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sábado, 10 de julio de 2021

PATENTES Y CAPITALISMO

Por ASTARITA

10.JUL.21 | PostaPorteña 2216

 

En una nota anterior (aquí) hice referencia a que la producción, distribución y aplicación de las vacunas anti-Covid se basa en el trabajo de miles de científicos, técnicos y trabajadores en general. En esta entrada presento algunas reflexiones sobre la naturaleza y función de las patentes (o sea, no trato los copyright que se aplican a las creaciones artísticas ni los derechos de propiedad sobre las marcas comerciales) en el modo de producción capitalista

Rolando Astarita 5 julio 2021

 

Recordemos que las patentes son concedidas por los Estados a quienes aplican conocimientos científicos a la producción de un nuevo producto, o a la generación de un nuevo proceso de producción, o de comercialización. Los beneficiarios de la patente tienen el derecho exclusivo de controlar la producción y venta de un determinado producto, o de un proceso productivo, durante un lapso de tiempo, que por lo general se establece en 20 años.

 De esta forma las patentes generan una relación de propiedad sobre el conocimiento científico aplicado o tecnológico.

Es que en tanto los bienes físicos son bienes rivales, los conocimientos son no rivales y en el sistema basado en la propiedad privada “exigen” protección.

 Si Juan, por ejemplo, tiene el bien físico X y lo entrega a Pedro, Juan deja de poseer X. Si en cambio Juan tiene un conocimiento Z y lo entrega a Pedro, ambos pasan a tener Z. En consecuencia, en tanto la propiedad privada de medios de producción y bienes físicos es fuente directa de poder económico para el capitalista, el conocimiento necesita de la exclusión, legalmente establecida e institucionalmente garantizada para convertirse en fuente de poder económico para el capitalista.

En cambio, la propiedad en común de conocimientos no genera relación alguna de poder económico. En otros términos, dado que un avance científico es compartible infinitamente, la patente lo transforma –durante el tiempo en que esté vigente- en propiedad privada.

Por eso a medida que avanzó la mundialización del capital, el tema se hizo global. El Agreement on Trade-Related Aspects of Intellectual Property Rights (TRIPS), de la OMC, negociado entre 1986 y 1994 en la Ronda de Uruguay introdujo por primera vez reglas de propiedad intelectual en el sistema de comercio multilateral. El Acuerdo TRIPS establece los derechos mínimos que debe tener un propietario de patente, y define las condiciones bajo las cuales se permiten excepciones a esos derechos. 

Agreguemos que la posibilidad de copiar y difundir tecnologías y conocimiento científico aplicado crece con el avance tecnológico. En especial, los programas de computadora, o software, presentan problemas para su acaparamiento, ya que una vez creados pueden ser almacenados, reproducidos y distribuidos, sea por CD-ROM o en línea, con costos bajos y en  cantidades ilimitadas.

 

¿A quién protegen las patentes?

 

Los apologistas del capitalismo acostumbran presentar las patentes como una forma de garantizar que el valor derivado de un avance científico aplicado a la producción vaya a quienes lo han generado. Pero es un hecho que los avances científicos aplicados a la producción son obra de investigadores, ingenieros, doctores, técnicos y personal auxiliar de todo tipo pertenecientes a los departamentos de investigación y desarrollo de las empresas, a quienes las patentes no les otorgan propiedad alguna. Esto sin contar los científicos y técnicos en investigación fundamental, que tampoco obtienen propiedad alguna con las patentes.

En definitiva, las patentes no generan propiedad para estos trabajadores, sino para los accionistas, los propietarios del capital. O sea, el colectivo laboral genera el avance, pero la apropiación de sus beneficios en términos de acrecentamiento de la propiedad y apropiación de plusvalías extraordinarias va al capital, cada vez más concentrado, dicho sea de paso.

