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miércoles, 13 de enero de 2021

DONATO GONZÁLEZ REJAS, PIONERO DEL SOCIALISMO TACNEÑO: UNIDAD LATINOAMERICANA Y EL PROBLEMA AGRARIO


Impecable estilo en la construcción del movimiento de masas desde una orientación socialista, difundiendo y plasmando ideas revolucionarias sin etiquetas. Hoy que conmemoramos su muerte física (13 de enero de 1959), nos llega el aroma imperecedero de las rosas rojas que nos legó.

 

 

Salud Compañeros de la América.

 

En los supremos instantes de júbilo y alegría que hemos convivido con los valientes muchachos que componen las tres delegaciones de Uruguay, Argentina y Brasil, nos ha asaltado el grato recuerdo de la noble juventud de la Escuela Superior de Comercio de esa culta ciudad, y es por eso que aprovechamos la benevolencia de nuestros compañeros Oscar Cosco Moltaldo y Alfredo Nebel Palomeque, que les hacemos portadores ante vosotros, de este pequeño pergamino que contiene la más grande admiración y afecto que los estudiantes de comercio de esta capital les tributamos, como prueba de acercamiento y hermandad, ellos también, sobra deciros que la muchachada del Instituto Nacional de Comercio, comprenden la voluntad sincera del noble pueblo de Rodó hacia el nuestro.

LAZOS COMUNES NOS UNEN: Por raza, por cultura, por ideal y por doctrina estamos unidos, y es posible que, comprendiéndonos, en todos nuestros actos marchemos juntos para conseguir el ideal grande y noble: el engrandecimiento y unión espiritual de los pueblos de Latino América; es posible que prosigamos en nuestro empeño de conseguir la fundación de la patria única a la que se cobijen todos nuestros pueblos, y para esto, anticipémonos procurando el comprendimiento entre ellos. Iniciemos, cuanto más antes, el intercambio universitario, el de comunicación, etc., para que todas las aspiraciones que mantiene la juventud de nuestro continente, se haga una realidad.

También nuestros vibran, los toques del clarín del noble pueblo de México, que cual Leonidas en la Termopilas, se yergue impávido desafiando y cerrando el paso al imperialismo yankee que avanza presuroso contra nuestra América.

LUCHEMOS JUNTOS: Son idénticos los problemas que nos toca resolver; son casi unas las tareas que tenemos en nuestra sociedad, en nuestras universidades y en nuestra economía; iniciemos, pues entonces la campaña contra los opresores del proletariado, sacándole a este de su miseria, fundándole escuelas para que se instruya; procuremos la reforma de nuestras casas de estudios; estudiemos la economía de nuestros países y comuniquémonos los secretos de salvación, nacionalizando las industrias y haciendo efectivo el intercambio libre del comercio.

DEFENDAMONOS: Trabajemos, porque sea una realidad la unión de los pueblos latinos de América, y pongamos fuerte vallas al avance del dólar que por intermedio de sus agentes del Wall Street nos amenaza. Procuremos que tome cuerpo el boicot al comercio e industrias yankees, declarando traidores a los gobiernos que no consientan en ello. Destruyamos la fórmula de la “Doctrina Monroe” que es el biombo tras el cual se oculta norte América para invadir pueblos, y pongamos en su lugar el lema: “Latino América, para los latinoamericanos.”

 

Camaradas, hasta muy pronto.

Viva la lucha Latino Americana

La Paz, a 27 de abril de 1927.

 

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González R., Donato, “Algo sobre el problema agrario del Perú”, Revista Claridad No. 285, Buenos Aires, enero 1935.

 

Algo sobre el Problema Agrario del Perú.

 

INDUDABLEMENTE la base más sólida para la vida económica de un pueblo es la agricultura. Pueblos han habido de gran auge económico y de adelantada prosperidad cultural, cuya economía se alimentaba en su comercio e industrias manufactureras o extractivas, pero que al devenir del tiempo han decaído, ya por la competencia o agotamiento de sus fuentes de riqueza, por ser éstas de carácter relativo. Mientras otros contemporáneos que dedicaron su actividad a la explotación de sus campos, si bien no alcanzaron el grado de rápido desarrollo de los primeros, subsisten y conservan casi intacta sino más aumentada su población y en el futuro les espera una suerte mejor.

