viernes, 12 de febrero de 2021

SOCIALISTA O CAPITALISTA. ¿QUÉ ES EXACTAMENTE EL MODELO CHINO?

 


Richard D Wolff

*Economy for All. Independent Media Institute

 

Cerca del final de su vida Lenin dio un discurso refiriéndose a la URSS como una sociedad transicional. Explicó que los socialistas habían tomado el poder del Estado y podían en adelante llevar la economía posrevolucionaria -a la que llamó capitalismo estatal- más lejos. El Estado socialista podía lograr la transición a una genuina economía post capitalista.

Nunca expresó claramente qué quería decir con ello, pero claramente vio esa transición como la finalidad de la revolución. En cualquier caso, las condiciones dentro y fuera de la URSS detuvieron la ulterior transición. La URSS de Josef Stalin definió al socialismo como el poder del Estado en manos de los socialistas supervisando una economía que combinaba empresas privadas y estatales con el mercado y mecanismos estatales de planificación de la distribución.

El capitalismo de Estado, originalmente concebido como una etapa de transición en ruta a un socialismo diferente de y más allá del capitalismo, acabó definiendo al socialismo. La transición se había transformado en el fin.

Lo de “diferente y más allá” se diluyó en un objetivo vago localizado en un futuro distante. Fue el “comunismo” descrito por consignas como “de cada quien según su trabajo, a cada quien según su necesidad”. Dio nombre a un Partido que tuvo al comunismo como su meta, pero al socialismo como su realidad presente.

La marca del capitalismo, lo que lo distinguió del feudalismo (señor/siervo) y del esclavismo (amo/esclavo) fue la relación patrón/empleado estructurando sus empresas. En la URSS de Stalin y en adelante, la relación patrón/empleado devino, más bien, en una presuposición incuestionada común a cualquiera y todas las economías modernas, tanto capitalistas como socialistas (tanto como la maquinaria o las materias primas).

La visión estalinista de la universalidad de la relación patrón/empleado fue también la deformación de las mayores obras del pensamiento económico en el mundo capitalista fuera de la URSS.

El Partido Comunista Chino replicó ampliamente la historia de la URSS en términos de la construcción de un capitalismo de Estado supervisado por el Partido y el gobierno por él controlado. Una diferencia clave con relación a la URSS, ha consistido en la habilidad China para comprometerse con el mercado mundial en formas y grados en que la URSS nunca pudo hacerlo. China, además, permitió un componente mucho más grande de empresas privadas, extranjeras y domésticas, al lado de las empresas poseídas y operadas por el Estado.

Pero China hoy, como la URSS hace un siglo, enfrenta el mismo problema la transición hacia un sistema post capitalista se ha estancado.

En China, al menos desde los 1970s, el Partido Comunista y su gobierno, han dirigido empresas estatales y supervisado empresas privadas. Los dos tipos de empresas mostrando la misma estructura patrón/empleado.

El capitalismo estatal Chino es una jerarquía con el Partido y el gobierno hasta arriba, los patrones estatales y privados en el siguiente nivel, y las masas de empleados comprimidos en el fondo. El capitalismo occidental privado tiene una jerarquía ligeramente diferente: los patrones privados hasta arriba, los partidos y el gobierno bajo ellos, y las masas de empleados comprimidos en el fondo.

En las últimas décadas la economía china ha crecido o se ha “desarrollado” mucho más rápido, y ahora rivaliza con las economías Norte Americana y Europea. China estuvo mejor preparada para las crisis dot.com de 2000, la Gran Recesión de 2008-09, y la de Covid 2020, y contuvo mejor los daños que se siguieron de las mismas.

El Partido y el gobierno chinos, movilizaron recursos estatales y privados para enfocarse en problemas sociales prioritarios, que incluyeron reducir la dependencia de las exportaciones y una expansión masiva de la infraestructura.

El partido y el gobierno chinos habían producido una gigantesca y bien educada fuerza de trabajo laborando para empresas estatales y privadas, extranjeras y domésticas. El apoyo popular hacia el existente sistema económico chino parece muy amplio a pesar de muchas críticas y alguna oposición.

El crecimiento de la productividad del trabajo posibilitó el crecimiento del salario promedio (que creció más rápidamente que en Occidente.

