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martes, 20 de diciembre de 2022

TEMPESTAD SOCIAL

 


Escribe: Milciades Ruiz

Opinar sobre la sangrienta tormenta social que hemos tenido días atrás, quizá valga la pena. La discrepancia enriquece el raciocinio. Dos decenas de hijos del pueblo han perecido vanamente en esta explosión social, tras el anuncio del golpe de estado totalitario que, pretendió dar el ex presidente Castillo, “matando varios pájaros de un solo tiro”.

¿Con qué propósito lo hizo? Conociendo los antecedentes y su conducta, se presume que el móvil era evitar a toda costa su inminente destino final, la cárcel. El pánico lo llevó a querer desaparecer las sombras de su atardecer: Parlamento, Tribunal Constitucional, Poder judicial, Ministerio público, Junta Nacional de Justicia. Me asaltó una preocupación: ¿Que podría pasar con los izquierdistas, en tal régimen totalitario, con un “Rasputín” Torres, admirador de Hitler?

Al 7 de diciembre pasado, habíamos llegado a un punto álgido, de vida o muerte, para el Poder Legislativo y Poder Ejecutivo. El primero insistía en la vacancia y el segundo, en la cuestión de confianza provocada artificialmente. Al fallar esta jugada, no había disyuntiva, solo quedaba la opción de quién mata primero. El golpe al vacío sería fatal.

La población estaba harta de ambos contrincantes y, prefería que se vayan todos, adelantando elecciones. Pero, ellos estaban allí legítimamente, porque nosotros lo habíamos puesto electoralmente. ¿Ellos tienen la culpa de haber sido elegidos? Los dos, eran productos de una misma fabricación en la que todos los electores hemos participado.

Pienso y digo: Si la comida que preparamos nos sale horrible, ¿Deberíamos echarle la culpa al plato servido? Vaya pues. Pero, no es la primera vez que esto, nos sucede. Pese a ello, no hay correcciones a las fallas. Fujimori al año cuatro meses de gobierno disolvió el Parlamento, cuando la izquierda tenía más de treinta parlamentarios. Toda la izquierda condenó el autogolpe del 5 de abril de 1992.

Por el contrario, en el 2019, cuando el enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo llegó a su clímax, el presidente Vizcarra, disolvió el Congreso, con el apoyo de la izquierda parlamentaria (Nuevo Perú y Frente Amplio) que, por ello, perdieron sus escaños. Se pensó como ahora que, con un nuevo Congreso se acabarían los enfrentamientos.

Sin embargo, elegido este, en el 2020, nuevamente hubo el enfrentamiento de poderes. Pero esta vez fue el Congreso el que decretó la vacancia del Presidente Vizcarra, por corrupción. Pero, ¡Oh coincidencia! Tras la vacancia de Vizcarra sobrevino una explosión social juvenil, con un saldo de dos muertes (Inti Sotelo y Brian Pintado).

No era por apoyo a Vizcarra, ni por un objetivo ideológico. Era la ira descontrolada, por lo que estaba pasando en las alturas del poder. La protesta social generada a través de las redes sociales, cobró alta convocatoria nacional, pero sin obediencia a un plan político organizado. Los buitres políticos se colaron a la protesta, como ahora lo han hecho los partidarios de Castillo arremetiendo contra la fiscalía.

A diferencia de las tormentas naturales, que ocurren por desequilibrios atmosféricos; las tempestades sociales suelen suceder por los contrastes en la temperatura política. La tormenta social estalla cuando la ira supera la paciencia. Las reacciones se descontrolan y se tornan violentas como reflejo de frustración e impotencia frente al poder. Pasada la tempestad todo queda como antes.

En esa ocasión, como ahora, se le echó la culpa al presidente transitorio, hubo renuncias de ministros, investigación fiscal y parlamentaria, los medios explotando el suceso y muchos “rasgándose las vestiduras”, pero todo va quedando en nada. No obstante, tanto en el 2020 como ahora, hay tres señales a tener en cuenta: La alta sensibilidad juvenil, el uso de las redes tecnológicas y el repudio a la podredumbre política.

