SIGLO XXI - QUINTO LUSTRO -
"Un nuevo orden emerge de la desintegración del capitalismo que irá reemplazando la célula económica (familia) por una nueva matriz reproductiva (comunas) que cumplirá funciones defensivas, judiciales, productivas y administrativas."
Sin
más preámbulos, comenzaron, bloque a bloque a construir el hormiguero, cansados
de seguir órdenes. Ese día decidieron que un camino propio es la voz de orden
del colectivo. Ese día se alumbró el futuro porque sin un estado mayor no hay
amanecer venturoso. Ese día quedó claro que la utopía estratégica es una utopía
disruptiva. Ese día se supo que el futuro se construye a partir de la
posibilidad de apropiación de las fisuras y derrumbes del orden que muere de
desorden. Ese día supieron que tienen que ser expertos en el arte de los
atajos. Ese día se comprendió que la unión hace la fuerza, que cerebros con un
solo objetivo potencian el rumbo universal. Ese día fue obvia la operación
hormiga. Ese día fue evidente que la operación hormiga tiene que tener un
programa mínimo y un programa máximo. Ese día fue indiscutible que la batalla
principal se libra en los cerebros. Ese día se descubrió que sin construir
redes es imposible cualquier aventura política. Ese día alumbró la idea que el hormiguero
hará posible que las batallas se ganen antes que ocurran. Pero, ¿cómo?, preguntaban
los incrédulos: preparándose mejor que
los adversarios, porque en momentos de explosiones y
estallidos sociales ya es tarde para crear redes políticas. Ese día no quedó duda
que tras las posiciones extremas se esconden provocadores o saboteadores que
buscan distraer o entorpecer la construcción del futuro.
Ese día se reconoció que
es parte de la idiosincrasia humana organizar redes. Ese día se recordó que los hombres han logrado llegar a dónde
han llegado porque se atrevieron a nadar
contra corriente,malgré tout[2].
Ese día se recordó que pensar y repensar lo andado o debatir sobre los pasos
dados, tiene por condición sine qua non
la organización de la red de resistencia al capitalismo. Ese día se evocó quela primera batalla que tenemos que ganar es la batalla en los cerebros;
por eso, les decimos: "¡Pueblo,
despierta, y lucha por tu vida!, y nos limitamos a mostrarle aquello por lo que está luchando en
realidad.
Ese
día fue evidente que nunca antes la civilización había producido tanta pobreza,
tanta miseria, en medio de tanta opulencia; sin embargo, un nuevo mundo está
alumbrando esa miseria. Ese día fue irrebatible que nunca antes la civilización
había producido tanta prosperidad, tanta riqueza; y, sin embargo, muere de
agotamiento, y muere porque le es imposible acabar con las raíces de la crisis
sin destruirse a sí misma: Todo
cuanto tiene principio merece ser aniquilado, decía Goethe hace ya mucho. Ese día se entendió
que la tecnología y la industria moderna tienden a unir a la sociedad mientras
la propiedad privada de los medios de producción la disuelve en mil fragmentos.
Ese día se advirtió que la individualidad sólo se potencia en la cooperación y,
las grandes intuiciones, en la vorágine nuestro tiempo, se propagan casi al
instante de haberla enunciado. Ese día se vislumbró que el desarrollo del pensamiento tiende hacia la
formación de un “cerebro” colectivo. Ese día se conjeturó que un sistema social
integrado es el inevitable colofón de la historia y la naturaleza humana.
Ese día osaron anunciar que la humanidad marcha inexorable hacia la formación
de un macroorganismo, donde nadie planifica, donde nadie ordena ni
controla.
Ese día, sin
renunciar a imaginar el futuro, se avizoró que al nacimiento del primer
hormiguero le seguirían otros, en cada distrito y provincia de la región
articulando la gran red regional, paso necesario hacia la red nacional.
Ese día se
recordó los versos del inmortal César Vallejo:
¡Proletario
que mueres de universo, liberador ceñido de grilletes! ¡Constructores de la
activa, hormigueante eternidad: estaba escrito que vosotros haríais la luz…!
Tacna, 22 agosto 2012
Edgar Bolaños Marín
Letra de la canción El hormiguero interpretado por Calle 13 incluida en el disco Entren Los Que Quieran.
