay alternativas.

-Últimamente, el Gobierno de la nación está sacando pecho y dice que hemos entrado en la vía de la recuperación económica. ¿Qué opina usted?


-Está habiendo una cierta recuperación y es lógico. Lo raro sería lo contrario. En primero de Economía se estudia lo que se llama el ciclo político. Todos los gobiernos de países democráticos aumentan el gasto y animan la economía antes de unas elecciones. ¿Eso se va a consolidar? Ojalá, pero yo no lo veo tan claro. El empleo, en realidad, no se está recuperando. Es verdad que el paro registrado ha disminuido ligeramente, pero la demanda de empleo no. También sabemos que las horas trabajadas están disminuyendo: tenemos más empleos pero, en realidad, el número de personas con trabajo a tiempo completo se está reduciendo. Es decir, se están descuartizando los empleos en varios trozos de menos horas y retribución.

-¿Están en peligro las pensiones?

-Claro que están en peligro. Las pensiones se financian con el sueldo de los asalariados y los salarios tienen cada vez menos peso en la renta nacional. ¿Y por qué ocurre esto cuando trabaja más gente que hace veinte años? Pues porque los sueldos están bajando y las retribuciones van en mayor medida al capital. Si actualmente los salarios en España tuviesen el mismo peso en la renta nacional que en 1976, en los bolsillos de los asalariados habría 155.000 millones de euros más todos los años, que irían directamente al consumo y a dinamizar la actividad económica.

-En el programa que ustedes han elaborado para Podemos proponen un aumento de los salarios; una demanda popular, pero peliaguda.

-Los neoliberales creen que el paro se debe a que los salarios son demasiado altos. Opinan que sobran trabajadores por la misma razón que pueden sobrar tomates en un mercado y que la manera de conseguir vender esos tomates es bajar el precio de los mismos. Para estos economistas el paro es voluntario y si los trabajadores aceptasen sueldos más bajos disminuiría el desempleo. Eso ya se demostró hace unos 80 años que es falso. Se ha visto claramente que el paro no depende sólo de lo que ocurre en el mercado del trabajo, en los salarios, sino, sobre todo, de lo que pasa en el mercado de bienes y servicios. La cafetería de la esquina no deja de contratar a camareros porque los salarios sean muy altos, sino porque no tienen clientes. A las empresas no les importa pagar salarios altos si tienen volumen de negocio.

-Bueno, todo el mundo quiere pagar lo mínimo posible por los servicios que recibe...


-En las economías en las que vivimos se da una paradoja curiosa: a un empresario en particular le interesa pagar salarios bajos a sus empleados, pero también que el resto de los empresarios paguen sueldos altos a los suyos para que tengan capacidad adquisitiva suficiente para consumir sus productos. Esa paradoja hay que resolverla colectivamente. No se trata sólo de subir linealmente los salarios, sino de procurar que la masa salarial no siga cayendo; hacerlo con inteligencia y discreción en el sentido de saber distinguir los tipos de empresas, la situación en la que se encuentra cada una... Hay que sentarse. Lo que es inconcebible es creer que una economía como la nuestra puede funcionar dejando que cada uno intente salvar su cartera. Lo fundamental que necesita hoy la economía española es que Gobierno, empresarios y trabajadores se sienten para ponerse de acuerdo sobre cuál va a ser el reparto de la tarta, de lo contrario esto se va a convertir en una lucha a muerte. Ya estamos viendo que la desigualdad que se está generando hace que miles de empresas que viven del salario de la gente, del consumo, se vengan abajo.

-¿Comparte las tesis de Piketti sobre el enorme aumento de la desigualdad que se está dando en los países desarrollados?

-Ese proceso se está produciendo desde hace muchos años. Fíjese que en EEUU el 1% de la población se queda con el 93% del incremento anual de la riqueza ... ¿Dónde va esa acumulación enorme de capitales? ¿A las pequeñas y medianas empresas? No, va a los mercados financieros, a la especulación, a los derivados. Mientras tanto, las empresas que producen bienes y servicios están escuálidas. Si ese 93% de incremento de la riqueza se dedicase a salarios iría directamente a alimentar a las empresas productivas, que son las que generan empleo. El gran cáncer de nuestras economías es la desigualdad.

-¿Se puede dar un escenario parecido al de los inicios de la Revolución Industrial, con personas que pese a tener un empleo apenas tienen para cubrir sus necesidades?

