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domingo, 26 de abril de 2020

A PROPÓSITO DEL “PRODUCTO BRUTO INTERNO”: ¿MÁS CRECIMIENTO? ¡PARA QUE¡





En una economía existen muchos y variados indicadores de desempeño. Sin embargo, conceptualmente, la información más completa la definimos como la producción total anual de los bienes y servicios de una economía, durante un periodo de tiempo determinado llamado, también, Producto Bruto Interno (PBI).Esto es, entre otras variables, lo que produce una persona natural o jurídica como un carpintero o una microempresa como panadería, confecciones o también, un conductor que ofrece el servicio de transporte y otros, constituyen parte del PBI.

Pero, también, cuando explotan, grandes transnacionales extranjeras y extraen el petróleo, gas, pescado o el oro, la plata, el plomo, etc y cuyos propietarios son extranjeros, pero su empresa está radicada en el Perú, también, forma parte del PBI.

Pues bien, ejemplifiquemos, con el siguiente caso, relativo a Cajamarca: Cuando funcionarios del Ministerio de Economía y Finanza (M.E.F.) o del Instituto Nacional de Estadística e Informática (I.N.E.I.) van a este departamento, para calcular el PBI sectorial departamental y preguntan a Yanacocha y a otras empresas mineras, cuánto de oro, plata, etc. produjo el departamento, la empresa contesta, que siete mil millones de soles (como que, en efecto, fue, ésa, la producción minera del año 2009), por lo que toman nota de esta cifra; este monto forma parte para determinar el PBI total nacional. Al siguiente año van, nuevamente, para la misma operación y los pobladores, cajamarquinos, les preguntan, dónde se encuentran los siete mil millones de soles de oro que produjo mi departamento, el año pasado (2009), y que formó parte para determinar el PBI, los responsables responden que ya no se encuentran en el país y menos en este departamento sino que, esta riqueza, se llevaron al extranjero, porque los dueños de la empresa son extranjeros. Por lo que, nuevamente, increpan los cajamarquinos y les preguntan de que nos sirvió, entonces, tener tanta riqueza si, casi, no benefició a mi departamento, como tampoco al país y menos a mí familia y a mí y, peor todavía, dejan sus desechos mineros contaminantes de nuestros suelos, aire y agua; cuánto nos cuesta limpiar estos pasivos ambientales?

En efecto, en estricto entendimiento práctico, y conceptualmente correcto, así está determinado el PBI. Es decir, lo que quedó, en el país, es sólo el registro, de todo lo que se ha producido en el Perú, aunado al pago de impuestos, generación de puestos de trabajo y encadenamientos productivos, como está indicado en los tres puntos abajo definidos; pero que, como en el caso de las transnacionales mineras y, concretamente, el oro, la plata, el zinc, plomo, etc., esta riqueza ya no se encuentra en el Perú, sino en el extranjero. Reiteramos, acá en el país solamente se tomó nota de lo producido, pero la verdadera riqueza (metales, pesca, etc.) salió del país. Se preguntarán, entonces, pero pagaron algo por los millones de gramos de oro, millones de Kg. plata, millones de toneladas de cobre, zinc, etc que se llevaron, la respuesta es: ABSOLUTAMENTE ¡NADA!, NI SIQUIERA PAGARON EL IGV.

Sin embargo, como es lógico, en el país de destino, (en el extranjero),esta riqueza, minera, adquiere enorme valor, no sólo como materia prima, esencial para la economía mundial, ya que constituye una parte importante para la producción de otras mercancías, sino, también, como activo financiero y como reserva de riqueza, constituyéndose una alternativa de inversión para la diversificación de portafolios que en estos últimos tiempos, se ha convertido, en un activo de importancia, frente a la inestabilidad del dólar y otras monedas.

Más aún, se transan, en el exterior, denuncios mineros, sin explotar, que están ubicados en nuestro país, generando riqueza, por esta transacción, en el lugar donde se lleva a cabo esta operación.