Subrayamos que la fuente de las plusvalías extraordinarias derivadas de los cambios científicos y  tecnológicos es el trabajo potenciado. Es potenciado en los dos sentidos en que Marx utiliza esta noción: incluye trabajo calificado en una medida superior a la media; y genera un producto, o un método productivo, superior al promedio de la rama.

 

El carácter social de la producción de conocimiento y las patentes

 

Naturalmente, la preservación de las patentes es de gran interés para las empresas que merced a su monopolio obtienen ganancias superiores al promedio; también de aquellas que buscan comercializar la patente; o que exigen pagos por el uso del conocimiento “privatizado”. El argumento preferido de esos capitales es que si no se protegen esos derechos de propiedad intelectual se pone en peligro la producción creativa y el avance científico.

Pero el argumento es cuestionado incluso desde el interior del campo burgués, ya que a menudo las patentes han obstaculizado el progreso tecnológico

Algunos casos representativos se citan con frecuencia. Uno es el estadounidense Eli Whitney, quien inventó (con ayuda decisiva de uno de sus empleados) la desmotadora de algodón, una máquina que separaba la semilla de la fibra de algodón. La desmotadora representaba un importante progreso en relación al trabajo manual con que se separaba la semilla. Sin embargo, Whitney intentó frenar su difusión mediante su patentamiento. Quería cobrar a los productores por el algodón desmotado en sus desmotadoras. Los productores se negaron, construyeron sus propias desmotadoras, y el avance se generalizó. Otro ejemplo es lo ocurrido con el automóvil. En los comienzos de la industria la Association of Licensed Automobile Manufacturers, constituida por un grupo reducido de fabricantes, intentó monopolizar el mercado mediante el control de la patente que le había sido otorgada a un abogado, George Selden. Al mismo Henry Ford se le negó una licencia y enfrentó una demanda legal cuando su empresa continuó fabricando automóviles. Ford terminó ganando el pleito.

 

Las patentes de Myriad Genetics

 

Con  las patentes también entran en juego la salud y las vidas humanas. Un caso ilustrativo es lo ocurrido con Myriad Genetics, una empresa fundada en 1994 por científicos de la Universidad de Utah.

 A partir de una investigación conjunta con la Universidad y el gobierno de EEUU, en los 1990 MG consiguió identificar la ubicación de dos genes, BRCA1 y BRCA2, asociados al cáncer de mama y de ovario. Estos genes normalmente reparan ADN dañado. Una mutación de estos genes significa que las células son más propensas a desarrollar alteraciones genéticas que llevan al cáncer. Esto es, alguien con mutaciones de estos genes tiene más riesgos de tener cáncer de mama, ovario y próstata; con detecciones a tiempo, se puede prevenir o retardar el desarrollo de estos tipos de cáncer. El descubrimiento de MG consistió entonces en descubrir la locación precisa y la secuencia de los genes BRCA1 y BRCA2. Basada en esos descubrimientos, MG desarrolló testeos médicos para detectar mutaciones de genes BRCA1 y BRCA2, cuya presencia indicaría un riesgo incrementado de cáncer.

 MG entonces solicitó al gobierno de EEUU y a la Unión Europea patentes relacionadas con las secuencias de los genes y sus mutaciones. Entre 2001 y 2003 la UE concedió patentes de invención a MG relacionadas con métodos para diagnosticar la predisposición al cáncer de mama y ovarios asociada con los genes y sus mutaciones. La concesión de estas patentes despertó polémicas y críticas y objeciones de institutos de investigación y organizaciones políticas y sociales. Entre ellas, la socialdemocracia suiza, Greenpeace de Alemania, el Instituto Curie de Francia, la Sociedad Belga de Genética Humana, el Ministerio de Salud de Países Bajos, y el Ministerio de Seguridad Social de Austria. Además de objeciones de carácter técnico –no se habrían satisfecho los requisitos necesarios para obtener una patente de invención- se señaló el potencial bloqueo en la investigación y desarrollo de testeos genéticos alternativos que podían generar las patentes sobre genes humanos. La presión fue tan fuerte que la UE terminó revocando, en algún caso, y en otro restringiendo, los derechos sobre los genes relacionados con el cáncer de mama y de ovarios.

