domingo, 17 de marzo de 2024

EL “MAL MENOR” COMO ARGUMENTO Y COMO TÁCTICA, DESDE MARX HASTA EL PRESENTE

 


Por Wallis Victor

En principio, el concepto del “mal menor” es aplicable a cualquier elección entre alternativas, ya sea por individuos o por organizaciones. Puede referirse a acciones específicas o a problemas generales y ha sido invocado por todas las orientaciones políticas. En la tradición marxista, este concepto ha sido en su mayor parte más comúnmente referido a las decisiones sobre si dar un apoyo táctico momentáneo a una u otra formación política burguesa. Pero la discusión esencial para un enfoque sobre el “mal menor” puede surgir en los niveles más diversos. Puede ser usado refiriéndose a instituciones básicas, enfrentando a la república democrática contra alguna forma de gobierno autoritario. También puede ser usado para discutir una retirada o compromiso estratégico ante las amenazas a la supervivencia de un movimiento o de un régimen.

En una república democrática, puede ser usada para defender un frente unido con partidos burgueses contra la represión o a favor de políticas sociales progresistas. O en el contexto particular de las campañas electorales, puede ser usado para caracterizar la táctica de apoyar a un candidato o partido que no es de la clase obrera contra otro (una táctica que puede o no implicar argumentar que el candidato favorecido es en algún grado “menos malo”).

En todas estas decisiones es común el compromiso subyacente de esforzarse por conquistar el presunto “bien”, que a largo plazo sería la sociedad de “productores asociados”, y a corto plazo es el crecimiento de un movimiento obrero independiente, o la consolidación de un régimen revolucionario. En cada caso, las respuestas varían desde una posición maximalista, que afirma que la tarea positiva de promover la revolución eclipsa en importancia toda posible preocupación sobre si una expresión del poder burgués puede ser peor que otra, hasta una minimalista, que se va absorbiendo tanto con la necesidad de responder a las amenazas inmediatas que pierde de vista a la meta original del movimiento. Los maximalistas a veces utilizan la peyorativa expresión “malmenorismo”. Intentando desacreditar la idea de dar siquiera un apoyo limitado y transitorio a cualquier formación burguesa. Sin embargo, de hecho, las determinaciones del mal menor (o la menor cantidad de daño) están intrínsecas en toda decisión que exija cálculos defensivos, en contraste con cuando se emprende una clara prosecución de una meta positiva. Es imposible evitar esos cálculos; el desafío, para un partido revolucionario, es mantenerlos dentro de límites apropiados.

Por otra parte, fuera de la tradición marxista y más allá del nivel de los cálculos puramente pragmáticos, en la década pasada el concepto del mal menor ha adquirido un papel bastante novedoso como una supuesta justificación ética para el capitalismo en una época de crisis intensificada (tanto ecológica como económicamente) y de una desenfrenada intervención militar global de los Estados Unidos.

Marx y Engels y los cálculos electorales

El debate político sobre el mal menor es tan viejo como la actividad organizada de la clase obrera. Se originó con el proyecto de constituir a la clase obrera como una fuerza política independiente. Desde un principio, Marx y Engels trabajaban en este proyecto. Ya desde 1847, gran parte de sus escritos estaban directamente relacionados con sus esfuerzos organizativos en lanzar un movimiento comunista en el contexto de la monarquía prusiana. El reducido número de opciones electorales rápidamente los confrontó con un caso del “mal menor”. Ya en junio de 1848, para Marx y Engels era evidente la alianza de la gran burguesía con la reacción feudal. Discutiendo sobre las elecciones a la asamblea constituyente prusiana de 1849, sin embargo, Marx distinguía entre las tácticas electorales del movimiento y su organización a más largo plazo: “Donde hay una lucha contra el gobierno existente, nos aliamos hasta con nuestros enemigos (…) Ahora, luego de la elección, afirmamos nuevamente nuestra vieja posición implacable no solo contra el gobierno sino también contra la oposición oficial”.

En este enfoque subyacía la convicción de Marx de que un Estado democrático, comparado con cualquier régimen absolutista, para el proletariado tenía la ventaja de no velar los antagonismos sociales. En este sentido, el Estado democrático, sobre cuya base social él no tenía ilusiones, era verdaderamente para Marx un “mal menor”.

Sin embargo, dado que el marco institucional ya no estaba en cuestión, el énfasis de Marx cambiaba dramáticamente. En marzo de 1850, hablando en nombre de la Liga de los Comunistas, él y Engels decían que “en todas partes se pusieran los candidatos de los obreros frente a los candidatos democráticos burgueses” y que los obreros “no deben permitir que los sobornen esos argumentos de los demócratas, como por ejemplo, que al hacerlo están dividiendo al partido democrático y dando la posibilidad de triunfar a los reaccionarios”. Pero debería notarse que el único peligro que anticipaban era “la presencia de unos pocos reaccionarios en el cuerpo representativo”. En este marco, continuarían haciendo hincapié en la centralización de la organización obrera independiente. En el caso en que el Estado pudiera limitar los avances de la clase obrera, ellos no dudarían en elaborar una estrategia y una acción por fuera de la estructura parlamentaria. Luego de la clausura en 1849 de la Nueva Gaceta del Rin, para Engels, aunque el parlamentarismo había surgido inicialmente en Alemania como un mal menor comparado con el absolutismo, la lucha callejera pasó a ser vista como un mal menor, para evitar el peligro mayor de la cooptación parlamentaria.

Lenin y el constitucionalismo burgués

En la Rusia prerrevolucionaria, Lenin no consideraba al constitucionalismo burgués como una opción viable (y menos aún un régimen potencialmente preferible), sino como una estructura opuesta, cuyas implicancias para la organización de la clase obrera eran totalmente diferentes de las de sus propios entornos políticos. En ¿Qué hacer? (1902), gran parte de su discusión sobre el carácter de la organización revolucionaria, concluye con que estaba dictada por la “falta de libertad política” en la Rusia de entonces. Pero el grado de represión zarista también estaba sujeto a cambios, dependiendo del equilibrio de las fuerzas de clase. Cuando surgieron las posibilidades para la “agitación legal” en 1907, Lenin insistió en que el partido debía utilizarlas para no quedar aislados de su base obrera. Votando en esa ocasión para la participación en la Duma (un débil organismo parlamentario permitido por el zar luego de 1905), Lenin fue criticado por camaradas del partido que lo vieron como un acto de traición. Por supuesto, esa crítica reflejaba la falta de distinción entre las decisiones tácticas o coyunturales y la meta a largo plazo. Las decisiones tácticas habitualmente implican un compromiso. En la medida en que una sucesión de esas decisiones pueda alterar el resultado a largo plazo, el problema puede no ser tanto de traición como de un reconocimiento insuficiente de las fuerzas que están en juego.

El ensayo de Lenin “sobre los compromisos” escrito ocho semanas antes de la revolución de octubre de 1917, fue debido a una coyuntura similar a la de 1907. La ventaja que procuraba era la libertad de acción para los bolcheviques; la concesión que proponía era que los bolcheviques apoyarían la continuación en el poder de una coalición menchevique/socialista revolucionaria (1917). Esta concesión era, dadas las circunstancias, un “mal menor” comparado con el riesgo de que la agitación de los bolcheviques fuera reprimida antes de que ellos hubieran logrado ganar un apoyo suficiente para poder tomar el poder.

Luego de tomar el poder, en una posición de poder estatal, los bolcheviques enfrentaron una nueva amenaza. La propuesta de Lenin de firmar un acuerdo de paz desfavorable con Alemania arriesgó provocar una división en el partido bolchevique, pero en su discusión con Trotsky sobre esta decisión, afirmó que era “mejor una división en el partido que el peligro de una derrota militar de la revolución”. Más adelante, en la discusión sobre la producción, hizo claramente su llamado para una “disciplina férrea” y para depender de los expertos burgueses como “un compromiso” y “un paso atrás”, pero consideraba que estas medidas eran menos riesgosas que la alternativa, que él veía como dominada por “el elemento de la anarquía pequeño burguesa” y que conducía “la indisciplina, la laxitud y el caos”. También razonó de manera similar al formular la Nueva Política Económica (NEP), a la que propuso como una medida necesaria para evitar que creciera la oposición en un país donde el proletariado estaba enormemente sobrepasado por “el campesinado predominante”.

