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jueves, 30 de julio de 2020

LAS EPIDEMIAS SÍ DISTINGUEN DE CLASES SOCIALES

El epidemiólogo Pedro Gullón y el médico de familia Javier Padilla, autores del libro ‘Epidemiocracia: Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo’ | CAPITÁN SWING

Conversamos el médico de familia Javier Padilla y el epidemiólogo Pedro Gullón sobre la situación del sistema de sanidad pública español, las desigualdades sociales y sanitarias y sobre cómo influyen los contextos sociales y económicos

 

Entrevista publicada originalmente en Catalunya Plural. Puedes leer el artículo completo en catalán 

 

Pedro Gullón (Madrid, 1988) es epidemiólogo y especialista en medicina preventiva y salud pública, y Javier Padilla (Madrid, 1983) es médico de familia. En plena pandemia del coronavirus, han escrito el libro Epidemiocracia: Nadie está a salvo si no estamos todos a salvo, editado por Capitán Swing. El libro reflexiona en torno a la pandemia del coronavirus pero también sobre las pandemias pasadas y las causas y los contextos sociales y políticos que propician el surgimiento de estas. La principal tesis que defienden los autores es que las epidemias sí distinguen de clases sociales. «Las personas de clases sociales menos acomodadas tienen más susceptibilidad a padecer el coronavirus, porque tienen trabajos más precarios, viven en viviendas más precarios, tienen peores condiciones de vida y, por tanto, están más expuestas a contraer el virus. Además, tienen mayor vulnerabilidad médica», señala Gullón.

El libro aparece en junio de 2020 con el impacto de la Covid-19 pero, ¿hacía tiempo que ibais con la idea de escribir algo así?

Javier Padilla: El libro fue un encargo editorial del día 10 de marzo, cuando esto comenzaba a ponerse mal. El día 13 ya teníamos un esquema, siempre mirando a la idea de que no fuera un libro de la coyuntura, sino mirando a epidemias pasadas, escrito en el contexto en que estamos pero planteando también hacia epidemias futuras.

Pedro Gullón: Solemos decir que es un libro sobre el coronavirus, pero no temáticamente. No queremos que sea un libro solo sobre el coronavirus, sino sobre todas las epidemias y sobre todo lo que ha ido pasando. De hecho, mucha información son pensamientos que ya íbamos arrastrando de antes, lo que facilitaba mucho la tarea. En una situación normal, escribir un libro en tres meses es prácticamente imposible, pero muchas ideas ya las teníamos.

Una de las ideas que defendéis es que las pandemias son más problemas sociales que médicos. ¿Por qué? ¿Cuáles son, en este sentido, las causas de la pandemia?

J.P.: Esta idea también ligada a la idea de que las enfermedades son más problemas sociales que médicos, en términos generales o, al menos, con respecto a las causas. Podríamos aludir a tres causas fundamentales para ver de dónde surgen situaciones como las pandemias actuales. Por un lado, el incremento de la invasión de ecosistemas, que se produjo muy especialmente en los últimos cuarenta años, en los años ochenta, cuando se produce una intensificación de los procesos de contacto entre humanos y animales que quizás no se daban previamente y que favorecen la aparición de enfermedades en humanos.

Por otra parte, un tema más de expansión, como sería la popularización de los transportes masivos a grandes distancias, no sólo por el turismo, sino por temas relacionados con los negocios. Y luego hay un aspecto relacionado más con la respuesta que damos, que es la constante presión sobre los sistemas públicos de salud, que hace que haya países en los que se dificulta la capacidad de respuesta a situaciones como la actual. Serían tres aspectos fundamentales que ayudan a ver un poco el marco.

P.G.: Queremos alejarnos del determinismo. Esto que hemos llamado en el libro ‘sustrato epidémico’, que se resume en estos tres factores que explicó Javier, es como entendemos que surgen las pandemias a partir de los años ochenta y más específicamente en el siglo XXI. Pero pandemias, ha habido, hay ahora y las habrá, y cada una tiene su contexto específico y su propio sustrato epidémico.

Una de las tesis principales de vuestro libro es que las epidemias sí distinguen de clases sociales. ¿Qué os lleva a sostener esta idea cuando lo que hemos oído estos meses es que el coronavirus no entiende de clases sociales?