Entre los pueblos por excelencia agrícolas están los de América, cuya base económica primitiva fue la agricultura, y que seguirá siendo si se le estimula y se le procura la atención necesaria, organizando su producción sobre principios colectivistas, científicamente adaptados a la característica del lugar como a su grado de desarrollo cultural y económico.

Al Perú, pueblo esencialmente agricultor, cuya tradición es admirada por el investigador economista o sociólogo, de economía semí-feudal y con una población laboriosa y sobria pero escasa comparativamente a su extensión territorial, también le está destinado un mejor porvenir.

La conquista española, lejos de fomentar el desarrollo de su agricultura trajo su decadencia con su procedimiento de excesivo tributarismo y el despojo de la tierra al nativo. Arrancó violentamente al indio de la faena agrícola para someterlo al trabajo de las minas en condición de esclavo, cuando no lo redujo al nivel de simple bestia en el desarrollo de sus feudos, disminuyendo por este tratamiento inhumano en un cincuenta por ciento hasta la Independencia.

La República tampoco trajo ningún adelanto para la agricultura. La tierra continuó como continúa en poder del usurpador. No se dictó ninguna medida para devolverla a su primitivo poseedor, por el contrario, hasta estos días se ha continuado despojándosele cuando no violentamente con artimañas que en el transcurso del tiempo han creado un "derecho", de acuerdo al régimen de propiedad privada actual. La población indígena tampoco ha aumentado, y sus medios de vida son tan miserables como hace un siglo. Esta situación seguirá de mal en peor, mientras la tierra permanezca en manos de quienes no la trabajan directamente.

La interpretación económica de la historia es demasiado elocuente y de una lógica irrebatible. Nos enseña que las fuentes de producción prosperan y son más útiles a la sociedad cuando están destinadas directamente a su beneficio. El acaparamiento por una de las partes resta el bienestar de la otra, mayormente si aquélla es numéricamente inferior que la segunda.

El trabajo del esclavo no tiene el rendimiento positivo socialmente considerado que el del hombre emancipado. De la misma manera, las fuentes de riqueza trabajadas por manos esclavas no dan el máximo rendimiento que de ellas se podría obtener si estuvieran en poder de quienes alimentan la perspectiva de sacar una mayor utilidad en su beneficio.

Estas consideraciones bien pueden servir de pauta para enfocar el problema agrario del Perú, y considerar la situación de su agricultura retrasada y víctima de la crisis actual. Los acaparadores de la tierra, o latifundistas peruanos (como los del resto de la América), viven satisfechos y cómodamente, en la capital o en las otras ciudades atenidos a la escasa renta que les producen "sus tierras" con el sudor de los colonos que trabajan de seis a seis del día a ración de hambre, sin otra esperanza que morir acosados por una epidemia o por el efecto del alcohol, dejando como única herencia a sus hijos el raquitismo o alguna deuda contraída y que deben pagarla a su señor.

Invariablemente el 1atifundista peruano es abogado o por lo menos tinterillo, médico, cura o general, que por regla sin excepción debe ocuparse en política. Este quinteto es el que por más de un siglo viene dirigiendo la política y la economía del Perú. Nada puede esperarse de ellos. Mucho menos puede alimentarse la esperanza de una reforma agraria y por ende de la prosperidad de la agricultura.

Toca, pues, luchar directamente por su adquisición a quien le corresponde la tierra, y solo así la agricultura podrá prosperar y constituirse en base sólida y positiva de la economía del Perú. Y no serán las promesas reformistas de tinte liberal las que mejoren la situación de crisis actual de 1a agricultura ni de ninguna otra fuente de producción. Tampoco serán los partidos reformistas de cuño pequeño-burgués que con su demagogia revolucionaria tratan de hacer creer a las masas obreras y campesinas que sólo ellos salvarán al Perú.