En tanto, el comportamiento político de la izquierda parlamentaria actual, ha sido deshonrosa. Algunos apoyaron la vacancia de Castillo y, mayoritariamente se opusieron a las elecciones anticipadas, sabiendo que es una demanda mayoritaria, poniendo de manifiesto su incapacidad moral permanente.

Pero en general, el enfoque de la izquierda, suele ver únicamente la parte política, omitiendo lo delincuencial, como factor efervescente de la explosión. El asunto es que, estas tormentas sociales probablemente vuelvan a ocurrir, mientras no se eliminen las causas que las generan. La cuestión de confianza es una deformación de la democracia, pero no es la única.

Belaunde también tuvo enfrentamiento con el Congreso, dominado por la alianza contra natura apro-odriísta y terminó depuesto tras la explosión social. Mucho más antes, el presidente Billinghurst (1912-1914) quiso disolver el Congreso, dominado por “civilistas y leguiístas”, con el cual estaba enfrentado, a fin de poner en marcha reformas constitucionales para cumplir promesas electorales (derecho de huelga, sindicalización, jornada de 8 horas).

Fue entonces que los conservadores de la oposición acordaron vacarlo por incapacidad moral, pidiendo el apoyo militar. El presidente respondió reprimiendo a la oposición, bloqueando el golpismo y promoviendo milicias populares. Sobrevino el golpe militar del coronel Óscar R. Benavides en defensa del “orden constitucional” que apagó el incendio. Billinghurst, terminó depuesto y deportado.

Este efecto político es pues, recurrente, porque hay una constante. Pero, calmadas las aguas, ¿Cómo queda nuestra opción política en la correlación de fuerzas? ¿Qué nos hace pensar que, con una pequeña presencia parlamentaria, en el Congreso y Asamblea constituyente, podremos lograr una Constitución acorde con nuestros ideales?

La degeneración de la democracia viene desde los orígenes de la república, con la segregación total, de los dueños originarios del territorio nacional, impedidos de estar representados políticamente. No puede haber democracia basada en la segregación. También, desde entonces, proviene la “Independencia y separación de poderes” políticos, que tanto daño a hecho al país.

De allí, la necesidad de luchar por el cambio del sistema político, poniendo énfasis en la condición de representatividad. Si logramos que los sectores mayoritarios, populares y nativos estén representados equitativamente en los poderes del Estado, tendríamos mejores opciones democráticas. Pero, cualquiera sea la opción que asumamos, no será fácil. Hay que trabajar propuestas sustentables que el pueblo las asuma como suyas.

Diciembre 20- 2022

Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com

 

domingo, 31 de julio de 2022

NO SÓLO POR LOS SUELOS HAY QUE CAMBIAR LA CONSTITUCIÓN

 


Escribe: Milciades Ruiz

La ONU para la Agricultura y la Alimentación- FAO, nos dice: “¿Sabía que cada cinco segundos, (el suelo, o la madre tierra) se erosiona el equivalente a un campo de fútbol? Pero se necesitan 1,000 años para producir unos pocos centímetros de capa superficial del suelo” (la que produce alimentos). Al respecto, creo que ni los de Sechura, Nazca, y Atacama lo saben, teniéndolo a la vista. Menos los políticos y gobernantes. ¿Qué significa esto?

Que la destrucción del suelo agrícola, es la destrucción de la humanidad. No hay consciencia de ello, pero en los andes, la minería abierta va por ese camino, ante nuestra indiferencia. Lo dice la FAO: “El suelo es el apoyo vital de nuestros alimentos y agricultura. El 95% de los alimentos que consumimos depende de los suelos. Sin embargo, si seguimos en este rumbo, en 2050 el 90% de todos los suelos estará degradado. Si no se producen cambios, la degradación de los suelos pondrá en peligro a nuestros ecosistemas, clima y seguridad alimentaria”.