Cuando un productor de calzado, en el Perú, quiere fabricar este producto, lo que hace es contratar  operarios,  comprar sus insumos, y otros, que los contrata y compra en el Perú y paga su IGV. también en el Perú, además de maquinaria, etc., que diferencia respecto al caso anterior.

En conclusión, las transnacionales se llevaron el oro, plata, plomo, etc. y no pagaron nada por el bien físico que explotaron y se llevaron de nuestro país; pero más todavía, su cuantificación monetaria, esto es, lo anotado, sirve para determinar el PBI de nuestro país: La riqueza se fue y sólo quedaron las cifras que nos sirven para determinar el PBI.

Pero por qué, solamente, se contabilizó, acá en el país, el equivalente a lo producido y luego, esa riqueza, se la llevaron y, más aún, ni siquiera pagaron por el oro, plata, etc, físico explotada y llevada. La respuesta es simple, conceptualmente, así está definido el PBI.

La Riqueza Fuera del País, sólo quedó la cifra anotada y…

Entonces, de que le sirve al país, cuando llega la inversión de afuera y se dirige, por ejem. a la minería; a continuación, definimos, la contrapartida por toda la riqueza llevada de nuestra nación. Esto es lo que genera y deja la inversión extranjera.

1)Paga Impuestos y, especialmente, el impuesto a la renta (30 por ciento, tan igual como paga una microempresa en el Perú), pero de este monto  deducen, la reinversión de utilidades, depreciación acelerada y doble, así como, si construyen carreteras para su centro minero y es considerada de interés social, también descuentan, y pagan menos impuestos, etc, etc, en “Minería: La Bendición o Maldición de los Pueblos?”, determina que por cada S/ 100.00 de ingresos presupuestales en el Perú, a la minería le corresponde pagar, por impuestos, la bicoca de S/ 4.50, por todo concepto, en promedio, en el periodo 2001-2010. El CANON es el 50 por ciento de este impuesto, por lo tanto no lo pagan las empresas mineras sino somos todos los peruanos, puesto que es un dinero ingresado a las arcas del Estado, producto de un impuesto.

En Chile, de acuerdo a un estudio elaborado por la Universidad de Chile en el 2011, las empresas mineras contribuyen al fisco de su país con el 20 por ciento del total, esto es cerca de 450 por ciento más que las empresas mineras peruanas. Así mismo, la contribución del cobre a la recaudación fiscal chilena, es muy superior a la de otros sectores, paga un monto de impuestos que es 3.4 veces mayor al de las empresas industriales, esto es más de 300 por ciento respecto a la industria; paga 3 veces más que el comercio; 8.6 veces más que el de las empresas constructoras, esto es más de 800 por ciento que la construcción. La minería, en Chile, paga casi igual al monto pagado por la industria, comercio, construcción, la agricultura, el transporte y las actividades inmobiliarias en conjunto.

De acuerdo, siempre, a este mismo estudio,  el nivel de pobreza de las Regiones Mineras, en Chile, es 24 por ciento menor que de las Regiones No Mineras; en el caso peruano, sucede, diametralmente, lo opuesto, las regiones mineras arrastran niveles de pobreza superior al de las no mineras, igual sucede con la desnutrición crónica infantil, anemia, etc.

2) Utiliza Mano de Obra, pues bien, de cada 100 peruanos que están  laborando, la minería absorbe un ínfimo 0.9 por ciento, ni siquiera un trabajador por cada 100,y en Cajamarca representa, apenas, un escaso 0.6 por ciento, es decir, que por cada 100 trabajadores que están laborando, en Cajamarca,  la minería emplea algo más de medio trabajador (estadísticamente hablando), dicho en otras palabras, de cada 200 trabajadores que se encuentran laborando algo más de uno corresponde a la minería y de éstos más de un 60 por ciento tienen la condición de servis, que corresponde a  trabajos precarios. En Chile, el empleo minero equivale a 2.6 por ciento, es decir da ocupación a cerca de 300 por ciento más que en el Perú.