 

Donato González R. Tacna, diciembre de 1934.

 

Fuente: Del Archivo Familiar, proporcionado por Ondina González Bolaños


lunes, 4 de febrero de 2019

EL INCREMENTO IRRACIONAL DE LOS ALQUILERES Y LA RENTA DEL SUELO




viernes, 1 de febrero de 2019



 “Una parte de la sociedad exige aquí de la otra un tributo por el derecho a poder habitar la tierra”. El Capital. Karl Marx.


Recientemente recibí un mensaje en mi blog que decía lo siguiente: “Mal ejemplo el de los edificios porque la inmobiliaria de las ciudades tiene que ver mucho con un monopolio: el suelo. ¿Cómo se determina el precio del suelo? Pues no por la ley del valor”. En muchos círculos marxistas predomina la idea de que el suelo urbano al que no se le ha añadido trabajo queda fuera de los marcos de la teoría del valor de Marx. Pero según Marx entre el valor y el precio puede haber diferencias cuantitativas y diferencias cualitativas. La diferencia cualitativa se plantea cuando una cosa que no tiene valor puede tener un precio. La pregunta sería ahora: ¿Los precios forman parte de la teoría del valor de Marx? La respuesta obligatoriamente tiene que ser sí. Y la siguiente pregunta sería entonces: ¿cuando algo no tiene valor pero tiene un precio forma parte de la teoría del valor de Marx? Respondo igualmente que sí. Esto es como si alguien afirmara que el conjunto vacío, el conjunto sin ningún elemento, no formara parte de la teoría de conjuntos. Además todo esto es más complejo de lo que aparenta. Demostraré más adelante que el suelo al que no se le ha añadido trabajo, en especial el que pertenece a cascos urbanos, forma parte también de la teoría del valor de Marx y que adquiere en ese ámbito una explicación muy bien fundamentada.

El problema social

Actualmente hay un gran movimiento social en las grandes ciudades en contra del incremento de los alquileres. Desde que hablamos de alquileres debemos pensar que una parte de los alquileres es renta del suelo. Después detallaré todas las partes del valor de las que se compone el alquiler. Sabemos que la crisis económica de 2008 fue en parte debida al boom inmobiliario, que muchas personas perdieron su casa y fueron a parar a manos de los bancos, y de los bancos han pasado a bajos precios a manos de los fondos de inversión. Y a esto se ha sumado la presión al alza que ha producido el aumento del turismo sobre el precio de las viviendas de las ciudades y, por consiguiente, también del alquiler. Se produce así dos consecuencias nefastas para la estabilidad económica y social de una nación moderna: por un lado, encarecen la vida del trabajador y trabajadora medios, y por otro lado, expulsan a una parte de la población de los grandes centros urbanos, que es donde más cultura y desarrollo social hay concentrado.

Renta de situación

En la sección de El Capital titulada Renta de solares. Renta de minas. Precio de la tierra, Marx dice lo siguiente: “Donde quiera que las fuerzas naturales son monopolizables y aseguran al industrial que las emplea una ganancia extraordinaria, ya sea un salto de agua,…o un solar bien situado, la persona que por su título sobre una parte del planeta tiene el sello de propietarios de estos objetos naturales sustrae al capital en funciones esta plusganancia en forma de renta”. Es obvio lo que aquí plantea Marx. Se trata de explicar el precio un trozo de suelo donde no se ha incorporado trabajo. Se trata de que ese suelo esté bien situado. Y en una ciudad todos los solares, unos más y otros menos, están bien situados. Ya sea porque se construya un gran centro comercial, una carretera principal  o  viviendas. Automáticamente los solares relativamente próximos ven incrementado sus precios. La clave es ver que una buena parte de estos precios es renta del suelo. Y la pregunta es de dónde proviene esta renta. Y Marx lo deja claro: es una parte de las ganancias que el industrial, comerciante o constructor produce. Y estas ganancias de acuerdo con la teoría económica de Marx es plusvalor. Lo importante aquí es que la renta del suelo tiene como causa básica la buena situación del solar, por lo que no es incorrecto hablar aquí de renta de situación. El concepto de renta de situación no es un concepto acuñado por Marx, pero es obvio que puede formularse a partir de las ideas del propio Marx. ¿Qué entenderemos entonces por renta de situación? Como aquella renta que se produce por la buena situación económica de un solar dentro de una totalidad urbanizada. Este concepto forma parte de la economía convencional, y como ya he dicho en otras ocasiones la economía marxista no niega la economía convencional sino que la integra.  En los tratados de economía convencional se define la renta de situación como la renta diferencial derivada de la particular localización de un activo. Los conceptos se necesitan unos a otros. De manera que este concepto necesita de otro: por ejemplo, del concepto de capitalización del suelo.

