Mostrando entradas con la etiqueta Defensa del marxismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Defensa del marxismo. Mostrar todas las entradas

domingo, 27 de octubre de 2024

OMISIONES O ERRORES EN LA TRADUCCIÓN DE LAS OBRAS DEL MARXISMO

 


SUPERAR LA FORMACIÓN MUY DOGMÁTICA, LIBRESCA Y SECTARIA

 Miguel Aragón

(26 de octubre de 2024)

 

Estimado compañero, muy agradecido por su saludo y comentario del día 14 de octubre. Coincido con usted, tenemos que “superar la formación muy dogmática, libresca y sectaria” que recibimos en las décadas de 1970 y 1980. Recién dispongo de tiempo para contestarle.  

En el transcurso del siglo XX, los socialistas en el Perú recibimos la influencia de varios acontecimientos mundiales muy importantes, que impactaron de manera decisiva en nuestra propia formación.

 En las décadas de 1920 y 1930 la influencia de la Gran Revolución Rusa tuvo un gran impacto y efecto en los socialistas peruanos. Algunos lo asimilaron certeramente, mientras que otros se conformaron con conocer solamente los aspectos superficiales de los inicios de la construcción del socialismo, en Rusia primero, y en la URSS después.

En las décadas de 1960 y 1970, la influencia de la Gran Revolución China fue muy impactante y determinante en la formación de los socialistas jóvenes de ese tiempo. La difusión de la literatura publicada por las Ediciones en Lenguas Extranjeras de Pekín fue masiva, la mayoría la recibimos con actitud poco crítica. Muchos de los lectores de esas publicaciones no supimos discernir lo incorrecto (la menor parte) de lo correcto (la mayor parte).

Recién hace poco tiempo, en las últimas décadas del siglo XX, nos percatamos que “no todo lo que brillaba era oro” en las ediciones de los libros de procedencia china.

 

1.- OMISIÓN EN EL MANIFIESTO COMUNISTA.-

Muy pocos lectores se han dado cuenta de la diferencia entre la edición china y la edición soviética del “Manifiesto Comunista”. 

Revisemos el breve y magistral preámbulo del folleto “Manifiesto Comunista”, escrito por Marx y Engels a fines de 1847 y publicado en febrero de 1848, me refiero al breve texto que comienza con “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo …”

 En el quinto párrafo de la edición soviética está escrito: “Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias (…)”, (Ver “Obras Escogidas de Marx y Engels, en Un Tomo, pp. 32, Editorial Progreso, Moscú).

Mientras que, en la edición en Lenguas Extranjeras Pekín, publicada en 1961 y reeditada en 1975, en las últimas líneas de ese párrafo dice “(…) expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus aspiraciones (…)” (Ver Manifiesto del Partido Comunista, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín 1975, pp.31). 

La diferencia es demasiado evidente. En la edición soviética se lee “sus conceptos, sus fines y SUS TENDENCIAS”, mientras que en esa edición china se lee “sus conceptos, sus fines y SUS ASPIRACIONES”.

Indudablemente que la palabra “Aspiraciones”, no tiene el mismo significado que la palabra “Tendencias”.

Realmente ¿Qué expresaron Marx y Engels en ese preámbulo?

¿Cuál de las dos versiones es la correcta?

Leyendo los tres primeros capítulos del Manifiesto, se entiende, con toda claridad, cual es la relación entre los tres objetivos anunciados en el Preámbulo, con el contenido del folleto.

En el capítulo I, “Burgueses y proletarios”, se exponen SUS CONCEPTOS TEÓRICOS;

En el capítulo II, “Proletarios y Comunistas”, se exponen SUS FINES POLÍTICOS; y

En el capítulo III, “Literatura socialista y comunista”, se exponen SUS TENDENCIAS.

Para el movimiento socialista mundial, el “Manifiesto Comunista” fue la primera propuesta de programa y de organización del proletariado según la orientación del socialismo científico. Primero, se expone la construcción teórica (la interpretación de la realidad); segundo, la construcción política (la transformación de la realidad, el programa estratégico); y tercero, la construcción orgánica (el análisis de las diferentes tendencias que conforman el movimiento socialista).        

Para entender la importancia de la expresión “tendencias”, que Marx y Engels escribieron en el preámbulo, se recomienda revisar, en primer lugar, la primera página del capítulo II, en el cual Marx y Engels afirmaron que “Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros”, y en segundo lugar, revisar todo el capítulo III, en el cual Marx y Engels hicieron   una revisión crítica de cinco tendencias socialistas y comunistas existentes en ese tiempo.