En estos años, las tropas chinas no han combatido en ninguna guerra extranjera. La vivienda, la educación, el cuidado de la salud, el transporte, recibieron inversiones masivas, su oferta con frecuencia creció más que su demanda.

Una lección clave del desarrollo chino es que los objetivos económicos se alcanzan más rápidamente, si una agencia social dominante prioriza lograrlos y puede movilizar el máximo de recursos, estatales y privados, para ese fin. El Partido y el gobierno chinos constituyen esa agencia.

En el capitalismo occidental, ninguna agencia social posee un poder comparable. Los sectores público y privado, se mantienen separados. La ideología y la política generalmente mantienen a lo público subordinado a lo privado. Los diferentes intereses y objetivos de ganancia de los patrones privados desalientan muchas formas de conducta coordinada entre ellos, lo mismo que las estructuras del sistema de competencia. Los aparatos del Partido y del Estado dependen de donaciones de las corporaciones y del apoyo de los medios corporativos.

Así, en el capitalismo occidental ninguna agencia juega el papel de movilizador de recursos que el Partido y el gobierno desempeñan en China. Algunos países capitalistas occidentales abrazaron la social democracia (por lo menos en Europa Occidental). Esos estados proveyeron grandes apoyos sociales (seguridad social nacional, subsidios escolares, transporte, vivienda, etc), que movilizaron algunos recursos estatales hacia prioridades sociales.

Los países capitalistas, mientras menos abrazaron la social democracia –mientras más se comprometieron con la ideología del laissez-faire y el dominio del sector privado–, menos pudieron movilizar recursos nacionales. Los Estados Unidos y el Reino Unido, son los principales ejemplos de ese tipo de países, de ahí su pobre preparación y compromiso ante la pandemia de Covid 19 y el crash capitalista de 2020.

Una segunda lección que China ofrece al mundo tiene que ver con la estructura básica que comparten sus empresas privadas y públicas y la naturaleza de su socialismo. Casi todas las empresas en China tienen una estructura interna patrón/empleado, aunque difieren en quién es el patrón. En las empresas propiedad del Estado y que son operadas por él, los oficiales estatales ocupan la posición del patrón. En las empresas privadas, los patrones son ciudadanos privados que no ocupan ninguna posición en el aparato de estado.

El sistema económico chino difiere agudamente del sistema del capitalismo occidental. En primer lugar, tiene un sector de empresas propiedad del Estado y operadas por él, mucho más grande que cualquiera en el capitalismo occidental pudiese desplegar. En segundo lugar, otorga un papel político y social dominante al Partido y al gobierno. Este último dirige el desarrollo de la economía y coordina como interactúan la economía, la política y la cultura, para alcanzar sus metas.

El sistema económico chino claramente no es un comunismo en el sentido de haber dejado atrás la estructura o modo de producción patrón/empleado. Si ese dejar atrás ocurrió en alguna medida en la era de las comunas en la historia temprana del Partido Comunista de China, ello se ha desvanecido.

La estructura patrón/empleado de las empresas es hoy la norma en China. China no es post capitalista; es como lo fue la URSS, socialista en el sentido de un capitalismo de Estado cuya ulterior transición al post capitalismo ha sido bloqueada.

Hay una manera alternativa de extraer una segunda lección de la notable historia de China en el último medio siglo. Podemos inferir que por “socialismo con características chinas”, China quiere significar su sistema de Partido y Estados socialmente dominante, dirigiendo una mezcla de empresas privadas y estatales, ambas organizadas bajo la estructura típicamente capitalista de patrón/empleado.

Los “socialismos” europeos occidentales (Escandinavia, Alemania, Italia, etc), como China, se ubicarían en algún lugar de la transición bloqueada del capitalismo al post capitalismo. A pesar del diferente sistema político multipartidista europeo, muchos de sus partidos aceptarían y apoyarían algún tipo de capitalismo estatal.

Los socialismos de la URSS, China y Europa Occidental fueron y son transicionales. Todos encarnan un proceso que se detuvo o estancó en su ruta hacia un post capitalismo apenas imaginado.

Los “socialismos realmente existentes” fueron en verdad capitalismos de Estado dirigidos, más o menos, por personas y asociaciones que querían ir más lejos, más allá, hacia una sociedad muy diferente del capitalismo. De ahí el hueco tan profundamente sentido por tantos socialistas y sus organizaciones, entre los ideales socialistas que motivaban su compromiso, y lo que podían y debían hacer en su vida práctica.