3) Encadenamientos Productivos, las empresas mineras, en la práctica, constituyen un enclave. En Cajamarca, por ejem. hasta los cuyes que consumen los trabajadores de Yanacocha son traídos de fuera del departamento, siendo, ésta, una de las principales actividades del departamento. En un estudio de la CEPAL, determina que los encadenamientos productivos, de la empresa minera Yanacocha en Cajamarca y en el país son muy escasos, por ejm, las brocas, dinamita, etc, son traídos de otros países, hasta la mezcla de los combustibles, acá en el Perú, es realizada por una empresa transnacional extranjera.

Exportaciones, si bien dentro del total de este rubro, más del 60 por ciento constituye los minerales, debemos tener en cuenta, fundamentalmente, cuánto de dinero, de lo que se exporta, regresa al país y se reinvierte ya sea en este mismo sector o en otros sectores. Como es sabido, el Valor de Retorno minero es insignificante o casi nulo.

En conclusión, bajo este patrón de producción, con una generación de empleo, por parte del sector minero, del 0.9 por ciento, puede ser, este sector, la dinámica del desarrollo del país; más aún, con un aporte, al erario nacional,  de 4.5 por ciento, en el presupuesto de la república, puede, el sector minero, ser la palanca de desarrollo de nuestra economía y, finalmente, cuando, hasta, los cuyes se traen de otros departamentos,   para la alimentación de los trabajadores mineros de Yanacocha, podrá ser considerado como el dinamismo que mueve el desarrollo del departamento y del país. En resumen, con estos indicadores, el sector minero, puede ser el motor de crecimiento de nuestra economía?.

En otro estudio de la CEPAL, sobre la minería en Colombia, determina que de 7 departamentos que producen minerales, 6 de ellos tienen indicadores de pobreza por encima del promedio nacional y, El Chocó, La Guajira, Córdova, Boyacá  y Bolívar se encuentran en los lugares número 2,3,4,11 y 12, respectivamente, de extrema pobreza. Merece recordar que El Chocó produce el 46 por ciento del oro y el 24 por ciento de la plata, sin embargo sus niveles de pobreza, de indigencia y coeficiente gini son desastrosos. México, igualmente, Guerrero y San Luis de Potosí son los estados mineros más pobres y han mantenido, en las últimas dos décadas, sus índices de pobreza y sus coeficientes gini por encima de los promedios nacionales. Se encuentran en la posición 2 y 6, respectivamente, como los estados de mayor pobreza alimentaria y de capacidades.

Merece recordar que la principal empresa minera, en Chile, es CODELCO, en sus orígenes, fue creada por el Estado, es decir es una empresa estatal, dando lugar a una mejora sustancial en el bienestar de su población, lo mismo que el gas en Bolivia. Sin embargo, tanto en Colombia como en México los recursos mineros son explotados por grandes transnacionales extranjeras, y, como vemos, sus indicadores socio-económicos son desastrosos.

Justifica, pues, entonces que las empresas foráneas y, también, algunas nacionales, vengan y se lleven nuestra riqueza a cambio de los tres puntos anteriores, como pago por toda nuestra riqueza explotada?.

Por qué existe tanta hambre, tanta miseria, desnutrición crónica de nuestros niños, anemia, mortandad infantil, etc. siendo, nuestro país, tan rico??. La desnutrición crónica de niños, como es conocido, es el peor flagelo que puede existir. El niño que no ha sido nutrido, convenientemente, hasta los cinco años, después de esa edad así consuma todos los nutrientes habidos, jamás recuperará su estado normal: ¡Es irreversible!;es decir, cuando ya adulto,  no podrá realizar trabajos físicos normalmente, se cansará muy brevemente, no podrá comprender una lectura y jamás se concentrará ante una explicación temática, etc, etc.

De allí que no es tan importante el crecimiento del PBI. sino su impacto que tiene en el bienestar de la población. Este crecimiento no, necesariamente, refleja un mejor status de vida. (Ver estudio del Banco Mundial). Insistentemente se ha sostenido sobre estas expectativas, tercamente, se dice, que debemos crecer más para salir del subdesarrollo y erradicar la pobreza. Tantos siglos así y no hemos mejorado. Mejor explotemos, nosotros mismos, nuestra riqueza y que ésta se quede para todos los peruanos.