Aquí
llegaron las hormigas
Vamos conquistando tierras enemigas
Invisible silenciosa y simultanea
Toda la invasión es subterránea
Sin disparar al aire sin tirar misiles
Sin tener que matar gente usando proyectiles
La guerra la peleamos sin usar fusiles
De bloque en bloque como los albañiles
Han tratado de pararnos un par de vaqueros
Pero ya está construido el hormiguero
Somos muchos hermanos con muchos primos
La familia es grande porque nos reproducimos
Desplazamos al vaquero de sus oficinas
Porque trabajamos a tiempo completo sin propina
No somos bienvenidos
Como quiera entramos te picamos y te castigamos
Cuando más te confías las hormigas te engañan
Atacan en equipo como las pirañas
Aunque sean pequeñas gracias a la unión
Todas juntas se convierten en camión
Pobre del vaquero que nos subestima
Cuando se duerme se le viene la colonia encima
Por eso los vaqueros en todas las esquinas
Los tenemos comiendo comida latina
Tu quieres guerra (x14)
Las hormigas pueden contra cualquier gigante
Entran por la trompa de cualquier elefante
Los derrumban sin que la sangre les salpique
Ácido fórmico pa´ que les pique
No te confíes si la picada no te arde
La quemazón de la picada la sientes más tarde
Aunque tengas botas vaqueras y sombrero
Hay muchas hormigas y pocos vaqueros
Los humildes se comieron a los nobles
Para el 2020 vamos a ser el doble,
Aquí no hay racismo no se trata de raza
Si trabajo aquí, pues aquí tengo mi casa
Ser imparcial de eso es que se trata
Hay que compartir los dulces de la piñata
Ahora si el vaquero nos maltrata
Puede ser que a las hormigas les salga lo de zapata
En equipo se resuelve cualquier contratiempo
Cuando te picamos picamos al mismo tiempo
Sobre nuestra unidad no debe haber preguntas
Frente al peligro las hormigas mueren juntas
Tú quieres guerra(x8)
Un país durmiendo es un país desierto
Mi gobierno se asusta cuando me despierto
Pueden tirarse hasta los federales
Somos 600 millones sin contar los ilegales
Entre las patas nunca escondo el rabo
Prefiero morir como rebelde que vivir como esclavo
Apuesto que los tuyos se rinden primero
Porque los soldados míos no pelean por dinero
No le tengo miedo a las confrontaciones
Porque yo me crie con invasiones
Y como las hormigas si tengo mala suerte
Defiendo mi hormiguero hasta la muerte
Tú quieres guerra(x21)
Vamos a medirnos a ver quién es más bravo!
[1] Fragmento de la canción El hormiguero
interpretado por Calle 13 incluida en el disco Entren Los Que Quieran.
Las hormigas actúan
solidariamente bajo un régimen de trabajo para satisfacer las necesidades de
toda la colonia. El individuo, glorificado por el individualismo capitalista, labora
bajo un régimen de trabajo que sólo se preocupa por su bolsillo. La iniciativa
privada, como motor de la sociedad, conduce a una guerra sin cuartel entre
familias y al caos de la economía por la feroz competencia para apropiarse de
los recursos que la naturaleza provee a TODOS los seres vivos.
Cuanta diferencia entre el mundo
de las hormigas construido a base de solidaridad y el mundo capitalista, caótico
e infectado por el virus individualista, que conduce a los seres humanos a su
deshumanización bajo el imperio del egoísmo individualista.
Pese a todo. El siglo XXI dará a luz
una nueva época. La naturaleza no sólo es fuente de trabajo del hombre sino,
también, es materia de reflexión que le permite lograr lo que su constitución
física no le admite realizar por sí misma (volar como las aves, por ejemplo).
En materia de organización, los
hombres siempre hemos admirado la “perfección” organizativa de las abejas o de
las hormigas. Sergio A. Moriello considera que una hormiga aislada “es una
criatura sumamente tonta, estúpida, capaz únicamente de ejecutar -aunque de
forma fiel y obstinada- un pequeño conjunto de rutinas innatas, pero
condicionada por el entorno circundante. No obstante, tomadas en grupo, son
capaces de erigir sociedades complejas con sofisticadas actividades como
agricultura, ganadería, arquitectura, ingeniería e, incluso, prácticas de
esclavitud. De esta forma, podría considerarse al hormiguero como un macroorganismo,
que presenta un comportamiento global inteligente. Es decir, nadie planifica,
nadie ordena ni controla, pero surge un comportamiento colectivo -quizás
instintivo- o una necesidad que las "obliga" a trabajar juntas
persiguiendo un fin común.”
Más allá de ello, lo que es
deplorable es que todo estaba a la vista desde hace decenas de años. Y solo la
complicidad de una izquierda electorera, arribista y corrupta pudo haber
logrado que los medios corruptos de la lumpen burguesía local y del
imperialismo, trabajando conjuntamente, hayan podido ocultar el grado y las
formas del coloniaje americano que esclaviza al Perú como nación y lo explota
sin límite. Todas estas cosas que describe y denuncia Quintana era muy
conocidas y denunciadas en los años 60. No fue extraño por ello que surgieran
movimientos revolucionarios como el de De la Puente y el MIR, y también
insurrecciones de jóvenes de la intelectualidad izquierdista como Javier
Heraud. Grupos de izquierda socialista como el de Ruiz Eldredge, Ruiz Caro y
sus compañeros de partido agrupados alrededor del semanario Libertad,
novelistas y editores como Scorza, Mejía Baca, parlamentarios como el senador
Montesinos, etc., etc., todos estaban claros en la sujeción colonial del
Perúal imperialismo yanqui y los
vínculos con los descendientes locales del semifeudalismo y de la timorata pero
sanguinaria burguesía lumpen, y de la APRA como principales representantes
políticos de la casta estatal y gobernante.Lo que ocurrió en los 80s y 90s es que la burguesía lumpen y sus
patrones yanquis neoliberales simplemente arrasaron con todo lo que tenía nomás
fuera un ligero tufo protestatario. La izquierda "revolucionaria" que
amenazaba con la lucha armada de fusiles de palo quedó desnuda y de acuerdo con
su cobardía y arribismo vieron su salvación en la democracia parlamentaria,
para la cual muchos de esos líderes y partidos ya estaban bien entrenados en
las aulas universitarias. Así se pudo ver a un "revolucionario” mini Mao
peruano como Breña Pantoja proclamar enardecido que eran ellos, él y su banda
Patria Roja, quienes habían organizado al campesinado contra el terrorismo
subversivo y así salvado la democracia. Otros terminaron, en el curso de los
años, donde en realidad les correspondía haber estado desde un comienzo: como
militantes de la Apra, del belaundismo y otras capillas políticas del
imperialismo y la lumpen, aplaudidos por su pasado "revolucionario"
pero responsable.Chicos buenos,
demócratas certificados, por fin. ¿Lumpen-burguesía? ¿Imperialismo?, ¿semi-colonialidad?
