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sábado, 29 de enero de 2022

LLAMAMIENTO A LA PROTESTA CONTRA LA “CONFERENCIA DE SEGURIDAD” DE MÚNICH 2022

 


 27 ENERO, 2022 

Afganistán nos enseña de nuevo: ¡Guerra nunca más! Ese fue y es el lema correcto 

 

La guerra de la OTAN en Afganistán ha costado la vida a cientos de miles de personas, ha dejado un país devastado y empobrecido y, al mismo tiempo, ha fomentado el terrorismo.

En lugar de sacar las conclusiones correctas y abstenerse de realizar intervenciones militares en el futuro, destacados políticos alemanes y europeos piden que la UE siga desarrollando sus capacidades militares para poder actuar militarmente en el futuro, también con independencia de los Estados Unidos. Este será el tema central de la próxima “Conferencia de Seguridad de Múnich”.

La “Conferencia de Seguridad” de Múnich (SIKO) no trata la seguridad

 

En la SIKO, que tendrá lugar del 18 al 20 de febrero de 2022, se reunirán jefas y jefes de Estado y de gobierno, así como representantes políticos – principalmente de los países de la OTAN – con altos mandos militares, representantes de grandes empresas, incluida la industria armamentística, y servicios de inteligencia. No se preocupan por la seguridad de los ciudadanos, ni aquí ni en el resto del mundo. Se preocupan solamente por asegurar la supremacía estratégica de los estados capitalistas occidentales y sus corporaciones. La “SIKO” sirve sobre todo como plataforma publicitaria de la OTAN, actualmente de la Estrategia 2030, así como de justificación de los miles de millones gastados en armamento por Alemania y la UE y de sus misiones de guerra, vendiendo todo eso a la población como “misiones de paz”.


El nuevo gobierno federal: nuevos colores, viejas políticas


El gasto militar y armamentístico de Alemania se ha duplicado con creces en los últimos 20 años.  De acuerdo con las “Recomendaciones de Política Exterior” de los organizadores de la SIKO, La nueva coalición del semáforo [partidos rojo, amarillo y verde] quiere continuar este curso de rearme de acuerdo con las “Recomendaciones de Política Exterior” de los organizadores del SIKO. Quiere aumentar aún más los gastos militares, adquirir drones de combate armados para el Bundeswehr [Ejército Federal], mantener el estacionamiento de armas nucleares estadounidenses en Alemania y comprar nuevos aviones portadores de armas nucleares por 8.000 millones de dólares en Estados Unidos para su uso por el Bundeswehr. Además, se impulsará el rearme militar de la UE.

La creciente militarización de Alemania y de la UE no sirve para la paz, ni tampoco el curso de confrontación incendiaria, la retórica bélica y las maniobras de guerra contra Rusia y la RP China, que podrían escalar militarmente en cualquier momento y conducir a una guerra entre las potencias nucleares. 

Hay que acabar con esta política de confrontación. La paz en Europa y en el mundo sólo puede lograrse con y no contra Rusia y China. Al contrario de la aplicación violenta de los intereses de

las grandes potencias y los intereses de la supremacía, el desarme y la cooperación internacional deberían estar a la orden del día.

Luchamos por el desarme y por una política de distensión


En el año 2020, los gastos militares mundiales alcanzaron la suma astronómica de 2.000 billones de dólares. Ahí solamente los países de la OTAN representan 1.100.000 millones de dólares. Esto significa 18 veces más que los gastos de Rusia y 4 veces más que los de China. Una fracción de estos miles de millones bastaría para acabar con el hambre en el mundo, proporcionando atención médica y acceso a la educación para todos.

Las crisis presentes y futuras ni se van a resolver con arsenales de armas cada vez más grandes, ni con la competencia capitalista, ni con la rivalidad entre grandes potencias.

Para hacer frente al mayor reto de nuestro tiempo, que es detener la catástrofe climática, se necesitan billones de dólares de inversión. Pero el dinero que se necesita urgentemente se está despilfarrando en armamento militar que es perjudicial para el clima. Ni siquiera se están cumpliendo las promesas de ayuda totalmente inadecuadas de 100.000 millones de dólares anuales para los países pobres del Sur. Por tanto, así no se alcanzará el objetivo tope de 1,5 grados de calentamiento ambiental.