Para los editores que dirigían las publicaciones en Lenguas extranjeras de Pekín en la década de 1960 y en la primera mitad de la década de 1970, no les convenía publicar que Marx y Engels reconocieron que desde 1847 había varias tendencias en el movimiento obrero. Y sin el menor escrúpulo cambiaron esa palabra (y tal vez otras).

Ya que estamos comentando el Manifiesto Comunista, aprovecharé para adicionalmente exponer el siguiente comentario. 

El capítulo IV del Manifiesto Comunista “Actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de Oposición”, es complementario a los tres primeros capítulos. En ese último capítulo, los autores expusieron las propuestas TÁCTICAS acordes a las necesidades concretas de las luchas en el año 1848 en Francia, Suiza, Polonia y Alemania.

En el capítulo II, Marx y Engels varias veces  propusieron la necesidad de “la revolución comunista”, como tarea estratégica a largo plazo. Mientras que, en el capítulo IV propusieron tareas tácticas, acordes al momento en que vivían. En esos años, ningún país estaba preparado para desarrollar “la revolución comunista”.

Marx y Engels escribieron “Los comunistas fijan su principal atención en Alemania, porque Alemania se halla en vísperas de una revolución burguesa (…)”, “En Alemania, el Partido Comunista lucha de acuerdo con la burguesía (…)”, “entre los polacos, los comunistas apoyan al partido que ve en una revolución agraria  la condición de la liberación nacional (,…)”.

Actualmente los “doctrinarios”, que reducen la lucha de clases a la contradicción entre el proletariado y la burguesía,  solamente  han leído los dos primeros capítulos del Manifiesto, y por lo tanto, no están en capacidad de entender, que Marx y Engels, al lado de la propuesta estratégica de  “revolución comunista” (capítulo II), tácticamente también propusieron  apoyar “la revolución agraria”, “la revolución burguesa” y “la revolución de liberación nacional” (capítulo IV). 

 

2.- OMISIÓN EN LAS OBRAS ESCOGIDAS DE MAO ZEDONG (en cuatro Tomos)

En la convulsa década de 1960, al publicarse los cuatro primeros tomos de las Obras Escogidas de Mao Zedong, en las ediciones en castellano (año 1968), los editores de ese tiempo omitieron un texto fundamental de Mao Zedong. El breve texto titulado “Contra el culto a los libros” (escrito en mayo de 1930).

 Ese breve texto de Mao fue una crítica directa a las desviaciones de “izquierda”, formadas a comienzos de la década de 1930, acaudilladas primero por Li Lisan y después por Wang Ming. Esas tendencias hicieron mucho daño al desarrollo del Partido Comunista de China, al desarrollo de la revolución china, y al pueblo chino.

En la década de 1960, a los responsables de la publicación de las ediciones en lenguas extranjeras de Pekín, que estaban ganados por la influencia de las desviaciones de “izquierda” de esos años, no les convenía difundir esa crítica tan precisa y directa de Mao Zedong expuesta en “Contra el culto a los libros”. En el extremo de su desviación, ellos optaron por la censura.

Durante la década de 1930 la crítica principal en la producción teórica y en la lucha política de Mao Zedong estuvo enfilada contra las desviaciones de “izquierda”. Textos tan importantes de Mao, como “Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria en China” (diciembre de 1936), “Sobre la Práctica” (julio de 1937) y “Sobre la Contradicción” (agosto de 1937), fueron desarrollados principalmente en lucha contra esas tendencias “izquierdistas”. La campaña de Rectificación (para combatir el subjetivismo y el sectarismo), realizada en los primeros años de la década de 1940, también tenía como blanco principal, la crítica a las desviaciones de “izquierda”.

Según los historiadores chinos, después de 20 años de existencia, “lo que mayor daño hizo a la causa revolucionaria de China fueron los errores dogmáticos, de los cuales Wang Ming fue el principal responsable” (Hu Sheng, Breve Historia del Partido Comunista de China, pp. 337) 

Ya que estamos comentando omisiones en las Obras Escogidas de Mao Zedong, aprovecharé para hacer otro comentario complementario.

 En muchos artículos publicados en el popular semanario “Pekín Informa” durante la segunda mitad de la década de los años 60 y la primera mitad de los años 70, la palabra que más se utilizaba era “revisionista”, reduciendo esa importante categoría teórica a un vulgar insulto. En la literatura de las organizaciones políticas en el Perú de esos años ’60 y ’70, se reproducía el mismo fenómeno. Revisar colección del periódico “Bandera Roja” y otros. Todas esas críticas se hacían en nombre de un superficial “maoísmo” que habíamos aprendido a la ligera.