Capitalización del suelo y valor transferido

En el capítulo antes referido, Marx afirma lo siguiente: “La renta urbana aumenta necesariamente, no solo con el crecimiento de la población y, con ello, la necesidad creciente de vivienda, sino también con el desarrollo del capital fijo que se incorpora a la tierra o echa raíces en ella o descansa sobre ella, como ocurre con todos los edificios industriales, ferrocarriles, almacenes, edificios fabriles, muelles etc.”. Me interesa aquí el concepto de capital fijo que se incorpora a la tierra. Pensemos en cualquier solar de Madrid. No se ha incorporado a este solar ningún trabajo y aparentemente no tiene valor. Pero ese solar forma parte de una totalidad urbanizada. En esa totalidad hay carreteras, zonas peatonales, alumbrado, alcantarillado y más infraestructuras. Pero también hay museos, centros comerciales, esculturas, fuentes y un enorme patrimonio histórico artístico fruto del trabajo de muchas generaciones. Se produce aquí lo que se produce en los vasos comunicantes: el agua que se echa en un vaso llega a todos los vasos que están comunicados con el primero. Lo mismo sucede en ese solar aparentemente sin valor. Al formar parte de una totalidad donde se ha acumulado una enorme riqueza de fuerzas productivas y relaciones sociales, se produce una transferencia de valor de la totalidad urbanizada al solar en cuestión. Así que el solar aislado donde es cierto que no tiene incorporado trabajo, sin embargo, sí tiene valor. La única cuestión aquí a aclarar es que ese valor no lo tiene en sí pero si lo obtiene por transferencia del valor del capital fijo del total urbanizado al que pertenece dicho solar. El concepto de valor transferido no es un concepto de Marx sino un concepto de cosecha propia, aunque para mí es evidente que es un concepto que cuadra plenamente con la teoría del valor de Marx.

El crecimiento irracional de los alquileres

El crecimiento de la demanda provoca un incremento del precio de las viviendas y, por consiguiente, un incremento de los alquileres. El alquiler vacacional, su extensión a viviendas que antes no se alquilaban a los turistas, ha provocado un incremento de los alquileres que hace imposible que los trabajadores y trabajadoras que perciben el salario mínimo puedan alquilar una vivienda sin que vean mermadas considerablemente su nivel de vida. El incremento desproporcionado de los alquileres provoca que los trabajadores y trabajadoras sean expulsados de los centros de la ciudad y sean desplazados a la periferia, o los obligue al hacinamiento.

