domingo, 28 de febrero de 2021

LAS TRASNACIONALES AMERICANAS CONDENAN A SU PAÍS DE ORIGEN A LA RECONVERSIÓN Y LA QUIEBRA. CRISIS SIN FIN

 


Domingo, 28 de febrero de 2021

Publicado por Pablo Heraklio  


La deslocalización y reconversión industrial han arrasado aquellos lugares por los que ha pasado. Ahora es el turno de USA. Estamos en el S.XXI, los mismos mecanismos se suceden recurrentemente desde el S.XVIII y son los propiciados hoy día por la aparición de la era digital. Un mecanismo de concentración y movimiento de capitales que amenaza con destruirse así mismo; y el propio mundo con él. En este blog se ha descrito como el mecanismo de Quiebra y Ruptura, los intereses mantienen los mecanismos que provocan su declive hasta la quiebra de la sociedad que los soporta, permitiendo la ruptura con el régimen; o una nueva quiebra.

USA es una locomotora cuesta abajo sin frenos en curso de colisión con su destino. Lo que no consiga la deslocalización iniciada en los 1970 lo conseguirá la desinversión propiciada desde los 1990, la expansión crediticia/rentismo desde la Gran Recesión del 2008 o finalmente las crisis ambientales y energéticas en ciernes. Apostamos a que Biden no podrá acabar su mandato carcomido por cisnes negros. Un final poético para tal vez el último POTUS tal cual lo conocemos. La mencionada Gran recesión de 2008 y el Covid 19 fueron solo avisos.

El autor atisba un rayo de esperanza, una posible solución a la acumulación de problemas: la lejana, remota, posibilidad de que la política se desligue de los intereses económicos de los grupos de presión, que son a la vez los donantes de sus campañas. La contención de los poderes establecidos por medio de las restricciones a las donaciones a los partidos políticos. Un alejamiento que permitiera abordar seriamente los problemas que ahora son amenazas a la propia continuidad del sistema. Quimeras, los poderes nunca se desharán de su presa, el poder político es suyo. El sistema aguantará al máximo hasta su quiebra.

Por cierto, el motivo de exponer este artículo de Roberts, no es por una especial afinidad ni por que creamos que sus análisis sean los más agudos del mundo, tardó 20 años en convencerse de los avisos que se emitían desde los años 1970. Es principalmente por ser autor de prestigio mundial, que da la razón a todas las voces críticas. Se lleva avisando desde el S.XIX del advenimiento de la hegemonía del capital ficticio y sus consecuencias globales concretadas por Marx, Lamentada en los 1940 por los creadores de la bomba atómica, confirmado den 1956 por  M. King Hubbert con el pico del petróleo, y en definitiva la marabunta de voces disidentes que por una u otra razón avisaron y avisamos a gobiernos y poderes de lo que se nos venía encima y ya está aquí. La población siempre hemos sido conscientes de nuestros problemas. Lo hacemos para mostrar la incapacidad del sistema dominante para corregirse y superar su ansia de beneficio inmediato en post de un beneficio futuro. Vamosa la Ruptura. Ni si quiera sus insiders, políticos, economistas, técnicos son capaces de doblar el curso del timón, hacer entender a los dueños de los medios que no se puede continuar así. Cuando lo han hecho han sido aislados o reprimidos como es el caso del Dr Roberts.  Prefieren ver el barco hundido a gobernado por otros. El problema es que somos sus pasajeros-prisioneros condenados a bogar.

Esto no es un sálvese quien pueda, es una preparaos para organizaros y esperad el momento adecuado con los cuchillos afilados. Tendremos cena, nos comeremos a un rico.

 

Salud! PHkl/tctca

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Traducción tarcoteca - Does the US Still Have an Economy? 11.2.2021 por Dr. Paul Craig Roberts

 

La gente quiere saber a dónde se dirige la economía. Lo que deberían preguntarse es si Estados Unidos todavía tiene una economía. Mi respuesta es no, no es así. Explicaré por qué.

