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jueves, 19 de junio de 2025

ESTUDIAR LA EVOLUCION DEL PENSAMIENTO DE MARIATEGUI

 

(18 de junio de 2025)

 

Por Miguel Aragón

 

Buen día amigos. 

 

Si ustedes tienen el primer libro de Mariátegui La Escena Contemporánea" (LEC) (publicado el 25 de noviembre de 1925), les recomiendo lo siguiente:

Volver a leer el tercer capítulo Hechos e ideas de la revolución rusa, colocando en primer lugar el artículo Lenin, escrito por JCM el 23 de setiembre de 1923.

Ese artículo no está incluido en las primeras ediciones del libro LEC

Alternativa A - Si ustedes tienen la edición publicada por la USP-JCM el año 2015, encontrarán el artículo Lenin como Anexo en la página 197, con el título Conductor de muchedumbre y de pueblos

Alternativa B.- Si ustedes tienen las ediciones, en formato pequeño, publicadas como parte de la Colección Obras Completas de JCM, observarán que ese artículo no está incluido.

En este caso, pueden solicitar una copia del citado artículo, que la hemos estado difundiendo en el Foro 25 de noviembre, como parte de nuestra investigación del libro La Escena Contemporánea

Alternativa C.- En este año 2025, motivados por el Centenario del libro, se están publicando varias ediciones nuevas y también se están organizando conferencias, seminarios, debates. Lo cual me parece muy saludable y positivo.

Les recomiendo que revisen si en las nuevas ediciones se ha incluido el artículo Lenin, y si en las conferencias se ha mencionado el citado artículo.

 

II

En un anterior comentario, que divulgué en varios foros virtuales, anoté que el pensamiento de Mariátegui fue un pensamiento en constante evolución.

El objetivo de mi Motivos Polémicos iniciado hoy día 18 de junio, justamente es revisar como fue evolucionando el pensamiento de Mariátegui sobre esos temas tan polémicos. Lo que yo he transcrito no lo considero escrito sobre piedra.

¿Mariátegui se reafirmó en esas afirmaciones, o tal vez se rectificó tiempo después?  ¿Mariátegui se equivocó en algunas afirmaciones, o todo fue 100% perfecto?

Entiendo que algunos estudiosos que no aceptan la tesis de la dictadura del proletariado, se sientan algo incómodos con la afirmación de Mariátegui 

De igual manera, entiendo que otro grupo de estudiosos no compartan la afirmación que Lenin fue un político, no es un teórico.

Lo que no me parece aceptable, es que se pretenda eludir el estudio y debate de este artículo.

Es más, soy de la idea que el mes de diciembre de este año, después del Centenario de la publicación del libro, organicemos un Referendo   abierto entre todos los estudiosos de Mariátegui, y decidamos si el articulo Lenin debe o no debe incluirse en próximas ediciones del libro LEC.

Esa me parece que sería la decisión más democrática y más acertada.

Se entiende que con este estudio en amplitud y profundidad, aportaremos a dilucidar y superar el debate superficial, si Mariátegui fue "marxista heterodoxo", "marxista ortodoxo", "comunista", "socialista", "marxista-leninista", "marxista", propuso "revolución antimperialista", "revolución democrática", "revolución socialista", etc, etc.

El debate está abierto para los que opinan, no para los que callan.

Solicito difundan estas propuestas entre otros foros y amistades interesados en el tema, mientras más opiniones, tanto mejor.

miércoles, 11 de junio de 2025

CONSULTA SOBRE ALBERTO FLORES GALINDO, Y CRONOLOGIA DE JCM

 


(11 de junio de 2025)

Buen día Vicente.

 

Muy interesante el artículo El escritor y el mundo de Yuri Gómez, sobre el historiador Alberto Flores Galindo.

Una consulta, tienes información en que fecha fue escrito el artículo de Gómez

Hace poco leí que el materialismo histórico es más histórico que materialismo. Sin caer en las desviaciones idealistas, esa opinión me parece muy aceptable.

Así como la naturaleza y la sociedad se encuentran en constante movimiento, cambio, transformación y desarrollo, el pensamiento de las personas también se encuentra en cambio constante.

Por eso considero muy importante conocer en que fecha se escribieron los artículos.

 

II

En los inicios de mis lecturas socialistas, a fines de la década de 1960, encontré esa ventaja en los cuatro tomos de las Obras Escogidas de Mao Zedong(1926-1949), todos sus artículos estaban precedidos por la fecha de redacción.

 Ese dato es muy importante, porque la táctica de los comunistas chinos fue evolucionando a medida que evolucionaba la correlación de fuerzas entre las clases en lucha.

 Por ejemplo la táctica empleada entre 1936 y 1945, fue diferente a la empleada antes de 1936 y después de 1945 , pero en nuestro país, hubo tendencias copistas que pretendieron copiar la acertada  táctica del frente antijapones y considerarla válida para toda la revolución en  China, e incluso válida para la revolución en Perú. Algo completamente absurdo

Por el contrario, en el estudio de la Colección Obras Completas de Mariátegui, me encontré que no figura la fecha de sus artículos, lo cual es una desventaja.

