sábado, 31 de agosto de 2013

LUIS NAVARRO: “EL NUEVO PARADIGMA ESTÉTICO AGUJEREA EL MONOPOLIO DEL SENTIDO”

PUBLICADO POR ACUARELA ON JUEVES, 2 DE MAYO DE 2013

Desbordes
Una constelación muy amplia de comunidades en movimiento ensaya hoy en día otros modos de producir, decidir y convivir. No autoritarios ni verticales, sino abiertos y colaborativos, incluyentes y acogedores, horizontales y distribuidos. Estas experiencias de autoorganización rompen los hechizos que nos convierten en espectadores de lo que (nos) pasa. En y por ellas, nos volvemos participantes activos en la construcción de nuestros propios mundos, no solo receptores pasivos y repetidores de fórmulas hechas por expertos ajenos a nosotros. Nos hacemos cargo en común de los asuntos comunes. Nos volvemos capaces.
Cristina Sánchez Carretero
Antonio Lafuente
Amparo Lasén
Michel Bauwens
Margarita Padilla
Luis Navarro

Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación



Versión completa de la entrevista con Luis Navarro aparecida el 24 de abril en el diario Público. Pruebo esta vez con una Verdana por consejo de una lectora amiga. Para la edición en papel, gracias a Ángel por las fotos, y a Jonás por la paciencia.



Luis Navarro es filósofo. Teórico del arte, los imaginarios y las redes. Implicado en prácticas de creación colectiva y guerrilla de la comunicación como el mítico fanzine Amano y el proyecto Luther Blissett, acaba de publicar la antología Industrias Mikuerpo: un proyecto de gestión cultural independiente (1994-1999) en la editorial Traficantes de Sueños.

El poder siempre ha establecido que “las cosas son así”. Pero el arte, sus imágenes y sus productos lo cuestionaban, proponiendo otras maneras de ver, hacer, sentir y pensar. En el nuevo paradigma de redes proliferan las instancias creadoras de imágenes e imaginarios, pero ¿cuál es su potencialidad emancipatoria?

Hablas de un cambio en el paradigma estético, ¿en qué consiste?

Sánchez Ferlosio decía que mientras no cambien los dioses nada habrá cambiado. Un cambio de paradigma es un proceso de enorme amplitud y trascendencia: no se trata de una simple transformación o de un desarrollo dentro del modelo existente. No es un simple ajuste o ampliación de campo provocada por ningún descubrimiento singular. No puede ser llevado a cabo por un sujeto, ni por la acción concertada de múltiples sujetos, ni por un movimiento a escala mundial. No es un avance, un refinamiento de las categorías que lo describen, no tiene nada que ver con las derivas de las modas. Es una crisis y una revolución de los fundamentos que no puede sustraerse de lo que sucede en otras esferas del conocimiento y de la cultura: ciencia, tecnología, educación, política, formas de relación y de producción…

En la estética, es decir en la construcción y el desciframiento del sentido, esto ha sucedido al hilo de cambios tecnológicos que han supuesto también cambios en los modos de producción, y del acceso cada vez más amplio de las masas a los productos culturales. Estos desarrollos han ido desestructurando la institución artística, que canalizaba de forma preferente el valor cultural, y aboliendo su autonomía. El artista pierde sus atributos exclusivos: se cuestiona el genio y se disuelve la noción de “autor” en una deriva magmática de significados que se produce colectivamente de forma espontánea en un mundo virtualizado, invadido por una sobreabundancia de imágenes que ya no se pretenden originales, que han perdido su aura de trascendencia. Las “obras” se desmaterializan en prácticas colectivas siempre abiertas, en permanente diálogo con la ‘actualidad’. Y el “espectador”, antes sometido al yugo de la pasividad y el asentimiento distante, se convierte en el nuevo foco del sentido, se ve llevado a interactuar con esa abundancia siquiera sea ejerciendo su criterio selectivo o adquiriendo las competencias y los medios que le convierten también a él en un “emisor” difuso.

¿Quiénes han sido los agentes de este cambio?

Las vanguardias artísticas y las contraculturas underground constituyen dos fases distintas. No se trata, por supuesto, de un desarrollo lineal, porque tampoco hablamos de movimientos homogéneos. Deberíamos decir, más propiamente, que en las culturas underground, que es un fenómeno de masas desde mediados del siglo pasado, resuenan y se realizan ciertas aspiraciones de los movimientos de vanguardia de principios del siglo XX, del mismo modo que en las culturas de redes resuenan y se realizan determinados planteamientos del underground. Son diversas fases del mismo proceso que envuelve una amplia transformación social.

La clave no está en la coherencia ideológica que no existe en ninguno de estos fenómenos, sino en su posicionamiento con respecto a la cultura dominante, utopista y con pretensión de superarla a partir de sus propios supuestos. Esto les lleva a adoptar criterios y prácticas desestructurantes, creando líneas de fuga que obligan al sistema institucional a replantear sus bases. Las vanguardias ensayaron desde el interior de la esfera artística una serie de motivos que luego han sido explícitamente adoptados por las contraculturas: superación del arte y su fusión con la vida, obra total, producción colectiva en colaboración con el azar, happenings y encuentros incongruentes, proclamación de un potencial creativo universal, etc.

Éste es el legado de las prácticas antagonistas en plena cultura de masas, que han generado un ámbito de producción simbólica desarrollado al margen de la cultura oficial. El underground no designa un movimiento, sino un espacio que se edifica frente al mainstream como los burgos brotaban al margen de las ciudades. No hay que buscar “rastros de carmín” ni conexiones anecdóticas: el punk no era otra cosa que “dadaísmo para las masas”, y quienes movían las piezas eran conscientes de ello.

O sea que en el campo del arte se habría prefigurado o anticipado la cultura de redes actual.

Así tenía que ser, dado que si el arte tiene una función específica en el orden capitalista sería precisamente la de plantear y ensayar este tipo de alternativas en un plano virtual. El sistema de las artes es un sistema dinámico de producción de sentido. No extrae su trascendencia de ninguna exterioridad metafísica, sino de lo nuevo, lo que le aboca a dificultades tremendas de fundamentación y a múltiples disoluciones más o menos efímeras. En cuanto laboratorio moderno de producción de sentido, ha tenido que enfrentarse a menudo a sus propios productos y redefinirse ampliando su campo en función de ellos. Esta búsqueda de trascendencia, en un sentido digamos “pagano”, se desarrolla primero en el plano de los contenidos. El logro de las vanguardias es haber llevado este espíritu de transgresión al plano formal de los códigos, disolviéndolos. Y es también a partir de ellas que se abren líneas de experimentación en un plano que ya no sería semántico ni sintáctico, sino pragmático, afectando a los usos y los modos de desarrollar estas prácticas, tales como fluxus y el arte postal, que establecían circuitos alternativos de intercambio simbólico que escapaban a los condicionamientos de la institución artística y del mercado y ensayaban el nuevo paradigma de redes.