¡No se escucha padre! Ahora tenían que preocuparse de cómo gobernar y para eso
ya habían empezado a "gerenciar responsablemente" algunos sindicatos
y sus ingresos. Los líderes del PUM, del PC Moscú, PR pekinés y otras sectas
"revolucionarias" por fin lograron apoltronarse en el Congreso,
algunos de ellos como parlamentarios permanentes a quienes la prensa lumpen
estaba encantada de publicitar como "contestatarios". Esa fue la
imagen que proyectaron para ganar un calientafundillos en el parlamento:
defensores del pueblo (¿clase obrera? ¡Por Dios! Esas son antiguallas que no
caben en el mundo globalizado. ¡Hablemos y mostremos que somos capaces de
gobernar!). De los intelectuales de izquierda ni se diga.ONGs patrocinadas por la USAID, becas y
viajes en universidades como Harvard, plantillas, tests estadísticos y formatos
para cómo ver la realidad, dádivas del régimen corrupto del Sr rey Juan Carlos
para universidades, obras y centros de la intelectualidad peruana,
publicaciones internacionales con el patrocinio de Vargas Llosa, inmediatamente
hicieron comprender a esos intelectuales progres que Mariátegui y su Marxismo
eran restos del pasado, antiguallas; ¿despojo de tierras? Eso no no es más que,
de acuerdo a las teorías modernas de gringos sabios, más que migraciones de
campesinos que ya no quieren ser pongos ni sirvientas sino ganar un salario,
pues la utilidad marginal que así obtiene es mayor que sacan cultivando papas y
maíz en sus tierras improductivas. Es pues el progreso y la globalización lo
que los mueve. ¿La vida comunitaria? Otra antigualla propia de trasnochados,
vetustos marxistas que se quedaron en el siglo 19. ¿Música criolla? Ruido para
borrachines nostálgicos. ¿Huayno? ¡Caramba! Cómo querer volver al incanato,
salto para atrás que solo mora en la imaginación del afiebrado José María. ¿Música
chicha? ¡Horror! Eso huele a cerveza chinganera.
Pero el tiempo no pasa en vano. Y
de repente estalla el pueblo trabajador desde abajo, por sus propias fuerzas y
venciendo sus penas y dolores, poniendo al desnudo qué es lo que realmente
ocurre en nuestra patria. La experiencia de la explotación y el sufrimiento,
del menosprecio racial, ha hecho a este pueblo avanzar políticamente decenas de
años, y aun sin teorías. Tal como surgen los verdaderos movimientos
revolucionarios, creciendo subterráneamente hasta madurar y lograr una
comprensión práctica de su condición de explotados. El Perú ya no será lo que
era. Ahora el pueblo deberá coronar sus luchas organizándose, centralizando las
luchas de los trabajadores asalariados industriales y de servicios en alianza
con el campesinado. Hay ya los elementos del pueblo que asumirán esa lucha.
Jóvenes esclarecidos y honestos. A ellos les corresponde elevar su nivel teórico
revolucionario, su capacidad organizativa, la prensa popular, hacerse presentes
en las organizaciones de la sociedad burguesa: municipios, regiones,
departamentos. Y en las organizaciones de los trabajadores asalariados y
campesinos. Esta es una tarea a su medida, no propia de iluminados ni
traficantes de esperanzas. Propia de una juventud que no se arredra ante los
sacrificios que demanda una sociedad gobernada por los propios productores, sin
zánganos que viven del trabajo ajeno ni especuladores que se apropian de los
pequeños ahorros del pueblo trabajador. ¡Hay hoy hermanos, como decía nuestro
insigne vate comunista César Vallejo, muchísimo que hacer!
A propósito de esta entrevista a Lumbreras, tengo algunas serias
observaciones:
Creo que se equivoca muy lamentablemente. Su afirmación no tiene
sustento histórico ni legal. Las matanzas que cometieron los bárbaros
españoles, la exhibición de indios encadenados como objetos o simios o animales
raros en la corte española, la acusación de idolatría, la defensa de los
indígenas que hizo el padre de las Casas, etc., etc., son muestras evidentes de
que los invasores españoles creían y afirmaban y actuaban como raza superior
frente a semisalvajes o semihumanos. Estos hechos históricos demuestran que los
bárbaros extranjeros actuaban como “nosotros” frente a los “otros”, los indios.
Túpac Amaru se rebeló no solamente contra los criollos sino sobre todo contra
el explotador sistema colonial español.
A qué conducen las afirmaciones de Lumbreras sino a blanquear la
barbarie española, sino a blanquear el crimen histórico de las elites
españolas. ¿Consciente o inconscientemente? En el fondo es lo mismo que concluye
la prédica racista de Vargas Llosa: los malos no fueron los conquistadores, el
virreynato, etc., sino los hijos de los conquistadores, los criollos y
mestizos. O sea: mejor hubiéramos seguido con virreyes y cortesanos españoles e
indios semisalvajes.
El problema fue efectivamente uno de clase, pero uno que evidentemente
surgió con la conquista y sumisión criminal, un poder extranjero que sometió a
los indígenas, la clase productora esclava frente a la casta de virreyes y su
séquito, un poder extranjero explotador, racista y violentamente criminal
contra los indígenas.
