viernes, 24 de mayo de 2013

LA CHISPA PRENDE EN LA ACCIÓN



MICHAEL LÖWY
Martes 20 de noviembre de 2012

En la presentación de las Tesis sobre Feuerbach (1845) de Marx, que publicó a título póstumo en 1888, Engels las calificó como “primer documento que registra el germen genial de una nueva concepción del mundo”. Así es, en este pequeño texto Marx supera dialécticamente –la famosa Aufhebung: negación/conservación/elevación– el materialismo y el idealismo anteriores, y formuló una nueva teoría, que podría llamarse filosofía de la praxis.

Mientras los materialistas franceses del siglo 18 insistían en la necesidad de cambiar las circunstancias materiales para que se transformaran los seres humanos, los idealistas alemanes aseguraban que la sociedad sería cambiada gracias a la formación de una nueva conciencia entre los individuos. En contra de estas dos percepciones unilaterales, que conducían a un callejón sin salida –y a la búsqueda de un “Gran Educador” o un “Supremo Salvador”–, Marx afirmó en la Tesis III:

La coincidencia del cambio de las circunstancias y de la actividad humana o autotransformación, sólo puede ser considera y comprendida racionalmente en tanto que práctica (praxis) revolucionaria/1.

En otras palabras: en la práctica revolucionaria, en la acción colectiva emancipadora, el sujeto histórico –las clases oprimidas– transforma al mismo tiempo las circunstancias materiales y su propia conciencia. Marx volvió a esta problemática enLa Ideología Alemana (1846), al escribir:

Esta revolución se ha hecho necesaria no sólo por ser el único medio de derribar a la clase dominante, sino también porque sólo una revolución permitirá a la clase que derriba a la otra barrer toda la podredumbre del viejo sistema que se le ha quedado pegada y volverse capaz de fundar la sociedad sobre bases nuevas/2 .

Esto quiere decir que la autoemancipación revolucionaria es la única forma posible de liberación: sólo por su propia praxis, por su experiencia en la acción, pueden las clases oprimidas cambiar su conciencia, al mismo tiempo que subvierten el poder del capital. Es verdad que en textos posteriores –por ejemplo, la famosa introducción de 1857 a la Crítica de la Economía Política– encontramos una versión mucho más determinista, considerando la revolución como el resultado inevitable de la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción; pero como lo demuestran sus principales escritos políticos, el principio de la autoemancipación de los trabajadores continúa inspirando su pensamiento y su acción.

Fue Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de Prisión de los años 1930, quien utilizó por primera vez la expresión “filosofía de la praxis” para referirse al marxismo. Algunos pretenden que era sólo de un ardid para engañar a sus carceleros fascistas, recelosos de cualquier referencia a Marx; pero esto no explica por qué Gramsci escogió esta fórmula y no otra, como podría ser “dialéctica racional” o “filosofía crítica”. En realidad, con esta expresión definió, de manera precisa y coherente, lo que distingue al marxismo como visión específica del mundo, y se disocia, de manera radical, de las lecturas positivistas y evolucionistas del materialismo histórico.

Pocos marxistas del siglo 20 fueron más cercanos que Rosa Luxemburg al espíritu de esta filosofía marxista de la praxis. Ciertamente, ella no escribía textos filosóficos ni elaboraba teorías sistemáticas; como observa con razón Isabel Loureiro, “sus ideas, dispersas en artículos periodísticos, folletos, discursos, cartas (...) son respuestas inmediatas a la coyuntura más que una teoría lógica e internamente coherente/3. Eso no quita para que la filosofía de la praxis marxiana, que interpretó de forma original y creadora, fuera el hilo conductor –en el sentido eléctrico de la palabra– de su obra y de su acción como revolucionaria. Pero su pensamiento no era estático: era una reflexión en movimiento, enriquecida con la experiencia histórica. Intentaremos reconstruir aquí la evolución de su pensamiento por medio de algunos ejemplos.

Es verdad que sus escritos están atravesados por una tensión entre el determinismo histórico –la inevitabilidad del derrumbamiento del capitalismo– y el voluntarismo de la acción emancipadora. Esto se aplica en particular a sus primeros trabajos (antes de 1914). Reforma o Revolución (1899), el libro por el que es conocida en el movimiento obrero alemán e internacional, es un ejemplo claro de esta ambivalencia. En contra de Bernstein, proclamaba que la evolución del capitalismo llevaba necesariamente al derrumbamiento (Zusammenbruch) del sistema, y que este hundimiento era la vía histórica que llevaba a la realización del socialismo. En último instancia era una variante socialista de la ideología del progreso inevitable que dominó el pensamiento occidental desde la Filosofía de las Luces. Lo que salvaba su argumento de un economicismo fatalista era la pedagogía revolucionaria de la acción: “sólo en el curso de largas y persistentes luchas adquirirá el proletariado el grado de madurez política que le permitirá obtener la victoria definitiva de la revolución”/4.

Esta concepción dialéctica de la educación por la lucha fue también uno de los principales ejes de su polémica con Lenin en 1904: “sólo en el curso de la lucha se recluta el ejército del proletariado y toma conciencia de los objetivos de esta lucha. La organización, los progresos de la conciencia (Aufklärung) y el combate no son fases particulares, separadas en el tiempo y de forma mecánica (...) sino, por el contrario, aspectos diversos de un solo y mismo proceso” /5.

Desde luego, reconocía Rosa Luxemburg, la clase puede equivocarse en el curso de este combate, pero en última instancia, “los errores cometidos por un movimiento obrero verdaderamente revolucionario son históricamente mucho más fecundos y más preciosos que la infalibilidad del mejor ‘Comité Central”. La autoemancipación de los oprimidos implica la autotransformación de la clase revolucionaria por medio de su experiencia práctica; ésta, a su vez, no sólo produce la conciencia –tema clásico del marxismo– sino también la voluntad:

El movimiento histórico universal (Weltgeschichtlich) del proletariado hacia su emancipación integral es un proceso cuya particularidad reside en que, por primera vez desde que existe la sociedad civilizada, las masas del pueblo hacen valer su voluntad conscientemente y en contra de todas las clases gobernantes (...). Ahora bien, las masas sólo pueden adquirir y reforzar esta voluntad en la lucha cotidiana contra el orden constituido, es decir, en los límites de este orden” ”/6 .

Podría compararse la visión de Lenin con la de Rosa Luxemburg por medio de la siguiente imagen: para Vladimir Illich, redactor del periódico Iskra, la chispa revolucionaria la aporta la vanguardia política organizada, desde fuera hacia el interior de las luchas espontáneas del proletariado; para la revolucionaria judía/polaca, la chispa de la conciencia y de la voluntad revolucionaria prende en el combate, en la acción de masas. Es verdad que su concepción del partido como expresión orgánica de la clase se correspondía más a la situación en Alemania que en Rusia o Polonia, donde se planteaba ya la cuestión de la diversidad de partidos referidos al socialismo.

Los acontecimientos revolucionarios de 1905 en el Imperio zarista ruso confirmaron a Rosa Luxemburg en su concepción de que el proceso de toma de conciencia de las masas obreras era menos el resultado de la actividad educadora –Aufklärung– del partido que de la experiencia de acción directa y autónoma de los trabajadores:

El brusco levantamiento general del proletariado en enero, desencadenado por los acontecimientos de San Petesburgo, fue, en su acción exterior, un acto político revolucionario, una declaración de guerra al absolutismo. Pero esta primera lucha general y directa de las clases tuvo un impacto aún más poderoso en su interior, despertando por primera vez, como una sacudida eléctrica (einen elektrischen Schlag), el sentimiento y la conciencia de clase en millones y millones de individuos (...). El absolutismo deberá ser derribado en Rusia por el proletariado. Pero el proletariado necesitará para ello un alto grado de educación politica, conciencia de clase y organización. No puede aprender todo esto en folletos o en octavillas, sino que adquirirá esta educación en la escuela política viva, en la lucha y por la lucha, en el curso de la revolución en marcha” ”/7.

