SIGLO XXI - QUINTO LUSTRO - "Un nuevo orden emerge de la desintegración del capitalismo que irá reemplazando la célula económica (familia) por una nueva matriz reproductiva (comunas) que cumplirá funciones defensivas, judiciales, productivas y administrativas."
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miércoles, 30 de agosto de 2017
lunes, 14 de noviembre de 2016
TRUMP VIENE DE LEJOS
César Hildebrandt
Tomado de “HILDEBRANDT EN SUS TRECE” N° 323 11 NOV16 p.11
Donald Trump no es un invento moderno. Viene de lejos. Está en la
historia de los Estados Unidos.
Es James Monroe, que era John Quincy Adams, que después fue Theodore
Roosevelt. Cuando Trump habla de volver a la grandeza lo que quiere decir es
que sueña con los Estados Unidos que eran capaces de tragarse Oregón, Texas y
California de un solo copioso bocado.
Ahora, claro, ya no se trata de territorios sino de porciones de la
torta económica mundial.
Y Trump, al igual que millones de trabajadores de los Estados
Unidos, sabe que la globalización tal como la conocemos es una trampa. No se
puede jugar a la aldea mundial y al comercio sin barreras cuando la
deslocalización fabril se produce siguiendo la huella de mercados laborales
esclavos. Por eso es que China ha sido el blanco de algunas de sus peores
invectivas.
El nuevo orden mundial impuesto por el dúo Reagan-Thatcher es el
que da muestras de fatiga terminal. No es que Trump vaya a cambiarlo. Es
que él es apenas el síntoma de esta enfermedad planetaria que ha despertado los
nacionalismos, los rescates de soberanía, la xenofobia y el hastío mortal ante
el continuismo dominado por las corporaciones. La más cruel ironía de la
elección de Trump es que han votado por él los que esperan un cambio las cosas.
¿Puede haber alguien más conservador que un misógino que parece un Norman
Mailer ágrafo, que un aislacionista que recuerda a Woodrow Wilson y que un
racista que recuerda al gobernador George Wallace? ¿Esperaban los redneck que
un hombre así pateara el tablero que lo hizo rico y candidato? Sólo una confusa
rabia puede explicar ese endose de fe y de votos.
Digámoslo claro: la aldea global no existe para las gentes sino
para los grandes conglomerados. Del mismo modo que las proezas tecnológicas no
redundan en mejores vidas para los millones de marginados.
Trump es, además de un Tío Sam con gomina, el hijo de las clases
medias abandonadas a su suerte. Y viene de la crisis financiera del 2008,
"solucionada" fabricando papel moneda destinado a sostener a los
forajidos de la banca que habían creado los papeles basura y la prosperidad
hechiza que Martin Scorsese retrató procazmente basado en las memorias de
Jordán Belfort.
Trump es también producto de la hipocresía de Obama, el presidente
estadounidense que alentó como nadie el caos en el medio oriente y llenó de
anabólicos a hordas como las del ISIS. La crisis siria, el drama de los
refugiados, la anarquía en Libia y otras regiones de África, la ya endémica
inestabilidad en Irak, son hechura de una política exterior canallesca que
Obama no quiso cambiar. Y el hecho de que Israel, fuente de todas las
tensiones, siga sumando territorio gracias a los asentamientos que hasta la ONU
condena es una prueba más del fracaso demócrata que hoy alimenta la hoguera de
las vanidades republicanas.
¿Querían un planeta sin barreras, sin aduanas, sin aranceles? Pues
allí lo tienen. ¿Querían un mundo donde Monsanto nos dictara cuántas hectáreas
de soya o palma aceitera debiéramos cultivar? Pues aquí está. La dictadura del
dinero produjo a Frankenstein. No finjan asustarse.
El estadounidense promedio, el que perdió su empleo porque este
voló a Indonesia o a China, escuchó con simpatía las mentiras electorales de
Trump. Intuía, en el fondo, que sólo se trataba de palabras pero lo bueno era
que al menos alguien decía, en dosis de caballo, lo que todos querían oír en
Indianápolis o en Detroit.
Y la señora Clinton cada vez más parecida a una sombra, repetía lo
que "la ley y el orden" dictaban. Parecía la madre de un hijo al que
tenía que defender más por mandato biológico que por convicción. La señora
Clinton era el establishment con cara de resaca y su discurso disparaba lugares
comunes que, a estas alturas, han perdido eficacia.
