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martes, 18 de octubre de 2022

PERSPECTIVA ECONÓMICA MUNDIAL

Escribe: Milciades Ruiz

La invasión rusa a Ucrania, ha evidenciado fragilidades estructurales en muchos países incluyendo el nuestro. Eso, nos obliga a pensar y obrar estratégicamente en cuanto al desarrollo nacional. Por nuestra dependencia sin soberanía, estamos atados y subordinados a las decisiones de países dominantes, que nos hacen pagar los costos de sus supremacías. Defender este sistema, es mucho más que masoquismo. Veamos.

PROYECCIONES DEL CRECIMIENTO MUNDIAL (FMI)


Como consecuencia de la intromisión de EE UU y su férula occidental en este conflicto, aplicando represalias a uno de los bandos y prestando ayuda bélica al otro, se ha generado un efecto contrario en los países intrusos que, sufren por ello, encarecimiento de sus condiciones de vida por inflación de precios en todos los rubros y estancamiento económico.

Según Moody's Analytics, los consumidores estadounidenses están gastando mensualmente, unos US$ 500 adicionales solo en alimentos, reduciendo su capacidad de compra en otros rubros, que caen en ventas e ingresos. No nos importaría si EE UU se hundiera solo. El asunto es que estamos atados a su hegemonía y nos arrastra, aunque no tengamos culpa alguna.

Por lo que hace EE UU, ahora compramos a precio duplicado el pan, fideos y todos los derivados de trigo. Pero lo mismo sucede con otros productos e insumos que, de allí, adquirimos: alimentos, medicinas, tecnologías, servicios y otros suministros encarecidos. Hay pues, un trasvase inflacionario de EE UU a nuestra economía.

La estrategia de EE UU y sus aliados contra Rusia, erosiona nuestra base alimentaria ocasionando desabastecimiento y encarecimiento de fertilizantes para la producción agraria. Suben los precios de los fármacos agropecuarios y demás insumos productivos primarios y agroindustriales, todo lo cual deteriora las condiciones de vida nacional.

Pero también sus aliados europeos sufren las consecuencias de esta intromisión hegemónica pues las represalias que aplican generan crisis energética por desabastecimiento que ellos mismos se infringen con su estrategia de efecto contrario. El presidente de Francia, Emmanuel Macron ya reconoció que, su país está "pagando cuatro veces más" por el gas estadounidense que la industria en EE.UU. Este país se beneficia a costa de sus aliados.

Por su parte, el pueblo francés en número de 140.000 aproximadamente, hizo marcha de protesta en París, contra el alto costo de la vida, participando más de 80 organizaciones políticas y gremiales. Alegan la pérdida del poder adquisitivo frente al aumento vertiginoso en los precios de la electricidad, alimentos, combustibles y servicios.

Pero todo es una cadena. Para combatir la inflación que ha generado contra sí mismo, el bloque dominante occidental, obliga a que los bancos centrales de reserva de los países involucrados, estén recurriendo a elevar tasas crediticias, encareciendo el dinero. Nuestro país también lo viene haciendo. Pero con ello, también se elevan costos crediticios y deudas contraídas. Las tasas de cambio en Europa, están a la baja.



La revista The Economist, da cuenta que dicha medida ha desplomado las cotizaciones de numerosas compañías estadounidenses y multinacionales, por falta de liquidez e insolvencia. El primero de ellos ya ha afectado a los fondos de pensiones británicos. En nuestro caso, los fondos AFP, en setiembre 2022, intensificó su caída al registrar pérdidas de hasta -9,08%, según información de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS).

El dólar es la moneda comercial mundial. Si EE UU encarece el dólar, entonces produce devaluación de todas las monedas del mundo y los que más han sentido este problema han sido sus aliados. Según el FMI, el dólar se ha encarecido un 22% frente al yen, 13% frente al euro y 6% frente a las monedas de mercados emergentes. Nosotros también pagamos ese costo y el dólar ya bordea los cuatro soles pese al contrapeso que pone el BCR. Afecta todos los negocios e inversiones financiados a plazos y desalienta nuevos proyectos.

EE UU hace pagar sus culpas a todo Latinoamérica, a la que considerada su patio trasero. La situación es grave, sobre todo para los países endeudados, que tendrán que pagar un mayor costo, tal como se muestra en las proyecciones del gráfico siguiente.

AUMENTO DE LOS COSTOS DE ENDEUDAMIENTO PARA LATINOAMÉRICA (Tasa de fondos federales de EE.UU. por WEO Vintage. %)

Este desajuste, desacelera el crecimiento de nuestros países, pues los mayores costos de endeudamiento pesan sobre el crédito interno, el consumo privado y la inversión. El alza de tasas de interés, está empujando a la baja los precios de las materias primas, y será peor cuando todo el mundo entre en recesión. Se reducirán las exportaciones, el flujo de remesas a la región y el turismo.

Como sabemos, la gente de negocios no utiliza su propio dinero para los proyectos de inversión, sino el dinero ajeno acumulado en los bancos a un costo financiero calculado para obtener ganancias. El encarecimiento crediticio y de suministros desbarajusta el costo beneficio, haciendo perder rentabilidad que se traduce en morosidad y quiebra.

Pero también, los créditos de consumo bajan y la morosidad pone en riesgo el patrimonio personal por cobranza coactiva, embargos y otros castigos. Así, se van creando condiciones para la desaceleración económica en todos los negocios. La producción entonces decrece y, si baja en dos trimestres seguidos, técnicamente entramos en recesión. A menor producción, mayor problema social.

