De
la Globalización a la Perestroika en Estados Unidos
30/06/2020
Introducción
Hoy todo demuestra que estamos ante una crisis
sistémica. Crisis sistémicas hemos visto ya en la Antigüedad, con el Imperio
Romano, la vimos con la descomposición de la Unión Soviética hace treinta años
y la vemos también hoy ante nuestros ojos en Estados Unidos. Observamos, que rara
vez se percibe el borde del acantilado, o incluso el fondo del abismo, antes de
que éste se haya tragado un imperio entero y, aun así, tampoco se ve hoy. El
ascenso y la caída de las civilizaciones es una tesis clásica que con la Gran
Depresión del Siglo XXI toma nuevamente vigencia. Durante la
depresión, los tres momentos: las relaciones sociales de producción, las
fuerzas productivas y la conciencia de éstas pueden bien entrar en fuerte
contradicción al interior de sí mismas. Este sistema de contradicciones se
manifiesta a través del carácter crecientemente improductivo del capital
financiero y la enorme dificultad de un retorno al trabajo productivo en el
mundo en general, en primer lugar en los centros del poder.
Con la Gran Depresión del Siglo XXI se revelará, en
otras palabras, un momento particularmente crítico del capitalismo. El capital
financiero especulativo, basado en trabajo improductivo, se impone hoy más que
nunca al trabajo productivo y aparentemente puja por llegar a los límites más
extremos. En estos días estalló otra burbuja especulativa en la bolsa de
valores y todo hace prever que podría ser la última. La pregunta central es si
el capital podrá o no invertir, una vez más, esta relación y retornar al ámbito
productivo con ganancias justo cuando el mundo entra en una Gran Depresión.
Este retorno, lo consideramos muy complejo y
difícil. Por lo tanto, al no poder regresar y reconectarse al ámbito
productivo, nos encontraremos no solo ante una crisis del modelo neoliberal
sino ante la crisis sistémica del capitalismo mismo. Entonces, como podemos
observar, la continuidad del capitalismo como sistema dependerá de sus
posibilidades de retorno de las inversiones al ámbito productivo. Dicho de otra
manera, a partir de una imposición dominante de la inversión financiera
improductiva y especulativa por sobre la productiva sin una clara posibilidad
de retorno, la racionalidad misma del capitalismo se encuentra en crisis.
Incluso podríamos estar ante la inversión misma de esta racionalidad, basada en
el crecimiento perpetuo, hacia otra civilización donde se reafirme tanto la
vida humana como la de la naturaleza.
Crisis y transición en la historia a vuelo de
pájaro
El ascenso y la caída de las grandes culturas en la
historia se encuentran estrechamente vinculados con el tema del trabajo
productivo e improductivo, sucede así también para el capitalismo. Una visión
histórica nos permite una mejor mirada hacia nuestro futuro. El enunciado de
que las relaciones existentes de producción se tornan en su desarrollo en una
traba para el propio desarrollo de las fuerzas productivas, se manifiesta
precisamente por el carácter improductivo del trabajo que pasa a predominar
sobre el productivo en cada fase final de una civilización.
Los conceptos de trabajo productivo y trabajo
improductivo trascienden entonces al propio capitalismo. Se presenta en todas
las culturas de la humanidad, pero en el capitalismo adquiere una modalidad
específica. El hecho que en el capitalismo podrá definirse el trabajo
productivo específicamente para el capital, puede entrar en contradicción con
lo que es productivo a nivel más general, es decir, más allá de las relaciones
sociales de producción dominantes actuales. En otras palabras, aunque exista el
concepto de trabajo productivo para el capital, lo anterior no quita que en el
capitalismo continúe existiendo trabajo productivo en general. Esta concepción
de trabajo productivo en general mejor se entiende a través de la historia, o
sea, allende el capitalismo. La concepción de trabajo productivo en general es
fundamental para entender la brecha creciente entre el capital improductivo y
productivo.
A través de toda la historia, el trabajo productivo
en general se asocia con el ascenso de las culturas, y el
improductivo con su declive. El ascenso y el declive
estratégico de las élites en el poder están en función de su propio
carácter productivo en la historia, esto también es válido para esta etapa en
el 2020. En cada crisis de un modo de producción, la élite se
vuelve superflua por el carácter improductivo de su presencia, que
adquiere y muestra en esa fase final. Hagamos a vuelo de pájaro un recorrido
por la historia para entender mejor el concepto de trabajo productivo e
improductivo más allá de las relaciones sociales existentes. Esta visión nos
prepara mejor para analizar la Gran Depresión del Siglo XXI y sus posibles
consecuencias.
Las grandes civilizaciones de la
Mesopotamia, Egipto y la China antigua, así como las culturas precolombinas,
todas ellas ven surgir y resurgir una dinastía tras otra a partir de la
aparición de grandes obras de culto, que encuentran su base económica en las
grandes obras productivas que las anteceden. Cada expansión de las obras
hidráulicas significa un gran trabajo productivo con un fuerte ascenso en las
fuerzas productivas sociales particularmente por la división de trabajo entre
las comunidades de base y la comunidad dirigente en las obras productivas. Esta
base productiva da pie a una expansión de obras de tipo ‘cultural’. Estas
últimas, al distanciarse-y-perder la dimensión en relación con la base
productiva, impactan contrayendo a esta última. Las obras (re)productivas
reafirman el Bien Común y legitiman la división del trabajo entre las
comunidades de base y la comunidad dirigente. Las hambrunas resultado de una
desproporcional inversión en suntuarias obras de culto, deslegitiman esa
división de trabajo, evidencian y potencian los choques de intereses y, por
ende, suelen producir e impulsar las rebeliones de las comunidades de base
contra las élites en el poder y en el gobierno.
Cuanto más suntuarias sean las obras de culto, más
tienden a desarrollarse a costa de la base productiva y hacen manifiesto el
carácter improductivo de la élite dominante. En una coyuntura semejante, la
permanencia de la comunidad “superior” pone en peligro la base productiva de
las comunidades. Sin embargo, la ausencia de la comunidad superior implica una
ausencia también de la clase dirigente de las obras de infraestructura
productiva. La desaparición de una dinastía improductiva es sucedida por otra
productiva. La misma crisis de un centro de poder demanda uno nuevo, para
restaurar y/o reiniciar las obras productivas ya existentes o iniciar otras
nuevas. La consecuencia es una crisis cíclica del sistema imperante. La
conquista de otros pueblos y su tributo, en trabajo (como comunidad subyugada)
y/o especie, a la comunidad superior conquistadora pueda ampliar el espacio y
el tiempo de la dominación, pero cuanto más alejados del centro de poder se
encuentren éstos, más fácil será su rebelión, fenómeno muy bien estudiado para
la era del esclavismo.
El trabajo improductivo es inherente e
imprescindible en el modo de producción esclavista. En el régimen
esclavista no existe ningún mecanismo natural para la reproducción de la fuerza
de trabajo. Aunque haya existido la esclavitud por deudas, esta misma encuentra
sus límites inmediatamente. La esclavitud por deudas, que sufren históricamente
los propios civiles, tiene su límite objetivo: la amenaza de la reproducción
futura de la mano de obra esclava. Para garantizarle a los amos la reproducción
de los esclavos, existe la necesidad de una tercera clase social: los
ciudadanos libres. La reducción a la esclavitud de pueblos conquistados es la
única modalidad efectiva para mantener su ‘oferta’. Al no reproducirse biológicamente
los esclavos, la demanda adquiere carácter permanente y con ello la guerra. La
guerra en sí constituye un trabajo improductivo. La guerra resulta productiva a
los ojos e intereses de los conquistadores, mientras sus costos son compensados
con holgura por el botín de guerra y el reclutamiento de mano de obra esclava.
Cuando se invierte la relación, el gasto de defensa manifiesta su carácter
improductivo para el imperio.
Conforme el imperio esclavista se expande, la
demanda de esclavos crece a escala ampliada. El costo de la guerra aumenta
entonces, sin cesar. Una esclavitud a escala ampliada aumenta la base
productiva y la prosperidad pero a la vez exige un proceso de conquistas en
escala igualmente ampliada. Al acortarse la vida media de los esclavos por
efectos de trato brutal, el retorno al campo de batalla se acelera. En medio de
ello surge la necesidad objetiva de ampliar la tercera clase, ya que muchos
suelen morir en los campos de batalla. En Roma, la ciudadanía se reproducía de
manera artificial al otorgársele la ciudadanía a los pueblos conquistados que
brindaron escasa o ninguna resistencia. La reproducción ampliada de la
ciudadanía es vital para recaudar los impuestos y reclutar guerreros necesarios
para la perpetuación de la guerra.
Conforme el imperio se expande en el espacio, las
derrotas en el campo de batalla suelen ser más frecuentes, la afluencia de
esclavos disminuye de cara a la demanda existente y su precio va en alza.