En todos estos casos, la elección que se hizo fue, en términos inmediatos, un éxito, en el sentido de que se preservó la posición bolchevique en el poder. Sin embargo, estos compromisos tuvieron también efectos secundarios, que aparecieron tiempo después. Esos posibles efectos secundarios acentúan la importancia de la coyuntura particular en la que se tomó la decisión original. Entre las decisiones que se han mencionado, la capitulación militar aparece retrospectivamente como la menos controvertida, dada la abrumadora oposición popular en Rusia a la continuación de la guerra. Las otras dos decisiones tuvieron ramificaciones más complejas. La NEP fortaleció y alentó a sectores hostiles a la socialización y ayudó a legitimar el eventual surgimiento de estratos sociales privilegiados. La implantación de una dura disciplina fabril tuvo el efecto de bloquear toda posible evolución de movimientos incipientes hacia la autogestión obrera, que podrían haber contrarrestado el proceso burocratizador de la planificación en la nueva sociedad rusa

De este modo, una elección del “mal menor” puede crear costos posteriores que no se alcanza a ser previstos inicialmente. Una evaluación apropiada de los mismos, debería también tener en cuenta no sólo a la sociedad directamente afectada, sino también al impacto de esta sociedad en la escena mundial. En el caso soviético, la toma del poder estatal bajo condiciones que eran lejanas de ser óptimas ayudaría a explicar, junto a la intervención extranjera hostil, la emergencia de un régimen que afectaría negativamente la imagen del socialismo, pero al mismo tiempo la simple existencia de este régimen, aún con sus defectos, pudo facilitar progresos revolucionarios en otras partes del mundo.

¿Puede el compromiso evitar al “mal mayor”?

La discusión más acabada de Lenin sobre el compromiso se halle en su obra La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo (1920), donde describe ejemplos de la experiencia bolchevique y de la política en los regímenes parlamentarios. Distinguiendo entre las formas aceptables de los compromisos y las inaceptables, utiliza el concepto del “mal menor” para describir a las primeras: “Se debe distinguir entre un hombre que cede su dinero y armas a los bandidos para disminuir el mal que estos le pueden hacer […] y un hombre que entrega su dinero y armas a bandidos para compartir el botín”. Aquí utiliza como ejemplo para el compromiso del “mal menor” al Tratado de Brest-Litovsk. Y su contraejemplo, una “traición” al papel que jugaron los partidos de la II Internacional con el apoyo que les dieron a las políticas bélicas de los gobiernos europeos durante 1914-1918, como “cómplices en el bandidaje”.

Las luchas parlamentarias durante las siguientes décadas ofrecieron muchos ejemplos en los que se debatiría la opción por el mal menor. Pero generalmente sin ninguna perspectiva para los partidos de izquierda de llegar a tomar el poder. El caso más agudo de este tipo fue el que planteó el ascenso del nazismo. Sin entrar en detalles sobre los intensos debates que provocó este tema en la Alemania de Weimar, podemos notar aquí que aparte de la posición maximalista del KPD (Partido Comunista Alemán) de restar importancia a la amenaza nazi-fascista; por ejemplo, el discurso de Thälmann en el plenario de febrero de 1932, y la posición minimalista del SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), existía la idea generalizada de que los partidos de izquierda, sin minimizar su crítica al Estado burgués, deberían al menos unir fuerzas para confrontar a los nazis.

Como describió Trotsky la elección entre las fuerzas políticas burguesas alternativas en 1931: “En la escala musical hay siete notas. La cuestión de cuál de estas notas es ‘mejor’ […] no tiene ningún sentido. Pero el músico debe saber cuándo tocar y qué notas tocar”. Sin embargo, no se pudo superar la división entre el KPD y el SPD, y en la elección presidencial de 1932, la única alternativa “elegible” ante Hitler fue el Mariscal de Campo Von Hindenburg. Esto representó un estrechamiento extremo de las opciones, en la medida en que el “mal menor” victorioso (Hindenburg), simplemente allanó el camino para su adversario, nombrándolo entonces como canciller, confirmando de ese modo la idea de que la opción, tal como fue ofrecida no era en absoluto una opción correcta.

¿Mal menor o bien mayor?

Desde la época de la revolución bolchevique hasta el colapso del bloque soviético, hubo fundamentos para argumentar que la “órbita socialista” se estaba expandiendo. Sus rasgos negativos podían ser racionalizados como fenómenos transitorios cuya severidad podría esperarse que disminuiría con el tiempo, y una presencia socialista en la arena internacional podía ser considerada como un bastión contra las manifestaciones más adversas del capitalismo. Era con ese espíritu que Lukács pudo decir, en 1968, “siempre he pensado que era mejor vivir en la peor forma de socialismo que en la mejor forma de capitalismo”.

Con el “nuevo orden mundial” posterior a 1989, sin embargo, el discurso del mal menor tomó una nueva dimensión. En interés del capital, el desmantelamiento del “socialismo existente” debía resultar permanente. Aunque las tendencias polarizadoras del capitalismo no mostraban señales de disminuir, sus defensores dejaron de ensalzar las virtudes del sistema para proclamar simplemente que cualesquiera puedan ser las virtudes o defectos del capitalismo, “no hay alternativa”. Más precisamente, ningún descubrimiento sobre el capitalismo podría igualar, desde este punto de vista, al mal implacable del “comunismo”. El altamente difundido Livre noir du Communisme buscó sobre todo poner al comunismo al mismo nivel moral que el nazismo, aunque al mismo tiempo insinuando, por su tendencioso cálculo de víctimas mortales, que el comunismo era aún peor. El Livre noir… a su vez incitó una serie de conferencias internacionales durante 2000-2001, culminando en el 2004 en una antología titulada El mal menor: enfoques morales en las prácticas de genocidio. Las discusiones aquí son más cuidadosas al juzgar a uno como “peor” o “menos malo” que el otro. Sin embargo, reviviendo el concepto unificador del totalitarismo, relacionando implícitamente al “comunismo” con el socialismo, aunque divorciando al nazismo del capitalismo, e ignorando al registro histórico y continuo de atrocidades masivas e intervenciones militares alentado por el capitalismo. Los ensayos de conjunto apuntar a convencer que no hay otro “mal menor” que las instituciones de la democracia liberal (burguesa).

 

Nota

Traducción, reseña y selección: Francisco T. Sobrino. Artículo publicado en Socialism and Democracy y, posteriormente, en Marx for Today, editado por Marcello Musto en 2014. Traducido al castellano y publicado con el título de De regreso a Marx (Buenos Aires, Editorial Octubre, 2015).

Fuente: https://www.herramienta.com.ar/el-mal-menor-como-argumento-y-como-tactica-desde-marx-hasta-el-presente

 

sábado, 16 de marzo de 2024

HACIA UN NUEVO ORDEN INTERNACIONAL: EL SUR GLOBAL CONVERGE HACIA UN MOSCÚ MULTIPOLAR


JUEVES 14 DE MARZO DE 2024

Pepe Escobar

Han sido días frenéticos y multipolares en la capital del mundo multipolar. Tuve el honor de decirle personalmente al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, que prácticamente todo el Sur Global parecía estar representado en un auditorio del grupo de innovación de Lomonosov un lunes por la tarde, una especie de ONU informal y, en varios aspectos, mucho más eficaz cuando se trata de al respeto de la carta de las Naciones Unidas. Sus ojos brillaron. Lavrov, más que la mayoría, comprende el verdadero poder de la Mayoría Global.

Moscú fue sede de una conferencia multipolar consecutiva más la segunda reunión del Movimiento Internacional Rusófilos (MIR, en su acrónimo francés, que significa “mundo” en ruso). En conjunto, los debates y la creación de redes han ofrecido pistas auspiciosas sobre la construcción de un orden internacional verdaderamente representativo, alejado del pesimismo impuesto por la agenda de una cultura unipolar única y las guerras eternas.

La sesión plenaria de apertura del primer día estuvo bajo el poder estelar de la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zakharova, cuyo mensaje principal fue muy claro: "No puede haber libertad sin libre albedrío", que fácilmente podría convertirse en el nuevo lema colectivo del Sur Global. Los “Estados-civilización” marcan el tono del debate general, ya que están diseñando meticulosamente los planes de desarrollo económico, tecnológico y cultural en el mundo hegemónico posoccidental.

El profesor de Relaciones Internacionales Zhang Weiwei del Instituto China de la Universidad Fudan en Shanghai resumió los cuatro puntos cruciales cuando se trata de que Beijing impulse su papel como un “nuevo polo independiente”. Esto se lee como un marcador conciso de dónde nos encontramos ahora:

1.      Bajo el orden unipolar, todo, desde dólares hasta chips de computadora, puede convertirse en arma. Las guerras y las revoluciones de color son la norma.

2.     China se ha convertido en la economía más grande del mundo según el PPP; la mayor economía comercial e industrial; y actualmente está a la vanguardia de la Cuarta Revolución Industrial.

3.     China propone un modelo de “Unir y Prosperar” en lugar de un modelo occidental de “Divide y vencerás”.

4.    Occidente intentó aislar a Rusia, pero la Mayoría Global simpatiza con Rusia. Así, el Occidente Colectivo ha sido aislado por el Resto Global.

Luchar contra la “guerra teopolítica”

“Resto Global”, dicho sea de paso, es un nombre inapropiado: Mayoría Global es el nombre del juego. Lo mismo se aplica a los “mil millones de oro”; aquellos que se benefician del momento unipolar, principalmente en todo el Occidente colectivo y como élites compradoras en los sátrapas, son en el mejor de los casos unos 200 millones aproximadamente.