Muy pocos, habíamos reparado que en los cuatro primeros tomos de las Obras Escogidas escritas entre 1926 y 1949, Mao Zedong nunca utilizó la categoría “revisionismo” para criticar las desviaciones en el seno del partido. Tampoco utilizó la categoría “lucha entre dos líneas”. Mao Zedong reiteradamente se refería a “la lucha en dos frentes”, contra el empirismo y contra el racionalismo. Así dirigió la revolución hasta 1949, en un país de 600 millones de habitantes, sin pronunciar ni atacar al “revisionismo”.

 Y qué casualidad, en las recopilaciones de artículos de Mariátegui sobre el Perú (Peruanicemos el Perú, 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana, e Ideología y Política) el Amauta tampoco utilizo la palabra “revisionismo”, para referirse al debate en las filas del movimiento social en el Perú.

Históricamente el revisionismo es una desviación teórica que surgió y se desarrolló en países con condiciones sociales para la formación de una aristocracia obrera, y condiciones políticas para la formación de un movimiento socialdemócrata. Ni en el Perú de Mariátegui, ni en la China de Mao Zedong, hubo condiciones para el surgimiento del revisionismo en lo teórico. 

 

03.- OMISIÓN DE OBRAS ESCOGIDAS DE OTROS DIRIGENTES CHINOS.- 

Durante el predominio de la desviación de “izquierda”, en el aparato de publicación en lenguas extranjeras de Pekín, únicamente se publicaban folletos y libros de Mao Zedong, omitiendo la publicación de los aportes de otros dirigentes destacados.  Durante la revolución china, la dirección fue colectiva, no fue individualizada.

La edición en castellano del primer tomo de las “Obras Escogidas de Zhou Enlai” recién se publicó el año 1981, del primer tomo de las “Obras Escogidas de Liu Shaoqi” se publicó el año 1983. Yo tengo esas dos ediciones, y en ambos libros encuentro grandes aportes, que complementan los escritos de Mao Zedong. Tengo entendido que en la década de 1980, también se han publicado obras de Zhu De y Chen Yun. Estas dos no las conozco, pero supongo que tienen grandes aportes en la lucha militar y en la lucha económica respectivamente, que deben complementar las ideas de Mao Zedong.

En Google he encontrado el “Segundo tomo de las Obras Escogidas de Zhou Enlai” en castellano, publicado el año 1989.   Este libro, en el cual se incluyen los textos de Zhou Enlai posteriores al año 1949, es muy importante para entender los inicios de la construcción del socialismo durante los primeros 25 años, y lo más importante, para entender los sucesos actuales en China.

Hay varios textos de Zhou Enlai que urgentemente merecerían ser reproducidos para entender el programa de transición, y la actual política exterior china. Recomiendo su lectura. Este libro hay que leerlo en forma conjunta con el Tomo V de las Obras Escogidas de Mao Zedong.

 

04.- REFORMEMEOS NUESTRO ESTUDIO.-

Coincido con usted en que “necesitamos más que nunca ideas y propuestas nuevas, eso creo es la tarea más importante del momento y en ese campo podemos y debemos seguir colaborando”. Necesitamos replantearnos el estudio de toda la grandiosa experiencia de la construcción del socialismo desde 1917 hasta el presente, y extraer lecciones para nuestra propia lucha en Perú.

Con ese objetivo, desde hace buen tiempo he reordenado la literatura que tengo disponible, la estoy volviendo a revisar desde los inicios. En un próximo mensaje compartiré con usted esa bibliografía mínima, que recomiendo deberíamos estudiar y conocer, debatir y compartir.

martes, 2 de febrero de 2021

UN MARXISTA DE AMÉRICA PARA EL MUNDO (I)

 


Mariátegui vivo a 90 años de su muerte


01/02/2021

 

En 1930, antes de cumplir 36 años, fallece José Carlos Mariátegui. Su breve vida no le impidió dejar para la historia una obra amplia, que casi un siglo después permanece actual.

Considerado uno de los marxistas más influyentes de América, este intelectual militante – tipógrafo, periodista, editor, historiador, filósofo – fue un pionero en interpretar la cuestión nacional latinoamericana según los principios del marxismo.

Un comunista de principios

Autodidacta, todavía muy joven pensador peruano se declara un comunista “convicto”. En sus escritos teóricos se puede apreciar el examen detenido de los conflictos y contradicciones socioculturales del período de entreguerras, tanto en su realidad periférica andina y latinoamericana, como en cuestiones sobre el centro del mundo capitalista, que él conocía de cerca.