¿En qué sentido el arte postal y los movimientos de fanzines encarnaban el nuevo paradigma estético?

Las redes de arte postal son circuitos de intercambio postal entre creadores de diversos campos que se constituyeron a partir de los planteamientos de determinados círculos de la vanguardia, y que nunca encontraron realmente su lugar en la institución. Con el tiempo alcanzaron una densidad notable en todo el mundo, convirtiéndose en una práctica alternativa al arte oficial que planteaba otros modos de hacer, otros supuestos, otras metáforas, que han sido categorizados por Kamen Nedev como “cultura distribuida”. La red no tiene organización ni estructura: crece por agregación de nodos que generan sus propios contactos, sus afinidades electivas. Las “obras” se intercambian gratuitamente a modo de potlacht universal, o se componen colectivamente en el propio diálogo entre emisor y receptor confundidos. En las redes no existe el público “pasivo” ni el artista “inspirado”, los críticos están de sobra, así como los comisarios. Las convocatorias son abiertas, no existen premios ni selección, según los principios establecidos en el origen del movimiento. Esta dinámica es la misma que mantiene el circuito underground de autoedición, tanto impresa como musical, basado en la consigna do it yourself, con el que las redes arte postal se acabaron mezclando y aportando su modelo de difusión. Es decir, antes de la construcción de las redes se estaba ensayando el nuevo paradigma en un contexto decadente y con las herramientas del pasado, y estos ensayos mostraban un poder dinamizador enorme sobre la cultura.

¿Qué aportó Amano al movimiento de fanzines de los años 90?

Amano, y toda la trama conceptual de Industrias Mikuerpo, surge con una conciencia muy viva de todo esto que sucede de manera un tanto espontánea. En aquellos años, en que empezaba a manifestarse no una crisis más, sino la crisis del viejo paradigma proyectada a todos los ámbitos, se estaba produciendo una nueva oleada de fanzines con una orientación bastante ácrata. Los editores alternativos se están articulando en torno a redes de arte y de producción independiente. Los circuitos de arte postal también experimentan un fuerte desarrollo en nuestro país, gracias al surgimiento de publicaciones especializadas como P.O. Box o AMAE, que además son fanzines y entran en los circuitos. Los medios de comunicación generalistas se interesan por estos fenómenos y ofrecen su versión descafeinada de los mismos en las páginas de cultura. Nuestra intención era producir conciencia de movimiento en lo que empezaba a reconocerse como “escena alternativa”, promoviendo una actitud marginal por vocación diríamos, y no por obligación, que no se conformase con habitar los espacios ciegos del sistema, sino que reclamase su lugar y enfrentase alternativas. Queríamos también servir de puente entre las subculturas juveniles y los circuitos de vanguardia, acercando dos mundos que tenían mucho que contarse, aunque permanecían incomunicados en nuestro país.

¿Qué hemos ganado y qué hemos perdido con el declive del movimiento de fanzines y la emergencia de la Red como entorno preferente?

Es obvio que los cambios se desarrollan ahora en la red, donde se despliega un mayor número de interacciones. El fanzine se ha convertido en un objeto romántico, inadecuado para promover un cambio social, o siquiera para lanzar un proyecto. Esto se hizo evidente para nosotros tras el “salto a la red” que llevamos a cabo a mitad de nuestro recorrido. El soporte impreso se convirtió en un medio caro, lento y pesado, mientras que el alcance de la red desbordaba nuestra capacidad. En cierto modo, la red es la realización de la utopía que inspiraba la fanedición, y muchos de los protagonistas de aquel movimiento son hoy bloggers que actúan con el mismo espíritu. Podría decirte que hemos perdido aquella ilusión, aquella densidad de afectos que poníamos en los objetos que compartíamos, pero hemos ganado velocidad, operatividad y capacidad de incidencia. Interaccionamos con personas que nunca llegaremos a conocer. Por otro lado, la red invade hoy todo. Si en algún momento fue el salvaje oeste abierto a los colonos, hoy no ofrece alternativa. No existe un afuera desde el que construir espacios liberados de las dinámicas del sistema, y éste ha ocupado todo tu espacio. Lo que hay de incontrolable en ella resulta muy fácil de controlar cuando es preciso. En cualquier caso, su operatividad ya no es la misma, ya que las ansias de comunicar se disuelven en un flujo inabarcable.

¿Quién fue Luther Blissett? ¿Qué relación tiene con esos cambios en el paradigma estético? ¿Cuál era su reflexión y práctica sobre los medios de comunicación (frente a la más clásica “contrainformación”)?

El uso de “nombres múltiples”, de personalidades imaginarias construidas colectivamente y compartidas por un grupo de activistas, constituye un buen ejemplo de lo que estamos comentando. Se trata de una práctica que surge precisamente en los circuitos de arte alternativo y que, con su aplicación a las redes por parte del Luther Blissett Project, alcanza a producir efectos en los medios de masas. En propiedad, no deberíamos hablar de nombres múltiples, sino de identidades virtuales colectivas que canalizan en la ficción la aspiración humana de acción, de intervención sobre lo real, de forma que, a pesar de su naturaleza virtual, se convierten en mitos, es decir se hacen más reales que cualquiera de las existencias particulares que los han conformado. Frente a la clásica “contrainformación”, empeñada en producir visiones alternativas al margen del espectáculo, Luther Blissett defendía la infiltración corrosiva en estos medios para desviar su lógica y poner de manifiesto sus contradicciones.

Los nombres múltiples tienen naturaleza vírica, replicándose en la adopción por parte de muchos actantes y evolucionando con ellos. Son memes, en el sentido que apuntó Dawkins en los años setenta, es decir, constituyen “unidades de información” que discurren por los circuitos de comunicación. Son los habitantes propios de las redes, a las que dan consistencia y sentido por otro lado, en una época en que la estructura en red parece imponerse sobre los modelos jerárquicos en aspectos tales como la organización de las sociedades y la difusión del conocimiento. Su adopción consciente pone de manifiesto lo extemporáneo de conceptos como el de “originalidad” y “autoría”, pues la cultura no es un conjunto acumulativo constituido por unidades discretas de significado, sino el producto de la interacción humana y la reelaboración constante de sus resultados en nuevas interacciones.

¿Sería John Cobra un Luther Blissett despolitizado?