El encarecimiento crediticio retrae la circulación del dinero, dejando sin liquidez a los negocios. Se pierde capacidad de compra (demanda) de bienes y servicios, se despide personal, caen los ingresos, se vive en déficit, se truncan planes, aumenta la pobreza, la delincuencia y todo se derrumba poco a poco, si no hay recuperación. En la gran depresión de 1929, la recuperación en nuestro país, duro ocho años.

En suma, podríamos decir que estamos en riesgo severo por decisiones extranjeras y, si a eso agregamos los riesgos internos, tenemos entonces un panorama sombrío en el devenir. Pero como dice el refrán: “No hay mal que, por bien, no venga”, será el próximo gobierno el que tendrá que afrontar la cadena de problemas sociales derivados del derrumbe. Entonces, la derecha decaerá, haciendo crecer la izquierda.

Octubre 17.2022

 

Mayor información en https://wordpress.com/view/republicaequitativa.wordpress.com

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Atte. Milciades Ruiz

 

lunes, 11 de abril de 2022

ROBERT KIYOSAKI ADVIERTE DE UNA RECESIÓN EN EE.UU. Y DICE QUE EL AUMENTO DE LA INFLACIÓN PODRÍA "ACABAR CON EL 50% DE LA POBLACIÓN" DEL PAÍS


Publicado:10 abr 2022 14:59 GMT

"Como todos sabemos, Estados Unidos ya no produce nada. Producimos burbujas", lamenta el reconocido inversor.

El dólar y los mercados están al borde del colapso debido al aumento de los precios de los alimentos, el petróleo y la energía, así como a la inflación generalizada, aseguró esta semana el inversor y escritor estadounidense, Robert Kiyosaki.

En una entrevista con Daniela Cambone, de Stansberry Research, el autor del 'bestseller' de finanzas 'Padre rico, padre pobre' advirtió que el aumento de los niveles de inflación se ha convertido en un grave problema que no hace más que empeorar, donde "el mercado de reposiciones se ha invertido de nuevo", provocando que se avecine una recesión en EE.UU.

 

Deutsche Bank predice que EE.UU. caerá en recesión en 2023, a medida que la Reserva Federal suba las tasas de interés

 

"Como todos sabemos, Estados Unidos ya no produce nada. Producimos burbujas. Solo hacemos burbujas de aire, así que ahora tenemos esta burbuja en el sector inmobiliario, las acciones y los bonos", dice el inversor. "Luego, cuando Biden quitó el oleoducto Keystone XL, eso nos acabó de hundir", resaltó.

Además, el empresario aseguró que la situación se complicará a medida que la inflación aumente: "el 40 % de los estadounidenses no tiene 1.000 dólares. Así que cuando la inflación suba vamos a acabar con el 50 % de la población estadounidense, y ahí es cuando empieza la revolución", agregó.

Asimismo, Kiyosaki destaca que si el mercado bursátil se desploma, los 401k (el plan de jubilación) fracasarán y las pensiones serán impagables. De igual forma, señala los efectos de sacar a EE.UU. del oleoducto en un contexto en el que los precios de los alimentos aumentan, lo que se convertirá en un serio problema, pronostica. 

"Cuando Biden sacó a Estados Unidos del oleoducto, los precios del petróleo subieron. El petróleo produce fertilizantes, y cuando los fertilizantes dejan de ser baratos, la gente no puede producir alimentos, y el estadounidense medio no tiene nada. El 40 % de los estadounidenses no tiene nada, la inflación va a hacer que estén muy disgustados; una caída de la bolsa hará caer a los 'baby boomers', así que estamos en serios, serios problemas", recalcó.


Fuente: https://actualidad.rt.com/actualidad/426557-robert-kiyosaki-inflacion-acabar-poblacion-eeuu?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=all

 

domingo, 28 de febrero de 2021

LAS TRASNACIONALES AMERICANAS CONDENAN A SU PAÍS DE ORIGEN A LA RECONVERSIÓN Y LA QUIEBRA. CRISIS SIN FIN

 


Domingo, 28 de febrero de 2021

Publicado por Pablo Heraklio  


La deslocalización y reconversión industrial han arrasado aquellos lugares por los que ha pasado. Ahora es el turno de USA. Estamos en el S.XXI, los mismos mecanismos se suceden recurrentemente desde el S.XVIII y son los propiciados hoy día por la aparición de la era digital. Un mecanismo de concentración y movimiento de capitales que amenaza con destruirse así mismo; y el propio mundo con él. En este blog se ha descrito como el mecanismo de Quiebra y Ruptura, los intereses mantienen los mecanismos que provocan su declive hasta la quiebra de la sociedad que los soporta, permitiendo la ruptura con el régimen; o una nueva quiebra.

USA es una locomotora cuesta abajo sin frenos en curso de colisión con su destino. Lo que no consiga la deslocalización iniciada en los 1970 lo conseguirá la desinversión propiciada desde los 1990, la expansión crediticia/rentismo desde la Gran Recesión del 2008 o finalmente las crisis ambientales y energéticas en ciernes. Apostamos a que Biden no podrá acabar su mandato carcomido por cisnes negros. Un final poético para tal vez el último POTUS tal cual lo conocemos. La mencionada Gran recesión de 2008 y el Covid 19 fueron solo avisos.