En cuanto a la situación en EEUU, la Oficina de Patentes admitió lo solicitado por MG (se aceptaban las patentes que cubrían secuencias aisladas de ADN)

Los defensores de las patentes sostuvieron que las mismas promovían la inversión tecnológica e investigación genética. Pero a semejanza de lo ocurrido en Europa, surgieron críticos. Estos plantearon que esas patentes ahogarían la innovación al impedir que otros emprendieran investigaciones en cáncer; que ponían limitaciones a las posibilidades de testeos para enfermos de cáncer; y que múltiples investigadores, muchos de ellos subvencionados con fondos públicos, habían contribuido a la locación de BRCA1 Y BRCA2. Por otra parte, y desde un punto de vista más técnico, esas patentes no serían válidas ya que se relacionan con información genética producida por la naturaleza. De todas formas, y a partir de las patentes concedidas, MG pasó a ser la única empresa que podía administrar el test BRCA1/2, por el que cobraba entre 3000 y 4000 dólares. El monopolio otorgado por la patente duraría 20 años.

En 2009 la Unión por las Libertades Civiles de Estados Unidos [ACLU] y la Fundación de Patentes Públicas reclamaron ante la Justicia la nulidad de las patentes sobre las secuencias de los genes BRCA1 y BRCA2. El tema llegó a la Corte Suprema, la cual, en 2013, invalidó cinco de las patentes de MG, relacionadas con los testeos para detectar cáncer de mama y ovarios (las solicitudes de patentes de MG superan las 500). Sostuvo que las leyes de la naturaleza, los fenómenos naturales y las ideas abstractas no son patentables, y sobre el ADN segmentado planteó que si bien MG encontró un gen importante y útil, el separar ese gen del material genético que lo rodea no es un acto de invención. Más en general, la información genética de los seres humanos no debería ser propiedad privada de nadie. Sin embargo, la Corte hizo equilibrio, afirmando que las patentes sirven para asegurar un grado de rentabilidad a las empresas. Y que la creación de cADN es patentable. De manera que MG continúa teniendo una fuerte capacidad para demandar y bloquear investigaciones o empresas proveedoras de testeos que puedan crear el mismo cADN a partir de un ADN natural. Casi inmediatamente después de la decisión  de la Corte, otras empresas empezaron a ofrecer testeos a un precio de entre 1000 y 2300 dólares.

 

Otro caso: el software

 

Otro caso ilustrativo es lo que ocurre con el software. Un especialista a quien consulto me explica que un argumento clave para excluir al software de la protección de patentes es que la innovación en este campo por lo general implica un movimiento secuencial acumulativo y el uso del trabajo de otros. Además, está la necesidad de preservar la inter operatividad entre programas, sistemas y componentes de la red, lo cual no encaja en los mecanismos del sistema patentado ya que puede restringirse el rango de opciones disponibles para los que llegan en segundo lugar. Frente a esto se sostiene que la protección de patentes es necesaria para proteger inversiones en el desarrollo del software, que cada vez más progresa de la mano de la tecnología computacional. Pero esto es así si se admite que la única vía para el desarrollo del software y de la computación es por medio de la inversión capitalista gobernada por el afán de la ganancia.  

 

Progreso científico, “vacuna del pueblo” y relación capitalista

 

Lo ocurrido con MG y la biotecnología, o la polémica sobre las patentes en software, son manifestaciones de una contradicción que atraviesa al sistema capitalista: por un lado, el impulso de la ciencia, y con ella de las fuerzas productivas, asociados a la investigación fundamental y el trabajo científico aplicado, y realizado de manera cooperativa. Por otro lado, la lógica de la ganancia y la creciente concentración del capital

Incluso los defensores del modo de producción capitalista reconocen la contradicción: admiten que el otorgamiento de una patente genera monopolio; y afirman que la competencia es vital para el desarrollo capitalista.