Yo no interpreto la “despolitización” de un fenómeno como un proceso esencialmente negativo. Significa simplemente que se ha extendido a ámbitos más genéricos y que el nuevo paradigma se va consolidando en las prácticas sociales. No obstante, puede resultar indicativo de su pérdida de potencial subversivo y de su integración en el espectáculo. Era previsible que finalmente éste aprendiese a rentabilizar este tipo de emergencias haciéndose aún más difuso, viral y extremo. Y es posible que los promotores del Luther Blissett Project no acertasen a generar un dispositivo que lo hiciese irrecuperable, pero tampoco era esa su intención declarada, y ellos mismos hicieron el recorrido que podía servir de ejemplo a otros actantes en busca de promoción personal. John Cobra no es el nuevo Luther Blissett, sino un contratipo, una mala replicación de sus viejas tácticas, que efectivamente han mostrado servir para cualquier cosa en la época del capitalismo viral. Aún así, las pretensiones puramente lúdicas de forocoches.com al lanzarlo no dejan de plantear conflictos al viejo espectáculo mostrando que la infiltración aún es posible, que la gente tiene poder y que se puede desmontar fácilmente la hipocresía y la pompa artificial de un evento como Eurovisión.

En ese sentido, hoy la Red no es una forma de hacer alternativa y marginal, sino un hecho social masivo, la misma forma de ser del capitalismo posfordista o cognitivo o como le queramos llamar, ¿ha sido entonces “capturado” el nuevo paradigma estético, ha perdido su fuerza antagonista, hay que liberarlo, se ha vuelto ambivalente, hay que desecharlo y buscar otra cosa, tu qué piensas?

El nuevo paradigma sigue produciendo efectos subversivos mientras no se establece de hecho como nuevo contexto en el que se desarrollan todas estas prácticas, asumido por la “comunidad estética” que somos todas las personas. No es una “máquina de guerra” ajustada a ciertos propósitos, no porta ninguna bandera ni reconoce deuda alguna con las ideologías históricas: su potencia de avance reside en la eliminación de los viejos condicionamientos. En circunstancias tales, los disidentes del sistema pueden cabalgar a lomos del nuevo paradigma cuestionando los usos habituales y creando espacios de experimentación donde se juega el desarrollo ulterior de estos usos. El sistema artístico se defiende y trata de preservar su funcionalidad dentro del sistema capitalista bien asentado en la vieja ideología.

Hoy vivimos por ejemplo un crudo debate en torno a si se deben privilegiar los derechos de autor o la libre circulación de la cultura, que no es más que un intento desesperado por parte de las viejas estructuras de contener estos cambios atrincherándose en sus viejas nociones de “sujeto” y de “valor”. Pero en el plano cultural vivimos ya en un escenario de proliferación fractal de formas donde el “valor” ya no se cifra en la explotación de unos recursos limitados, sino precisamente en su plena difusión. Esto es algo que cuestiona el ordenamiento económico, por lo que se pone especial énfasis en controlarlo. Como decía antes, otras veces el sistema responde mediante ajustes conceptuales o mediante generación de “contratipos”, es decir de reflejos subvertidos de aquellas emergencias que lo cuestionan, “vacunas” ideológicas cuyo potencial disolutorio ha sido neutralizado e integrado en los flujos del mercado como un fetiche.

La práctica de Luther Blissett tenía que ver con la creación de imaginarios: leyendas, bulos, mitos… Hoy la Red bulle con mil teorías de la conspiración que tienen gran capacidad de pregnancia social (en torno al 11-S, el 11-M, Haití, la monja-bulo, etc.). ¿Qué reflexión te merecen en general las formas de creación de imaginario en la red y, en particular, estas formas “antagonistas”?

Creo que las “teorías de la conspiración” son un mito de nuestro tiempo. Es decir, tienen un arranque de verdad en determinados fenómenos y después se generalizan como interpretación acrítica de fenómenos ulteriores que no pueden considerarse al mismo nivel. Una vez establecido el concepto, puede encuadrarse dentro de él cualquier emergencia que cuestione nuestra percepción del mundo. En cualquier caso, hoy sabemos que esta percepción está viciada, que detrás de los grandes medios existen siempre grandes mediaciones y asuntos innombrables.

Las “teorías de la conspiración” surgen como efecto combinado de la falta de transparencia de nuestras democracias y de la transparencia de la comunicación en red. Su materia prima son temores o deseos cocidos en ese caldo: cuanto más básicos esos temores, cuanto más profundos esos deseos más contagiosa será la teoría. Creo que estamos aprendiendo a tratar con los nuevos medios y a situarlos en relación con esa versión viciada del mundo que cada día nos impone el boletín oficial. Existe una tensión entre los nuevos usos y el viejo contexto en que se despliegan. Todo avance tecnológico precisa de algún tiempo antes de ser positivamente integrado en los usos sociales. Las mejores “teorías de la conspiración” se montan no sobre supuestos imposibles de contrastar, sino sobre contradicciones contrastadas de la información que nos llega de las agencias. Las peores acaban disolviéndose en chistes malos o buenos que nadie toma en serio.


Tengo la impresión de que es un efecto lógico de la normalización del nuevo paradigma. La red ya no es un espacio virgen a conquistar, no representa ninguna alternativa, todo se ha jugado ya en ella y no queda sino asumir su despliegue. La red2 ya no es ingenua, se conoce a sí misma, y por otra parte los dispositivos de control se han mostrado tremendamente efectivos, por lo que aquellas prácticas se han vuelto inviables. La red difusa ha asumido que está constituida por nodos y esos nodos quieren hacerse visibles, puesto que muchas veces se cifran en ellos oportunidades de desarrollo profesional. No es la situación ideal en la red en cuanto campo de batalla, pero es, como digo un efecto lógico de su consolidación dentro del actual marco productivo.

De todos modos, no creo que la tendencia apunte a una reivindicación de la identidad personal en el sentido de la antigua reivindicación del “sujeto” que con la propia red se ha puesto en crisis. Lo que se refleja en la red, desde la asunción de que nadie deja de estar controlado y de que la es un espacio abierto, es una proyección “literaria” del yo real que quiere intervenir en el discurso. Cada uno de nosotros se ha convertido en un “personaje”, y es desde esta identidad virtual, no desde el yo real, desde donde se quiere intervenir. Hemos entendido que Luther Blissett no somos todos, sino cada cual.

¿Cuál es hoy para ti el poder emancipador de la ficción, de la producción simbólica y de las imágenes?