El autor atisba un rayo de esperanza, una posible solución a la acumulación de problemas: la lejana, remota, posibilidad de que la política se desligue de los intereses económicos de los grupos de presión, que son a la vez los donantes de sus campañas. La contención de los poderes establecidos por medio de las restricciones a las donaciones a los partidos políticos. Un alejamiento que permitiera abordar seriamente los problemas que ahora son amenazas a la propia continuidad del sistema. Quimeras, los poderes nunca se desharán de su presa, el poder político es suyo. El sistema aguantará al máximo hasta su quiebra.

Por cierto, el motivo de exponer este artículo de Roberts, no es por una especial afinidad ni por que creamos que sus análisis sean los más agudos del mundo, tardó 20 años en convencerse de los avisos que se emitían desde los años 1970. Es principalmente por ser autor de prestigio mundial, que da la razón a todas las voces críticas. Se lleva avisando desde el S.XIX del advenimiento de la hegemonía del capital ficticio y sus consecuencias globales concretadas por Marx, Lamentada en los 1940 por los creadores de la bomba atómica, confirmado den 1956 por  M. King Hubbert con el pico del petróleo, y en definitiva la marabunta de voces disidentes que por una u otra razón avisaron y avisamos a gobiernos y poderes de lo que se nos venía encima y ya está aquí. La población siempre hemos sido conscientes de nuestros problemas. Lo hacemos para mostrar la incapacidad del sistema dominante para corregirse y superar su ansia de beneficio inmediato en post de un beneficio futuro. Vamosa la Ruptura. Ni si quiera sus insiders, políticos, economistas, técnicos son capaces de doblar el curso del timón, hacer entender a los dueños de los medios que no se puede continuar así. Cuando lo han hecho han sido aislados o reprimidos como es el caso del Dr Roberts.  Prefieren ver el barco hundido a gobernado por otros. El problema es que somos sus pasajeros-prisioneros condenados a bogar.

Esto no es un sálvese quien pueda, es una preparaos para organizaros y esperad el momento adecuado con los cuchillos afilados. Tendremos cena, nos comeremos a un rico.

 

Salud! PHkl/tctca

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Traducción tarcoteca - Does the US Still Have an Economy? 11.2.2021 por Dr. Paul Craig Roberts

 

La gente quiere saber a dónde se dirige la economía. Lo que deberían preguntarse es si Estados Unidos todavía tiene una economía. Mi respuesta es no, no es así. Explicaré por qué.

Desde hace un cuarto de siglo he señalado el efecto destructivo de trasladar la inversión y empleos estadounidenses a China y otros puntos del extranjero [offshoring]. La deslocalización sirvió a los intereses de los ejecutivos y los accionistas [gestores y propietarios]. Los menores costos laborales aumentaron las ganancias y, por lo tanto, las bonificaciones a los ejecutivos y los precios de las acciones, lo que resultó en ganancias de capital para los accionistas.

Estos beneficios se acumularon solo para un pequeño porcentaje de la población. Para el resto, estos beneficios celosamente atesorados les impusieron enormes costos externos muchas veces mayores que el incremento de ganancias. La fuerza laboral de fabricación estadounidense quedó devastada, al igual que la base impositiva de las ciudades, estados y los gobiernos federales. La clase media se redujo y las poblaciones de St. Louis, Detroit, Cleveland, Pittsburgh, South Bend y Gary-Indiana, Flint-Michigan y otras ciudades se redujeron hasta en un 20%. Las esperanzas y aspiraciones de millones de estadounidenses fueron aplastadas. Las una vez prósperas ciudades estadounidenses se arruinaron. Las cadenas de suministro y los valores inmobiliarios colapsaron. (Véase Paul Craig Roberts, The Failure of Laissez Faire Capitalism, Clarity Press, 2013)

A medida que los ingresos caían para la mayor parte de la población estadounidense, los ingresos se alzaban para el uno por ciento más rico. Los beneficios de ingresos y patrimonio se han concentrado en la parte superior, lo que hace que Estados Unidos tengan hoy una de las distribuciones de ingresos y riqueza más desiguales del mundo.

A medida que la deslocalización de la alta productividad y los trabajos manufactureros de alto valor agregado redujeron los ingresos estadounidenses, la demanda interna agregada de EEUU se vio afectada y el crecimiento económico cayó. La Reserva Federal expandió el crédito y sustituyó el crecimiento faltante en los ingresos del consumidor con un aumento de deuda del consumidor. Esto agravó el endeudamiento que como el economista Michael Hudson enfatiza acertadamente significó agotar los ingresos del consumidor para pagar el servicio obtenido por medio de la deuda (hipotecas, letras de automóviles, tarjetas de crédito y préstamos estudiantiles), lo que deja poco o ningún ingreso discrecional para impulsar el crecimiento económico.

Hudson, quien ha estado analizando la erosión de la economía estadounidense durante mucho tiempo, pone de manifiesto que la economía estadounidense ya no es una economía productiva o industrial, sino una economía financiarizada, en la que los préstamos bancarios no se utilizan para nuevas instalaciones y equipos, sino para financiar la adquisiciones de activos existentes en busca de intereses, tarifas y ganancias de capital, lo que los economistas clásicos llamaban ingresos o rentas no ganadas o "renta económica". En resumen, Hudson demuestra que la economía estadounidense ya no es una economía productiva. Es una economía de búsqueda de rentas [como en el medievo].