El lunes por la tarde en Moscú hubo tres sesiones paralelas: sobre China y el mundo multipolar, donde la estrella fue el profesor Weiwei; sobre el Occidente poshegemónico, bajo el título “¿Es posible salvar la civilización europea?” – asistieron varios europeos disidentes, académicos, think tanks y activistas; y el regalo principal: presentar a los actores de primera línea de la multipolaridad.

Tuve el honor de moderar la impresionante sesión del Sur Global, que duró más de tres horas (podría haber durado todo el día, en realidad) y contó con varias presentaciones impresionantes de un elenco estelar de africanos, latinoamericanos y asiáticos, desde Palestina hasta Venezuela., incluido el nieto de Nelson Mandela, Mandla.

Ese era el Sur Global multipolar en pleno apogeo, ya que mi imperativo era abrir la palabra a la mayor cantidad de personas posible. Si los organizadores publicaran algunos de los grandes éxitos de las presentaciones, fácilmente podrían convertirse en un éxito mundial.

Mandla Mandela subrayó que ya es hora de alejarse del sistema unipolar dominado por la hegemonía, “que sigue apoyando a Israel”.

Esto complementó al carismático activista de Benin, Kemi Seba, quien personifica brillantemente el liderazgo africano del futuro. En la sesión plenaria, Seba introdujo un concepto clave que pide ser desarrollado en todo el mundo: vivimos bajo una “guerra teopolítica”.

Esto resume claramente la Guerra Híbrida simultánea de Occidente contra el Islam, el chiísmo, la ortodoxia cristiana y, de hecho, contra todas las religiones, excepto el Culto Despertado.

Al día siguiente, el segundo congreso del movimiento internacional rusófilo ofreció tres sesiones de debate: la más relevante fue sobre – qué más – “Guerra informativa e híbrida”.

Tuve el honor de compartir escenario con Maria Zakharova, y después de mi presentación de estilo free jazz, centrada en más de 40 años de ejercicio del periodismo en todo el planeta y observando de primera mano la degradación total de la industria, mantuvimos un diálogo que esperamos sea útil sobre los medios y el poder blando.

Mi sugerencia no sólo al Ministerio de Asuntos Exteriores ruso sino a todo el mundo en todo el Sur Global fue sencilla: olvídense de los medios tradicionales/heredados controlados por la oligarquía, ya están muertos. No tienen nada relevante que decir. El presente y el futuro dependen de las redes sociales; “alternativa” –que ya no es alternativa, al contrario; y los medios ciudadanos, a todos los cuales, por supuesto, se les deben aplicar los más altos estándares del periodismo.

Por la noche, antes de que todos se pusieran manos a la obra, algunos de nosotros fuimos invitados a una cena de trabajo abierta, franca y esclarecedora con el Ministro de Asuntos Exteriores Lavrov en una de las magníficas salas con frescos del Hotel Metropol, uno de los grandes hoteles de Europa desde 1905.

Una leyenda con un perverso sentido del humor.

Lavrov estaba relajado, entre amigos; Después de un impresionante tour de force diplomático inicial que abarcó bastantes momentos destacados de las últimas décadas hasta llegar al pesimismo actual, abrió la mesa a nuestras preguntas, tomando notas y respondiendo cada una de ellas en detalle.

Lo que llama la atención cuando uno se encuentra cara a cara con el diplomático más legendario del mundo durante bastante tiempo, en un ambiente relajado, es su genuina tristeza ante la rabia, la intolerancia y la ausencia total de pensamiento crítico que exhiben especialmente los europeos. Eso fue mucho más relevante a lo largo de nuestra conversación que el hecho de que las relaciones entre Estados Unidos y Rusia estén en su punto más bajo.

Sin embargo, Lavrov sigue muy motivado debido al Sur Global/Mayoría Global y a la presidencia rusa de los BRICS este año. Elogió enormemente al canciller indio Jaishankar y las relaciones integrales con China. Sugirió que el Movimiento Rusófilo debería asumir un papel global, sugiriendo en broma que todos deberíamos ser parte de un movimiento de “filos normales”.

Bueno, Lavrov The Legend también es conocido por su perverso sentido del humor. Y el humor es más eficaz cuando es tremendamente serio. Así que aquí está la conclusión clave de estos frenéticos días en Moscú: los normales del mundo, uníos.

Fuente: https://geoestrategia.es/noticia/42488/geoestrategia/el-sur-global-converge-hacia-un-moscu-multipolar:-brics-g77-movimiento-rusofilo-hacia-un-nuevo-orden-internacional.html

 

domingo, 10 de marzo de 2024

RYAZANOV, COMUNISTA, DISIDENTE, EDITOR DE ENGELS Y MARX

 


Nicolás González Varela

05/MAR/2024

 

Odessa, esa gran ciudad autónoma y cosmopolita en Ucrania, en la que, en palabras de Pushkin, “se puede oler Europa, se puede hablar francés y encontrar prensa europea”, vio nacer a David Zimkhe Zelman Berov Goldendach en el seno de una familia judía acomodada un 10 de marzo de 1870. La ciudad llamada la Perla del Mar Negro o la Palmira del Sur era hogar de una numerosa comunidad judía (en el censo de 1897 comprendía el 37 % de la población). Ciudad de tristes pogroms zaristas (1821, 1859, 1871, 1881, 1905). En ese suelo contradictorio y nutricio creció Riazanov, una de las figuras más capacitadas, comprometidas y relevantes del marxismo. Su nombre de guerra fue tomado del apellido del personaje principal, un escéptico radical a lo Bazarov, de un cuento del escritor populista Sleptsov: Tiempos difíciles.


Hasta 1917, firmó sus obras como Nikolai Riazanov o Rjasanoff. Nikolai, aparentemente, pasó incólume de su antiguo apodo conspirativo populista. Excéntrico, de excepcional memoria, volátil y romántico, intelectual imponente e imbuido de una capacidad de trabajo ilimitada. Un viejo amigo y futuro editor de Izvestiia, Steklov, lo recuerda “leyendo siempre y en todo lugar: cuando caminaba, en compañía de otros, cenando”, y que “a pesar de su juventud, tenía una educación superior y era un ‘bibliófilo’ en el mejor sentido de la palabra”; además, “le encantaba detectar en las obras de los representantes más respetados del pensamiento marxista, desviaciones del método y de la cosmovisión genuinamente marxistas y desenmascarar estas desviaciones”. Trotsky lo definía como “orgánicamente incapaz de cobardía, o de perogrullo”, añadiendo que “toda ostentación vistosa de lealtad le repugnaba”.


Opositor frecuente de las posiciones de Lenin (se consideraba bolchevique no-leninista) o del poderoso Stalin (a quien en plena campaña contra Trotsky interrumpió con un “¡Déjalo, Koba! No te pongas en ridículo. Todo el mundo sabe muy bien que la teoría no es tu fuerte”). Lunacharsky lo llamaba “indiscutiblemente el hombre más culto en nuestro partido”, pero tan independiente y autónomo que John Silas Reed lo describe “as a bitterly objecting minority of one” [un minoritario implacable]. David fue revolucionario desde la adolescencia: los 14 años era correo secreto de los populistas; a los 16 fue excluido del Liceo por incapacidad en sus habilidades de estudio.


Fue considerado el primer marxista entre los círculos de Odessa; en esa época leyó ingenuamente Das Kapital, según su testimonio “sin poseer una comprensión exacta del marxismo ni de la misión histórica del proletariado”. Arrestado por primera vez en 1887 en prisión prepara lecturas de Marx y traduce escritos de David Ricardo. En 1889 asistió al congreso de la II Internacional Socialista en París y se puso en contacto con revolucionarios rusos y luminarias del socialismo europeo: Bebel, Kautsky, Bernstein, Luxemburg, Hilferding, Rapoport, Iglesias, e incluso con la hija de Marx, Laura, y su marido, Lafargue. La necesidad, forma forzosa de la virtud, le obliga a hablar varias lenguas (alemán, francés, inglés; respetablemente se hace entender en polaco e italiano).

En 1892 es condenado a cuatro años de prisión y exiliado a Kishinev; en 1900 pudo liberarse de la supervisión policial y escapa al extranjero acompañado de su inseparable esposa. En 1901 en Berlín es fundador de la fracción Borba (Lucha), con Steklov y Gurevich, comenzando a usar el seudónimo definitivo en artículos para Iskra y ZariaBorba reclamaba un diseño organizativo basado en el marxismo revolucionario, la inevitabilidad de una revolución en dos etapas, el rol central del proletariado en el derrocamiento del zarismo, oponiéndose al tándem Lenin-Plejánov en una larga e impotente crítica al programa de Iskra.


En el mítico congreso de 1903 en Bélgica, el de la escisión entre bolcheviques y mencheviques, critica el nuevo sectarismo, el fetiche antidemocrático del “centralismo democrático”, su fracción fue expulsada y obligada a disolverse. Por fuera de las dos tendencias, con las cuales no se identifica como Trotsky, organiza un grupo propio y autónomo de las finanzas de la II Internacional y lucha por construir un partido socialista copiado del alemán. Retorna a Rusia en 1905, militando en organizaciones de los trabajadores metalúrgicos de San Petersburgo y en la fracción socialdemócrata de la Duma. En 1907 es de nuevo arrestado, en el reflujo de la revolución de 1905, y retoma, una vez más, el camino del exilio europeo.