Desde hace un cuarto de siglo he señalado el efecto destructivo de trasladar la inversión y empleos estadounidenses a China y otros puntos del extranjero [offshoring]. La deslocalización sirvió a los intereses de los ejecutivos y los accionistas [gestores y propietarios]. Los menores costos laborales aumentaron las ganancias y, por lo tanto, las bonificaciones a los ejecutivos y los precios de las acciones, lo que resultó en ganancias de capital para los accionistas.

Estos beneficios se acumularon solo para un pequeño porcentaje de la población. Para el resto, estos beneficios celosamente atesorados les impusieron enormes costos externos muchas veces mayores que el incremento de ganancias. La fuerza laboral de fabricación estadounidense quedó devastada, al igual que la base impositiva de las ciudades, estados y los gobiernos federales. La clase media se redujo y las poblaciones de St. Louis, Detroit, Cleveland, Pittsburgh, South Bend y Gary-Indiana, Flint-Michigan y otras ciudades se redujeron hasta en un 20%. Las esperanzas y aspiraciones de millones de estadounidenses fueron aplastadas. Las una vez prósperas ciudades estadounidenses se arruinaron. Las cadenas de suministro y los valores inmobiliarios colapsaron. (Véase Paul Craig Roberts, The Failure of Laissez Faire Capitalism, Clarity Press, 2013)

A medida que los ingresos caían para la mayor parte de la población estadounidense, los ingresos se alzaban para el uno por ciento más rico. Los beneficios de ingresos y patrimonio se han concentrado en la parte superior, lo que hace que Estados Unidos tengan hoy una de las distribuciones de ingresos y riqueza más desiguales del mundo.

A medida que la deslocalización de la alta productividad y los trabajos manufactureros de alto valor agregado redujeron los ingresos estadounidenses, la demanda interna agregada de EEUU se vio afectada y el crecimiento económico cayó. La Reserva Federal expandió el crédito y sustituyó el crecimiento faltante en los ingresos del consumidor con un aumento de deuda del consumidor. Esto agravó el endeudamiento que como el economista Michael Hudson enfatiza acertadamente significó agotar los ingresos del consumidor para pagar el servicio obtenido por medio de la deuda (hipotecas, letras de automóviles, tarjetas de crédito y préstamos estudiantiles), lo que deja poco o ningún ingreso discrecional para impulsar el crecimiento económico.

Hudson, quien ha estado analizando la erosión de la economía estadounidense durante mucho tiempo, pone de manifiesto que la economía estadounidense ya no es una economía productiva o industrial, sino una economía financiarizada, en la que los préstamos bancarios no se utilizan para nuevas instalaciones y equipos, sino para financiar la adquisiciones de activos existentes en busca de intereses, tarifas y ganancias de capital, lo que los economistas clásicos llamaban ingresos o rentas no ganadas o "renta económica". En resumen, Hudson demuestra que la economía estadounidense ya no es una economía productiva. Es una economía de búsqueda de rentas [como en el medievo].

Hudson indica que a medida que la economía se financiariza cada vez más, el saqueo se desplaza hacia la privatización de los activos públicos. Los ejemplos son infinitos. En el Reino Unido, el servicio de correos se privatizó a una fracción de su valor, junto con la vivienda pública, transporte y la British Telecom, lo que generó enormes ganancias privadas. Los franceses también privatizaron las propiedades públicas. En Grecia, los puertos municipales y las empresas de agua se privatizaron junto con las protegidas islas griegas. En los Estados Unidos, se privatizan segmentos de las fuerzas armadas, junto con las cárceles. Chicago vendió 75 años de sus tarifas de parquímetros a una entidad privada por un pago único. En todas partes, los activos públicos, incluidos los servicios, se venden a intereses privados. En Florida, por ejemplo, la licencia de circulación anual de vehículos se proporciona de forma privada. Cuando no quede nada por privatizar, ¿qué financiarán los bancos?

Hudson señala que los verdaderos economistas, los clásicos, se centraron en gravar la renta económica no ganada, no los ingresos laborales ni la actividad productiva. Los economistas neoliberales de hoy son incapaces de diferenciar entre renta económica y actividad productiva. En consecuencia, el análisis del PIB no revela la transformación de la economía productiva a una economía rentista.