Nosotros no somos herederos de una “utopía estética” que, además de romántica, sería ilustrada. Tampoco podríamos llevar a cabo, siquiera fuese de un modo imperfecto o imprevisto, lo que no somos capaces de concebir. Las imágenes han constituido siempre el horizonte de la realización humana y un transmisor insustituible de la experiencia. Pero hoy precisamente vivimos en ese mundo estetizado, virtualizado y atrofiado que hacía clamar a Debord contra la expropiación de la experiencia viva. Nosotros ya no estamos vivos, pues no había futuro para el sueño oficial. Somos zombies escarbando en las redes un momento de realización, un resto de lo que pudo ser, una salida de este paraíso insípido, inodoro y excesivamente brillante. Lo difícil hoy es dar con las imágenes adecuadas y dar concreción a esas imágenes. El mundo virtual no es el mejor de los mundos posibles, pero es el mundo que habitamos y hemos de conquistar la competencia para habitarlo, para no vivir a expensas de los poderosos y de los iluminados. Es ahí donde se elaboran y se ensayan hoy las posibles respuestas a esta crisis total del viejo paradigma. En cualquier caso, me estás preguntando si merece la pena soñar, y yo te contesto que no podemos dejar de hacerlo.

Los nombres múltiples tienen naturaleza vírica, replicándose en la adopción por parte de muchos actantes y evolucionando con ellos. Son memes, en el sentido que apuntó Dawkins en los años setenta, es decir, constituyen “unidades de información” que discurren por los circuitos de comunicación. Son los habitantes propios de las redes, a las que dan consistencia y sentido por otro lado, en una época en que la estructura en red parece imponerse sobre los modelos jerárquicos en aspectos tales como la organización de las sociedades y la difusión del conocimiento. Su adopción consciente pone de manifiesto lo extemporáneo de conceptos como el de “originalidad” y “autoría”, pues la cultura no es un conjunto acumulativo constituido por unidades discretas de significado, sino el producto de la interacción humana y la reelaboración constante de sus resultados en nuevas interacciones.


¿Sería John Cobra un Luther Blissett despolitizado?

Yo no interpreto la “despolitización” de un fenómeno como un proceso esencialmente negativo. Significa simplemente que se ha extendido a ámbitos más genéricos y que el nuevo paradigma se va consolidando en las prácticas sociales. No obstante, puede resultar indicativo de su pérdida de potencial subversivo y de su integración en el espectáculo. Era previsible que finalmente éste aprendiese a rentabilizar este tipo de emergencias haciéndose aún más difuso, viral y extremo. Y es posible que los promotores del Luther Blissett Project no acertasen a generar un dispositivo que lo hiciese irrecuperable, pero tampoco era esa su intención declarada, y ellos mismos hicieron el recorrido que podía servir de ejemplo a otros actantes en busca de promoción personal. John Cobra no es el nuevo Luther Blissett, sino un contratipo, una mala replicación de sus viejas tácticas, que efectivamente han mostrado servir para cualquier cosa en la época del capitalismo viral. Aún así, las pretensiones puramente lúdicas de forocoches.com al lanzarlo no dejan de plantear conflictos al viejo espectáculo mostrando que la infiltración aún es posible, que la gente tiene poder y que se puede desmontar fácilmente la hipocresía y la pompa artificial de un evento como Eurovisión.

En ese sentido, hoy la Red no es una forma de hacer alternativa y marginal, sino un hecho social masivo, la misma forma de ser del capitalismo posfordista o cognitivo o como le queramos llamar, ¿ha sido entonces “capturado” el nuevo paradigma estético, ha perdido su fuerza antagonista, hay que liberarlo, se ha vuelto ambivalente, hay que desecharlo y buscar otra cosa, tu qué piensas?

El nuevo paradigma sigue produciendo efectos subversivos mientras no se establece de hecho como nuevo contexto en el que se desarrollan todas estas prácticas, asumido por la “comunidad estética” que somos todas las personas. No es una “máquina de guerra” ajustada a ciertos propósitos, no porta ninguna bandera ni reconoce deuda alguna con las ideologías históricas: su potencia de avance reside en la eliminación de los viejos condicionamientos. En circunstancias tales, los disidentes del sistema pueden cabalgar a lomos del nuevo paradigma cuestionando los usos habituales y creando espacios de experimentación donde se juega el desarrollo ulterior de estos usos. El sistema artístico se defiende y trata de preservar su funcionalidad dentro del sistema capitalista bien asentado en la vieja ideología.

Hoy vivimos por ejemplo un crudo debate en torno a si se deben privilegiar los derechos de autor o la libre circulación de la cultura, que no es más que un intento desesperado por parte de las viejas estructuras de contener estos cambios atrincherándose en sus viejas nociones de “sujeto” y de “valor”. Pero en el plano cultural vivimos ya en un escenario de proliferación fractal de formas donde el “valor” ya no se cifra en la explotación de unos recursos limitados, sino precisamente en su plena difusión. Esto es algo que cuestiona el ordenamiento económico, por lo que se pone especial énfasis en controlarlo. Como decía antes, otras veces el sistema responde mediante ajustes conceptuales o mediante generación de “contratipos”, es decir de reflejos subvertidos de aquellas emergencias que lo cuestionan, “vacunas” ideológicas cuyo potencial disolutorio ha sido neutralizado e integrado en los flujos del mercado como un fetiche.

La práctica de Luther Blissett tenía que ver con la creación de imaginarios: leyendas, bulos, mitos… Hoy la Red bulle con mil teorías de la conspiración que tienen gran capacidad de pregnancia social (en torno al 11-S, el 11-M, Haití, la monja-bulo, etc.). ¿Qué reflexión te merecen en general las formas de creación de imaginario en la red y, en particular, estas formas “antagonistas”?

Creo que las “teorías de la conspiración” son un mito de nuestro tiempo. Es decir, tienen un arranque de verdad en determinados fenómenos y después se generalizan como interpretación acrítica de fenómenos ulteriores que no pueden considerarse al mismo nivel. Una vez establecido el concepto, puede encuadrarse dentro de él cualquier emergencia que cuestione nuestra percepción del mundo. En cualquier caso, hoy sabemos que esta percepción está viciada, que detrás de los grandes medios existen siempre grandes mediaciones y asuntos innombrables.

Las “teorías de la conspiración” surgen como efecto combinado de la falta de transparencia de nuestras democracias y de la transparencia de la comunicación en red. Su materia prima son temores o deseos cocidos en ese caldo: cuanto más básicos esos temores, cuanto más profundos esos deseos más contagiosa será la teoría. Creo que estamos aprendiendo a tratar con los nuevos medios y a situarlos en relación con esa versión viciada del mundo que cada día nos impone el boletín oficial. Existe una tensión entre los nuevos usos y el viejo contexto en que se despliegan. Todo avance tecnológico precisa de algún tiempo antes de ser positivamente integrado en los usos sociales. Las mejores “teorías de la conspiración” se montan no sobre supuestos imposibles de contrastar, sino sobre contradicciones contrastadas de la información que nos llega de las agencias. Las peores acaban disolviéndose en chistes malos o buenos que nadie toma en serio.


