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miércoles, 20 de diciembre de 2017

VALOR, PRECIO, CONCEPTO Y REALIDAD





Publicado por Francisco Umpiérrez Sánchez
martes, 19 de diciembre de 2017

El 15 de diciembre del año en curso Rebelión publicó un trabajo mío titulado El Capital de Karl Marx. La dirección de Rebelión me hizo llegar el siguiente comentario crítico de un lector llamado Manuel: “¿Alguien conoce a Francisco Umpiérrez para advertirle que es falso que según Marx “los precios gravitan, acercándose o alejándose, en torno a los valores”, como dice el artículo de hoy en Rebelión “El Capital” de Karl Marx? Marx no escribió eso, yo explico lo que escribió (lo que recogió Engels) en “Valor y precio en Marx”. Y, si lo hubiera dicho y, por tanto, se hubiera equivocado, de nada valdría cubrirlo con “Y de todos modos, por mucho que el precio se diferencie de su valor, eso no quita nada al hecho de que el precio sea la expresión del valor en dinero”, disparate que justificaría cualquier arbitrariedad en la práctica científica. Y eso que el artículo hace algunas observaciones interesantes. Pero, quitando a Sweezy, todos caen en lo mismo”.

El texto de El Capital del que haré uso será el editado por Akal en 1977. Dicho esto, advierto en principio en que el error de base de Manuel consiste en no reconocer que una cosa es que el precio sea la expresión del valor y otra muy distinta es que el precio no expresa con exactitud la magnitud del valor.  Se trata, en primer lugar,  de distinguir entre la sustancia del valor y la magnitud de valor, y en segundo lugar, de aceptar que es una peculiaridad de la forma de precio que haya incongruencia cuantitativa entre valor y precio. Esta afirmación la argumentaré y la documentaré más adelante. Creo igualmente que lo que escribió Engels sobre el valor en su obra Antidühring poco tiene que ver con lo que aquí debatimos. A mi juicio los conceptos e ideas esgrimidas son elementales y no recogen la complejidad con la que se presentan en El Capital y que nosotros aquí debemos traer a colación.

La definición de precio

En la sección de El Capital titulada Paso de la forma general del valor a la forma de dinero, Marx se expresa en los siguientes términos: “La expresión relativa simple del valor de una mercancía, por ejemplo, de la tela, en mercancía que funciona ya como mercancía dinero, por ejemplo el oro, es la forma de precio. De ahí que la forma de precio de la tela sea: 20 varas de tela = 2 onzas de oro, o si dos libras esterlinas es el nombre monetario de dos onzas de oro, 20 varas de tela = 2 libras esterlinas”. Es evidente, por tanto que, de acuerdo con Marx, el precio es la expresión del valor de la mercancía en dinero. Así que no entiendo por qué Manuel llama a esa afirmación mía, que he tomado de Marx, “disparate que justificaría cualquier arbitrariedad en la práctica científica”. Creo que quien conozca al detalle el análisis de las formas simple, desarrollada y general del valor, sabrá con total evidencia que el precio no puede ser otra cosa que las expresión en dinero del valor de las mercancías. Después responderé a la otra parte del juicio de Manuel donde hablo de las diferencias entre valor y precio y que forma parte del juicio que él cataloga como disparate científico.