Cuando el costo de la guerra supera crónicamente su beneficio, se manifiesta
una crisis de reproducción de la relación esclavista. La única salida es
promover la propia reproducción biológica de los esclavos. Para ello, sin
embargo, se requiere que el propio esclavo tenga acceso a condiciones objetivas
de reproducción de su vida: por lo general la tierra. Para eso hay que
concederles libertad como personas. Aparecen así el liberto y el colono, y el
esclavo tiende a desaparecer. De esa forma cambia en su esencia la racionalidad
económica, lo mismo que la relación de explotación.
Durante el Feudalismo la mayoría
de los siervos disponían de una parcela. En sus orígenes, se paga al señor una
renta en trabajo. Con el crecimiento de la fuerza productiva más elemental, es
decir, con la reproducción de la propia población, hay necesidad de crear
pueblos nuevos. Bajo la conducción de los señores se realizan esas obras
productivas en lugares más lejanos y menos accesibles. El paso de la renta en
trabajo a la renta en especie está vinculado al desarrollo de estos pueblos nuevos
más lejanos del burgo del señor. La renta en especie se da entonces a partir de
la ampliación de la base productiva. Los señores cobran la renta en productos
de fácil venta en otros lugares más lejanos. Los siervos más especializados en
tareas de transporte obtienen mayor libertad del señor para moverse para la
venta de productos especializados. Estos nuevos comerciantes se instalan fuera
de los grandes burgos medievales, transformados con el tiempo en ciudades.
Los señores ya no suelen tener artesanos (siervos
de la gleba) en su burgo para sus ropas y artefactos rústicos, sino los mismos
artesanos se especializan libremente en los burgos más grandes. Nace la
burguesía con su propia economía de artesanos (guildas) y pronto con su propio
gobierno político. Con el desarrollo del comercio, los siervos en el campo se
ven obligados de entregar cada vez más el tributo en forma de dinero, dejando
el riesgo de una mala venta o cosecha en manos de los mismos. A partir de
entonces son campesinos libres como persona para vender su producto al mejor
postor.
Al pasar de la renta en especie a la renta en
dinero, el rol de los señores feudales se torna cada vez más improductivo. La
pequeña nobleza que vive de rentas más o menos fijas sufre las consecuencias de
alzas inflacionarias a partir de la entrada masiva de oro latinoamericano en la
economía de mercado. La venta masiva de tierras por parte de la pequeña nobleza
se convierte en fenómeno común. Puede surgir así la gran explotación agrícola
destinada al mercado y cuya producción se basa en la fuerza de trabajo
asalariado. La nobleza que vive de rentas improductivas se encuentra cada vez
más reducida y desconectada de la economía viviendo como rentistas
improductivos. Como clase, en esencia, ya pasaron a la historia.
El gasto improductivo y militar en el capitalismo y
el socialismo
Si la guerra es una actividad improductiva por su
contenido lo es en el pasado, presente y futuro. En los tiempos
nuestros, no solo la guerra sino también las armas producidas y empleadas
en la misma lo son. Las armas producidas en un ciclo económico aparecen como
producto y riqueza material pero no encadenan con el próximo ciclo productivo,
y en el mejor de los casos no son utilizadas. El uso de las mismas más bien es
un trabajo destructivo. En lugar de alentar el crecimiento de la economía
civil, el gasto de defensa tiende más bien a limitar la
expansión de la economía. La exportación de armas podrá beneficiar a su
productor pero el comprador asumirá el gasto improductivo, en otras palabras y
visto para las economías en su conjunto, sigue siendo un gasto improductivo.
Si el gasto militar, visto por su contenido,
constituye un gasto improductivo, lo anterior será válido sin importar las
relaciones de producción, ya sean pre-capitalistas (Imperio Romano),
socialistas (URSS) o capitalistas (EEUU). En vez
de alentar el crecimiento de la economía civil, el gasto de defensa tiende a la
reproducción limitada. La capacidad distributiva interna del gasto militar
mediante impuestos significa restar dinámica a los sectores de la economía
civil. La transferencia de este gasto improductivo a terceras naciones mediante
la exportación de armas o la obtención de pagos por la ‘protección militar’
ofrecida (OTAN), significa transferir el costo improductivo y una consecuente
reproducción más limitada a terceras naciones en beneficio del país productor
de armas y su complejo industrial y militar.
Ahora bien, EEUU y sus “aliados” europeos
organizados en la OTAN contaban en los años ochenta, con más o menos 600
millones de habitantes, mientras la URSS bajo el Pacto de Varsovia no llegaba a
400 millones. El PIB de EEUU era el doble del de la URSS. EEUU pudo transferir
sus gastos de defensa a terceras naciones, incluso más allá de sus socios del
Pacto Atlántico, como fue el caso del tercer mundo latinoamericano. Mientras
que Rusia que exportaba menos, a menudo ni siquiera cobraba a los suyos. Si
EEUU invertía, por ejemplo, el 5% del PBI en la carrera armamentista, la URSS
tendría que invertir el 10% y esto solo era posible al costo de debilitar más
la economía civil, con austeridad y un consumo contraído. En el período de
Reagan (1981-1989), el gasto de defensa norteamericano sube con respecto a 1980
(5% del PBI), llegando a 6,3% en 1986. En otras palabras si los EEUU gastaban
más de 6% de su PBI en gasto de defensa, la URSS debería haber gastado más o
menos 12%.
Para la URSS, la carrera armamentista, hasta cierto
punto respondió a la necesidad de defender la reproducción de las relaciones
socialistas de producción. La carrera armamentista en la Guerra Fría, sin
embargo, también era una competencia sistémica, pero significó cada vez más una
carrera de la URSS hacia una reproducción limitada en el campo civil de la
economía. La asociación de China (1967-76) al Bloque
capitalista y la guerra desplegada desde Irán-Pakistán-Afganistán sobre
Rusia y cómo esto impacta incrementando los esfuerzos de la URSS para
equilibrar el poder, no hizo más que agravar la situación. Desde 1967-73 ya no
es contra EEUU solamente, sino con el Tri-continentalismo, también contra
Europa, Japón, China, etc.
Las necesidades populares quedaron desatendidas y
el proceso deslegitimado al interior. La Guerra Fría significaba para la URSS,
la imposibilidad de un desarrollo sostenible y fue una importante causa de su
decadencia estructural económica, social y política. Debido a la crisis
económica y política, la Perestroika hizo su entrada y la
nación se volcó hacia adentro para poder sobrevivir, que es cuando emergen las
contradicciones internas con las repúblicas que habían quedado subordinadas al
poder centralizado.
El complejo estratégico industrial-militar era el
eje medular de la planificación centralizada. Con la Perestroika (o
Reestructuración integral), la atención debería poder ser dirigida a
incrementar la (re)producción civil y a adecuar a ella las relaciones sociales
necesarias. Re-organizar la economía civil en función del crecimiento de la
economía en su conjunto implicó descentralizar la toma de decisiones en materia
de economía política en las Repúblicas. Al delegar así mayor autonomía a las
repúblicas soviéticas, la Perestroika tuvo, como efecto no esperado, el fomento
de sentimientos nacionalistas que fortalecieron los poderes locales en las
repúblicas y con ello las empujaron hacia la separación del poder central. El
rechazo a la planificación centralizada en torno al complejo industrial-militar
condujo a la independencia de las repúblicas. La “caída” del Muro de
Berlín simbolizó la desintegración del Bloque Socialista y con ello se sella la
caída del socialismo real.
Con la caída del socialismo real, “todo” parecía
indicar que el capitalismo era el único sistema posible para la humanidad, que
por naturaleza parecía ser eterno. Esta perspectiva, impulsada
por el estado profundo y expresado a través de un pensador reaccionario de
Washington (Francis Fukuyama), significaba que se cerraba cualquier alternativa
de desarrollo para los países del Sur. Teniendo como consecuencia su virtual
subordinación al EEUU tri-continentalista, a sus corporaciones y a la OTAN. En
este marco, es que el Consenso de Washington dio marco a la era de
globalización neoliberal (1991) que hizo entonces su entrada con fuerza. EEUU
se presentó como el glorioso triunfador de la Guerra Fría, pero en realidad ya
el Consenso de Washington mostraba la poderosa fractura interna en EEUU, fruto
de la puja entre grandes capitales por dominar el mundo, tema que abordaremos a
continuación.
El imperio norteamericano
La dominación estadounidense de la economía mundial
desde 1920 hasta 1960 se basó en su posición de gran productor, exportador y
acreedor reflejado por su superávit en la balanza comercial con el mundo. Con
superávit comercial en ese periodo y con sus grandes reservas en oro, Estados
Unidos podía comprar y reconstruir las grandes industrias de Europa (Alemania)
y Japón derrotados en las guerras, y de la América Latina periférica y
dependiente subordinada a fuerza de golpes de estado y asesinatos de sus
presidentes nacionales. En el periodo entre el final de la Segunda Guerra
Mundial 1944 y 1950, cuando estalló la Guerra de Corea, EEUU acumuló más del 75
por ciento del oro monetario del mundo. Ese oro fue el respaldo para el dólar
como moneda internacional de reserva desde Bretton Woods en 1944.