Mariátegui vivió y escribió en un periodo de la historia muy cambiante, y a la vez el pensamiento de Mariátegui estuvo en constante evolución.

Leyendo el libro 7 ensayos se encuentra su primera declaración como marxista convicto y confeso ¿cuándo realizó esa declaración y deslinde tan importante? La mayoría de estudiosos no lo sabe.

Esa declaración es muy importante, porque en ese tiempo en el movimiento socialista europeo se debatía sobre marxismo ortodoxo y marxismo heterodoxo.

Por su parte, Mariátegui, con total convicción y firmeza deslindó con las dos desviaciones 

Sin embargo, en el presente, a 100 años, de su definida y precisa declaración, hay quienes afirman que Mariátegui fue marxista ortodoxo, y otros afirman que Mariátegui fue, marxista heterodoxo, ¿Quién los entiende? .

 

III

Para conocer la secuencia y orden cronológico de los artículos de Mariátegui, felizmente contamos con el monumental trabajo de Guillermo Rouillon, su libro Biobibliografía de Mariátegui, cuya primera edición, me parece la publicó el año 1953,  y la segunda el año 1963.

Yo estudié a fondo la Biobibliografía ente los años 1972 y 1973. A partir de entonces leo a Mariátegui según la cronología en que escribió sus artículos. En esa pesquisa he encontrado algunos errores en los comentarios de varios estudiosos de las obras de Mariátegui. Pero este es otro tema, que daría para varias páginas más.

 

Miguel Aragón

 

 

EL ESCRITOR Y EL MUNDO

Una nota sobre Tito Flores Galindo

 

Yuri Gómez

Docente investigador en la Universidad de Ciencias y Artes de América Latina.

 

Durante la posguerra, el marxismo desbordó la cultura del movimiento revolucionario. Todo desembocaba de una u otra manera en ésta, al punto que en las ciencias sociales y las humanidades se convirtió en el paradigma predominante. El precio de su conversión en doctrina fue encallar en un cientificismo próximo a una visión cuasi teleológica. La Unión Soviética había signado el horizonte de esa época, como el referente de la marcha insoslayable de la historia universal hacia el denominado socialismo realmente existente. Pero en todo escenario social este tipo de fuerzas coexiste con otras en resistencia.

Ese sería el caso de Alberto Flores Galindo (1949-1990), quien cultivó el marxismo entendiéndolo como una herramienta teórica y práctica para interpretar y transformar en todas sus dimensiones una formación social concreta. La suya fue una comprensión más próxima a un método que se recrea de modo constante en su aplicación al servicio de la lucha social de los heterogéneos sujetos populares.

En esa instancia, Flores Galindo piensa políticamente las cosas que escribe, porque reconoce en la teoría, como sugirió alguna vez el cubano Martínez Heredia, [1] un quehacer determinado por los objetivos prácticos de una coyuntura, de donde tiene que resurgir muchas veces recurriendo a lecturas ajenas a su propio canon. Eso sí, nunca como una reivindicación de cierto localismo o componente nacional, sino desde el reconocimiento de una teoría que parte de una condición más amplia a la cual vuelve reformulada desde experiencias puntuales. En el Perú de la segunda mitad del siglo XX, el interés de Flores Galindo por la historia implicó su necesaria revisión crítica y creativa: una sutura del pasado y el futuro que brinde solución a problemas de largo aliento, manifiestos hasta nuestro presente.

En su producción, ninguna manifestación humana pasó desapercibida, ni los sueños. De lo material al imaginario, sin olvidar lo concerniente al pensamiento, todo bajo una concepción unitaria, nunca de manera dispersa.

En rigor con lo anterior, el movimiento de su reflexión no parte de la academia o de una disciplina en particular, sino desde la política. La dedicación a la historia se convirtió poco a poco en un modo de intervención teórica, en un instrumento de imaginación creadora para la posibilidad de un proyecto socialista. Frente a la búsqueda de un equilibrio entre la universidad y la filiación de izquierda, vale la pena volver sobre su afinidad con el mundo impreso. A pesar de su prolífica colaboración en prensa y publicaciones de divulgación, mucha de su producción surgió de la polémica. De hecho, muchos de sus textos, incluso algunos libros, nacieron a partir de o para aquella. En reiteradas ocasiones se ha señalado que los principales interlocutores de su producción escrita fueron personas cercanas, con quienes compartía el espacio académico o la lucha política. Quizás, la palabra idónea sea amigos, en tanto el intercambio de ideas tejió lazos de compañerismo.[2] No solo eso, varios de los medios impresos que lo cobijaron tuvieron una orientación o simpatía con la izquierda, así como una adscripción por fuera del claustro universitario. Nada de esto implica una ruptura radical entre esos dos mundos que en la práctica estaban superpuestos, empero si, una tensión constante con la política.