P.G.: La idea de mostrar que el virus no entendía de clases sociales partía de una premisa que es positiva, que es mostrar la interdependencia y la vulnerabilidad humana hacia la enfermedad, pero estaba ignorando gran parte de las cosas. Esto lo podía decir igual un futbolista de Real Madrid en un chalet de 300 m², donde si uno era positivo podía aislarse bien de la familia, y lo escuchaba de la misma forma una cajera de supermercado que debe seguir trabajando durante el confinamiento, viendo a personas todo el día, y volviendo a casa y seguramente debiendo seguir cuidando de un familiar y conviviendo en un piso de 40 m² con 5 personas más.

Si analizamos estas características podemos ver, pues, como el virus sí entiende de clases sociales y esto es a distintos niveles. Uno de ellos es la susceptibilidad mayor a contraer la enfermedad. El segundo es que, además, tienen mayor vulnerabilidad médica. ¿Quienes son las personas que tienen más vulnerabilidad en términos de posible mortalidad o consecuencias más negativas? Pues las personas que tienen una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, las personas con diabetes, enfermedades cardiovasculares…

Curiosamente, todas estas enfermedades siguen un patrón social, por lo que las clases menos acomodadas también tienen más riesgo a coger la enfermedad, a las consecuencias médicas de la enfermedad y también más riesgo a las posibles consecuencias económicas de la crisis derivada de la pandemia. El virus entiende de clases sociales a muchos niveles.

La crisis sanitaria de la Covid-19 está generando una importante crisis económica y social. ¿Una precede a las otras o están todas interrelacionadas?

J.P.: En el libro hacemos referencia al concepto de ‘crisis matrioska’, como el hecho que unas dimensiones de la crisis que contienen otras. Sí podemos decir que hay una cierta concatenación o cronología de cómo hemos ido entendiéndolas, pero todas están relacionadas. Sí que es cierto que primero hemos pasado por una crisis sanitaria, después se ha hablado del impacto que tendría la crisis económica posterior, y ahora hay ciertos análisis que incluyen también la existencia de una crisis ecológica que atraviesa todas las demás, incluida con una crisis de cuidados que se ha hecho muy evidente en la época del confinamiento.

Pero esto no quiere decir que tengan una cronología, sino que se están relacionando en todo momento entre sí. Creo que es muy importante ser conscientes de que no podemos dar sólo una respuesta sanitaria a una crisis como la de las circunstancias actuales, porque entonces estaríamos despreciando la necesidad de respuesta económica, social, ecológica… la respuesta debe ser completamente transversal, con efectos que interaccionen con la crisis ecológica, la crisis social, con la crisis de cuidados… porque si no, nos quedaremos con una respuesta muy superficial y que, además, acabará impactando de forma preferente sólo en sectores muy concretos de la población.

También se comenta que habrá un antes y un después de la Covid-19. ¿Puede la pandemia conllevar un cambio profundo en las estructuras económicas y sociales?

J.P.: El otro día leí una entrevista a Naomi Klein donde decía que no es que situaciones como la actual per se fueran elementos de cambios de época, pero que los cambios de época se daban en situaciones como la actual. Está claro que nada cambiará sólo por lo ocurrido, pero se abre un escenario de cambio y eso parece indudable. No habríamos tenido un ingreso mínimo vital en España si no hubiera producido la pandemia. De este modo, se puede evidenciar que hay cosas que estaban presentes para poder cambiar. Lo que pase en el ámbito europeo será un elemento bastante determinante de hasta qué punto puede influir en nuestras vidas diarias los cambios posteriores que tengan lugar.

Después, hay otros elementos que están relacionados con el tema de los transportes. Parece que hay discursos que vaticinan un cambio total en los elementos del turismo. El turismo como elemento de consumo, el turismo masivo, cambiará, porque la emergencia ecológica en la que nos encontramos hará que cambie. Otra cosa es que haya que cambiar para ello o que seguimos alimentándolo hasta un momento en el que tenga que cambiar por circunstancias materiales más notables. Yo no sería tan determinista de relacionar la Covid-19 como elemento de cambio; sí sería más determinista en relacionar la Covid con el espacio en el que puede ocurrir un cambio, o no.

P.G.: De hecho, haciendo referencia a uno de los mantras que también se dice, que es que ‘esta crisis nos hará mejores’, una frase que suele repetir Javier en algunas entrevistas es que es difícil que una crisis que lleva muerte y pobreza nos vaya a hacer mejores personas.

El confinamiento mejoró la calidad del aire, lo que se notó en el medio ambiente. ¿Habremos aprendido la lección o esto habrá sido sólo un espejismo?