La polémica referencia a “los folletos y las octavillas” parece subestimar la importancia de la teoría revolucionaria en el proceso; por otra parte, la actividad política de Rosa Luxemburg, consistente en gran medida en redactar artículos periodísticos y folletos –por no hablar de sus obras teóricas en el campo de la economía política– demuestra sin ninguna duda el decisivo significado que concedía al trabajo teórico y a la polémica política en el proceso de preparación de la revolución.

En este famoso folleto de 1906 sobre la huelga de masas, la revolucionaria polaca seguía utilizando todavía los tradicionales argumentos deterministas: la revolución tendrá lugar “con la necesidad de una ley de la naturaleza”. Pero su visión concreta del proceso revolucionario coincidía con la teoría de la revolución de Marx, tal como la presentó en La Ideología Alemana (obra que no podía conocer, ya que no fue publicada hasta después de su muerte): la conciencia revolucionaria sólo puede generalizarse en el curso de un movimiento “práctico”, la transformación “masiva” de los oprimidos, en el curso de la propia revolución. La categoría de la praxis –que para ella, como para Marx, es la unidad dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo, la mediación por la cual la clase en sí se convierte en clase para sí– le permitió superar el dilema paralizante y metafísico de la socialdemocracia alemana, entre el moralismo abstracto de Bernstein y el economicismo mecánico de Kautsky: para el primero, el cambio “subjetivo”, moral y espiritual, de los “seres humanos” era la condición para el advenimiento de la justicia social, mientras que para el segundo la evolución económica objetiva conducía “fatalmente” al socialismo. Esto permite comprender mejor por qué Rosa Luxemburg se opuso no sólo a los revisionistas neo-kantianos, sino también, desde 1905, a la estrategia de “atentismo” pasivo defendida por el así denominado “centro ortodoxo” del partido.

Esta misma visión dialéctica de la praxis le permitió, también, superar el tradicional dualismo encarnado por el Programa de Erfurt del SPD, entre las reformas, o “programa mínimo”, y la revolución, el “objetivo final”. Con la estrategia de huelga de masas que propuso en Alemania en 1906 –en contra de la burocracia sindical– y en 1910 –en contra de Karl Kautsky– Rosa Luxemburg esbozó un camino capaz de transformar las luchas económicas o el combate por el sufragio universal en un movimiento revolucionario general.

Al contrario que Lenin, que distingue entre la “conciencia trade-unionista (sindical)” y la “conciencia socialdemócrata (socialista)”, ella sugiere una distinción entre la conciencia teórica latente, característica del movimiento obrero en los períodos de dominación del parlamentarismo burgués, y la conciencia práctica y activa, que surge en el curso del proceso revolucionario, cuando las propias masas –y no sólo los diputados y dirigentes del partido– aparecen en la escena política; gracias a esta conciencia práctica-activa las capas menos organizadas y más atrasadas pueden llegar a ser, en período de lucha revolucionaria, el elemento más radical. De esta premisa deriva su crítica a quienes basan su estrategia política en una estimación exagerada del papel de la organización en la lucha de clases –acompañada por lo general de una subestimación del proletariado no organizado– olvidando el papel pedagógico de la lucha revolucionaria:

“Seis meses de revolución harán más por la educación de estas masas hoy desorganizadas que diez años de reuniones pública y distribuciones de octavillas”/8.

¿Era Rosa Luxemburg espontaneista? No del todo… En su folleto Huelga general, partido y sindicatos (1906) insiste, refiriéndose a Alemania, en que el papel de “la vanguardia más esclarecida” no es esperar “con fatalismo” a que el movimiento espontáneo “caiga del cielo”. Al contrario, la función de esta vanguardia es precisamente “anticipar (vorauseilen) el curso de las cosas, intentar precipitarlo”. Reconoce que el partido socialista debe tomar la dirección política de la huelga de masas, lo cual consiste en “proporcionar al proletariado alemán una táctica y objetivos para el período de luchas por venir”: llega a proclamar que la organización socialista es “la vanguardia de toda la masa de los trabajadores” y que “el movimiento obrero obtiene su fuerza, su unidad, su conciencia política de esta misma organización” ”/9.

Hay que añadir que la organización polaca dirigida por Rosa Luxemburg, el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y de Lituania (SDKPiL), clandestino y revolucionario, se parecía más al partido bolchevique que a la socialdemocracia alemana… Hay que considerar también un aspecto poco conocido de Rosa Luxemburg: su actitud hacia la Internacional (sobre todo después de 1914), que concebía como un partido mundial centralizado y disciplinado. Resulta una gran ironía que Karl Liebnecht, en una carta a Rosa Luxemburg, critique su concepción de la Internacional como “demasiado centralista-mecánica”, con “demasiada ‘disciplina’ y demasiado poca esponteneidad”, considerando a las masas “demasiado como instrumentos de la acción, no como portadoras de la voluntad; como instrumentos de la acción deseada y decidida por la Internacional, y no en tanto que quieren y desean por sí mismas” ”/10.

Paralelamente a este voluntarismo activista, el optimismo determinista (económico) de la teoría del Zusammenbruch, el hundimiento del capitalismo víctima de sus contradicciones, no desapareció de sus escritos, al contrario: se encuentra en el centro mismo de su gran obra económica, La acumulación del capital (1911). Sólo después de 1914, en el folleto La crisis de la socialdemocracia, escrito en prisión en 1915 –y publicado en Suiza en enero de 1916 bajo el seudónimo de “Junius”– superó esta visión tradicional del movimiento socialista de comienzos de siglo. Este documento, gracias al lema “socialismo o barbarie”, representó un giro en la historia del pensamiento marxista. Curiosamente, la argumentación de Rosa Luxemburg comienza referiéndose a las “leyes inalterables de la historia”; reconoce que la acción del proletariado “contribuye a determinar la historia”, pero parece creer que se trata sólo de acelerar o retardar el proceso histórico. Hasta ahí, nada nuevo.

Pero en las líneas siguientes compara la victoria del proletariado con “un salto que hace pasar a la humanidad del reino animal al reino de la libertad”, añadiendo: este salto sólo será posible “si, del conjunto de las premisas materiales acumuladas por la evolución, se enciende la chispa incendiaria (zündende Funke) de la voluntad consciente de la gran masa popular”. Encontramos aquí la famosaIskra, la chispa de la voluntad revolucionaria capaz de hacer estallar la pólvora seca de las condiciones materiales. ¿Qué produce esta zündende Funke? Sólo gracias a una “larga serie de enfrentamientos hará el proletariado internacional su aprendizaje bajo la dirección de la socialdemocracia e intentará tomar las riendas de su propia historia (seine Geschichte)…” ”/11En otras palabras: sólo en la experiencia práctica prende la chispa de la conciencia revolucionaria de los oprimidos y explotados.