En consecuencia, la convicción por la escritura y la publicación debería interpretarse como parte de una táctica, antes que un intento por ampliar su auditorio más allá del recinto universitario. En esa dirección, Flores Galindo comparte una preocupación común con otros marxistas de su época: la cultura impresa como un modo de introducir una lectura para la posibilidad de un socialismo latinoamericano. En otras palabras, una participación en el debate teórico-político con implicaciones prácticas en la organización y acción de la izquierda, en su caso, peruana.

En esas circunstancias tiene lugar su característica herejía: desde las izquierdas, pero siempre a contracorriente. Porque su marxismo heterodoxo se opuso a los abordajes estructuralistas y mecanicistas predominantes en esas décadas. En cambio, prestó atención a los sujetos sociales, la subjetividad y sus fueros internos. Este fue un rasgo presente desde muy temprano: en 1972, su tesis de bachiller sobre los obreros mineros de la Cerro de Pasco ya menciona una preocupación por las estructuras mentales,[3] que construirá un derrotero propio conforme avance con otras investigaciones.

De igual forma, el peso de la imaginación y lo cultural en su trabajo se vislumbra desde los primeros escritos sobre la nación,[4] así como en los dedicados a la sublevación de Túpac Amaru.[5] Textos esculpidos sobre papel, que datan de 1974, mientras cursaba su primer año de estudios en Francia. Antes de sucumbir al dogmatismo, Flores Galindo se apropió de una amplitud de corrientes, fuentes y tendencias teóricas, en diálogo con el legado de Marx. En un mismo movimiento, tomó una distancia crítica de la rigidez académica y la lealtad de su disciplina con las fuentes. En ese sentido, se impone la figura del escritor concebida por Sartre[6], de reacción libre y totalizadora contra la sociedad capitalista.

En esto último también guarda semejanza con otros marxistas de su época, quienes remaron contra su tiempo, en la perseverante faena de cambiarlo todo. Un acto revolucionario inagotable, en movimiento permanente, pero, por eso mismo, siempre fallido. De otra forma resulta incomprensible que Flores Galindo optara por la reescritura: el libro como algo igual de inacabado que la realidad a la cual uno pertenece. Una lucha no sólo contra la sociedad capitalista, sino también consigo mismo, enfrentando a la torre de marfil de la academia, al dogmatismo predominante en la izquierda, así como a la vida de clase media. Como el propio Sartre, un escritor donde la crítica y la autocrítica se encuentran.

Si buena parte de esto ha pasado atenuado al abordar a Flores Galindo se debe al papel que juega hoy en día la academia. Tras la caída del muro de Berlín, las ciencias sociales y las humanidades han doblegado al marxismo (¡hasta al propio Marx!). Su conversión en objeto de estudio tiene un costo distinto al dogmatismo de la posguerra, porque las cuestiones que abrió el marxismo han sido desplazadas por las preguntas que las disciplinas, muchas veces de forma independiente, realizan sobre aquel. Situar a Tito Flores en su espacio y tiempo pasa por reconstituir el nexo que parte de lo político hacia la elaboración histórica, y rara vez en la dirección inversa.

 

Fuente: https://www.revistaquehacer.pe/8/el-escritor-y-el-mundo



[1] Martínez Heredia, Fernando. (1967). “El ejercicio del pensar”. En: El Caimán Barbudo. N° 11 (enero): pp. 2-5 

[2] Véase, Ramírez, Lía. (2011). ¿Se hace urgente recrear el pensamiento utópico? Reflexión en torno al libro de Carlos Aguirre y Charles Walker. Alberto Flores Galindo Utopía, historia y revolución. En: El ejercicio del pensar Nº 13 (agosto): pp. 47-56 

[3] Véase, Cáceres, Eduardo. (1993). Introducción. En: Alberto Flores Galindo. Obras completas. Tomo I. pp.: XI- XXXVII. Lima: Sur. Casa de estudios del socialismo 

[4] Véase, Flores Galindo, Alberto. (1974). Una o varias naciones. En: La prensa (5 de setiembre de 1974) 

[5] Flores Galindo, Alberto. (1974). La nación como utopía: Túpac Amaru, 1780. Documento de trabajo. Lima: Universidad Católica 

[6] Sartre, Jean-Paul. (1957 [1948]). ¿Qué es la literatura?. Buenos Aires: Losada 

martes, 9 de noviembre de 2021

EL PARTIDO DE MARIÁTEGUI II: OCTUBRE

 


DOS CREADORES ABSOLUTOS

Lenin y Mariátegui

 

Octubre 1917 - 1928                                                              Octubre 2010 - 2021

 

Lenin y Mariátegui fueron dos creadores absolutos. Dos gigantes en el siglo XX.

