La
geopolítica de Donald Trump
Kritica
28-05-2018
La
victoria de Donald Trump en EUA significa, que toda la arquitectura mundial,
establecida al final de la Segunda Guerra Mundial en Bretton Woods (1944), se
ve ahora trastocada y se derrumba. Los naipes de la geopolítica, se están
barajando y van a darse de nuevo. Otra partida empieza. Se profundizan las
hostilidades entre ambos actores financieros transnacionales con centro en EUA,
en Washington los republicanos continentalistas y en la city de Wall
Street/Londres los demócratas globalistas. Esto es lo que certifica la partida
de defunción del Gran Acuerdo de Roosevelt de 1933, entre el capital y trabajo
en EUA, que lleva a que se profundice también la guerra desde arriba contra las
organizaciones del trabajo.
Con el gobierno de Trump se manifiesta claramente
la crisis agónica, turbulenta y conflictiva del capitalismo transnacional
global y continental. Expresando un nacionalismo industrialista anti-oligarquía
financiera, Trump se enfrenta principalmente con las fuerzas del esquema de
poder globalista (las cuales se expresaban primordialmente con Hillary
Clinton), y en forma secundaria con el esquema continentalista (establishment
del Partido Republicano), con quienes acordó una coalición de gobierno para
garantizar su gobernabilidad. Esto obstaculiza la posibilidad de exportar la
crisis, que tiende a profundizarse a lo interno de los Estados Unidos de
América (EUA) .
Lo anterior se observa en la posición de Trump
frente a los grandes tratados comerciales: su primera medida fue la salida del
TPP, en busca de desarmar el diseño geoestratégico globalista de su predecesor
Obama (TPP-TTIP-TISA), a la par que no dejó de avanzar en la renegociación del
continentalista NAFTA (muy resistido por los republicanos), en pos de la
relocalización en territorio estadounidense de las grandes transnacionales.
Cada vez resulta más evidente que el capitalismo
actual no está en condiciones de generar ni remotamente un ciclo expansivo en
el ámbito de la producción. En el pasado mes de febrero Wall Street registró
una de las mayores caídas desde la crisis de 2007. La crisis bursátil del 26 de
febrero de 2018 es la manifestación más reciente que ha hecho bajar las
esperanzas de un nuevo ciclo tecnológico, dirigido por el capital financiero
globalista.
Las repentinas caídas de “valores estrella” en la
bolsa de Nueva York como los de Facebook, Google, Uber, Amazon (todas empresas
de punta del globalismo que operan con capital deslocalizado fuera de EUA y con
sus inversiones concentradas en China), son manifestación de una crisis del
capital a nivel global. Las mismas empresas son atacadas, a su vez, por
intervenciones verbales y políticas de Trump, quien ha comenzado una guerra
económica no tanto contra China sino contra dichas empresas con la finalidad
que se relocalicen en EUA.
La presencia de un escenario de sustitución
tendencial del petrodólar por el petro-yuan-oro (marzo de 2018) implica una menor
demanda del dólar y con ello una caída de su precio. Con un dólar a la baja y
la del costo fiscal, Trump espera re-construir un industrialismo nacional (Make
America Great Again), al favorecer a los sectores exportadores y busca
debilitar a los intereses globalistas de los mercados financieros de Nueva York
y Chicago. Un dólar más débil significa una sustitución de la demanda de
activos denominados en dólares por otras monedas y por el yuan/remimbi chino en
primer lugar. Para recuperar lo que se pierde vía devaluación del dólar, Trump
ha compensado sobre todo a aquellas empresas localizadas en EUA, con una fuerte
rebaja de impuestos.
En busca de recuperar las bases de la supremacía
estadounidense a nivel mundial, crecientemente erosionadas por los efectos de
la globalización, Trump ha dado un importante lugar al complejo
industrial-militar del Pentágono, tanto en el gabinete como en grandes aumentos
de presupuesto. En los últimos tiempos EUA arremetió sucesivamente contra Corea
del Norte, Venezuela, Rusia, Irán, Siria y el Medio Oriente.