J.P.: Mientras no cambien las causas fundamentales, que son las que hacen que estemos en un modelo económico concreto, no cambiará nada. Yo creo que tenemos un problema si la única manera que tenemos de pensar un futuro sin coches es una pandemia. O si la única manera que tenemos de pensar en el logro de ciertas conquistas sociales es una situación con cientos de miles de muertos y con una crisis económica posterior que devastará a miles de familias. Creo que hay que pensar en futuros que vayan a parte de grandes choques de este tipo, porque son futuros que, además, ya se están planteando. Sí que es cierto que una situación como la actual puede abrir la ventana a una situación más favorable, pero las propuestas ya estaban.

P.G.: Es que, de hecho, si no atendemos estas propuestas, la ‘nueva normalidad’ se parece a la vieja normalidad pero con mascarillas, sin lugar a cambio más allá. En el libro hablamos también de la calidad del aire. Hay muchas opciones políticas que se llevan debatiendo desde hace tiempo respecto a un urbanismo saludable. Ahora quizás deberíamos aprovechar esta oportunidad para sacarlas al debate público. Ahora es el momento de sacar todas estas batallas que se llevaban hablando desde hace tiempo.

La gestión política de la crisis sanitaria de la Covid-19 ha sido diferente en los distintos países. ¿Pensáis que las actuaciones unilaterales son eficaces o hubiera sido mejor un abordaje multilateral?

J.P.: Yo creo que no hay un abordaje unilateral real, porque aunque haya una cierta ilusión que cada uno tiene soberanía para hacer lo que quiera, en la práctica no es así. Se han visto casos como el de Suecia, por ejemplo, en que se decidió tomar una medida diferente de los demás. Pensaban que iban a tener capacidad para mantener la actividad económica, pero en un mundo globalizado en el que hay una interconexión entre los diversos actores, si los actores paran, tú también tienes que parar, porque estás pedaleando sin cadena, por decirlo de alguna manera, no vas a ninguna parte.

Lo que está claro es que si se piensa en ámbitos como la Unión Europea o la Organización Mundial de la Salud como ámbitos con capacidad de gobernar y de desarrollo de políticas comunes, estas instituciones deben ponerse de relieve en situaciones como estas. La OMS ha salido malparada de esta pandemia, no tanto por sus medidas o no medidas, sino porque la gente ha visto que es una entidad con muy poca capacidad de ejecución.

Yo creo que la unilateralidad en realidad no existe, sino que lo que hacen los países es intentar navegar dentro de estas interconexiones, intentando adaptar la respuesta mayoritaria al contexto propio. Pero la mayoría de las respuestas que se han dado en los diferentes países han sido relativamente similares, es decir, cada uno ha cerrado parte de la actividad económica, la ha ido abriendo cuando ha creído que la situación estaba mejor… y después, aspectos comunes como la circulación de personas en los diferentes países se han ido pactando. Así que yo creo que el entorno material de interdependencia y conexión entre las diferentes regiones es lo que ha hecho que la respuesta no sea tan unilateral como pueda parecer y cómo algunos países han intentado vender.

Siguiendo esta misma línea, con lo que comentabas de la OMS, cree que se necesitan estructuras internacionales más fuertes y potentes?

P.G.: Está claro que el papel de la OMS ha dejado bastante que desear, en el sentido de qué capacidad tiene para coordinar. Ya no sólo en cuanto a la capacidad ejecutiva, sino en la cooperación entre los países y la ayuda humanitaria necesaria en la respuesta al coronavirus o en intentar que la respuesta sea ya no sólo con elementos comunes, sino con justicia global. Hemos llegado al momento en que más necesitábamos en el mundo la OMS, porque tenemos un sistema global que genera pandemias, pero que luego no es capaz de responder globalmente a ellas.

Llegamos a este momento con una OMS muy debilitada y que sale, además, herida casi de muerte, cuando una de las potencias mundiales, como Estados Unidos, decide retirar todo su financiación y vemos como, poco a poco, esta financiación pública, que tiene el elemento de control democrático y rendición de cuentas, es sustituido por capital privado.