 Hace miles de años, el padre de la estrategia Sun Tzu, aconsejaba: “Si no puedes derrotar a tu enemigo, únetele”. De ese modo, el paganismo romano derrotó al “monoteísmo” cristiano; y, siglos después, el socialismo pequeño burgués venció al socialismo proletario. Marx triunfó con Lenin; pero, Proudhon ganó la batalla después de la muerte de Lenin. La ilusión del equilibrio se impuso a la natural e inevitable contradicción. Proudhon, el doctrinaire, busca en la lucha de contrarios la síntesis; pero, la síntesis para él es el equilibrio.[1] Los “buenos” deseos de Proudhon prevalecen sobre el movimiento y la contradicción y el error se impone a la verdad objetiva. El equilibrio, como es notorio para toda persona medianamente informada, sólo puede ser relativo porque el movimiento (lucha) es absoluto.

 Después de Mariátegui, debajo de la epidermis proletaria, vive agazapado el punto de vista pequeño burgués que tiene en Proudhon uno de sus mejores representantes. Hasta hace algunos años había, en el movimiento socialista peruano, quienes “creían que su mundo subjetivo sustituía al objetivo” y fundaban su estrategia en la búsqueda del equilibrio socio-económico. La dialéctica subjetiva a lo Plejánov - Ravines prevalecía sobre la dialéctica objetiva a lo Lenin - Mariátegui.

Los revolucionarios son por naturaleza, inconformes, iconoclastas, herejes cuando se proponen encontrar respuestas. La herejía les sirve para hallar la solución. Cuando la encuentran y entran en posesión de ella, la herejía cesa de ser útil. Una vez en el dominio y disfrute de la solución: la transforman en dogma. A esa transformación se refiere José Carlos Mariátegui, en su magistral Defensa del Marxismo: “La herejía individual es infecunda. En general, la fortuna de la herejía depende de sus elementos o de sus posibilidades de devenir un dogma o de incorporarse en un dogma.”[2] Podemos afirmar, en consecuencia, que la herejía es la madre de todos los dogmas. En los orígenes del cristianismo, la idea de un Dios-Hombre fue el punto de quiebre con el monoteísmo judío y el mundo pagano. En esa ruptura o punto de quiebre se encuentra el combustible que mantiene viva la flama cristiana. La utopía de Cristo quebrantaba las antiguas reglas de poder y en la herejía cristiana residía la potencia del nuevo dogma.

 Descubierto el remedio el hombre se aferra a la solución dando origen a la ortodoxia en la religión, la política o la ciencia. La ortodoxia, de una parte, cuando no tiene en la heterodoxia su contrapeso, conduce al dogmatismo, a la ceguera, frente a lo inevitable: el cambio. La heterodoxia, de otra parte, sin un método y una doctrina, navega sin rumbo ni objeto en medio de las agitadas aguas de la imaginación. Y la imaginación voltejea a una velocidad loca pero inútil en torno a todo y a la vez nada.

 Leonardo da Vinci, el “discípulo de la experimentación”, rechaza el principio de autoridad y la idea de creer en las palabras frente a la contundencia de los hechos. La máxima “Nullius in verba” (no hay que creer en las palabras de nadie) le convirtió en hombre de ciencia. Creer y no creer es un postulado básico entre los hombres de ciencia. La constante de Einstein tiene la velocidad de la luz como velocidad límite a la que ninguna otra puede sumarse. Esta constante es una verdad como un templo para los hombres de ciencia, pero al mismo tiempo la asumen con escepticismo. La ciencia no se queda petrificada ante una “verdad” o dogma. La ciencia sólo alcanza nuevas cumbres revisando, modificando, abandonando las viejas verdades, los viejos dogmas. Los socialistas convierten “la verdad al fin descubierta” de Marx, Lenin, o quien fuera, en dogma (ortodoxia). Pero, el dogma, sólo puede desarrollarse a través de la herejía (heterodoxia) y la herejía es la superación del dogma.

 En la historia objetiva (no la que escriben los hombres para su propia gloria), la dialéctica lo penetra todo relacionando ortodoxia y heterodoxia, fe y razón, orden y desorden, disciplina y rebeldía, dogma y herejía. Estas señalan diferentes aspectos de la conducta humana. Actitudes o comportamientos que si se enseñan u obran por separado responden al mezquino interés de las clases explotadoras. Ese es el trasfondo que distingue los dos métodos en la administración del poder: Mandar Mandando de los explotadores y Mandar Obedeciendo de los explotados.

 Ahora bien, si entendemos que toda CREACIÓN HUMANA emerge a la vida como una herejía. Entenderemos que José Carlos Mariátegui fue un hereje y, por cierto, no cualquier hereje. Comprenderemos que el trato recibido después de muerto no fue fortuito. Ni tampoco es una ironía, en la historia de los partidos comunistas, que el espíritu de la “santa” inquisición viva en el movimiento comunista.

