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domingo, 29 de noviembre de 2020

¿AMOR O ENAJENACIÓN POR EL FÚTBOL?

 


Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez

 sábado, 28 de noviembre de 2020

 

Hay muchos líderes de la izquierda radical que me decepcionan profundamente. Aceptan que se hable de amor por el fútbol. Decía Nietzsche que todas las palabras son metáforas. Yo lo corrijo y digo: todas las palabras pueden tener un uso metafórico. Cuando alguien habla de “aquellos que amamos el fútbol”, está falseando el profundo sentido ético que tiene la palabra “amor”. Diferente sería si modulamos esa expresión y se dijera: “aquellos a los que nos gusta el fútbol y nos place enajenarnos con él”. Yo soy uno de ellos. Yo veo bastante fútbol. Y lo hago para descansar la mente y reducir el estrés. En resumidas cuentas: el fútbol es un medio para no pensar en la esencia del mundo. No obstante,  nunca pierdo de vista la forma económico-social del fútbol, esto es, su forma de capital. Y esa forma me resulta insoportable.  Además que bajo el punto de vista de la justicia distributiva  es insostenible.

Continuamente leemos a muchos economistas marxistas hablar de la ley del valor, pero nunca hablan de qué representa la ley del valor o cómo se manifiesta la ley del valor en el mundo futbolístico. Nunca explican cómo y por qué los futbolistas se vuelven tan ricos. Y no solo los futbolistas, sino todos los deportistas de élite. En el capítulo 4. La globalización y el cambio social del libro titulado Sociología, Anthony Giddens y Philip W. Sutton  afirman lo siguiente: “La creciente escala y proyección del Mundial de Fútbol ilustra de un modo sencillo la creciente interconexión e interdependencia de la población mundial, un proceso multifacético que los sociólogos describen como globalización”. Y añaden: “La globalización del deporte  supone la participación de atletas de todas partes del mundo, audiencia televisiva cada vez más globales, anunciantes procedentes de muchos países y creación de una demanda de consumo de productos deportivos y sus derivados, como ropa deportiva, libros y videos relacionados y muchos otros productos”. También dicen estos dos sociólogos que el tenis, el golf, el fútbol, el rugby y el baloncesto han dejado de ser simples fenómenos culturales para convertirse en negocio”. De ahí que no entienda el comportamiento ideológico de muchísimos marxistas y líderes de la izquierda radical que cuestionando sin cesar el carácter capitalista y depravador de la globalización, no hablan nunca del fútbol, que como muy bien dicen estos dos sociólogos, por una parte, es el ejemplo más sencillo para ilustrar el carácter capitalista de la globalización, y por otra parte, de ser un simple fenómeno cultural se ha convertido en un gigantesco negocio capitalista, donde las grandes masas sociales del globo son enajenadas y cruelmente explotadas, creando falsos líderes, ídolos cubiertos de oro, y convirtiendo al fútbol en uno de los grandes opiáceos de la conciencia social moderna.