Sin embargo, la contradicción se enuncia sin posibilidad de resolución en tanto subsiste el modo de producción capitalista. Observemos incluso que la existencia de las patentes cuestiona la teoría – profundamente ideológica – de la competencia perfecta, pilar de la economía mainstream neoclásica. Pero no hay competencia perfecta si existen ganancias extraordinarias (y el pez grande se come al chico)

Sin embargo, la patente no es una necesidad natural, o vinculada al progreso científico en sí, sino una necesidad socialmente determinada por la existencia del capital. Genera propiedad privada que reposa en la explotación del trabajo de miles de científicos e investigadores subsumidos al poder del capital. Más el usufructo gratuito, por parte de los capitales, del progreso del conocimiento obtenido en universidades y otras instituciones públicas. En consecuencia, es necesario liberar a la investigación y el avance del conocimiento de la forma social que los condiciona y obstaculiza, la propiedad del capital.

Más en general, es absurdo creer que los centenares de miles de investigadores – no solo en las ciencias físico-naturales- que hacen avanzar el conocimiento detendrían su trabajo en caso de que se eliminaran las patentes.

Solo aquel que piensa que la realización de los seres humanos pasa por el egoísta crecimiento de su riqueza personal puede temer tal cosa.

Para presentar un caso actual: las vacunas contra el Covid producidas por Pfizer y Moderna se han basado en dos descubrimientos fundamentales que surgieron de investigación pagada por fondos federales (de EEUU): “la proteína viral diseñada por Graham y sus colegas [Universidad de Vanderbilt] y el concepto de modificación del ADN, desarrollado por primera vez por Drew Weissman y Katalin Karikó, en la Universidad de Pensilvania”. “Esta es la vacuna del pueblo”, dice el crítico Peter Maybarduk, director del programa Public Citizen’s Access to Medicines. “Los científicos federales ayudaron a inventarla y los contribuyentes están costeando su desarrollo…. Debería pertenecer a la humanidad”.

Tampoco puede sostenerse que los científicos que realizaron la investigación básica estuvieran movidos por el norte del enriquecimiento personal. Por caso, Karikó comenzó su investigación en 1978 en su Hungría natal y escribió su primera propuesta de subsidio para usar ADN mensajero de manera terapéutica en 1989, sin que mediara en el asunto patente alguna. “Sigo escribiendo y haciendo experimentos, las cosas cada vez van mejor, pero nunca obtuve dinero de mi trabajo”, recordó en una entrevista. (…) Cuando hice esos descubrimientos mi salario era más bajo que el de los técnicos que trabajaban cerca de mí” (véase Arthur Allen “For Billion-Dollar COVID Vaccines, Basic Government-Funded Science Laid the Groundwork”, Scientific American, 18/11/2020, aquí.

En definitiva, para que la “vacuna del pueblo” sea realmente “del pueblo” es necesario emancipar a la producción científica de la lógica de la ganancia y la acumulación del capital. El conocimiento científico es un logro del desarrollo humano, y debería pertenecer a la humanidad.

Fuente: https://infoposta.com.ar/notas/11871/patentes-y-capitalismo/

 


lunes, 3 de mayo de 2021

COVAX: LA TRAMPA

 


3 mayo, 2021

Silvia Ribeiro


Hay muchas paradojas en esta pandemia, la mayoría sobre cómo los más ricos y poderosos se benefician del desastre y lo empeoran. El mecanismo Covax es una de ellas. Se presenta como forma de acceso más equitativo a las vacunas para Covid-19, pero en realidad es una forma de facilitar los negocios de las grandes farmacéuticas y proteger sus patentes, lo cual impide que los países del sur global puedan disponer de suficientes vacunas. No es un efecto secundario o accidental: la escasez es un elemento importante para las empresas, ya que garantiza la demanda y aumenta los precios.