Esto, ya lo sabían las sociedades andinas prehispánicas. De allí, el pago a la madre tierra que se conserva hasta nuestros días, aunque muchos vean en esto, un rito pagano de ignorantes. Los descendientes, siguen sufriendo, los abusos de gente extraña que llegó a su hábitat traída por los gobernantes para depredar recursos naturales. Los andinos luchan denodadamente y mueren por defender su fuente de vida, ante la destrucción ecológica ocasionada por inversionistas que se apropian del suelo y subsuelo.

Antes de que llegaran los extraños, podían respirar aire limpio y, beber agua limpia. Criar animales sin residuos contaminantes y llevar al mercado alimentos sanos para los consumidores. Pero las autoridades se parcializan con los inversionistas advenedizos, motivo por el cual, las comunidades indígenas se movilizan en protesta legítima. En esto, muchos líderes nativos son encarcelados por atentar contra el orden público, en un “estado de derecho” abusivo y segregacionista.

El planeta funciona como un organismo vivo unitario. De modo que, si se lesionan partes vitales como el suelo, entonces todo el organismo, todos nosotros, sentiremos las consecuencias de la tuberculosis global. El suelo no es inerte como muchos creen. Hay muchas poblaciones de organismos vivos bajo nuestros pies. Ellas son los que procesan los materiales, convirtiendo lo inorgánico, en sustancias orgánicas, para la nutrición vegetal.

El dióxido de carbono (CO2), que emiten vehículos usando hidrocarburos, es factor del efecto invernadero que embolsa al planeta, lo cual contribuye al cambio climático, el calentamiento global, la aparición de virus pandémicos y otros males derivados. Las plantas absorben ese gas nocivo y mediante la fotosíntesis lo procesan para generar moléculas como los carbohidratos que, junto con las proteínas y grasas, son los nutrientes principales de los seres vivos.

Obviamente, cuidar la salud del suelo es vital para la humanidad, aunque muchos ni se lo imaginan. Lo que hoy descubre la ciencia, era para las culturas ancestrales parte de su filosofía de cosmovisión. En este sentido, los ignorantes no son los pobladores andinos, sino, los que desconocen la sabiduría ancestral. Cuidar la “mamapacha” era cuidar la salud del suelo y la propia salud humana.

La recarbonización de los suelos es más efectiva que el uso de fertilizantes químicos, como se comprueba en los cultivos que reverdecen con mayor intensidad a los pocos días, en los espacios donde hay residuos de carbón o cenizas. La rotación de cultivos y periodos de descanso de parcelas es una práctica andina de recuperar la salud y energía del suelo, lo que se refleja en la calidad alimentaria.

La erosión del suelo desequilibra el ecosistema, perdiéndose muchas de sus especies. La tierra se vuelve cada vez menos fértil, aumentando el uso de fertilizantes. Los cultivos industrializados no dan descanso a la tierra, ni la tratan como sistema viviente, sino como fuente de lucro intensivo. El rendimiento natural es suplantado por el rendimiento costo beneficio y se aplican agroquímicos diversos que eliminan la fauna natural de microrganismos benéficos.

Como podemos deducir, la sostenibilidad de la vida planetaria, de nuestra alimentación y de nuestra salud, dependen de la sostenibilidad del suelo. Sin embargo, las políticas de estado no tienen este enfoque. Prima el enfoque neoliberal en el que, no es el estado el que manda sino, el mercado. Es este, el que determina qué producir, cuánto producir, cómo producir, para quién producir, a quién enriquecer y a quién empobrecer.

Lógicamente, esto no se resuelve solo cambiando de gobierno, si antes no se cambia de modelo societal. Desde el inicio de la república estamos encasillados en un sistema político segregacionista. Los órganos de gobierno no son representativos, ni los partidos políticos. Los sectores económicos no tienen derecho a participar en el régimen electoral que, es exclusivo de cúpulas políticas.