Tengo la impresión de que es un efecto lógico de la normalización del nuevo paradigma. La red ya no es un espacio virgen a conquistar, no representa ninguna alternativa, todo se ha jugado ya en ella y no queda sino asumir su despliegue. La red2 ya no es ingenua, se conoce a sí misma, y por otra parte los dispositivos de control se han mostrado tremendamente efectivos, por lo que aquellas prácticas se han vuelto inviables. La red difusa ha asumido que está constituida por nodos y esos nodos quieren hacerse visibles, puesto que muchas veces se cifran en ellos oportunidades de desarrollo profesional. No es la situación ideal en la red en cuanto campo de batalla, pero es, como digo un efecto lógico de su consolidación dentro del actual marco productivo.

De todos modos, no creo que la tendencia apunte a una reivindicación de la identidad personal en el sentido de la antigua reivindicación del “sujeto” que con la propia red se ha puesto en crisis. Lo que se refleja en la red, desde la asunción de que nadie deja de estar controlado y de que la es un espacio abierto, es una proyección “literaria” del yo real que quiere intervenir en el discurso. Cada uno de nosotros se ha convertido en un “personaje”, y es desde esta identidad virtual, no desde el yo real, desde donde se quiere intervenir. Hemos entendido que Luther Blissett no somos todos, sino cada cual.

¿Cuál es hoy para ti el poder emancipador de la ficción, de la producción simbólica y de las imágenes?

Nosotros no somos herederos de una “utopía estética” que, además de romántica, sería ilustrada. Tampoco podríamos llevar a cabo, siquiera fuese de un modo imperfecto o imprevisto, lo que no somos capaces de concebir. Las imágenes han constituido siempre el horizonte de la realización humana y un transmisor insustituible de la experiencia. Pero hoy precisamente vivimos en ese mundo estetizado, virtualizado y atrofiado que hacía clamar a Debord contra la expropiación de la experiencia viva. Nosotros ya no estamos vivos, pues no había futuro para el sueño oficial. Somos zombies escarbando en las redes un momento de realización, un resto de lo que pudo ser, una salida de este paraíso insípido, inodoro y excesivamente brillante. Lo difícil hoy es dar con las imágenes adecuadas y dar concreción a esas imágenes. El mundo virtual no es el mejor de los mundos posibles, pero es el mundo que habitamos y hemos de conquistar la competencia para habitarlo, para no vivir a expensas de los poderosos y de los iluminados. Es ahí donde se elaboran y se ensayan hoy las posibles respuestas a esta crisis total del viejo paradigma. En cualquier caso, me estás preguntando si merece la pena soñar, y yo te contesto que no podemos dejar de hacerlo.

viernes, 30 de agosto de 2013

MARGARITA PADILLA: “LA WEB 2.0. ES UNA PARADOJA HECHA DE GRANDES NEGOCIOS Y PASIÓN POR COMPARTIR”

PUBLICADO POR ACUARELA ON JUEVES, 2 DE MAYO DE 2013

Desbordes
Una constelación muy amplia de comunidades en movimiento ensaya hoy en día otros modos de producir, decidir y convivir. No autoritarios ni verticales, sino abiertos y colaborativos, incluyentes y acogedores, horizontales y distribuidos. Estas experiencias de autoorganización rompen los hechizos que nos convierten en espectadores de lo que (nos) pasa. En y por ellas, nos volvemos participantes activos en la construcción de nuestros propios mundos, no solo receptores pasivos y repetidores de fórmulas hechas por expertos ajenos a nosotros. Nos hacemos cargo en común de los asuntos comunes. Nos volvemos capaces.
Cristina Sánchez Carretero
Antonio Lafuente
Amparo Lasén
Michel Bauwens
Margarita Padilla
Luis Navarro
Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación


Versión completa de la entrevista a Margarita Padilla aparecida en Público el 10 de abril de 2009.



Ingeniera informática y ex Directora de la revista Mundo Linux, Margarita Padilla pertenece a esa escasa minoría de mujeres capaces de crear y mantener sistemas, y le gusta decir que trabaja “haciendo Internet”. Junto a otros hackers, fundó Sindominio.net. Aprendió GNU/Linux y los usos sociales y políticos de las nuevas tecnologías en centros sociales okupados. Algo que en la Universidad nunca le enseñaron.

Hubo un primer Internet donde la gracia era el camuflaje y el juego con las identidades. Hoy la blogosfera representa todo lo contrario. ¿Qué está pasando en la Red?

¿Por qué la historia de Internet es tan diferente a la del telégrafo, el teléfono o la televisión?

Sin duda porque los pioneros que inesperadamente intervinieron en su construcción lo que crearon fue un espacio abierto para la comunicación social. Una alianza táctica reunió a hackers, techies, nerds, frikis, visionarios y otros muchos pirados. Sus herramientas: la socialización del conocimiento técnico (software libre) y un uso de la Red creativo y productivo, no instrumental. El ideario de estas prácticas era la posibilidad de tener ¡por fin! un (ciber)espacio donde reunirnos y compartir en ausencia de fronteras, líderes, policía ni ejército, construido sin contaminar ni expoliar, sin sacrificios ni muerte. Un lugar donde millones de personas de todo el mundo intercomunicaran de manera autónoma y segura, independientemente de su edad, sexo, nacionalidad o etnia. Si la fisicidad del cuerpo nos ataba a las identidades, en el ciberespacio se podía existir con una nueva identidad, o con muchas y distintas. Si el poder en última instancia es poder matar, en el ciberespacio se perdía el miedo a expresar las diferencias: nadie podía matar a nadie.

¿Qué queda de ese ideario?

Estamos en la Web 2.0. La tendencia ya no es construir un espacio otro al mundo físico. Hemos pasado del ciberespacio a la blogosfera. Ahora, una voz tiene mayor fuerza, legitimidad y veracidad en la Red cuantos más elementos de su ‘yo’ (compromisos, aficiones, mascotas o vivencias) incorpore. Cuanto más real y física sea esa voz, más confianza suscita.

¿A qué atribuyes ese cambio?

Las ideas son el motor y el carburante del sistema. Pero las ideas se agotan. Producirlas cansa. Así como el petróleo se extrae cada vez de más adentro de la tierra, las ideas también deben extraerse cada vez de lo más hondo… de la vida. Para que bombeemos ideas, nos dicen que todas ellas compiten en igualdad de oportunidades, como si no existieran condicionantes de mercado y de poder. Así se nos vende Google: cualquiera puede hacerlo. El mensaje es: “Airea tus ideas. Si son buenas triunfarán” (o alguien más poderoso se aprovechará de ellas).