Hudson llama a los economistas neoliberales "economistas basura", y estoy de acuerdo. Esencialmente, son cómplices del sector financiero y de las corporaciones deslocalizadas que les pagaron para combinar la deslocalización de trabajos e inversiones con el libre comercio.

Estoy convencido de que si se borrara la totalidad de la economía neoliberal no se perdería nada de valor. Los economistas, particularmente los economistas académicos, están en el camino de la verdad. Viven en un mundo de fantasía que quieren hacernos creer y que construyeron con supuestos y modelos que no se relacionan con la realidad.

Estoy familiarizado con las universidades y la economía académica. Me gradué en una institución científica y de ingeniería, la Georgia Tech, y después fui estudiante de posgrado de economía en la Universidad de Virginia, la Universidad de California, Berkeley y la Universidad de Oxford. Tuve cuatro premios Nobel como profesores. Tengo un doctorado en Economía. He hecho contribuciones en las principales revistas de economía y otras de fuera del ámbito, 30 artículos publicados en total antes de dejar lo académico. Trabajé durante años como revisor para la Journal of Political Economy con el poder de decidir la publicación o no de las investigaciones enviadas.

Tengo libros revisados ​​por pares de la Harvard University Press y Oxford University Press. He debatido sobre los premios Nobel ante audiencias profesionales. Trabajé como editor del Wall Street Journal y como subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, y he tenido muchos otros nombramientos universitarios. Michael Hudson también tiene experiencia en el mundo real en de las principales instituciones financieras, organizaciones internacionales y gobiernos, así como en cátedras en los EEUU y en el extranjero, y contribuciones a publicaciones académicas en muchos idiomas.

En otras palabras, sabemos de lo que estamos hablando. No tenemos ningún interés en servir excepto a la verdad. Nadie nos paga por ajustarnos a un programa.

Pero somos solo dos voces.

Hace dos décadas se me presentó la oportunidad de poder amplificar mi voz sobre los efectos nocivos de la deslocalización. En diciembre de 2003 recibí una llamada telefónica del senador estadounidense Charles Schumer, demócrata, Nueva York. El senador Schumer había estado leyendo mis columnas en las que expuse que bajo el disfraz del libre comercio, los empleos y las inversiones se estaban trasladando al extranjero a expensas del éxito económico de Estados Unidos. El senador Schumer compartió mi preocupación y me preguntó si un funcionario del Tesoro de Reagan estaría de acuerdo en ser coautor con un senador demócrata de un artículo para el New York Times en el que se planteara la cuestión de si la deslocalización de puestos de trabajo beneficiaba a Estados Unidos.

Nuestro artículo apareció el 6 de enero de 2004. Aquí está.

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Segundos pensamientos sobre el libre comercio

Por CHARLES SCHUMER y PAUL CRAIG ROBERTS, New York Times, 6 de enero de 2004

 

“Me criaron, como a la mayoría de los ingleses, para respetar el libre comercio, no solo como una doctrina económica de la que una persona racional e instruida no podía dudar, sino casi como parte de la ley moral”, escribió John Maynard Keynes en 1933. Y, de hecho, Hasta el día de hoy, nada hace hervir más la sangre de un economista que un cuestionamiento a la doctrina del libre comercio.

“Sin embargo, en ese ensayo de hace 70 años, el propio Keynes estaba comenzando a cuestionarse algunos de los supuestos que respaldan el libre comercio. La pregunta hoy es si el caso a favor del libre comercio presentado hace dos siglos se ve socavado por los cambios ahora evidentes en la economía global moderna.

“Dos ejemplos recientes ilustran esta preocupación. Durante los próximos tres años, una importante firma de valores de Nueva York planea reemplazar su equipo de 800 ingenieros de software estadounidenses, cada uno de los cuales gana alrededor de $ 150,000 al año, por un equipo igualmente competente en India que gana un promedio de solo $ 20,000. En segundo lugar, se espera que dentro de cinco años el número de radiólogos en este país disminuya significativamente porque los datos de una Resonancia Magnética se pueden enviar a través de Internet a radiólogos asiáticos capaces de diagnosticar el mismo problema a una pequeña fracción del costo.

“Estas anécdotas sugieren un cambio radical en la economía mundial provocado por tres acontecimientos importantes.