La Covid 19 ha puesto de manifiesto muchas contradicciones profundas del actual sistema social. Los gobiernos de todo el mundo ante la necesidad del confinamiento han puesto en circulación un concepto ideológicamente fundamental: los trabajos esenciales. ¿Y cuáles son los trabajos esenciales? El sistema sanitario, la industria farmacéutica, la investigación científica vinculada con la salud y el sector de la alimentación. La esencia es un concepto filosófico que se opone a la apariencia. Las tres determinaciones de la apariencia según la filosofía de Hegel son las siguientes: una, la apariencia es la manifestación de la esencia, dos,  la apariencia es la esencia en otra determinación, y tres, la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Esta tercera determinación de la apariencia es la que ha estado presente en la pandemia que asola el mundo: la apariencia representa lo inesencial frente a la esencia. Justamente el fútbol es una parte de esa apariencia que no solo representa lo inesencial frente a la esencia del mundo, sino que además la oculta y la enajena. Durante la pandemia por medio de Instagram muchos deportistas mostraban sus vidas en sus lujosas mansiones, en sus yates y en sus jets privados. Cristiano y Georgina no dejaron de aprovechar la ocasión para mostrar con ostentación sus vestimentas y complementos de lujos: entre ellos relojes o joyas por valor de medio millón de euros. Representan un mundo absolutamente oprobioso y capitalista. Y en alianzas con los medios de comunicación, las industrias dedicadas a las prendas y calzados deportivos, y las agencias de publicidad, se dedican a la explotación y a la enajenación de las grandes masas sociales. De ahí que no entienda cómo, alentado desde todos los sectores que conforman la opinión pública, se haya convertido a Maradona en un fenómeno mundial, donde se ha exagerado hasta de la forma más ridícula posible su talla sociológica, política e ideológica. Me gustaría saber cuántos científicos que han contribuido de manera esencial a la transformación del mundo han muerto en los últimos cinco años y si las grandes masas sociales conocen aunque solo sea uno de esos nombres. Vivimos por causa del fútbol en un mundo absolutamente alienado, sin el más mínimo control consciente de las relaciones económicas que se establecen entre los seres humanos, narcotizados por las apariencias y de espaldas a las esencias. Así que el amor al fútbol del que hacen gala un sinfín de líderes sociales solo significa la enajenación y ocultación de la esencia del mundo.

Fuente: https://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.com/2020/11/amor-o-enajenacion-por-el-futbol.html

 

lunes, 12 de noviembre de 2018

LA ARROGANTE SUPERFICIALIDAD




domingo, 11 de noviembre de 2018


Pensemos que el mundo de hoy es notablemente complejo. La complejidad hace alusión a una totalidad compuesta de muchas partes e interrelaciones en continuo cambio y movimiento. Nada permanece quieto y nada permanece igual. Y cada parte e interrelación tienen distintos aspectos y distintos momentos. Captar la  unidad y conservar la unidad en el análisis de lo complejo se torna muy difícil. Las fuerzas productivas no cesan de desarrollarse, la ciencia no para en su desarrollo y su aplicación tecnológica da la impresión de no tener fin. Y ello lleva aparejado cambios continuos en las relaciones de producción. Hacen mal los marxistas cuando quedan atados en su descripción del mundo a los conceptos esenciales y no prestan atención a su rica y variada manifestación aparente.


Hegel y Marx deben considerarse los pensadores más complejos de todos los tiempos. La riqueza categorial de sus teorizaciones es inmensa y los matices, transiciones y flujo continuo de los conceptos dominan su forma de pensar. Pensamiento complejo no significa pensamiento oscuro y enrevesado. Lo que sucede es que muchos economistas marxistas, educados en la economía convencional, creen que todo se puede reducir a fórmulas sencillas que lo abarcan todo y captan la esencia de todo. Y aquella oscuridad que atribuyen al pensamiento de Hegel y Marx no es más que la suya propia. Los filósofos empiristas y neopositivistas, que es la forma de pensamiento filosófico predominante, reduciendo la certeza del conocimiento a las percepciones e incapaces de comprender la enorme riqueza del mundo esencial y su compleja conexión con el mundo aparente, hacen gala de un pensamiento superficial y simple. Pretenden verlo todo bajo el paradigma de dos de las ciencias naturales más abstractas: la lógica matemática y la física. De ahí que tengan una concepción de la subjetividad y del mundo exterior extremadamente pobres.

El pensador arrogante, bajo el influjo de la filosofía empirista dominante, cree que la razón por excelencia, la razón con mayúscula, solo se da en el campo de las ciencias naturales, en especial en la lógica matemática y en la física. Considera que fuera de ese campo no existe verdadera razón ni verdadera lógica. Ignora en su arrogancia que la razón se da en todas las formas de la práctica social y existe como potencia y fuerza en todas las personas. De ahí que se crea superior a los demás y piense que la representación del mundo puede reducirse a cuatro juicios rígidos y con validez eterna, como sucede en las matemáticas, y despacha los asuntos de la vida y del pensamiento como los burócratas despachan la aplicación de las leyes. El pensador arrogante está presente en las filas de la izquierda y de la derecha, en las de los liberales y de los marxistas, en las de los creyentes y de los ateos. El pensador arrogante habla con una suficiencia y altivez que no se corresponde con la complejidad del mundo moderno. Recientemente uno de estos pensadores arrogantes, que se autoproclama ateo y materialista, afirmaba que del mismo modo que la teología ha pasado al basurero de la historia igualmente debería hacerlo el concepto de belleza.