En el primer congreso constituyente, no estuvieron los representantes de los dueños originarios del territorio. No eran considerados peruanos ni ciudadanos. No cumplían con los requisitos de poder económico, ni de cultura establecidos en el régimen electoral. El 90% de diputados a la Asamblea Constituyente eran curas y abogados emparentados con los amos de vasallos nativos y de esclavos. La iglesia era la mayor terrateniente de la colonia.

Ese Congreso Constituyente lanzó la siguiente proclama:

“EL CONGRESO CONSTITUYENTE DEL PERÚ”

“A LOS INDIOS DE LAS PROVINCIAS INTERIORES”:

(…)

“Este Congreso tiene la misma y aun mayor soberanía que la de nuestros amados Incas. Él a nombre de todos los pueblos, y de vosotros mismos, va a dictar leyes que han de gobernarnos, muy distantes de las que nos dictaron los injustos reyes de España. Vosotros indios, sois el primer objeto de nuestros cuidados. Nos acordamos de lo que habéis padecido, y trabajamos por haceros felices en el día. Vais a ser nobles, instruidos, propietarios, y representareis entre los hombres, todo lo que es debido a vuestras virtudes”. (Fuente: Jorge Basadre- “La idea de patria en la generación independiente”- Revista “Fanal”- N° 44- 1955)

Si pues. Esta ha sido la ideología de gobierno durante la república hasta nuestros días. Es como decir: Ustedes no se preocupen. Nosotros nos vamos a preocupar por ustedes. Ni piensen en autogobernarse. La democracia representativa no es para ustedes. De esta forma, tampoco podían elegir ni ser elegidos. Hoy también, la democracia representativa no es para la mayoría nacional. No hay en el Parlamento los representantes de los agricultores que son mayoría. No están, los representantes de los pescadores, de los obreros fabriles, ni de los trabajadores estatales, etc.

Si el sustento de los alimentos son los suelos, el sustento del desarrollo nacional está en el pueblo trabajador. Si se mejoran las condiciones vida del pueblo, mejorarán las condiciones del desarrollo nacional para dar seguridad de vida a las generaciones futuras. Si el pueblo mayoritario no tiene acceso directo al poder político, la democracia es una falacia.

Actualmente, una élite minoritaria de testaferros políticos es la que maneja el país. De haber una asamblea constituyente en estas condiciones, no saldrá una nueva constitución que cambie el rumbo de la república nefasta para la mayoría de la sociedad peruana. Primero, hay que cambiar el régimen político que ya es obsoleto y repudiado por nuestro pueblo. ¡O no! Ustedes qué dicen.

Julio 31-2022

Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com

 


 

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Atte. Milciades Ruiz
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sábado, 5 de junio de 2021

UN NUEVO PERU SÍ ES POSIBLE

 

ESTE 06 JUNIO, MARCA EL LAPIZ


En la historia del Perú, el proceso independiente de organización de los peruanos por los peruanos, quedó trunco con la conquista española. La independencia de España, es un proceso que tampoco brota desde las entrañas de la sociedad peruana, reacomoda las fuerzas sociales. Pero, no cambia los patrones de dominio que recae en manos de los criollos, hijos de españoles o migrantes europeos; mientras, los nativos quechuas, aimaras, etc., permanecen bajo condiciones infrahumanas como simples cosas utilizables o desechables.

Este año el Perú celebra el bicentenario de su fundación. Sin embargo, el balance de estos 200 años es absolutamente negativo. González Prada a los 67 años de fundada la República Criolla adelantaba el grado de purulencia instalado: “El Perú es organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota pus” (Propaganda i ataque, 1888).