Un reciente reporte sobre Covax del experto Harris Gleckman –antes funcionario de la ONU– publicado por Amigos de la Tierra Internacional, analiza con rigurosidad el mecanismo, revelando una perversa iniciativa comercial contra la salud pública, diseñado y promovido por la Fundación Bill y Melinda Gates (https://tinyurl.com/2swf356f).

Covax funciona como un banco comercial para hacer compras conjuntas a gran escala a las trasnacionales, lo que a éstas les otorga aún mayor seguridad a sus inversiones aunque ya han recibido cuantiosa financiación pública para desarrollarlas (https://tinyurl.com/ykabcmw9). No cuestiona sus precios ni condiciones leoninas. Al contrario, facilita a las empresas la entrada a nuevos mercados en países pobres, sin costo ni riesgo para ellas. Las miserables entregas gratuitas que realiza a esos países ya han sido pagadas por otros o por instituciones públicas multilaterales. Al entrar con vacunas patentadas, favorece los mecanismos de mercado en la atención de salud pública.

Que se produzcan y distribuyan equitativamente vacunas seguras en una pandemia global, es una responsabilidad de la OMS (Organización Mundial de la Salud de Naciones Unidas), no de una institución privada como Covax. Se ha apropiado de tal función para prevenir que se tomen medidas imprescindibles y necesarias, como la cancelación de patentes y el apoyo internacional al fortalecimiento de capacidades nacionales para prevenir próximas pandemias. Como asociación público-privada, Covax es una institución de partes interesadas ( stakeholders), sin transparencia ni rendición de cuentas, donde los grandes actores privados como la gran industria farmacéutica, que actúa por interés de lucro, decide tanto o más que gobiernos e instancias públicas de la comunidad internacional.

Fue fundada por la Alianza Mundial para las Vacunas e Inmunización y la Coalición para las Innovaciones en la Preparación para Epidemias (GAVI y CEPI, por sus siglas en inglés), esta última fundada en el Foro Económico Mundial de Davos, ambas diseñadas y financiadas por la Fundación Bill y Melinda Gates. Aunque la OMS figura también como fundador y participante, su papel es marginal y parece más bien una fachada. GAVI es la que administra el mecanismo y su máxima instancia de decisión está presidida por los presidentes de directorio de GAVI y CEPI. Se han enlistado en Covax 180 gobiernos, pero deciden poco o nada sobre sus formas de acción, contratos, etcétera.

Según la OMS, el porcentaje de vacunación para obtener inmunidad colectiva debería ser mayor a 60 por ciento en todos los países simultáneamente. Numerosos reportes de Naciones Unidas y prensa dan cuenta diariamente de cómo los países industrializados acaparan la mayoría de las vacunas, incluso algunos países como Canadá, más de tres veces las dosis necesarias para toda su población. Covax no ha hecho nada, salvo pedir amablemente a esos países que donen las vacunas que no van a usar (ya pagadas a las empresas, obviamente).

Para lograr ese nivel de vacunación global, la única vía sería que todos los países con capacidad de producir vacunas a nivel nacional lo hicieran y apoyaran directamente a los que no lo tienen. Un primer paso para ello es cancelar todas las patentes y otras restricciones de propiedad intelectual para acceso y transferencia de vacunas y tratamientos relacionados a Covid-19. Esto ya fue planteado por India y Sudáfrica, apoyado por más de 100 países, en la Organización Mundial de Comercio (OMC), pero Estados Unidos, Europa y otros países sede de trasnacionales farmacéuticas se han opuesto ferozmente (https://tinyurl.com/2mh79293).

Varios países del sur global, entre ellos India, Sudáfrica y Brasil tienen capacidad de producción y distribución de vacunas. En muchos más esa capacidad ha sido debilitada por las políticas neoliberales de las últimas décadas, pero podrían ser apoyados para reactivar la producción nacional. Esto es lo que Covax quiere impedir, siguiendo el modelo de acción que lleva también GAVI.