La idealidad de los conceptos o de la ciencia

Escuchemos a Marx en el capítulo VIII de El Capital titulado Distinta composición orgánica de los capitales en distintas ramas de la producción y consiguiente diversidad de las cuotas de ganancia, perteneciente al tomo I del libro III: “En esta investigación general se parte siempre del supuesto de que las condiciones reales corresponden a su concepto o, lo que es lo mismo, las condiciones reales solo se exponen en la medida en que corresponden a su propio tipo general y lo expresan”. La realidad, además de hechos esenciales y regulares, está salpicada de hechos casuales y accidentales. Pero en la elaboración teórica todos los hechos casuales y accidentales deben quedar fuera del análisis. En la elaboración teórica, la realidad tiene que acomodarse al concepto. Le sucedía a Dühring cuando analizaba la naturaleza del valor: hablaba de los precios de monopolio en el sector de alimentación, esto es, hablaba de unas condiciones de mercado que hacía imposible analizar en su pureza la naturaleza del valor y su expresión en los precios. Pero también le sucedía a Böhm-Bauerk cuando criticaba la teoría del valor de Marx. En la elaboración teórica debe predominar la pureza de los conceptos y las condiciones reales deben corresponder a dichos conceptos. Si se tienen en cuenta otros aspectos de la realidad, en primer lugar, debe saberse si son regulares o casuales, y en segundo lugar, si son regulares, deben modificarse los conceptos. La idealidad de los conceptos en relación con la realidad afecta a todas las ciencias. Los laboratorios donde se realizan todos los experimentos científicos representan condiciones ideales, puesto que se han aislado los factores pertinentes del fenómeno que se investiga del resto de factores con los que coexisten aquellos en la realidad. Lo que sucede es que los fenómenos de las ciencias sociales, en este caso los fenómenos económicos,  no se pueden reproducir en los laboratorios. De ahí que sea la fuerza de abstracción la herramienta que se emplee para analizar los fenómenos en su pureza. La demagogia de Böhm-Bawerk consiste en no admitir este principio metodológico en el análisis de los fenómenos económicos, cuando en la práctica la propia economía convencional también lleva a cabo muchas abstracciones. Tanto cuando analizan las familias como las empresas hacen abstracción de un sinfín de aspectos y factores presentes en las mismas. 

Incongruencia cuantitativa entre valor y precio 


En la sección dedicada al proceso de intercambio del tomo I del libro I ya Marx nos hace la siguiente advertencia: “En cuanto la magnitud de valor se transforma en precio, esta relación necesaria aparece como relación de intercambio de una mercancía con la mercancía dinero existente fuera de ella. Pero en esta relación también la magnitud de valor puede expresarse como el más o menos en que se enajena en las circunstancias dadas. Así, pues, la posibilidad de incongruencia cuantitativa entre precio y magnitud de valor, o de la divergencia del precio respecto de la magnitud de valor, radica en la misma forma de precio”. La idea esencial que podemos extraer de esta cita es la siguiente: radica en la misma forma de precio la incongruencia cuantitativa entre precio y magnitud de valor. Y esto se debe a que el precio, a diferencia del valor que es una relación inmanente, se establece como una relación de intercambio de una mercancía con la mercancía dinero  que existe fuera de ella. De ahí que Marx señale que dependiendo de las circunstancias dadas, la misma magnitud de valor se puede expresar en más o menos dinero. Esta idea es muy decisiva, puesto que se encuentra en el capítulo dedicado al intercambio del primer libro de El Capital; de manera que no es necesario esperar al tercer libro, donde se habla de los precios de producción y se indica por otra razón la diferencia entre valor y precio.  A este respecto no está de más destacar la artimaña de Böhm-Bawerk cuando trata de desbaratar las ideas de Marx sobre la cuota media de ganancia y de los precios de producción. En el capítulo II de su obra La conclusión del sistema marxiano elabora la siguiente conjetura: “¿Cómo trata Marx de resolver esta contradicción? Esto sucede, dicho brevemente, a costa del presupuesto del que Marx venía partiendo, esto es, que las mercancías se venden con arreglo a sus valores. Ahora bien, lo que Marx hace realmente es abandonar este supuesto”. La artimaña de Böhm-Bawerk consiste en lo siguiente: uno, no hace distinción entre el hecho de que los precios son la expresión del valor y el hecho de que hay incongruencia cuantitativa entre precio y magnitud de valor, esto es, no es lo mismo afirmar que el precio es la expresión en dinero del valor de las mercancías que decir que el precio no expresa con exactitud la magnitud de valor de la mercancía, y como dice Marx dependiendo de las circunstancias concretas siempre hay un más o un menos del precio en relación al valor; y dos, no tiene en cuenta las contradicciones entre concepto y realidad, de manera que en ocasiones, y ya lo advirtió Marx, se supone que las condiciones reales corresponden al concepto, o lo que es lo mismo: las condiciones reales solo se exponen en la medida en que corresponden a su propio tipo general y lo expresan.