A partir de la década de 1960, su dominación
provino de su posición deudora, es decir EEUU vivió más de medio siglo
debiéndole al mundo. Su influencia como principal economía deudora del mundo
fue tan fuerte como la que antes reflejaba su posición de acreedor neto. A
partir de 1958, cuando el sistema de Bretton Woods se hizo realmente operativo,
los países liquidaban sus operaciones de comercio internacional en dólares al
mismo tiempo que esos dólares eran convertibles por oro para los bancos
centrales participantes del sistema. Los países acordaron mantener tipos de
cambio fijos, pero ajustables en circunstancias excepcionales, en el cual el
dólar y el oro podían intercambiarse entre sí a un tipo fijo de 35,20 dólares
por onza.
En los años sesenta las exportaciones sobre todo
desde Alemania y Japón, que incluían las de las corporaciones multinacionales
norteamericanas radicadas en Europa y Japón, sobrepasaban sus importaciones
desde EEUU, lo cual hizo que disminuyeran su demanda de dólares, que más bien
cambiaban por oro. La orden de presidente Nixon en agosto de 1971 fue
cerrar la ventana de cambio de oro por dólares de los bancos centrales del
mundo. En ese momento el Sistema Monetario Internacional se convirtió
en un sistema de dinero fiduciario (o sea dinero sin
respaldo en un bien tangible como el oro).
En 1974 el precio del petróleo se disparó por
acuerdos entre los países de la OPEP. En ese momento, EEUU obtuvo un acuerdo
con Arabia Saudita (principal productor de petróleo) que podía cobrar lo que
quisiera por su petróleo, pero tenía que reciclar prácticamente todas sus
ganancias netas en dólares, ya sea bajo la modalidad de compra de armas o
mediante la compra de bonos del tesoro de EEUU. Luego, EEUU determinó que el
precio del petróleo se define y paga exclusivamente en dólares. Los países que
dependían de las importaciones de petróleo tenían que disponer de reservas en
dólares (a menudo Bonos del Tesoro de EEUU) y los países con superávit
comercial con EEUU se vieron obligados a aceptar bonos del
tesoro (una especie de pagarés) de EEUU. Impusieron, en otras palabras, que el
resto del mundo mantuviera sus superávits y ahorros en forma de préstamos a los
Estados Unidos. Esta es una posición de rentista improductiva.
El país consume bienes de trabajo productivo de
otras naciones a cambio de promesas de pago a futuro. Para mantener ese
orden de las cosas EEUU, como verdadero imperio pudo incluso, a base de crédito
externo, instalar bases militares (hoy en día 800) en 40
países. Los dólares que este gasto militar implicaba se los “prestan”, en buena
medida, los países del mundo sin saberlo. Los países que no cumplen con el
requisito de comprar dólares para el pago de petróleo corren el riesgo concreto
de una invasión, como hemos visto en Irak y Libia por ejemplo.
Crédito Privado y privatización del Sistema
Monetario Internacional
La expansión de la banca privada, a
partir del crédito, se desarrolla después de 1965. Hasta esa fecha, el origen
principal de los préstamos y créditos internacionales provino de organismos
multilaterales (Banco Mundial, BID, etc.) o bilaterales. El dinero no es
externo a la reproducción del capital y así como tampoco lo es el crédito. El
crédito, sin embargo, permite la reproducción temporal de la ganancia sin que
se reproduzca el capital productivo. En este sentido, el acto de préstamo en
dinero se distingue del crédito. El préstamo es el empleo de un capital
monetario previamente reunido a partir de riqueza creada en el pasado y
atesorada, y a menudo depositada en un banco (Banco Comercial), para poder
crear mayor riqueza en el futuro. El crédito, en cambio, es un título o derecho
sobre la propiedad de mercancías futuras a generar con trabajo futuro.
La expansión del crédito sin ahorro previo y sobre
la base de deuda, significa creación de dinero que no garantiza una inversión
productiva a futuro. El surgimiento de la Banca de Inversión privada fue clave
para este desarrollo. La banca privada de inversiones se especializa en
(crédito para) fusiones y adquisiciones, y en obtener dinero para que las
empresas privadas puedan realizar todo tipo de inversiones, productivas o no.
El carácter improductivo (ficticio) de la acumulación sustentada por el crédito
llega a primer plano, cuando la cuasi-validación de la ‘plusvalía’ se afirma en
una acumulación de títulos o derechos sobre el trabajo futuro como, por
ejemplo, en seguros contra oscilaciones en tipos de cambio en la compra y venta
a futuro o en cambios de tipos de interés sobre deudas a plazo.
Las acciones de una empresa son títulos que en
principio reflejan el capital (valor de equipo y maquinaria en libros
contables) realmente invertido en una empresa. El capital accionario es
ficticio, ya que no se puede contar dos veces el capital, al contabilizar
también el capital real (maquinaria, edificios, etc.) de una
empresa con su valor en libros. La recompra de sus propias acciones por
las grandes corporaciones aumenta el precio de las mismas en la Bolsa de
Valores pero no así el capital realmente invertido con su valor en libros. Las
acciones constituyen más que todo un derecho a participar en las ganancias
futuras de la empresa. Si es invertido en expansión y desarrollo de la economía
real es respaldado por capital real. La emisión de bonos del Tesoro para
financiar desarrollo de infraestructura es una inversión productiva, pero para
ir a la guerra dicho trabajo no crea riqueza a futuro. Por lo tanto, es capital
ficticio.
Recién a partir de 1965, la Banca
Internacional Privada comienza a operar realmente en el mercado
internacional con una notable expansión del crédito no controlado por los
gobiernos y tuvo su desarrollo precisamente cuando la tasa de ganancia tendía a
la baja en la economía real. En un primer momento esta expansión surge a
partir de las inversiones extranjeras directas (IDE) en la esfera productiva.
El desarrollo de las IDE productivas genera un creciente flujo financiero
privado más allá de las fronteras. En 1964, tales créditos no representaban más
del 20% de las reservas internacionales, magnitud todavía perfectamente
controlable por la banca central nacional. En 1970, estos créditos
representaban ya el 70% de las reservas internacionales y la especulación
aumentó con ello.
Al perder los bancos centrales el control sobre los
créditos privados internacionales, observamos una creciente inestabilidad
monetaria que culmina a partir de 1971, cuando se impone la no-convertibilidad
del dólar en oro. En 1975, los créditos internacionales superaban ya las
reservas internacionales, y en 1980 más que duplicaba el nivel de esas reservas.
En los años noventa, las reservas de los especuladores resultaban ilimitadas
frente a las reservas internacionales oficiales. A mediados de los noventa, la
economía financiera en su conjunto manejaba 50 veces más dinero que la economía
real. A partir de entonces, podemos decir que la banca privada transnacional de
hecho gobierna en el mundo.
En el periodo que va de 1970 a 1990, el volumen de
las deudas de la banca privada internacional se multiplicó por doce
(12) y el de los créditos bancarios transnacionales a destinatarios no
bancarios por treinta y dos (32) veces. Las reservas internacionales
se han vuelto ridículas a la par de la fuerza alcanzada por el “dinero privado”
en manos de banca transnacional. Las autoridades monetarias de los
países (Bancos Centrales) ya no tienen ningún poder para defender su tipo de
cambio frente al “libre juego” del mercado y la especulación. El sistema
monetario internacional se ha tornado transnacional privado,
especulativo e inestable. En este sistema monetario privado (de la banca
transnacional) domina el imperio del dólar (petro-dolar) ya
que la especulación se efectúa en dólares.
Del Crédito Norte-Norte en la Triada al Crédito
Norte-Sur
En la disputa por el mercado mundial, las IDE
(Inversiones Extranjeras Directas) originan tejidos de propiedad más allá de
las fronteras. A partir de ello se reestructura la producción y distribución de
bienes y servicios cada vez más entre Corporaciones e Instituciones Financieras
Privados transnacionales y cada vez menos entre naciones.
Del flujo de las IDE que tuvo lugar hasta 1990, el
75% tuvo lugar en la triada tricontinental de EEUU, UE y Japón, y
solo un 20% fluyó hacia los países periféricos. En cada país, el 1% de los
consorcios-corporaciones de origen local detentaba el 50% del stock de las IDE
de ese país en el exterior, que se dirigieron sobre todo a fusiones y
adquisiciones, o sea, hacia actividades improductivas pero muy rentables. A
raíz de las fuertes inversiones extranjeras directas (IDE) en los diferentes
polos de la Triada se desarrolló progresivamente un comercio intra-corporativo,
revelando cada vez más una cadena de producción (cadenas de valor) con
planificación privada a nivel planetario. Las corporaciones se transforman en
grandes Multinacionales Tricontinentales con múltiples filiales distribuidas en
todo el mundo.