Es esa conformación social y las concepciones de superioridad racial de
la explotación colonial lo que fue heredado, por los hijos de la casta
virreynal, los criollos. Y vale decir aquí que la revolución de la
independencia fue obra principal de criollos esclarecidos con una ideología que
ha sido ignorada y tergiversada por el poder criollo que finalmente heredó y
tomó las riendas del poder o, mejor dicho, dejó en vida todo lo que era el
dominio colonial de sus padres españoles. Bolívar, Túpac Amaru, entre otros,
son descollantes ejemplos de criollos. Sí, Túpac Amaru era alguien que por sus
funciones puede considerarse como un privilegiado, como lo eran los netamente
criollos, cuya sublevación va mucho más allá de la lucha contra la explotación
racial española.
Hay pues sutilezas históricas que se ignoran o se velan a menudo, con la
consecuencia, aunque fuere involuntaria, de dividir al pueblo peruano y
blanquear la explotación imperial.
Como clase social, los criollos explotadores son los que efectivamente
heredaron la colonia, mas no el pueblo criollo. La revolución de la
independencia, gestada por una burguesía muy embrionaria no liquidó el
feudalismo, es decir la clase en el poder que se proyectó en la elite criolla
mas no en los criollos pobres, artesanos y proletarios. Es claro pues lo que
decía el criollo J. C. Mariátegui: el problema de las razas es el problema
de la tierra; la economía, las clases sociales determinan el problema de
las razas y no al revés; no son las razas, criollos e indios, las que
determinan el poder económico. Esto se puede ver muy bien en el Perú de hoy:
unos cuantos peruanos de neta extracción indígena son capitalistas que en mayor
o menor medida se ubican ya en el poder local y son los más acérrimos
defensores del capital imperialista, mientras que otros que bien se podría
llamar criollos forman parte del ejército de reserva citadino, moradores de
barrios tugurizados.
Lo que tenemos pues en nuestra política son poderes mafiosos, no importa
si criollos o de extracción indígena. Basta para confirmarlo leer la lista de
apellidos en el Parlamento.
Y lo que hay
hoy no es producto del cansancio del pueblo peruano, especialmente indígena. Lo
que hoy hay es hartazgo, rebelión, comprensión por el pueblo trabajador,
indígena o no, comprensión, aunque fuere todavía elemental, de su situación de
clase, de la explotación que sufren por su condición de trabajadores del campo
o la ciudad, comprensión, embrionaria aún, de que este sistema explotador
ya no da más y es necesario sustituirlo por otro superior que permita su
liberación y bienestar. La clase obrera, de extracción indígena es la más
esclarecida, todavía casi intuitivamente, pues sufren en carne propia la
barbarie explotadora de los nuevos colonizadores, del imperialismo neoliberal.
Este es el problema central del Perú de hoy: no el racismo sino el sistema de
explotación clasista que perpetúa el racismo virreynal y republicano,
contradicción que muy claramente fue ya señalada por Mariátegui: desalojar a
las fuerzas del capitalismo imperialista es el primer paso necesario, y solo el
primer paso, para resolver el problema de las razas, para que el Perú se
desarrolle como nación.
Entrevista con el intelectual marxista y exministro de RREE Héctor Béjar::
El contexto y los motivos del golpe, en un país enclavado entre la realidad y
la ficción
(…)
Conversamos
con Héctor Béjar Rivera sobre su balance de un gobierno del que fue parte
por un brevísimo período, sirviendo como Ministro de Relaciones Exteriores.
Pero la experiencia política de Béjar ha sido de todo menos breve. Durante 60
años tuvo un rol protagónico en la política peruana, desde la vía
político-militar que exploró en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)
y el peruano Ejército de Liberación Nacional, hasta su participación
institucional en el gobierno de Velasco Alvarado y en su política de reforma
agraria, así como en la Asamblea Constituyente del año 1978. Igual de profusa
ha sido un vida intelectual, desde la creación del Centro de Desarrollo y
Participación (CEDEP), hasta la publicación de numerosos artículos, ensayos y
libros, algunos de ellos, auténticos clásicos de la historia y la sociología
peruanas. A su vasta experiencia nos remitimos en esta conversación.
- Todo parecía indicar que la reforma constituyente era una
demanda con un extenso apoyo popular. ¿Por qué esa bandera fue arriada ni
bien entró Castillo a palacio?
Es
cierto que se planteó, y las movilizaciones siguen planteando, una reforma
constituyente. Siempre he dicho que no deberíamos hablar de una asamblea
constituyente sino de un proceso constituyente, porque en las condiciones
actuales, una asamblea replicaría al parlamento. Corremos incluso el riesgo de
que un cuerpo formado de manera apresurada en esta situación de precariedad
política que vive el Perú pudiera ser incluso peor que el propio Congreso,
dando lugar a una Constitución aún más regresiva que la de 1993, creada por la
dictadura de Alberto Fujimori.
Lo
que hay que hacer entonces es un proceso constituyente, una labor de educación
y difusión con las comunidades rurales y urbanas, desde las bases. Y, partiendo
de las intensas luchas populares que se dan en el Perú -que ahora se han
intensificado-, ir alumbrado una Constitución que no sea fruto de gente dudosa
ni de instrumentos mafiosos.
- ¿Y qué hay de la reforma agraria que anunció el ex
presidente con bombos y platillos?