En su polémica filosófica "Defensa del marxismo" [1], afirma que sus investigaciones histórico-científicas y filosóficas están guiadas por la metodología dialéctica: el marxismo “no es un itinerario, sino una brújula”; “pensar correctamente es, en gran medida, una cuestión de dirección”.

Por otro lado, como político revolucionario, Mariátegui valoró el principio ético de la praxis como el núcleo del pensamiento iniciado por Marx y Engels. Entiende que la teoría sólo se verifica en la práctica y en ella se corrige; que al existir en la realidad, la teoría transforma el mundo real, siendo a su vez transformada por este nuevo real.

Como expresa en sus reflexiones críticas sobre la “pasividad” de la II Internacional (parlamentaria, pacifista), Mariátegui no escribe simplemente porque aprecia o desea escribir, sino porque necesita decir: porque se sintió éticamente obligado a comunicar lo que había analizado, lo que había descubierto. Para él, las “certezas positivistas” (la pretensión científica de una verdad exacta y única) del socialismo de la Segunda Internacional son una “fosilizaciónacadémica del marxismo [2].

Su postura es existencial combativa (activa, de lucha), y así tan opuesta a la conformidad de un cierto marxismo academicista, regular, “profesional”, con su crítica acomodada por el hábito de la buena posición intramuros, con su moralidad de pluma limpia que, en la mera escritura sobre realidades que no vive, limita su propia crítica, y más: se exime de la autocrítica con la que podría vislumbrar su propio elitismo (en la práctica social concreta de la vida cotidiana).

Aquí está la corrupción contradictoria del marxismo aséptico que tanto criticó Mariátegui: un “marxismo” sometido a los moldes capitalistas de la competencia (intelectual, mediática). Un “marxismo” autorizado por el sistema que sigue “validando” los discursos sobre lo que “es” o “no es” verdad. Y esto, sobre todo en ciertos medios sumisos periféricos (editoriales, académicos), que siguen copiando e idolatrando lo que viene de fuera. Tomemos, por ejemplo, la sintomática proliferación – incluso en el campo de la “izquierda” – de publicaciones de medios de comunicación extranjeros (revistas y portales que ni siquiera osan a cambiar el nombre de sus sedes extranjeras).

Mariátegui en la historia

Pionero de un marxismo atento a las peculiaridades de la realidad americana colonizada, Mariátegui aún ejerce una gran influencia sobre diversos movimientos sociales: desde grupos de resistencia campesina e indígena, hasta grupos de distintas tendencias socialistas.

De hecho, curiosamente, es aclamado incluso por “liberales”: caso de instituciones oficiales peruanas, políticas y culturales que, orgullosas de su “gran nombre de letras nacionales”, divulgan arrastrados textos “históricos” en que ni siquiera mencionan su posición político-filosófica marxista.

Con casi un siglo de su fallecimiento, la herencia mariateguiana puede ser observada hoy por el mundo, y se expande – como se ve en la creciente investigación sobre su obra que se ha desarrollado América Latina, con destaque para Brasil, e incluso en el centro capitalista, en espacios normalmente dominados por la anglofonía.

Su pensamiento está presente en los debates políticos y tácticas de ocupación comunitaria (de latifundios) del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil (MST); o en la ideología guerrillera autóctone del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN); o incluso en las tácticas ofensivas de grupos armados, como los marxistas-leninistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), una guerrilla de medio siglo hoy dividida entre un movimiento político legal y una porción que continúa la “crítica de las armas”.

Además de estos ejemplos, como bien señaló la profesora Zilda Iokoi, es simbólico el caso del “Partido Comunista del Perú por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui” (PCP-Sendero Luminoso), histórica guerrilla campesina de tendencia maoísta que, aunque basándose sólo parcialmente en el pensamiento del autor (a quien homenajea), buscó articular la “estructura del proceso de la Revolución Cultural” china con los “principios del misticismo andino” [3].

Formación política y contexto histórico

Nacido en Moquegua, sureste peruano, en 1894, Mariátegui se mudó temprano a la capital. Su juventud transcurre en un momento histórico convulso. Por un lado, con la Primera Guerra Mundial las potencias capitalistas habían llevado a la humanidad a vivir una de sus mayores carnicerías. Por otro lado, en Eurasia, la Revolución Bolchevique proponía en la práctica una alternativa a las flagrantes miserias del capitalismo.