La disputa por el reparto del mercado mundial
restante comenzó en los años ochenta dentro de la Triada. A finales de la
década, Japón emergió como la potencia victoriosa en Asia Oriental a costas de
Estados Unidos sobre todo, hecho que generó fricciones entre ambas naciones no
solo a nivel de comercio sino también para la inversión extranjera. En la
primera mitad de los años noventa comienza el neoproteccionismo al interior de
la Triada. Se constituyen los bloques económicos regionales (la Unión Europea y
el NAFTA) y disminuyen las IDE entre los bloques de la Triada. Comienza el
flujo de las IDE Norte-Sur. La desintegración (Perestroika) de
Unión Soviética permitió, sin mayores reparos políticos, llegar a un nuevo
reparto del mundo entre las Transnacionales de los Bloques Económicos centrales.
La expansión de la IDE se reorienta hacia la periferia, en cuyo proceso EEUU
toma el liderazgo. A partir de este momento se observa un doble movimiento,
neoproteccionismo en el Norte, los países centrales “van” dejando lugar a las
transnacionales globales que los relegan, y la apertura simultánea y forzada
del Sur, la periferia emergente.
La subordinación del mundo entero al Capital
Transnacional Global
El traslado deliberado de capacidades productivas
hacia China se inició en la década de los ochenta del siglo XX, cuando Japón
realizó un firme proceso de reconversión industrial. Esta iniciativa comenzó
con la subcontratación en países de bajos salarios, básicamente en el Este de
Asia, de actividades manufactureras intensivas en fuerza de trabajo y
tecnológicamente estandarizadas. El primer grupo de países que se benefició de
este proceso fueron las nuevas economías industrializadas del Este de Asia
(NEIS): Hong Kong, Singapur, Corea y Taiwán; más tarde, también Indonesia,
Filipinas, Tailandia y Malasia; y luego en China y Vietnam.
La causa de la ’sorpresiva’ crisis especulativa en
el sudeste asiático de 1997, no reside en Asia ni en algunos especuladores sin
escrúpulos, sino en la guerra económica mundial que estalló entre las grandes
corporaciones multinacionales y transnacionales globales. La crisis monetaria
comenzó un tiempo antes de Hong Kong, con un ataque aparentemente aislado
contra la moneda tailandesa. Los especuladores desestabilizaron su moneda, y la
misma situación se dio en Malasia y la podemos observar obviamente también en
América Latina. La explicación es que a EEUU le convenía la crisis en esta
región asiática para subordinarla al Fondo Monetario Internacional. El objetivo
fue poder luego penetrar con las transnacionales globales de origen
norteamericano sus mercados, desplazando a las multinacionales japonesas sobre
todo. Es el final del milagro económico japonés 1997-1999. Es este el momento
en que entró en escena un capital global, que empieza a hacer de todos los
países del Sur “neo-colonias emergentes”.
Finalizada la Guerra Fría, era de suponer que la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) perdiera su función y que
desapareciera. Sucedió todo lo contrario. En 1999, la OTAN inició una
intervención militar contra la ex república de Yugoslavia, sin consulta previa
del Consejo de Seguridad de la ONU. Este hecho inauguró una nueva etapa en la
historia de las relaciones internacionales y fue el principio de un nuevo orden
internacional. La OTAN acompañará el proceso de globalización económica de las
transnacionales globales. Porque requería ser completada con un proyecto
estratégico global en materia “geopolítica” para “limitar” estructuralmente las
soberanías nacionales de todos los países. La guerra de Kósovo fue la oportunidad
para ello y la OTAN fue esencial en esa tarea. A partir de entonces los
gobiernos del mundo, incluyendo a EEUU, se subordinarán a la voluntad impuesta
por las Transnacionales Globalistas.
En la primera mitad de los años noventa, se observa
un creciente flujo de las IDE productivas hacia la
“periferia”, a la par que se da un freno brusco al flujo Norte-Norte. Las IDE
en Asia se concentran, aunque no exclusivamente, en la industria orientada a la
exportación y constituye en este aspecto, un complemento de la inversión a
partir del ahorro interno en el sector industrial, especialmente en China.
Ambas inversiones juntas permitieron hacer crecer al sector entre un 10% (Corea
del Sur) y un 20% (China) al año. Esta tasa de crecimiento sin igual revela que
el ascenso de la economía china no dependía en alto grado de las Inversiones
Directas Extranjeras, como a menudo se interpreta en Occidente, sino que tenía
también un fuerte desarrollo interno previo desde la década de 1970, como ya
hemos señalado (Dierckxsens y Piqueras, 2008). Este empuje de la inversión a la
economía real desarrolló una nueva locomotora de la economía mundial, que
acrecentó de manera excepcional sus exportaciones baratas en el periodo
1979-1992, especialmente hacia Estados Unidos. Y luego se tornarán en
conglomerados cada vez más avanzados tecnológicamente.
La batalla entre grandes capitales globalistas y
continentalistas
El capital financiero global opera ya por sobre las
naciones, las centrales e incluso por encima de EEUU. Y en concreto lo hace
desde los centros financieros de Wall Street, el de la City de Londres para la
región europea y la City de Hong Kong para Asia Oriental, China en particular.
El banco central, y la City Financiera en cada país, emergen como la nueva institución
y como el poder paralelo a los históricos gobiernos nacionales democráticamente
electos, así como los golpes de mercado financiero ocupan el lugar de
los golpes de estado militares. Al manejar esta escala global
transnacional, dicha fracción del gran capital financiero disputa su espacio a
costa del capital financiero multinacional en los diferentes Bloques Económicos
(Unión Europea, 1993 y NAFTA, 1992). La proyección defensiva de la gran banca
multinacional se da desde EEUU y Alemania delimitándolos como Continentalismos.
Cuando Clinton deroga la Ley Glass Steagal en 1998,
o sea, cuando se fusionan la Banca Comercial (sobre todo continentalista) con
la banca financiera (sobre todo globalista), el continentalismo recibe un golpe
duro e inicia su fase de declive estratégico. La derogación dio lugar a un
período de mega-fusiones. Los nuevos seis bancos de mayor importancia (sobre
todo globalistas) aumentaron sus activos del 20% del PIB en 1997, a más del 60%
del PIB en 2008. A partir de ello, la gran banca global transnacional abre el
enfrentamiento desigual contra la gran banca multinacional continentalista de
EEUU como país central.
La banca global transnacional (Citygroup, HSBS,
Barclays, Lloyd’s, ING Bahrings, Santander, etc.) proyecta instaurar poder
global desde la red de cities financieras transnacionales como forma dominante
y a costa de los megabancos multinacionales continentalistas (JPMorgan-Chase,
Bank of América, Goldman Sachs, entre otros) con sus corporaciones
multinacionales relacionadas sobre todo con el gran complejo industrial
militar, el Pentágono, y el poder político en Washington. En 2001, esta
fracción responde con un ataque defensivo con la demolición de las Torres
Gemelas en Nueva York, en tanto asiento del World Trade Center (centro del
comercio financiero global). La confrontación es seguida en 2008 por otra
‘caída provocada’, la del Lehman Brothers banco de inversiones que era
controlado por Citygroup globalista.
A pesar de ello, el globalismo avanzaba y el
continentalismo seguía replegándose a la defensiva, lo cual se observará sobre
todo con el presidente Globalista Obama en la presidencia de EEUU y con Hillary
Clinton como Secretaria de Estado desde enero de 2009. Es desde entonces que la
Reserva Federal (globalista) comienza con sus iniciativas de legitimar la
política de “emisión de dólares sin respaldo en la economía real”, desplegadas
por la Gran Banca globalista desde el Reserva Federal (Fed) para rescatar a sus
propias bancas.
Los globalistas se enfrentan a una Nueva Formación
Social multipolar
En el nuevo milenio, se observa el ascenso
constante de la participación de EEUU, y en menor medida también de la Unión
Europea, en la inversión extranjera directa (IDE) en China a costa de Hong
Kong, Taiwán y Japón. Microsoft ya entró en el mercado chino en 1992 y luego
entraron otros gigantes, particularmente aunque no exclusivamente, las
corporaciones tecnológicas de la información y comunicación como Google, Apple,
Facebook, Amazon, Microsoft (GAFAM), juntos con Netflix, Intel, Oracle, IBM,
Qualcomm, PayPal, Cisco, entre otros. A la par de las transnacionales globales,
se desarrollan también los gigantes conglomerados nacionales de China (Pekín).