La
reforma nunca existió. No fue más que un instrumento publicitario. Incluso hubo
quien quiso compararla con la realizada por Velasco Alvarado, pero eso es
ridículo.
- ¿Por qué algunas viejas declaraciones suyas generaron
tal nivel de virulencia en la oposición? ¿Cómo fue que se precipitó su
renuncia como Ministro?
En
el Perú no hay derechas: hay mafias. Este conjunto de mafias y algunos partidos
políticos dieron un verdadero alarido de rabia cuando fui nombrado Canciller,
por lo que buscaron cualquier pretexto para conseguir mi salida. Usaron como
excusa dos declaraciones que hice con mucha anterioridad. Allí afirmaba
dos cosas: que los primeros actos terroristas en el Perú fueron cometidos por
la Marina en el año 1974, y que el ejército tuvo relación con algunos actos de
[la guerrilla] Sendero [Luminoso]. Según ellos esto fue un insulto a las
fuerzas armadas. Amenazaron con un golpe y el gobierno, que por ese entonces
tenía apenas 19 días, tembló.
Pero
es la propia Marina la que reconoce aquello, que editó un libro en homenaje a
quienes dentro de la institución hicieron esos actos de terrorismo contra el
general Velasco. Uno puede, además, cerciorarse de esos hechos tan sólo con
leer los periódicos de esa época. Esto fue en el año 74, mucho antes de que
naciera Sendero, que operó desde el 80 hasta el 92. Durante esos doce años,
¿acaso los servicios de inteligencia del Ejército no fueron capaces de penetrar
la organización? ¿Eran tan ineficientes? Es evidente que para penetrar una
organización terrorista hay que practicar el terrorismo: esas son sus reglas.
Esto puede entenderlo cualquiera, no necesita ser un estudioso ni un
especialista.
Como
resultado de la presión de las fuerzas armadas, a mi se me impidió ir al
Congreso. Probablemente Castillo y su círculo más cercano pensaran que eso
podía agravar la situación. Si mi presencia ponía en peligro al gobierno lo
mejor era que me quitara del medio. Y eso fue lo que hice con mi
renuncia.
Las cloacas profundas
Algo
parecen haber dejado en claro los últimos años de política peruana: la
estructura política está podrida. Seis presidentes en siete
años, el dramático suicidio de un ex presidente, un poder judicial
que es como el perro del hortelano: no gobierna ni deja gobernar.
Un apellido omnipresente, que pasó de la democracia al gobierno de
facto, reciclándose luego nuevamente bajo un precario estado de derecho: el
fujimorismo, un monstruo de múltiples cabezas y partidos que viene marcando el
pulso de los últimos 30 años de política criolla. Una Constitución, de
origen non sancto, que tutela y blinda lo que realmente importa: el
aparentemente intocable modelo económico neoliberal. Estas son algunas de las
cloacas profundas que surcan el Estado peruano.
- Hace semanas circulan lecturas absolutamente contrastantes
sobre el sistema político del país. La derecha afirma que Perú
muestra el fracaso del presidencialismo en América Latina, mientras otros
sectores afirman que Perú evidencia los problemas crónicos de un parlamento con
poderes y prerrogativas inconcebibles en otros países formalmente
presidencialistas. ¿Cuál es su análisis de esa tensa relación de poder entre el
ejecutivo y el legislativo, y qué tipo de reforma política imagina usted que
podría saldar ese problema de fondo?
Lo
que pasa es que la Constitución de 1993 es un mal fruto de un golpe de Estado
funesto, y de una enredada negociación del señor Fujimori -presidente de facto
en aquella época- con la OEA y con la comunidad internacional. De ahí salió un
texto legal lleno de remiendos, que tiene elementos del presidencialismo de
facto de Fujimori, que quería -y finalmente logró- perennizar su poder.
Pero
por otro lado la presión internacional introdujo algunos elementos
interesantes, como por ejemplo la defensoría del pueblo, el habeas data,
el tribunal de garantías constitucionales -ahora Tribunal Constitucional-,
etcétera. Pero a estas alturas es claro que esa Constitución no sirve para
nada. Aquella cuenta además con un famoso capítulo económico que blinda y
vuelve invulnerable a la inversión extranjera, exonerada de impuestos en el
Perú. Es un aparato que ya no funciona. La discusión sobre derechos humanos,
por ejemplo, ha avanzado muchísimo desde el 93 hasta la fecha: hay derechos
humanos que han sido incorporados a otras legislaciones en América Latina y en
el mundo que en Perú simplemente no existen.
Todo
eso es lo que hay que explicar, lo que hay que trabajar con las bases populares
del país. Lo que pasa es que a esa Constitución, ya remendada en el 93, se la
ha ido remendando más. Y fue este Congreso, que supuestamente no quiere que se
toque la Carta Magna, el que le ha hecho más de treinta modificaciones que los
peruanos ni siquiera conocen. Algunas de estas modificaciones anularon derechos
existentes, como el derecho a referéndum.
- ¿Y qué sucede con la judicialización de la política? Ya
en las últimas elecciones, 10 de las 18 candidaturas presidenciales tenían
procesos judiciales en curso. ¿Lo qué vemos en Perú es una singularidad local o
puede ser considerado un capítulo nacional de una estrategia regional de aplicación
del lawfare?