Comenzó su carrera profesional como aprendiz de tipógrafo, en el diario “La Prensa”, siendo aún adolescente. En el preludio de la Primera Guerra, comienza a escribir, elaborando críticas literarias y versos. Pronto publicaría sus primeros artículos políticos.

Con la actividad periodística, se acerca al movimiento obrero de su país, nacido en finales del siglo XIX, de línea anarquista bakunista y migrado a América por militantes europeos.

Destacándose como periodista, Mariátegui en 1916 se convirtió en columnista habitual del diario “El Tiempo”, dedicándose al enfrentamiento político: denuncia la falsa “democracia criolla” – una demagógica fuente de “diversión” que tenía la función de desviar la atención de la gente sobre el hecho de que la burguesía de la costa peruana, aliada con los grandes terratenientes, hizo del país cada vez más un “sector colonial” del imperialismo estadounidense.

Esta fue una época de grandes aumentos en los precios de los alimentos. Como resultado del malestar popular, el movimiento obrero se fortalece. Los escritos de Mariátegui – ya de tendencia socialista, aunque todavía no “marxista” – apoyan las huelgas, criticando a la clase dominante de Lima.

En 1918, en Córdoba (Argentina) se inició un intenso movimiento de Reforma Universitaria, manifestaciones que cubrirían todo el continente. Entusiasta, el pensador andino afirma que este es el “nacimiento de la nueva generación latinoamericana” [4].

Otro hito mariateguiano en la política peruana fue la fundación de la revista “Nuestra Época” (1918), publicación que no trazó un “programa socialista”, pero que apareció como un esfuerzo ideológico en esa dirección. Mariátegui iniciaba entonces sus actividades como editor, que constituirían una parte importante de su actividad política de orientación socialista.

El fin de la Primera Guerra marca, en América Latina y el mundo, un período de malestar para la clase trabajadora. En 1919, Mariátegui funda el periódico “La Razón”. En ese mismo año se reprime una huelga general con violencia y detenciones de dirigentes obreros. En Perú comienza una década de populismo de derecha, económicamente pro yanqui, pero que también coquetea con parte del movimiento indígena.

La defensa de los dirigentes obreros presos, impulsada por Mariátegui a través de su diario, lo haría ser aclamado en Lima por una multitud. Un mes después, su diario sería cerrado, y Mariátegui discretamente deportado a Europa, bajo el discurso oficial de “propagandista del Perú en el exterior” – un “exilio conciliador”, ya que casualmente él (de origen trabajadora) era pariente de la mujer del presidente.

Europa: una mujer y algunas ideas

Mariátegui continúa su camino, rompiendo con sus primeras experiencias como escritor “contaminado por el decadentismo” (como luego expresaría en una autocrítica). A partir de entonces, se vuelve “decididamente al socialismo”. Pasará tres años viajando por Europa, visitando algunos países del Este y Oeste, especialmente Italia, donde residirá.

En medio de la influencia de la situación vivida allí – en la que la Revolución Rusa resonó con fuerza –, Europa le acercó a las obras de Marx, Engels y Lenin, además del movimiento comunista italiano y el surrealismo.

En el Partido Bolchevique, Mariátegui ve la convergencia entre teoría y práctica, entre filosofía y ciencia; afirma ser Lenin “indiscutiblemente” el vigorizador más “enérgico” y “fecundo” del pensamiento marxista [5].

Durante este período italiano, Mariátegui afirma haberse casado con “una mujer y algunas ideas”. Su compañera, Ana Chiappe, le da un “nuevo entusiasmo político”, que le ayuda a superar su decadentismo juvenil de finales de siglo [6].

La familia de Ana es cercana a la del filósofo Benedetto Croce, a través de quien conoce la obra de Georges Sorel: sindicalista revolucionario que valora la idea del “mito de la huelga general”, así como su defensa ética de la “violencia revolucionaria” contra la “violencia instituida” [7].

En la convulsa Italia presenció ocupaciones de fábricas y congresos obreros, además de acercarse al grupo de la revista “Ordine Nuovo”, entre los que se encontraba Antonio Gramsci. Durante este tiempo, experimentó la creación del Partido Comunista de Italia, acercando el contacto con el pensamiento gramsciano y el de otros marxistas italianos (como Terracini).

Fascismo: consecuencia de la decrepitud social

La estancia europea de Mariátegui fue también un mirador desde el que pudo observar Oriente: la Revolución China, el despertar de la India, los movimientos árabes, y varios grupos de resistencia en la posguerra. En estos eventos, él ve el declive de la envejecida sociedad burguesa moderna.