Por eso exigimos:

 

• ¡Desarme en lugar de rearme! En lugar de despilfarrar miles de millones en armamento y en preparaciones de guerra, hay que invertir el dinero de nuestros impuestos en los sistemas sociales, en los sistemas de salud y educación y en la protección del clima.

• Exigimos el fin de todos los despliegues del ejército alemán (Bundeswehr) en el marco de la  alianza bélica de la OTAN y de todas las estructuras militares de la UE. Cero participación  en los proyectos de rearme de la UE. No a la adquisición de drones armados.

•  La complicidad de Alemania en las guerras de agresión contra el derecho internacional y en la guerra ilegal de drones que se libra a través de la base aérea estadounidense de Ramstein debe terminar.  Hay que cerrar todas las bases  de tropas de Estados Unidos y la OTAN en Alemania y todos los centros de mando de  Estados Unidos y la OTAN ahí presentes.

• El fin de la participación en la estrategia bélica nuclear estadounidense. No a la adquisición de aviones de combate estadounidenses para el uso de armas nucleares estacionadas en Alemania. El gobierno federal debe adherirse al Tratado de la ONU sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y cancelar el estacionamiento de armas nucleares estadounidenses en Büchel.

Hay que detener las exportaciones de armas alemanas.

 

Alemania ocupa un escandaloso cuarto lugar en el ranking mundial de exportaciones de armas.  Los clientes de las entregas de armas alemanas son Estados dictatoriales y beligerantes, entre  ellos Turquía, que libra una sangrienta guerra contra la población kurda y ha invadido el norte de  Siria violando el derecho internacional para aplastar el proyecto democrático y emancipador de  Rojava.

Hay que acabar con el mortífero negocio de los traficantes de armas y los especuladores  de la guerra, así como con la concesión de licencias y la deslocalización de las empresas armamentísticas en el extranjero.

 

Hay que eliminar los motivos de la huida en lugar de luchar contra los refugiados.

 

Las guerras, el cambio climático, la pobreza extrema, la persecución política y las violaciones de los  derechos humanos empujan a millones de personas a huir. Sólo unos pocos reciben asilo en  Alemania. El gobierno alemán es parcialmente responsable de la mayoría de estos motivos de  huida. Las relaciones económicas y comerciales injustas, las sanciones y las guerras van  destruyendo las bases de vida en los países del Sur Global. Sin embargo, Alemania y la UE se  cierran en banda, devuelven a los refugiados de forma ilegal sin tener en cuenta los  derechos humanos y permiten que miles de personas se ahoguen en el Mediterráneo. No  debemos resignarnos ante ello.

Basta de políticas económicas explotadoras, que producen guerra,  pobreza y huida. Nuestra solidaridad pertenece a los refugiados, especialmente a los que huyen de las guerras libradas con armas alemanas. La huida no es ningún crimen. Ningún ser  humano es ilegal.

 

La juventud necesita perspectivas y no guerras.

 

El movimiento pacifista y las asociaciones juveniles progresistas llevan años protestando contra la falta de perspectivas y contra la guerra. Aunque cada vez hay menos seguridad laboral, las  condiciones de trabajo van empeorando y los salarios reales disminuyendo, la Bundeswehr se  presenta como un empleador atractivo y se presenta en las escuelas, en las ferias y en las redes  sociales buscándo a atraerse a la gente con su fascinación por la tecnología, sus ofertas de  plazas de estudio y posibilidades de formación profesional. ¡Esto debe terminar! La  juventud no se debe quemar en ningún tipo de guerra!

Por eso exigimos:

¡Educación en vez de bombas! No publicidad para morir.  Más plazas de aprendizaje civil y mejores condiciones de trabajo y  formación.

 

Únete a nosotros en las calles por el desarme y contra la preparación de la guerra, por la justicia social mundial, por la solidaridad con los que huyen de la guerra, el hambre y la destrucción de sus países de origen, y por una transformación democrática, social y ecológica para salvar la naturaleza y el clima.  

 

Implícate, actívate, porque la política de paz, el desarme y la protección coherente del clima sólo serán posibles mediante una creciente presión social y un fuerte movimiento extraparlamentario. 