Hace años que China compite en casi todos los
sectores de alta tecnología con las empresas globales procedentes de Estados
Unidos. A principios de este milenio, Estados Unidos exportaba tres veces más
que China en productos tecnológicos a los mercados mundiales. Con el tiempo,
sin embargo, Estados Unidos se convirtió en un importador masivo de productos
tecnológicos hechos en China que antes producía en su país, generando una
balanza comercial cada vez más negativa.
Desde 2010, Pekín asumió el liderazgo de las
exportaciones, superando a las transnacionales ‘norteamericanas’ en renglones
como información y comunicación. Asimismo, acaba de igualar las ventas de
instrumentación científica y está cerca de emparejar las ventas de plantas de
generación de energía. Hoy Pekín es uno de los fabricantes más grandes del
mundo de productos de alta tecnología como robots industriales, chips y
máquinas herramienta. Los titanes estadounidenses ven cada vez más complicada
la competencia con los gigantes chinos.
Durante la última década, la IDE de Occidente
muestra una tendencia al estancamiento en el ámbito productivo que se atribuye
a la baja de la tasa de ganancia de la IDE en la economía real. A partir de
2008, las IDE de las Transnacionales globalistas se dedican cada vez más a la
recompra de acciones propias. Después de la crisis global de 2007-08, más bien
hay una aceleración de los volúmenes de las IDE (Inversiones Extranjeras
Directas) de China hacia el mundo que revela la decisión de la
internacionalización de empresas chinas, el aumento de la inversión china en la
economía de otros países como decisión estratégica. Lo anterior mucho tiene que
ver con el desarrollo de un sistema de instituciones financieras diferentes al
de Bretton Woods y la denominada Nueva Ruta de la Seda –NRS-.
Gráfico:
Entradas de inversión extranjera directa y
tendencia subyacente, 1990-2018
(Índice 2010 = 100)
(Índice 2010 = 100)
Fuente: UNCTAD, Informe sobre las Inversiones en el
Mundo 2019.
Esta iniciativa de la NRS está asociada a las
políticas de inversión regional de “Ir al Oeste”, en el propio
territorio chino, y ha evolucionado hasta incluir acuerdos y proyectos de
conectividad por construcción de infraestructura con Europa, Asia, África y
América Latina, principalmente en energía, alimentos, minerales y transporte
comercial. La NRS incluye acuerdos con organizaciones ya establecidos entre
China y otros países hacia un mundo multipolar. El proyecto de inversión es de
enorme magnitud de recursos en más de 60 países, así como acuerdos bilaterales
y multilaterales de inversión y cooperación. Lo anterior mucho tiene que ver
con el desarrollo de un sistema de instituciones financieras diferentes al de
Bretton Woods como el Banco Asiático de Desarrollo (BAD), una moneda de reserva
internacional (el Petro-Yuan-Oro) y una Cripto-Moneda.
Hacia una Perestroika en EEUU
En el cuadro geopolítico reciente, tenemos que las
fuerzas del capital financiero globalizado procuran imponer un Nuevo Orden
Económico con un Estado global sin fronteras ni ciudadanos, con otro sistema
monetario internacional basado en la cripto-moneda, Libra, de Facebook (GAFAM
Globalistas). Este proyecto implicaría el desplazamiento del petro-dólar como
moneda internacional de referencia, “reduciéndola” a la categoría de moneda
nacional, lo que significaría el fin del imperio norteamericano continental y
tricontinental. Sería un Estado global con una fuerza militar propia basada en
la OTAN-Globalista. Sin embargo, para poder imponerlo mundialmente tendrían que
poder subordinar primero a China y Rusia a su esquema, hecho que no sería
posible sin un conflicto militar.
No solo las fuerzas globalistas quieren otro
sistema monetario internacional, también lo quiere el proyecto multipolar de
China-Rusia-India-Sudáfrica-Sudamérica. China es el principal acreedor de EEUU
que se manifiesta en el enorme déficit en la balanza comercial y de pagos de
esta última nación. Desde 2013, China ha parado de acumular
bonos del Tesoro norteamericano e incluso ya empezó a disminuir su tenencia.
Para China (y Japón) está claro ya que EEUU no va a poder pagarles su inmensa
deuda. Para reasegurarse contra esa pérdida, China desde hace años está
comprando oro con Bonos del Tesoro, al igual que Rusia y otros países de la
Nueva Ruta de la Seda. El dólar pierde cada vez más su papel de moneda de
reserva y de intercambio internacional. Cuando sucede, el precio del oro se
dispara en términos de dólares. Lo que China pierde por los bonos devaluados lo
gana con el aumento de precio del oro.
China y Rusia junto con otros países de la Nueva
Ruta de la Seda, apuestan por un sistema monetario internacional multipolar con
naciones soberanas, donde opere el dólar pero ya como una moneda más a la par
del Yuan con soberanía, es decir sin subordinación.
La fracción conservadora de los Republicanos,
continentalistas, se ha aferrado al dólar como moneda internacional de cambio y
reserva a la fuerza para poder sostener su proyecto de ´Otro Siglo
Norteamericano´. Halcones como Tillerson y Bolton, han tenido que
dejar el gobierno por tratar de imponerse por la fuerza bruta. Procuraban
mantener el precio de petróleo alto para así mantener elevada la demanda de
petrodólares. Para lograrlo han estado asfixiando a grandes productores de
petróleo como Venezuela e Irán. Han asfixiado a estos países mediante el
bloqueo de transferencias interbancarias internacionales (vía el sistema
SWIFT). Fueron también estos dos países los que más claramente se alinearon con
Rusia y China a favor de la desdolarización en el pago del petróleo.
Rusia, finalmente dio un golpe de gracia al
petrodólar al romper el acuerdo de la OPEC+1, con el objetivo empujar la oferta
de petróleo hacia arriba y el precio hacia abajo, lo que fue un golpe duro y
tal vez terminal a la explotación costoso de petróleo de esquisto en EEUU, que
ya está en situación de bancarrota. Más importante fue el golpe de gracia que
dio al propio petrodólar como moneda internacional de cambio. Hasta Arabia
Saudita dejo de vender su petróleo en dólares mientras Rusia y Alemania
aseguran su posición común para que el Gas Natural de petróleo de Rusia
alimente a la Unión Europea. China, Rusia y los países de la Nueva Ruta de
Seda, avanzan des-dolarizándose. El Yuan-multipolar aparece cada vez más como
moneda de intercambio internacional. China y Japón también intercambian sus
productos y servicios por fuera del dólar. Está cada vez más claro que la era
del dólar está en sus últimos momentos antes de pasar a ser historia.
Cuando el dólar ya no juega como moneda de
intercambio general, los países importadores de petróleo ya no se preocupan por
tener dólares (bonos del Tesoro) en reserva para tal fin. La demanda de dólares
se reduce y cada vez más países se están deshaciéndose de dólares y con ello
acaba una fuente de crédito importante para EEUU. Sin este crédito, no hay
posibilidad de mantener tantas bases militares (800 en 40 países) en
el mundo, ni tampoco motivos de quedarse en Medio Oriente para defender el
petrodólar. Las bases militares ya no tienen mucho por hacer en el Medio
Oriente y el gobierno de Trump considera el desmantelamiento de las mismas. Se
ha tornado un gasto improductivo para EEUU ya que no genera beneficios
indirectos.
Al perder espacio el petrodólar como moneda de
intercambio y al disminuir la tenencia de Bonos del Tesoro en manos de
extranjeros se acaba el crédito externo, no solo para el complejo industrial y
militar. Estados Unidos, sin embargo, no depende totalmente de entradas de
capital extranjero para cubrir sus déficits. Cuando los rendimientos de los
bonos estadounidenses y globales colapsaron durante el pánico bursátil en marzo
de 2020, la Reserva federal realizó una “expansión monetaria sin límites”, lo
que significa un paso más que lo acerca al colapso del precio del dólar y de
las monedas fiduciarias en general. Aquí comienza la aparición de las
cripto-monedas como alternativa como veremos
La Guerra de ´Big Data´ en 2020
Las tecnologías 5G, con híper-velocidad e
interconectividad de dispositivos y sus datos en tiempo real, cobran una
importancia medular en el Capitalismo de ‘Big Data’ de las corporaciones
transnacionales como Facebook, Apple, Microsoft, Amazon y Google (Big Five:
GAFAM) con otras empresas globalistas como Netflix, Paypal, IBM, etc. Las ´Big
Five´, en conjunto, representaban, a principios de 2017 el 11.5% del valor de
las acciones de Standard & Poors (SPX), finales de 2019 ya un 17,4% y en
abril de 2020 incluso el 25% y con ello pueden ejercer una influencia muy
grande en la manipulación del mercado bursátil. En 2019, el top 34 en la Bolsa
de Nueva York (Standard & Poors) obtuvo una ganancia media de 26.8% y las
´Big Five´ obtuvieron en promedio 47.6%. Son las corporaciones que más se han
beneficiado de los programas de expansión monetaria de la Reserva Federal en
estos años.