Marksovedenie: el nacimiento de la marxología


Los siguientes diez años vivirá en Occidente y se dedicará a investigar y escribir sobre la historia del anarquismo, el socialismo y el movimiento obrero europeo. La casualidad es una forma de la necesidad. El exilio forja un marxista crítico y erudito. Escribe en el diario teórico del SPD, Die Neue Zeit; en Der Kampf y en el Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung de Grünberg. Sus trabajos de esta época versan sobre Marx y la Rusia zarista, Marx y el trabajo periodístico, Engels y la cuestión polaca, la mayoría publicados en alemán y luego en ruso. Además su amistad con Bebel y Kautsky le permite libre acceso a la babilónica biblioteca del SPD y, lo más decisivo, al Nachlass (manuscritos) de Engels y Marx.


Es un revolucionario nato unido a un formidable marxista erudito con un instinto archivista obsesivo. Lo definieron como aquel que “por una duda en una coma en un manuscrito de Engels o Marx era capaz de viajar toda la noche en un tren de cuarta clase sin calefacción desde Viena a Londres”. Kautsky, el Papa del marxismo, le escribe proponiéndole que sea el responsable de una inédita historia de la Iª Internacional: “Cuando tuve la oportunidad de familiarizarme con su investigación de las obras de Marx, inmediatamente me vino a la mente que usted es la persona adecuada para este trabajo de expertos sobre el marxismo, el movimiento sindical, que está familiarizado con las relaciones internacionales como ningún otro, un experto en nuestra literatura socialista que podría preparar el trabajo ejemplar de la Internacional.”


El primer volumen, con el que se enfrentó a falsificaciones de historiadores anarquistas y proudhonianos, fue redactado en 1914, pero el estallido de la Primera Guerra impidió publicarla cuando se corregían sus pruebas de imprenta. Se publicará en ruso y en alemán recién en 1925. Con el progreso de su trabajo en los proyectos de La cuestión oriental, el libro de la Primera Internacional y a través de la extensa colección e investigación intensiva sobre el legado literario, Riazanov formó gradualmente un marco para el proyecto MEGA [Obras completas de Marx-Engels]. Después de encontrar artículos desconocidos de Marx en el Museo Británico, Riazanov escribió a Kautsky y le indicó proféticamente: “Ahora sí que se podría hacer una colección completa de todos estos artículos para unas futuras Obras completas' de Marx. Es el primer indicio consciente de la necesidad de unas obras en edición crítica e histórica de los textos de Engels y Marx.


En 1910, para discutir el futuro editorial y la situación del Nachlass de Engels y Marx, se realiza en Viena una conferencia secreta durante la cual se presentó por primera vez un plan editorial de las obras completas. Fueron invitados destacados marxistas, editores y teóricos de la socialdemocracia, entre otros Adler, Bauer, Braun, Hilferding, Renner y, por supuesto, Riazanov. Aunque el alma mater de la iniciativa era Adolf Braun, Riazanov trazó las líneas generales del Editionsplan, principios editoriales que heredaría la futura MEGA. Su cercanía con una de las hijas de Marx, Laura, le da la posibilidad de investigar los archivos familiares y la correspondencia más íntima. Tanta era su fama de especialista marxiano que se le invita a la casa de los Lafargue en Francia para que clasifique y ordene documentos inéditos. En 1911 encontró borradores de cartas in-octavo inéditas: eran respuestas polémicas de Marx a la populista Vera Zasúlich (las pudo publicar recién en 1923 en una recopilación de materiales sobre la historia del movimiento revolucionario ruso). Gracias a Bebel tuvo acceso ilimitado a los archivos del partido y a la correspondencia completa de Engels y Marx. El SPD [Partido socialdemócrata de Alemania] lo urge a continuar el irregular trabajo de divulgación de Bernstein y Mehring de trabajos olvidados, inhallables o inéditos.


En 1913, al expirar los derechos editoriales de Engels y Marx quedaba expedita la posibilidad de publicar todos los materiales sin obstáculos jurídicos por cualquier editor. En 1917 Riazanov pudo publicar dos volúmenes, de un plan de cuatro tomos, de escritos de los años 1850 de Marx y Engels; 250 artículos desconocidos para el gran público de diarios en los que colaboraban, como The New York TribuneThe People’s Paper y Neue Oder Zeitung. Con una introducción editorial de su pluma, los Gesammelte Schriften von Karl Marx und Friedrich Engels, 1852 bis 1862 serán la mejor edición científica de Engels y Marx editada en Occidente hasta la aparición de MEGA.


Entre 1908-1917 publicará un centenar de folletos, artículos, libros, ensayos, reseñas de libros, presentaciones, notas y otros textos originales de o sobre Engels y Marx. En ellos se establece los puntos principales de la Marksovedenie, la marxología, que se plasmarán en el MEI [Marx-Engels institut] y en el proyecto editorial MEGA. La idea básica era aplicar la concepción materialista de la historia al estudio de los propios Marx y Engels, comprendiéndolos como personalidades que interactúan dialécticamente con fuerzas y estructuras históricas objetivas. Sus puntos fundamentales son: publicación de las obras completas con todos los requisitos científicos y hermenéuticos, completa y sistemática, dotada de introducción, aparato de citas erudito e índices extensos; acompañar la edición con sendas biografía exhaustivas y no hagiográficas de Engels y Marx; publicar juntos los escritos de Engels y Marx dada la estrecha relación de camaradería, familiar, histórico-partidista y científica; finalmente una edición popular de Das Kapital, dotada de índice y citas, introducción biográfica y guía para su lectura. Llegado a este punto un contemporáneo podía decir que Riazanov “conocía hasta los puntos y comas de los escritos de Marx y Engels”. Y no se equivocaba.

 

“Sólo soy un marxista, y como marxista soy comunista”


No abandonó jamás la militancia: participó en escuelas de cuadros de las facciones del POSDR: en 1909 con Bogdanov, bolchevique no-leninista, y su escuela en Capri (financiada por Gorki); en 1911 en la escuela de Longjumeau (París), de Lenin. Riazanov describe así la escisión: “los bolcheviques se han dividido en dos fracciones: 1) leninistas, que incluye a los bolcheviques iniciales pero sin machistas (seguidores de la filosofía de Mach), expropiadores ni antiparlamentaristas; 2) bolcheviques puros, incluídos los del diario Vpered, con Bogdanov, Lunacharsky y Liadov".


Por ese tiempo fue aliado de Trotsky, escribe en Nashe Slovo. Estallada la guerra en 1914, participó como internacionalista en la Conferencia de Zimmerwald. La revolución de febrero de 1917 lo encuentra exiliado en Suiza. Retorna a Rusia en mayo, atravesando Alemania en tren, igual que lo había hecho Lenin. Militará en el Mezhduraiontsy, grupo interdistrital de Petersburgo fundado en 1913, amalgama de bolcheviques no-leninistas, mencheviques de izquierda e internacionalistas (Trotsky, Lunacharsky, Sukhanov, Joffe, Uritsky, etc.). En julio-agosto se funden con los bolcheviques leninistas después del intento de golpe de Estado de Kornilov. Riazanov se transforma en uno de los más prominentes oradores y activistas sindicales antes de octubre del 1917. Es elegido para la presidencia del II Congreso de todos los Soviets y miembro ejecutivo del Consejo Central Sindical de Rusia.


En octubre se opone al putsch y la insurrección armada propuesta por Lenin. Después de la toma del poder, trabaja como miembro ejecutivo del Comisariado de Educación (Narkompros) bajo la dirección de Lunacharsky. Se opone a las posiciones del partido: sostiene la existencia de un sistema soviético pluripartidista y no deja de llamar a mencheviques y social-revolucionarios camaradas. Se opone a la dictadura del Comité Central, a las cooptaciones, al uso de la fuerza, la pena de muerte y la represión contra partidos obreros, a la dispersión de la Asamblea Constituyente, al Tratado de Brest-Litovsk.


En el debate sobre la cuestión sindical se enfrenta tanto a Trotsky como a Lenin, defendiendo la independencia y autonomía de los sindicatos. Lucha denodadamente por la libre expresión dentro del partido, la legalidad fraccional y una genuina democracia obrera. Es una quijotesca cruzada contra la burocracia y la imposición del Partiinost. Por el momento, su prestigio intelectual y militante hace que nadie tenga autoridad para callarlo, censurarlo o intentar expulsarlo (ni siquiera Lenin). Pero, poco a poco, su influencia fue neutralizada, primero en el ámbito sindical. Su propio partido se lo prohíbe en 1921. Riazanov no se amedrenta: ya muerto Lenin y durante el Congreso del partido en 1924 declara: “sin derecho y responsabilidad a expresar nuestras opiniones esto no puede llamarse Partido Comunista”. En un discurso en la Kommunistischeskoi Akademii (Academia de los profesores rojos) declara: “No soy bolchevique, no soy menchevique y no soy leninista. Sólo soy un marxista, y como marxista soy comunista”. Sabía que estaba condenado, solo era cuestión de tiempo.