 Cristo fue un hereje en su tiempo y fue crucificado. Mariátegui fue otro hereje y fue tratado como un apóstata. Si el santo oficio purificaba a los herejes en la hoguera; el doctrinarismo de izquierda los condena a muerte, al ostracismo, la exclusión y, hasta la obra escrita, es objeto de latrocinio. Mao Zedong criticando ese estilo fariseo decía que hay “dos maneras de matar: una con el fusil y la otra con la pluma.”[3] Las cabezas no crecen en las macetas como las flores: “La historia demuestra que una vez caída una cabeza, no hay cómo volver a unirla al cuerpo, y que con ella tampoco ocurre lo que con los puerros, que vuelven a crecer luego de cortados. Si cortamos equivocadamente una cabeza, no hay manera de rectificar el error, aunque lo deseemos.”[4] Lenin, por su parte, nos sugiere que el monopolio del poder es el punto de partida de la descomposición de cualquier organización económica, política o social.[5]

El socialismo de los Soviets brota de la lucha de clases y se sostiene en un marxismo dinámico y antidogmático; pero, con el tiempo, ese marxismo se va fosilizando y empantanando. Y la escolástica y el dogmatismo terminan dominando su praxis.

El partido bolchevique, en tiempos de Lenin, era un organismo vivo, agitado por conflictos ideológicos, por desacuerdos sobre la estrategia y táctica, el análisis de la situación y las tareas de la organización. Cada uno de esos hombres participaba sin reservas en la lucha política, tomaba partido por tesis opuestas: se enfrentaban entre sí con firmeza e inclusive con violencia verbal, pero ninguno se sometía fácilmente. Sus relaciones personales eran el resultado de un largo pasado de discusiones y polémicas, de luchas y compromisos, de acuerdos y antagonismos, de rencores y fraternidades en la victoria o en la derrota.[6]

El monopolio del poder y la censura de los medios de comunicación enterraron las huellas de un marxismo creativo. Los guardianes de la herencia leninista respondieron al reto de la historia sólo como guardianes. Y los guardianes jamás podrán volar a la altura de las águilas. El talento de Lenin no encontró paralelo después de su muerte. Los genios nacen y se inventan en la experimentación científica, la lucha de clases y la producción material. En cambio, el doctrinarismo parasita, en la obra de los maestros, porque está más preocupado en la integridad del legado que en la RECREACIÓN de la realidad. Imita a los maestros. No es auténtico, verdadero, original. “La vida no consiste en buscarse a sí mismo, sino en crearse a sí mismo”, decía George Bernard Shaw. El doctrinarismo se escandaliza de la más pequeña “mutilación” o interpretación diferente a la “interpretación auténtica”. La anteojera funciona en una sola dirección, y los militantes no pueden ni siquiera fisgonear hacia otro lado. Así la palabra se transforma en vehículo de coerción para asegurar la lealtad de la militancia (política o religiosa).

 Marx o Mariátegui hace mucho dejaron el reino de la tierra, pertenecen al “reino de los cielos”. No es la cabeza de Marx ni la de Mariátegui la que determina el itinerario de la lucha de clases. No hay camino, camino se hace al andar. Nosotros construimos nuestro propio camino, apoyándonos en el método de Marx, recreando la realidad, y por ende la teoría, en la variabilidad de posibilidades que la lucha de clases presenta en nuestro tiempo. El rumbo de la lucha de clases se desenvuelve al margen, y la más de las veces en contra, de la conciencia individual. La conciencia es un producto de las contradicciones sociales y, a la vez, como la conciencia reacciona sobre las contradicciones, la conciencia tiene la posibilidad de modificar la materia. Sin embargo, el socialismo no puede definirse por adelantado. Ni pueden elaborarse modelos de socialismo. El socialismo es un resultado histórico - natural, por la naturaleza fundamentalmente imprevisible del desarrollo de las contradicciones del capitalismo. Pero, los doctrinarios de izquierda se alucinan profetas, intransigentes en sus anteojeras, en su dogmatismo, terminan convirtiendo el socialismo en un cliché, en una fórmula de “fácil” realización, estéril y muerta.

 Mariátegui desaparece de la escena política en abril de 1930. A partir de ese momento se impone la concepción lineal de la ortodoxia. El punto de vista del petit bourgeois prevalece en medio del desconcierto e inmadurez de los hombres del proletariado. Un marxismo de anteojeras se impone. Este piensa la historia de la clase obrera como el desarrollo de una línea única que se abre paso entre desviaciones y revisiones. Esta concepción lleva al exclusivismo personalista (caudillismo) y al sectarismo organizativo (fanatismo) que menosprecia y censura a los competidores. Es más, ese partidismo enfermizo se corresponde con un cretinismo doctrinal que altera la esencia de la teoría. Hace de la teoría un rito. En lugar de hacer uso de la teoría, para analizar la realidad social, se la apropian como un icono al cuál adorar. Esta es la base para el culto al individuo, para el servilismo y el autoritarismo.

En la multitud un fósforo presume

del futuro penacho.