Hudson indica que a medida que la economía se financiariza cada vez más, el saqueo se desplaza hacia la privatización de los activos públicos. Los ejemplos son infinitos. En el Reino Unido, el servicio de correos se privatizó a una fracción de su valor, junto con la vivienda pública, transporte y la British Telecom, lo que generó enormes ganancias privadas. Los franceses también privatizaron las propiedades públicas. En Grecia, los puertos municipales y las empresas de agua se privatizaron junto con las protegidas islas griegas. En los Estados Unidos, se privatizan segmentos de las fuerzas armadas, junto con las cárceles. Chicago vendió 75 años de sus tarifas de parquímetros a una entidad privada por un pago único. En todas partes, los activos públicos, incluidos los servicios, se venden a intereses privados. En Florida, por ejemplo, la licencia de circulación anual de vehículos se proporciona de forma privada. Cuando no quede nada por privatizar, ¿qué financiarán los bancos?

Hudson señala que los verdaderos economistas, los clásicos, se centraron en gravar la renta económica no ganada, no los ingresos laborales ni la actividad productiva. Los economistas neoliberales de hoy son incapaces de diferenciar entre renta económica y actividad productiva. En consecuencia, el análisis del PIB no revela la transformación de la economía productiva a una economía rentista.

Hudson llama a los economistas neoliberales "economistas basura", y estoy de acuerdo. Esencialmente, son cómplices del sector financiero y de las corporaciones deslocalizadas que les pagaron para combinar la deslocalización de trabajos e inversiones con el libre comercio.

Estoy convencido de que si se borrara la totalidad de la economía neoliberal no se perdería nada de valor. Los economistas, particularmente los economistas académicos, están en el camino de la verdad. Viven en un mundo de fantasía que quieren hacernos creer y que construyeron con supuestos y modelos que no se relacionan con la realidad.

Estoy familiarizado con las universidades y la economía académica. Me gradué en una institución científica y de ingeniería, la Georgia Tech, y después fui estudiante de posgrado de economía en la Universidad de Virginia, la Universidad de California, Berkeley y la Universidad de Oxford. Tuve cuatro premios Nobel como profesores. Tengo un doctorado en Economía. He hecho contribuciones en las principales revistas de economía y otras de fuera del ámbito, 30 artículos publicados en total antes de dejar lo académico. Trabajé durante años como revisor para la Journal of Political Economy con el poder de decidir la publicación o no de las investigaciones enviadas.

Tengo libros revisados ​​por pares de la Harvard University Press y Oxford University Press. He debatido sobre los premios Nobel ante audiencias profesionales. Trabajé como editor del Wall Street Journal y como subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, y he tenido muchos otros nombramientos universitarios. Michael Hudson también tiene experiencia en el mundo real en de las principales instituciones financieras, organizaciones internacionales y gobiernos, así como en cátedras en los EEUU y en el extranjero, y contribuciones a publicaciones académicas en muchos idiomas.

En otras palabras, sabemos de lo que estamos hablando. No tenemos ningún interés en servir excepto a la verdad. Nadie nos paga por ajustarnos a un programa.

Pero somos solo dos voces.

Hace dos décadas se me presentó la oportunidad de poder amplificar mi voz sobre los efectos nocivos de la deslocalización. En diciembre de 2003 recibí una llamada telefónica del senador estadounidense Charles Schumer, demócrata, Nueva York. El senador Schumer había estado leyendo mis columnas en las que expuse que bajo el disfraz del libre comercio, los empleos y las inversiones se estaban trasladando al extranjero a expensas del éxito económico de Estados Unidos. El senador Schumer compartió mi preocupación y me preguntó si un funcionario del Tesoro de Reagan estaría de acuerdo en ser coautor con un senador demócrata de un artículo para el New York Times en el que se planteara la cuestión de si la deslocalización de puestos de trabajo beneficiaba a Estados Unidos.

Nuestro artículo apareció el 6 de enero de 2004. Aquí está.

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Segundos pensamientos sobre el libre comercio

Por CHARLES SCHUMER y PAUL CRAIG ROBERTS, New York Times, 6 de enero de 2004

 

“Me criaron, como a la mayoría de los ingleses, para respetar el libre comercio, no solo como una doctrina económica de la que una persona racional e instruida no podía dudar, sino casi como parte de la ley moral”, escribió John Maynard Keynes en 1933. Y, de hecho, Hasta el día de hoy, nada hace hervir más la sangre de un economista que un cuestionamiento a la doctrina del libre comercio.

“Sin embargo, en ese ensayo de hace 70 años, el propio Keynes estaba comenzando a cuestionarse algunos de los supuestos que respaldan el libre comercio. La pregunta hoy es si el caso a favor del libre comercio presentado hace dos siglos se ve socavado por los cambios ahora evidentes en la economía global moderna.

“Dos ejemplos recientes ilustran esta preocupación. Durante los próximos tres años, una importante firma de valores de Nueva York planea reemplazar su equipo de 800 ingenieros de software estadounidenses, cada uno de los cuales gana alrededor de $ 150,000 al año, por un equipo igualmente competente en India que gana un promedio de solo $ 20,000. En segundo lugar, se espera que dentro de cinco años el número de radiólogos en este país disminuya significativamente porque los datos de una Resonancia Magnética se pueden enviar a través de Internet a radiólogos asiáticos capaces de diagnosticar el mismo problema a una pequeña fracción del costo.