Con todo, las Big-Five no han podido alcanzar el
liderazgo en 5G frente a China. La pugna por el liderazgo en el 5G es una
pugna por la dominación en el terreno del Grandes-Datos (Big-Data), estos son
los verdaderos motivos que subyacen en la guerra comercial que Washington
mantiene con Pekín, porque quién controle la red 5G controlará la
producción de los Grandes-Datos (Big-Data) y luego, el proceso de la
producción social, económico, político e ideológico-cultural. Y la empresa
china Huawei ha tomado la delantera en el desarrollo 5G y el ´Big Data´. De
consolidar su posición actual, Pekín (Beijing) bien podría “direccionar” el
futuro de la humanidad, al contar con el poder para impulsar y sostener una
transición hacia el multipolarismo. Que implicaría un diálogo pluriversal de
naciones soberanas unidas. Presupondría un poscapitalismo financiero, objetivo
que se contrapone particularmente a los intereses globalistas financieros que
plantean una coordinación de Cities-Financieras con centro en una oligarquía
financiera global a partir del banco central de los bancos centrales –Banco de
Basilea (BIS)-.
Los actores financieros globalistas con sus
políticas vinieron construyendo desde 2018-19, desde la Reserva Federal de
EEUU, el escenario de una crisis de “recesión con depresión” en la economía
norteamericana y más allá. Fue Apple quien primero encendió la alarma, al decir
que sus ganancias esperadas estaban en caída, y muy probablemente fue quién
tomó la iniciativa de poner en venta sus acciones en coordinación con las ´Big
Five´. Con ello inició la caída en la bolsa de valores, justo en el momento que
la crisis por “terror al coronavirus” ya “estaba iniciada”.
Los grandes medios de comunicación globalistas
(CNN, BBC, Deutsche Welle, Washington Post, New York Times, AP, UPI, etc.)
responsabilizaron de la crisis bursátil al Coronavirus –Covid19- (aunque
la crisis bursátil se haya iniciado antes) y han logrado que la OMS
declare el estado de pandemia mundial. Todo parece indicar que aquí hay
intencionalidad de provocar un ambiente de pánico y crisis total ´cerrando la
economía´ no solo en torno al virus, sino atribuyendo la misma al Coronavirus.
Se consideró al Covid-19 como la causa de la crisis bursátil y de la
consecuente depresión económica.
Luego de la mayor caída en el valor de las acciones
de las GAFAM a sus mínimos históricos, la Reserva Federal (Fed) de Estados
Unidos anunció, junto con la Secretaria del Tesoro (Min-Economía), que
adquiriría de forma ilimitada bonos del Tesoro para sustentar los mercados
financieros, como respuesta a la crisis sistémica. Continuaron los estímulos,
pero la toma de decisiones ya no se circunscribiría solo a la
Fed sino también debería incluir a la Secretaría del Tesoro (Mnuchin con
vínculos históricos con Goldman Sachs), y la influencia directa del presidente
mismo. Solo las muy grandes corporaciones (Too-Big-To-Fail), las
GAFAM principalmente, se beneficiaron y sus acciones subieron un 10%. Mientras
muchas empresas que cotizan en Standard & Poors 500 (S&PX) no
recibieron nada, por ello sus acciones bajaron un 13%, como puede verse en
el gráfico siguiente.
GAFAM al alza y las demás empresas de S&P a la
baja en S&P500
¿Por qué sólo las GAFAM? Porque las GAFAM conforman
el complejo de Inteligencia Artificial capaz de organizar y motorizar la guerra
económica comercial y monetaria, política, cultural, técnico-militar y
estratégica a nivel mundial desde las transnacionales capitalistas y disputar
con la IA del complejo BRICS multipolar pluriversal que llevan la delantera.
Hacia una situación pre-revolucionaria
El año 2020 inaugura una nueva Gran Depresión
económica más amplia y más profunda a nivel mundial como nunca antes. Si no
existen condiciones para volver a estimular la inversión ´productiva´ para el
capital (al no invertir sin expectativa de ganancia), no habrá salida de la
crisis, sin cambio de sistema económico. En otras palabras estamos ante una
crisis sistémica. La inversión en el ámbito especulativo, redistributivo e
improductivo (como la re-compra de las acciones propias con crédito
prácticamente gratuito) fomenta la concentración de capital en cada vez menos
Corporaciones. Todas estas inversiones improductivas no generan nueva riqueza,
ni amplían el mercado total, ni fomentan el crecimiento, sino que fomentan solo
la progresiva concentración de capital e ingreso en cada vez menos manos.
Durante el período de posguerra, la inversión
estaba muy amarrada al proceso productivo mediante todo un arsenal de
regulaciones económicas. La tasa de ganancia descendente en la esfera
productiva hacia finales de los años sesenta, hizo surgir el neoliberalismo que
liberó los flujos de capital de esas trabas. En década del ‘70, el capital
financiero podía deshacerse de los amarres en la inversión productiva y se hizo
cada vez más improductivo. La concentración de capital hacia actividades
improductivas (fusiones, adquisiciones, etc.) restaba fuerza al crecimiento
económico. La única forma de acumular, cuando la riqueza total no crece es
desarrollar una batalla por el reparto de la misma y con ello se desarrolla el
conflicto entre grandes capitales, no solo entre países sino también al
interior de ellos e incluso al interior de EEUU. Seguir con la acumulación a
partir de este mismo esquema en forma cada vez más agresiva, provoca una
espiral de decrecimiento económico, hacia la recesión mundial, o sea,
provocando una reproducción limitada.
La paradoja de una crisis de productividad a partir
de la innovación tecnológica, no tiene otra solución que regular en forma
planificada la vida media de la tecnología, reduciendo la velocidad de la
sustitución de la misma en los países centrales y declarar a la vez, la
propiedad intelectual como patrimonio mundial. En vez de recurrir a ello se
desarrolla una gran guerra entre capitales cada vez más grandes y la batalla
central se desarrolla al interior de EEUU.
En esta batalla por el mercado mundial, la
participación de las 200 empresas transnacionales (TN) en el Producto Mundial
Bruto pasó del 17% en 1965 a más del 35% en el año 2000, en tanto que el
conjunto de las TN habían acaparado al final de ese período más del 50% de
dicho producto. En mayo de 2020, las BIG FIVE (Apple, Google, Microsoft, Amazon
y Facebook) tenían un capital conjunto de 25 billones de dólares, o sea, el 12%
del PIB mundial de 2019. También tenían para mayo de 2020, el 25% del capital
accionario de la bolsa de valores de Nueva York (S&P500). El triunfalismo
de los capitales más poderosos en un mundo donde la mayoría eran perdedores,
hace aumentar la cotización de las acciones en la bolsa de los triunfadores y
los mismos se dedican a la re-compra de sus propias acciones, en medio de una
caída bursátil, a partir de acceder al crédito sin límite que reciben de la
Banca Central -Fed- a intereses hasta negativos, en términos reales.
La guerra por el mercado mundial se ha tornado
total, principalmente en EEUU. Aquí observamos a las diferentes fracciones de
gran capital en disputa: el capital financiero unipolar globalista enfrentado a
“muerte” contra el capital financiero unipolar continentalista. Ya habíamos
visto situaciones similares en las llamadas: “caída” de las Torres financieras
Gemelas en setiembre de 2001 y “caída” del Lehman Brothers en septiembre de
2008. Las bancarrotas se provocan entre los grandes capitales en disputa, ni
hablar en las empresas nacionales pequeñas, medianas y grandes. El colapso de
la madre de todas las burbujas (de hipotecas, de préstamos de autos, de
tarjetas de crédito, de deudas empresariales y gubernamentales, etc.) si no
estalla antes de las elecciones en noviembre de 2020, será a principios de
2021.
Existía la expectativa que al otorgar
crédito, mediante la expansión monetaria sin límite coordinada entre la
Fed y el Tesoro (gobierno de Trump), la articulación entre el gran capital
no-globalista (JPMorgan, Goldman Sachs, Bank-of-America, Warren Buffet,
entre otros), la Secretaria del Tesoro y el Gobierno de EEUU podrían forzar
la situación y consolidar un reposicionamiento como dominantes en el Complejo
Estratégico de Inteligencia Artificial[1] -IA-
angloamericano. Esto lo harían “comprando” las acciones GAFAM[2], a
través de la expansión monetaria ilimitada.