La religión no es solo teología y no solo ni fundamentalmente el problema de la existencia de Dios. Las religiones son instituciones, son hermosas catedrales, son prodigioso arte y son comunidades compuestas por millones de personas. Las religiones son además sociología, psicología, economía, política y ética. Las personas religiosas no pueden ser catalogadas de forma general, como hace el pensador arrogante, como irracionales y como víctimas del opio religioso. Esas personas deben ser respetadas, y no solo por sus creencias sino por todo su saber y todo su hacer. El hecho de que una persona sea religiosa no puede implicar que esa persona sea reducida solo a su ser religioso. Toda persona, y más con la complejidad del mundo moderno y por efecto de la globalización, tiene múltiples modos del ser. Esa forma de concebir el mundo, propia del pensador arrogante, que reduce al otro a una sola modalidad del ser y lo examina de forma abstracta y superficial, debe ser rechazada por perniciosa y falsa. Hay más de 6.000 millones de personas religiosas en el mundo y entre ellas hay grandes individualidades. Que el pensador arrogante, el ateo alimentado en cuatro formulas, catalogue a esas 6.000 millones de personas como pura masa irracional y a sus dirigentes y grandes individuales como personas narcotizadas por la religión, solo pone de manifiesto hasta qué grado extremo llega su superficialidad y engreimiento.

La religión es una de las formas de enajenación del ser humano, pero no la única ni la más importante. La peor y más graves de las enajenaciones es la económica. Esta enajenación se manifiesta en el mercado global, en la vida corriente –recientemente una articulista decía que era una locura que dedicara más tiempo a su perro que a sus propias hijas–, en las redes sociales, en el ocio y en el entretenimiento. Y la enajenación no es un producto de la subjetividad sino de la objetividad, del tipo de relaciones sociales que los seres humanos construyen y que escapan a su control consciente. Pero el pensador arrogante cree que está fuera del mundo y que está libre de todo pecado. Y por esa razón mira a los demás, a los que no comparten su concepción, desde una falsa atalaya de la razón abstracta, como seres racionales inferiores. Ignora que un misionero que trabaja en las zonas pobres del mundo tiene más razón en su vida y su pensamiento que él en su diminuto y estrecho cerebro. Ignora que hay personas religiosas que hacen más por la racionalización del mundo que la que él despliega entre las cuatro paredes de su cuarto de estudio. Tiene una estatura mental pequeña, pero en su engreimiento ciego cree que está por encima del mundo.

Así que Dios nos libre de la arrogante superficialidad y de sus estúpidos representantes.



jueves, 23 de agosto de 2018

PENSAMIENTO, ALIENACIÓN E IMAGEN




lunes, 20 de agosto de 2018


Primero las cosas cobran vida en el reino de la existencia y después viene solícito el pensamiento a saber qué son. Los seres humanos no se reúnen previamente para decidir entre todos qué tipo de relaciones sociales quieren establecer, sino que primero se establecen esas relaciones sociales y después los seres humanos se preguntan por qué pasa lo que pasa. Esta circunstancia, que primero las cosas son y después se piensa qué son, es la causa que impide controlar la generación de la enajenación. (Por enajenación entenderemos que los seres humanos no controlan ni dominan las relaciones sociales que crean). Y esto ocurre sobre todo en el mundo capitalista, donde se invierte la relación racional y justa entre lo individual y lo social y se sustituye por una relación perversa: en vez de que en la actuaciones individuales prime el interés social, y tendríamos así una sociedad socialista, ocurre lo contrario: los productos sociales se utilizan como un medio para la realización del interés individual, teniendo así una sociedad capitalista. Esta relación perversa entre lo individual y lo social, esta relación que convierte lo social en medio del interés individual y que es engendrado por el mundo mercantil-capitalista, es la principal fuerza económico-social que fortalece la enajenación de las grandes masas sociales.