Hay
de las dos cosas. Tras el gobierno de Velasco las fuerzas armadas peruanas
fueron desnacionalizadas y perdieron calidad: su formación ya no es la de
antes, no sólo desde el punto de vista estrictamente militar, sino también
desde su cultura nacional y general. La corrupción se introdujo en el Ejército
y también en la policía. Sin embargo, saben que no pueden dar directamente un
golpe de Estado: no hay un ambiente propicio ni en América Latina ni en el
mundo para eso. Pero como todo el mundo sabe, las modalidades de los
golpes han ido variando. Hoy tenemos en Perú un «PM», un partido de los medios,
muy activo además de monopólico y concentrado. Un «PF», el partido de la
fiscalía. Y un «PJ», el partido del poder judicial. Estos tres partidos, junto
al Congreso, son los cuatro grandes actores que gobiernan el Perú, teniendo
detrás a los grandes capitales locales y extranjeros.
Ese
entramado de poder ha hecho que Castillo sea acosado, estigmatizado,
enjuiciado, acusado de cinco mil cosas, desde antes que sea presidente, lo que
no significa que Castillo sea un líder popular pulcro, puro, ni nada que se le
parezca. Castillo es para mi un personaje que requeriría un análisis
mucho más detenido. Pero también digo, al mismo tiempo, que lo que se está
haciendo contra él es un abuso, absolutamente ilegal. El hecho es que la fiscal
de la nación y el poder de la nación se darán el lujo de tenerlo preso, bajo
«detención preventiva», por un lapso de tres años. Hemos llegado a tal punto de
politización de la justicia que usted puede ir preso y el juez puede tomarse
tres años en averiguar si usted es culpable o no de delito alguno.
¿Todos los golpes un golpe?
Como
sucedió ya en la dramática coyuntura que culminó con el golpe de Estado en
Bolivia del año 2019, los últimos acontecimientos peruanos suscitaron tantas
hipótesis y teorías como analistas, operadores y opinólogos se encuentran en
estas generosas tierras sudamericanas. Grosso modo, estas interpretaciones
en pugna (más que meras teorías, decisivos móviles para la acción -o la
inacción- política) se organizan en tres grandes grupos. La primera mirada es
la de los que caracterizan lo que sucedió como un autogolpe perpetrado por
Pedro Castillo, seguido de la restauración de la normalidad democrática con la
asunción de la siguiente persona en la línea de sucesión constitucional,
la presidenta juramentada Dina Boluarte. No faltaron incluso los que
se atrevieron a comparar a Castillo con Fujimori.
Un
segundo grupo de lecturas señala la existencia de "dos golpes",
interpretando como interrupciones democráticas tanto al discurso de Pedro
Castillo del día 7 de diciembre, como a su destitución por vía parlamentaria y
la posterior asunción de Boluarte, considerada aquí una presidenta de facto o
ilegítima. Esta teoría tiene un cercano parentesco con aquella que hablaba de
"dos conservadurismos" y llamaba a no tomar partido en el decisivo
balotaje que enfrentó a Keiko Fujimori -hija del ex dictador- y al propio
candidato de Perú libre el 8 de junio del 2021. Diversos medios
"progresistas" se hicieron eco de ambas hipótesis en Perú y en el
mundo.
La
tercera interpretación subraya la existencia de un golpe único, consumado por
vía parlamentaria con la vacancia conseguida, después de dos tentativas
infructuosas, contra el ahora ex presidente. Golpe que, desde esta mirada,
seguiría un claro patrón regional, con antecedentes como el golpe parlamentario
a Fernando Lugo en Paraguay y a Dilma Rousseff en Brasil.
- Recapitulemos los hechos: ¿hubo un golpe? ¿Acaso dos? ¿Quién
o quiénes lo perpetraron?
Creo
que existe un golpe de caricatura y un golpe de verdad. La caricatura de golpe
pertenece a la autoría del señor Castillo. Hasta ahora el no ha dicho que pasó,
y nadie lo puede asegurar a ciencia cierta. Pero es un hecho meramente
anecdótico: el de un presidente que, sin previo anuncio, frente a las cámaras
de una cadena nacional, lee un pequeño papel con mano temblorosa, ordenando a
los señores de las fuerzas armadas que cierren el Congreso para formar un
gobierno de emergencia y reorganizar los poderes del Estado.
En
primer lugar hay que decir que el cierre del Congreso es una demanda nacional:
salvo los propios congresistas, todo el mundo lo exige. La declaración, en este
sentido, cumplía una demanda extendida. Lo mismo pasa con el poder judicial,
altamente corrupto: en mi opinión, no sólo habría que reorganizarlo, sino
desmontarlo totalmente. Pero la forma tan ingenua y tan infantil en que anunció
estas medidas, resulta para mi un misterio. Entonces uno tiene que
preguntarse que pasó, cómo lo decidió, por qué, y con la participación e
incidencia de quiénes.
Pero
todo esto no es más que una anécdota que desorienta, que nos distrae del hecho
central. Esto no es un golpe de Estado. El golpe de Estado vino después, cuando
violando todas las normas el Congreso lo destituyó en cuestión de minutos. A
las pocas horas tenía usted a Castillo en prisión, y a la señora Dina Boluarte,
aparentemente preparada para la ocasión, asumiendo la presidencia de la
República. En poco tiempo Boluarte declaró emergencia nacional, se negó al
diálogo, y comenzó a gobernar el país de manera prácticamente dictatorial,
porque las garantías constitucionales fueron interrumpidas en todo el país. En
este momento cualquier policía puede romper la puerta de mi casa y meterse en
ella sin explicaciones: en la misma situación están ahora todos los peruanos y
las peruanas.