Aclaro primero el concepto de alquiler. El alquiler se compone en general de tres partes: una parte sirve para amortizar el precio de construcción de la vivienda, otra el interés y la última es renta del suelo. Aclaro ahora el concepto de oferta y demanda. Muchos marxistas creen que los conceptos de oferta y demanda son ajenos a la teoría del valor de Marx, pero esto no es cierto. En la sección titulada Formación de una cuota general de ganancia y transformación de los valores de las mercancías en precios de producción de El Capital, Marx nos hace la siguiente advertencia: “Mientras tratábamos únicamente de mercancías individuales, podíamos suponer que existía la necesidad de esta determinada mercancía –en cuyo precio se incluye ya su cantidad–, sin preocuparnos más del volumen de la necesidad que se ha de satisfacer. Más este volumen se convierte en un factor esencial tan pronto como aparece, de un lado, el producto de toda una rama de producción y, de otro, la necesidad social. Ahora es necesario tener en cuenta el volumen, es decir, la cantidad de esta necesidad social”. Es obvio que llamaremos demanda de un determinado bien, en términos marxistas, al volumen de la necesidad social que hay que satisfacer. 

Más adelante Marx define la oferta como “el volumen del tiempo de trabajo social empleado en la producción de determinados artículos (bienes o servicios)”. Lo que a este respecto nos advierte Marx es lo siguiente: “No existe ningún nexo necesario sino casual entre la cantidad  global del trabajo social invertida en un artículo social y el volumen en que la sociedad reclame satisfacción de la necesidad que este artículo concreto viene a cubrir”. De ahí que Marx planteé: “Solo donde la producción se halla bajo el control preestablecido de la sociedad crea ésta el nexo necesario entre el volumen del tiempo de trabajo social empleado en la producción de determinados artículos y el volumen de la necesidad social que se ha de satisfacer mediante esos artículos”. Expresado de forma moderada esta concepción de Marx significa que los mercados tienen que ser regulados. Al no haber un nexo necesario sino casual entre oferta y demanda, el Estado debe intervenir los mercados, y más especialmente el mercado de la vivienda. Esta necesidad está presente en el capitalismo. Otra cosa es el grado en que esta necesidad se hace patente en los gobiernos y el grado en que el mercado es regulado o intervenido.

Conclusión

Pensemos en una gran ciudad: Madrid. Es un producto histórico de siglos y obra de muchas generaciones. Es una ciudad donde se han acumulados muchas fuerzas productivas: infraestructuras, industrias, comercios, restaurantes, edificios históricos, plazas, fuentes, esculturas, museos, teatros, cines, colegios, institutos, universidades, hospitales, fuerzas de seguridad, fuerzas de inteligencia… Pero además en esa gran ciudad se han acumulado y consolidado muchas relaciones sociales que hacen posible que todo funcione. Quien tenga en propiedad un piso, un local comercial o un solar en esa ciudad, se apropia bajo la forma de renta de situación de todo ese producto social. Les recuerdo cómo definía la economía convencional la renta de situación: la renta diferencial derivada de la particular localización de un activo. La peculiaridad del pensamiento de la economía convencional es que presenta como relación entre cosas –un solar bien situado en relación con la ciudad en la que existe –lo que es una relación social. La pregunta que hay que formularse es la siguiente: ¿Quién es el legítimo propietario de esa renta diferencial? Sin duda la ciudad en la figura del ayuntamiento donde ese piso, local comercial o solar está situado. Cuando hablamos de renta de situación, lo que hay de valor económico en “la situación” lo conforma el todo urbanizado, la ciudad en su conjunto, mientras que la parte, el local comercial, la vivienda o el solar carece de valor en sí. Lo perverso del sistema capitalista es que permite a los particulares explotar en beneficio privado el progreso del desarrollo social y, en palabras de Marx, desahuciar a los trabajadores y a las trabajadoras de la tierra como morada.



miércoles, 13 de julio de 2016

TIERRAS COMUNALES, UNA APUESTA POR EL FUTURO


Las vidas de cerca de 2 mil 500 millones de personas dependen de tierras indígenas y comunitarias, las cuales suponen más del 50% de la tierra del planeta; sin embargo, legalmente solo son dueñas del 10%. Los 5 mil millones de hectáreas restantes están desprotegidas y son vulnerables al acaparamiento de tierras por parte de entidades más poderosas, donde en muchos casos los Gobiernos son utilizados por empresas transnacionales para despojar de sus tierras a pobladores originarios. 