 

Recuperar al Marx auténtico


Riazanov fue nombrado director de los servicios de archivo de la URSS. Estuvo trabajando con destreza y enorme energía entre 1918 y 1920. Rescatando bibliotecas, documentos y materiales de los archivos de los diferentes estados y administraciones se gana el respeto y la lealtad de muchísimos especialistas y académicos no-bolcheviques, en especial en la Universidad de Moscú. En diciembre de 1920, el Comité Central promueve la idea de fundar un neo-victoriano Museo del marxismo, idea que Riazanov transforma en otra cosa: un instituto de investigaciones moderno, un laboratorio en el cual historiadores y militantes puedan estudiar, en las más favorables condiciones, nacimiento, desarrollo y maduración de la teoría y la práctica del comunismo crítico y que, al mismo tiempo, se transforme en un centro de difusión (“propaganda científica”, en palabras de Riazanov) del propio marxismo. Es natural: tanto él como Lenin y la mayoría de los socialdemócratas europeos basaban su conocimiento bibliográfico en el trabajo editorial de Engels y en la oferta editorial mezquina del SPD.


El conocimiento del comunismo crítico de Engels y Marx en las grandes organizaciones obreras, así como en el propio partido bolchevique, eran muy deficientes u horrorosas, permitiendo el desarrollo de líneas políticas utópicas o reformistas. A principios del siglo XX, Marx seguía siendo un perfecto desconocido, como había prevista Labriola, o una figura desfigurada. Lenin aprendería la lección: una de las primeras medidas de la nueva URSS, luego del fin de comunismo de guerra en 1921, las rebeliones campesinas y el levantamiento sangriento de Kronstadt, será el lanzamiento del primer proyecto editorial crítico de la obra de Engels y Marx.

Lenin le dió un impulso esencial al preguntarle a Riazanov en febrero de 1921: “¿Hay esperanzas de que recopilemos en Moscú todo lo que publicaron Marx y Engels?”. El Comité Central aprobó en 1921 la fundación del Instituto Marx-Engels (MEI), que funcionará en el palacio expropiado a los príncipes Dolgorukov, en el barrio Znamenka: durante la Unión Soviética: calle Marx-Engels. Riazanov creía que el marxismo (si es que existe algo así) no podía ser entendido ni regenerado aislado de su contexto histórico.


El instituto pretenderá estudiar científicamente a los clásicos relacionándolos con la amplia historia del anarquismo, el socialismo y el movimiento obrero europeo. El MEI incluirá biblioteca, archivo, y museo, dividido en cinco departamentos (Kabinetts): Marx y Engels, historia del socialismo y el anarquismo, economía política, filosofía e historia de Inglaterra, Francia y Alemania. Seis meses después el MEI, bajo jurisdicción de la Academia Socialista, es transferido a la jurisdicción del Comité Ejecutivo del Congreso de los Soviets (del cual Riazanov era miembro). ¿El objetivo? Sacar al instituto de todo control directo del Partido Comunista.


Riazanov no sucumbe al espíritu autoritario del Partiinost (mentalidad de partido). El MEI empieza a ser observado por el aparato [del partido] como formador de disidentes (de un staff de 109 miembros, sólo 39 tenían el carné del partido). El corazón del instituto era su biblioteca. No sólo incluía  trabajos escolares sobre la historia del anarquismo, el socialismo, el comunismo y el movimiento obrero, sino libros raros, incunables, diarios, pasquines, manuscritos, primeras ediciones de clásicos (desde Moro, Harrington hasta el Manifiesto Comunista).


Riazanov creó una red internacional de corresponsales autorizados para buscar y adquirir libros raros y manuscritos en todas las capitales europeas. Uno de ellos, por ejemplo, fue Boris Souvarine en París; otro Boris Nicolaïevski en Berlín. Además intentó desarrollar contactos permanentes con Japón (Instituto Ohara, editorial Iwanami), España (a través de Wenceslao Roces) e Inglaterra.

Según un balance de enero de 1925, la librería del Instituto poseía 15 628 volúmenes, además de manuscritos de Marx y Engels y documentos de la historia y de los integrantes de la Iª Internacional, el Saint-Simonismo, el Fourierismo, todo Babeuf, Blanqui y el movimiento obrero revolucionario y reformista europeo (incluido un periódico obrero editado por Lassalle en su juventud). Incluso periódicos originales en los cuales habían colaborado Marx y Engels, el Vorwärts de 1844, y la Rheinische Zeitung de 1842-43.


En 1930 la biblioteca incluía 450 000 volúmenes, la mayoría raros o incunables. Entre 1925 y 1930, el número de documentos originales fotocopiados se incrementó de 40.000 a 175.000, de los cuales nada menos que 55 000 eran documentos escritos por Engels o Marx. El trabajo de Riazanov, y el soporte financiero en una época de guerra civil, cerco internacional, represión y revueltas (Kronstadt, Mackhno, Tambov, huelgas en centros industriales) fu increíble y nos habla no sólo de su habilidad, sino del extraordinario apoyo en las altas esferas del gobierno bolchevique. En esos años, además de Lenin, Riazanov contaba con el apoyo incondicional de Kámenev, Bujarin y Kalinin.

Una utopía editorial llamada MEGA


Uno de los grandes méritos de Riazanov, no el menor, fue el haber sido el alma mater de la gran empresa editorial de las primeras obras completas críticas de Engels-Marx, la mítica MEGA (siglas de Marx-Engels Gesammtausgabe) publicada simultáneamente en la URSS y Alemania entre 1921 y 1931. Desde 1922 se lanzó, con un extraordinario ímpetu, a la búsqueda y salvamento de todos los materiales documentales para apoyar el lanzamiento; su sueño era una primera edición científica exhaustiva en ruso y alemán. En seguida lanzó su plan de obras completas de Engels y Marx, reclutando especialistas en lenguas extranjeras (francés, inglés, alemán) sin considerar sus viejas alineaciones pre-1917.  En 1923 Riazanov viajó a Berlín, para firmar un convenio de colaboración con el archivo del partido y de coedición con el SPD, y a su regreso presentó en la Academia Socialista de Moscú un comunicado sobre el legado literario de Engels y Marx, donde se nos presenta el estado del Nachlass como las desventuras de La ideología alemana. En 1924, el SPD autorizó oficialmente al MEI a fotocopiar su archivo partidario in extenso, incluyendo el Nachlass, su correspondencia y bibliotecas privadas (maltratadas y desperdigadas); Riazanov recordaba más tarde: “En 1900 había visto en Berlín esa biblioteca dispersa sin ningún orden en varias habitaciones. Así es como desaparecieron miles de obras pertenecientes a los creadores del socialismo científico. Ni siquiera se tomaron el trabajo de verificar si no contenían, al margen, notas de lectura, algunas huellas del trabajo intelectual de Marx o de Engels. Una parte de los manuscritos que, normalmente, habría debido ser despachada a los archivos del Partido Socialdemócrata en Berlín, fue conservada por Bernstein, y la correspondencia de Engels y la parte más importante de las obras que permanecen desconocidas hasta la actualidad quedaron en Londres".


En el Vº Congreso de la Internacional Comunista (IC) en 1924 se le otorgó un lugar especial a Riazanov para que hiciera conocer su proyecto editorial; su ponencia “El trabajo de Marx y Engels”, terminó siendo resolución oficial. En ella señalaba

la absoluta necesidad de la publicación lo más exhaustiva posible de todos los trabajos y cartas de Marx y Engels con un aparato y comentarios crítico-históricos. Solamente una edición de estas características será un monumento digno de los fundadores de la investigación científica


y justificaba políticamente la edición por las deficiencias en la formación de las nuevas generaciones. Contando las peripecias del Nachlass literario, señalaba que

después de considerables problemas, por fin hemos conseguido los manuscritos, tenemos facsímiles fotográficos de todos los manuscritos no publicados por Engels y Marx. Además del manuscrito en alemán del texto sobre la Ideología alemana, tenemos un número de manuscritos escritos por Engels en el comienzo de los años ochenta del siglo pasado, como complemento de su Anti-Dühring. Estos manuscritos fueron escondidos en el verdadero sentido de la palabra, porque tengo comprobado que nadie sabía de ellos, ni los conocía, excepto Bernstein.


Finalmente, Riazanov presentó el proyecto MEGA oficialmente:

 

Nuestra tarea principal consiste en la publicación de una edición completa y técnicamente perfecta en un par de miles de copias para todas las mayores bibliotecas. Pero también tenemos otra tarea ante nosotros, que no es menos importante. Difícilmente podemos esperar que una edición de cincuenta volúmenes (y es muy difícil que no sea menos de eso) se encuentre al alcance de todos. Tenemos que hacer una selección de la obra de Marx y Engels para todos los países. Esta selección contendrá todas las obras más importantes de Marx y Engels describiendo todas las fases de su desarrollo intelectual. La primera parte, la parte general debe ser una edición para todos los países. Luego viene la segunda parte, adaptado a las necesidades nacionales de los distintos países.