Realidad, irregularidad y ley

Rescatemos la última idea de Marx contenida en la cita anterior. Después de afirmar que radica en la misma forma de precio la incongruencia entre precio y magnitud de valor, Marx hace la siguiente afirmación: “Esto no es ningún defecto de la forma de precio, sino que, por el contrario, hace de ella la forma adecuada de un modo de producción en donde la regla solo se puede imponer como ley media y ciega de la irregularidad”.  La realidad está salpicada, y más en periodos de loco crecimiento o de turbulencias, de irregularidades. Después hablaré de estas irregularidades. ¿Qué se quiere decir que la regla de que los precios son la expresión de la magnitud del valor se impone como ley media? Primero, que como en el ámbito individual, empresarial o familiar, se vende por encima o por debajo del valor, en el ámbito social, considerando el conjunto de las empresas como una sola empresa, los precios expresan con relativa exactitud la magnitud del valor. Y segundo, que como hoy se vende una mercancía a un precio y al mes siguiente por diversas razones se vende a otro, de manera que dependiendo del momento se vende por encima o por debajo del valor, la regla se impone como ley media considerando el periodo de un año o de varios años.

Veamos ejemplos de irregularidades. Una industria de alimentación le factura a un pequeño supermercado 3.000 euros mensuales, a una cadena de hoteles 20.000 euros mensuales, y a una cadena de supermercados 50.000 euros mensuales. ¿La industria de alimentación le vende sus productos a estas tres clases de clientes al mismo precio? Pues no. Los clientes que tienen mayor poder de compra le exigen a la industria de alimentación que les vendan más barato; y así lo hacen. De manera que con respecto a un mismo producto y el mismo valor, dependiendo del poder de compra de los clientes el precio será distinto. Por lo tanto, en un caso el precio está por encima del valor y en otros casos por debajo del valor. Pensemos ahora en las rebajas, que las hay ya prácticamente todo el año. Un par de zapatos pueden tener hoy el precio de 120 euros y el mes siguiente tener el precio de 80 euros. Esto que sucede con los zapatos, sucede con la mayoría de los productos de consumo: a lo largo del año el mismo producto no tiene el mismo precio. Luego aquí también se produce el hecho de que un mismo producto tiene en un momento determinado un precio por encima del valor y en otro tiempo determinado un precio por debajo del valor. En la sección dedicada al comercio exterior del capítulo que analiza las causas contrarrestantes de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia de El Capital, Marx formula la siguiente idea: “Los capitales invertidos en el comercio exterior pueden arrojar una ganancia más elevada porque, en primer lugar, se compite con mercancías que otros países producen con menos facilidades, de suerte que el país más avanzado vende sus mercancías por encima de su valor, aunque son más baratas que las de los países competidores”. En suma, la realidad está salpicada de irregularidades, esto es, de hechos donde las mercancías se venden por encima o por debajo de su valor.

La gravitación de los precios en torno al valor

Y llegamos a la dichosa cita donde Manuel dice que Marx no lo dijo; y si lo dijo, se equivocó. No se equivocó, puesto que en todo lo que llevamos dicho se ha demostrado con creces la diferencia entre magnitud de valor y precio. Expondré las cosas de modo muy sencillo. En el capítulo VIII Marx habla de la distinta composición orgánica de los capitales en las distintas ramas de producción y la consiguiente diversidad de las cuotas de ganancia. Y en el capítulo IX habla de la formación de una cuota general de ganancia (cuota media de ganancia) y de la transformación de los valores de las mercancías en precios de producción. En el ejemplo, siguiendo a Marx, vamos a considerar que la cuota de explotación es la misma para todas las ramas y empresas, de manera que si el capitalista invierte 20 millones de euros en capital variable obtiene una plusvalía de 20 millones. Consideremos solo dos empresas: una con 80 millones de capital constante, 20 millones de capital variable y 20 millones de plusvalía, y la otra con 60 millones de capital constante, 40 millones de capital variable y, por consiguiente, 40 millones de plusvalía. En principio, y considerando que no se ha establecido una cuota media de ganancia, el valor del producto mercantil de la primera empresa será de 120 millones de euros, y el de la segunda, de 140 millones de euros. Pasemos ahora a considerar el capital global y no el capital individual. De esa manera, sumando los valores de una empresa y otra, tendremos que la composición medial del capital será: 140 (de capital constante) + 60 (de capital variable)  + 60 (de plusvalía). De manera que el valor total producido será de 260 millones de euros. Así que el precio de cada medio del producto global, es decir, de cada una de las dos empresas, será de 130. Dicho de otro modo: el producto mercantil de cada una de las empresas tendría que venderse a 130 millones de euros. Por lo tanto, en cuanto consideramos el capital global y suponemos que se ha establecido una cuota media de ganancia, la primera empresa venderá su producto a 130 millones, 10 millones por encima de su valor, y la segunda venderá igualmente su producto a 130 millones de euros, esto es, 10 millones de euros por debajo de su valor. Esto es lo que permite, a juicio de Marx, que la cuota de ganancia sea uniforme, independiente de las diferencias en la composición orgánica del capital. Según Marx: “Los precios obtenidos sacando el promedio de las distintas cuotas de ganancia de las diferentes esferas de producción y sumando esta media a los precios de coste de las diferentes esferas de producción son los precios de producción”. Y desde que las mercancías se venden por los precios de producción, la mayoría de las empresas venden por encima o por debajo de su valor. Aquí no hay contradicción entre valor y precio, sino diferencia entre la magnitud de valor individual y precio. El cambio de carácter en la formación de los precios de la producción en relación con el valor, Marx lo aclara en los siguientes términos: “Los distintos capitalistas se comportan aquí, por lo que a la ganancia se refiere, como simples accionistas de una sociedad anónima en donde las participaciones de la ganancia se reparten porcentualmente y, por tanto, solo se distinguen para los diversos capitalistas por la magnitud del capital invertido por cada uno de ellos en la empresa común, por el número de sus acciones”. 