(Poema Poema A Dios, Ese Pajarito Mandón de Julio Cortázar)

¿Qué ha pasado con ese marxismo vivo que se revitaliza permanentemente en la lucha de clases? En La enfermedad infantil del izquierdismo Lenin había advertido: “¡Nuestra teoría no es un dogma, sino una guía para la acción… Los revolucionarios rusos, desde la época de Chernishevski acá, han pagado con innumerables víctimas su ignorancia u olvido de esta verdad. Hay que conseguir a toda costa que los comunistas de izquierda y los revolucionarios de Europa occidental y América fieles a la clase obrera paguen menos cara que los atrasados rusos la asimilación de esta verdad.”[7] Y ciertamente hemos pagado con millones de víctimas la ignorancia u olvido de esa verdad irrefutable. En 1920 aconsejaba a los revolucionarios del mundo que aprendan de los errores de los rusos y no se precipiten en un dogmatismo miope y enfermizo. Pero, después de Lenin, los funcionarios de partido, evangelizaron el marxismo trastocándolo en un código de fórmulas válidas para todo tiempo y lugar. El cretinismo doctrinal había enervado el marxismo transformándolo en un corpus teórico, rígido e inerte.

 Pero el marxismo es un método fundamentalmente dialéctico. No se reduce a un conjunto de ideas elaboradas por Marx y Engels, por lo contrario –dice José Carlos Mariátegui-, es continuado por hombres como Lenin que nos prueba, en la política práctica, con el testimonio irrecusable de una revolución, que el marxismo es el único medio de proseguir y superar a Marx[8]. Vale decir, el marxismo es un método, que ha revolucionado la manera de entender la historia, de enfrentar la vida, de pensarla hasta en sus más insignificantes detalles. El marxismo ha arrancado a los explotados del marasmo y el conformismo y es percibido como el pensamiento de la clase obrera. El marxismo habita en el cerebro de los obreros revolucionarios. La palabra “marxismo” resume un complejo mundo de pensamientos con los cuales los explotados se piensan, piensan su historia y piensan el capitalismo en su conjunto, en su movimiento contradictorio, en su sometimiento y rebelión, y a partir de ese pensamiento impersonal elaborado por sus “intelectuales orgánicos” se constituyen determinadas formas organizativas para responder a la opresión y explotación del capital.  ¡Ese es el marxismo militante de los revolucionarios pensantes y operantes!

 Actualmente, en el desarrollo del pensamiento, se tiende hacia la formación de un “cerebro” colectivo, que marcará el fin del marxismo, y de toda doctrina, cuando éstas se conviertan en parte orgánicas del pensar humano. El dogma o mito social mueve montañas; pero, el doctrinarismo, encadena las potencialidades del sujeto social. Son los hombres quienes como por “arte de magia” mutan las teorías (perfectibles) en doctrinas (“perfectas”), y son ellos mismos los que las arrojarán al tacho de basura. Mientras el hombre enajenado exista sobre la tierra las teorías se convertirán en doctrinas. Mientras no se libere la potencia revelada, en la fuerza de producción multiplicada (clase obrera), el individuo concreto no podrá emanciparse como individuo distinto pero universal. Esa es la razón de que los militantes socialistas transfiguren el marxismo y lo conviertan en doctrina; es decir, en un sistema cerrado, auto justificador y dogmático. Pero, el marxismo no es ni puede ser una teoría acabada. El marxismo no es ni puede ser un sistema cerrado. El marxismo no es ni puede ser una ciencia concluida. El marxismo es una teoría que se desarrolla en medio de contradicciones y a través de contradicciones. Lo cual no es nada extraño; pues, es el modo natural de desarrollo de la humanidad.

 La crítica al doctrinarismo es una constante en Mariátegui. El Mensaje al Segundo Congreso Obrero de Lima (1927) es continuado con su Defensa del marxismo de septiembre 1928 – junio 1929. En éste punto, debemos advertir lo que el mismo José Carlos en noviembre de 1928 escribiera: “El libro que daré a Babel se titula Defensa del Marxismo porque incluiré en él un ensayo que concluye en el próximo número de Amauta, y que revisaré antes de enviarle. Como segunda parte va un largo ensayo: Teoría y Práctica de la Reacción, crítica de las mistelas neo-tomistas y fascistas. El subtítulo de la obra será siempre POLEMICA REVOLUCIONARIA.”[9] Su alegato opuesto a las revisiones negativas de los hombres de la II Internacional predominaba, sin descuidar, la crítica al doctrinarismo de izquierda en la III Internacional. Dos años antes, en 1926, ya había marcado distancia con el estólido dogmatismo de la Internacional Comunista. En enero de ese año escribe “La agonía del cristianismo” de don Miguel de Unamuno en el que, sin lugar a equívocos, dice: “Marx no está presente, en espíritu, en todos sus supuestos discípulos y herederos. Los que lo han continuado no han sido los pedantes profesores tudescos de la teoría de la plusvalía, incapaces de agregar nada a la doctrina, dedicados sólo a limitarla, a estereotiparla; han sido, más bien, los revolucionarios, tachados de herejía, como Georges Sorel —otro agonizante diría Unamuno— que han osado enriquecer y desarrollar las consecuencias de la idea marxista. El “materialismo histórico” es mucho menos materialista de lo que comúnmente se piensa.”[10]  