El sistema-mundo actual, hijo tarado de un proyecto conservador que
pretendió durar siglos, ha empezado un ciclo final de decadencia. Trump es su
mejor rostro. Y cuando quienes confiaron en él vean cómo es que incumple sus
promesas y cómo es que se somete a las reglas del gran dinero, esa será una
nueva vuelta de tuerca. Una revolución pacífica, de las gentes, surgida del
miedo a perder el planeta, un movimiento mundial de asco y rebelión, aparece
como inevitable en estos tiempos sombríos. No sé cuánto demore y algo me dice
que no la veré. Pero no tengo dudas de que sucederá. No he perdido la fe en la
humanidad, como se ve.
sábado, 20 de julio de 2013
BASTA DE HIPOCRESIAS: LO QUE EL PERÚ NECESITA ES UNA MEGA COMISIÓN QUE LO REFUNDE, UNA REVOLUCIÓN QUE LO ESTABLEZCA
Por Cesar Hildebrandt
Propongo que nos
dejemos de tonterías y que no haya para empezar, ni Defensor del Pueblo ni
Tribunal Constitucional. El problema del Perú es el nombre pomposo de sus
instituciones. El problema es la gente que suele ocuparlas. ¿Acaso el Ministro de Cultura ejerce? ¿Lo hace el
del Ambiente? ¿Y el que tendría a su cargo la seguridad? No preside el Presidente de la República sino que
lo hacen los poderes fácticos. No controla en Contralor sino que la inercia lo
destituye.
Y la magistrada que tuvo sesenta meses un recurso
de amparo en el caso de Utopía, ¿a quién servía aparte de a Azizolahoff
Cuando el TC admite que a Antauro Humala se le
atribuye un delito no aplicado al resto de sus alzados, ¿de qué hablamos?. De
fraude procesal, por supuesto. Y cuando el actual presidente del TC acude
presto a ayudar a Alan García en su propósito de volver a quedar impune, ¿cuál
es la vaina? Podredumbre, por supuesto.
Si la democracia consiste en que cada cinco años
votamos por farsantes que depondrán sus promesas y gobernaran de acuerdo a los
dictados de los que no necesitan ganar las elecciones, ¿de qué agujero negro
conceptual estamos hablando? De aquel que se lo traga todo: el poder del
billeton, San Dólar, la Santísima Trinidad de la Confiep.
De una vez que venga la dulce y sencilla anarquía.
Propongo el fin de la hipocresía.
Si el poder es lo que representó Belaunde – ese
mito caballeroso-, no quiero el poder. Y si es lo que representa Alan García –
ese tragaldabas del oro ajeno-, tampoco lo quiero. Y si fuera lo que Fujimori
encarno junto a su pandilla de asaltantes y geishas venéreas, también paso. Y
si acaso fuera lo que Guzmán, el Pol Pot de Lucanamarca, soñó hacernos, paso
con más ganas todavía.
Que viva el sabio desorden ancestral, el galope de
las bestias libres. Prefiero las praderas que los edificios vacíos de sentido.
Que mueran las solemnidades, los discursos, los recuentos anuales, las mentiras
con membrete.
¿Para qué seguir engañándonos?
El Perú huye de la verdad como si de la peste se
tratara. Solo la autocomplacencia lo seda.
Pero ya es hora de que alguien de adentro se
pronuncie.
Y me pronuncio, sin ninguna esperanza de ser
escuchado. Sólo para dejar constancia.
Para ser una república deberíamos contar con
ciudadanos. No los tenemos en número suficiente. No somos una república sino
una morisqueta.
Y, por lo tanto, no importa mucho a quienes
pongamos en el TC o en la DP (si: amamos las siglas).
Del mismo modo que no importa demasiado, quienes
estarán en el Congreso. Al final, todos se alinearan con el poder del dinero.
¿Cuántos juicios perdió Dionisio Romero en su vida?
Ninguno.
¿Es que tenía siempre la razón? No. Es que
siempre tuvo la chequera sobrada
Al final casi todo en mi país tiene un tufo de
farsa, un guiño coqueto de impostura. Como si todos supiéramos que nadie es lo
que ostenta o lo que parece o lo que finge o lo que detenta.
Como si fuéramos un eterno carnaval de
enmascarados.
De modo que lo mismo da el abogado del alcalde
Burgos pertenezca al TC o que el señor Sardón – un auténtico cretácico
conservador – este allí. Al final, el TC hará lo que los medios, mandados por
la derecha, propongan con sus linchamientos y sus voceríos tintineantes. Y lo
que los encuestadores avalen con sus cifras extorsivas.