Nos hemos encontrado con una emergencia sanitaria ciertamente pero, en realidad, hay emergencias cada día en muchas partes de mundo, ya sean de pobreza, económicas, medioambientales, de derechos humanos…

J.P.: En el caso del coronavirus pienso que hay dos singularidades. Por un lado, la escala. Cuando ocurrió la epidemia del Ebola fue un problema que nos incumbió sólo en el momento en que saltó las fronteras y llegó a Europa, Estados Unidos… por la otra, lo que está claro en este caso es que se ha producido una saturación de los servicios. Esta emergencia de salud pública en el ámbito global ha conseguido saturar todos los sistemas sanitarios públicos de todos los países.

Esta es una cosa muy notable. No quiere decir que no haya grandes emergencias sociales que tengan impacto en la salud, pero tienen capacidad para saturar sociedades, digamos, no servicios. La tasa de pobreza que tenemos en España, por ejemplo, seguramente tenga a largo plazo una repercusión en la población tremendamente elevada. La singularidad de la pandemia es que ha venido rápidamente, llega de golpe y satura los sistemas sanitarios, y tenemos muy pocas herramientas para enfrentarnos a ella.

Contra la pobreza sí tenemos herramientas para hacerlo, otra cosa es que no se llevan a cabo. Contra esto no teníamos herramientas para hacerle frente más que quedarnos en nuestra casa. La repercusión que ha tenido esto sobre la misma dinámica del sistema ha sido tremendamente fuerte.

En el libro habláis de la era del ‘Antropoceno’, la época en que la actividad humana ha comenzado a generar efectos masivos a escala mundial. ¿La capacidad de transformar los ecosistemas por parte de los seres humanos es el elemento característico de nuestra época histórica?

P.G.: En el libro intentamos alejarnos de esta frase que se ha repetido tanto estos meses, que dice que «el virus somos nosotros», el ser humano. Este punto de vista ecologista ha sido un análisis que han hecho muchas personas, que dicen que hay una relación con la crisis ecológica y la crisis que vivimos ahora.

En el libro intentamos virar del concepto ‘antropoceno’, desde el que es el ser humano el que modifica el entorno, al concepto ‘capitaloceno’: es el ser humano, sí, pero con las circunstancias económicas y el sistema económico existente, en este caso el capitalismo, el cual provoca esta situación de invasión de ecosistemas, que vienen aceleradas desde los años ochenta, cuando los pactos de Washington y el nuevo liberalismo provoca una aceleración aún mayor de la economía. En el contexto actual, las pandemias no se pueden intentar analizar sin plantearse las desde el sistema económico en el que vivimos los seres humanos, este ‘capitaloceno’.

En cuanto a la atención primaria, creéis que se ha hecho lo suficiente para potenciarla durante esta crisis?

J.P.: La atención primaria tiene una crisis que no es coyuntural, es estructural, desde hace décadas. Está claro que lo que no se ha hecho en una situación de crisis es cambiar la tendencia de lo que se ha ido haciendo en las décadas anteriores. Sí que creo que, al menos en la parte final de la crisis, ha habido una cierta revalorización de su papel y un cierto reconocimiento y toma de conciencia de que sin una atención primaria fuerte, el sistema no va a ninguna parte.

Pero bueno, es que salud pública y atención primaria, que son los puntos centrales desde donde se debería levantar la respuesta al coronavirus desde un sistema de salud como el nuestro, son los sectores que más recortes han sufrido en la última década. Entonces, es lógico que la respuesta que hayan podido dar haya sido más debilitada. Está claro que sin una atención primaria y una salud pública fuerte volverá a venir una nueva ola del virus que será igual o peor que el anterior.

Recientemente, hablando con compañeras de Barcelona, ??me comentaron que estaban muy cabreadas porque estaban haciendo que ellas hicieran el estudio de contactos, además de estar atendiendo los casos de Covid, las patologías habituales, las patologías que se han agravado con el confinamiento y las que están surgiendo ahora con la crisis económica posterior a la sanitaria. Está claro que la atención primaria seguirá haciendo aguas, seguirá aguantando como pueda. Hay cosas que se han ido mejorando, como es la capacidad diagnóstica en la atención primaria o el número de personal en salud pública, pero sigue siendo insuficiente con la situación actual.

P.G.: En el libro hablamos de potenciar el invisible y flexibilizar el rígido. Potenciar la invisible es potenciar la atención primaria y la salud pública como valores propios de sistema, entender que nuestro sistema nacional de salud debe pivotar sobre ellos. Y flexibilizar el rígido es porque creemos que deberíamos también de huir de montar camas de UCI sólo porque ha habido momentos en algunos lugares de España donde se han saturado las camas UCI; no tenemos por qué tener un sistema de pandemia para momentos que no son de pandemia.