Introduciendo la expresión socialismo o barbarie, “Junius” acude a la autoridad de Engels, en un escrito de “hace una cuarentena de años” –una referencia sin duda alAnti-Duhring¨(1878): “Friedrich Engels dijo una vez: La sociedad burguesa se encuentra ante un dilema: o paso al socialismo o recaída en la barbarie’ ”/12. De hecho, lo que escribió Engels es bastante diferente:

Las fuerzas productivas engendradas por el modo de producción capitalista moderno, y el sistema de distribución de los bienes que ha creado, han entrado en contradicción flagrante con el propio modo de producción, hasta un que hace necesario un cambio radical del modo de producción y distribución, si no se quiere ver desaparecer toda la sociedad moderna” ”/13.

El argumento de Engels –fundamentalmente económico y no político, como el de “Junius”– era más bien retórico, una especie de demostración por el absurdo de la necesidad del socialismo, para evitar la “desaparición” de la sociedad moderna –una fórmula vaga cuyo alcance no se llega a entender bien. De hecho, fue Rosa Luxemburg quien inventó, en el sentido estricto de la palabra, la expresión “socialismo o barbarie”, que tanto impacto tendrá a lo largo del siglo 20. La referencia a Engels pretendía dar más legitimidad a una tesis bastante heterodoxa. La guerra mundial, y el hundimiento del movimiento obrero internacional en agosto de 1914, acabó por quebrar su convicción en la victoria inevitable del socialismo.

En los siguientes párrafos, “Junius” desarrolló su innovador punto de vista:

Nos situamos ante esta disyuntiva: o triunfo del imperialismo y decadencia de toda civilización, y como consecuencia, como en la antigua Roma, la despoblación, la desolación, la degeneración, un gran cementerio; o victoria del socialismo, es decir, de la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo y contra su método de acción: la guerra. Es un dilema de la historia del mundo, un todavía indeciso “o esto - o lo otro”, cuyos platillos se balancean ante la decisión del proletariado consciente /14.

Se puede discutir el significado del concepto de “barbarie”: se trata sin duda de una barbarie moderna, “civilizada” –la comparación con la antigua Roma no es muy pertinente–, y en este caso la afirmación del folleto de “Junius” se reveló profética: el fascismo alemán, manifestación suprema de la barbarie moderna, pudo tomar el poder gracias a la derrota del socialismo. Pero lo más importante de la fórmula “socialismo o barbarie” es el término “o”: se trata del reconocimiento de que la historia es un proceso abierto, que el futuro no está todavía decidido –por las “leyes de la historia” o de la economía– sino que depende, en definitiva, de los factores “subjetivos”: la conciencia, la decisión, la voluntad, la iniciativa, la acción, la praxis revolucionaria. Es cierto, como señala Isabel Loureiro en su excelente libro, que incluso en el folleto de “Junius” –y en los textos posteriores de Rosa Luxemburg– se siguen encontrando referencias al hundimiento inevitable del capitalismo, a la “dialéctica de la historia” y a la “necesidad histórica del socialismo” ”/15. Pero en última instancia, la fórmula “socialismo o barbarie” sienta las bases de otra concepción de la “dialéctica de la historia”, distinta del determinismo económico y de la ideología iluminista del progreso inevitable.

Volvemos a encontrar la filosofía de la praxis en el centro de la polémica de 1918 sobre la Revolución rusa, otro texto capital redactado detrás de los barrotes. La trama esencial de este documento es bien conocida: por una parte, el apoyo a los bolcheviques, y a sus dirigentes, Lenin y Trotsky, que han salvado el honor del socialismo internacional al atreverse a llevar a cabo la Revolución de Octubre; por otra parte, un conjunto de críticas, algunas de ellas –sobre la cuestión agraria y la cuestión nacional– muy discutibles, mientras que otras –el capítulo sobre la democracia– resultan proféticas. Lo que inquietaba a la revolucionaria judía/polaca/alemana era sobre todo la supresión, por los bolcheviques, de las libertades democráticas –libertad de prensa, de asociación, de reunión–, que son precisamente la garantía de la actividad política de las masas obreras; sin ellas, “la dominación de las amplias capas populares es absolutamente impensable”. Las gigantescas tareas de la transición al socialismo “a las que se han dedicado los bolcheviques con coraje y determinación”, no pueden ser realizadas sin que “las masas reciban una educación política muy intensiva y acumulen experiencias”, lo que no es posible sin libertades democráticas. La construcción de una nueva sociedad es un terreno virgen que plantea “mil problemas” imprevistos; ahora bien, “sólo la experiencia permite las correcciones y la apertura de nuevas vías”. El socialismo es un producto histórico “surgido de la escuela misma de la experiencia”: el conjunto de las masas populares (Volksmassen) debe participar de esta experiencia, si no “el socialismo es decretado, otorgado por una docena de intelectuales reunidos alrededor de un tapete verde”. El único remedio para los inevitables errores del proceso de transición es la propia práctica revolucionaria: “la revolución en sí y su principio renovador, la vida intelectual, la actividad y la autorresponsabilidad (Selbsverantwortung) de las masas, en una palabra, la revolución bajo la forma de la más amplia libertad política es el único sol que salva y purifica” ”/16.

Este argumento es mucho más importante que el debate sobre la Asamblea Constituyente, donde se concentraron las objeciones “leninistas” al texto de 1918. Sin libertades democráticas, la praxis revolucionaria de las masas, la autoeducación popular por la experiencia, la autoemancipación de los oprimidos y el ejercicio del poder mismo por la clase de los trabajadores, son imposibles.

György Lukacs, en su importante ensayo “Rosa Luxemburg marxista” (enero 1921), mostró con gran agudeza cómo, gracias a la unidad de la teoría y la praxis –formulada por Marx en sus Tesis sobre Feuerbach– la gran revolucionaria había conseguido superar el dilema de la impotencia de los movimientos socialdemócratas, “el dilema del fatalismo de las leyes puras y de la ética de las intenciones puras”. ¿Qué significa esta unidad dialéctica?

Así como el proletariado como clase sólo puede conquistar y conservar su conciencia de clase, elevarse al nivel de su tarea histórica –objetivamente dada–, en el combate y la acción, de igual medida el partido y el militante individual sólo pueden apropiarse realmente su teoría realizando esta unidad en su praxis” ”/17.

Resulta por tanto sorprendente que, apenas un año más tarde, Lukacs redactase el ensayo –formando también parte de Historia y Conciencia de Clase (1923)– titulado “Comentarios críticos sobre la crítica de la revolución rusa en Rosa Luxemburg” (enero 1922), rechazando en bloque el conjunto de comentarios disidentes de la fundadora de la Liga Spartacus, pretendiendo que “se representa la revolución proletaria bajo las formas estructurales de las revoluciones burguesas/18–una acusación poco creíble, como lo demuestra Isabel Loudeiro/19. ¿Cómo explicar la diferencia, en el tono y en el contenido, entre el ensayo de enero de 1921 y el de enero de 1922? ¿Una conversión rápida al leninismo ortodoxo? Tal vez, pero lo más probable es la posición de Lukacs respecto a los debates en el seno del comunismo alemán. Paul Levi, el principal dirigente del KPD (Partido Comunista Alemán), se había opuesto a la “Acción de Marzo de 1921”, una tentativa fracasada de levantamiento comunista en Alemania, sostenida con entusiasmo por Lukacs (aunque criticada por Lenin...); excluido del partido, Paul Levi decidió en 1922 publicar el manuscrito de Rosa Luxemburg sobre la Revolución rusa, que la autora le había confiado en 1918. La polémica de Lukacs con este documento es también, indirectamente, un ajuste de cuentas con Paul Levi.