-Primero, la nueva estabilidad política está permitiendo que el capital y la tecnología fluyan mucho más libremente por todo el mundo.

-En segundo lugar, los sistemas educativos sólidos están produciendo decenas de millones de trabajadores inteligentes y motivados en el mundo en desarrollo, particularmente en la India y China, que son tan capaces como los trabajadores más educados del mundo desarrollado, pero están disponibles para trabajar en una pequeña fracción de la población. costo.

-Por último, las comunicaciones económicas de gran ancho de banda hacen que sea posible ubicar y gestionar eficazmente grandes fuerzas de trabajo en cualquier lugar.

“Nos preocupa que Estados Unidos pueda estar entrando en una nueva era económica en la que los trabajadores estadounidenses se enfrenten a la competencia global directa en casi todos los niveles laborales, desde el maquinista hasta el ingeniero de software y la analista de Wall Street. Cualquier trabajadora cuyo trabajo no requiera una interacción diaria cara a cara está ahora en peligro de ser reemplazado por un trabajador igualmente calificado y de menor salario a miles de millas de distancia. Los empleos estadounidenses se están perdiendo no por la competencia de empresas extranjeras, sino por las corporaciones multinacionales, a menudo con raíces estadounidenses, que están reduciendo costos al trasladar sus operaciones a países de bajos salarios.

“La mayoría de los economistas quieren ver estos cambios a través del prisma clásico del “libre comercio” y etiquetan cualquier intervención como proteccionismo. Pero estas nuevas circunstancias ponen en tela de juicio algunos de los principales supuestos que sustentan la doctrina del libre comercio.

Teoría de la Ventaja Comparativa

“El caso del libre comercio se basa en el principio de “ventaja comparativa” del economista británico David Ricardo: la idea de que cada nación debe especializarse en lo que hace mejor y comerciar con otros para otras necesidades. Si cada país se enfocara en su ventaja comparativa, la productividad sería más alta y cada nación compartiría parte de un pastel económico global más grande.

Práctica de la Ventaja Comparativa

“Sin embargo, cuando Ricardo dijo que el libre comercio produciría ganancias compartidas para todas las naciones, asumió que los recursos utilizados para producir bienes - lo que él llamó los" factores de producción "- no traspasarían fácilmente las fronteras internacionales. La ventaja comparativa se ve socavada si los factores de producción pueden trasladarse a donde sean más productivos: en el caso actual, a relativamente pocos países con abundante mano de obra barata. En esta situación, ya no hay ganancias compartidas: algunos países ganan y otros pierden.

“Cuando Ricardo propuso su teoría a principios del siglo XIX, los principales factores de producción (suelo, clima, geografía e incluso la mayoría de los trabajadores) no podían trasladarse a otros países. Pero los factores de producción vitales de hoy (capital, tecnología e ideas) se pueden mover alrededor del mundo con solo presionar un botón. Son tan fáciles de exportar como los automóviles.

“Este es un mundo muy diferente al que imaginó Ricardo. Cuando las empresas estadounidenses reemplazan a los empleados domésticos con trabajadores extranjeros de menor costo para vender más barato en los mercados nacionales, parece difícil argumentar que esta es la forma en que se supone que funciona el libre comercio.

“Llamar a esto una “recuperación sin empleo” es inexacto: se están creando muchos nuevos empleos, pero no aquí en los Estados Unidos.

Augurios de la Era Trump

“En el pasado, hemos apoyado las políticas de libre comercio. Pero si el libre comercio se ve socavado por cambios en la economía global, nuestras políticas deberían reflejar las nuevas realidades. Si bien algunos economistas y políticos electos sugieren que todo lo que necesitamos es un esfuerzo sólido de capacitación para los trabajadores despedidos, no creemos que la re capacitación por sí sola sea respuesta, porque casi toda la gama de “trabajos de Alto Valor” se pueden realizar en el extranjero. Del mismo modo, no creemos que ofrecer incentivos fiscales a las empresas que mantienen los trabajos estadounidenses en casa pueda compensar las enormes diferencias salariales que propulsan los trabajos al extranjero.