Lo que tenemos que tener es un sistema hospitalario que sea lo suficientemente flexible para que en momentos de pandemia pueda transformarse. Esto es algo que se ha hecho, de manera caótica, cuando hospitales de Madrid y Barcelona han triplicado las camas de UCI. Nosotros proponemos que más que hacerlo de forma desordenada, provocando una carga en los profesionales, emocional y de trabajo enorme, que esto sea parte de un proceso organizado. Que cuando haya aumento de demanda seamos capaces de transformar diferentes lugares para tener esta capacidad de camas ante un aumento de casos. Y esperamos que potenciando la invisible nunca llegue a ser de la misma manera que lo fue en marzo.

¿Qué escenario creéis que puede haber respecto a la accesibilidad de la vacuna? Se habla de que se necesitan mínimo dos años para poder abastecer a toda la población.

J.P.: El primero será ver de qué vacuna estamos hablando, cuánto tarda en salir una vacuna que sea efectiva, segura… en segundo lugar, está en juego todo el tema relacionado con la propiedad intelectual. Si la mayoría de los esfuerzos económicos relacionados con las vacunas se están haciendo desde proveedores públicos, no puede ser que pagamos el mismo precio que si fuera una inversión totalmente privada. Y luego, ya entraríamos en temas de producción, que seguramente será el factor limitador fundamental y que habrá que ver cuántos países tienen capacidad para poner industria pública a trabajar o que las industrias privadas se puedan poner al servicio de lo público para trabajar en esta producción.

Por otra parte, hay un punto fundamental que es que, teniendo en cuenta que hablamos de una pandemia, el ideal y lógico sería ir a escenarios de justicia global, que lo que hiciéramos fuera determinar qué países y qué grupos de personas en estos países deben tener un acceso preferente según varios criterios, como la gravedad de la enfermedad, la repercusión que pueda tener la pandemia sobre economías locales, etc. Y determinar dentro de un propio país si se deben vacunar primeros los trabajadores esenciales, los ancianos…

A escala global, yo creo que no es lo deseable y es lo que deberíamos evitar, pero si tuviéramos que hacer de adivinos, seguramente podemos afirmar que vamos a un escenario de dos velocidades: una velocidad que serían los países de renta alta y renta media-alta (Unión europea, Japón, China, EE.UU., Australia …), que harían una captación inicial de la vacuna, y luego los países de renta baja o media-baja. Seguramente, la OMS u otras instituciones supranacionales intentarían que no fuera así, pero ya hemos visto cómo funcionan países como Estados Unidos, intentando comprar tratamientos como el remdesivir. Entonces, aunque quizás Perú tenga una necesidad mayor de la vacuna que la que pueda tener Holanda, está claro que Holanda no dejará que sea Perú quien acceda de forma preferente a ella, porque Holanda no rinde cuentas ante la ciudadanía del Perú ni ninguna institución global, sino que rinde cuentas ante sus ciudadanos.

Desarrollaremos un entorno de distribución de la vacuna que se basará más bien en el ámbito competitivo y no cooperativo, como ha ocurrido con los equipos de protección individual, los reactivos para tests o todos los diferentes episodios de esta primera temporada de pandemia que estamos viviendo.

P.G.: Yo quisiera añadir un punto de incertidumbre. Parece que hemos dado por hecho que tendremos una vacuna, pero habrá que ver, primero, si tenemos una vacuna y, después, la efectividad que tiene esta vacuna. Si miramos epidemias pasadas, todavía no tenemos una vacuna para el VIH, el SARS tampoco nunca tuvo vacuna, la vacuna del ébola tampoco llegó… Es verdad que hay una situación en la que ya tenemos vacunas en prueba, pero hemos tener en cuenta siempre que estos procesos científicos son largos y que, a veces, no dan el resultado esperado. Es muy probable que la primera vacuna que salga, si es que sale alguna, tenga una efectividad limitada. Creo que también puede ser problemático cuando ponemos todas las esperanzas en un elemento único que puede que no llegue. Por eso tenemos que seguir actuando con las herramientas que tenemos ahora.