Y ahora, por último, vamos a por la cita de Marx puesta en cuestión  por Manuel, que se contiene en al capítulo X dedicado a la nivelación de la cuota general de ganancia por medio de la competencia. La cita la encuadraré en una más larga, para que se entienda mejor lo que son los conceptos dialécticos, animados de fluidez y matices, frente a los conceptos metafísicos, fosilizados por la rigidez mental. En la página 231  del tomo I del libro III de El Capital podemos leer lo siguiente: “La hipótesis de que las mercancías se venden por sus valores solo significa, naturalmente, que su valor es el centro de gravitación en torno al cual giran sus precios y a base del cual se compensan sus constantes alzas y bajas”. Si Marx afirma, y eso lo afirma, que las mercancías se venden por sus valores, los metafísicos lo entienden en sentido absoluto y de forma rígida. Pero Marx como es un pensador dialéctico, matiza afirmando que eso naturalmente solo significa que el valor es el centro de gravitación de los precios, y que en ocasiones estarán por encima y en ocasiones por debajo. Después de formular esa idea Marx sigue precisando: “Además, habrá que distinguir un valor de mercado –del que hablaremos más adelante– respecto del valor individual de las mercancías individuales producidas por los diversos productores. El valor individual de algunas de estas mercancías estará por debajo del valor de mercado, el de otras será superior a él”. Hay que distinguir, por lo tanto, entre el valor individual de cada mercancía del valor de mercado, y ocurrirá que algunos valores individuales estarán por debajo del valor de mercado y otros por encima de él. Esto se llama, vuelvo y repito, matizar los conceptos, dotarlos de fluidez y plasticidad. Solo me resta traer a colación una cita de Marx, página 210, contenida en el capítulo IX del tomo y libro citado: “En toda la producción capitalista la ley general se impone como tendencia predominante solo de un modo muy complicado y aproximativo, como una media de oscilaciones que no se puede fijar nunca”. Esta idea es mala para los metafísicos, que solo piensan en cosas fijas e inamovibles, cuando en la realidad capitalista su ley general solo se impone, de una parte, de una manera complicada y aproximada, y de otra parte, como una media de oscilaciones que no se puede fijar nunca.

Conclusión

Creo que ha quedado suficientemente demostrado que en el pensamiento económico de Marx el precio no es la expresión exacta de la magnitud del valor. Primero, porque radica en la misma forma de precio la incongruencia cuantitativa entre valor y precio, segundo, porque el establecimiento de una cuota media de ganancia genera la formación de los precios de producción y, por consiguiente, la diferencia entre magnitud de valor y precio, tercero, porque el surgimiento de un valor de mercado por medio de la competencia vuelve a redundar en la diferencia entre valor individual y valor de mercado, y cuarto, porque, como dice Marx, la hipótesis de que las mercancía se venden por sus valores solo puede significar que el valor es el centro de gravitación en torno al cual giran, una vez acercándose y otra vez alejándose, los precios.