Covax funciona también como una forma de privilegiar las vacunas transgénicas, patentadas y altamente experimentales, llenas de incertidumbres y riesgos, como las basadas en ADN (entre ellas AstraZeneca, Johnson & Johnson) y las de ARN (como Pfizer y Moderna). El reporte de Gleckman señala que también ha funcionado para marginar las opciones más accesibles y públicas producidas en China y Rusia.

Lamentablemente, no sólo Covax, también la OMS y gobiernos promueven esas vacunas más caras y riesgosas, obviando que las empresas seguirán provocando escasez y que existen opciones con métodos convencionales probados, como virus atenuados, inactivados o de subunidades proteicas, que además son las que mejor se podrían producir a nivel nacional.

Fuente: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/covax-la-trampa/

 

martes, 29 de diciembre de 2020

LA DISPUTA COMERCIAL CAPITALISTA POR LA VACUNA

Entre patentes y ganancias millonarias

 

“Según un informe de la Oxfam, nueve de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la Covid 19 el próximo año”.

28/12/2020

 

Ante la evidencia de que los países ricos del núcleo central del capitalismo tienen suficientes dosis para vacunar a todo el mundo casi tres veces mientras las naciones pobres no tienen siquiera vacunas para llegar a los trabajadores sanitarios y a las personas en situación de riesgo, la Organización Mundial de Comercio explora la forma en que la política comercial puede contribuir a asegurar su rápido despliegue

En la nota informativa “Desarrollo y distribución de vacunas contra la Covid 19 en todo el mundo”, la secretaria de la OMC analiza el comercio en relación con la producción, la fabricación y el despliegue de la vacuna contra la Covid 19

Parece obvio que ante semejante flagelo todos los avances científicos tienen que coordinarse, poniendo todas las estructuras de la ciencia y medicina a disposición, pero en realidad no es así. Estamos presenciando lo contrario, un ejemplo brutal de lo nocivo que es que la salud, incluida la investigación científica y producción de vacunas cuando están en manos privadas.

Y esto no es un asunto menor ya que las necesidades insatisfechas -a pesar de algunos avances-, las enfermedades prevenibles con vacunas siguen siendo una de las causas principales de morbilidad y mortalidad.

La adopción de nuevas vacunas por parte de los países con ingresos medianos y bajos (donde la carga por enfermedades suele ser la más alta) ha sido históricamente más lenta que en los países con ingresos altos.

 

En 67 países sólo se podrán vacunar al 10%

 

Según un informe de la Oxfam, nueve de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la Covid 19 el próximo año.

Cerca de 70 países pobres -67 para ser más preciso - solo podrán vacunar una de cada 10 personas, a menos que los gobiernos y la industria farmacéutica tomen medidas urgentes para asegurarse de que se produzcan suficientes dosis, advierte un grupo de organizaciones activistas.

Las naciones más ricas han comprado suficientes dosis para vacunar casi tres veces más de ,lo necesario a toda su población para finales de 2021 si se aprueba el uso de las vacunas. Canadá encabeza la clasificación con suficientes dosis para vacunar a cada canadiense cinco veces.

Los datos actuales muestran que los países ricos, que representan apenas el 14% de la población mundial, han adquirido el 53% de todas la vacunas más prometedoras. Organizaciones como Amnistía Internacional, Frontline AIDS, Global JusticeNow y Oxfam, forman parte de una alianza que reclama una vacuna universal.