Fuente: https://www.lamarea.com/2020/07/28/dificil-que-una-crisis-muerte-pobreza-nos-vaya-a-hacer-mejores-personas/

 


sábado, 30 de enero de 2016

LOS MOSQUITOS MODIFICADOS GENÉTICAMENTE LIBERADOS EN BRASIL EN EL AÑO 2015 VINCULADOS A LA EPIDEMIA ACTUAL ZIKA?




Por Reddit
Global Research, 29 de enero 2016
Reddit 26 de enero 2016

Este parece ser un caso para mí, donde la arrogancia de la humanidad pudo haber salido mal en nosotros.

Aquí es Oxitec volver en 2015 con orgullo anunciar que su mosquitos GM ha diezmado la población de mosquitos local en un ensayo de campo:

Estrenos del mosquito Oxitec ingeniería genética, conocida comúnmente como "friendly Aedes aegypti ', redujeron la población de mosquitos del dengue en un área de Juazeiro, Brasil en un 95%, muy por debajo del umbral de modelado para la transmisión de enfermedades epidémicas.
Aquí es un mapa que muestra dónde se encuentra Juazeiro.


Aquí es un mapa que muestra dónde están naciendo todos los bebés deformes.



Zika se confirmó por primera vez en Brasil en mayo de 2015, pero se había visto en otras naciones antes. Pregunta: ¿Por qué no se produce una epidemia de defectos de nacimiento en otros países?¿Cómo funciona exactamente le pierda un aumento de diez veces en los niños que nacen con la mayor parte de su cerebro que falta? Zika en Brasil no parece comportarse como el Zika estábamos familiarizados con antes.
¿Cómo podría la catástrofe Zika estar vinculado a los mosquitos modificados genéticamente?
La cepa OX513A de mosquitos machos liberados en Juazeiro crea larvas que normalmente mueren en ausencia de antibióticos, que se supone para ayudar a diezmar las poblaciones de mosquitos salvajes cuando estos hombres se liberan en el medio silvestre. Problema aquí es, por supuesto, que "la vida, eh, encuentra un camino". Se estima que el 3-4% de las larvas sobreviven hasta la edad adulta, en ausencia del antibiótico tetraciclina. Estas larvas debe entonces ser libre para seguir y reproducirse y transmitir sus genes. De hecho, pueden ser los únicos que están pasando sus genes en lugares que tienen su población de mosquitos silvestres diezmada por estos experimentos.

¿Cuál es el efecto en estos mosquitos que crecen con un genoma mutilado? Se cree que esto se debe introducir un costo de fitness, es decir, que debe tener una mayor dificultad para sobrevivir. ¿Qué sabemos acerca de estos mosquitos? ¿Alguna vez ha hecho una investigación adecuada sobre cómo un mosquito genéticamente mutilado hace frente a infecciones virales? Podría el mosquito ser más susceptibles a ciertos patógenos, que luego pasa a los seres humanos?
Si un patógeno como el virus Zika puede prosperar en el mosquito sin restricciones, podría convertirse en algo mucho más peligroso que su encarnación original, tirando de la palanca de la máquina tragaperras con cada replicación hasta que golpea el jackpot genética.
¿Es mucho pedir una moratoria sobre este tipo de experimentos genéticos?
La fuente original de este artículo es Reddit
Copyright © Reddit, Reddit, 2016


lunes, 30 de noviembre de 2015

CIENTÍFICOS CUBANOS CERTIFICAN QUE LA GRAVE EPIDEMIA DE DENGUE HEMORRÁGICO DE 1981 FUE UNA CEPA DE LABORATORIO INTRODUCIDA DELIBERADAMENTE EN LA ISLA




Ciencia a lo Sherlock Holmes

Juventud Técnica
30-11-2015

Insospechado nunca fue. Demasiadas coincidencias en aquella gran epidemia de dengue hemorrágico en el 1981 cubano. Los crímenes serán siempre imperfectos. Y detrás del delito, la ciencia buscando las huellas, las pistas…, persiguiendo verdad. Y aunque tenga que esperarse por la ciencia más de treinta años para demostrar, por ejemplo, que esa epidemia ocurrió a causa de una orden y no por caprichos naturales, vale la pena verla saborear la pipa a lo Sherlock Holmes y, con mirada arrogante, oírla revelar las pruebas que confirman una hipótesis inicial: la cepa del dengue serotipo 2 causante de la epidemia fue una cepa de laboratorio introducida deliberadamente en Cuba.