 

Acuda a la manifestación el sábado 19 de febrero de 2022 a las 13:00 horas en Múnich, en el Stachus (Karlsplatz)

 

Alianza de Acción contra la Conferencia de Seguridad de la OTAN

 

Fuente: https://attac.es/llamamiento-a-la-protesta-contra-la-conferencia-de-seguridad-de-munich-2022/?utm_source=feedly&utm_medium=rss&utm_campaign=llamamiento-a-la-protesta-contra-la-conferencia-de-seguridad-de-munich-2022

 

lunes, 6 de abril de 2020

COVID19 Y LA DOCTRINA DEL SHOCK EN LOS MERCADOS FINANCIEROS


 5 ABRIL, 2020  

Luis Flores. Publicado originalmente en https://www.elsaltodiario.com/

Hace algo más de un mes, el 20 de febrero, el principal índice de la Bolsa de Nueva York, el Standard and Poors 500, alcanzaba sus máximos históricos. Los mercados de valores confirmaban así la visión de un ciclo eterno de prosperidad de la economía estadounidense. Las cotizaciones de las compañías parecían no tener límites, impulsadas por un crecimiento ininterrumpido del PIB durante 11 años —el más largo desde que se tienen registros—, una política monetaria complaciente y grandes rebajas de impuestos a las empresas. Y ello pese a que desde marzo de 2009 el S&P 500 se había revalorizado un 398%.
En realidad, y aunque con sus altibajos, no solo la bolsa americana ha disfrutado de una década prodigiosa. Los bonos o títulos de renta fija emitidos tanto por Estados como por empresas para obtener financiación de los mercados han alcanzado valoraciones nunca vistas. La razón principal han sido los estímulos monetarios implementados por los bancos centrales en forma de bajadas de tipos de interés y compras masivas de bonos o  Quantitative Easing (QE).

Básicamente, los QE crean dinero, pero en lugar de hacerlo el Estado emitiendo deuda pública —Letras del Tesoro, Bonos y Obligaciones, dependiendo de su plazo— para financiar gasto público, lo hace el Banco Central comprando deuda pública ya existente a bancos y fondos de inversión que la tienen en sus carteras. La diferencia es que en el primer caso el Estado decide en qué gastar el dinero, y en el segundo el dinero se destina a proporcionar liquidez a los inversores. No es poca diferencia.
Los estímulos monetarios por parte de los bancos centrales y otras medidas inicialmente diseñadas como extraordinarias y encaminadas a salir de la gran recesión de 2009, se han convertido en la receta fácil ante cualquier perturbación en los mercados

Estas medidas, que inicialmente se diseñaron como extraordinarias y encaminadas a salir de la gran recesión de 2009, se han convertido en la receta fácil ante cualquier perturbación en los mercados. Episodios como el estallido de las primas de riesgo de los países periféricos de la UE en 2012, el Brexit o las guerras comerciales de Trump han provocado caídas de las bolsas que se han tratado sistemáticamente con intervenciones de los bancos centrales inyectando liquidez y comprando activos en mercado.
Estas compras de los bancos centrales hicieron que el precio de los bonos se disparase, y el precio es inverso a la rentabilidad. Cuanto más se paga por algo que “rinde” la misma cantidad, menos rentable es esa inversión. El precio de los bonos subió tanto que su rentabilidad se volvió negativa en la mayor parte de Europa —hasta -0,80% anual en el bono alemán a diez años—. Para las grandes corporaciones estas intervenciones han significado un inmenso regalo, llegando muchas de ellas a emitir bonos a tipos negativos, es decir, a recibir dinero por endeudarse.
La necesidad de conseguir rentabilidad se ha convertido en ansiedad. Con las bolsas y los bonos disparados, se ha ido empujando a los inversores a buscar nuevos tipos de activos en los que colocar su dinero. Algunos ya eran típicamente objeto de inversión, como el sector inmobiliario, donde los precios en muchos segmentos han superado a los de la anterior burbuja. Otros han empezado a serlo o han sufrido una financiarización extrema.
Infraestructuras de todo tipo, desde autopistas, puertos o aeropuertos hasta megaproyectos de energías renovables, pasando por residencias privadas de estudiantes. Todo tipo de servicios públicos diseñados bajo fórmulas de colaboración público-privada para ser empaquetados y vendidos a grandes inversores. Y por supuesto los recursos naturales, incluso el agua, entendida como un recurso cada vez más escaso y por lo tanto valioso, se han convertido en productos de inversión. Y si un día te encuentras en apuros descuida, siempre habrá un banco central a quien vendérselo.
Para las grandes corporaciones estas intervenciones [de los bancos centrales] han significado un inmenso regalo, llegando muchas de ellas a emitir bonos a tipos negativos, es decir, a recibir dinero por endeudarse.