El ciberespacio estaba hecho de estratos separados: los gobiernos, los negocios, la academia, el underground… Hoy en día, ha habido un cambio productivo, que no es sólo económico, sino un “hecho social total”, y todo se ha integrado en una sola capa. Por eso, en la producción de ideas, todo puede valer. Se puede sacar una idea de un atasco, del ruido de la ciudad, de una conversación, etc. Un ‘yo’ productivo es el que pone en relación, en red, los diferentes planos de su vida. Las ideas necesitan encarnarse en un cuerpo que las sostenga. El mercado ya no necesita licenciados, sino vidas creativas de donde exprimiresas ideas. ¡El blog es el mejor currículo! Por eso la imagen del blogger está en las antípodas de la del hacker enganchado toda la noche al ordenador en un caos de suciedad, comida basura y anfetas para no parar. El hacker es nocturno; el blogger es diurno.

¿Entonces la Red ya no es ese espacio para la liberación que imaginaron los pioneros?

Como dijo el poeta, donde está el peligro está también lo que salva. Hay formas de poner en circulación las ideas para que produzcan valor para uno mismo y no para marcas ajenas. Yo los llamo espacios de anonimato, hechos por todos y nadie: blogs, MySpace, Twitter, Facebook, YouTube… Antes que buscar el reconocimiento otorgado por autoridades que ya no nos representan (una discográfica, una editorial, una galería de arte, un departamento universitario…), la gente prefiere colocar sus ideas en espacios de relaciones donde otro no las parasite. En la Web 2.0 la pasión y el goce por compartir y donar gratuitamente conviven con la gestión de los “Yo-marca”.

Pero esos espacios que mencionas, ¿son algo más que grandes negocios? ¿No parasitan los contenidos que albergan?

No los parasitan, al menos de momento (si dejamos de lado los draconianos derechos de autor que aplican a los contenidos donados). Lo que sí hacen es obtener valor, valor de negocio, del que cotiza en bolsa, de la necesidad que tenemos de ponerlos en red. Con los espacios de anonimato se hace negocio, pero son algo más que grandes negocios. Viven de la expresividad sin mediaciones, gozosa, en primera persona, gratuita, distribuida y compartida. Permiten una construcción de legitimidad no autoritaria sino “autoritativa”, es decir, que se autorreconoce horizontalmente. Los espacios de anonimato no permiten un flujo de representación. No sirven para acumular poder representativo. Vuelven obsoletas las representaciones: Wikipedia las académicas, los blogs las mediáticas, MySpace las culturales, GNU/Linux las económicas…, y crean algo común que, cuando se activa, tiene gran capacidad de interpelación social: pensemos en las autoconvocatorias del 13-M o la V de Vivienda, los botellones o las más recientes en solidaridad con Álvaro Ussía y Marta del Castillo. Como contrapartida, están favoreciendo grandes concentraciones cercanas al monopolio.

¿Y no ves también ruido y fraude?

Si pongo un vídeo en YouTube no es porque todos los vídeos que hay ahí sean muy buenos ni porque Youtube sea un espacio de prestigio. Es todo lo contrario de la competitividad académica por editar en tal editorial como signo de prestigio. En los espacios de anonimato somos unos a otros los que nos damos valor, y quien vea tal o cual vídeo en Youtube ya juzgará por sí mismo si aquello merece la pena. Por supuesto, no todo los contenidos son buenos ni verdaderos. Pero a pesar del spam, sigo queriendo mails. Y lo que no quiero son filtros autoritarios. Hemos de regularnos horizontalmente. Está la inteligencia de todos y cada uno para hacerlo. El desafío es la creación de comunidades que tomen iniciativas de cuidado de estos espacios, desde dentro. Youtube no es una comunidad. Una comunidad tiene unos objetivos (por ejemplo, divulgar una tecnología o cuidar y alimentar un sitio web) que trascienden el hecho de compartir un espacio. Las comunidades imprimen una dirección, restringen un poco el puro espacio liso, pero no son colectivos cerrados a los que perteneces o no perteneces. La Red no está terminada. Aún hay mucho por hacer, por experimentar. Todavía es muy joven.

¿En qué retos piensas?

Internet no fue diseñada para ningún uso en particular y, por tanto, puede permitirlos todos, incluyendo los que no habían sido concebidos cuando se desarrolló su tecnología básica. Las grandes corporaciones quieren virar hacia el modelo “telefonía”: un caos de tarifas en el que no sabes cuánto pagas ni por qué. Sería un estilo 3G, con tarifa plana básica y pago extra para Emule, Skype, etc. Operadoras, productoras de contenidos y sociedades de autor quieren gravar la circulación de los bits que no les dan beneficio directo, con filtros según origen o servicio. Quieren romper la neutralidad de la Red. Ahora toca custodiarla. Nuevas comunidades deberán sellar alianzas con las nuevas formas de habitar la Red, con las nuevas subjetividades, una vez que las viejas alianzas están agotadas, que no fracasadas.

¿Qué quieres decir?

Desde el activismo militante se ha luchado mucho por la construir una Red abierta y horizontal. A eso me refiero con lo de “viejas alianzas”. Por ejemplo, hay que reconocer el valor que tuvieron los Indymedias en la apertura de una Web 2.0. Las primeras publicaciones abiertas -algo que ahora parece tan normal- fueron activistas y militantes. La publicación abierta fue una de esas ideas críticas y creativas que, una vez materializada y desarrollada técnicamente por quienes creían en ella, afloró y prendió. Entonces el “dinero grande” se dijo a sí mismo: “Si a esta idea le quitamos la dimensión militante, será la bomba”. Y los sitios de publicación abierta han proliferado.

Y estas alianzas ¿ya no tienen fuerza?

Me imagino a los activistas militantes de la Red como los monjes escribanos de los monasterios: una vanguardia muy activa con valiosos conocimientos abriendo espacios propios con deseo de contaminar lo social. Naturalmente de ahí surgieron cosas muy buenas. Pero ahora es como si de pronto hubiera llegado la imprenta. Cualquiera puede publicar (en Blogspot, en Twitter, en Flickr…). Cualquiera puede estar en red. En los años 90, quienes teníamos las herramientas tecnológicas éramos una minoría. Ahora todos tenemos herramientas para una expresividad gratuita, y tenemos también el interés por ejercerla. Con esta transformación, los colectivos activistas están desconcertados y, quizá a excepción del universo copyleft, han perdido sintonía con las prácticas espontáneas y masivas en la Red. Las alianzas, antes tan fructíferas, han dejado de operar, a mi entender, por dos motivos. El primero es un rechazo a la colaboración con esos megaespacios-marca en los que es imposible la autogestión y que concentran tanto dinero y poder a costa de la circulación de las ideas gratuitamente donadas. El segundo es que no saben cómo procesar la ambigüedad de esos espacios de anonimato que, por descontado, carecen de pureza ideológica.