Esto pasa con Internet y sus criaturas Facebook e Instagram. Se han generado unas relaciones sociales entre los seres humanos donde una proliferación de imágenes sin medida y orden está tiranizando al pensamiento. Es el reino y el dominio de la publicidad. Las imágenes han convertido al pensamiento en siervo suyo, lo han transformado en su pequeño complemento, restándole la independencia que otrora tenía. El consumo y la producción de imágenes por parte de las grandes masas sociales gracias a los dispositivos móviles han llegado al extremo de la desmesura y la desproporción. Sus consecuencias inmediatas son el arrinconamiento y enterramiento del pensamiento. El pensamiento está perdiendo su independencia. El rasgo esencial que diferencia a los seres humanos de los animales es justamente el pensamiento. Es en el reino animal donde predomina el imperio de las imágenes sensibles. Ahí apenas el pensamiento tiene desarrollo o es un simple apéndice de la actividad sensible. Pues algo parecido está ocurriendo en el mundo virtual creado por internet y las redes sociales: un mundo donde la imagen predomina sobre el pensamiento.

En este mundo de enajenación global, donde lo social es un medio para el dominio desmesurado e irracional del interés individual y donde una acumulación sin fin de imágenes debilita la independencia y creatividad del pensamiento, la solución no es otra en principio que refugiarse en el estudio de las grandes obras del arte, de la ciencia y de la filosofía. En ese ámbito es el pensamiento quien determina qué debemos imaginarnos y representarnos. En ese ámbito la imagen queda bajo el dominio del excelso pensamiento. Y la solución social no puede pasar por otro camino que no sea ponerle serios límites a la propiedad privada, que en la época de la globalización lo mata todo, incluida a la acomodada clase media. Es una irracionalidad, algo que contradice incluso los principios de la revolución burguesa, el poder tan gigantesco y desproporcionado que está adquiriendo las empresas tecnológicas. Nos están robando el mundo y nosotros distraídos por lo local y secundario lo estamos permitiendo. Y la base de nuestro error está en lo que decía al principio: dejamos que al principio las cosas sean y después nos preguntamos con honda preocupación qué son y qué podemos hacer para que no sean como son. ¡Ay!, amigos míos, cuánto necesitamos de los grandes pensadores de todos los tiempos y cuánto necesitamos destronar a personajes como Messi, Ronaldo o las Kardashian.




jueves, 14 de junio de 2018

LA ENAJENACIÓN EN EL SOCIALISMO




La trinchera
14-06-2018

Los proyectos socialistas se levantan como respuesta al explotador y enajenante sistema capitalista. Como parte de la lógica de estos proyectos del socialismo real, están las nacionalizaciones y estatizaciones[1] de numerosas empresas. Con esto, la propiedad privada pasa legalmente a manos del pueblo, mediado por la administración el estado.

En tales circunstancias,-se dice-, que se está socializando el proceso de producción socialista de manera formal. De ahí deriva la idea de que el pueblo es formalmente dueño (como colectivo) de los medios de producción. Pero existe un problema: hay que lograr que el pueblo se sienta dueño de estos. Solo cuando eso se logre-afirma la teoría-, se habrá logrado socializar de manera real la producción, y habremos construido el socialismo.

Esa lógica mencionada, es evidentemente la forma de entendimiento que se aplica en nuestra construcción socialista en Cuba-y en nuestros planes de estudio-, donde nos proclamamos dueños colectivos que solo necesitamos concientizar nuestra condición de propietarios. Dada la importancia de este tema, me pregunto ¿qué puede aportar el pensamiento de Marx a la problemática?