Hasta las criptomonedas aprovecharon la ola, y aunque pincharon antes, llegaron a tener una capitalización de 800.000 millones en 2018 —ahora es menos de una cuarta parte—. Proyectos como Tron, que en septiembre de 2017 salió al mercado captando de inversores 58 millones de dólares a los cuatro meses valía 13.392 millones. Se multiplicaron los unicornios de internet, empresas que alcanzan la barrera de 1.000 millones de dólares de valoración sin haber llegado en muchos casos a generar beneficios.

Hasta se han creado fondos para invertir en los litigios de multinacionales contra Estados derivados de los nefastos Tratados de Comercio e Inversión, financiando las demandas a cambio de un porcentaje del resultado. Todo, absolutamente todo, es objeto de especulación por el enorme exceso de liquidez que es necesario rentabilizar.

En definitiva, ese océano de liquidez creado por los bancos centrales con el argumento de favorecer el crédito a empresas y familias ha servido para inflar artificialmente el precio de múltiples activos. Se ha extendido además a lugares muy diversos, financiarizando actividades controvertidas y creando graves distorsiones en los mercados como reconocen hasta sus propios participantes.
Cada rincón del planeta se ha convertido actualmente en algo sujeto a la especulación financiera en gran medida por la actuación de los bancos centrales, instituciones públicas, ajenas además a cualquier escrutinio democrático ni rendimiento de cuentas

Cada rincón del planeta se ha convertido actualmente en algo sujeto a la especulación financiera en gran medida por la actuación de los bancos centrales, instituciones públicas, ajenas además a cualquier escrutinio democrático ni rendimiento de cuentas. Merece la pena recordar que el todopoderoso Mario Dragui fue uno de los directivos de Goldman Sachs que diseñó los mecanismos para que Grecia ocultase la dimensión real de su endeudamiento, años antes de tener rescata por el propio Dragui.
EL CISNE NEGRO
Volviendo a Estados Unidos, ese 20 de febrero en que sus bolsas alcanzaron los máximos de todos los tiempos, ya existía algo llamado coronavirus y ya hacía un mes que se había decretado el confinamiento total de millones de personas en la región de china de Wuhan.
Desde ese día, las bolsas comienzan a retroceder, y sufren su mayor caída semanal desde 2008. La Reserva Federal (la FED) reacciona bajando los tipos de interés del 1,50% al 1,00%.
Cuando la Bolsa estadounidense tomó conciencia de que el covid19, que va confinando país tras país, es un “cisne negro”, en el argot financiero un evento tan extraño que no sucede nunca, sufrió la caída más rápida de su historia

Entre el miércoles 10 y el viernes 13 de marzo la Bolsa estadounidense sufre la caída más rápida de toda su historia. De repente se ha tomado conciencia de que el covid19 que va confinando país tras país es un “cisne negro”, en el argot financiero un evento tan extraño que no sucede nunca. Hasta que sucede.

El domingo 15 la Reserva Federal vuelve a responder rebajando los tipos del 1% hasta el 0%. El lunes la bolsa vuelve a sufrir una caída histórica del 13%. Durante los siguientes siete días la FED lanza cada día una nueva medida con el encabezado siempre de “con el objetivo de facilitar el flujo del crédito a familias y empresas…”. Son en todos los casos facilidades para los bancos, desde proveerlos de liquidez por diversas vías hasta rebajarles requerimientos regulatorios y de información.

Entre estas medidas, retoma un QE que tenía congelado hace tiempo. El importe previsto son 700.000 millones de dólares, similar a los 750.000 millones de euros anunciados en paralelo por el Banco Central Europeo esa misma semana. Se destinarán a comprar en mercado tanto bonos del Tesoro como bonos hipotecarios —emisiones compuestas por paquetes de hipotecas—. Se trata de una medida para generar confianza a los inversores y a los bancos, demostrándoles que la FED está ahí para que puedan deshacer sus carteras si lo desean.