Su análisis de la decrepitud moderno-occidental gana impulso cuando observa de cerca el ascenso fascista italiano. En el fenómeno, pronto identificaría una respuesta del gran capital a una profunda crisis social y política: la “crisis de la democracia”.

Cabe señalar que, si al inicio de su estancia europea Mariátegui lleva la humildad de un discípulo abierto al centro del pensamiento moderno, poco a poco se va desilusionando de las desgracias que presencia en Europa, comenzando a asumir una perspectiva antropológica “invertida” (de un sujeto periférico que analiza críticamente la cultura eurocéntrica dominante).

Con esa mirada al revés, el marxista latinoamericano logra captar detalles de la crisis occidental que hasta entonces eran desatendidos por los propios europeos. Este es el caso de la decadencia de la llamada “democracia burguesa”, que pronto concibe como una nueva farsa que se redibuja con los rasgos autoritarios del fascismo.

Para Mariátegui, el fascismo fue la solución que encontró el orden burgués como reacción a la “crisis de la democracia”; o aun, una adaptación estructural ante los nuevos tiempos de imperialismo monopolista, en los que la democracia liberal, con sus instituciones parlamentarias, ya no servía a los intereses de la burguesía [8].

Marxismo intuitivo: por una crítica a la impotencia burguesa

Paralelamente a toda esta efervescencia sociopolítica, Mariátegui tiene en Europa acceso a las obras de pensadores como Freud, Nietzsche, Unamuno. Le interesa mucho el recién creado psicoanálisis, así como la filosofía intuitiva y vitalista del filósofo alemán, sobre todo en lo que tales análisis ayudan a comprender la evidente irracionalidad humana. En estos pensamientos encuentra herramientas críticas para denunciar la alienación, la impotencia y la artificialidad del hombre moderno: un ser castrado, insertado en una represiva estructura sociocultural burguesa y cristiana.

Sin embargo, antes de que los puristas del “marxismo académico” lo acusen de eclecticismo, cabe señalar que Mariátegui se mantuvo fiel a los principios del materialismo histórico planteados por sus iniciadores, en el siglo XIX: un pensamiento-lucha, cuya intervención práctica en la realidad, inherente a la teoría, se guía por el análisis dialéctico de la totalidad concreta.

Si el marxista andino cita a Nietzsche en la apertura de sus “Siete ensayos…” – “espero y reclamo que me sea reconocido... meter toda mi sangre en mis ideas” – no es por falta de solidez de su marxismo. Al contrario, es porque percibe, en ciertos pasajes del vitalismo nietzscheano, una implacable censura del modo de vida moderno-burgués: una filosofía práctica que converge con el principio marxista de la praxis; una crítica a “martilladas” del aburguesamiento de un cierto marxismo encastillado bajo los muros de parlamentos y universidades. Como se aprecia en el conjunto de su obra, Mariátegui nunca coqueteó con ninguna propuesta de síntesis ecléctica, pero utilizó algunos conceptos psicológicos y filosófico-vitalistas específicos como herramientas auxiliares en su lucha contra el reformismo y el determinismo mecanicista (es decir, contra la referida fosilización académica del marxismo).

El pensador era aún joven cuando regresa a Lima, en 1923, época en que ya defiende abiertamente la causa comunista. Es a partir de la enorme tragedia de Europa que Mariátegui llegaría a comprender claramente el alcance histórico de la tragedia de América.

 

[Continua...]

 

Notas (parte I)

[1] MARIÁTEGUI. J. C. (org., trad. e introducción: MARTINS-FONTES, Yuri). Defesa do marxismo: polêmica revolucionária e outros escritos. São Paulo: Boitempo, 2011. Referencia original en castellano: Defensa del marxismo: polémica revolucionaria (Obras completas/ tomo V). Lima: Amauta, 1969 [1929].

[2] Discuto más profundamente el tema en: MARTINS-FONTES, Y. Marx na América: a práxis de Caio Prado e Mariátegui. São Paulo: Alameda/Fapesp, 2018.

[3] IOKOI, Z., “A atualidade das proposições de Mariátegui, um revolucionário latino-americano”, en Projeto História (PUC-SP, 2005).

[4] MARIÁTEGUI. J. C. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (Obras

completas/ tomo II). Lima: Amauta, 1989 [1928].

[5] Defensa del marxismo: polémica revolucionaria [idem].

[6] MARIÁTEGUI. “Apuntes autobiográficos”. En La Vida Literaria, 1930, Buenos Aires.

[7] Marx na América: a práxis de Caio Prado e Mariátegui [idem].