En el caso peruano, esta realidad no es ajena; al contrario, calza perfectamente. En el reciente informe 2016 sobre el estado de las comunidades indígenas, elaborado por el Colectivo Territorios Seguros para las Comunidades del Perú, se revelan cifras que llaman la atención. Empecemos mencionando que las comunidades en el Perú son la forma de organización de los pueblos indígenas, de ahí que tengamos comunidades campesinas en la costa y sierra, y comunidades nativas en la selva, su formación a lo largo de la historia ha sido compleja, ahora no nos referiremos a ella.

Lo cierto es que hoy, las comunidades gozan de autonomía organizativa según el artículo 89 de la Constitución; es decir, son o en todo caso deberían ser las comunidades un nivel de autogobierno territorial ademas de los existente niveles de gobierno nacional, regional y local. Sin embargo, las comunidades indígenas han estado relegadas y excluidas en la construcción de Estado republicano, al punto que actualmente el Estado no sabe con exactitud cuántas son, dónde están, quiénes las componen o cuáles son sus necesidades.

Según el informe, en el Perú contamos con 10 mil 529 comunidades, divididas en 6 mil 120 comunidades campesinas de la sierra y costa, 2 mil 400 comunidades ribereñas de la Amazonia (poco estudiadas hasta el momento) y 2 mil 9 comunidades nativas. Todas juntas poseen el 49,1% del total de la superficie territorial del Perú; si a esta cifra le agregamos el 5% de Reservas Territoriales, hoy llamadas Reservas Indígenas para pueblos en aislamiento voluntario y contacto inicial, llegaríamos al 54,1% del territorio nacional; es decir, más de la mitad de las tierras del territorio peruano están en manos de comunidades sin mencionar otras modalidades de gestión comunitaria del agua, los bosques y demás bienes comunes de la sociedad.

De ese número total de comunidades solo están reconocidas y tituladas 6 mil 506, aún faltan por titular alrededor de 4 mil 23 comunidades campesinas y nativas (40% del total); pero además, según datos de COFOPRI, solo el 6,7% de las comunidades nativas y el 38,5% de las comunidades campesinas cuentan con una georreferenciación oficial de sus linderos; la gran mayoría de los planos que acompañan los expedientes de titulación están desfasados, lo que dificulta su localización geográfica exacta, ésta a su vez agravada por la creciente superposición de concesiones que el Estado otorga en los territorios de comunidades.

En resumidas cuentas, existe una gran inseguridad sobre las tierras comunales, donde el papel del Estado ha sido y es cuestionable en los últimos cuarenta años de gobiernos sucesivos. Esta situación tiene que ver con una estrategia consciente desde los gobiernos para debilitar este régimen de propiedad comunal, puesto que existe una ambición por las tierras comunales, ya sean para la actividades extractivas (minería, hidrocarburos, monocultivos, etc.) de infraestructura pública o privada; o recientemente de especulación inmobiliaria; lo que se viene reflejando en la aprobación de normas legales que debilitan el marco de protección de derechos de las tierras comunales de los pueblos indígenas.

Por ejemplo en el caso de la región de Puno, se registran mil 316 comunidades campesinas; es la región que posee más comunidades, actualmente están tituladas mil 57, donde aún restan por titular 259. Estos datos hay que corroborarlos en el campo, puesto que hay errores el registro de comunidades, la información es confusa o en algunos casos los cambios que se están generando por diferente problemática dentro de las comunidades, rapídamente desfasan la información obtenida. Lo cierto es que no hay datos oficiales al día de hoy, ni un catastro rural que permita visibilizar sus tierras, puesto que la mayoría de sus límites y linderos no están correctamente georreferenciados, la superposición de concesiones agrava el caos, convirtiendo la realidad territorial en un "río revuelto ganancia de pescadores" no solo en la región de Puno, sino en todo el país. 