“Estas anécdotas sugieren un cambio radical en la economía mundial provocado por tres acontecimientos importantes.

-Primero, la nueva estabilidad política está permitiendo que el capital y la tecnología fluyan mucho más libremente por todo el mundo.

-En segundo lugar, los sistemas educativos sólidos están produciendo decenas de millones de trabajadores inteligentes y motivados en el mundo en desarrollo, particularmente en la India y China, que son tan capaces como los trabajadores más educados del mundo desarrollado, pero están disponibles para trabajar en una pequeña fracción de la población. costo.

-Por último, las comunicaciones económicas de gran ancho de banda hacen que sea posible ubicar y gestionar eficazmente grandes fuerzas de trabajo en cualquier lugar.

“Nos preocupa que Estados Unidos pueda estar entrando en una nueva era económica en la que los trabajadores estadounidenses se enfrenten a la competencia global directa en casi todos los niveles laborales, desde el maquinista hasta el ingeniero de software y la analista de Wall Street. Cualquier trabajadora cuyo trabajo no requiera una interacción diaria cara a cara está ahora en peligro de ser reemplazado por un trabajador igualmente calificado y de menor salario a miles de millas de distancia. Los empleos estadounidenses se están perdiendo no por la competencia de empresas extranjeras, sino por las corporaciones multinacionales, a menudo con raíces estadounidenses, que están reduciendo costos al trasladar sus operaciones a países de bajos salarios.

“La mayoría de los economistas quieren ver estos cambios a través del prisma clásico del “libre comercio” y etiquetan cualquier intervención como proteccionismo. Pero estas nuevas circunstancias ponen en tela de juicio algunos de los principales supuestos que sustentan la doctrina del libre comercio.

Teoría de la Ventaja Comparativa

“El caso del libre comercio se basa en el principio de “ventaja comparativa” del economista británico David Ricardo: la idea de que cada nación debe especializarse en lo que hace mejor y comerciar con otros para otras necesidades. Si cada país se enfocara en su ventaja comparativa, la productividad sería más alta y cada nación compartiría parte de un pastel económico global más grande.

Práctica de la Ventaja Comparativa

“Sin embargo, cuando Ricardo dijo que el libre comercio produciría ganancias compartidas para todas las naciones, asumió que los recursos utilizados para producir bienes - lo que él llamó los" factores de producción "- no traspasarían fácilmente las fronteras internacionales. La ventaja comparativa se ve socavada si los factores de producción pueden trasladarse a donde sean más productivos: en el caso actual, a relativamente pocos países con abundante mano de obra barata. En esta situación, ya no hay ganancias compartidas: algunos países ganan y otros pierden.

“Cuando Ricardo propuso su teoría a principios del siglo XIX, los principales factores de producción (suelo, clima, geografía e incluso la mayoría de los trabajadores) no podían trasladarse a otros países. Pero los factores de producción vitales de hoy (capital, tecnología e ideas) se pueden mover alrededor del mundo con solo presionar un botón. Son tan fáciles de exportar como los automóviles.

“Este es un mundo muy diferente al que imaginó Ricardo. Cuando las empresas estadounidenses reemplazan a los empleados domésticos con trabajadores extranjeros de menor costo para vender más barato en los mercados nacionales, parece difícil argumentar que esta es la forma en que se supone que funciona el libre comercio.

“Llamar a esto una “recuperación sin empleo” es inexacto: se están creando muchos nuevos empleos, pero no aquí en los Estados Unidos.

Augurios de la Era Trump

“En el pasado, hemos apoyado las políticas de libre comercio. Pero si el libre comercio se ve socavado por cambios en la economía global, nuestras políticas deberían reflejar las nuevas realidades. Si bien algunos economistas y políticos electos sugieren que todo lo que necesitamos es un esfuerzo sólido de capacitación para los trabajadores despedidos, no creemos que la re capacitación por sí sola sea respuesta, porque casi toda la gama de “trabajos de Alto Valor” se pueden realizar en el extranjero. Del mismo modo, no creemos que ofrecer incentivos fiscales a las empresas que mantienen los trabajos estadounidenses en casa pueda compensar las enormes diferencias salariales que propulsan los trabajos al extranjero.

“Los acuerdos comerciales de Estados Unidos deben reflejar la nueva realidad. El primer paso es comenzar un debate honesto sobre dónde está localizada realmente nuestra economía y hacia dónde nos dirigimos como nación. Las medidas proteccionistas pasadas de moda no son la respuesta, pero la nueva era exigirá nuevas ideas y nuevas soluciones. Y una cosa es cierta: las soluciones reales y efectivas solo surgirán cuando los economistas y los responsables políticos pongan fin a la confusión entre el libre flujo de bienes y el libre flujo de factores de producción.

“Charles Schumer es el senador principal de Nueva York".

"Paul Craig Roberts fue subsecretario del Tesoro para la política económica en la administración Reagan ".

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Un trabajador del senador Schumer pensaba que el libre comercio era el problema porque las condiciones del mundo real habían cambiado. Mi posición era que la deslocalización de trabajos no era libre comercio. Pero me di cuenta de que cualquier debate sobre las preguntas era prometedor.