“Los acuerdos comerciales de Estados Unidos deben reflejar la nueva realidad. El primer paso es comenzar un debate honesto sobre dónde está localizada realmente nuestra economía y hacia dónde nos dirigimos como nación. Las medidas proteccionistas pasadas de moda no son la respuesta, pero la nueva era exigirá nuevas ideas y nuevas soluciones. Y una cosa es cierta: las soluciones reales y efectivas solo surgirán cuando los economistas y los responsables políticos pongan fin a la confusión entre el libre flujo de bienes y el libre flujo de factores de producción.

“Charles Schumer es el senador principal de Nueva York".

"Paul Craig Roberts fue subsecretario del Tesoro para la política económica en la administración Reagan ".

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Un trabajador del senador Schumer pensaba que el libre comercio era el problema porque las condiciones del mundo real habían cambiado. Mi posición era que la deslocalización de trabajos no era libre comercio. Pero me di cuenta de que cualquier debate sobre las preguntas era prometedor.

Nuestro artículo en el New York Times tuvo un impacto extraordinario. La Brookings Institution, en ese momento un importante grupo de expertos en política económica liberal que albergaba a antiguos responsables de la política económica nacional, convocó una conferencia en Washington para escucharnos y examinar nuestra posición. Hubo un panel conmigo, Schumer, un ex legislador y el jefe del lobby manufacturero de los Estados Unidos que no sabía de qué lado estar. C-Span [TV por Cable] dio cobertura en vivo a la conferencia y la retransmitió varias veces.

Aquí el video de la conferencia convocada en Washington para someter el argumento de Schumer y yo a escrutinio:

https://www.c-span.org/video/?179821-1/us-trade-policy-global-economy 

click the video screenshot to access video

Schumer y yo hicimos el día. Los miembros de la audiencia se acercaron después, incluido el economista del Banco Mundial Herman Daly, en apoyo de mi posición de que la destrucción de la economía manufacturera estadounidense no podía descartarse como resultado del libre comercio.

El senador Schumer tenía un interés sincero en lo que la deslocalización le estaba haciendo a sus electores. Propuso que continuáramos nuestra colaboración y escribiéramos un segundo artículo para el New York Times. En aquellos días, el Times seguía siendo, en parte, un periódico más que una voz de propaganda para el establishment, y el Times asumió, sin embargo, que un senador demócrata de Nueva York y un ejecutivo del Tesoro que había sido confirmado en el cargo por el Senado de los EEUU eran parte del aparato.

Comenzamos una segunda columna; pero de repente murió. Ninguna respuesta. Una llamada telefónica reveló que el empleado con el que estuve trabajando ya no estaba allí. Después de discutir esto con perros viejos Washington, llegué a la conclusión de que Schumer no se había dado cuenta de que estaba amenazando los intereses de Wall Street en mayores beneficios al abrir la cuestión de la deslocalización de empleos y le habían dado una fuerte reprimenda.

Wall Street se cargó al escuadrón de la verdad Schumer/ Roberts y protegió las ganancias provenientes de la deslocalización de empleos e inversiones.

Esto es lo que les sucede a los políticos electos cuando intentan representar el interés general en lugar de los intereses particulares que realmente financian las campañas políticas. El interés público está bloqueado por un muro de ladrillos con un letrero que dice: cumpla con el establishment o salga de la política. A menos que se saque completamente el dinero de la política electoral, no habrá democracia.

El globalismo sirve para destruir la soberanía y a los gobiernos responsable. En Estados Unidos, el globalismo destruyó a la clase media manufacturera. Ahora los confinamientos por Covid están destruyendo al resto de la clase media: empresas familiares. Las empresas [Pymes] tienen costos fijos. Cuando no pueden obtener ganancias los negocios quiebran. Los confinamientos junto con la deslocalización de trabajos monopolizan la economía hacia pocas manos. Esta no es una teoría. Es lo que estamos viviendo. El feudalismo está resucitando. Pocos señores y muchos siervos. Los siervos dependerán de los señores y no tendrán independencia.

 

Fuente: https://tarcoteca.blogspot.com/2021/02/sigue-estados-unidos-teniendo-economia.html

 

¿CÓMO PODEMOS HACER REVIVIR LA "INMUNIDAD DE REBAÑO" FRENTE AL FASCISMO?