sábado, 19 de septiembre de 2015

PRECIOS IRRACIONALES (2)




sábado, 19 de septiembre de 2015


Cesar Flores ha dejado el siguiente comentario en mi blog a propósito de mi trabajo “Precios irracionales”: “Usted confunde irracional con subjetivo. Los precios en una economía de libre mercado son determinados por el tira y afloja entre lo que los consumidores desean pagar y lo que los productores desean recibir. Puede hacer una campaña concientizando a la gente a que no vale la pena pagar 50 euros por ver a un artista, y si tiene efecto la prédica los precios bajarían. El problema de meter al Estado a determinar qué precio es justo en este caso es que solo podría poner un precio a su capricho, o bien usando calculadora calcular que si un concierto cuesta tanto y el artista en cuestión debe ganar tanto… dividido por la cantidad de gente que asistiría… acá esta, x euros. No sería eficiente, porque el principal factor de la ecuación, la asistencia, no es constante: usted habla de 4 mil asistentes. Y si los interesados no son 4 mil sino 500, ¿costarían más las entradas? Y si son 20 mil, ¿costarían menos? O sea, que algo más deseado sería más caro que algo que no lo es”.
Responderé a las objeciones de Cesar Flores.


    1. Afirma Cesar que yo confundo irracional con subjetivo. Al inicio de mi trabajo definí el precio irracional como aquel precio que no se adecua a su valor. Luego si doy una definición de precio irracional, sobra la crítica.  Otra cosa es que haya una definición de precio irracional distinta a la mía. Y si ese es el caso, que la ofrezca. La definición que aporta Cesar es la de precio según la economía convencional y no la de precio irracional.

    1. Afirma Cesar que “los precios en una economía de libre mercado son determinados por el tira y afloja entre lo que los consumidores desean pagar y lo que los productores desean recibir”.  Hablo primero de los consumidores. Cuando cualquier persona quiere comprar alimentos, vestimentas y calzados, los productos tienen de antemano los precios establecidos. En los mercados actuales no existe ningún tira y afloja. Y en lo que afecta a los mercados de equipos y maquinarias, sucede lo mismo. Los precios vienen establecido de antemano. Cosa distinta son los descuentos que realiza el vendedor por causas varias. Si el comprador necesita una máquina de forma urgente, lo único que puede hacer es buscar entre la competencia el precio mejor.  Con respecto a los deseos, afirmo lo siguiente. El precio que alguien desea pagar está determinado por su poder adquisitivo, esto es, por el dinero del que dispone. Y los precios que “los productores” quieren recibir están determinados por el precio de costo. De manera que si bien los deseos es un factor subjetivo, están enteramente determinados por factores objetivos: del lado del consumidor por el poder adquisitivo y del lado de los vendedores por el precio de costo.

    1. Respecto a la  última cuestión que plantea Cesar, afirmo lo siguiente. En primer lugar se trata de establecer si hay precios irracionales, esto es, si hay precios que no corresponden al valor de los esfuerzos de sus creadores. Yo afirmo que sí. Y su base está en que las empresas privadas utilizan las fuerzas productivas acumuladas a lo largo de la historia por un sinfín de generaciones para provecho privado. En segundo lugar se trata de saber cómo debe actuar el Estado para corregir esas deficiencias. Hay una manera general de hacerlo: poner un tope superior a los ingresos personales. No habría que intervenir en los precios sino en los ingresos. El mercado seguiría funcionando “libremente”, pero toda aquella parte del precio que no se debe al esfuerzo personal de los vendedores sino que es obra de las conquistas sociales, sería requisado por el Estado y entregado de nuevo al conjunto de la sociedad en concepto de servicios y prestacionales sociales.


viernes, 18 de septiembre de 2015

PRECIOS IRRACIONALES




viernes, 18 de septiembre de 2015

Entiendo por precio irracional el precio que no refleja adecuadamente el valor, ya sea porque el precio esté muy por encima del valor o porque esté muy por debajo.  Siempre hay diferencias cuantitativas entre precios y valores, pero no nos debemos preocupar de aquellas diferencias que no afectan de forma alarmante a la retribución de los esfuerzos laborales. De todos los componentes que constituyen el valor de las mercancías y de los servicios presto especial atención al valor de la fuerza de trabajo. Y aquí hay siempre que considerar la calidad de la fuerza de trabajo, puesto que esas diferencias suponen diferencias de valor. En la actualidad nos encontramos con ingenieros, economistas y otros jóvenes con titulaciones universitarias que cobran muy por debajo del valor de su fuerza de trabajo. Y en el otro extremo nos encontramos con deportistas o vividores televisivos que cobran muy por encima del valor de su fuerza de trabajo. El mercado capitalista en su etapa de globalización ha generado un sinfín de diferencias sociales injustas. De ahí que yo sea partidario del mercado, pero de un mercado altamente intervenido que corrija de raíz las desigualdades sociales que genera.