Nuestro artículo en el New York Times tuvo un impacto extraordinario. La Brookings Institution, en ese momento un importante grupo de expertos en política económica liberal que albergaba a antiguos responsables de la política económica nacional, convocó una conferencia en Washington para escucharnos y examinar nuestra posición. Hubo un panel conmigo, Schumer, un ex legislador y el jefe del lobby manufacturero de los Estados Unidos que no sabía de qué lado estar. C-Span [TV por Cable] dio cobertura en vivo a la conferencia y la retransmitió varias veces.

Aquí el video de la conferencia convocada en Washington para someter el argumento de Schumer y yo a escrutinio:

https://www.c-span.org/video/?179821-1/us-trade-policy-global-economy 

click the video screenshot to access video

Schumer y yo hicimos el día. Los miembros de la audiencia se acercaron después, incluido el economista del Banco Mundial Herman Daly, en apoyo de mi posición de que la destrucción de la economía manufacturera estadounidense no podía descartarse como resultado del libre comercio.

El senador Schumer tenía un interés sincero en lo que la deslocalización le estaba haciendo a sus electores. Propuso que continuáramos nuestra colaboración y escribiéramos un segundo artículo para el New York Times. En aquellos días, el Times seguía siendo, en parte, un periódico más que una voz de propaganda para el establishment, y el Times asumió, sin embargo, que un senador demócrata de Nueva York y un ejecutivo del Tesoro que había sido confirmado en el cargo por el Senado de los EEUU eran parte del aparato.

Comenzamos una segunda columna; pero de repente murió. Ninguna respuesta. Una llamada telefónica reveló que el empleado con el que estuve trabajando ya no estaba allí. Después de discutir esto con perros viejos Washington, llegué a la conclusión de que Schumer no se había dado cuenta de que estaba amenazando los intereses de Wall Street en mayores beneficios al abrir la cuestión de la deslocalización de empleos y le habían dado una fuerte reprimenda.

Wall Street se cargó al escuadrón de la verdad Schumer/ Roberts y protegió las ganancias provenientes de la deslocalización de empleos e inversiones.

Esto es lo que les sucede a los políticos electos cuando intentan representar el interés general en lugar de los intereses particulares que realmente financian las campañas políticas. El interés público está bloqueado por un muro de ladrillos con un letrero que dice: cumpla con el establishment o salga de la política. A menos que se saque completamente el dinero de la política electoral, no habrá democracia.

El globalismo sirve para destruir la soberanía y a los gobiernos responsable. En Estados Unidos, el globalismo destruyó a la clase media manufacturera. Ahora los confinamientos por Covid están destruyendo al resto de la clase media: empresas familiares. Las empresas [Pymes] tienen costos fijos. Cuando no pueden obtener ganancias los negocios quiebran. Los confinamientos junto con la deslocalización de trabajos monopolizan la economía hacia pocas manos. Esta no es una teoría. Es lo que estamos viviendo. El feudalismo está resucitando. Pocos señores y muchos siervos. Los siervos dependerán de los señores y no tendrán independencia.

 

Fuente: https://tarcoteca.blogspot.com/2021/02/sigue-estados-unidos-teniendo-economia.html

 

martes, 12 de enero de 2021

ESTADOS UNIDOS: ¿ANUNCIO DE LA CRISIS FINAL?

 


Imagen: https://redlatina2020.wordpress.com

La crisis que vive hoy el país habla de la crisis del sistema capitalista, y Estados Unidos, como principal nación representante de ese sistema, la exhibe dramáticamente.

12/01/2021

Estados Unidos, sin dudas, se constituyó en la potencia dominante mundial en este pasado siglo. Su empuje arrollador, desde la llegada de los primeros cuáqueros en 1602 en el legendario May Flower a las costas de lo que hoy es Massachusetts, no se detuvo por años. Esa instalación de europeos trasladados al nuevo continente dio como resultado la exposición máxima del capitalismo. La nación creció sin parar durante un par de siglos, terminando de superar a Europa en su desarrollo económico. La industria estadounidense -basada en un portentoso avance científico-técnico sin igual en el mundo- pasó a ser ampliamente dominante.

El hecho de ser “tierra de promisión” desde mediados del siglo XIX, ya independizada de la corona británica, atrajo a migrantes de todo el mundo. Su sociedad fundadora, originariamente anglosajona y protestante, pasó a ser un crisol de etnias; pero no puede olvidarse que el racismo eurocéntrico que la constituyó estuvo siempre presente, y se mantiene en nuestros días. Los wasp (“avispa” en inglés, y también acrónimo de white anglo saxon protestant: “blanco anglosajón y protestante”) siguen siendo el núcleo duro del país (la mayoría, por cierto), y su dominio va de la mano de su racismo. Los pueblos originarios de América del Norte, los llamados “pieles rojas” por los invasores europeos -apaches, navajos, sioux, cheyenes, cheroquis, cayuga, mohawk, etc.- fueron diezmados: exterminados en algunos casos, confinados a infames reservaciones en otros. La población del África negra traída como mano de obra esclava, si bien gozó de libertad civil desde la abolición de la esclavitud en 1860 -lo que dio inicio a la Guerra de Secesión-, continúa siendo sistemáticamente excluida (la mayoría de los presos son afroamericanos). Y la inmensa mayoría de inmigrantes latinoamericanos que constituyen una imprescindible mano de obra para su economía, no deja de ser también marginalizada.