jueves, 29 de agosto de 2013

MICHEL BAUWENS: “EL MERCADO SE BENEFICIA DE LA CREATIVIDAD SOCIAL, PERO SÓLO DEVUELVE PRECARIEDAD”

PUBLICADO POR ACUARELA ON JUEVES, 2 DE MAYO DE 2013

Desbordes
Una constelación muy amplia de comunidades en movimiento ensaya hoy en día otros modos de producir, decidir y convivir. No autoritarios ni verticales, sino abiertos y colaborativos, incluyentes y acogedores, horizontales y distribuidos. Estas experiencias de autoorganización rompen los hechizos que nos convierten en espectadores de lo que (nos) pasa. En y por ellas, nos volvemos participantes activos en la construcción de nuestros propios mundos, no solo receptores pasivos y repetidores de fórmulas hechas por expertos ajenos a nosotros. Nos hacemos cargo en común de los asuntos comunes. Nos volvemos capaces.
Cristina Sánchez Carretero
Antonio Lafuente
Amparo Lasén
Michel Bauwens
Margarita Padilla
Luis Navarro
Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación




Versión completa de la entrevista con Michel Bauwens aparecida el sábado 10 de abril en Público. Bauwens respondió las preguntas mientras participaba en el(D’)Evolution Summit organizado en Barcelona por los compañeros de Red SOStenible y eXgae. De nuevo agradecer a Tomás González y a Álvaro García-Ormaechea su ayuda a la hora de traducir (¡solo no puedes, con amigos sí!).
  
Michel Bauwens es ensayista e investigador. Ha trabajado para las universidades de Amsterdam y de Dhurakij Pundit (Tailandia). Ha sido director de la revista digitalWave y del newsletter Pluralities-Integration. Es fundador y promotor de la Fundación para las Alternativas Peer-to-Peer (Foundation for Peer-to-Peer Alternatives). Ha escrito varios libros sobre cultura, tecnología y nuevos modelos de negocio.

El establishment del copyright se defiende repitiendo un cliché: quienes critican el modelo actual sólo son un puñado de consumidores irresponsables que quieren “todo gratis”, sin respeto alguno por el trabajo de los creadores. Pero en el movimiento por una cultura libre se están pensando y ensayando alternativas que vayan realmente a favor de los creadores, sin perjudicar el hecho social básico que es compartir.

¿Qué son las dinámicas peer to peer?

Las dinámicas peer to peer (entre iguales) son procesos sociales en los cuales quienes forman parte de una red distribuida pueden sumarse libre y voluntariamente a la búsqueda de objetivos comunes. Son procesos que están surgiendo en cada pliegue de la vida social, como un tercer modo de crear valor más allá del mercado y de lo público. Implican una revolución en lo que concierne a la producción, el autogobierno y la propiedad.

¿En qué sentido?

En primer lugar, ahora tenemos la posibilidad de producir movidos por nuestra pasión y auto-organizando nuestros propios recursos, más allá de las formas coercitivas (esclavitud o vasallaje) o basadas simplemente en el propio interés (el intercambio capitalista). En segundo lugar, el gobierno entre iguales, es decir, los medios que un grupo de pares elige para gobernarse a sí mismos cuando decide producir un recurso común, no es representativo, sino que los participantes co-deciden de forma directa. Por último, la propiedad entre iguales, esto es, el marco institucional y jurídico escogido para proteger el valor creado comunitariamente de la apropiación privada, está dirigida a facilitar el uso más amplio posible y equilibra el derecho colectivo con el individual (pienso por ejemplo en la General Public License del software libre o en licencias tipo Creative Commons).

El mercado, la jerarquía o la democracia son tres medios diferentes de asignar recursos escasos. Pero mientras nos encontremos en un campo inmaterial, cultural o de conocimiento, en el que todo se puede copiar sin costes, cualquiera en cualquier parte del mundo puede agregar voluntariamente su trabajo y se pueden coordinar proyectos muy complejos mediante la adición del trabajo voluntario realizado por distintos individuos en distintos lugares.

Todo esto es muy novedoso y podría convertirse en la lógica central de una nueva sociedad.

¿Qué diferencia hay entre lo público y lo común?

Mi visión personal es que la propiedad pública concierne el total de los bienes comunes de la sociedad, pero está en manos del Estado y de las autoridades públicas. El riesgo de la propiedad pública es que puede volverse, a través de políticos autoritarios o incluso representativos, la herramienta de una minoría que controla y excluye de la participación a muchos. La propiedad común, sin embargo, concierne a los bienes comunes relacionados con la sociedad civil y es más una mezcla de propiedad individual y colectiva. Por ejemplo, en el caso de las licencias Creative Commons los individuos tienen una gama muy amplia de opciones sobre cómo quieren compartir su propiedad. Tienen el control, sin coerción.

¿La dinámicas peer to peer son sostenibles económicamente?

No hay que engañarse: en el modelo clásico del copyright sólo una parte infinitesimal de los ingresos va a parar a los creadores. Habitualmente, en este modelo “el ganador se lo lleva todo”. Igual que las librerías incrementaron la lectura y la compra de libros, el intercambio de archivos aumenta la posibilidad de disfrutar y usar la música. Y también, por lo tanto, de crear nuevas maneras de financiar a los creadores. Y desde el momento en que ya no es necesaria una cantidad muy significativa de intermediaciones, muchos de los ingresos que iban a parar a los intermediarios ahora podrían ir directamente a los creadores.

En concreto, ¿cómo pueden financiarse los creadores?

En mis investigaciones, he identificado principalmente tres modelos de negocios que no restringen la libre copia. En el modelo del crowdsourcing, la plataforma propietaria actúa como agente y tanto ella como los creadores ganan en el caso de una venta. En el modelo del compartir [sharing model], la gente comparte la música o los contenidos gratuitamente, la plataforma vive de la publicidad o de donaciones, y puede compartir ingresos con los artistas (pienso en Jamendo). Pero el más interesante es el modelo del procomún [commons model], en el que una alianza fuerte entre creadores y gestores de nuevo tipo autogestiona la propia plataforma creando algún tipo de valor añadido sobre el recurso gratuito y redirigiendo parte de los beneficios a sostener los bienes comunes (por ejemplo, Linux o Wikipedia). Muchos creadores individuales han usado una gran variedad de soluciones, todas ellas basadas en el hecho de que aceptan el libre intercambio, pero creando algún tipo de valor añadido sobre el recurso común. Pero me parece que mientras el viejo modelo represivo y monopolístico ha quebrado, el nuevo genera aún mucha incertidumbre, por lo que quizá se necesite una solución social y colectiva, como por ejemplo un modelo de licencia colectiva.

¿En qué consiste?