Lo primero que debe hacerse es organizar cuál es la cuestión: hay una contradicción entre cómo se siente un individuo respecto a la propiedad (social), y cómo debiera ser realmente (según la teoría). Esto se concreta en: debe sentirse dueño el ciudadano, y no se siente así. Todo esto indica que hay una posición del individuo hacia a la sociedad, al resto de un colectivo que no es él, ya que tal y como afirma Abbagnano: “El pensar el mundo como otro, lleva implícito un reconocimiento de sí mismo como el yo.” (1 pág. 11)

Entonces podemos afirmar que el problema está en la separación que hace el individuo de él y del mundo (en su conciencia), donde el cómo se concibe a sí mismo, está determinando cómo se siente respecto al mundo. ¿Se puede entender cómo es que se siente ese individuo y explicar su relación con el resto de la sociedad? ¿Cómo puede llamarse este fenómeno?

Para buscar en Marx elementos teóricos se puede ir a sus Manuscritos de 44[2]. En estos, él describe una serie de relaciones del individuo respecto a la sociedad. Estas ideas las encierra en un concepto: enajenación. Como continuador de Hegel, en Marx (en los Manuscritos) se identifican tres tipos de enajenación: respecto al producto del trabajo, a la propia actividad del trabajo y al resto de la sociedad. Aquí se describe la situación de extrañamiento del hombre, es decir, sentirse extraño, respecto a los elementos mencionados.

Este extrañamiento a pesar de quedar relativamente vacío en la explicación de los manuscritos[3], pudiera entenderse como una generalidad: el hombre se siente ajeno a la sociedad, por lo que se siente ajeno también a cómo se produce la riqueza social y a cómo se distribuye, producto precisamente de cómo participa en la riqueza social en ambos momentos (hay que recordar que en la época que fueron escritos los Manuscritos aumentaba el grado de miseria en que vivían obreros). Es decir, Marx describe la enajenación del hombre respecto a cómo se produce la realidad capitalista, como si fuera la inadaptación al sistema en que se vive, una sensación de estar excluido de ese mundo.

El obrero se sentía excluido de la sociedad básicamente, por no sentirse parte de ella, porque en buena medida, todo lo que hacía en esta, había sido resultado de unas relaciones sociales impuestas por las clases capitalistas, y que además, eran obreros que todavía se sentían atados cultural y mentalmente al ancien régime[4]. Estamos hablando sin dudas, de un obrero, que su arraigo al estadio social anterior, y las condiciones de sometimiento a que debe resistir, lo hacen rechazar la sociedad en la que vive. Su mundo no era el mundo que ellos habían construido, era el mundo que los capitalistas habían construido para sí y no para ellos. Es por eso, que no resulta nada extraño, que un hombre al que se le mete en una realidad que solo le es útil a otro hombre, se sienta separa de esa realidad.

Sabiendo esto, ¿de qué hablamos exactamente al decir que el obrero cubano “no hace conciencia” de su “condición de dueño”?

Nos estamos refiriendo en primer lugar a que no hace con la mayor eficiencia su actividad laboral y comete indisciplinas, además de cierta corrupción(a pequeña escala); a que no se siente dueño de los medios de producción y además, se porta individualista dentro del colectivo, al poner sus intereses personales por encima del de los demás. ¿Cómo entender esto último?

No sentirse dueño de los medios de producción es no sentirse dueño de los resultados de la actividad humana. Recuerdo que los medios de producción han sido resultados de trabajo humano, lo cual indica que en realidad el obrero cubano, está tomando una posición hacia el resultado del trabajo humano. También, los bajos niveles de ingresos del obrero, condicionan que se considere el producto del trabajo (bienes sobre todo) como cosas a las que evidentemente no tiene acceso, cosas materiales separadas de él, que no le pertenecen y a las que no puede acceder.

¿Acaso lo descrito no es enajenación? La falta de compromiso durante la actividad laboral y las indisciplinas en esta, ese individualismo, no son más que el extrañamiento (enajenación) del obrero cubano respecto al propio proceso de trabajo y a la sociedad en su conjunto. El no sentirse “dueño” y el sentimiento de poseer bajos salarios no es más que la enajenación respecto a los productos del trabajo.