En el último trimestre del 2019, los bancos
centrales se estaban quedando sin ´municiones´ para controlar la
oferta monetaria y la economía. La hora histórica exigía que el banco central
abandonase su independencia y que se reuniera la política monetaria de la Fed
con la política fiscal de la Tesorería. Se le otorgó, sin comunicación
alguna en los grandes medios globalistas, a BlackRock un contrato sin
licitación en virtud de la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica de
Coronavirus (Ley CARES) para desplegar un fondo provisional de $ 4 billones en
crédito de la Reserva Federal y casi medio billón del Tesoro, para convertirse
en la "cuarta rama del gobierno". Administrando, a solicitud del
banco central y la Tesorería, los controles del dinero creado a través de la
expansión monetaria (Ellen Brown, Global Research, junio de 2020). Es preciso
saber que BlackRock es una empresa globalista de gestión de inversiones
estadounidense cuya sede central se encuentra en Nueva York (con lazos
originarios en la City de Londres). Es considerada como la mayor empresa de
gestión de activos (fondos de pensiones, etc.) del mundo, con activos bajo
gestión valorados en más de 5,1 billones de dólares. Cuatro ejecutivos de
BlackRock, liderados por el ex director del Banco Nacional Suizo,
presentaron una propuesta para un restablecimiento
económico puesto en práctica el 23 de marzo de 2020. Que en sentido estricto, lo
convirtió en la "cuarta rama del gobierno", como señala Ellen Brown.
Por el momento podemos considerar este hecho como un golpe de estado del
Globalismo (BlackRock) que lo fortalece y reposiciona frente al Continentalismo (JPMorgan-
Goldman Sachs,-Bank-of-America-Warren Buffet) y a los nacionalistas (Trump).
En este entorno se presenta la convocatoria hecha
por Putin a reunirse con motivo de los 75 años de resolución de la Segunda
Guerra Mundial, que empieza en la crisis financiera sistémica de 1929-44 y
concluye con la derrota del Nazismo. Entonces los líderes mundiales del
capitalismo financiero (Estados Unidos e Inglaterra) dejaron abiertos todos los
“márgenes” para que el Nazismo “avanzara militarmente”. Por ello, Putin
remarca con la convocatoria a Trump, y a los líderes de las otras grandes
potencias nucleares (China, Gran Bretaña y Francia), que significa una reunión
de no-globalistas y no es un hecho casual que remarque que si se actúa de buena
fe y comprometidos con la Paz. Las salidas vía la guerra militar o financiera
no tendrán márgenes para avanzar. Seguramente, en las próximas semanas o meses
podremos observar cómo sigue la trama de este conflicto en Estados Unidos entre
las grandes facciones de capital, en las calles y en político-institucional.
Bajo la expansión monetaria sin límite, era de
esperar una inyección programada de liquidez (expansión monetaria –EQ-),
que hiciese subir las “acciones de las corporaciones de punta” (GAFAM) de
tal manera que éstas alcancen de pronto un 40% del total del capital accionario
del panel de S&P. Si tenemos en cuenta que éstas tenían apenas el 11% hace
solo tres años atrás, queda clara la batalla por el “control
accionario” sobre el Complejo Estratégico de IA se
hace observable concretamente en el terreno de la economía. El hecho que hacia
finales de junio hayamos observado una política de contracción monetaria de la
Fed en vez de su expansión, implica que hay bancarrotas y un nuevo colapso
bursátil. Los activos de mayor riesgo en la Bolsa de Valores continúen
bajando durante el período que va de junio en adelante. Y su caída implicaría
un colapso del sistema bancario.
Ya se anuncia que no habrá una recuperación
económica con forma V. En la última semana de junio, Apple anunció cerrar
muchas de sus ´tiendas´ debido a la segunda ola del Covid-19 (primordialmente
en estados con gobiernos Demócratas, donde las tasas de desempleo y las de
mortalidad por Covid-19 son las más altas). Inmediatamente cayó el precio
de sus acciones, al igual que las de Facebook. Observaremos si se
presenta, en medio de la profundización de la Gran Depresión, la coyuntura en
la cual el gobierno de Trump, ante el Estado de Emergencia de la Nación y la
urgencia de una nueva expansión monetaria monumental para salvar la banca,
logre avanzar en comprar directamente acciones de las corporaciones,
particularmente las GANFAM (N de Netflix) de la IA, con o sin autorización del
Congreso. Cada vez menos corporaciones y bancos tendrán acceso a los dólares de
la expansión cuantitativa sin límites. Una situación de concentración de
capital en tan pocas corporaciones acentuará la situación pre-revolucionaria.
Lo que está sucediendo ante nuestros ojos es una de
las mayores transferencias de riqueza de la historia a unas cuantas
corporaciones bien identificadas y que se cuentan con los dedos de las dos
manos. Mientras las pequeñas, medianas y grandes empresas nacionales entran
masivamente en bancarrota al tiempo que más de 47 millones de trabajadores
estadounidenses han presentado ya solicitudes por desempleo. Parecen existir
las condiciones objetivas para que los movimientos e izquierdas radicalizados “pudieran
impulsar” la reivindicación “por la nacionalización de los Big Five
del complejo globalista de Inteligencia Artificial” en Estados Unidos[3],
exigiendo un control democrático ciudadano-popular, es decir su base política
histórica. El silencio de la “izquierda” (en el Partido Demócrata:
Sanders, etc.), así como de los grandes complejos
comunicacionales, sobre las actuales "transferencias abismales de
riquezas" de Wall Street no parecería ser un accidente.
Las fuerzas globalistas en el Partido
Demócrata (los Neoliberales Clintons & Obamas) saben de
esta tendencia y han producido, a través de sus múltiples-plataformas-de-comunicación, toda
una gran publicidad para la lucha “contra el racismo”. Es, sin duda, un hecho
de lo más importante combatir la brutalidad policial (provocada y
filmada) y la discriminación racial en Estados Unidos y en el mundo
entero. En un momento de situación pre-revolucionaria
político-democrática en general en que nos encontramos,
esta lucha contra el “racismo” sin embargo parece
profundizar la división de la clase trabajadora, del Pueblo, como bien señala
Thierry Meyssan. Porque particularmente reorienta la atención, el discurso
comunicacional-cultural con objetivos de profundizar las diferencias en el
pueblo norteamericano: “violencia” entre afroamericanos e hispanoamericanos,
entre angloamericanos pobres y afroamericanos, entre jóvenes y adultos mayores
(con Covid-19), entre mujeres y hombres, y así. Diferencias que son “operadas”
por estructuras estatales y particularmente teniendo muy activos a los
distintos gobernadores Demócratas, de vínculos estrechos con el poder global.
Por otro lado, se suma el hecho que con la
expansión monetaria sin límite se desvaloriza el dólar, lo que podría conllevar
en un futuro cercano a su colapso y con ello el de todas las monedas
fiduciarias. El dólar tal como le conocíamos como moneda de reserva y de
intercambio internacional dejará de existir y perderá mucho de su valor. Habrá
una nueva cripto-moneda que la reemplazará y ese sería el momento crucial
cuando se manifieste el punto-de-precipitación en la
´Perestroika´ norteamericana, que bien podría implicar que Estados Unidos
inicie su desintegración en varias regiones a partir de noviembre, gane quien
gane en las elecciones. Esta tendencia podría arrastrar tras de sí a la Unión
Europea en su conjunto probablemente. Lo cual llevaría la
situación-pre-revolucionaria a una escala ampliada, creando condiciones para
abrir toda una brecha en las relaciones sociales de producción dominadas por el
capital financiero transnacional desde 1973.
En otro aspecto, el probable colapso del dólar nos
plantearía un momento de crisis similar al de la República Weimar[4] de fines
de los años veinte del siglo XX, situación pre-revolucionaria que
históricamente no lograron conducir y aprovechar los movimientos de la
“izquierda” alemana. Esto nos permite observar que es el turno de los movimientos
progresistas y revolucionarios de hoy, en primer lugar el
estadounidense, de ver si puede aportar a conducir esta situación o de lo
contrario podría llegar a ser el nacionalismo oligárquico industrialista con
arrastre popular, partidarios de Trump, quienes podrían encabezarla
reivindicándola.
La caída del centro financiero de Hong Kong
Occidente, especialmente los Estados Unidos, ya
está sumergiéndose cada vez más en la Gran Depresión del siglo XXI, mientras la
República Popular China está a un paso de lograr reactivar su economía. El
centro de gravedad del poder económico sigue moviéndose, inexorablemente, hacia
el oriente y hacia el sur, hacia al Asia-África-Sudamérica y hacia el mundo
multipolar emergente.
El Congreso Nacional del Pueblo (APN), que en junio
abrió sus sesiones en China, ha visto al primer ministro Li Keqiang admitir
que: “No hemos establecido un objetivo específico para el crecimiento
económico este año. China enfrentará algunos factores que son
difíciles de predecir en su desarrollo, debido a la gran
incertidumbre con respecto a la pandemia de Covid-19 y el “entorno
económico y comercial mundial”. El hecho que China se vuelva hacia lo
nacional, hacia adentro, significa que desarrollará y potenciara la demanda
interna (profundizara el consumo popular nacional) para
reemplazar y reducir al mínimo la dependencia del consumo del mercado externo,
particularmente de EEUU.