En este modelo, el intercambio de archivos está legalizado, los usuarios pagan una pequeña tasa en forma de impuesto y los ingresos globales se comparten de acuerdo con el uso efectivo del material creativo, que se puede medir más fácilmente siendo legal. No es el público que ama la música el que se opone a las licencias colectivas, sino más bien la industria, que protege su monopolio sobre los beneficios a costa de los creadores. Hay que encontrar esquemas de generación de ingresos que garanticen la expresión cultural libre, el libre intercambio y los medios para desarrollar modos de ganarse la vida con el propio trabajo. Es necesario un nuevo compromiso histórico.

¿Por qué motivos?

Hay una mutua dependencia entre el mercado y la creatividad social. Las dinámicaspeer to peer dependen en la actualidad del excedente (y la crisis) del modelo social existente. Pero, por su lado, las empresas y los gobiernos ya no pueden funcionar sin la innovación social que resulta de las aportaciones de la sociedad civil y de los procesos asociados de producción entre iguales. Sin embargo, la relación ahora es desigual. El mercado se beneficia enormemente del trabajo voluntario y la creatividad social, pero sólo devuelve precariedad. No hay mecanismos para que esos ingresos puedan ser compartidos con aquellos que crean valor. Cada vez más empresas viven de la participación, pero dejan a los co-participantes en la intemperie. ¿Qué proporción de los ingresos de Youtube (o Google, o Skype) va a parar a las personas que generan los contenidos? Para proteger las dinámicas entre iguales y el valor de la participación, las puras dinámicas de mercado no son apropiadas y destruirán esas dinámicas. Si sólo algunos participantes reciben un beneficio de un proyecto colectivo, eso tendrá a desmotivar a los otros. Hay que pensar un nuevo modelo, un nuevo contrato social.

¿Se puede aplicar la lógica peer to peer al ámbito de los bienes físicos?

Por supuesto, la lógica peer to peer sólo funciona plenamente en la esfera inmaterial de la abundancia, en la que todo se puede copiar sin coste y donde es posible coordinar proyectos muy complejos que reúnen el trabajo de individuos distintos en distintos lugares del mundo. En lo que concierne a los bienes inmateriales de uso y disfrute no antagonistas -o tú o yo-, la exclusión es algo casi completamente innecesario. En el caso de los bienes físicos antagonistas, hay que partir de la base de que son escasos y limitados, pero quienes los producen han de poder decir y decidir en sus respectivos ámbitos. En todo caso, hoy en día cualquier bien que necesita producirse materialmente necesita diseñarse y el diseño compartido es la próxima frontera -que está emergiendo con mucha fuerza- para la producción entre iguales. También pienso que los proyectos de diseño compartido deberían tender a alinearse con formas corporativas que estén en armonía con su propio sistema de valores y esto supondría el nacimiento de una economía social basada en diseños abiertos y modos cooperativos de propiedad.

¿Para ti es lo mismo mercado y capitalismo?

 Veo el mercado simplemente como una de las opciones para intercambiar bienes antagonistas, limitados. Existen otras formas y además el mercado no es apropiado, e incluso a veces es contraproductivo, para el intercambio de bienes no antagonistas. Como decía antes, hay que tener en cuenta que los mercados, la democracia y la jerarquía son medios para tratar la asignación de la escasez y no son realmente necesarios en casos de bienes abundantes no competitivos. Sin embargo, siempre que haya escasez de algunos bienes se pueden utilizar mecanismos de mercado, que se llevan usando miles de años antes de la llegada del capitalismo. Por otra parte, el capitalismo es un sistema basado en la acumulación infinita de capital y en el uso de la mano de obra como un bien de mercado; sólo puede existir expropiando a la mayoría de la población de los medios de sus propios recursos productivos. Su principal problema ahora es que el crecimiento infinito es incompatible con la existencia continuada de la biosfera y, por lo tanto, de la humanidad. Está destinado a desaparecer, pero podemos preservar a los mercados de ese destino siempre que la gente desee el espíritu emprendedor y el intercambio libre.

A veces, leyéndote, se tiene una impresión de déjà vu, como si se estuviera releyendo los viejos manuales marxistas que explicaban cómo la contradicción entre las fuerzas productivas (tecnología) y las relaciones de producción (la propiedad) hace avanzar la historia, cómo lo viejo está siempre preñado de lo nuevo y sólo hay que ayudarlo a nacer (“la transición tranquila”, “la autopista hacia el sistema peer to peer”) . ¿Existe realmente ese corte tan claro entre lo viejo y lo nuevo? ¿Dónde queda en esta visión la necesidad de lucha y conflicto?

Cuando un sistema basado en el crecimiento infinito toca sus límites físicos y naturales, es lógico esperar una fase de transición. Creo que la mejor imagen o analogía es el cambio del imperio romano basado en la esclavitud al feudalismo; o de este último al capitalismo. No se trató de una continuación sin más, sino de un cambio sistémico completo con valores y lógicas radicalmente diferentes. Por lo tanto, el peer to peer no debería considerarse una simple continuación de lo que tenemos, incluso aunque esté adaptado por las fuerzas sociales actuales, porque su lógica inherente es la de un sistema de valores sustancialmente nuevos. Creo que se están agotando de manera gradual los tiempos y las posibilidades para una transición tranquila, ya que no parece que las actuales élites sean capaces de dirigirnos hacia el cambio estructural necesario, ni siquiera tras la repentina conmoción para el sistema de 2008. Si Obama hubiera sido un Roosevelt en lugar de un Herbert Hoover, podría haberse dado un escenario convincente para un cambio gradual y ordenado, pero creo que la oportunidad histórica ha pasado. El conflicto no es una opción, sino algo que se impone cuando una estructura vieja es impermeable a la adaptación.

Algunos de tus textos están muy impregnados por un tono utópico. ¿En qué sentido son importantes para ti las historias utópicas sobre otros mundos posibles?

Presento de manera explícita el peer to peer como una forma no utópica y basada en la observación cuidadosa de las actuales tendencias, pero que añade el elemento de fuerzas humanas conscientes que buscan las sinergias y la integración. El nuevo mundo será diferente y creo en una mejoría sustancial, si no material, sí espiritual, pero no será una utopía o una sociedad perfecta, sino sencillamente una sociedad sostenible que reconoce los límites naturales y que limita las trabas a la innovación humana en el contexto de una justicia social mejorada. Obviamente, es posible que las cosas lleguen a ser mucho peores antes de mejorar. Dicho esto, no tengo nada contra el pensamiento utópico si sirve de inspiración para acciones humanas positivas, con la condición de que sea consciente de sí mismo y no trate de negar la realidad en favor de los sueños, que así corren el riesgo de convertirse en pesadillas.