Dr. Hugo SALINAS
¿Qué es Capitalismo? Es la Repartición
Individualista del resultado de la actividad económica, en donde el 100% de la
riqueza creada pertenece única y exclusivamente a quien maneja el acto
económico. Es el origen de las grandes desigualdades socio-económicas así como
del desempleo.
Y el Niño Peruano se ha encargado de
mostrar con toda su crudeza los efectos perversos del comportamiento
individualista, tanto de las personas como de las empresas y de las
instituciones, generado por este tipo de repartición. Las pérdidas cuantiosas
en vidas humanas y materiales exigen iniciar un nuevo modelo socio-económico
que actúe, constante y fluidamente, en bien de todas las personas y de la
sociedad. Hoy en día no existe ninguna relación entre la persona y su sociedad.
La inclusión social, como los donativos y actos humanitarios, no sueldan el
tejido social roto en América Latina desde la invasión española de 1532.
El Niño Peruano ha devastado ciudades
enteras, dejado a miles de familias sin vivienda, agua, electricidad y otros
servicios básicos que requiere una persona. Pero, al mismo tiempo, ha dejado en
evidencia el comportamiento individualista tanto de las personas como de las
empresas que, en casos como éste, sus acciones se revierten con toda su fuerza,
en forma negativa, contra las mismas personas y las empresas.
La furia de la Naturaleza, traducida en
torrenciales lluvias, ha motivado que los ríos recuperen sus cauces e invadan
sus antiguos lechos. Desgracia humana, porque aquellos lechos habían sido
ocupados por personas en búsqueda de un lugar para cobijarse en este mundo de
marginación, extrema pobreza y desocupación. Un comportamiento individualista
de solución al problema de la vivienda que, en circunstancias como ésta,
resulta ser mortífera. Hasta ahora van cerca de 100 muertos y miles de
damnificados.
Poblaciones enteras sumergidas en el
lodo y aguas servidas, además de estar expuestas a todo tipo de enfermedades.
Una vez más, la solución individualista en el problema de la vivienda y de los
servicios comunes, se muestran contrarias al propio interés de las personas y
de las empresas.
La búsqueda de una rentabilidad inmediata, sin tomar en consideración
las previsiones más elementales, se muestran contradictorias con el interés
común de las personas. Un tipo de comportamiento que ha invadido inclusive a
los órganos de gobierno cuya misión es el servicio público. “Piura pudo
salvarse del gran desastre, nos dice Sonia Suyón en Hildebrandt en sus
trece. Existe un proyecto integral de prevención desde el 2003, encarpetado,
y que el MEF no vio con buenos ojos porque ‘no hay retorno de inversión’.”[i]
Esto nos está probando que el espíritu
individualista y su elemento motor, la Repartición Individualista del resultado
de la actividad económica, colisionan con el bienestar de la población y el
futuro de la sociedad. El fenómeno del Niño Peruano nos está diciendo a gritos
que debemos cambiar la forma de resolver nuestros problemas de sociedad.
Juan de la Puente, columnista del diario La República, se hace esta pregunta:
“¿Un país que no pudo prevenir podrá reconstruir?”[ii]. Una pregunta que nos conduce
al meollo de la cuestión. ¿Por qué, en las condiciones actuales, bajo el modelo
socio-económico imperante, no se puede prevenir los problemas de sociedad?
La vivienda, por ejemplo, nos es un
tema individual. Es un problema de sociedad. Sin embargo, el modelo
socio-económico actual ha empujado a las personas a que resuelvan
individualmente su problema de vivienda. Y éstas son las consecuencias.
Ahora estamos enfrentando “a la quinta reconstrucción después de
desastres de envergadura en los últimos 50 años, luego del Niño de los años
1983 y 1998, y de los terremotos de los años 2001 y 2007. […] Las cuatro
reconstrucciones fueron fallidas […], si nos atenemos a los objetivos ubicados
más allá de la reposición de puentes y principales carreteras”[iii], anota el articulista. Es
decir, ninguna de las reconstrucciones iniciadas en los últimos 50 años en el
Perú ha sido terminada correctamente, menos aún pensar que fuera ejecutada con
visión de futuro. Los damnificados han pasado al olvido y la reconstrucción se
ha convertido en una burla.
Dentro de un modelo alternativo existen
dos parámetros esenciales: la propiedad colectiva y la empresa-país.
La propiedad colectiva, ante una
embestida de la Naturaleza, como la actual, permite que la sociedad
inmediatamente reaccione y traslade a toda la población afectada hacia un lugar
seguro y de propiedad colectiva. La construcción de una nueva urbanización o
ciudad se decide y actúa rápidamente porque, la pérdida lo insume la sociedad,
así como su costo de reconstrucción. Con la propiedad colectiva de las
viviendas, las personas podrán rápidamente rehacer sus vidas. Pero, con el
modelo actual, la reconstrucción tomará decenios, y a cargo esencialmente de
cada una de las personas afectadas. Las desigualdades socio-económicas se
agrandan.
La decisión de construir una nueva
ciudad, a partir de cero, en propiedad colectiva y ejecutada por empresas-país,
que son igualmente de propiedad colectiva, es una decisión de sociedad
inmediata. Porque en las empresas-país no existe el interés del lucro y del
enriquecimiento ilimitado, enfermizo y contra la dignidad humana. En las
empresas-país no existe la colisión de intereses entre el bienestar general y
el bienestar individual. No hay lugar para la corrupción.
Y con ello se corta rápidamente el
dolor humano y los efectos negativos de todo desastre que cauce la Naturaleza.
Con la propiedad colectiva no existirán nunca más los efectos perversos de la
coima en la reconstrucción, de la corrupción en la aprobación de proyectos de
inversión, ni de invasiones a zonas peligrosas por personas carentes de
recursos económicos, y presas fáciles de traficantes de terrenos y políticos
mafiosos.
San Juan de Lurigancho, 1 de abril del
2017
[i] Sonia
Suyón, Un proyecto que pudo salvar a Piura, in Hildebrandt en sus
trece, viernes 31 de marzo del 2017
[iii] Idem