-Sí, ya se está hablando de trabajadores pobres, personas con empleo pero que están excluidas, condición que tradicionalmente afectaba sólo a los desempleados. Según un informe de la OCDE, más de la mitad de los trabajadores del mundo ganan menos de dos dólares diarios y no tienen ni contrato ni protección social, proporción que subirá al 70% en 2020. Eso es una forma de esclavitud, con millones de personas sin derechos, sin educación, sin alimentación... El infierno en la tierra. Vivimos en un mundo donde todo está globalizado, menos los resortes que permiten que la gente viva dignamente. O abordamos este problema o vamos a ser arrollados por una fuerza destructiva como probablemente nunca se ha visto en la historia. También está la cuestión de la degradación del medio ambiente... Esta generación está poniendo las bases para un estallido de desorden y caos gigantesco.

-Otra de las cuestiones polémicas que están sobre el tapete económico es la propuesta de una renta básica universal. ¿Qué opina usted de este asunto?


-La renta básica universal es la que se le daría a una persona por el simple hecho de ser ciudadano. Aunque no estoy totalmente de acuerdo con esta idea la respeto mucho, porque creo que hay una literatura científica rigurosa que la defiende. En general le veo algunos efectos perversos y dificultades. Yo más bien soy partidario de estrategias de trabajo garantizado. La sociedad puede garantizarle a todo el mundo un ingreso básico decente recibiendo al mismo tiempo una contraprestación. Es un debate que habría que plantearse rigurosa y abiertamente, sin tirarse los tratos a la cabeza.

-La propuesta de la nacionalización de algunas empresas estratégicas también levanta sarpullidos y recelos. ¿Por qué ese empeño por lo público?
-Se ha visto que la privatización de algunas empresas públicas ha sido negativa desde el punto de vista de la eficiencia, de la calidad y de los precios. Eso ha pasado en todos los países y hay estudios que lo demuestran. Estas privatizaciones han sido un negocio para determinados grupos, pero los ciudadanos recibimos peores suministros y más caros. Además, algunas de estas empresas que se privatizaron con el argumento de que el Estado no debe intervenir en ellas han pasado a ser propiedad de otros estados extranjeros... Es una barbaridad. Esas empresas deben volver a pertenecer al sector público o por lo menos a intereses españoles que apliquen los beneficios a nuestra economía.

-Usted es miembros del comité científico de Attac, que promueve la llamada Tasa Tobin. Un asunto polémico más.


-Desde hace muchos años se empezó a comprobar que los movimientos financieros se estaban desarrollando de una manera desproporcionada en comparación a la actividad productiva de bienes y servicios, y que además ese desarrollo lo alimentaba la especulación financiera. El premio Nobel James Tobin defendió que hay que meterle arena a las ruedas de la especulación y en los años 90 nació el grupo Attac para apoyar esta idea. Hoy en día, según el Banco Internacional de Pagos, cada día circulan cinco billones de dólares en especulación en el mercado de divisas sin un solo impuesto ni tasa. Si el conjunto de las actividades financieras tuviera una tasa mínima del 0,001%, en la Unión Europea se recaudarían unos 500.000 millones de euros al año... No habría crisis financiera y no habría que hacer recortes.

-Terminemos con Europa. ¿Nos hemos convertido en una colonia de Alemania?

-Alemania y Francia han impuesto sus intereses en las instituciones europeas. El que no reconozca esto está negando la realidad. No voy a negar las ventajas que ha tenido la UE para España, como el flujo de ingresos importantes gracias a los fondos europeos de cohesión, pero nos han desmantelado nuestra industria y nuestro tejido empresarial. Un economista poco sospechoso como Antonio Torrero, de la Universidad de Alcalá, afirma que nuestra entrada en el euro fue un "error inevitable". No sé si fue inevitable o no, pero lo cierto es que nos desmanteló por completo. Mitterrand se lo dijo a sus empresarios: "España está en venta, vayan ustedes a comprarla". Soy un firme defensor de Europa, pero tal como está diseñado el euro es una trampa sin remedio. A las empresas españolas no les interesa el euro, porque es una unión monetaria diseñada para que se beneficien los países centrales, Alemania y Francia fundamentalmente.

Fuente original: http://www.diariodesevilla.es/article/rastrodelafama/1984888/esta/generacion/esta/poniendo/las/bases/para/estallido/caos/gigantesco.html#opi
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196710

viernes, 12 de diciembre de 2014

ESOS MONSTRUOS LLAMADOS BANCOS





I

ESOS MONSTRUOS LLAMADOS BANCOS

Cuando reciben depósitos de sus clientes los bancos no los mantienen en reserva para hacer frente a los reintegros que éstos soliciten sino que conservan en caja una parte mínima y disponen del resto para realizar préstamos.