 

El ascenso político de la extrema derecha

 

"…el fenómeno reaccionario debe ser considerado y analizado ahí donde se manifiesta en toda su potencia, ahí donde señala la decadencia de una democracia antes vigorosa, ahí donde constituye la antítesis y el efecto de un extenso y profundo fenómeno revolucionario."

JCM, Escena Contemporánea

 

Gilbert Achcar

25 febrero 2021

El concepto de inmunidad de rebaño, es decir, la inmunización de toda una población como resultado de que un alto porcentaje adquiere resistencia a una enfermedad, ha ganado mucha aceptación desde el inicio de la pandemia covid-19. Durante mucho tiempo una tradición de las ciencias sociales ha sido tomar prestados términos y conceptos de las ciencias médicas, y la actual situación mundial  induce a más de lo mismo. Por lo tanto, existen motivos razonables para describir metafóricamente como una pandemia la propagación mundial de los movimientos de extrema derecha en los últimos años, incluidos los gobiernos dirigidos o co-dirigidos por fuerzas políticas que reproducen algunos de los principios ideológicos clave del fascismo en países tan variados como Brasil, Hungría, India, Italia, Filipinas, Rusia y EE.UU.

El inicio de esta pandemia de extrema derecha se remonta a la década de los años 80 y se vio fuertemente impulsada en la década siguiente como reconocían en 2004 los editores del libro colectivo Fascismo y Neofascismo: “Si bien se dio en la década de los años 80 un resurgir de la actividad extremista en Europa Occidental, el colapso del comunismo provocó un auge de la extrema derecha en todo el continente. Durante la década de los años 90 el fascismo, o algo parecido, reapareció repentina e inesperadamente". Como el fascismo clásico de las tres décadas posteriores a la Primera Guerra mundial, este neofascismo (posiblemente sea ésta la mejor denominación ya que se refiere tanto a las afinidades históricas como a la renovación de formas en sintonía con nuestro tiempo) adquiere diferentes formas según los países en los que se desarrolla.

Karl Polanyi dedicó varias páginas en su  obra clásica de 1944 La gran transformación para subrayar la gran variedad de fascismos e ideologías fascistas. “De hecho”, comentó, “no hubo ningún tipo de trasfondo religioso, cultural o de tradición nacional que hiciera a un país inmune al fascismo una vez que se dieran las condiciones para su surgimiento”. Afirmó que incluso "la existencia de un movimiento fascista propiamente dicho" no tenía necesariamente que reunir parte de los síntomas de lo que llamó una "situación fascista". Tan importantes eran  señales como la difusión de ideas irracionales, puntos de vista racistas y el odio al sistema democrático.

Leído a la luz de los acontecimientos en curso en EE UU, el siguiente comentario de Polanyi suena escalofriante: “La fuerza potencial del fascismo, aunque generalmente se basa en un seguimiento masivo, éste no se detectó por el número de sus seguidores sino por la influencia de las personas en posiciones elevadas con cuya buena voluntad podían apoyarse los líderes fascistas y con cuya influencia en la sociedad podían contar para protegerse de las consecuencias de una revuelta fallida". Para el pensador húngaro-estadounidense, el fascismo era sobre todo una "solución al impasse alcanzado por el capitalismo liberal" con el objetivo de emprender "una reforma de la economía de mercado que se alcanzaría al precio de extirpar todas las instituciones democráticas". En este sentido la inmunidad de rebaño al fascismo, lograda en la mayoría de los países occidentales después de 1945, no solo fue el resultado de la derrota de las potencias del Eje, sino también y sobre todo consecuencia de una solución alternativa al impasse del capitalismo liberal: la solución democrática keynesiana que descartaba la idea del “mercado autorregulado", al que Polanyi calificó de "una utopía manifiesta".