Esa sociedad, enriquecida como ninguna otra en la Tierra, con una clase dominante que desde el siglo XIX se concibe portadora de un supuesto destino manifiesto que le obligaría a llevar a cabo la sacrosanta misión de promover los ideales de libertad y democracia en todo el planeta, después de la Segunda Guerra Mundial en 1945, se sintió inigualable, todopoderosa. Terminada esa conflagración, el poderío de Washington era excepcional: con Europa destruida, rescatada de las “garras del comunismo soviético” con el Plan Marshall, su producción representaba alrededor de la mitad del Producto Bruto Global. Detentadora del monopolio del arma nuclear, sin haberse resentido en su propio territorio -lo que sí le sucedió a su rival la Unión Soviética al igual que a toda Europa-, gran productora de petróleo y con una tecnología que deslumbraba, su dominio del mundo parecía asegurado. El consumo despilfarrador de su sociedad se disparó en forma incontrolada.

Tan fenomenal fue ese despilfarro (automóviles V-8 y V-12 eran los normales) que, paulatinamente, el país en su conjunto fue comenzando a consumir más de lo que producía. Ahí se sentaron las bases de su posterior declive. O derrumbe en tanto superpotencia, como actualmente podría pensarse que está sucediendo. Hoy día Estados Unidos no está acabado, ni remotamente; pero sí entró en un proceso de deterioro indetenible. Consumir más de lo que se produce lleva inexorablemente a vivir del crédito. Esa nación, super poderosa sin dudas, cada vez más vive del crédito o, si se quiere, de tomar como propio lo que no es propio (el Amazonas, por ejemplo, lo pone como “protectorado internacional”, preparando su entrada en esa zona, obviamente para agenciarse de los recursos que siente como propios -biodiversidad de la pluviselva tropical, minerales estratégicos y reserva de agua dulce- pero que, “por casualidad”, no están en su territorio). Su deuda (98% de su PBI) y su déficit fiscal (3,3 billones de dólares, equivalente al 16% del PBI) son impagables en términos técnicos. ¿En qué se sostiene su poderío? En su moneda, que en realidad ya no tiene un respaldo genuino. Si se quiere decir de otra forma: ¿qué respalda al dólar? Sus inconmensurables fuerzas armadas. Dicho de otro modo: al que se le opone, se le invade (como se hizo, por ejemplo, con Irak o con Libia), o se le declara “invadible” (“eje del mal” se les llamó desde la presidencia de Bush hijo), como sucede con Irán, Venezuela, Corea del Norte, justamente países todos que comenzaron a negociar su comercio exterior en monedas distintas al dólar (euro, yen, yuan, rublo, cesta de divisas).

Washington comienza a ver que su hegemonía tambalea. Eso se expresa en interminables aristas: está perdiendo la iniciativa en el desarrollo científico-técnico, fundamentalmente por el avance impetuoso de la República Popular China (en los sectores más sensibles, en la tecnología más sofisticada: telecomunicaciones, inteligencia artificial, robótica, computación cuántica, ingeniería genética). Eso trae como consecuencia su paulatino estancamiento económico: de haber producido alrededor de la mitad de la riqueza mundial en la década de los 50 del siglo pasado, ahora orilla el 20%. En el plano militar, según reconoce el propio Pentágono, va perdiendo la vanguardia, superada por el desarrollo de la Federación Rusa (hoy día Moscú, con la misilística hipersónica, lleva al menos tres años de delantera a Washington). En lo interno se ve en el nivel educativo de la población; Estados Unidos ha caído grandemente en esta área, siendo superado por China, Japón, Finlandia, Canadá, Gran Bretaña. El consumo imparable de sustancias psicoactivas (una tonelada y media de drogas ilegales ingresan a territorio estadounidense) también es un indicador de la decadencia, del quiebre psicológico de su población.

Estados Unidos no está cayendo estrepitosamente, pero sí perdió su lugar de locomotora de la humanidad: hay crisis. Se ralentizó y está siendo superada por otras potencias. En lo interno, el alto nivel de vida de su población va cayendo en picada dada la cada vez más inequitativa forma en que se reparte su riqueza. Hoy, el 1% detenta más riqueza que el 80% más pobre. Las injusticias estructurales se evidencian crecientemente, tomando la forma de cualquier “país bananero” del que tanto se ha burlado su visión racista y xenofóbica. Como síntoma visible: mientras este país, con 330 millones de habitantes, ha tenido 360,000 muertes por COVID-19, su actual rival: China, con casi 1,500 millones de población, registra apenas 4,634 decesos.

Hace 84 años, en Alemania un pueblo frustrado por el resultado del Tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial; por sentir que había llegado tarde a la repartición colonial del mundo y pauperizado por la crisis de 1929, depositó su confianza en Adolf Hitler y, así como los estadounidenses atribuyen parte de sus males a los migrantes, ellos la emprendieron contra los judíos”, explica claramente Rafael Cuevas. ¿Se repite la historia en Estados Unidos? “Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, reza la conocida frase acuñada por José de Maistre, erróneamente atribuida a Nicolás Maquiavelo. ¿Qué significa eso? Que los mandatarios expresan el sentir de un pueblo. Más dulcemente lo dijo André Malraux, sentenciando que “las gentes tienen los gobernantes que se les parecen”. Es decir: quien está en la cima, es producto de la base, no se sale de cualquier lado sino del mismo pueblo. Donald Trump ganó las elecciones en 2016, y obtuvo la mitad de los votos en la de 2020; es decir: muy buena parte del electorado estadounidense lo sigue. Su discurso es racista, encendidamente xenófobo. “America first”, ¡Estados Unidos ante todo!, ¡Hagamos grande de nuevo a Estados Unidos! son sus consignas, y los inmigrantes aparecen así como la principal causa del declive norteamericano. Pero ni el empobrecimiento de crecientes masas de norteamericanos es producto de la presencia de inmigrantes hispanos ni la crisis política de estos días es producto de un “maniático” sentado en la Casa Blanca que se siente mesías, salvador, que se permite tratar de “países de mierda” a aquellas empobrecidas naciones de donde llegan migrantes desesperados a la supuesta tierra de promisión estadounidense.