[8] MARIÁTEGUI. “Crisis de la democracia”. En La escena contemporánea y otros escritos (Obras completas/ tomo I). Lima: Editora Amauta, 1925.

 

- Yuri Martins-Fontes es filósofo, periodista y escritor; doctor en Historia Económica por la Universidade de São Paulo/ Centre National de la Recherche Scientifique; con post doctorados en Ética y Filosofía Política (USP), y en Historia, Cultura y Trabajo (PUC-SP). Autor de, entre otros, “Marx na América: a práxis de Caio Prado e Mariátegui” (Alameda/Fapesp, 2018); “Caio Prado Júnior: Historia y Filosofía” (Rosario: Último Recurso/Núcleo Práxis, 2020).

  

https://www.alainet.org/es/articulo/210756

 

viernes, 23 de octubre de 2020

DEFENSA DE LA EXPERIENCIA SOCIALISTA (II)

 

 


 

(10 de junio de 2005) (*)

Por Miguel Aragón

 

INICIOS DE LA ÉPOCA DEL SOCIALISMO

 

En abril de 1917, dos meses después de la revolución de febrero, los dirigentes del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia (bolchevique),   consideraron que la revolución democrático burguesa había concluido en Rusia, y se iniciaba ininterrumpidamente la revolución socialista. Esta nueva revolución enfrentaba al proletariado ruso con el apoyo del campesinado, contra la burguesía rusa (Ver: Lenin. Tesis de Abril, 1917). Meses después, en noviembre de 1917,  triunfó la revolución socialista en Rusia, dándose inicio a la revolución social, a la construcción del socialismo en un  país. Ahora sí,  se iniciaba una nueva época histórica en el desarrollo de la humanidad: se daba inicio a la época socialista.

Sin embargo, hay quienes desconociendo este trascendental cambio histórico, siguen diciendo que “vivimos en la época del imperialismo”. Hay quienes consideran que, en el desarrollo de la historia del siglo XX, el paso del capitalismo de su fase de libre concurrencia a su fase monopolista, “es un cambio más trascendente”  que el paso del viejo régimen capitalista a la construcción de una nueva sociedad, a la sociedad socialista.

La revolución socialista triunfó primero en Rusia en noviembre de 1917, y después en una parte de Alemania en noviembre de 1918, y en Hungría  en marzo de 1919. A un año de la “revolución de octubre” se comenzó a construir el nuevo orden social en tres países, pero el desarrollo de la revolución fue desigual. El inicio de la construcción del socialismo en Alemania fue interrumpido violentamente, y en  Hungría la duración del nuevo orden social  fue todavía  más efímera. En 1920 el proletariado solamente se sostenía en el poder en un solo país, en la nueva Rusia.

José Carlos Mariátegui analizó en todos sus aspectos  estas tres experiencias, y las comentó en el aula de la Universidad Popular, en las sesiones del  13 y 20 de julio, y del 18 de agosto de 1923 (Ver: Historia de la Crisis Mundial, quinta, sexta y sétima conferencias, págs.  54, 67 y 82 respectivamente).

Mientras que, para los pesimistas y derrotistas, de ese entonces, los reveses temporales de las revoluciones en Alemania y Hungría demostraban “la imposibilidad de construir el socialismo”, y “la restauración del régimen capitalista”; para Mariátegui la conclusión fue otra.

Comentando el desenlace de la Revolución Alemana, Mariátegui  nos dijo: “Por todas esas razones, los actuales acontecimientos alemanes no son sino episodios de la Revolución Alemana, el actual gobierno burgués de Alemania no es sino un período, “un capítulo de la Revolución Alemana”. La Revolución Alemana no se ha consumado, porque una revolución no se consuma en meses ni en años; pero tampoco ha abortado, tampoco ha fracasado. “La Revolución Alemana se ha iniciado únicamente”. Nosotros estamos presenciando su desarrollo”.

Precisando más el significado de estos reveses temporales, Mariátegui continuó: “Un período de reacción burguesa es un período de contra-ofensiva burguesa, pero no de derrota definitiva proletaria. Y desde este punto de vista, que es lógico, que es justo, que es exacto, que es histórico, el gobierno fascista, la reacción fascista en Italia, es un episodio, un capítulo, “un período de la Revolución Italiana”, de la guerra civil italiana. El fascismo está en el gobierno; pero el proletariado italiano no ha capitulado, no se ha desarmado, no se ha rendido. Se prepara para la revancha”.

Más adelante, comentando la revolución en Hungría,  Mariátegui comentó: “Pero, de hecho, el régimen del regente Horthy es un régimen absoluto, medioeval y feudal [...]. Pero un período de reacción, un período de absolutismo, no puede ser sino “un período transitorio, un período pasajero”.