En realidad, el capítulo sobre la democracia de este documento de Luxemburg es uno de los textos más importantes del marxismo, del comunismo, de la teoría crítica y del pensamiento revolucionario en el siglo 20. Es difícil imaginar una refundación del socialismo en el siglo 21 que no tenga en cuenta los argumentos desarrollados en estas febriles páginas. Los representantes más lúcidos del leninismo y del trotskismo, como Ernest Mandel o Daniel Bensaid, han reconocido que esta crítica de 1918 al bolchevismo, en lo que se refiere a la cuestión de las libertades democráticas, estaba justificada. Por supuesto, la democracia a la que se refería Rosa Luxemburg es la ejercida por los trabajadores en un proceso revolucionario, no la “democracia de baja intensidad” del parlamentarismo burgués, donde las decisiones importantes son tomadas por banqueros, empresarios, militares y tecnócratas, fuera de cualquier control popular.

La zündende Funke, la chispa incendiaria de Rosa Luxemburg, brilló una última vez en diciembre de 1918, en su conferencia al Congreso de fundación del KPD (Liga Spartacus). En este texto también se encuentran referencias a la “ley de desarrollo objetivo y necesario de la revolución socialista”, pero se trata en realidad de la “amarga experiencia” que deben hacer las diversas fuerzas del movimiento obrero antes de encontrar el camino revolucionario. Las últimas palabras de esta memorable conferencia están directamente inspiradas por la perspectiva de la praxis autoemancipadora de los oprimidos: “La masa aprende a ejercer el poder ejerciéndolo. No hay otra manera de aprender. Hemos superado ya el tiempo en que se trataba de enseñar el socialismo al proletariado. Este tiempo no se ha cumplido al parecer para los marxistas de la escuela de Kautsky. Con ‘educar a las masas proletarias’ se quiere decir: hacerles discursos, difundir octavillas y folletos. No, la escuela socialista de los proletarios no necesita eso. Su educación se realiza cuando pasan a la acción (zur Tat greifen)”. Rosa Luxemburg se refiere aquí a una famosa cita de Goethe: “Am Anfang war die Tat!” (¡Al comienzo no era el Verbo, sino la Acción!). En palabras de la revolucionaria marxista: “Al comienzo era la Acción, ésta es nuestra divisa; y la acción consiste en que los consejos de obreros y de soldados se sientan llamados a convertirse en la única potencia pública en el país y que aprendan a serlo/20. Algunos días más tarde, Rosa Luxemburg sería asesinada por los Freikorps –“cuerpos francos” paramilitares– movilizados por el gobierno socialdemócrata, bajo la batuta del Ministro Gustav Noske, contra el levantamiento de los obreros de Berlín.

Rosa Luxemburg no era infalible, cometió errores, como cualquier ser humano y cualquier militante, y sus ideas no constituyen un sistema teórico cerrado, una doctrina dogmática aplicable en cualquier lugar y en cualquier época. Pero su pensamiento es una valiosa caja de herramientas para intentar desmontar la maquinaria capitalista y para pensar en alternativas radicales. No es casualidad que se haya convertido en estos últimos años en una de las referencias más importantes, sobre todo en América Latina, en el debate sobre un socialismo del siglo 21, capaz de superar los atolladeros de las experiencias que se reclamaron del socialismo en el pasado siglo; tanto la socialdemocracia como el estalinismo. Su concepción de un socialismo al mismo tiempo revolucionario y democrático –en oposición irreconciliable al capitalismo y al imperialismo– basado en la praxis autoemancipadora de los trabajadores, en la autoeducación por la experiencia y por la acción de las grandes masas populares alcanza una sorprendente actualidad. El socialismo del futuro no podrá prescindir de la luz de esta chispa ardiente.

06/11/2012

Traducción: VIENTO SUR
NOTAS
1/ K. Marx, “Tesis sobre Feurbach”, 1845, en La ideología alemana.
2/ K. Marx, G. Engels, La ideología alemana.
3/ Isabel Loureiro, Rosa Luxemburg, Os dilemas da açâo revolucionaria, S. Paulo, Unesp, 1995, p. 23.
4/ Rosa Luxemburg, ¿Reforma o revolución?, 1899.
5/ Rosa Luxemburg, “Cuestiones de organización de la socialdemocracia rusa”(1904), en “Marxisme contre dictadure”, París, Spartacus, 1946, p.21.
6/ Ibid. pp. 22-23. Cf. Rosa Luxemburg, “Organisationsfragen der russischen Sozialdemokratie” (1904), en Die Russische Revolution, Frankfurt, Europäische Verlaganstalt, 1963, pp. 27-28, 42, 44.
7/ Rosa Luxemburg, “Huelga de masas, partido y sindicatos”, 1906. Traducción revisada según el original: “Massentreik, Partei und Gewerkschaften”, enGewerkschaftskampf und Massentreik, Eingeleitet und Bearbeitet von Paul Frölich, Vereinigung Internationaler Verlagsanstalten, Berlin, 1928, pp. 426-427. Se trata de una recopilación de ensayos de Rosa Luxemburg sobre la huelga de masas, organizada por su discípulo y biógrafo Paul Frölich, excluido del Partido Comunista Alemán en los años 1920. Encontré este libro en un anticuario en... Tel Aviv; el ejemplar llevaba un sello: “Kibbutz Ein Harod, Seminario de Ideas, Biblioteca Central”. El propietario del libro era sin duda un judío alemán de izquierdas emigrado a Palestina hacia 1933 y lo dio a la biblioteca del kibbutz en el que se había establecido. Con la muerte de los viejos militantes del kibbutz, y como la nueva generación no leía alemán, el bibliotecario vendió a un librero de viejo su stock de libros en la lengua de Marx...
8/ Ibid. P. 150.
9/ Ibid. P. 147, 150.
10/ Ver K. Liebknecht: “A Rosa Luxemburg: Remarques à propos de son projet de thèses pour le groupe « Internationale», en Partisans, nº 45, enero 1969, p- 113.
11/ Rosa Luxemburg, La crisis de la socialdemocracia.
12/ Ibid.
13/ F. Engels, Anto-Dühring.
14/ Ibid
15/ I. Loureiro, Rosa Luxemburg, p. 123.
16/ Rosa Luxemburg, La revolución rusa.
17/ G. Lukacs, Historia y Conciencia de clase (1923).
18/ Ibid
19/ I. Loureiro, Rosa Luxemburg, p. 85-88
20/ Rosa Luxemburg, “Nuestro programa y la situación política. Discurso en el Congreso de fundación del PCA (Liga Spartacus)”. Recogido del original alemán, “Rede zum Programm der KPD (Spartakusbund)”, Ausgewählten Reden un Schriften, Berlín, Dietz Verlag, 1953, Band II, p. 687. El ejemplar de la edición alemana que utilizo aquí tiene una curiosa historia. Se trata de una recopilación de textos de Rosa Luxemburg, editada por el “Marx-Engels-Lenin-Stalin Institut boim ZA der SED”, con un prólogo de Wilhelm Pieck, dirigente estalinista de la RDA, seguida de introducciones de Lenin y Stalin, criticando los “errores” de la autora. Compré este libro a un anticuario y descubrí que llevaba una dedicatoria escrita a mano, en inglés, fechada en 1957, pidiendo excusas por no haber encontrado otra edición sin todas esas “introducciones” superfluas. La dedicatoria está firmada por “Tamara e Isaac”, sin duda Tamara e Isaac Deutscher...

martes, 21 de mayo de 2013

EL ORO DE SU ANILLO Y LA SALUD PÚBLICA


Posted: 28 Dec 2012 06:31 PM PST

Viendo y escuchando a la distancia el levantamiento comunitario en Cajamarca, me nació la curiosidad de leer acerca del modo en que funcionan las minas de oro y su impacto sobre la salud pública en el área geográfica en que operan. La verdad es que he aprendido muchas cosas, y este post tiene como objetivo compartir algunos de esos conceptos con ustedes.