José Carlos Mariátegui, al afirmar que sólo hay posibilidad de progreso y de libertad dentro del dogma, en junio de 1929, puso en jaque al doctrinarismo. El dogma –dice el autor de los Siete Ensayos– es entendido aquí como la doctrina de un cambio histórico. Y mientras el cambio se opera, continúa José Carlos, mientras el dogma no se transforma en un archivo o un código de una ideología del pasado, nada garantiza como el dogma la libertad creadora, la función germinal del pensamiento.[11] Mariátegui al relacionar dogma y herejía, ortodoxia y heterodoxia, dejaba sin piso al doctrinarismo que opone esos conceptos como si no tuvieran relación. La metafísica trata la dialéctica de los conceptos –reflejo en el cerebro del movimiento real, como realidades “conceptuales” separadas –absolutamente opuestas, que se niegan o rechazan la una a la otra. Esa es una manera de negar el encanto dialéctico de conceptos que no tienen significación el uno sin el otro. Marx decía el lenguaje es la conciencia práctica (La Ideología Alemana) porque “lo concreto es concreto, ya que constituye la síntesis de numerosas determinaciones, o sea la unidad de la diversidad.”[12] Malgrado la intolerancia de los doctores del marxismo de ayer y hoy. La homogeneidad es la unidad de la heterogeneidad. El doctrinarismo de izquierda se sostiene en la ilusión de la “homogeneidad” del pensamiento, vale decir, el rebaño como política. El sueño burgués de la política de los clones. Fantasía imposible porque los hombres son en gran medida producto de las circunstancias y las circunstancias son variables como la vida misma.

Las obras imperecederas son producto del ingenio humano. Muchas de éstas quiebran las reglas, destruyen los viejos dogmas, debilitan las tradiciones culturales o científicas, sustituyéndolas por nuevos paradigmas. Una nueva idea produce un gran revuelo entre los hombres del vulgo. Es el momento en que se produce un punto de quiebre, y como tal, genera reacciones “naturales” en ciertos sectores interesados o involucrados. Isaac Asimov comenta, en su conferencia El futuro de la humanidad, que la resistencia, generalmente, viene de aquellos grupos que enfrentan una pérdida de influencia, status, dinero, etc., como resultado del cambio; pero, nunca declaran la razón de su resistencia. Por lo contrario, siempre dicen que es por el bien de la humanidad. Por ejemplo, cuando las diligencias llegaron a Inglaterra, –relata Asimov– los propietarios de los canales fluviales objetaron. No porque ellos perderían dinero, aunque lo perdieran, sino porque temían por la humanidad. Argumentaban: ya que las diligencias corrían a unos veinticinco kilómetros por hora, decían, el aire que golpearía a los pasajeros, según el Teorema de Bernoulli, absorbería todo el aire de sus pulmones. El viejo recurso de apelar a la ciencia contra la ciencia. La razón de la sinrazón.

Romper las reglas establecidas es, en todo tiempo y lugar, una herejía. Recrear la realidad es cambiar el status quo y, por tanto, es otra herejía. Y como los revolucionarios son “herejes” en potencia, los Torquemadas, siempre estarán listos para empalar a los blasfemos, a los sacrílegos, a los sospechosos de pensar con cabeza propia. Esta escuela es tan antigua como la propiedad privada. En el siglo XX revive en el movimiento comunista como doctrinarismo de izquierda. Esta corriente pretende sobrevivir, en pleno siglo XXI, en contra de las leyes de la física. La física moderna demuestra que nada es compacto y parejo y, mucho menos, homogéneo; siempre existen pequeñas grietas u ondulaciones que en modo alguno desdicen la singularidad del objeto.

En marzo del 2010, Gustavo Pérez, con la agudeza que lo caracteriza, sustenta que todavía existe una tendencia dogmática en el movimiento socialista peruano. Esta tendencia se esfuerza –inconscientemente- en “sacralizar” el “¿Qué Hacer?” de Lenin[13]. Pero, lo cierto es que esa “sacralización” no se limita a la obra de Vladimir Ilich. Los dogmáticos, de hoy como de ayer, la hacen extensiva al “marxismo” en su conjunto que ha sido transfigurado en una “doctrina” omnisciente, todopoderosa y acabada. El doctrinarismo transforma la obra de cualquier “parroquiano” en cosa divina cuando es simplemente humana. La izquierda doctrinaria aparentemente asume una defensa cerrada del “marxismo leninismo” pero, en verdad, lo corroe desde dentro. Estos son una suerte de defensores del Santo Grial que se autoproyectan más marxistas que Marx, más leninistas que Lenin, más maoístas que Mao, más etcéteras que etcétera; pero, en el fondo, su mediocridad sólo les alcanza para delirios de grandeza mientras su egotismo, su narcisismo, enfermizo y decadente, se entretiene en disquisiciones de cafetín y butifarra.