El fenómeno es fácil de entender: Poncio dispone de los únicos 100 euros que hay en la economía y los deposita en un banco. Con su tarjeta de débito puede realizar pagos por valor de 100 euros. Si el banco concede un crédito de 20 euros a Pilatos mediante una simple anotación contable, éste podrá gastar esos 20 euros, de modo que desde ese mismo instante ya hay 120 euros en medios de pago. El banco ha creado 20 euros de dinero bancario.

Como eso se hace sin parar, los bancos “multiplican” los medios de pago en la misma medida en que crean más deuda. Como decía el Nobel de Economía Maurice Allais, eso significa que los bancos crean dinero de la nada.

En Europa, la proporción de los depósitos que tienen que mantener los bancos en reserva es del 1% en el caso de que se trate de depósitos a menos de dos años o que se puedan retirar sin preaviso, y del 0% en los demás. Eso supone que los clientes no retienen dinero en sus manos (tarjetas o cheques), un banco puede crear de la nada 100 euros cada vez que un cliente deposita en él 1 euro a menos de dos años y tanto como quieran en el resto de los casos.

Los bancos no han desaprovechado esa oportunidad y han impuesto condiciones que obliguen a empresas, familias o gobiernos tengan que endeudarse sin cesar: fomentan la vivienda en propiedad en lugar de en alquiler, recortan salarios, permiten créditos hipotecarios por encima del valor de la casa, suben con artificio el precio de la vivienda, desgravan fiscalmente los intereses de manera que sea más rentable endeudarse que autofinanciarse.

Esa es la causa de que la deuda se dispare y de que los bancos tengan crisis cada dos por tres, puesto que crear deuda de esa forma hace que el valor de sus créditos se separe del que tienen sus depósitos y su capital.

En junio se publicaron los últimos datos que permiten comprobar la relación entre el capital y los activos de los 50 bancos más grandes del mundo. Esos 50 mega bancos tienen un capital de 772.357 millones de dólares mientras que sus activos tienen un valor 87,6 veces mayor (67,64 billones de dólares). El récord lo tiene Wells Fargo Bank de Estados Unidos que tiene activos por un valor 2.646,6 veces mayor que el de su capital. Le siguen Citibank, con una relación de 1.793,3 a uno y el ING que tiene 1.550,3 dólares en activos por cada dólar de capital. El Banco de Santander está en el puesto 15 y con una relación de 196,9 dólares en activos por cada dólar de capital, y el BBVA, en el puesto 35 y con una relación de 20,5 a uno.

El sistema de reserva fraccionaria da lugar a estos monstruos financieros que descansan sobre la nada y que es casi imposible que se mantengan en pie sin caer en algún momento.

Pero aunque el sistema es peligrosísimo, la banca ha adquirido gracias a él un poder político inmenso, diabólico, que se extiende a todos los resquicios de la sociedad y que le permite obligar a que sean los ciudadanos los que carguen con los costes multimillonarios que genera cada vez que cae.

Vivimos en un sistema que permite que la utilización de un elemento esencial para crear riqueza, empleo y satisfacción humana como el dinero, que es a la economía como la sangre al cuerpo humano, dependa de la voluntad de un grupo social privilegiado. No hay más alternativa que acabar con el sistema de reserva fraccionaria y considerar el crédito como un servicio público obligando a que la banca, privada o pública, lo gobierne bajo ese principio. Eso no solo permitiría evitar el infierno que produce cada crisis que provoca el sistema bancario actual, sino utilizar el dinero que es un bien común para financiar a empresas y consumidores y que los intereses (utilizados solo como instrumento de estabilización) revirtieran al Estado aliviando una parte inmensa de la actual carga fiscal.

Juan Torres López, (CCS), profesor de Economía por la Universidad de Sevilla.

II

EL MUNDO SE DESDOLARIZA

Manuel E. Yepe (especial para ARGENPRESS.info)

“La incertidumbre de los mercados financieros internacionales, el estancamiento de la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la fragilidad de la recuperación económica mundial son los factores determinantes del avance de los diversos mecanismos de cooperación financiera liderados por China, la internacionalización del yuan y la desdolarización global, que marchan en paralelo”.

Así lo sostienen Oscar Ugarteche, economista peruano que trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, (México) y Ariel Noyola, columnista de la revista Contralínea (México) y colaborador de la Red Voltaire (Francia), en un artículo que titulan Yuan, moneda clave de la desdolarización global.