Quiero aclarar que cuando digo que “veo y escucho a la distancia” es porque yo vivo en Washington DC, y para fines prácticos, estoy convencido de que aquellos que viven en Lima o en cualquier otro lugar del Perú que no sea cercano a las minas de Yanacocha, también están “viendo y escuchando” de esas manifestaciones a la distancia.

En la época de los Incas, el oro se encontraba en lugares en que los que el preciado mineral estaba en enormes filones superficiales, prácticamente a la vista de los que lo buscaban, o se encontraba en forma de enormes pepitas a orillas de los ríos.

Don Raúl Porras Barrenechea escribe en su ensayo “Oro y Leyenda del Perú”: “el cronista oficial Pedro Sancho habla, en 1534, de las minas de Huayna Cápac en el Collao, que entran cuarenta brazas en la tierra, las que estaban custodiadas por guardas del Inca”.

En otro pasaje relata que “América precolombina desconoció el hierro, pero tuvo el oro... En toda América hubo, en la época lítica y premetalúrgica, oro nativo o puro que no necesitaba fundirse ni beneficiarse con azogue, en polvo o en pepitas o granos que se recogían en los lavaderos de los ríos o en las acequias; pero se desconoció, por lo general, el arte de beneficiar las minas. "La mayor cantidad que se saca de oro en toda la América –dice el Padre Cobo– es de lavaderos".

Pero esa maravilla natural se acabó hace mucho tiempo, los colonizadores españoles arrasaron con todas esas minas “a flor de piel” y explotaron además decenas de minas de oro, contaminando comunidades enteras con el mercurio (azogue) que se usaba sin ningún control.

En la actualidad, el oro se encuentra como un polvillo invisible, escondido y mezclado con muchos otros minerales en la tierra.

Para extraer ese polvillo invisible de oro en cantidades suficientes para que usted se pueda comprar un anillo o una cadenita de oro, se necesita excavar, remover y procesar toneladas y toneladas de tierra y minerales y usar miles y miles de galones de agua del subsuelo.

Se calcula que para obtener el oro necesario para hacer un aro de matrimonio, se tienen que procesar 2,8 toneladas (2.800 kilos) de tierra y minerales…

El problema que tienen los mineros es entonces cómo hacer para obtener y procesar toda esa tierra y minerales en la que se encuentra el oro.

Existen dos métodos:

1. Hacer enormes y profundos túneles debajo de la tierra (socavones) y sacar la tierra en trencitos (o como se hacía antes, a lomo humano con esclavos o indígenas)

2. Colocar poderosos explosivos en la profundidad y provocar gigantescas explosiones para ablandar y exponer la tierra y los minerales y luego fabricar un sistema de carreteras que lleve esa tierra desde el fondo de esos enormes huecos a la superficie, a las plantas procesadoras.

El primer método es muy caro, peligroso y casi no se usa. El segundo es el preferido en la minería moderna.
Una vez extraída de la profundidad, esa tierra es químicamente procesada para extraer el oro que contiene, y es aquí en donde empieza el problema con la salud pública… no hay mejor sustancia química para extraer el oro de esa tierra que el cianuro, uno de los venenos más potentes que existen en la naturaleza.

Sin llegar a los detalles técnicos, el proceso de obtención del oro implica mezclar esas toneladas de tierra que se obtuvieron de las explosiones con agua y cianuro (¿se imaginan las enormes cantidades de barro venenoso que se producen?). En este proceso, el cianuro se pega al polvillo de oro, por lo que luego hay que separarlos usando otros materiales químicos.

Gracias a esos otros químicos, el oro puro es separado del cianuro y es luego purificado en otros pasos. El producto final son esos famosos lingotes de oro puro que a veces vemos en la televisión.

El problema es que este tipo de procedimiento de extracción del oro es muy pero muy poco eficiente. Hay necesidad de procesar toneladas y toneladas de tierra para poder sacar un poco de oro.

Dependiendo de la fuente, y me he dado cuenta que en este asunto de la minería del oro las opiniones son muy encontradas y las pasiones muy fuertes, no se a quién creerle en el cálculo de cuánta tierra hay que procesar para obtener un gramo de oro.

Este sitio (de la industria química del cianuro) dice que hay que procesar una tonelada de tierra para obtener 10 gramos de oro.

Este otro sitio nos dice que para hacer un anillo de matrimonio se necesita procesar 2,8 toneladas, mientras que este otro sitio (auspiciado por un grupo que dice que el oro es “suciamente obtenido”) dice que en la obtención del oro que se necesita para fabricar un anillo, se generan 20 toneladas de materiales de desperdicio.

Creo que los números van por ahí porque todos hablan de toneladas, tanto de tierra por procesar como de desperdicios contaminados, y esto nos lleva nuevamente al asunto de la salud pública.

¿Qué hacen las minas con todas esas toneladas de barro mezclado con cianuro y otros químicos? ¿Cómo la procesan? ¿Cuánto tiempo duran en el medio ambiente esos residuos? ¿Hay peligro de que esos químicos almacenados en grandes lagunas se filtren al subsuelo y contaminen las fuentes de agua? ¿Pueden producirse evaporaciones de materiales tóxicos al aire cercano?, ¿Pueden esos vapores tóxicos viajar a lugares más lejanos? ¿Qué cambios ambientales se producen al hacer esas enormes excavaciones y cómo se afecta la salud de humanos, plantas y animales?

Obviamente los Estudios de Impacto Ambiental hechos por la industria de la minería ponen siempre las cosas de color de rosa, pero la experiencia indica que en cada mina se han producido siempre accidentes que han ocasionado severos daños al medio ambiente y que han amenazado la salud de los pobladores de lugares aledaños. En 1998 se produjo un derrame de aguas con cianuro en una mina de propiedad canadiense en Kirguistán y miles de personas río abajo tuvieron que ser evacuadas. Para una lista más amplia de accidentes por contaminación visite este sitio.

Se sabe por ejemplo que la industria minera canadiense genera un millón de toneladas de rocas de desperdicio y 950.000 toneladas de barro por día, lo cual produce 650 millones de toneladas de residuos por año, calculándose que esa es la principal causa de polución del medio ambiente por metales en la Columbia Británica.

Al respecto, se han documentado cuatro tipos de problemas en el agua por la minería: drenaje de ácidos, contaminación por metales pesados (plomo, cadmio, arsénico, cobalto, cobre y zinc entre otros), polución por los químicos agregados para separar el oro y erosión y sedimentación de partículas.

Lamentablemente no hemos encontrado documentación específica sobre enfermedades causadas por la contaminación del medio ambiente en los pobladores cercanos a las minas. Quizás esto sea porque casi no existen poblados cercanos a las minas. Las minas están ubicadas en lugares inhóspitos, muy poco poblados. Obviamente, las comunidades tienen muchos casos anecdóticos de enfermedades entre sus pobladores, casos que lamentablemente no han sido sistemáticamente estudiados. Interesantemente, los principales problemas de salud se presentan entre los trabajadores de las minas, que tienen menor expectativa de vida y altos índices de infección por el virus VIH.

El segundo gran problema con la minería del oro: el consumo de agua.