¿Me pregunto si un obrero con bajos ingresos puede sentirse des-enajenado respecto a su propia actividad, el producto de esta y el resto de la sociedad? En estos casos, es un poco más complicado alcanzar la “complicidad” con la forma en que se produce la realidad. Digo esto, porque es innegable la complicidad entre obreros y burgueses en determinadas sociedades capitalistas avanzadas de hoy, y que es un fenómeno descrito por Lenin.

¿Me pregunto también si al igual que el obrero del 40 del siglo XIX, al obrero cubano promedio de hoy -ese que comete indisciplinas- le parecerá su realidad una impuesta? Claro que mi pregunta es retórica, ya que el no sentirse dueño es en realidad sentirse extraño (enajenado), y esto es enajenación respecto a la forma en que se dice que hay que producir la realidad: la forma socialista.

Podríamos como sociedad dejarnos de eufemismos, y acabar de aceptar que en realidad, todas esas indisciplinas y resultados no deseados del trabajo, no es más que la enajenación socialista, o por si a alguien le gusta más: la enajenación en el socialismo.

No se trata de un simple nombre o cuestiones de lenguaje, sino de defender las formas y lógicas de pensamiento de las que decimos ser herederos. Si hasta ahora se habla y se defiende el marxismo, entonces pensemos desde Marx la realidad y nuestros problemas. Las formas en que pensemos esa cuestión dirá cuán certeros somos como sociedad a la hora de enfrentar un problema. Y respecto a este tema, creo que las diferencias son esenciales.

No es lo mismo decir que tan solo tenemos un problema de conciencia, donde la solución-desde esa lógica- dirá que hay que trabajar en crear esa conciencia. Por otro lado, reconocer el hecho como enajenación, además de dar continuidad a formas de pensamiento que perfectamente se adaptan a nuestra realidad, nos podrá conducirá a pensar la relación que existe entre el trabajador y las formas y condiciones en que este produce su realidad (2 pág. 34).

Entiendo entonces que aceptar la enajenación, además de los grandes problemas “ideológicos” que representaría, no solo dice que ha habido muchos que no han entendido la teoría de Marx y que otros se han hecho los de la vista gorda, sino que también encausaría el problema de otra forma, ya no sería culpable el obrero por no hacer tal conciencia deseada, sino todo nuestro modelo social que está generando ese extrañamiento de sus obreros respecto a nuestro modo de producir nuestra realidad.

Bibliografía:
1.  Abbagnano, Nicolas. Historia de la filosofía I. Barcelona : Montaner y Simón S.A, 1955.
2.  Marx, Carlos. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. s.l. : Proyecto Espartaco.
Notas:
[1] Pasar a ser propiedad estatal.
[2] Textos llamados normalmente Manuscritos económicos y filosóficos. Estos fueron apuntes de crítica a Hegel y a los economistas ingleses. No fueron hechos para ser publicados y se mantuvieron inéditos hasta la primera mitad del siglo pasado.
[3] Digo esto, porque a mi entender la explicación de la causa queda un poco pobre.
[4] antiguo régimen. Forma usada para hacer referencia al feudalismo.



lunes, 9 de abril de 2018

EL DINERO: UNA DE LAS ESENCIAS HUMANAS ENAJENADAS Y SU SUPERACIÓN



domingo, 8 de abril de 2018

Un trabajador valenciano, lector de mi blog, me formula siguiente pregunta: ¿Se tiene que mantener el dinero como la materialización lógica e histórica del valor y las condiciones de producción? Entiendo que cuando este lector habla de las condiciones de producción, habla de las condiciones de producción mercantiles. Aclaro que hablaré de las condiciones mercantiles de la producción y no de las condiciones mercantiles capitalistas. Pues si bien me parece muy lejana, cuestión de varios siglos, la superación de la determinación mercantil de la riqueza, no me lo parece tanto la superación de su determinación de capital. Aclarado este pormenor, esta es mi respuesta.