La crisis que vive hoy el país habla de la crisis del sistema capitalista, y Estados Unidos, como principal nación representante de ese sistema, la exhibe dramáticamente. El millón de homeless que pululan por sus calles es un síntoma de todo ello. El neoliberalismo, impuesto a sangre y fuego desde la presidencia de Ronald Reagan en los 80 del siglo XX, benefició a una pequeñísima elite en detrimento de las grandes mayorías. Esa asimetría estructural, que tiende a agrandarse cada vez más, y el endeudamiento en que entró el país a partir de su voraz hiperconsumo sin posibilidad de salida en lo inmediato (¿quizá con una gran guerra?), muestran de forma patética el empantanamiento. La crisis toca a la nación, o mejor dicho: a buena parte de su población, pero a sus super millonarios, a los mega-capitales que siguen manejando la economía capitalista global, no.

Dicha crisis, obviamente, se manifiesta también en lo político. Los recientes acontecimientos muestran la verdadera situación. No hablan de una “vergüenza” para la democracia (en Estados Unidos nunca hubo democracia) sino de la crisis de pauperización y falta de salida a la misma, a no ser por vía violenta. Muestran a todas luces la crisis del sistema capitalista. Todos estos sucesos no pueden atribuirse solo a la locura del presidente Trump, a quien quieren destituirlo y quitarle el acceso al “botón nuclear”. Este magnate metido a político expresa lo que buena parte de la población (¡la mitad de los votantes!) siente -o se le ha hecho sentir-: racismo visceral, xenofobia, fanatismo anticomunista. “¡Morir, antes que el socialismo!”, expresaba el grupo QAnon, fanáticos supremacistas blancos seguidores de Trump, quienes protagonizaron la toma del Capitolio (con la anuencia de varios legisladores republicanos, no olvidar). Si el futuro presidente Joe Biden puede ser visto como de izquierda, ya está todo dicho. ¿Se estará dando lo mismo que sucedió en Alemania y que trajo como resultado la aparición de un Trump germánico en su momento: Adolf Hitler?

En Estados Unidos, más allá de lo proclamado, no hay democracia. ¡Nunca la hubo!, aunque se arrogue el papel de supuesto “paladín mundial de la democracia”. La apatía política de su población es histórica: solo vota apenas un 50% del electorado. Además, no existe elección directa, sino que se eligen los nada transparentes colegios electorales, que “cocinan” el resultado final en secretividad. El voto se hace en día laborable, no siendo obligatorio. Por tanto, de democracia (representativa, porque de allí no pasa) no hay absolutamente nada.

La actual crisis política, propia y muy común en cualquier “republiqueta bananera” en la que Washington podría intervenir militarmente para “salvar la democracia”, expresa el grado de podredumbre del sistema político, así como la falacia monumental de su tan preconizada democracia. Como se ha dicho simpáticamente: si no hay golpe de Estado en Estados Unidos, es porque no hay embajada yanki. Y de libertad… la única libertad que allí se ve es la estatua francesa que se encuentra en la entrada del puerto neoyorkino. No caben dudas que como país capitalista Estados Unidos superó al resto del mundo. Sus logros económicos son innegables, pero la justicia brilla por su ausencia. Siempre ha brillado, aunque se llene la boca hablando de libertad y democracia. El racismo visceral que atraviesa a su sociedad es una muestra elocuente de ello. Además, su papel de matón global le resta toda credibilidad a su preconizado destino de defensor de las libertades y los derechos humanos. ¿Se les defiende lanzando bombas atómicas sobre población no combatiente de Japón, o lanzando napalm y agente naranja sobre aldeas vietnamitas? Si décadas atrás, antes de los planes neoliberales, repartía internamente algo más de riqueza, lo que posibilitaba tener una clase trabajadora -con conciencia de clase media hiperconsumista- que vivía en cierta opulencia comparada con trabajadores de otras latitudes, hoy día es uno de los países del mundo donde la distancia entre ricos y pobres es mayor. La globalización neoliberal -impulsada por los propios sectores poderosos de Estados Unidos expresadas en las políticas neoconservadoras, el FMI y el Banco Mundial- sirvió para potenciar la riqueza de sus mega-capitales en forma exponencial, pero también para empobrecer a su población. La crisis financiera nunca resuelta del 2008 es un patético recordatorio. No olvidar que el fascismo (como el de los grupos que atacaron el Capitolio, o como el de la Alemania post Tratado de Versalles) se nutre de clasemedieros empobrecidos, arruinados y desesperados.

 

Marcelo Colussi

Analista político e investigador social, autor del libro Ensayos

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