Y así como dijimos que la extracción del oro es muy ineficiente y que se necesitan procesar toneladas y toneladas de tierra para obtener un poco de oro, hay otro enorme problema de salud pública con este método de minería: la gigantesca cantidad de agua que se necesita para mezclar las toneladas de tierra con el cianuro. Al respecto, se ha dicho que el agua es la principal víctima de la minería, y eso porque el agua de la mina debe obtenerse del subsuelo, y se ha documentado que esa enorme extracción de agua puede mermar la disponibilidad del líquido elemento en zonas aledañas.

Ciertas minas en el noreste del estado de Nevada, por ejemplo, bombearon 580 mil millones de galones de agua del subsuelo entre 1986 y el 2001. Esa cantidad de agua es suficiente para alimentar a toda la ciudad de Nueva York durante un año.

Se calcula que la minería del oro en el estado de Nevada usa más agua que toda la gente del estado y que el agua del subsuelo ha disminuido en más de 300 metros. Una de esas minas consume 100 millones de galones de agua por día, lo cual es más agua de la que consume diariamente la ciudad de Austin en el estado de Texas.

Este problema con el agua origina entonces preguntas con respecto al agua de las zonas aledañas a las minas de Yanacocha en Cajamarca. ¿Se afectarán las cabeceras de agua? ¿Se podrá contaminar el agua de los pueblos río abajo? ¿Disminuirá el agua en los pueblos río abajo?

En resumen, la minería del oro es una de las actividades humanas más destructoras del medio ambiente, especialmente sobre las fuentes de agua, pero se sigue haciendo porque genera una enorme cantidad de riqueza, tanto para los dueños de las minas como para las regiones geográficas que lo permiten.

La extracción del oro permite además que los seres humanos luzcan orgullosamente sus joyas de oro (80% del oro del mundo se usa en joyería) y que los gobiernos mantengan el valor de sus reservas económicas (Hugo Chávez acaba de movilizar sus reservas de oro…).

Así es que la próxima vez que mire su anillo de oro, piense que se necesitaron procesar casi 3 toneladas de tierra y miles de galones de agua para satisfacer su vanidad.

Y si usted tiene la curiosidad de explorar un ejemplo de la relación entre política y minería en el Perú, le recomiendo estos videos. Son del programa Frontline, uno de los programas mas serios de la Televisión Pública de Estados Unidos (PBS). Fueron emitidos en octubre del año 2005.

Dr. Elmer Huerta.

lunes, 20 de mayo de 2013

¿CUÁL ES LA CAUSA DE LA DESIGUALDAD?


 domingo, 19 de mayo de 2013
Francisco Umpierrez Sánchez

Recomiendo al lector que lea previamente el artículo de Vicenc Navarro titulado Las consecuencias antidemocráticas de la concentración de la riqueza http://www.rebelion.org/noticia.php?id=168126, para que entienda mejor el sentido del mío. Lo que prueba Navarro en su artículo es que las minorías concentran mayor riqueza en sus manos que las mayorías; y que esta diferenciación se ha pronunciado en los último veinte años. Como Navarro facilita los datos de forma copiosa, yo no los voy a reproducir aquí. Solo digo que a veces tanto dato cansa y va en detrimento de los conceptos. Sobre todo si ocurre que estos datos los facilitan muchos autores y todos desde la misma óptica.

Les transcribo las siguientes palabras de Navarro: “¿Cómo puede ser que la sociedad sea más rica y que en cambio los hijos vivirán peor que sus padres? La respuesta a esta pregunta es que el crecimiento económico se distribuye muy desigualmente, concentrándose en las rentas superiores, como resultado de las políticas públicas que se han iniciado en la mayoría de los países de Atlántico Norte. Estas políticas fueron iniciadas por el Presidente Reagan en EEUU y por la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, en la década de los ochenta del pasado siglo.”

Primera pregunta pertinente: ¿Ha habido alguna etapa del desarrollo del capitalismo que no haya generado desigualdad? Creo que ninguna. Luego la cuestión de la que tal vez se queje  Navarro no es que haya desigualdad, sino de que la desigualdad sea mayor hoy que hace treinta años.  Pero la cuestión base no es si hay mayor o menor desigualdad, sino si el capitalismo puede generar igualdad o pertenece a su esencia generar desigualdad. Yo creo que el capitalismo no puede generar la igualdad económica entre los hombres. Luego la cuestión no es si accidentalmente hay ahora más desigualdad que hace veinte años y habría que luchar para cambiar esta situación, sino la necesidad de acabar con las grandes diferencias de riqueza entre los seres humanos. Y esto sucede desde que nació el capitalismo. También las sociedades anteriores basadas en la explotación del hombre por el hombre tenían la misma esencia: la diferencia profunda de riqueza entre los seres humanos.

Segunda pregunta pertinente: ¿Es acertado situar en la distribución el problema y la solución de las diferencias de riqueza entre los ciudadanos? Ya Marx respondió en su momento a esta pregunta. El problema no hay que buscarlo en la distribución, sino en la producción. Los medios de producción, y entre ellos el dinero, están distribuidos de tal manera que son las minorías sus propietarios, mientras que las mayorías están excluidos de dicha propiedad. La principal causa de las diferencias de riqueza entre las personas es la propiedad privada sobre los medios de producción, y en especial sobre el dinero. La distribución de las rentas no es más que una consecuencia de la distribución previa de los medios de producción. Aquí es donde Vicenc Navarro y muchos otros reformistas se quedan cortos: no apuntan a la propiedad privada.

Y tercera pregunta pertinente: ¿Es la política la causa de la situación económica o es la situación económica la causa de la política? ¿Podemos por medio de la política cambiar la situación económica, en lo que se refiere a la desigualdad, o debemos previamente cambiar las relaciones económicas entre los ciudadanos para poder tener otra política? Ilích Ulianov decía que la política es la expresión concentrada de la economía. Luego la política de Reagan y de Thatcher en su momento no era más que la expresión concentrada de los cambios que se habían producido en la economía, donde los grandes imperios económicos eran cada vez más poderosos. Y este inmenso poder, que se presenta  como inmenso poder del dinero, se manifestaba y se manifiesta en todos los planos de la vida: no cabe en la razón el dinero que ganan los artistas, los cantantes, los deportistas, los periodistas y los ejecutivos de las élites. La diferencia profunda entre los seres humanos no es la existente entre el 1 por ciento de la población y el resto, sino entre todos los sectores y capas sociales. El nivel de riqueza de la ínfima minoría es tan desorbitado que enormes fortunas y medianas fortunas parecen normales. Si el salario base se sitúa en 800 euros mensuales, una persona que gane 50.000 euros mensuales es ya una exageración. Luego la diferenciación social en lo que afecta a propiedad sobre la riqueza abarca a la sociedad en su conjunto y no la exigua minoría del 1 %.

lunes, 13 de mayo de 2013

EN MEMORIA DE DON EMILIO CHOY MA



Callao 1915/Callao 1976

1.     DON EMILIO Y LA REVISTA CAMPESINO.-  Quienes conformamos el grupo que publicó la revista Campesino nos unía –entre otros aspectos- el respeto y la admiración por don Emilio.  Su muerte fue para nosotros una terrible sorpresa.  Nunca nos imaginamos que fuese mortal, tal era nuestra admiración.

Hace diez años cuando tuvimos la idea de sacar una revista a mimeógrafo dedicada al campesinado, se la comunicamos a Don Emilio: quien era un escritor fecundo y un experimentado cultor de la agonística.  Esa idea se plasmó en el primer número de la revista gracias a su actitud animosa y afirmativa y al otorgamiento de un préstamo “condicionado” de seis mil soles.   La condición que nos impuso fue la devolución del dinero en el caso que la revista dejara de aparecer.  También contribuyó como escritor y nos preciamos de haber registrado en las páginas de Campesino su acerada pluma.