 Anna Marriott responsable de políticas de salud de Oxfam, afirma “que nadie debería quedarse sin vacuna que salva vidas por culpa del país en el que vive o por la cantidad de dinero que tiene en el bolsillo. A menos que algo cambie dramáticamente, miles de millones de personas en todo el mundo no recibirán vacuna segura y efectiva contra la Covid19 en los próximo años”

Por su parte, Heidi Chow, de Global Justice Now añade “todas las empresas farmacéuticas y las instituciones de investigación que trabajan en una vacuna deben compartir la ciencia, los conocimientos tecnológicos y la propiedad intelectual que subyacen a su vacuna para que puedan producir dosis seguras y eficaces. Los gobiernos también deben asegurarse de que la industria farmacéutica antepone la vida de las personas a sus propios beneficios”

Hasta ahora las dosis de Moderna y el 96% de Pfizer BioNTech han sido adquiridas por los paises ricos. En cambio, Oxford AstraZeneca se ha comprometido a proporcionar el 64% de sus dosis a las poblaciones de los países en desarrollo.

Los acuerdos de Oxford- AstraZeneca también se han suscrito en su mayoría con algunos de los grandes paises en desarrollo como China e India, mientras que la mayoría de los países en desarrollo no han hecho tratos y tienen que compartir el fondo común de vacunas Covax entre ellos.

Steve Cockurn, director de Justicia Económica y social de Amnistía Internacional, declaró que” El acaparamiento de vacunas socava activamente los esfuerzos mundiales para asegurar que todo el mundo, en todas partes, puedan estar protegido contra el Covid 19”.

“Los países ricos tienen claras obligaciones en materia de derechos humanos, no solo abstenerse de adoptar medidas que puedan perjudicar el acceso a las vacunas en otros lugares del mundo, sino también cooperar y prestar asistencia a los países que la necesiten. Al comprar la gran mayoría del suministro de vacunas del mundo , los países ricos incumplen sus obligaciones en materia de derechos humanos”, añadió.

Las vacunas desarrolladas por AstraZeneca- Oxford, Moderna y PfizerBioNTech han recibido más de cinco mil millones de dólares de financiación pública, lo que, según la Alianza, les confiere la responsabilidad de actuar en el interés público mundial.

Es evidente que los países ricos del núcleo central del capitalismo tienen suficientes dosis para vacunar a todo el mundo casi tres veces, mientras que los países pobres no tienen ni siquiera vacunas para llegar a los trabajadores sanitarios y a las personas en situación de riesgo.

El sistema actual, en el que las empresas farmacéuticas utilizan fondos gubernamentales para la investigación, retienen los derechos exclusivos y mantienen su tecnología en secreto para aumentar sus beneficios, muestra la miopía de una política que podría costar muchas vidas.

Varios líderes de alto nivel de la salud pública, organizaciones religiosas, de justicia racial y laboral tratan de crear los mecanismos para generar conciencia con el objetivo de apoyar una vacuna universal, que cuenta con el apoyo de algunas personalidades como Cyril Ramaphosa ,Imran Khan, Ellen Jhonson Sirleaf, Helen Clark, Mary Robinson, Joseph Stiglitz, o Thomas Piketty entre otros.

Los discursos de los gobernantes del mundo y el conjunto de los grandes medios de comunicación hablan todo el tiempo sobre el coronavirus y cómo enfrentarlo, pero es imprescindible identificaren primer lugar que estamos en manos de una siniestra cúpula política burguesa comandada por un núcleo de países industrializados, en asociación con corporaciones financieras.

La lógica cotidiana del sistema capitalista manifiesta un desprecio total por la vida humana, ya que esta ordenado por sus ganancias.

La cuestión de acceso a la vacuna tiene como telón de fondo la brutal guerra comercial que libran las principales potencias capitalistas del planeta para obtener una ventaja, en una carrera comercial y una disputa irracional entre potencias que adquiere dimensiones trágicas.

 

Eduardo Camín

Periodista uruguayo acreditado en ONU-Ginebra.  Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

 

http://estrategia.la/2020/12/25/la-disputa-comercial-capitalista-por-la-vacuna-entre-patentes-y-ganancias-millonarias/

 

https://www.alainet.org/es/articulo/210327