El ex presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn, sostiene que la prosperidad para unos pocos no ha significado una mejora de calidad de vida para todos. En muchos países, tras dos décadas de crecimiento económico acelerado, las políticas siguen respondiendo a los intereses creados de las élites y no a los de las mayorías, obstaculizando el crecimiento equitativo y el combate de la pobreza, sostiene el ex-presidente del Banco.

El director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) José Graziano da Silva, advirtió que para combatir el hambre, la pobreza y la malnutrición, quienes padecen esos males deben participar en ese proceso de crecimiento y sus beneficios.

Es muy útil aumentar el producto total (PBI), pero no es meramente crecimiento, sino mejor crecimiento, para aumentar el bienestar de la población. Veamos cómo se refleja, este comportamiento, el Estado de Kerala, en la India, (de 33 millones de habitantes), China y Sri Lanka, tenían un producto bruto per capita muy reducido. Los otros tres Sud África, Brasil y Gabón, tenían un producto bruto que multiplicaba de cinco a quince veces el de los anteriores; sin embargo, la población, en los tres primeros, vivían más años: 71 en Kerala, 69 China y 72 Sri Lanka, mientras que los tres últimos 63 años en Sud África, 66 en Brasil y 54 en Gabón. La esperanza de vida en los tres primeros, con un crecimiento de su PBI menor, es más elevada que de estos tres últimos, a pesar de tener un crecimiento de su PBI más elevado.

Econ. Juan Verástegui Vásquez

sábado, 8 de febrero de 2020

"CURVA DE ELEFANTE" Y CLASE MEDIA




08-02-2020

Thomas Piketyy en su más reciente libro, Capital e ideología, retoma una gráfica de Milanovic para representar las desigualdades en el mundo en las últimas décadas. Lo notable de esa curva que mide los ingresos de la población es que toma la forma de una curva de elefante. Los primeros deciles, que abarcan a las personas del planeta más pobres han experimentado un crecimiento porcentual notable de su capacidad adquisitiva. Los deciles intermedios, es decir los “sectores medios“ han tenido un aumento, pero moderado, en tanto que el decil superior, especialmente el uno por ciento más rico ha experimentado un crecimiento exponencial de sus ingresos, tomando la forma de una pronunciada trompa. 

Salvando las diferencias numéricas es posible también representar la distribución de los ingresos en Bolivia desde el año 2006 al 2018 como una curva de elefante moderada.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), entre 2006 y 2018, el 33 por ciento de los bolivianos anteriormente pobres alcanzaron ingresos medios (entre 5 y 50 dólares/día), pasando de 3.3 a 7 millones. El salario mínimo del país, que reciben la mayoría de los asalariados, subió de 440 bolivianos a 2 mil 122 (de 55 a 303 dólares, es decir, 550 por ciento). Como señala el Banco Mundial, Bolivia fue la nación que más favoreció en la pasada década –con distintas políticas redistributivas– los ingresos de 40 por ciento de la población vulnerable, en promedio 11 por ciento anual; por lo que está claro que la primera parte de la curva de Piketty está verificada.

Las clases altas por su parte, después de la nacionalización de los hidrocarburos, electricidad agua y telecomunicaciones, han tenido también un notable crecimiento de sus ingresos. La rentabilidad anual de la banca ha saltado de 21 a 208 millones anuales. Los productores mineros privados y la agroindustria han pasado de exportar 794 y 160 millones de dólares en 2006 a 4,001 y 434 en 2018. Por su parte, el monto global de la ganancia registrada del sector empresarial ha pasado de 6 mil 700 en 2005 a 29 mil 800 millones de bolivianos en 2018, 440 por ciento más. Lo que verifica la trompa de la curva; con una diferencia respecto a lo que sucedió escala mundial: una reducción drástica de la desigualdad entre el 10 por ciento más rico con respecto al 10 por ciento más pobre que se redujo de 128 veces a 36, fruto de las cargas impositivas a las empresas ( government take gasífero de 80 por ciento, bancario de 50 por ciento y minero de entre 35 y 40 por ciento); por lo que debemos hablar de una trompa de elefante recortada o moderada.