2.     SU FORMACIÓN INTELECTUAL.-Objetivo.-  Reafirmar el pensamiento de Mariátegui fue el objetivo de su vida.  En la realización de ese objetivo aprovechó al máximo su condición de autodidacta y se preservó de la deformación academicista.  (Solamente cursó un par de años de Secundaria comercial en el antiguo High school del Callao.  Sus estudios se truncaron al quedar huérfano).

Permanentemente adquiría conocimientos.  Sabía sacarle provecho a las conversaciones con personas comunes y corrientes al informarse de sus experiencias de trabajo.  Hasta el cine –según el mismo decía-  le brindaba conocimientos tan solo por mostrarle una ciudad, un paisaje o un país.

Su formación fue integral.  Adquiría conocimientos de las ciencias histórico/sociales y de las ciencias físico/naturales y estaba informado de sus desarrollos.  Sus conocimientos fueron enciclopédicos y unitarios.  Unitarios bajo la concepción marxista.  Esta inquietud por abarcar múltiples conocimientos es el signo positivo del formado por sí mismo; en contraposición a la formación universitaria.  Puesto que la universidad da (…) el tono sedante, sitúa el ímpetu dentro de las normas lógicas, atenúa y por fin tamiza al hombre[1].

Por la época que se iniciaba en el socialismo los libros de los clásicos del marxismo circulaban en forma restringida o clandestina. 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana de Mariátegui era una edición prohibida.  Los pocos libros que se disponían fueron asimilados con avidez, como compensación a las limitaciones de aquella época.  Don Emilio bebió en las fuentes primigenias del marxismo.  En concordancia con su formación, propugnaba el estudio directo de los clásicos y adentrarse en la realidad nacional[2].

3.     SU MÉTODO DE TRABAJO.- Don Emilio distribuía su tiempo en forma planificada.  Se había habituado a estudiar desde muy temprano.  No era un hombre de hábitos nocturnos.  Sus tareas cotidianas más importantes las realizaba en las mañanas.  Nos recomendaba que si lo llamábamos por teléfono, lo hiciéramos en la tarde. Los sábados y domingos visitaba  a sus amigos y asistía al cine.  De lunes a viernes se ocupaba de su trabajo intelectual y de administrar sus negocios.  Su experiencia en el mundo de los negocios le permitió desarrollar gran habilidad para los cálculos económicos.  Sus estudios evidencian una estrecha relación con la realidad.  Fue un teórico que se movió con facilidad entre las abstracciones conceptuales y el manejo de información concreta.

Entre las técnicas de estudio, desechó el empleo de fichas, tal como lo hicieron los fundadores del socialismo científico.  Posiblemente consideraría que de esa manera se fragmentaba el conocimiento, perdiendo su vivacidad.  En cambio, para tomar notas y registrar sus ideas empleaba cuadernos.  Lo mismo que para hacer resúmenes de libros o artículos. Tenía experiencia en la utilización de fuentes primarias en los trabajos de historia, también en el manejo de técnicas para los estudios de arqueología y antropología física.

Utilizaba con amplitud las fuentes de información de las instituciones norteamericanas y del gobierno peruano.  Además, estaba conectado a los canales de información de los países socialistas.  Para obtener datos y mantenerse informado se le veía en los lugares más diversos.  Así, durante el gobierno del general Velasco concurría los días viernes a las exposiciones que se efectuaban en el Instituto de Estudios e Investigación en Cooperativismo (INDEICOOP) para enterarse de los proyectos del régimen[3].  Igualmente, se le hubiera encontrado en el local de la Asociación de ingenieros de minas escuchando un ciclo de charlas.

En una época de rápidos cambios y de abundante producción de datos, le daba gran importancia a las revistas para captar información de actualidad.  Estuvo suscrito a varias revistas, especialmente norteamericanas, ya que el imperialismo yanqui concentra y maneja información a escala mundial.  Por ello, ningún acontecimiento político lo tomaba desprevenido.

Cuando concluía una investigación o cuando estaba por terminarla, elaboraba una representación gráfica de la misma sobre un gran pliego de papel, logrando sintetizarla y expresar el movimiento del proceso.  (No provocaba cierta hilaridad ver a don Emilio con sus preciados rollos de papel bajo el brazo).

Sus trabajos los redactaba en forma cristalina, directa y exacta.  Apeló al uso de alegorías para caracterizar irónicamente a los encapuchados ideólogos del capitalismo y con fines didácticos.  Nunca se emboscó en términos ambiguos ni en subterfugios; mostraba su posición tajantemente.  Esta forma de expresarse facilitaba la confrontación ideológica y era, a la vez, una incitación.  A Don Emilio le debemos el mérito de haber incorporado como arma contundente en la lucha ideológica el lenguaje vital y descarnado del pueblo[4].

Sus investigaciones fueron personales, nunca formó parte de un equipo de investigadores.  Ni nunca se hizo asalariar para investigar.  Se mantuvo fuera del mercado de trabajo intelectual.  Con sus propios recursos hizo avanzar el pensamiento marxista en el Perú.  Consideraba lo más importante para realizar una investigación:  la convicción del objetivo y la interiorización de los principios metodológicos.

4.     QUE HACIA CON SUS CONOCIMIENTOS.- Lo avanzado de sus conocimientos científicos de la realidad nacional y sus convicciones políticas ponían a don Emilio en situación de exigir la nacionalización de las grandes  empresas extranjeras que explotaban nuestra economía y depredaban nuestros recursos naturales.  Igualmente, protestaba cuando el Gobierno a través de contratos y concesiones entregaba parte de nuestro país a la voracidad de empresas extranjeras.  Entonces su firma rubricaba los comunicados y manifiestos dirigidos a las autoridades y a la opinión pública para pedir la anulación de los contratos y la asunción de nuestros principales recurso por el Estado.

Don Emilio fue un vigía en permanente estado de alerta para detectar la penetración ideológica del imperialismo yanqui y sus planes de sojuzgamiento cultural.  Junto con el eminente lingüista Alfredo Torero han sido los opositores más serios a la permanencia en el Perú del Instituto Lingüístico de Verano.  Así mismo, innumerables veces han puesto al descubierto a los agentes del imperialismo que bajo el camuflaje de ayuda técnica, investigaciones sociales, etc., operaban en nuestra patria.

En la época del boom de las ciencias sociales en América latina, cuando las luminarias de la CEPAL –y de otras instituciones- fueron promovidas inusitadamente y cuando sus “teorías” –ahora llamadas dependentistas, circulacionista- fueron hasta incorporadas como tesis programáticas de partidos pequeño burgueses de izquierda, Don Emilio con el escalpelo de su crítica llegaba a determinar la falsedad de sus supuestos.  También criticó severamente la divulgación del marxismo en los medios pequeño burgueses  a través de la labor catequística de Martha Harnecker.  En Lima, cada vez que una luminaria de la sociología latinoamericana dictaba una conferencia, el local se colmaba de jóvenes universitarios que consideraban un privilegio escuchar a los Sumos Pontífices; allí aparecía don Emilio  para criticar la concepción, la metodología y, a veces, hasta los datos. De esta manera, desconcertaba tanto a los expositores como al público asistente.  Las palabras de Don Emilio, en esos auditorios, resonaban a un sacrilegio[5].