El otro día le comentaba a mi hija que si tuviera dinero compraría un cuadro que retrataba unas calles de Viena por valor de seis mil euros. Ella me miró con cara de objeción: yo jamás pagaría seis mil euros por un cuadro. Y añadió: no creo que cuadro alguno pueda valer esa cantidad. Ante semejante objeción la invité a que siguiera la reflexión que ahora les expongo. Cada vez que un cantante interpreta sus canciones para un auditorio de tres mil o cuatro mil personas, cada uno de los asistentes puede pagar 50 euros por su entrada.  Si multiplicamos los cuatro mil asistentes por 50 euros, nos da un total de 200.000 euros. Si suponemos que el cantante interpreta 20 canciones, cada una de ellas tiene un precio de 10.000 euros. De ahí concluimos que una sola canción del artista en cuestión vale más que un cuadro. Sé que en la producción de ese evento hay más gastos, pero eso no resta nada: puesto que se trata de cuál es valor total que cuesta producir un concierto. Y el concierto del que hablamos cuesta 200.000 euros.

¿Cuál es la diferencia mercantil que existe entre el cuadro y la canción? La primera es que el cuadro es de consumo personal y la canción de consumo colectivo. El cantante no hace una canción para cada uno de los asistentes, sino que la hace para todos. De manera que es la naturaleza colectiva del consumo, ¡el gran poder de las masas sociales!, lo que convierte el precio de la canción en un precio irracional, un precio que está muy por encima de su valor. Pero la cosa no queda ahí: ese mismo cantante celebra ese mismo concierto, por ejemplo, en veinte ciudades españolas. Si multiplicamos los 200.000 euros de cada concierto, suponiendo una media de asistencia idéntica, por los 20 conciertos, tenemos que el costo total de producir las 20 canciones se eleva a 4 millones de euros. Si dividimos esos 4 millones por las 20 canciones, tenemos que cada canción  tiene un precio de 200.000 euros. Lo que demuestra el carácter tremendamente irracional de esos precios. Imaginen los cantantes famosos que recorren el mundo celebrando los mismos conciertos. Calculen como se elevarán los precios de sus canciones. Añadan además que esas canciones después existen en forma de disco compacto. La irracionalidad del precio de cada canción llega al extremo de la irracionalidad. Piense, apreciado lector, que en cada concierto el artista interpreta las mismas canciones. Es este efecto multiplicador del producto proveniente del consumo de masas el que hace que estos precios sean del todo irracionales. Lo mismo sucede en el mundo del futbol. Mientras que el Real Madrid y el Futbol Club Barcelona, por ejemplo, celebran un solo encuentro, la imagen televisiva de ese encuentro se multiplica por millones. Vuelve a ocurrir lo mismo que en el caso de las canciones de los artistas famosos, el efecto multiplicador proveniente del consumo de masas, consumo que se ha multiplicado de forma desmesurada por la globalización, es el que provoca el carácter irracional de los precios de las emisiones televisivas de los encuentros futbolísticos.

Vuelvo al principio. El mercado a diferencia de la planificación central es un mecanismo económico que permite el desarrollo de las fuerzas productivas de una manera colosal. Pero esto no impide que los Estados puedan intervenir de forma radical en esos precios y adecuarlos a su valor. Cada generación se encuentra al nacer con una suma de fuerzas productivas que al decir de Marx constituye lo que los filósofos han llamado la sustancia. Y lo que sucede es que el capitalismo permite a las personas y  a las entidades privadas usar las grandes conquistas sociales en todos los terrenos de la ciencia, de la técnica y de las relaciones sociales para provecho individual. Este es el gran mal del capitalismo. Está bien criticar la pobreza y las tremendas injusticias; preocuparse, por ejemplo, de los inmigrantes sirios, pero hay que vincular esos hechos con las grandes acumulaciones de riqueza que van a parar a manos de quienes cobran unos precios por sus servicios muy por encima del valor de sus esfuerzos. Cuando la burguesía conquistó el poder anunciaba que a partir de ese momento predominaría la razón. Pues bien, llevemos a rajatabla el cumplimiento de esa consigna, hagámosla realidad en toda su amplitud y acabemos con los precios irracionales.