Inicialmente, la desdolarización está llamada a amortiguar los efectos de la volatilidad de los tipos de cambio, las tasas de interés y los mercados de valores. Luego, la marcha del yuan alcanzará una dimensión sistémica y enfrentará al dólar en una dura batalla por conseguir reconocimiento global. Actualmente, más de cuarenta bancos centrales mantienen el yuan como referencia en la acumulación de reservas junto a las divisas dominantes (el dólar, el euro, el yen japonés y la libra esterlina).

Cuando en 1999 comenzó a circular el euro, los bancos centrales mantenían un 70% de sus reservas en dólares y, a finales del pasado año 2013, la divisa estadounidense representaba el 60%. En cambio, en las cuentas del FMI, en ese mismo período de 15 años, el rubro “otras divisas” creció de 1.62% a 6.51%, por efecto del peso creciente del yuan chino.

Según los autores del estudio, la fuerza principal para la internacionalización del yuan chino está en la expansión comercial de Beijing, que ya tiene acuerdos con unos 25 bancos centrales y ha creado un mercado global del yuan.

En cambio, el principal desafío que enfrenta el yuan radica en que China es un país con doble superávit (cuentas corriente y capital) y no inyecta yuanes a la economía mundial, situación que desaconseja guardar yuanes físicos. Para revertir esa situación, China ha abierto una cuenta de capital que pone el yuan a disposición de inversionistas foráneos, lo que ha multiplicado por diez en los últimos cinco años los depósitos en yuanes.

No obstante, esta apertura hace más vulnerable a China frente a los vaivenes especulativos y los procesos indeseables de apreciación que ya están teniendo lugar.

El proceso de internacionalización del yuan ha contado con un apoyo importante en Europa. Luego que, tras los bancos de Alemania, Francia y Luxemburgo que iniciaron en Europa el comercio del yuan, se incorporó a la corriente la City de Londres con la primera emisión de bonos soberanos en yuanes fuera de China, generando fondos para financiar la acumulación de reservas en yuanes del Banco de Inglaterra.

El Banco Central Europeo discute la posibilidad de incluir la moneda china en sus reservas internacionales, lo que tendrá un efecto grande en el estrechamiento de los vínculos económicos entre Europa y Asia, al incrementar el uso del yuan en la facturación del comercio entre los países de ambos continentes. Gran Bretaña y Alemania han visto incrementados en más de un ciento por ciento sus pagos bilaterales en yuanes entre 2013 y 2014, por ejemplo.

Según Ugarteche y Noyola, el yuan también ha encontrado, más que un aliado, un socio estratégico en Rusia, a raíz de las sanciones económicas que le han sido impuestas por Occidente. China concretó, a principios de octubre, la firma de un acuerdo cambiario bilateral con el banco central de Rusia por un monto equivalente a 25 mil millones de dólares, el segundo firmado con un país integrante del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) ya que el primero fue con Brasil por un monto de 30 mil millones de dólares. China es hoy día el principal socio comercial tanto de Rusia como de Brasil.

El comercio entre Rusia y China alcanzó los 89 mil millones de dólares en 2013 y los acuerdos de divisas crean condiciones para aumentar los intercambios bilaterales, al tiempo que operan como mecanismo defensivo frente a los bloqueos de las cuentas rusas en dólares en Europa y Estados Unidos.

Actualmente, Rusia y China estudian poner en marcha un sistema de pagos alternativo al SWIFT (por las siglas en inglés de Sociedad para Comunicaciones Interbancarias y Financieras Internacionales). Los problemas resultantes del congelamiento de esas cuentas en dólares por diferencias con Estados Unidos sobre aspectos de política exterior, como los casos de Irán, Cuba y más recientemente Francia (BNP Paribas), podrían neutralizarse realizando operaciones bajo una institucionalidad nueva, y con instrumentos de pago distinto del SWIFT.

Ugarteche y Noyola terminan su artículo recordando que, para fines de este año, China será la primera economía mundial y el Sistema Monetario Internacional, cada vez menos centrado en el dólar, seguirá abriendo espacios regionales a favor del yuan.

Manuel E. Yepe (especial para ARGENPRESS.info)

III

¿LAS ENORMES RESERVAS DE ORO DE CHINA SIGNIFICAN
LA BANCARROTA DE OCCIDENTE?

China está acumulando grandes reservas de oro y según algunas estimaciones cuenta con unas 30.000 toneladas. Este hecho es percibido por algunos expertos como una estrategia para dominar el mundo causando la bancarrota de Occidente.