Pensemos en la religión. Pensemos en Dios como un ser que existe en el más allá que creó al mundo y a su principal criatura: el ser humano. El ateísmo nacido de las ciencias naturales busca razones para demostrar que Dios no existe. Y quienes lo hacen, quienes creen en Dios, según estos ateos, son seres irracionales, personas no científicas, personas que se dejan guiar por la fe y no por la razón. Quienes luchan de este modo contra la religión se mantienen dentro de la enajenación, pues conciben a Dios como una esencia ajena al hombre y fruto de mentes irracionales. Si, por el contrario, pensamos la religión desde un punto de vista antropológico, esto es, siguiendo las directrices de Feuerbach, concebiremos a Dios como una imagen del hombre,  como un hombre idealizado. Veremos que no encontramos en Dios más que las cualidades del ser humano presentadas de forma idealizada. Dios es una creación del hombre. De este modo nos apropiamos de la esencia de Dios, la hemos humanizado, y ya no se nos presenta como una esencia enajenada y extrañada. Pero habiendo superado en el ámbito de la teoría la esencia enajenada de Dios, ¿superamos con ello la religión? Pues no. La necesidad de la religión, la necesidad de que exista un Dios superpoderoso, está determinada no por la conciencia sino por el hambre, la guerra y la enfermedad que padecen los seres humanos. Solo cuando construyamos un mundo donde la guerra y el hambre no existan y la enfermedad no genere muerte, solo entonces el ser humano estará en condiciones de superar la religión. Así que haremos bien en comprender que una cosa es la superación teórica de la religión como enajenación de la esencia humana y otra muy distinta es su superación práctica.

Pensemos ahora en el dinero. Es un producto histórico. Tiene más de mil años de existencia. Se presenta como una cosa. Es la esencia fundamental del mercado. El dinero está en todo, lo media todo, nada es posible sin él. Como potencia superpoderosa y causa de los grandes  males sociales que azotan a la humanidad, es lógico que mucha gente desee la destrucción del dinero y, con él, la del mercado. Pero luchar de este modo contra el dinero y el mercado es permanecer dentro de las condiciones de la enajenación. Si, por el contrario, concebimos el dinero como la objetivación del trabajo humano abstracto, si pensamos que el dinero en su origen no es más que una mercancía y que, por tanto, su secreto no es más que el secreto de la mercancía, superaremos la enajenación mercantil. Ahora vemos que en la cosa, en el dinero, está el sujeto y una de sus más importantes esencias: el trabajo. Pero sucede en este caso como con Dios, aunque teóricamente podamos superar la forma enajenada que representa el dinero, ¿superaremos con ello el dinero y el mercado en la práctica? Pues no. La necesidad del dinero es la necesidad del intercambio de mercancías creado por la división del trabajo. Y mientras que tengamos que medir la participación de cada persona en la riqueza nacional mediante el trabajo, será necesario el dinero. Así que incluso en el socialismo, donde debe predominar el principio de a cada cual según su trabajo, será necesario el dinero y, con ello, el mercado.



sábado, 21 de noviembre de 2015

MERCANCÍA Y CAPITAL




sábado, 21 de noviembre de 2015

Jesús, lector de mi blog, según comentario sobre mi constructo teórico titulado Trabajo enajenado: aclaraciones conceptuales, formula las siguientes afirmaciones: una, el trabajo enajenado de los Manuscritos de Marx se asienta en el doble carácter del trabajo determinado por la mercancía; dos, Marx no hace de la propiedad privada de los medios de producción (que no son causa sino consecuencia de que la actividad social tiene forma de mercancía en la sociedad capitalista) su caballo de batalla…; y tres, es, en primera instancia, el modo de producción capitalista, y lo que hay que superar, pues es él quien causa la pérdida del ser genérico, haciendo al hombre extraño a sí mismo y a su esencia humana,…”.

En primer lugar, diré que Marx no dice que “el carácter doble del trabajo está determinado por la mercancía”, según afirma Jesús, sino que habla “del carácter doble  del trabajo representado en la mercancía”. Al final justamente de esta sección de El Capital Marx se expresa en  los siguientes términos: “Por un lado, todo trabajo es gasto de fuerza de trabajo humana en el sentido fisiológico, y en esta calidad de trabajo humano igual o de trabajo abstractamente humano constituye el valor de las mercancías. Por otro lado, todo trabajo es gasto de fuerza de trabajo humano en forma específica y determinado por su fin, y en esta calidad de trabajo útil concreto produce valores de uso”. 
 