Riazanov concluyó diciendo que

en el curso de los últimos años, he sido capaz de añadir mucho a nuestra colección de manuscritos de Marx y Engels, y estaré muy agradecido si todos los miembros del Partido (y no sólo el Partido) nos ayudaran en esta labor. Mi petición a todas las partes es que envíen todo (incluso lo que parece poco interesante para usted es interesante para nosotros) aquello conectado con Marx y Engels al Instituto Marx-Engels de Moscú.


Indudablemente la empresa editorial apuntaba políticamente a un combate ideológico contra el revisionismo, la vulgarización y banalización de Marx.

Como refuerzo científico al trabajo editorial, Riazanov planificó dos publicaciones científicas: una anual, Arkhiv K. Marksa I F. Engel’sa, revista-libro de 600 páginas in octavo); y otra semestral Letopisi Marksizma (Anales del marxismo), de la cual aparecieron trece números entre 1926 y 1930. En cuanto a Letopisi Marksizma, muchos de sus artículos de divulgación se publicaron en la versión alemana, Unter dem Banner des Marxismus, que apareció en 1925, y que después reproducían los partidos de la IC.


El Arkhiv… tuvo dos ciclos político-editoriales, marcados por la purga de Riazanov y su equipo (1931) y la derrota de la revolución alemana y el ascenso del nacionalsocialismo en 1933. En ella aparecieron textos seminales del corpus del futuro marxismo occidental: secciones de La Ideología alemana; los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, la Crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel de 1843 y la Dialéctica de la Naturaleza. En el Arkhiv, de sesgo filosófico antimecanicista, colaboraba, y era co-editor, Deborin y su grupo de defensores de la dialéctica (Karev, Luppol), y en la revista también escribió Lukács, con un ensayo sobre Moses Hess. Riazanov, como Lukács, percibía el comunismo crítico principalmente como praxis revolucionaria proletaria. A diferencia de Lukács, cuando Riazanov hablaba del método hablaba del método histórico-crítico concreto utilizado por Marx y Engels; el materialismo dialéctico era definido como el estudio de


la historia de la sociedad humana como el proceso de cambio de las personas bajo la influencia de la naturaleza y el cambio de este último bajo la influencia de gente que actúa.


El esfuerzo no concluía aquí: había diseñado una Biblioteca del Materialismo, ediciones críticas de Holbach, Hobbes, Diderot, La Mettrie, etc.; obras completas de figuras claves del movimiento socialista mundial, como Plejánov, Kautsky, Labriola, Karl Liebknecht, Rosa Luxemburg o Paul Lafargue. Además una Biblioteca Marxista, incluyendo ediciones anotadas de los clásicos del marxismo, entre ellas la versión al cuidado de Riazanov del Manifiesto Comunista, una Biblioteca de Clásicos de la Economía Política con Smith, Ricardo, Quesnay. Por supuesto, ediciones anotadas de Hegel y Feuerbach.

 

Un marxista erudito de alcance internacional


Otra meta literaria de Riazanov era publicar una amplia e insuperable biografía intelectual sobre Marx. Nunca pudo completar este trabajo, como le sucedió al propio Engels. Sus dos mayores trabajos de los años 1920 se aproximan a este deseo: un informe popular sobre la vida y pensamiento de Marx y Engels (de 1923), basado en lecturas en la Academia Socialista, y una colección de ensayos, Ocherki po istorii Marksizma (1923), en dos tomos, una re-impresión de sus escritos pre-revolucionarios. Riazanov no era un pensador original, ni un creador vanguardista: en esas obras expone a Marx en sus textos, los documentos hablan por sí solos. Su relación con los Nachlass literarios de Marx y Engels puede ser llamada de piedad positivista: el documento desnudo y completo (textual e intertextualmente al estilo del historiador Ranke) es el elemento esencial en la investigación histórica y con el poder de regenerar en plenitud la teoría.


En 1927 recibe el Premio Lenin; en 1928 es uno de los pocos marxistas miembro pleno de la Academia de la Ciencia. En 1930 Riazanov llega al cenit de su carrera, es reconocido internacionalmente y su posición en la URSS, ya en manos de Stalin, es aparentemente segura. En diez años ha elevado al instituto en el centro mundial de estudios sobre Marx o de la historia social europea. Es una Mecca para investigadores de todo el Mundo, a pesar del anticlimax staliniano: allí llega a trabajar en 1929 un joven y brillante filósofo yanqui, Sydney Hook. Lo visitan personalidades como Kautsky, Clara Zetkin, Bela Kun, Emile Vandervelde, Albert Thomas, Charles Rappoport, Henri Barbusse, Maxim Gorky; colaboradores internacionales incluyendo a Lukács (quién leyó por primera vez los Manuscritos de 1844 decisivos para su evolución), Pollock (“Escuela de Frankfurt”), etc.


Riazanov se hizo construir una pequeña residencia anexa al palacio, una réplica de la casa de Engels en Mánchester que aún se conserva, donde maneja el instituto como un Grand Seigneur. Se lo puede ver en el jardín removiendo la nieve, ayudando al personal de limpieza o reforzando su prohibición estricta de fumar. El anarco-comunista Serge, que vivió en la URSS, nos ha dejado un vívido retrato en sus Memorias de un revolucionario:


Riazanov, uno de los fundadores del movimiento obrero ruso (que dirigía el Instituto Marx-Engels) alcanzaba hacia los sesenta años la cúspide de un destino que podría parecer un éxito excepcional en tiempos tan crueles. Había consagrado una gran parte de su vida al estudio más escrupuloso de la biografía y de los textos de Marx; y la revolución lo colmaba; en el partido bolchevique, su independencia de espíritu era respetada. Era el único que había elevado incesantemente su voz contra la pena de muerte, incluso durante el terror, reclamando sin cesar la estricta limitación de los derechos de la CHEKA y luego la OGPU. Los heréticos de todas clases, socialistas, mencheviques, u opositores de derecha e izquierda, encontraban paz y trabajo en su instituto, con tal que tuvieran amor al conocimiento. Seguía siendo el hombre que había dicho en plena conferencia: “No soy de esos viejos bolcheviques a los que durante veinte años Lenin trató de viejos imbéciles. Me encontrécon él varias veces: corpulento, de brazos fuertes, barba y bigote tupidos y blancos, mirada tensa, frente olímpica, temperamento tormentoso, palabra irónica. Naturalmente a menudo detenían a sus colaboradores heréticos y él los defendía con circunspección. Tenía entrada libre en todas partes, los dirigentes temían un poco su hablar franco.


¿Un poco? Stalin visita el MEI en 1927 y al ver los retratos de Marx, Engels y Lenin, pregunta: “¿Dónde está mi retrato?”. Riazanov replica: “Marx y Engels son mis maestros; Lenin fue mi camarada. ¿Pero qué eres tú para mí?”. En 1929, en una conferencia del partido, afirma: “El Politburó ya no necesita ningún marxista”.

Se niega a participar en los faustos de obsecuencia y culto a la personalidad en el cincuenta aniversario del secretario general Stalin. Riazanov elige sus colaboradores por su capacidad científica: estando ya exiliado Trotsky en Alma-Ata lo contacta… ¡para que trabaje en la edición crítica de la obra polémica de Marx Herr Vogt!, incluso le encarga revisar traducciones y realizar correcciones en las pruebas de imprenta de los volúmenes de Marx y Engels, algo que le aseguraba a Trotsky un ingreso vital en esos momentos, ya que no tenía medios de subsistencia al ser expulsado del VKP (b) [Partido Comunista panruso ¡(bolchevique). En 1930, la prensa soviética festejó su sesenta cumpleaños como evento nacional. Apareció un grueso libro de jubileo ex profeso titulado En su puesto de combate! Edición especial por el sexagésimo aniversario de D. B. Riazanov, donde escriben en su honor Bujarin, Kalinin, Rykov y otras figuras célebres de la Nomenklatura. En un comunicado oficial del Comité Central, que firma Stalin, se le anuncia un futuro promisorio de leal servicio al partido y se lo glorifica como “un infatigable luchador por el triunfo de las ideas de los grandes maestros del proletariado internacional: Marx, Engels y Lenin”; los diarios oficiales, dirigidos por Bujarin, no escatimaban elogios: “el más eminente marxólogo de nuestros tiempos” -dice Izvestia; el Pravda afirma que es “una personalidad científica mundial” que ha dado “más de cuarenta años de su vida a la causa de las clases trabajadoras” y que “organizó un instituto científico que es orgullo de nuestra ciencia revolucionaria”, y “bajo la dirección científica y administrativa directa de Riazanov… el MEI estuvo en los primeros puestos en la lucha por el triunfo de la teoría revolucionaria del proletariado”, tanto “por su considerable labor científica e investigadora en el terreno de la marxología, como por su actividad en el movimiento sindical mundial”.