Lo que falta ahora es saber que pasó con el sector medio de la sociedad.

Las clases medias tradicionales

Se trata de un sector social muy diverso en oficios y propiedad formado después de la revolución de 1952 con los retazos de la vieja oligarquía derrotada, pero cohesionada en torno al reciclado sentido común de un mundo racializado en su orden y lógica de funcionamiento. Son profesionales de segunda generación, oficinistas, oficiales uniformados, intermediarios comerciales del Estado, pequeños empresarios ocasionales, ex latifundistas, propietarios de inmuebles alquilados, políticos de oficio, etcétera.

A primera vista han tenido un incremento de sus ingresos y del valor de sus bienes inmuebles. La tasa de crecimiento de la economía en 14 años, en promedio 5 por ciento anual, ha favorecido en general a toda la sociedad. Pero mientras las clases plebeyas tuvieron un incremento de sus ingresos de al menos 11 por ciento cada año y los asalariados más pobres 500 por ciento en 13 años. En el caso de los salarios altos, el presidente Evo Morales fijó como remuneración máxima el salario presidencial, que se redujo de 26 mil bolivianos a 15 mil; y en 13 años sólo subió a 22 mil, es decir, 46 por ciento, lo que llevó a que los ingresos de los profesionales con cargos más altos tengan que apretarse como acordeón por debajo del techo presidencial. Así, mientras la economía nominalmente pasaba de 9 mil 500 a 41 mil millones de dólares, un aumento de 430 por ciento, las clases medias profesionales sólo tuvieron un incremento menor a 95 por ciento por ciento de su salario promedio. Para las nuevas clases medias populares ascendentes era una gran conquista de igualdad, pero para las tradicionales, posiblemente un agravio.

Los propietarios de bienes inmuebles no sufrieron una depreciación de sus propiedades ni mucho menos una expropiación, pero el riguroso control de la inflación que ejerció el gobierno (alrededor de 5.4 por ciento en promedio en los pasados 13 años) y la gigantesca política de fomento a la construcción de viviendas, ya sea mediante cientos de miles viviendas estatales donadas y la obligatoriedad de crédito bancario a la construcción de vivienda a una tasa de interés de 6 por ciento, llevó a una amplia oferta que atempero el aumento de los precios de las viviendas en un tope no mayor a 80 por ciento en toda una década.

De esta manera las clases medias tradicionales tuvieron un incremento moderado de sus ingresos, porcentualmente mucho menor que el de las clases populares y las clases altas, lo que completa la parte baja de la curva de elefante de las desigualdades nacionales.

Si a ello sumamos que en este mismo tiempo a los 3 millones de personas de ingresos medios que ya existían en 2005 se sumaran otros 3.7 millones, resulta que para un puesto laboral donde habían tres ofertantes, ahora habrán seis; llevando a una devaluación de facto de 50 por ciento de las oportunidades de la clase media tradicional.

Esta devaluación de la condición social de la clase media se vuelve tanto más visible si ampliamos la forma de medir los bienes de las clases sociales a otros componentes más allá de los ingresos monetarios y el patrimonio, como el capital social, cultural y simbólico.

Toda sociedad moderna tiene mecanismos formales e informales de regulación de influencias sociales sobre las decisiones estatales. Ya sea para debatir leyes, defender intereses sectoriales, ampliación de derechos, acceso a información relevante, puestos laborales, contratación de obras, créditos, etcétera, los partidos, pero también los lobbys profesionales, los bufetes de abogados y las redes familiares funcionan como herramientas de incidencia sobre acciones estatales. En el caso de Bolivia hasta hace 14 años, los apellidos notables, los vínculos familiares, los círculos de promoción estudiantil, las fraternidades, las amistades de residencia gatillaban una economía de favores en el aparato estatal.