En estos últimos 40 años, pese a poseer más del 50% del territorio con al menos el 30% de la población total, las comunidades campesinas y nativas increíblemente no han tenido políticas públicas que las pongan como eje para el desarrollo sostenible del país. Las comunidades siguen dando un gran aporte al país, gracias precisamente a sus formas de gestión comunal; no olvidemos que más del 70% de alimentos que consumimos en las ciudades provienen en gran parte de ellas, sin embargo nos hemos olvidado que de alguna u otra forma provenimos de nuestros pueblos indígenas y originarios, organizados hoy en más de diez mil comunidades campesinas y nativas, los verdaderos poseedores de la riqueza y diversidad que tanto nos enorgullece.

Luis Hallazi es abogado y politólogo, investigador en derechos humanos
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=214446
 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

COLOMBIA: DANE PRESENTA PRIMEROS RESULTADOS DEL CENSO AGROPECUARIO

Propiedad de la tierra
Después de 45 años de espera, la nación suramericana obtiene datos no tan positivos sobre la situación del sector agrario en todo el territorio.

El Censo Nacional Agropecuario (CNA) es un registro que cubre las zonas rurales de todos los municipios existentes en Colombia, a fin de obtener los datos sobre el sector campesino de la nación, con miras a realizar mejoras que puedan potenciar el desarrollo rural.

Este es el primer censo que se realiza en el país suramericano después de 45 años, y según las autoridades del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) ha sido el más incluyente de la historia, debido a que los 25 mil censistas cubrieron el 98,9 por ciento de los mil 101 municipios existentes en la nación.

El registro arrojó como resultados preliminares, que solo el 6,3 por ciento del área rural de Colombia (7,1 millones de hectáreas), es usada para cultivos agrícolas, mientras que el 93,7 por ciento restante es utilizada para otras actividades como la ganadería; lo que hace evidente la necesidad de aumentar drásticamente la extensión de las tierras cultivadas, para poder producir más comida y de más calidad, en beneficio de este sector que registra una alta tasa de pobreza (44,7 por ciento).

Asimismo, el censo deja ver una injusta distribución de la propiedad rural, debido a que el 0,4 por ciento de los propietarios poseen el 46 por ciento de las tierras, divididas en terrenos de hasta 500 hectáreas. En tanto, otro 70 por ciento de los propietarios solo tienen cinco por ciento del total de la zona rural colombiana, con predios de máximo cinco hectáreas.

La estadística señala además que el 83 por ciento de los productores del campo manifestaron no haber utilizado maquinarias en sus labores y un 89 por ciento no ha solicitado créditos bancarios, ni ha accedido a asesoría o asistencia técnica.

Los resultados revelados por el DANE son un primer avance del censo, pues a finales de año estarán disponibles los microdatos que permitirán llegar a más detalles y conclusiones sobre el campo.

Injusta distribución de tierras

Los resultados de este censo confirman la existencia de una “injusta distribución de tierras” en Colombia, que ha sido debatida durante los Diálogos de Paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo (FARC-EP), como una de las bases del conflicto armado y social.

El sociólogo y periodista colombiano, Alfredo Molano, en entrevista exclusiva a TELESUR, asegura que este sondeo se hizo necesario ante el desconocimiento por parte del Gobierno de Colombia de la cantidad de tierras que estaban a nombre de la nación cuando se firmó el Fondo Nacional de Tierras, en el marco del proceso de paz en La Habana, Cuba.

Según el especialista, estos datos son muy “importantes, para decidir el tamaño de ese fondo, porque son las tierras que se pondrían a disposición de los campesinos una vez se haya firmado el acuerdo”.

Molano añade que luego de que se conozcan los resultados concretos de la estadística, el Gobierno debe realizar el catastro, y en este proceso “podría haber todo tipo de problemas, porque probablemente se desocupen a algunos colonos y campesinos” que trabajan en las tierras sin títulos de propiedad.

El periodista indica que la constitución de Colombia establece que los colonos o campesinos están en pleno derecho de ocupar y trabajar las tierras, sin tener títulos de propiedad.