Es justo en esta coyuntura, en que Pekín (Beijing)
avanza e impone directamente una ley draconiana de seguridad nacional en Hong
Kong (HK), “evitando” por completo la legislatura
municipal de HK. Un golpe contundente a la “independencia” relativa del centro
financiero de Hong Kong, dominado por las transnacionales financieras
globalistas desde 1999. Al mismo tiempo, la administración Trump anuncia que
derogará la ley que permite un trato preferencial a la antigua colonia
británica de HK[5],
lo cual permitió que la City Financiera creciera y se consolidara. La
combinación de estas dos acciones, harán muy difícil que la HK continúe
“operando” como centro financiero (City).
Al mismo tiempo, esta decisión de hecho es un
ataque directo del presidente de EEUU a los intereses de las fuerzas
globalistas que ya no tendrán a HK y deberán abandonar, “salir”, este centro
financiero. Algo similar, pero no igual, a lo que les sucede en la City de
Londres, con el Brexit. Y que podría también sucederle a la City de Nueva York,
aunque observamos que BlackRock se ha posicionado con fuerza.
Una vez más se revela que el enemigo principal hoy, para el proyecto nacional
Neo-Rooseveltiano de Trump, no es China sino las fuerzas Transnacionales
Globalistas de las cuales Pekín también procura protegerse y por ello las
confronta donde puede.
En síntesis, estamos presenciando todo el
despliegue de múltiples crisis (Sanitaria-energética-comercial-de
moneda-de Big Data e IA-Militar-Estratégica), que es propio de la estructural
puja estratégica de intereses que juegan en la interna del poder oligárquico
norteamericano: globalismo oligárquico vs continentalismo y nacionalismo
oligárquico. Esto es lo que hemos conceptualizado como la Perestroika
en EEUU.
¿Hacia otra racionalidad económica en China?
Desde los años noventa, académicos e investigadores
como Paul Cockshott y Allin Cottrell, han contestado solventemente todas las
críticas procedentes de la economía ´capitalista´ de mercado, particularmente
de la marginalista y la escuela austriaca[6].
Asegurando y demostrando que el nivel tecnológico del 5G, que existe
actualmente consolidado en el complejo de Inteligencia Artificial -IA- en
China, elimina cualquier tipo de impedimento técnico para
planificar una economía desde abajo. China renuncia al crecimiento económico
cuantitativo, porque a partir de la Inteligencia Artificial y la robotización
existe la capacidad de planificar con los más complejos sistemas de ecuaciones
simultáneas.
La revolución de la Inteligencia Artificial -IA- tiene
además la potencialidad de crear las circunstancias para dar el salto en la
planificación, que permitiría poder avanzar aún más en democratizar las
relaciones sociales de participación. El componente “subjetivo” de la demanda
comunitaria y multicultural de servicios y valores de uso (más que mercancías),
ahora puede ser identificado e incorporado con la Inteligencia Artificial a la
planificación mediante información no enajenada, obtenida en torno a
necesidades y preferencias comunitarias con toda su diversidad.
Con la Inteligencia Artificial desarrollada, el
plan para implementar la supremacía del valor de uso (la utilidad del
producto, bien o servicio) por sobre el valor de cambio (el
precio monetario) podría ser definido ya no desde arriba y desde
fuera, sino desde el Sujeto colectivo mismo, la comunidad organizada.
Esta transición no tiene posibilidad de ser viabilizada por el unipolarismo del
capitalismo occidental por su interés de minorías oligárquicas y por estar en
decadencia (por su subordinación al valor de cambio o ganancia). En
tanto que, sí tiene mayor grado de posibilidades de darse en un mundo
multipolar y pluriversal como el proyecto de la Nueva Ruta de Seda,
con China como una de las grandes locomotoras, no la única ni excluyente, de
Estados Unidos, Rusia, Alemania, India, Brasil, Argentina, México, Sudáfrica,
Egipto, Irán, etc.
Ya existe en China una práctica de economía
nacional de lo necesario, que bien podrá complementarse con una economía de lo
suficiente a nivel nacional, regional y finalmente con miras a lo mundial-pluriversal. Que
ponga límites al consumo por el consumo mismo (consumismo
compulsivo-superfluo), analizando satisfacer cuáles necesidades
individuales y colectivas son las estructurales y priorizando sobre todo las
comunitarias y pluriculturales. Las dos economías juntas apuntan a la vida
misma de la Humanidad, en coexistencia e igualdad con la Naturaleza. La
nueva “racionalidad” economía sería síntesis de la negación de los dos sistemas
de relaciones sociales contradictorias: el capitalismo y el socialismo
realmente existentes.
La posibilidad de dicha transición se torna una
necesidad, en medio de la Gran Depresión del Siglo XXI, que está mostrando
niveles de desempleo nunca vistos antes en la historia del capitalismo y sin las
posibilidades de migración que existían en los años treinta hasta el 2008. Y
por la posibilidad, que muestra el multipolarismo poliédrico pluriversal real
existente a partir de la Nueva Ruta de la Seda y del Dialogo Poliédrico
de Civilizaciones.
En la crisis del Covid-19 se impuso ya la prioridad
de aquellos productos y servicios que satisfacen necesidades vitales. Se
dejaron, y dejarán de lado, las ´necesidades´ creadas por el capital con el fin
casi exclusivo de realizar ganancias (incluso las financieras que
excluyen a la economía real) que incluyó artículos superfluos como
valores de uso. En la crisis, la práctica económica tendrá que aumentar
necesariamente la vida útil y duradera de los bienes de consumo, no
las “modas de lo superfluo” y, primero que todo la vida de
los medios de producción que siguen aún siendo útiles para producir
valores de uso, productos. En esta crisis existe la posibilidad y necesidad de
orientar la producción por las necesidades y posibilidades concretas de vida de
un Sujeto Colectivo y Diverso. Mundialmente se abre una coyuntura para la
reivindicación y lucha por una economía que reafirme la Vida integral
misma.
28 de Junio 2020
Bibliografía
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a la Perestroika Occidental, Editorial DEI, Costa Rica
Dierckxsens Wim, 2000. The limits of
capitalism, ZEDBOOKS, Londres y Nueva York
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improductivo o ¿Cómo categorizar la geopolítica de hoy?, Página de Wim
Dierckxsens, marzo 2017
Dierckxsens, Wim y Formento, Walter, 2019, De
la Caída Soviética a la de Washington, Observatorio Internacional de
la Crisis.
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2019, 200 Years of Marx, Capitalism in Decline, Global
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Imperio u Otra Civilización; 2019, Inteligencia Artificial y Guerra de ´Big
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precapitalistas, 1983, Editorial Nuestro Tiempo, México DF
Herrera, Rémy, Dierckxsens, Wim y Nakatani, Paulo
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and Applied Studies, PIE Peter Lang , Brussels
Piqueras, Andrés, 2017, La tragedia de nuestro
tiempo. La destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital,
Anthropos. Barcelona
Piqueras, Andrés, 2018, Las sociedades de
las personas sin valor. El Viejo Topo. Barcelona.
[3] Estados Unidos es la referencia histórica
para los Big Five (GAFAM) de la IA unipolar financiera, porque nacieron, se
desarrollaron y financiaron por el complejo militar
industrial-científico-tecnológico norteamericano en el Valle del Silicon
Valley. Claro que a partir de 2017, cuando jugaron claramente a favor de Trump
y del Brexit, y en contra el Globalismo expresado en H. Clinton, son parte de
una batalla donde el globalismo batallo para hacerse de su control y lo ha
logrado con BlackRock.
[4] República de Weimar (en alemán: Weimarer
Republik). Fue el régimen político y el periodo histórico que tuvo lugar
en Alemania tras su derrota al término de
la Primera Guerra
Mundial y se extendió entre los años 1919 y 1933. https://www.ecured.cu/Rep%C3%BAblica_de_Weimar
[5] Trump ha asegurado en la tarde de este
viernes que elimina las exenciones y el tratamiento especial que tenía EEUU
hacia Hong Kong, ya que, según sus palabras, China ha convertido la política de
"Un estado, dos sistemas" en "Un estado, un sistema". https://www.eleconomista.es/internacional/noticias
/10574805/05/20/Hong-Kong-la-mecha-que-amenaza-con-avivar-la-Guerra-Fria-entre-EEUU-y-China.html
[6] La Escuela austríaca, también denominada
Escuela de Viena, es una escuela de pensamiento económico que defiende un
enfoque individualista metodológico para la economía denominado praxeología. La
Escuela Austríaca se originó en Viena en 1871 con la publicación de Principios
de Economía de Carl Menger. Se trata de una posición heterodoxa basada
principalmente en el individualismo metodológico y en el subjetivismo. Sus
recomendaciones de política económica suelen ser anti-intervencionistas.