En segundo lugar diré que una cosa es la forma mercantil de la riqueza y otra su forma de capital. De manera que no se puede deducir el trabajo enajenado  del carácter mercantil de la riqueza. En la sección de El Capital titulada Compra y venta de la fuerza de trabajo,  Marx se expresa en los siguientes términos: “Si consideramos el dinero, vemos que este presupone cierto nivel del intercambio de mercancías. Las formas particulares del dinero, simple equivalente de mercancías, o medio de circulación, o medio de pago, tesoro y dinero mundial, tesoro y dinero mundial, indican, según el distinto volumen y la primacía relativa de una u otra función, grados muy diversos del proceso social de producción. No obstante, experimentalmente basta una circulación de mercancías poco desarrollada para la creación de todas estas formas. Con el capital es muy diferente. Sus condiciones históricas de existencia no se dan en modo alguno con la circulación de mercancías y  de dinero”. Dicho de forma directa: las condiciones históricas de existencia del capital son diferentes a las condiciones históricas de existencia de la circulación de mercancía. Y pueden darse todas las formas particulares de existencia del dinero –medio de circulación, medio de pago, tesoro y dinero mundial –, como ocurría en la sociedad esclavista y en la sociedad feudal, sin que se dé el modo de producción capitalista. Luego es obvio que de las determinaciones mercantiles, incluida el carácter doble del trabajo representado en la mercancía, no se pueden deducir la producción de la riqueza como capital y una de sus principales manifestaciones: el trabajo enajenado.

Con respecto a la afirmación de Jesús,  “Marx no hace de la propiedad privada su caballo de batalla”, transcribo las siguientes palabras de Marx, emitidas a continuación del último extracto de El Capital que les he facilitado: “El capital surge únicamente donde el propietario de medios de producción y de existencia encuentra en el mercado al trabajador libre como vendedor de su fuerza de trabajo, y esta condición histórica envuelve toda una historia universal”. Es obvio que el juicio “el propietario de medios de producción y existencia no puede significar otra cosa que la propiedad privada sobre los medios de producción de la riqueza y de los medios de subsistencia.  Anteriormente Marx aclara lo que significa la expresión “el trabajador libre”:  “Para la transformación del dinero en capital el poseedor de dinero tiene, pues, que encontrar al trabajo libre en el mercado de mercancías, libre en el doble sentido de que, en cuanto persona libre, disponga de su fuerza de trabajo como mercancía suya, y de que, por otro lado, no tenga otras mercancías que vender, que esté suelto y vacante, libre de todas las condiciones necesarias para la realización de su fuerza de trabajo”. Pregunta: ¿Cuáles son las condiciones necesarias para la realización de su fuerza de trabajo? Respuesta: los medios de producción. Luego para que se pueda dar el capital como relación social es condición imprescindible que el trabajador haya sido enajenado de medios de producción.

Por último, respecto a la afirmación de Jesús de que el modo de producción capitalista es quien causa la pérdida del ser genérico, diré lo siguiente. En primer lugar, no hay pérdida del ser genérico por parte del trabajador, su propia actividad como trabajador es su vida genérica. Una cosa es afirmar que en el trabajo enajenado la vida genérica se presenta como medio de la vida individual y otra muy distinta es que hay pérdida de la vida genérica. Si se le quisiera dar algún sentido a la expresión “pérdida de la vida genérica”, solo la tendría para las personas que mueren de hambre. Pero ahí además de pérdida de vida genérica también habría pérdida de la vida individual. O mejor dicho: al negársele la vida genérica, el trabajador de los países pobres pierde su vida individual. Y en segundo lugar, el concepto de modo de producción no aparece como sección en todo El Capital. La categoría modo de producción es extremadamente genérica y en él se incluyen un sinfín de conceptos. Carece de utilidad operativa y no puede ser presentado, como hace Jesús, para explicar el trabajo enajenado.

(Comunico a Jesús que doy por terminada las aclaraciones conceptuales sobre esta materia)