La primera semana la FED compró 125.000 millones de dólares al día. A ese ritmo en seis días agotaría el programa. Supone comprar en mercado cada diez días el equivalente al PIB anual de España.
Y los mercados siguieron cayendo. A mayor caída más se eleva la presión y las expectativas de intervenciones de los bancos centrales. El mercado lanza órdagos en forma de pánico a los reguladores. El viernes 20 de marzo la bolsa de EE UU había perdido un tercio de su valor desde aquel resplandeciente 20 de febrero de máximos históricos.
En tan solo una semana Goldman Sachs ha pasado de estimar una caída del PIB de EE UU del 5% a una caída del 24%. A 31 de marzo su última estimación es de un 34%

Durante el fin de semana todo tipo de bancos de negocios, expertos, y hasta miembros de la propia FED hicieron declaraciones anunciando cifras de paro, caídas del PIB, cuya lectura dejaba en estado absoluto de shock.

En tan solo una semana Goldman Sachs ha pasado de estimar una caída del PIB de EE UU del 5% a una caída del 24%. A 31 de marzo su última estimación es de un 34%.
LA MAYOR INTERVENCIÓN MONETARIA DE LA HISTORIA
El lunes, tras abrir los mercados de nuevo a la baja, la FED anunció por sorpresa un nuevo QE. Y esta vez no pensaba defraudar. Incluía dos novedades muy importantes: la primera es que su importe es ilimitado. Tal cual. Parece un sinsentido que en un planeta de recursos finitos lo único ilimitado sea el dinero. En los medios financieros la llaman irónicamente QEternity.

La segunda novedad es que comprará no solo deuda pública e hipotecaria como hasta ahora sino también de empresas. Crea toda una batería de nuevos programas de entre los que destaca uno destinado eufemísticamente a “grandes empleadores”, esto es, para las grandes corporaciones. Permite a la FED prácticamente cualquier cosa, desde comprar en mercado bonos corporativos ya existentes hasta suscribir emisiones nuevas creadas ad-hoc solo para vendérselas a la FED. Incluso pueden recibir préstamos directos de la FED, con diferimiento del pago de intereses y de capital si así lo desean.

El Gobierno de Trump lanza un rescate en toda regla a las grandes corporaciones, con dos diferencias frente a un rescate “tradicional”: puede aprovecharse de sus ventajas cualquier compañía, sin necesidad de estar en dificultades y ya no existe absolutamente nada a cambio

Es un rescate en toda regla a las grandes corporaciones, con dos diferencias frente a un rescate “tradicional”: puede aprovecharse de sus ventajas cualquier compañía, sin necesidad de estar en dificultades, y no exige absolutamente nada a cambio, a diferencia de lo que suele suceder en los rescates “tradicionales”.
Resultado: la Bolsa estadounidense tuvo la mayor subida diaria desde 1933. La subida que ha continuado varios días hasta alcanzar un 20% a cierre de marzo desde los mínimos de la caída. Y ello, coincidiendo de manera lacerante con el desbordamiento de contagios y fallecimientos por covid19 por todo el país

Un detalle, que ya no extraña en esta época de distopías. La FED ha delegado la ejecución del QE en Blackrock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo. Es decir, ha privatizado la intervención del organismo supervisor en los mercados. Soberbio. El conflicto de interés que supone ser a la vez un participante del mercado y el brazo ejecutor de intervenciones billonarias del banco central es inconcebible.
Todas estas intervenciones de la Reserva Federal han ido en paralelo al paquete de ayudas aprobado por el Senado, que asciende a 2 billones de dólares. Es dos veces y media el equivalente lanzado para combatir la recesión de 2009.
Un detalle, que ya no extraña en esta época de distopías. La FED ha delegado la ejecución del QE en Blackrock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo. Es decir, ha privatizado la intervención del organismo supervisor en los mercados

Aunque la medida que más se ha publicitado es el helicóptero del dinero que explicaba Yago Álvarez hace unos días, un cheque directo de 1.200 dólares para cada adulto y 500 dólares para los menores, esto solo representa un 14,5% del paquete. Una vez más se desvían cantidades ingentes de dinero público hacía las grandes corporaciones. No es de extrañar siendo Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, que trabajó 17 años para Goldman Sachs y fundó posteriormente su propio hegde fund o fondo de alto riesgo especulativo.