- ¿Y qué opina en torno a la participación presunta de dos
actores clave: las fuerzas armadas peruanas y la OEA, que en la figura de su
secretario general Luis Almagro tuvo una muy oportuna visita al país pocas
semanas antes del golpe?
Hoy
todo es posible. Todo es imaginable. Yo todavía no me arriesgaría por ninguna
hipótesis. El diario La República publicó un artículo en donde se afirma que
Castillo, junto al último Ministro de Defensa designado, el general [Emilio]
Bobbio, pidieron su renuncia al Comandante General del Ejército el día anterior
al golpe. Según aquel diario, tras una reunión de todos los comandantes del
Comando Conjunto, que incluye además del Ejército a la Marina y la Aeronáutica,
los uniformados acordaron rechazar el pedido del presidente, decidiendo allí su
destitución. Aunque no lo dice expresamente así, el diario sugiere que
estaríamos en presencia de un golpe definido por actores militares.
Ahora,
¿que tiene que ver la OEA en este asunto? Lo curioso es que, al menos
públicamente y hasta donde sabemos, la OEA ha defendido a Castillo, porque este
no afectó de ninguna manera los intereses de los EEUU. Cuando Castillo fue a la
Cumbre de las Américas habló de una "América para los americanos",
repitiendo la famosa frase de James Monroe. Había allí un mensaje claro. Y
cuando la misión de la OEA estuvo en Perú, se dedicó a criticar más a la
oposición que al propio Castillo. Con la información que tenemos me parece
difícil suponer que la OEA haya sido promotora de esto. Sigo pensando -y por
supuesto me puesto equivocar-, que esto es principalmente un hecho local,
protagonizado por actores locales, que se movilizaron por intereses más bien
locales.
Es
obvio que nuestra derecha cavernaria y ciertos grupos militares odian a
Castillo porque no aceptan a su propio pueblo. Algún jefe militar dejó filtrar
una información en donde afirman que mientras haya fuerzas armadas en el Perú
la izquierda no gobernará el país. El problema entonces ya no es sólo el
comunismo, como decían antes: ahora es toda la izquierda la que es rechazada
por esta gente.
- La asunción de Boluarte ha sido fuertemente resistida, tanto
por los ciudadanos del Perú profundo como por diferentes presidentes y
liderazgos de la región. Vemos hoy conatos de movilización con notables picos
de masividad y radicalidad. Incluso se cuentan de a decenas las víctimas
fatales de la represión. ¿Hacia donde puede evolucionar esta situación en las
próximas semanas? ¿Llegarán las protestas a un clímax destituyente? ¿Qué salida
mediata o inmediata imagina para la crisis?
Hoy
vemos una comedia, una mala comedia, en la que la prensa, incluida una prensa
llamada "progresista", se llena de ataques furibundos contra México,
Honduras, Bolivia o Argentina. Incluso contra la OEA, aduciendo que hoy todo el
mundo está contra el Perú. Eso respecto al plano internacional y a las
denuncias sobre el gobierno de Boluarte.
Respecto
a la respuesta popular, tenemos que graduar aquí las cosas: no se trata del
pueblo en general, aunque sí son sectores muy activos y significativos. Las
clases populares, en general, están mirando con mayor o menor indiferencia lo
que pasa, como de costumbre. Se encuentran como desenganchadas del mundo
político y de todos estos sucesos. Pero los sectores movilizados, está claro,
no van a hacer caso del estado de excepción y continuarán protestando. Me
cuesta creer que la señora Boluarte no sepa que la continuidad de estas medidas
traerá más muertes y más sangre. Y me cuesta imaginar como pudo nombrar un
gabinete tan derechista, vinculado a la oligarquía financiera de [Pedro Pablo]
Kuczynski, sin ninguna capacidad política ni voluntad de diálogo.
Si
Boluarte no deja el poder llevará el país a una tragedia. Lo que ella y su
círculo esperan es que la gente se canse y se desmovilice, que se olvide de sus
problemas, y continuar así por lo menos dos años más de gobierno. Pero no hay
ninguna experiencia histórica que avale en el Perú esa estrategia.
Los extravíos de la izquierda
Raras
son las ocasiones en las que un texto escrito hace 60 años puede aún iluminar
el presente de un país. Es el caso del libro "Perú 1965: apuntes sobre una
experiencia guerrillera", escrito en el penal de la isla El Frontón entre
los años 1966 y 1969 por el propio Béjar, cuando era parte del ELN. Decía allí:
"
[...] debido a la insuficiencia y falta de continuidad del trabajo teórico, la
izquierda peruana en su conjunto no puede exhibir una interpretación de la
realidad peruana basada en estudios serios [...] Parte de ese lastre es el que
hemos recibido y el que todavía nos impide ver con entera claridad los cambios
sociales".
¿Qué
ha sido de la izquierda peruana en las últimas décadas? ¿Por qué no
pudo leer con entera claridad los últimos cambios sociales, desde las
inesperadas posibilidades electorales de Pedro Castillo hasta esta
insurrección popular en puerta? Nos asegura Béjar que la estructura social
del país se transformó radicalmente en los últimos tiempos. Pero quizás
los muchos "Perú que hay en el Perú" sigan determinando las muchas
izquierdas -rurales y urbanas, limeñas o provincianas- que
habitan en el campo popular. A estos problemas insolubles hay
que sumar, además, la presencia de una derecha histérica
que «terruquea» -acusa de terrorista o comunista- a todo el que exprese
alguna reivindicación o siquiera la más leve inconformidad.