Don Emilio asistía con la puntualidad y responsabilidad del militante de la ciencia al Instituto de Estudios Peruanos en donde se organizaban eventos académicos y se reunía la elite intelectual limeña; con sus intervenciones, desde el llano, ponía en aprietos a los expositores y organizadores de dichos eventos.  Uno de los expositores europeos que recuerdo fue el antropólogo marxista Maurice Godelier.  En el Instituto de Estudios Peruanos trataban a Don Emilio con una actitud de suficiencia y condescendencia finamente disimulada. Don Emilio con sus críticas fue un paladín solitario en la lucha por evitar la contaminación de la ciencia; y el confusionismo en la consecución del objetivo estratégico.

Sus conocimientos y fuentes de consulta los ponía a disposición de cualquier persona que se lo requería. Con esta actitud, rompía con el elitismo y el monopolio de la información.  Consecuente con esa actitud, invitaba al chifa tanto a jóvenes estudiantes sanmarquinos y a figuras consagradas mundialmente como los historiadores Eric Hobsbawm y Pierre Vilar; luego de sus conferencias en la universidad de San Marcos. 

Era con los jóvenes con quien se sentía más a gusto.  Pero, ello no era óbice para que se enfrascara en largas discusiones si algún joven universitario sostuviera posiciones discrepantes con él; Don Emilio no lo menospreciaba por su calidad de novicio ni trataba de espulgar sus conocimientos con el fin de intimidarlo.  Además de poner argumentos en la discusión, revelaba cómo había arribado a las conclusiones que afirmaba.  Solamente una vez vimos a Don Emilio apelar al criterio de autoridad; fue ante la contumacia de un estudiante que tenía todos los visos de llegar a ser un intelectual de relumbrón.

Su calidad de maestro se revelaba con nitidez en las conversaciones informales.  En ellas se prodigaba generosamente, transmitiendo sus concepciones, hallazgos y filones para investigar.  Ha sucedido que algunos intelectuales inescrupulosos han “tomado” ideas de don Emilio para insertarlas en sus propias publicaciones como si originariamente fueran de ellos.  Una notable excepción lo constituye Alfredo Torero, que como aprecio y reconocimiento al amigo, ha consignado la información e ideas que le debe a Don Emilio en el primer trabajo de lingüística peruana:  El quechua y la Historia social andina.

5.     DON EMILIO Y SUS AMIGOS.- Don Emilio fue sencillo y generoso.  Poco a poco en el proceso de la amistad, iba revelando con delicadeza sus conocimientos y uno iba percatándose de sus inagotables cualidades.  En las conversaciones cotidianas, o cuando recién conocía a una persona, no provocaba tratar temas trascendentes que él dominaba para lucirse.  Su gran respeto por las personas y su ingente riqueza interior le permitieron trabar relación con personas de diferentes edades, cultura y condiciones sociales.  Por eso es que acudíamos donde él cuando teníamos algún conflicto emocional.

La historiografía peruana no sólo ha recibido aportes directos de Don Emilio, sino también indirectos.  Nos atrevemos a afirmar que para el historiador Pablo Macera ha sido muy provechosa la amistad con Don Emilio.  Conocimos a Macera cuando estudiábamos en la universidad de San Marcos y nos percatamos rápidamente de su personalidad sensitiva y exuberante; observando, con alegría, su evolución ideológica cuando dictó el curso de Historia Económica.  Estamos seguros que no ha estado ajeno a esa evolución Don Emilio; quien se haría presente –como diestro cultivador de la amistad- en los momentos de mayores conflictos interiores de Macera.  Ello se puede intuir de una hermosa frase que le escuchara a Don Emilio y que Macera la recuerda en un artículo que escribiera en homenaje a don Emilio, luego de su fallecimiento:

Nunca es más oscura la noche que antes de amanecer[6]

Don Emilio simpatizaba con cualquier persona honrada y con ideales; aunque no tuviera una posición revolucionaria.  Pero, esa persona no quedaba inmunizada para recibir una severa crítica si se lo merecía.  De John Murra se refería con simpatía, pero criticó la teoría del intercambio de pisos ecológicos, arguyendo el desfase histórico y el obviar las contradicciones sociales.

Con las personas que trababa amistad ejercía una gran autoridad moral.  No solamente por su disciplina en el estudio o por su rigurosidad de su metodología; sino, sobre todo, porque se tomaba en cuenta su severa censura al oportunismo e inconsecuencia: que, algunas veces lo expresa con ironía mordaz.  Ese estilo lo usaba especialmente cuando algún amigo lograba ocupar un puesto de autoridad o cuando incrementaba notablemente sus bienes patrimoniales y, consecuentemente, mudaba de posición ideológica.  Don Emilio advertía con las tentadoras becas al extranjero y los apetecibles grant de las fundaciones Ford y Rockefeller y los altos puestos en el Estado como medios de comprar conciencias y apartarse del camino de la ciencia.
En estos momentos de crisis generalizada cuanta falta nos hace Don Emilio para mostrar un derrotero.  Con su muerte no sólo hemos perdido un científico; sino un sabio que pautaba nuestra conducta moral.

6.     NUESTRO DEBER PARA CON DON EMILIO.- Fiel a sus convicciones marxistas nunca escribió por gusto.  La lucha fue su elemento y es ahí donde se revelaban mejor sus facultades.  Siendo también por razones de lucha ideológica que su obra no es difundida.

En el futuro, conforme las fuerzas sociales que empujan la Historia en sentido del progreso ganen terreno en nuestra patria, la figura de Don Emilio se agigantará y su personalidad servirá de ejemplo a la juventud.
Con la muerte de don Emilio sentimos que algo de nosotros se ha ido. ¡Admitamos que don Emilio ha muerto y redoblemos nuestros esfuerzos por plasmar sus ideales que son los nuestros!

Antonio Rengifo Balarezo

Campesino. Revista a mimeógrafo. Nº 7
Lima 1977
pp. 89/94.-



[1] CHURATA, Gamaniel: Elogio de José Carlos Mariátegui. Amauta, revista nº 32. Lima, agosto/setiembre de 1930.
[2] Quisiera manifestar, que para nosotros, que lo estimábamos, nos era difícil -en ese entonces- comprenderlo plenamente.  Ya que al ingresar a la universidad de San Marcos, estuvimos influidos por los manuales de la Unión soviética y los novísimos libros europeo, especialmente franceses, recomendados por algunos profesores que pertenecían a las filas del partido Social progresista como el ingeniero Jorge Bravo Bresani, economista.
[3] Por esos años, el enorme aparato propagandístico oficial restringió en Lima las actividades culturales independientes.  Y una buena parte de la intelectualidad fue captada por el régimen de las FF.AA. Los principales animadores del INDEICOOP fueron Jaime Llosa Larraburre, asesor de SINAMOS y Gerardo Cárdenas, asesor de CENCIRA.
[4]  Desde niño aprendió la agilidad mental y os giros propios del pueblo por haber mataperreado en la mar brava y en los potreros del Callao.
[5] Hace ya algunos años, cuando le hablé de don Emilio a un joven amigo; éste me contó que cuando recién ingresó a la universidad Nacional de Ingeniería asistió a una mesa redonda en el auditórium de la Facultad de Arquitectura donde exponían –y se exponían- algunas “vedettes” de las ciencias sociales latinoamericanas; se sintió perturbado cuando un hombre de pequeña estatura, algo despeinado y con una ropa modesta había hecho uso de la palabra sin ningún protocolo y con ademanes enérgicos se había atrevido a contradecir tajantemente a los “omniscientes” investigadores de organismos internacionales. Por ello creyó que ese hombre era un loco que por casualidad, en su caminar errático, se había metido en el auditorio.
[6] El Comercio. Diario. Suplemento dominical. Lima