Un apellido siempre ha sido un certificado de honorabilidad y, a falta de ello, el paso por determinados colegios, universidades privadas, lugares de esparcimiento o pertenencia a una logia desempeñaban el resorte de parcial blanqueamiento social.

Ya sea en gobiernos militares o neoliberales siempre había una lógica implícita de los privilegios estatales y de los lugares preestablecidos, social y geográficamente, que las personas debían ocupar.

Por eso cuando el proceso de cambio introduce otros mecanismos de intermediación eficiente hacia el Estado, las certezas seculares del mundo de la clase media tradicional se conmocionan y escandalizan. La alcurnia, la blanquitud y la logia, incluidas su retórica y su estética, son expulsadas por el vínculo sindical y colectivo. Las grandes decisiones de inversión, las medidas públicas importantes, las leyes relevantes ya no se resuelven en el tenis club con gente de suéteres blancos, sino en atestadas sedes sindicales frente a manojos de hojas de coca. La liturgia colectiva sustituye la ilusión del mérito: 80 por ciento de los alcaldes han sido elegidos por los sindicatos; 55 por ciento de los asambleístas nacionales y 85 por ciento de los departamentales provienen de alguna organización social. Los puestos laborales en la administración pública, las contrataciones de obras pequeñas, la propia atención ministerial requiere el aval de algún sindicato urbano o rural. Hasta la servidumbre doméstica, vieja herencia colonial del sometimiento de las mujeres indígenas, ahora impone derechos laborales y de trato digno. Los indios están alzados, y la indianitud anteriormente arrojada como estigma o veto al reconocimiento, ahora es un plus que se exhibe para decir quien tiene el poder. En todo ello hay una inversión de la polaridad del capital étnico: del indio discriminado se pasa al indio empoderado.

La plebe, anteriormente arrinconada a las villas y anillos periféricos, invade los barrios de las “clases bien” comprando y alquilando domicilios vecinos rompiendo las tradicionales geografías de clase. Las universidades se llenan de hijos de obreros y campesinos. Los exclusivos shoppings se vulgarizan con familias populares que traen sus costumbres de cargar su comida en aguayo y meterse a los jardines de los prados. Y las oficinas antes llenas de traje, corbata y falda tubo, ahora están atravesados por ponchos, chamarras y polleras.

Para la clase media es el declive del individuo frene al colectivo, del buen gusto frente al cholaje que lo envuelve todo y en todas partes. Hasta las clases altas más hábiles en entender el nuevo relato social se agrupan también como gremio y se vuelven diestras en las puestas en escena corporativas.

Pero la clase media tradicional no. La simulación siempre ha sido un estilo de su clase, pero que ahora no le da réditos. Otras apariencias más cobrizas, otros hábitos e incluso otros lenguajes ahora desplazan lo que siempre consideró un derecho hereditario. Y antes que racionalizar el hecho histórico, prefiere ahogarse en las emociones de una decadencia social inconsulta. El resultado será un estado de resentimiento de clase contra la igualdad que lo irradiará hasta sus hijos y nietos. Por eso su consigna preferida es resistencia. Se trata de resistir la caída del viejo mundo estamental. Y para ello el fascismo es su modo de encostrarse.

Así, más que una querella por los bienes no adquiridos la rebelión de la clase media tradicional es un rencor encolerizado por lo que considera un desorden moral del mundo, de los lugares que la gente debiera ocupar y de la distribución de reconocimientos que por tradición les debiera llegar.

Por eso el odio es el lenguaje de una clase envilecida que no duda en calificar de salvajes al cholaje que la está desplazando. Y es que al final no se puede ganar impunemente la lucha contra la desigualdad. Siempre tendrá un costo social y moral para los menos, pero lo cobrarán.

Esta es también una de las preocupaciones de Piketty en su libro, pues está dando lugar a un surgimiento de un tipo de populismo de derechas y de fascismo alentado por la insatisfacción de estos sectores medios con nulo o bajo crecimiento de sus ingresos. Y en el caso de Bolivia a un tipo de neofascismo con envoltura religiosa.

Álvaro García Linera. Exvicepresidente de Bolivia en el exilio