En 1929 Mariátegui voltea la mirada hacia el pasado inmediato, resumiendo el período previo a la constitución del Partido Socialista del Perú: “La represión de junio (1927), entre otros efectos, tuvo el de promover una revisión de métodos y conceptos y una eliminación de los elementos débiles y desorientados en el movimiento social. De un lado se acentúa en el Perú la tendencia a una organización exenta de los residuos anarcosindicales, purgada de ‘bohemia subversiva’; de otro lado aparece clara la desviación aprista. Uno de los grupos de deportados peruanos, el de Mejico, propugna la constitución de un Partido Nacionalista Libertador. Haya define al APRA como el Kuo Ming Tang latinoamericano. Se produce una discusión en la que se afirma definitivamente la tendencia socialista doctrinaria, adversa a toda forma de populismo demagógico e inconcluyente, y de caudillaje personalista.”[14] Ese es el entender de JCM de la facción orgánica y doctrinariamente homogénea del primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana. Entendiendo homogeneidad y heterogeneidad como una unidad dialéctica de la escuela de Marx.

 La unidad dialéctica de lo homogéneo y lo heterogéneo en Mariátegui es clave para entender el tipo de partido que se proponía construir. En su marxismo dogma equivale a doctrina. Y doctrina conduce a la ortodoxia en el verbo y la acción, esto es, al mito revolucionario: la revolución social. De modo que sólo el dogma hace posible la identidad de voluntades (ortodoxia) dentro de una diversidad de pareceres (heterodoxia). Por consiguiente, en la lucha de clases, la fuerza avasalladora de las masas, la potencia realizadora del hombre masa, brota del dogma revolucionario. Veamos, un par de ejemplos. Fuente Ovejuna: todos a una. Los grupos llegan a formar un “cerebro colectivo” capaz de tomar decisiones y moverse como si de un único organismo se tratara. Una pequeña minoría informada (¿inteligencia colectiva?) es capaz de guiar a otros individuos hacia un objetivo a partir del entendimiento dogmático de la herejía. No otra cosa ocurrió en octubre de 1917 cuando Lenin lanzó su famosa consigna: ¡Todo el poder a los Soviets!

 Después de Lenin la supremacía teórica se reduce a la cosificación y codificación de la teoría marxista. La tradición del marxismo se limita a una fórmula: materialismo histórico/materialismo dialéctico. El redescubrimiento de Marx, Rosa Luxemburgo, Lenin, Mariátegui, después de la segunda guerra mundial saca en claro que el marxismo es mucho más rico que las fórmulas de la escuela de Stalin. Ese redescubrimiento hace posible que el movimiento político retorne a Marx en lo internacional y continúe a Mariátegui en lo nacional.

 

Edgar Bolaños Marín

Tacna, 7 octubre 2010 - 01 octubre 2021

 


[1] Carta de Marx a Annenkov, Bruselas, 28 de diciembre de 1848, Correspondencia Marx – Engels, Editorial Cartago, Bs. As. 1973, Pág. 20-21

[2] JCM, Defensa del Marxismo, Versión Electrónica. Colección obras completas, volumen 5, empresa editora Amauta, tercera edición, Lima, 1967, Pág. 125

[3] Mao Zedong, Critica a las reaccionarias ideas de Liang Shu–Ming, Tomo V obras escogidas, Versión Electrónica

[4] Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones, Tomo V obras escogidas, Versión Electrónica

[5] Lenin en “Imperialismo fase superior del capitalismo” escribe “Pero la tendencia al estancamiento y a la descomposición inherente al monopolio, sigue obrando a su vez, y en ciertas ramas de la industria, en ciertos países, por períodos determinados llega a imponerse.”

[6] JCM, Trotsky y la oposición comunista, La organización del Proletariado, Ediciones “Bandera Roja”,1967, Lima – Perú, Pág. 40

[7] V.I. Lenin, La enfermedad infantil del izquierdismo, Versión electrónica

[8] JCM, Defensa del Marxismo, Versión electrónica. Colección obras completas, volumen 5, empresa editora Amauta, tercera edición, Lima, 1967, Pág. 125

[9] Carta de JCM a S. Glusberg, Lima, 7 de noviembre de 1928. José Carlos Mariátegui Correspondencia Tomo II, Pág. 468

[10]  JCM, Signos y Obras, Colección obras completas, volumen 7, empresa editora Amauta, Lima Pág. 113

[11] JCM, Defensa del Marxismo, Versión electrónica. Colección obras completas, volumen 5, empresa editora Amauta, tercera edición, Lima, Pág. 125

[12] Karl Marx, Fundamentos de la Crítica de la Economía Política (Esbozo de 1857-1858), Editorial de Ciencias Sociales, Cuba, 1970, Tomo I, Pág. 38. Hegel en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio (Bs. As., Claridad, 1975, Pág. 60) escribe: “Sólo el concepto como algo concreto e incluso toda certeza en general es esencialmente en sí mismo una unidad de determinaciones diferenciadas.”

[13] Véase: Lenin, Mariátegui y el partido de masas de Gustavo Pérez Hinojosa, difundido en medios electrónicos.

[14] JCM, Antecedentes y desarrollo de la acción clasista, La organización del proletariado, Pág. 215