En su intervención en nombre de la IC, Clara Zetkin señaló pomposamente que “en la base de la gran monumento al trabajo científico creativo del Estado soviético se encuentra tallado de manera indeleble el nombre de Riazanov”; la publicación oficial de la IC, Inprecorr, lo califica de “el erudito marxista más importante y de mayor renombre de nuestra época”.


Para coronar el homenaje, se le condecoró con la prestigiosa Orden de la Bandera Roja del Trabajo. Pero debajo de los fastos se podían oír los sordos ruidos de la lucha interna. Ya a principios de 1930, Stalin, en franca lucha contra Riazanov, decidió confiar en jóvenes aspirantes del Instituto de Profesores Rojos para promover la separación absoluta entre la filosofía y la ciencia, tarea de lucha ideológica que consideraba indispensable para “para implementar la crítica completa” de todas las instituciones culturales soviéticas. Decía Stalin que


tenemos que remover y cavar todo el estiércol que se ha acumulado en la filosofía y las ciencias naturales. Eliminar todo lo que han escrito los del grupo ‘deborinista’ (Deborin-Riazanov) y quebrarlo...


y concluía diciendo que

hay que asestar el golpe, es el principal problema para ir venciendo en todas las direcciones. Preparaos para la batalla. No hay que olvidarse de debemos producir la salida de Riazanov del Instituto Marx-Engels.

 

Objeto de represión


En menos de un año Riazanov fue arrestado, encarcelado, exiliado y expulsado, no sólo del instituto, sino del partido. En diciembre de 1930 se desplegó una operación a gran escala. La excusa policial fue la existencia de una ficticia y antisoviética organización llamada “Unión de Oficinas del Comité Central del Partido menchevique” (sic), fueron acusados de querer quebrar la economía soviética; uno de los primeros detenidos fue el trágico Isaak Illich Rubin, historiador y economista del staff del MEI. Se acusó a Riazanov de ocultar correspondencia menchevique terrorista y documentos antisoviéticos que le entregaba Rubin. Los documentos que habría ocultado Riazanov era una carta muy crítica de Marx, de 1881, sobre el joven Kautsky (luego plenamente confirmada por la historia), entregada por la antigua menchevique Lidia Zederbaum-Dan, hermana de Mártov, en 1925.


La caza de brujas era simple y brutal: la menchevique Lidia Zederbaum le entregó a Riazanov la carta de Marx en 1925. ¿Por qué se la dio? ¿Como prenda de la amistad de Riazanov con los mencheviques y de su futura colaboración en la conspiración contra la dictadura del proletariado? La etiqueta menchevique tiene que cerrarle la boca a cualquiera que dudara, especialmente debido a que Riazanov “ocultó cuidadosamente” la carta desde 1925. ¿Por qué la ocultó? Obviamente, para salvaguardar los intereses de Kautsky y del menchevismo mundial (cuyo centro es el fantasmagórico e inexistente Centro internacional).


Al idealismo menchevizante en la teoría se le sumaba el menchevismo mendaz más práctico y contrarrevolucionario. Idealismo menchevizante era un término técnico pseudofilosófico que se utilizó ampliamente en la literatura del Dia Mat soviética y extranjera a partir de la década de 1930 hasta comienzos de la década de 1950. Originalmente se refería a los errores cometidos por el grupo del filósofo Deborin ligado al MEI de Riazanov.


La palabra menchevizante significaba que la separación de la teoría de la práctica por Deborin y sus discípulos fue considerada como una resurrección de un dogma político particular, el de los mencheviques, y la palabra idealismo, que la identificación de Deborin de la dialéctica de Hegel con Marx era considerada una reencarnación y refugio en una variante del idealismo.


Más tarde, el término idealismo menchevizante se extendió a algunos errores teóricos de muchas disciplinas académicas (por ejemplo, en desviaciones y errores en la economía política) y se estableció como sinónimo de herejía antimarxista y revisión idealista del leninismo.  Bajo el estalinismo, ser acusado de idealista menchevique podía conllevar una condena de muerte in fieri. Rubin, bajo tortura y con la amenaza de encarcelar a su familia, firma a la OGPU una confesión falsa; incluso escribió una carta donde hablaba de los supuestos documentos mencheviques escondidos y que se había readmitido a Riazanov en el partido menchevique.


Riazanov se indignó al enterarse que uno de sus miembros ha sido arrestado y ante lo que llamó “locura organizada por el Buró Político” del VKP(b) exigió una reunión vis-à-vis con Stalin. En el registro conservado en los archivos estatales de las entradas al Kremlin figura la visita de Riazanov el día 12 de febrero de 1931, a las 17:10; lo esperaban los miembros más leales de Stalin en el Buró Político del VKP(b): allí estaban Molotov, Kaganovich, Postyshev, y más tarde llegó el temido jefe de la OGPU de esa época, Menzhinsky. Riazanov exigió ver la explosiva carta-confesión de Rubin o los documentos mencheviques de marras, que no aparecieron.


Según las memorias de Sher, la discusión fue a gritos, un antiguo menchevique que colaboraba ahora con la OGPU. Stalin le gritaba a Riazanov: “¡¿Dónde están los documentos?!”, a lo que Riazanov respondía: “¡Nunca los encontrarán si es que no los traen ustedes mismos!” Se ordenó a dos altos oficiales de la OGPU que registraran el MEI, y Riazanov salió del Kremlin con ellos a las 20:00 horas. Una comisión de la policía política (OGPU) enviada al Instituto Marx-Engels durante la noche del 12 al 13 de febrero de 1931, es decir, inmediatamente después de la conversación personal de Riazanov con Stalin en el Kremlin, antes de su purga y depuración total, comprobó alarmada que en la sección de filosofía ¡no había ni un libro de Lenin!, y sí, por ejemplo, de muchos “filósofos contemporáneos”. Además se enseñaba a “idealistas obscurantistas” (sic) como Schopenhauer o Husserl. La noche del 15 de febrero de 1931, la OGPU lo detuvo en la Lubianka bajo el inventado motivo de recibir paquetes del extranjero, de aquel fantasmal Centro Internacional menchevique. El mecanismo no se detuvo, a pesar que no ha existía ninguna sentencia legal ni procedimiento administrativo: el 17 de febrero 1931 la Presidencia del Comité Central del VKP(b) lo excluye del partido por estar en rebeldía; el 20 de febrero el Buró Político emite una resolución titulada “Acerca del Instituto de Marx-Engels”, pronunciándose por: “a) una junta provisional procederá a la disolución del MEI; b) asignar como director del MEI a Adoratskii y c) asignar como director adjunto del MEI a Tovstukha".


En la razzia ideológica que se desencadena a continuación, son despedidos expeditivamente 131 empleados de un total de 243. Esto fue seguido por la exclusión de Riazanov de la Academia de Ciencias de la URSS y de la Academia Comunista, además de la expulsión de otras organizaciones e instituciones. Se le encarceló en el Gulag de Suzdal, especializado en presos políticos, en un régimen de aislamiento individual durante seis meses. El 16 de abril de 1931, por su estado de salud, la OGPU decide enviarle al exilio en aldeas cercanas de Saratov, en el Volga.


Como era habitual con los represaliados, en febrero de 1931, los editores y bibliotecarios recibieron la orden de expurgar las obras personales y sus cuidadas ediciones de Engels, Marx, Plejánov y la Iª Internacional, etc. Los libros no se quemaban, tenían un doble curioso destino: un ejemplar de cada libro era enviado a la biblioteca personal de Stalin y el resto se enviaba al batán para hacer nueva pasta de papel. Para concluir la parábola, detenido Riazanov, Pravda publica en marzo de 1931 una nota titulada “Marx sobre Karl Kautsky”, firmada misteriosamente por “Instituto Marx-Engels”, sin ningún comentario ni introducción, y que concluye así: “La conocida menchevique Lidia Zederbaum-Dan le entregó la carta original a Riazanov ya en 1925, quien la ocultó cuidadosamente”. Por el momento, se cierra el telón.


Hasta el momento de su detención, solo se publicaron once volúmenes (de un proyecto de cuarenta y dos) y siete estaban in progress (entre ellos los famosos y desconocidos Gründrisse). En 1931, el mismo año del arresto de Riazanov, el reemplazante de Riazanov tras la purga del MEI, el pedante y oscuro apparatchik Vladimir V. Adoratskij, primer candidato de Lenin a dirigir el MEI, realizó un discurso en el que definía el trabajo editorial de su predecesor en la dirección del instituto como “una traición directa (direktem Verrat) a la causa del proletariado”, ya que había privilegiado la publicación


de aquellos trabajos de Marx y Engels cuando aún eran jóvenes-hegelianos, o en el cual se comenzaba el pasaje al materialismo dialéctico, movimiento que representaba los primeros pasos en la nueva concepción del Mundo… se trata de uno de los delitos más graves que cometió Riazanov en su sabotaje a una edición popular e internacional de los trabajos de Marx y Engels.