Otro clásico muy anterior en las ciencias sociales, Émile Durkheim,  el fundador de la sociología, ya se lamentaba en su libro Suicidio de 1897del hecho de que “durante todo un siglo el progreso económico haya consistido principalmente en liberar las relaciones laborales de toda regulación. El gobierno, en lugar de regular la vida económica, se ha convertido en su instrumento y servidor”. Para el sociólogo francés esta desregulación económica fue la principal causante de lo que llamó "anomia", es decir, "un estado de exasperación y un frustrante cansancio" como resultado de la pérdida de seguridad económica y la quiebra de los moldes sociales. La anomia lleva a los individuos a buscar refugio en algún tipo de grupo identitario -a menos que sea orientado hacia adentro (suicidio)-,  donde despliegan su exasperación contra otras identidades consideradas responsables de la creciente precariedad de su condición social, principalmente por medio de la lógica racista y/o xenófoba.  Así, el surgimiento de ideologías y movimientos de tipo fascista a partir de la década de los años 80 fue acompañado del surgimiento de otros grupos de identidad exclusivos, de los cuales el fundamentalismo religioso es el más evidente.

Esto coincide plenamente con la observación hecha por Eric Weitz y Angelica Fenner, los editores del libro antes mencionado, sobre la reaparición del fascismo: “Los resurgimientos derechistas fueron en gran medida una respuesta a las dislocaciones políticas y sociales de la década de los años 90, incluido el masivo desempleo, la erosión de la red de seguridad que habían tejido los Estados del bienestar tanto en Europa occidental como en Europa del Este, así como el deterioro de los entornos urbanos. También fueron una respuesta a las migraciones de población a gran escala que tuvieron lugar desde 1945 en Europa a lo largo de los ejes norte / sur así como este / oeste”.

De hecho, existe una clara e innegable correlación entre el asalto neoliberal iniciado en la década de los años 80, liderado por Margaret Thatcher y Ronald Reagan, un asalto que hizo de la desregulación uno de sus principales objetivos junto con la privatización, la reducción del gasto social y la bajada de los impuestos para los ricos, acompañado del surgimiento tras décadas de marginación de fenómenos como el neofascismo y el fundamentalismo religioso. Al igual que la Gran Recesión, desencadenada en 2007, dio un gran impulso a las fuerzas neofascistas, unido a la gran oleada de refugiados, en su mayoría sirios, que llegó a Europa en 2015. Los hechos resultantes de ambas crisis siguen afectando mucho a nuestro mundo. Y la enorme  crisis económica que se está gestando actualmente, como consecuencia de la pandemia de covid-19, solo puede agravar enormemente las condiciones de anomía a nivel mundial (la explotación por la extrema derecha de los movimientos contra los cierres patronales es un indicador), a menos que sean contrarrestadas por políticas económicas similares a las adoptadas después de 1945.

Añádase a esto el hecho de que, por importante que haya sido la derrota de Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales de EE UU, ciertamente no fue de un alcance comparable a la derrota de las potencias fascistas en la Segunda Guerra mundial. Su derrota se produjo no por el descontento de sus partidarios sino que iba unida aun enorme incremento de sus adeptos (11 millones más de votantes) en un momento en el que, a diferencia de 2016, no había una posible ilusión sobre lo que representaba Trump y, por lo tanto, apenas había ambigüedad en el sentido del voto. Asimismo, a nivel mundial, por ahora no hay signos de que el  neofascismo esté menguando: la continuada popularidad de figuras como Jair Bolsonaro (al menos hasta hace muy poco), Narendra Modi o Viktor Orbán no presagia ninguna desaparición de la pandemia de la extrema derecha en un futuro predecible.

Lograr de nuevo  un estado de inmunidad colectiva al fascismo, como el de los años de la posguerra, requiere no solo una derrota política de los movimientos neofascistas más destacados y una lucha intransigente contra sus ideologías. También requiere, lo que es más crucial, un giro global alejado del paradigma neoliberal que ha sido dominante durante las últimas cuatro décadas.

 

Gilbert Achcar es profesor en SOAS, Universidad de Londres y autor de El choque de barbaries y Marxismo, orientalismo, cosmopolitismo, entre otras obras.

https://www.thenation.com/article/world/fascism-trump-neoliberalism-capitalism/

Traducción: Javier Maestro

Fuente: https://vientosur.info/como-podemos-hacer-revivir-la-inmunidad-de-rebano-frente-al-fascismo/