Siguiendo las estrategias de Kissinger, Trump ha
buscado mostrarse como impredecible (“teoría del loco”: Siria, Afganistán,
Corea) en pos de justificar la doctrina de intervencionismo directo, la cual
permite aumentar el presupuesto de defensa y mostrar su poderío militar, con el
objetivo final de lograr mantener la hegemonía geopolítica en el mundo
unipolar, y con ello mostrar la validez de su campaña de Make America Great
Again para sobrevivir en la interna de poder en los EUA.
Dejando de sostener y pasando a combatir al ISIS en
Siria (sostenido por la OTAN globalista), Trump avanzó en intervenciones
directas en ese país, a la par que decretaba, en alianza con el Israel de
Netanyahu, la salida del tratado nuclear “5+1” con Irán de Obama en 2015,
reinstaurando las sanciones a ese país. Retomando la geoestrategia
neoconservadora, para la cual la crisis del Medio Oriente permite debilitar la
estrategia de la Unión Europea (UE) de articulación en el multipolarismo en el
Asia-pacifico y obstaculizar las iniciativas desde el Asia-pacifico hacia la
UE.
Ello había sido desestimado por la geoestrategia
euroasiática de Brzezinski y el “giro asiático” de Obama-Clinton, consistente
en la dominación del mayor continente y eje geopolítico del planeta, buscando
contener sus periferias. Doctrina que se corresponde con la lógica de
acumulación y los intereses del capital financiero globalizado.
Asesorado por Kissinger, Trump ha buscado entablar
un G-2 con Rusia contra China (o proponiendo luego lo inverso), para
neutralizarlo (teoría del “balance de poder”), buscando romper la alianza de
China con Rusia, y también con Irán. Este punto es crucial para los
geo-estrategas estadounidenses: la alianza entre China y Rusia puede ser clave
para asegurar el declive del poderío mundial de EUA, y del unipolarismo de
Occidente en general, sea en su vertiente globalista o en la continentalista
norteamericana.
A principios de 2018, Trump volvía a la carga con
su nacionalismo económico industrialista (línea Lighthizer-Navarro-Ross),
tensionando su alianza táctica con el continentalismo norteamericano
(desplazamiento del gabinete a Cohn, ex número 2 de Goldman Sachs, y Tillerson,
ex mandamás de la petrolera ExxonMobil).
Con la política hacia Irán, Trump arremetía también
en la guerra comercial contra la Unión Europea, deshilachando más esa histórica
alianza. Grandes empresas europeas habían empezado a invertir en Irán tras el
acuerdo nuclear y enfrentarían ahora las sanciones estadounidenses. Ello
implica también una factura para los ciudadanos europeos, que es inmediatamente
una desestabilización social a todos los gobiernos de la UE, que van a tener
que pagar los combustibles más caro.
Trump ha provocado así un desplazamiento geográfico
de la crisis, del Oriente Medio hacia Europa. Con ello intenta también desandar
los caminos de articulación de la UE en la Nueva Ruta de Seda, pero también se
acrecientan los márgenes de posibilidad para que crezca la necesidad y grados
de libertad de la UE frente a EUA, debiendo emprender su propio rumbo hacia el
Este, integrándose sin mayor demora con el proyecto multipolar en relación con
un China-BRICS ampliado.
El recurso a la guerra comercial parece implicar
entonces un reordenamiento de las cadenas de valor transnacionales que han
definido la globalización. Estas cadenas ya no se integran sin conflictos
geopolíticos. Cuando se llegue a la reestructuración de la cadena de valor
chino-americana, la UE y más concretamente Alemania, bien podría llegar a ser
el ´afectado´ a quien se le podrían endosar entonces los costos de esta crisis.
La UE y Alemania en particular son conscientes de la tormenta que se avecina
sobre la zona euro y sin duda persistirán en realizar su propio juego.
Podemos avizorar entonces que las perspectivas del
multipolarismo avanzan y aumentan frente al unipolarismo, aspecto fundamental y
condición de posibilidad para un proyecto de mundo crecientemente
pluri-civilizacional y pluri-cultural, de y para los pueblos y sus proyectos de
emancipación, justicia e igualdad.
Notas
1. Véase para profundizar el
reciente libro: La crisis mundial. Trump, Brexit, BRICS, Francisco. Dólar,
bitcoins, yuan. Globalismo, continentalismos y pluriversalismo. Ed. Fabro,
Buenos Aires, 2018.
2. Isidro Lopez, La crisis global
permanente, www.elsaltodiario, 9 de mayo de 2018-