Como señala el especialista en cuestiones económicas Bill Holter en un artículo publicado en 'Global Research', China, que busca fijar los precios del oro, tiene acumuladas enormes reservas de este metal precioso. Además, parte de las adquisiciones son secretas.

Así, como indica Holter citando a Alisdair Macleod, experto en metales preciosos, entre 1983 y 2002 el gigante asiático reunió de manera opaca unas 20.000 toneladas de oro. Para los expertos el objetivo de este paso es evidente: además de acumular una cantidad ingente de reservas, Pekín quiere diversificar sus inversiones en dólares.

En el siguiente decenio Pekín se hizo con otras 5.000 toneladas de este metal. A día de hoy China posee más de 25.000 toneladas de oro (según algunas estimaciones puede llegar hasta 30.000). Esto significa que para el Gobierno chino ahora "no hay necesidad de comprar más a través de los mercados porque sus propias refinerías proveen de otras 500 toneladas por año", según Macleod.

Holter recuerda que en 2009 China anunció que dispone de tan solo 1.054 toneladas de oro, lo que provocó el alza del precio del metal precioso. Y en este contexto el experto asegura que "si es cierto que China ha amasado en secreto decenas de toneladas de oro, sería la noticia más impactante del mundo financiero desde 1971, cuando Estados Unidos abandonó el patrón oro".

Pero, ¿a qué se debe esa estrategia china?, se pregunta Holter. "¿Es China más capitalista de lo que pensábamos y lleva años jugando al despiste amasando oro? Me parece que esto es muy posible", dice.

En este sentido el experto concluye que si es cierto que China ha acumulado grandes reservas de oro, "significa que Occidente está en bancarrota financiera ya que gran parte de esas reservas han sido vendidas por países occidentales. Eso significa que el poder ha pasado a Asia ante nuestros ojos. Significa que China puede fijar el precio del oro y que viviremos en un mundo centrado en China, donde las reglas son diseñadas por los que disponen de oro. Eso significa que Estados Unidos y sus aliados serán relegados a un estatus de tercer mundo", advierte.

RT Rusia Today
de: ARGENPRESS <argenpress@gmail.com>
I y II:-fecha: 3 de noviembre de 2014, 12:35
III:-fecha: 5 de noviembre de 2014, 11:37
asunto: ARGENPRESS.info - Resumen de noticias del 05/11/2014
lista de distribución: argenpress.googlegroups.com
enviado por: googlegroups.com
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           Nota.- Aristóteles, en sus estudios económicos partió de una diferenciación entre economía y crematística. En la economía, gobierno doméstico, señaló que “toda propiedad tiene dos usos que le pertenecen esencialmente, aunque no de la misma manera: el uno es especial a la cosa, del otro no lo es” Marx partió de aquí para señalar el valor de uso y el valor de cambio de toda mercancía, base de su análisis del capital.

            En la crematística, la riqueza, Aristóteles señala que “la necesidad introdujo el uso de la moneda”, que con ella “nació igualmente la venta” y que con ella “la circulación de los objetos podía ser origen y fuente de ganancias considerables” Así, “hay fundado motivo para execrar la usura, porque es un modo de adquisición nacido del dinero mismo” y que “el dinero sólo debía servir para el cambio, y el interés que de él se saca, le multiplica como lo  indica claramente el nombre que le da la lengua griega. Los padres, en este caso, son absolutamente semejantes a los hijos. El interés es dinero producido por el dinero mismo; y de todas las adquisiciones es ésta la más contraria a la naturaleza” (Política, Cap. III De la adquisición de los bienes)

            Marx hizo el análisis fundamental del dinero como mercancía especial (sirve de equivalente universal) y del capital como relación de producción. Y en El Capital, Cap. IV La llamada acumulación originaria, señala que “Desde el momento de nacer, los grandes bancos, adornados con títulos nacionales, no fueron nunca más que sociedades de especuladores privados que cooperaban con los gobiernos y que, gracias a los privilegios que éstos les otorgaban, estaban en condiciones de adelantarles dinero. Por eso, la acumulación de la deuda pública no tiene barómetro más infalible que el alza progresiva de las acciones de estos bancos” En una palabra, la lotería de la bolsa y la moderna bancocracia, como señala Marx.

            Esta bancocracia (financierismo) está en su crisis terminal. Los tres artículos analizan esta realidad actual. Pero no se trata de sustituir una moneda nacional por otra, sino de reemplazarla por una moneda internacional mientras haya producción mercantil. Mientras, China está jugando importante rol en la realidad económica internacional.

           ¡Aprendamos la lección!
Ragarro
12.12.14