Hoy, la descomposición de las estructuras del poder se hunde en la más completa podredumbre. Y es en la política donde se aprecia mejor ese grado de putrefacción. Existen voces pesimistas que proclaman que la corrupción es inherente a los peruanos para justificar sus ilícitos. También hay quienes sostienen que la unión de las fuerzas sanas de la sociedad puede sacar a nuestro país del abismo al que se precipita. Sin embargo, esta descomposición tiene un origen económico y, por ende, político. En lo político, los representantes de las clases dominantes han convertido la política en vil negocio. Pero, la política no puede ser un negocio administrativo, burocrático o guarida de lobystas. Hoy como nunca se impone la necesidad de rescatar e innovar la política sobre los cimientos que estableciera, en la teoría y la práctica, José Carlos Mariátegui: La polí­tica es la más grande actividad creadora. Es la realización de un inmenso ideal humano. La política se ennoblece, se dignifica, se eleva cuando es revolucionaria.

En 200 años de vida republicana las desigualdades y exclusiones progresan en los cuatro puntos cardinales de un Perú que sólo engorda a los “dueños del Perú” y sus satélites. Lo cierto es que la Republica de la democracia representativa ha cesado de ser útil en la sociedad peruana. Por donde se la vea esa “democracia” hace agua. Se hunde en el pantano de la incompetencia y la corrupción.

Hace algunos años se comentaba entre economistas que un país sale del atraso económico si desarrolla una infraestructura física (medios de comunicación), una superestructura mental (educación, desarrollo de talentos, cerebros) y una infraestructura institucional. En el Perú, lamentablemente, se avanza sólo en infraestructura física porque la clase dominante, parasitaria y rentista, apuesta por la ventaja comparativa de nuestros recursos naturales, desdeñando las grandes posibilidades de las ventajas competitivas de nuestro Perú ancho y ajeno, sobre todo ajeno. Entre 500 universidades acreditadas del planeta no figura la bandera peruana. Brasil, Argentina y Chile tienen universidades que figuran entre las 500 mejores del mundo; pero, el Perú es uno de los ausentes en ese ranking (Véase, La Academic Ranking of World Universities – 2010). Sin universidades A-1 ¿qué posibilidades tiene el talento nacional de progresar e innovar en ciencia y tecnología? Muy, pero muy pocas. El drama de la universidad peruana va paralelo a la tragedia de las instituciones públicas corroídas por la corrupción y la ineptitud.

Cesar Hildebrandt en su columna habitual se pregunta: “¿Por qué si somos un país que crece a tasas espectaculares, seguimos, en muchos aspectos, en un estado de barbarie?” Y se responde: “a mi leal saber y entender: porque esta riqueza provisoria que nos anima la vida es otro ciclo de eso que algunos han llamado "prosperidad falaz". / Fuimos ricos guaneros, ricos algodoneros, ricos azucareros, ricos salitreros, ricos caucheros, ricos anchoveteros y hemos sido siempre ricos mineros.” Pero, Hildebrandt limita su diagnóstico, no quiere ir más allá. Nos describe rápidamente la historia de la República Peruana más no se atreve a expresar lo que es evidente a todas luces: La crisis del Estado Republicano. La república burguesa nació anómala. Nuestra burguesía nunca se puso la camiseta del Perú. Heraclio Bonilla hace más de 30 años, al estudiar el proceso de formación de la burguesía, concluyó que la política de la clase dominante es “cada vez más burguesa a condición de ser cada vez menos nacional”[1]. El proceso de desnacionalización de nuestra burguesía lo comprobamos con mucha nitidez en el curso de las últimas décadas. El saqueo del país es propio de fuerzas extranacionales. La burguesía peruana no se siente peruana. El Perú es apenas un botín en la guerra de mercados.