La Guerra Fría lanzada contra la URSS se sumó a las presiones que bloquearon la transición para ir más allá del capitalismo de Estado. La guerra fría de ahora contra China tendrá el mismo efecto. Pero aún sin guerras frías las presiones internas en la URSS y en China, probablemente hubieran bastado, entonces y ahora, para estancar cualquier transición más allá del capitalismo estatal.

Y así también sería el caso de los socialismos tipo europeo occidentales. La única forma en que la transición podría ser reasumida sería si alguna fuerza emergiera dentro de los capitalismos privados o estatales, y definiera como su proyecto precisamente la reasunción de esa transición.

El capitalismo global de hoy muestra dificultades históricas: encerramientos pandémicos, depresiones globales (en 2008 y luego peor en 2020), extremas y profundas desigualdades dentro de las naciones, gobiernos insostenibles, deudas corporativas y de los hogares, y coordinación colapsada entre bloques de países.

Problemas sociales largamente diferidos (calentamiento global, racismo, migración laboral, desigualdades de género) están explotando como efectos y causas parciales de esas dificultades. Por todas partes emergen, o luchan por emerger, movimientos sociales en respuesta a las dificultades que asedian a las sociedades modernas.

Todos esos movimientos comparten el problema de definir qué harán para resolver los problemas que los motivan. Muchos mirarán otra vez al gobierno como la solución. Su programa otorgará al Estado más poder para supervisar, regular, controlar y gastar para la solución.

Esas personas podrán o no llamar a sus visiones “socialismo”. De cualquier forma, sus propuestas sostienen o se abocan hacia otra transición bloqueada: de un capitalismo privado a otro estatal, o de un menor a un mayor grado de capitalismo estatal.

A lo largo del pasado siglo, muchos de los atraídos por el socialismo fueron entendiendo que las transiciones bloqueadas no fueron ni son suficientes para resolver los problemas creados por el capitalismo moderno. Esas personas pueden ahora volverse la nueva fuerza social que desbloquee la transición socialista. Ellos pueden demandar, desde abajo, la terminación de la estructura patrón/empleado de las empresas, tanto públicas como privadas.

Esa terminación ayudaría a definir la nueva sociedad en la que la transición socialista desbloqueada podría y debería ahora proceder. Esa sociedad sería post capitalista: diferente de, y más allá, de los socialismos realmente existentes; habría desplazado la estructura patrón/empleado de las empresas, en favor de la estructura cooperativa democrática de los trabajadores.

Revoluciones estancadas

En el siglo XVIII tardío, las revoluciones francesa y americana marcaron la transición del feudalismo al capitalismo. Los líderes de esas revoluciones creyeron que habían hecho surgir una nueva sociedad caracterizada por la libertad, igualdad, fraternidad y democracia.

Pero esa transición también se estancó: logró el cambio de la relación señor/siervo a la de patrón/empleado, pero no logró las demás transformaciones requeridas para dar lugar a la deseada nueva sociedad. El socialismo representó, en mucho, la continuación del impulso hacia esos cambios ulteriores.

Pero, los socialismos de la URSS, China y Europa Occidental se estancaron también. Sus seguidores y líderes creyeron que la transición del capitalismo privado al estatal traería consigo esos ulteriores cambios que el capitalismo nunca produjo. Las lecciones de los socialismos soviético y chino proporcionan una crítica profunda al socialismo estancado, los suyos y otros.

Culminar el paso del capitalismo al más allá del socialismo como una etapa transicional, requiere una revolución económica a nivel micro. La relación dicotómica patrón/empleado al interior de las empresas abandonarse en favor de una comunidad de trabajadores, democráticamente organizada, en la que ellos se empleen a sí mismos a la vez que dirijan la empresa.

Ese fundamento económico –que es lo que significa concretamente el comunismo– nos brinda una mejor oportunidad para realizar los fines de libertad, igualdad, fraternidad y democracia que tanto el capitalismo como el socialismo nunca pudieron alcanzar.

 

*Richard D.Wolff profesor emérito de economía en la Universidad de Massachusetts, Amherst, y profesor visitante en el Programa de Graduados en Asuntos Internacionales de la New School University en Nueva York. Sus libros más recientes son Understanding Marxismy Understanding Socialism

Fuente: Tribuna Comunista Núm. 421.pdf

 

 

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