Antes, en el año 1977, el 44,46 por ciento de la población cubana había estado infectada con el virus del dengue 1 bajo el cuadro benigno de la enfermedad. Se corría el riesgo de una infección secundaria si un serotipo de dengue diferente entraba al país, pues los anticuerpos contra el dengue 1 no protegen contra el 2; por el contrario, amplifican la infección. La carga viral aumenta y por ende, la probabilidad de que la transmisión ocurra a través del agente transmisor, el mosquito Aedes aegypti, es más alta.

Los números de la epidemia sorprenden hoy, y no podría decirse ahora con exactitud qué sintió el pueblo cubano de mayo a octubre del año 1981: 344 mil 203 infectados, diez mil 312 casos graves y muy graves, 101 niños muertos de un total de 158 personas fallecidas. Los por qué se volvieron inminentes.

Treinta años más tarde, la Doctora en Ciencias de la Salud Rosmari Rodríguez Roche y su grupo de investigación del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), al obtener la secuencia del genoma completo del dengue 2 aislado durante la epidemia, proporcionaron las evidencias científicas, y obtuvieron, el Gran Premio en el Concurso Premio Anual de Salud 2015, por el impacto científico y político del estudio titulado “Primera epidemia de dengue hemorrágico en las Américas, 1981: nuevos conocimientos sobre el agente causal”..

“En la epidemia de 1981 el profesor Kourí describe por primera vez el fenómeno de incremento de severidad en el tiempo, que luego se repite en Santiago de Cuba en el año 1997 y más tarde en La Habana en el 2001 –explica la Doctora Rosmari Rodríguez–. Es decir, que al final de la epidemia, cuando el país entero estaba volcado ya en controlar, los médicos estaban más avisados y la atención más organizada, hubo una acumulaciónde casos graves y fallecidos que no era lógico. Entonces supusimos que el virus cambiaba durante la epidemia. Teníamos la duda de si cepas de diferentes momentos de la epidemia del 81 mostraban una variabilidad, una evolución, que explicara este incremento de severidad".

“Por otro lado, la epidemia de 1981 tenía algo en particular: se había evidenciado que se trataba de una cepa de laboratorio introducida deliberadamente en el país. Pero las investigaciones en esa década del 90 fueron realizadas con metodologías de secuenciación manual, un complicado método en el que se utilizaban isótopos radioactivos. Con herramientas muy simples se comparaban las secuencias obtenidas y dado el porciento de similitud se llegaba a una conclusión. En aquel estudio se secuenciaron unas 200 o 300 bases de un genoma completo que tiene 11 mil bases. Con ese pequeño fragmento se dijo que la cepa del 81 era similar a una cepa aislada en Nueva Guinea en el año 1944, considerada la cepa prototipo de dengue 2 que se utiliza en la mayoría de los laboratorios de dengue a nivel mundial.

“Qué sucede –cuenta Rodríguez Roche–, cuando este artículo sale a la luz muchos científicos a nivel mundial que trataban la temática de la evolución de los virus decían que eso no era más que una contaminación de laboratorio, porque las técnicas moleculares tienen ese problema, son muy sensibles. Si uno trabaja en un laboratorio donde se manipulan diferentes virus y no se toman las medidas adecuadas para su buen funcionamiento, puede que se amplifique una cepa que no es la que se intenta estudiar, y se contamine el ensayo. Se decía que ese virus, después de casi cuarenta años aislado en Nueva Guinea, en el Sudeste Asiático, si estaba circulando aún debía estar sujeto a los mecanismos de la evolución y por tanto debió acumular un número de mutaciones que lo diferenciara del aislado en el 81 en Cuba”.

En resumen, los científicos cubanos tenían las interrogantes de cómo se incrementaba la severidad en el tiempo, y cómo demostrar si se trataba o no de una contaminación. De esa forma, cuando el IPK obtuvo una tecnología de secuenciación automática, se propusieron secuenciar el genoma completo de cepas de dengue 2 aisladas en la epidemia del 81, que estuvieron guardadas en los bancos de cepas durante más de treinta años.