Mariátegui agregó: “Como ya dije a propósito de la Revolución Alemana , una revolución no es un golpe de estado, no es una insurrección, no es una de aquellas cosas que aquí llamamos revolución por uso arbitrario de esta palabra. Una revolución  no se cumple sino en muchos años. Y con frecuencia tiene períodos alternados de predominio de las fuerzas revolucionarias y de predominio de las fuerzas contra-revolucionarias”.

Por último, desplegando un conocimiento profundo de las leyes de la revolución socialista, Mariátegui afirmó lo siguiente: “Así como el proceso de una guerra es un proceso de ofensivas y contraofensivas, de victorias y derrotas, mientras uno de los bandos combatientes no capitule definitivamente, mientras no renuncie a la lucha, no está vencido. Su derrota es transitoria; pero no total. Y, conforme a esta  interpretación de la historia, la reacción, el terror blanco, el gobierno de Horthy no son sino episodios de la lucha de clases en Hungría, “un capítulo ingrato de la Revolución Húngara”.

Y agregó: “Este capítulo llegará  algún día a su última página. Y empezará  entonces un capítulo más, un capítulo que, tal vez sea el capítulo de la victoria del proletariado húngaro” (JCM, La Revolución Húngara, en Historia de la Crisis Mundial).

¿Quién tenía la razón?

Los pesimistas, los derrotistas (y  claudicantes), de entonces (y de ahora),  que pensaban que “ya no era posible el socialismo en Alemania y Hungría”; o los optimistas, los espíritus afirmativos y perseverantes como Mariátegui, que reducían los intentos de la burguesía por restaurar el capitalismo, a simples  intentos, a “reveses temporales de la revolución”.

La historia le dio la razón a Mariátegui. Treinta  años después, en 1945, con el triunfo del frente unido de las fuerzas proletarias sobre el nazi fascismo en Europa,  nuevamente se  reanudó y continuó  la construcción del socialismo en Alemania y Hungría. Esta vez, acompañado del inicio de procesos similares en otros países de Europa Oriental. Simultáneamente en el tiempo,  en Asía triunfaban las revoluciones de nueva democracia, y se iniciaba  la construcción del socialismo en China, en el norte de Vietnam,  y en el norte de Corea. Quince años después, en 1959,  se iniciaba la construcción del socialismo en Cuba; y treinta años más adelante, en 1975, el agresivo capitalismo monopolista  norteamericano fue derrotado y expulsado en el Sur de Vietnam.

El año 1975 concluyó la larga etapa de defensiva estratégica del socialismo, y se inició la etapa del equilibrio estratégico. En esta etapa nos encontramos actualmente año 2005.   (Continuará el lunes 26 de octubre de 2020).

 

(*) Nota adicional, escrita el 23 de octubre de 2020.-

 Estos dos comentarios los escribí el año 2005. Lamentablemente la invitación a promover un foro abierto sobre el tema de la “Defensa de la Experiencia socialista”, fue recibida con la “conspiración del silencio”.

Doce años después, al comenzar el año 2017, con motivo de la proximidad del centenario de la Gran Revolución Rusa, públicamente de nuevo volví a hacer la misma invitación, sugiriendo concentrarnos en dos aspectos de la experiencia socialista, la cuestión del estado tipo comuna  por  un lado, y la cuestión de la aplicación de la NEP por otro lado. Otra vez la invitación  fue respondida con el silencio, no obstante que muchos que se reclaman socialistas en el país continuaron despotricando contra la experiencia soviética, negando el carácter socialista de la actual República Popular China, y poniendo en duda el carácter socialista de la actual Republica Socialista de Cuba. En esta negación de la experiencia socialista compiten especialmente los remanentes del anarquismo a lo Bakunin, los remanentes del trotskismo, los remanentes del falso maoísmo que simpatizan con la línea de Lin Piao, y los renovados socialistas románticos.

Dicen que “a la tercera va la vencida”. Ahora, al terminar este año 2020 parece que si habrá auditorio para impulsar este estudio y debate, un buen síntoma es que en varios foros de whats app, en varios foros  de Facebook, y en varios movimientos democráticos, se estén debatiendo estos temas.  Abrigo la esperanza que para noviembre de 2021, podamos arribar a un primer balance preliminar, y para noviembre de 2027 a un balance mucho más trabajado y desarrollado.  Este es el motivo que me obliga a volver a publicar estos dos comentarios provocadores que los escribí hace quince años.