- ¿Cuál es el estado actual del movimiento social peruano,
independientemente de lo que sucede a nivel gubernamental? ¿Cómo sale de este
trance, del breve interregno del gobierno de Castillo?
El
movimiento social ha crecido muchísimo. En Perú hay una izquierda política, que
está en el aparato político, en el sistema político, y hay lo que podríamos
llamar una «izquierda social», que no es izquierda en términos de estricta
conciencia política, pero que cuenta con muchos activistas sociales que se
sienten de izquierda, tienen ideas políticas sumamente articuladas y son gente
altamente honesta. Son miles en el Perú contemporáneo. En ese sentido el
movimiento social ha crecido muchísimo. Pero no podemos santificar estos
procesos. En este país la corrupción lo atraviesa todo, incluso a sectores del
movimiento social.
Pero
lo cierto es que el movimiento social es más fuerte y está más activo que hace
algunas décadas: lo vemos hoy, en su gran capacidad de movilización, en su
posibilidad de incidir en el gobierno. Este movimiento no espera las consignas
de los partidos políticos: es capaz de reaccionar positiva y espontáneamente.
- Usted mencionó, en una entrevista reciente, que había en
Perú una izquierda positivista, que pensaba en términos de civilización y
barbarie. A la vez, mucho se ha discutido sobre la aparente inexistencia de un movimiento
indígena, al menos comparable con sus homólogos de países como Bolivia, Ecuador
o Guatemala. ¿Cuál es el estado del debate sobre la plurinacionalidad en el
Perú? ¿Le parece una perspectiva posible y razonable para reorganizar el
Estado? ¿En qué situación se encuentra el movimiento indígena y
campesino-indígena?
Existen
reclamos y consignas sobre la plurinacionalidad, pero aún no hemos tenido una
discusión seria al respecto. En el panorama social del Perú, que es bastante
complejo y variado, podemos establecer varias tonalidades y posiciones
indigenistas. Los movimientos más fuertes y conscientes de su indigenismo -o de
su indianismo, según la perspectiva- son los pueblos nativos de la Amazonía
peruana, que se reconocen como comunidades con identidad propia. Es el caso de
los asháninkas y los aguarunas, por ejemplo. Estos y otros pueblos hablan
alrededor de 200 lenguas, y algunos de ellos cubren una importante extensión
del territorio nacional, desde la Amazonía central hasta el sur del Perú.
El
otro polo fuerte, de mucha presencia e identidad, es el aymara, en el altiplano
próximo a Bolivia, en una frontera que es sólo política y en donde el
intercambio cultural es muy fuerte. Con los quechuas la situación es diferente.
Perú fue el centro del colonialismo español en América del Sur. Los quechuas
fueron sometidos, pero establecieron alguna forma de identificación con el
régimen colonial y tuvieron sus propios jefes y curacas durante 300 años. La
excepción, muy conocida, fue la de Tupac Amaru y su revolución. Pero no esto no
sucedió con el resto de las aristrocracias, de las élites quechuas, que fueron
más bien instrumentadas por los colonizadores.
Después
hay otras nacionalidades, desaparecidas o menos visibles. El vórtice de la
rebelión actual está en territorio de los charcas, en la zona de Apurímac, en
los departamentos del centro-sur del Perú. Esa gente ha sido desde siempre muy
aguerrida. Ellos tienen su tradición, aunque no se reconozcan a sí mismos como
pueblo, sino más bien como apurimeños o abancaínos y también como peruanos.
Luego tenemos a la gente del norte, de Cajamarca, de la tierra de Castillo:
gente más aculturada, más influida por los españoles de la Colonia.
La
situación en suma es bastante variada, y plantea seriamente la posibilidad de
construir un Estado plurinacional. Aun no sabemos cómo podría funcionar, ni qué
nacionalidades serían eventualmente reconocidas. Pero existe la demanda, e
incluso es aceptada por ciertas élites culturales, en torno a una nueva
Constitución que pueda albergar un panorama plurinacional y multicultural,
aunque existe también la oposición activa de los sectores de la derecha más
cavernaria.
- Pareciera entonces que la cuestión indígena y la cuestión
campesina aparecen muy vinculados a la cuestión regional, y sobre todo a la
centralización política y administrativa en Lima, excesiva aún en un continente
en donde la centralización alrededor de las ciudades-puerto es un
fenómeno muy exacerbado.
Si,
lo de Lima es absolutamente dominante. Pero Lima también es provinciana. Gente
de todo el Perú está también allí.
- Para terminar, ¿cómo ve al país en su
contexto regional?
Siempre
creí que la mejor forma de lucha es continentalmente. Intensificar los lazos
regionales ahora es mucho más fácil; la tecnología nos da todas las facilidades
para ello. Es una pena que no tengamos editoriales latinoamericanas como
tuvimos hace muchos años. Tenemos medios como Telesur, un ejemplo
importantísimo, pero quizás podamos hacer algo más en términos de comunicación.
Otras fuerzas políticas del continente han tenido logros políticos muy
importantes, que aún no asimilamos, mientras que otras, como la peruana,
brillan por su ineficiencia. Hay que hacer todo lo posible por sacar el debate
de su contingencia política diaria. Tenemos que dar un debate político de más
profundidad, de más larga duración, más continental y también más global.