¿Y la obra todavía pendiente de Marx y Engels realizada por el equipo de Riazanov? Algunos los continuará su sucesor Adoratskii (objeto de represión en 1940 y ejecutado en 1945), y bajo su férula serán publicados entre 1931 y 1935 otros seis volúmenes de MEGA preparados por el MEI menchevique antes de 1931. Finalmente, en 1936 se detuvo toda actividad editorial del Marx inédito. El último estertor fue la publicación separada (exclusivamente en ruso) en dos volúmenes, en 1940, de los manuscritos de Marx de 1857-58, los Gründrisse der Kritik der politischen Ökonomie. El método estalinista fue completo: expulsión, exilio, prisión y muerte de sus colaboradores, suspensión total del plan editorial, colocar bajo el martillo-pistón a las pruebas impresas; desaparición de todas las bibliotecas públicas rusas y extranjeras; depuración de las obras de Marx y Engels en ediciones populares, aligeradas de toda erudición. Poco a poco Stalin fue sustituyendo la empresa editorial crítico-histórica de MEGA por una serie de publicaciones aisladas, diseminadas, sin ningún plan conjunto, ni criterio filológico y doxográfico.

 

Un final ignominioso: exiliado, aislado, ejecutado


Riazanov vivió a orillas del Volga condenado a la miseria y al hambre, a la decadencia psíquica y física. Bibliotecas y editoriales recibieron la orden de expurgar sus obras y sus ediciones. Simplemente dejó de existir, pero él no lo sabía. Vivió a duras penas de traducir pequeños textos para la universidad local. Compartió sus pobres raciones con decenas de famélicos durante la hambruna de 1932-1933 (cuatro años más tarde esta militancia fue considerada una pérfida maniobra antisoviética). En 1934, el Buró Político le permite viajar a Moscú para poder atender a su esposa enferma. Según informes de Kalinin, antiguo protector y admirador, Stalin le ofreció un compromiso: Riazanov debía escribir un comunicado de arrepentimiento público, reconocer su culpabilidad en la conjura menchevique-trotskista y se le rehabilitaría en toda la regla. Riazanov rechazó el acuerdo y exigió la revisión inmediata de su caso.


A mediados de 1934 fue enviado de nuevo al exilio en Saratov ad eternum. El VKP(b) de Saratov, en el seno del cual cobijaban algunos de sus admiradores, le concede en 1934 un pequeño trabajo para subsistir como consultor bibliotecario en la Biblioteca de la Universidad. El 11 de junio de 1937 el mundo se sobresaltó ante la noticia de la decapitación de toda la cúpula del Ejército Soviético. La caída de los generales rojos desató una explosión de terror nacional, dirigida contra mandos directivos en todos los niveles y esferas. Por primera vez, Stalin reprimió a gran escala personas que nunca habían sido opositoras abiertas y que siempre se habían alineado junto a él en las disputas internas del partido.


La nueva política represiva tenía por objetivo destruir a todos los sospechosos de deslealtades pasadas, presentes o imaginarias con respecto al grupo dirigente de Stalin. Terror ciego y de masas, con un motivo político claro: en 1936 la URSS había adoptado una nueva Constitución que contemplaba la elección de un nuevo órgano legislativo, el Soviet Supremo, al que podía votar formalmente el conjunto adulto de la población, con un sistema de papeletas secretas que estaba programándose para 1937. Estas elecciones, según decreto de junio de 1937, se referían a los escaños contestados y varios candidatos harían campaña por ellos.

El mismo día en que la prensa oficial publicó las normas sobre las inminentes elecciones, Stalin envió un telegrama a todas las organizaciones del VKP (b) en el que exigía la ejecución en masa de todos los elementos “antisoviéticos” y la re-instalación de la figura penal de la “Troika”, tribunales ad hoc de tres personas. Las troikas habían funcionado durante la Guerra Civil de 1918-1921 para procesar en el campo de batalla los enemigos del pueblo de manera expeditiva, sin recurrir a procedimientos judiciales ordinarios. Stalin las recuperó en 1929 durante la colectivización forzosa para dictar sentencias de deportación o muerte contra opositores a las explotaciones agrícolas colectivas. Su reaparición en 1937 era reflejo, para la cúpula del régimen stalinista, que existía una crisis mortal en la URSS.


Las nuevas troikas modelo 1937 estaban compuestas por el primer secretario local del partido, el procurador y el jefe de la NKVD en el territorio. Durante ese año dictarían 688 000 sentencias (87 % de todas las sentencias en la URSS), la mayoría condenas a fusilamiento. En esa segunda mitad de 1937, la mayoría de los comisarios populares (equivalente a ministros en Occidente), casi todos los primeros secretarios regionales del partido y millares de funcionarios fueron calificados de traidores y detenidos. Al parecer, la mayoría de estos funcionarios superiores, de esta nobleza de Estado fue ejecutada entre 1937 y 1940.


En junio de 1937 A. A. Andreev, emisario enviado por el Politburó y personaje de confianza de Stalin, viajó a Saratov para destituir al líder territorial, con órdenes de inspeccionar a la cúpula partidaria local. El mecanismo orwelliano era similar en todas partes: seguidamente se convocaba un pleno del comité local en el cual el emisario formulaba los cargos que pesaban contra el secretario regional y los suyos; normalmente, el Secretario intervenía (si estaba en libertad) y luego los miembros del Comité Central local denunciaban a su líder, que era a su vez destituido y detenido.


Mediante esta típica operación en el Gran Terror 1937-1938 Stalin liquidó toda la cúpula del partido en Saratov por negligencias varias y traición, al haber protegido a ese genio maligno. Riazanov esperaba su detención, que se produjo en la noche del 22 de julio de 1937. Tenemos la reconstrucción de su duro interrogatorio por parte de la ahora NKVD de Yezhov: Riazanov se negó a representar el papel de arrepentido, no entró en el juego de la delación. Negó una y otra vez las delirantes acusaciones en dos duros interrogatorios los días 26 y 28 de julio. A la Nomenklatura no le sirvió para el ritual público en los juicios populares. Riazanov anuló la lógica de lo que Radek, otro represaliado, llamó la álgebra de la confesión.


Según la fórmula de Stalin, la crítica equivalía a oposición; la oposición inevitablemente implicaba y derivaba en conspiración; la conspiración significaba traición. Algebraicamente, por lo tanto, la mínima oposición al régimen o la no notificación de dicha oposición, era parangonable a un acto de terrorismo. El 19 de enero de 1938 el procurador general de Saratov le dirige una larga acusación de seis páginas, donde entre otras denuncias señala “la extrema hostilidad personal de Riazanov con respecto al camarada Stalin”.

Finalmente, el 21 de enero fue juzgado a puerta cerrada. La sesión se abrió a las 19:45 horas y se cerró a las 20:00 horas. El Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS de Saratov lo condenó a muerte por pertenecer a una “organización terrorista trotskista” y “la difusión de invenciones calumniosas sobre el partido y el poder soviético” y, en virtud del artículo 58 del Código Penal de la URSS, a la pena máxima. Fue ejecutado el mismo día.

La tragedia humana del terror stalinista se extendió a familiares y amigos. Sabemos que Stalin, Molotov y otros miembros del Politburó aprobaban rutinariamente las listas de mujeres (madres, esposas) e hijos de los Ennemis deu Peuple que debían ser reprimidos. No solo desaparecían los padres y las madres calificados de enemigos, sino que, a menudo, los familiares de los detenidos eran detenidos a su vez.


El castigo indirecto tenía una utilidad política más elevada y calculada: la amenaza que los parientes serían castigados podía tener una influencia disuasoria sobre los potenciales disidentes o críticos, además evitaban la difusión pública de sentimientos negativos o eventuales protestas. Su esposa Ana Levovna fue arrestada y como esposa de un enemigo público condenada a ocho años de prisión en un gulag, del cual será puesta en libertad en 1943, sin conocer el destino final de su marido.


En julio de 1957 Ana dirigió una carta a Nikita Kruschev preguntando por el paradero de su esposo. Ambos fueron rehabilitados oficialmente en 1958 y readmitidos como miembros en el Partido Comunista. Recién el 22 de marzo de 1990 Riazanov fue reincorporado post mortem a la Academia de Ciencias de la URSS. Al día siguiente de su ejecución fueron arrestados sus familiares directos e inmediatamente agentes de la NKVD arribaron a su humilde dacha para cumplir la última parte de la sentencia: confiscación de sus bienes personales para el Estado y destrucción de lo inútil. Cargaron todos sus libros en la parte trasera de un camión. Los papeles y notas restantes de Riazanov fueron desparramados en el suelo para alimentar el fuego, incluido todo lo que se encontraba sobre su escritorio de estudio. Entre ellos un retrato del joven Engels con una inscripción dedicada de puño y letra por la hija de Marx, Laura Lafargue, con quién había trabajado en 1911. “¿Quién es éste?”, preguntó uno de los milicianos con su gorra azul-roja a su nieta. “Es Friedrich Engels”, respondió. “¿Y quién es Engels?”, respondió el agente mientras arrojaba el daguerrotipo a las llamas.


Nicolás González Varela, es ensayista, editor, traductor y periodista cultural.

 

Fuente: https://vientosur.info/ryazanov-comunista-disidente-editor-de-engels-y-marx/