La principal medida adoptada por Mnuchin en la administración Trump hasta la fecha ha sido el masivo recorte de impuestos a las empresas realizado en 2017, rebajando entre otros un 40% el impuesto de sociedades. El caso de Fedex es paradigmático: encabezando el lobby anti impuestos, la compañía pasó de tributar 1.500 millones de dólares en 2017 a cero el año siguiente.

A principios de 2020 Mnuchin anunció que estaba trabajando en una segunda oleada de rebajas de impuestos, y como la primera, tendrá el doble efecto de impulsar el precio de las acciones en Bolsa —una de las razones que llevó a Wall Street alcanzar máximos históricos en febrero—, a la vez que se debilitan las arcas públicas.
Entre las partidas de este paquete de ayuda ya firmado por Trump, hay una partida específica de 61.000 millones para apoyar a las aerolíneas. Otra partida de 17.000 millones se dirige a “compañías estratégicas en situación complicada”, que se presume está destinada a Boing. Tan claro es su destino que Boing ha declarado que solo la utilizará cuando se eliminen algunas de las obligaciones que conlleva.
CRISIS FINANCIERA FRENTE A CRISIS CLIMÁTICA
Marzo de 2020 ha sido un mes vertiginoso en los mercados financieros. Algunas bolsas mundiales llegaron a perder un 40% de su valor, como en el caso del Ibex 35, y el apoyo con todos sus medios de bancos centrales y gobiernos han provocado recuperaciones de hasta un 20%.
Pero no han sido solo las bolsas. El coronavirus, al igual que ha quebrado por completo las cadenas de producción globales, ha expuesto nítidamente las múltiples disfunciones de los mercados financieros también globales hoy en día. Tipos de interés, divisas, oro, materias primas, todos están sufriendo en mayor o medida colapsos.
A lo largo del planeta se están ejecutando agresivas intervenciones para literalmente mantener el sistema funcionando. Algunas de ellas superando claramente la capacidad de un banco central en solitario, como la realizada el 15 de marzo que ejecutaron de manera coordinada el Banco de Canadá, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal y el Banco Nacional Suizo. O tan extrañas como la anunciada el 31 de marzo por la FED, en la que ante la escasez de dólares a nivel mundial por haberse convertido en moneda refugio, ofrece cantidades ilimitadas de dólares a cambio de bonos del Tesoro de EE UU a cualquier otro banco central del mundo. Porque además sin dólares no hay comercio internacional, aunque ahora esté congelado.

Todas las herramientas que EE UU desplegó a lo largo de años para salvar a los mercados y salir de la recesión tras la caída de Lehman Brothers, las han utilizado hora en dosis muy superiores en apenas tres semanas
Todas las herramientas que la Reserva Federal y el Gobierno de EE UU fueron desplegando paulatinamente a lo largo de meses e incluso años para salvar a los mercados y salir de la recesión tras la caída de Lehman Brothers, las han utilizado hora en dosis muy superiores en apenas tres semanas.

La inmensidad de los recursos públicos cedidos a las empresas privadas hace no solo criticable las intervenciones desde el punto de vista moral, sino que muchos piensan que será peor el remedio que la enfermedad.

En el contexto de crisis climática, todos estos programas e intervenciones apuntalan un sistema productivo y refuerzan a las grandes corporaciones y algunas de las industrias más contaminantes del planeta

Pero sobre todo, a día de hoy nos enfrentamos a una crisis climática que requiere transformaciones inmediatas y radicales en los sistemas productivos, sociales y económicos. Todos estos programas e intervenciones para soportar a los mercados de valores apuntalan un sistema productivo y refuerzan principalmente a las grandes corporaciones en general, y a algunas de las industrias más contaminantes del planeta en particular.
En EE UU, sin pudor ninguno la primera industria que se ha propuesto rescatar “aprovechando” el coronavirus es la de las exploraciónes pretroliferas y fracking. Y en Canadá exactamente lo mismo.