En el Perú de los Garcías, los Toledos, los Fujimoris, etc., el utilitarismo lo domina todo. “El asunto no es sólo vender piedras sin moler y tener más plata” dice Cesar Hildebrandt. Hace unos años, Michael Porter, el gurú de la competitividad, nos visitó e hizo serias críticas al “modelo peruano”. Señaló en aquella ocasión “que a pesar del crecimiento de los últimos años, el país era demasiado dependiente de las exportaciones de materias primas con poco valor agregado”. La respuesta del establishment fue una avalancha de “críticas furibundas a Porter”, “se le dijo que no conocía el país, que su análisis era sesgado y, también, que algunas de sus cifras eran falsas.” Esa es la razón que Humberto Campodónico, destacara como “una grata sorpresa que Michael Porter esté nuevamente en el Perú invitado al CADE 2010 con la conferencia «Una nueva estrategia económica para el Perú». Pareciera –dice Campodónico- que va tomando fuerza la idea que el actual crecimiento económico no es sostenible, tal cual, en el largo plazo.” [2] Lo que no parece sino es una realidad es el conflicto entre dos enfoques en el terreno de la economía. De una parte, un enfoque privilegia las ventajas comparativas, el camino de la “prosperidad falaz” basado en la exportación de materias primas a que hace alusión Cesar Hildebrandt. Y, de otra parte, se pone el acento en las ventajas competitivas para el desarrollo nacional.

“Vale un Perú”, es una frase coloquial de vieja data. Se cree que asienta sus raíces en la búsqueda de “El Dorado” y/o la riqueza de Potosí. Más sea como fuere es una invitación al descubrimiento y a la controversia. Hombres y mujeres del Perú contemporáneo tenemos que descubrir el significado de la expresión PERÚ y, en ese descubrir, la polémica abrirá las mentes para edificar un NUEVO PERÚ. ¿Es posible un nuevo Perú? Es una pregunta que conduce a otras interrogaciones que debemos resolver. ¡El debate está abierto!

Somos un país de muchas potencialidades no somos un mendigo sentado en un banco de oro. Cesar Hildebrandt cree que en “el Perú actual se ha dejado de soñar”. Y no le falta razón; pero, sólo, en lo que se refiere a la clase dominante que hace mucho ha dejado de ser clase dirigente. El utilitarismo de la élite, y la desesperación por enriquecerse, les impide soñar. Soñar es crear un mundo mejor. Soñar es el motor de las transformaciones sociales. Soñar es un proceso mental en el que se produce una reelaboración de la información almacenada en la memoria. Soñar despierto es edificar el imaginario el futuro. Soñar despierto es reinventar el futuro. El edificio social del futuro tiene que ser, al mismo tiempo, ciencia y utopía. Tiene que inspirarse en el Principio Esperanza (Ernst Bloch) presente en las luchas, sueños y aspiraciones milenarias de los explotados y oprimidos.[1] El utilitarismo, por lo contrario, castra esa capacidad de soñar. Un pueblo que no sueña no tiene porvenir. Un Perú que no vive el futuro, con los pies bien firmes en el presente, no encontrará puerto donde arribar. No tiene futuro.

El drama del Perú es que lo tenemos todo para ser una nación del primer mundo; sin embargo, nuestro país no puede ser copia de Francia, Estados Unidos, Japón o China. Tenemos que mirarnos hacia adentro, reconociendo nuestra multiculturalidad, viéndola como una oportunidad, como una ventaja competitiva frente al mundo. Los peruanos no nos sentimos dueños del Perú, tenemos que conquistar o reconquistar nuestro propio país. Todos los hombres y mujeres de éste país multiétnico, en mayor o menor medida, percibimos que el sistema republicano ha devenido obsoleto, sin respuestas, para atender los verdaderos intereses de los marginados de siempre. Todos queremos un país viable pero basado en nuestra verdadera identidad, en nuestra cultura, no queremos ser como EEUU, como EUROPA como CHINA, JAPON o la INDIA, queremos ser PERU, pero un Perú diferente ORGULLOSAMENTE PERUANO.

 

05 junio 2021

Edgar Bolaños Marín

 



[1] Michael Löwy, Marx un siglo después, El Rodaballo, Revista de cultura y política, Año 1, Nº 1, noviembre 1994