“De un total de dieciocho cepas que se conservaban logramos secuenciar cinco –asevera la Doctora–. No queríamos manipularlas, sino trabajar con las originales de aquella época; así, utilizando sistemas de alta fidelidad para la amplificación del genoma, se obtuvo la secuencia de cinco cepas correspondientes a diferentes momentos de la epidemia. Luego, utilizando herramientas bioinformáticas de alta resolución que no solo se basan en la similitud, sino en complejos modelos de evolución que permiten obtener árboles filogenéticos, nos dio el mismo resultado. O sea, las cepas se relacionaban genéticamente con la de Nueva Guinea de 1944. Y además descubrimos que el virus cambiaba con el transcurso de la epidemia. Entonces dijimos, las contaminaciones no mutan –si usted contamina con algo que tiene en el laboratorio, siempre en cada muestra va a tener la misma contaminación–. El hecho de que el virus cambiara en el transcurso de la epidemia nos da pie para rechazar la hipótesis de contaminación y, por otro lado, para explicar el incremento de severidad”.

- Pero… ¿por qué puede afirmarse que el dengue 2 fue introducido en Cuba deliberadamente y no que entró por otras causas?

- Una epidemia de dengue empieza habitualmente por un caso índice de una persona que viene infectada de algún lugar, incluso sin síntomas; y si en ese sitio habita el mosquito Aedes aegypti, este puede picar a la persona infectada, incubar el virus por unos días y volver a picar a otra persona y así comienza el ciclo de transmisión.

“En el caso de la epidemia del 81 existen evidencias de que los casos aparecieron en tres puntos del país al unísono: oriente, centro y occidente. Una posible vía de introducción pudo ser a través de mosquitos infectados con la cepa de dengue 2. En realidad, no era imposible o absurdo pensar que en Cuba pudiera entrar el dengue, pero debió ser una cepa que estuviera circulando en ese momento, si no en la región, al menos en el mundo, aunque en esa etapa los viajes no eran tan frecuentes como ahora. El hecho de encontrarnos con la cepa prototipo de laboratorio, tan antigua por cierto, fue el elemento más trascendental que sugirió la introducción deliberada.

“Cuando los científicos cubanos descubrieron en aquel momento, que se trataba de un virus de origen asiático, la explicación que se le halló fueron los movimientos de los internacionalistas cubanos que entonces colaboraban en Vietnam. Sin embargo, la alta similitud con la cepa de Nueva Guinea del año 1944, permite rechazar la hipótesis de que haya sido trasladado hacia Cuba desde territorio vietnamita en la década del 80”.

- ¿Qué valías en el sentido científico tiene la secuenciación del genoma completo del dengue 2?

- Este trabajo acerca de la epidemia de 1981 es importante no solo por su impacto político al demostrar que sí circuló en Cuba una cepa de laboratorio, sino también porque se aportan resultados que desde el punto de vista científico tienen novedad, por haber sido realizados en un escenario epidemiológico único. En ese sentido, el contexto cubano ha sido utilizado en muchas investigaciones para probar determinados factores de riesgo que puedan conducir a un dengue grave. En un lugar donde circulan todos los serotipos del virus dengue a la vez –dígase un país asiático, por ejemplo– es muy difícil comprobar cuál llegó primero o después, y tener la historia epidemiológica exacta. En este caso, se estudió el incremento de severidad en el tiempo durante la circulación del dengue 2, en un contexto donde solo existía inmunidad a dengue 1 pues no habían circulado otros serotipos. Por tanto, los niños más afectados fueron los mayores de cuatro años que ya se habían infectado con dengue 1 en 1977.

“Por otra parte, este estudio es relevante porque se realizó completamente en Cuba, a diferencia de estudios anteriores de caracterización de cepas aisladas en el país, que se ejecutaron con la colaboración de instituciones científicas extranjeras. Contar en el IPK con las herramientas para caracterizar los virus circulantes tiene un gran impacto social, pues con la alerta temprana emitida a las autoridades de salud sobre la entrada al país de nuevos virus y su potencial virulento, es posible tomar medidas para cortar la trasmisión en áreas de salud o municipios específicos, y evitar que se extiendan al resto del país.

“Asimismo, la caracterización molecular a nivel de genoma completo ofrece información valiosa a la comunidad científica internacional para el diseño racional de candidatos vacunales contra el dengue. Se conoce que una vacuna eficaz debe ofrecer protección contra todos los serotipos del virus al mismo tiempo (vacuna tetravalente), y existe preocupación sobre la gran variabilidad genética de los virus y sobre la posibilidad de que aparezcan mutantes de escape. Por tanto, para una adecuada evaluación de los candidatos vacunales contra el dengue es imprescindible contar con un mapa genómico de los virus circulantes por países y regiones. Este es un proyecto que promueve la Organización Mundial de la Salud, y al que esta investigación brinda valiosos aportes.”