Aprovechando el coronavirus estamos viviendo una aplicación acelerada de la doctrina del shock o capitalismo de desastre. Como relata Naomi Klein en su última entrevista virtual con El Salto y en el inspirador Decir NO no basta, y anticipando muchas de las medidas adoptadas estos días, el actual vicepresidente Mike Pence fue quien encabezó una lista de propuestas que Bush aprobó en respuesta a la catástrofe del huracán Katrina. En el plano ambiental Pence “consiguió” derogar las regulaciones ambientales en la costa del Golfo y que se diese luz verde a las extracciones petrolíferas en el Ártico.

Es estas pocas semanas de crisis, además de rescatar a la industria del fracking y otros combustibles fósiles —hundida por la guerra de precios Arabia Saudí-Rusia—, los enormes programas de estímulos han dejado completamente al margen al sector de las energías renovables, suspendiéndose o no renovándose incluso incentivos fiscales ya existentes con anterioridad. Tampoco es de extrañar siendo el director de la Agencia de Protección de Medioambiente Andrew Wheeler, quién trabajó entre 2009 y 2017 en un lobby enfocado a rebajar la legislación medioambiental y a defender específicamente a la industria del carbón.

Y como ha confirmado Mnuchin el 1 de abril, ya está trabajando en un segundo paquete de otros dos billones de dólares, enfocado en la construcción de infraestructuras, lo que sin duda será un nuevo desastre en términos medioambientales.

El Banco Central Europeo destinará 750.000 millones de euros a comprar bonos de las principales corporaciones del continente, entre ellas algunas de las empresas de combustibles fósiles más contaminantes, como Enel, Total, Repsol, Shell, Naturgy, o ENI

En Europa, el QE anunciado por el Banco Central Europeo tiene el triste nombre de Pandemic Emergency Purchase Programme (PEPP). Dispone de 750.000 millones de euros, que se destinarán en gran parte como ha denunciado Ecologistas en Acción, a comprar bonos de las principales corporaciones del continente —aquí la lista completa—. Entre los beneficiarios se encuentran algunas de las empresas de combustibles fósiles más contaminantes, como Enel, Total, Repsol, Shell, Naturgy, o ENI.

El importe del nuevo QE supone 12,5 veces el presupuesto anual de la Unión Europea para crecimiento sostenible. Y puesto en perspectiva global es una partida inferior a la destinada al rescate de aerolíneas en EE UU.
En el momento actual las medidas monetarias y fiscales que están adoptando frente al coronavirus bancos centrales y gobiernos tienen una escala tan enorme, un sesgo tan acentuado hacia las corporaciones frente a las personas y están dejando tan de lado la transición energética que chocan contra los límites del planeta.
¿EL FIN DE LOS MERCADOS FINANCIEROS?
Las intervenciones en auxilio de las compañías cotizadas con la excusa de evitar el colapso en los mercados financieros están teniendo unas dimensiones tan desproporcionadas, que paradójicamente podrían acabar con ellos tal como se han entendido en la historia del capitalismo.
De hecho, llaman la atención comentarios incluso desde el sector financiero preguntándose qué sentido tienen los mercados de valores cuando prácticamente todo estará garantizado por la Reserva Federal y el Gobierno de EE UU.
Es más necesario más que nunca el escrutinio colectivo del uso de los fondos públicos y de las políticas monetarias y fiscales. De lo contrario, cuando salgamos la doctrina del shock, real y financiera, puede haber acabado con todo

Y mientras, en Europa empiezan a lanzar globos sonda sobre la posibilidad de que el BCE compre directamente acciones de las compañías, como lleva haciendo el Banco de Japón diez años en su paranoia monetaria. De hecho, está entre los primeros diez accionistas en la mitad de las compañías cotizadas de su país, renunciando además a sus derechos de voto como accionista y por tanto a la capacidad de apoyar medidas contra la crisis climática o de buen gobierno corporativo.

El estado de confinamiento físico hace necesario más que nunca el escrutinio colectivo del uso de los fondos públicos y de las políticas monetarias y fiscales. De lo contrario, cuando salgamos la doctrina del shock, real y financiera, puede haber acabado con todo.