En cuanto a las minas antipersonas sembradas en diferentes partes del territorio nacional, el sociólogo descarta que éste sea uno de los factores que influya en el poco aprovechamiento de las tierras para la agricultura, debido a que los colombianos no tienen conocimiento de donde están sembrados los explosivos.

Resalta que “el hecho más protuberante es que la gran mayoría de tierras es utilizada por los ganaderos, y estas tierras también podrían utilizarse para cultivar alimentos”.

Algunos analistas aseguran que otra posible causa de la injusta distribución, es que hay quienes fragmentan las parcelas productivas a medida que crecen las familias, y los hijos se reparten las tierras, sin embargo, otros insisten en que las políticas de diferentes gobiernos a lo largo de los años, han beneficiado a los grandes terratenientes.

Alfredo Molano recordó que la lucha por las tierras inició en la década de 1920, cuando la expansión cafetera hizo que las tierras subieran de precio y los campesinos decidieron sembrar este rubro por su cuenta, en lugar de seguir trabajando como peones de grandes hacendados.

El país debe buscar cómo producir más carne y leche con menos tierra, dedicarle más área a la agricultura, y producir mucho más por hectárea en cada cultivo.
Foto: DANE
TOMADO DE TELESUR
de: Clara Niño <musicolombiana@hotmail.com>
para: (…)
fecha: 19 de agosto de 2015, 17:21
asunto: FW: PROPIEDAD DE LA TIERRA
enviado por: hotmail.com

Colectivo Perú Integral
2 de septiembre de 2015

lunes, 30 de marzo de 2015

EL PROBLEMA DE LA TIERRA Y LAS COMUNIDADES CAMPESINAS




Conforme a los datos estadísticos del censo nacional último sobre el número de Comunidades Campesinas que existen en el Perú, arroja la cantidad de cinco mil seiscientos ochenta Comunidades Campesinas (5,680) en todo el territorio nacional. Es una cantidad muy grande como para no ser tenido en cuenta en  el devenir del futuro económico, político social del Perú moderno. Este solo dato es más que suficiente, y obliga a todo peruano consciente, para realizar dentro de ella, toda una política renovadora de organización de esas fuerzas como meta de un futuro próximo de un Perú Nuevo en el mundo nuevo. Solo entonces, la cantidad se traducirá en calidad.
  
  Para el veedor superficial de esta realidad, será hasta sorprendente y se preguntaran como es qué hasta ahora existen la cantidad de comunidades campesinas (antes Comunidades Indígenas, hasta el golpe militar al Estado-Velasco Alvarado-1968) como sobrevivientes de aquella institución ancestral del Perú antiguo: el Ayllu. A pesar del virreinato y la colonia del dominio español, que en tres  siglos de dominación despótica redujo a la población indígena peruana, mediante el trabajo esclavizado en los obrajes y mitas, a la tercera parte, de 12 millones que eran cuando llegaron los españoles, el Ayllu, de organismo vivo, dinámico, progresivo cuando el Tawantinsuyo, paso a ser con el dominio colonial español, y continuado con la República democrática de la independencia, a ser tan solo un convidado de piedra en el escenario económico,político- social,  lo que es hoy las comunidades campesinas. Esta es la cruda realidad de sobrevivencia de las comunidades campesinas en el Perú de hoy, malgrado en algunos lugares donde a su pobreza y extrema pobreza se  le viste a su miseria material como espiritual con el velo exótico de una modernidad que no la tiene.

  En cuanto a la tenencia de tierras, solo el 39.8% de uso de tierras corresponde a las 5,680 Comunidades Campesinas. Ahora, saque usted su cuenta amigo comunero y respóndase. Del total de los 39.8 % de tierras, ¿Cuánto le corresponde a su comunidad en particular? La cantidad será irrisoria, y que es la base de la existencia del pequeño parcelero comunero; entonces, estamos ya casi en la puerta de entrada para explicarnos del porqué de la migración del campo a la ciudad, y de los demás aspectos que la vienen acompañando a lo largo de estos casi doscientos años de vida republicana. 

Héctor Félix D.

27.03.2015