No importa cuánta burocracia creemos y de que
nombres apoteósicos nos valgamos para aparentar lo que pudimos ser: Ministerio
de Justicia, Contraloría General de la República, Tribunal Constitucional,
Honorables Miembros de la Corte, muchos etcéteras.
No importan las fachadas ni el papel sellado. La
ignorancia condena. La deshonestidad reclama lo suyo. Lo que el Perú necesita
es una mega comisión que lo refunde, una revolución que lo establezca.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
CÉSAR HILDEBRANDT: LO BUENO, LO MALO Y LO DE SIEMPRE
Por César Hildebrandt
26 de diciembre, 2011.- Lo mejor del año fue la resistencia de Cajamarca. Lo peor fue el golpe de Estado blanco gracias al cual los perdedores de las elecciones volvieron a ganarlas, demostrando que el Perú no es sólo un país que padece del más gracioso narcisismo sino también un disco rayado, una obstinación de la quietud, un homenaje a sus tradiciones. Ollanta Humala llegó al poder montado en una ola de cólera provincial y ciudadana. Ahora se olvidó dé la cólera y monta el alazán que Pardo sometía con gracia, que Leguía veía correr en Santa Beatriz. Ese caballo único y eterno de nuestra historia circular tiene orejeras y una sola dirección: a la derecha y al galope, Gran Chaparral, Bonanza pura.
Al señor Humala debería producirle reflejos nauseosos el hecho de que Alan García, ese Caco, lo esté elogiando de un modo tan arrebatado. Pero el señor Humala se está acostumbrando a todo y la proximidad afectiva de García no lo espanta. Es que una cosa es con guitarra y otra es con cojón. Y mister Húmala ha preferido la guitarra y cantará a dúo con García (ya verán) algún valse de Los embajadores criollos. Que para eso están los arreglos y de eso se trata la política que se aprende en Palacio: arte de ciénagas, trasvase de sanguaza, cáncer y sida a la vez.
Y como la política peruana es esa rata protagónica, entonces vendrá el indulto y tendremos a dos Cacos, dados al homicidio en sus ratos libres, a García y Fujimori, plenamente regresados y vigentes. ¿Para qué fuimos república? ¿Por qué la hipocresía? ¿Por qué no llamarnos lo que somos? ¿O es que no somos, acaso, un califato, un chiste malo de velorio, la Disneylandia de las apariencias? Porque si la democracia consiste en que te roben el voto y en que el que prometió cambios aparezca como el garante de la conservación, entonces me declaro no-demócrata estepario. ¡Váyanse al carajo con su carpa!
Y viene el Caco mayor, el García, y nos da lecciones de optimismo. Claro, es un hombre feliz: ha robado como pocos, ha matado como muchos, ha podrido capítulos enteros de la historia reciente, y ahora se ha asegurado una nueva impunidad. Disfrazado de viejo magistral, habla de “la continuidad” que ahora Humala representa. Y el presidente de la República no se aparta ni se tapa la nariz. Agradece con su silencio. Pisa el charco. Se suma a la legión de salpicados.
Hace lo mismo que hizo su bancada cuando, esta semana que pasó, se adhirió a la ley propuesta por Javier Bedoya de Vivanco, el hermanito de Luis Bedoya de Vivanco, aquel que recibió 25.000 dólares de Vladimiro Montesinos. Javiercito es el hermano brutón del esfumado Luisito y ambos son vástagos de don Luis Bedoya Reyes, el hombre que fundó un partido en una suite del Hotel Crillón y con plata de Luis Banchero Rossi, el pesquero asesinado. Para que el círculo termine de cerrarse, recordemos que Humala condecoró y elogió hace poco a don Luis Bedoya Reyes, que, aparte de ser el padre profético de Luis y Javier, fue abogado de Cementos Lima y de cien empresas más que lo bancaron durante todos estos años (porque el sueño de la derecha más rapaz fue que Bedoya, que leía estrictamente “Condorito”, gobernase el Perú subido a un Caterpillar).
La llamada “ley mordaza” es un auténtico peligro. Más allá del uso que hayan podido darle algunos periodistas miserables al chuponeo, lo cierto es que entregarle a un juez churrupaco o a un fiscal venal la calificación de qué cosa es de interés público es un paso de gigante hacia la censura.
¿Se imaginan a Blanca Nélida Colán o a Miguel Aljovín dictaminando sobre esa materia? ¿O al mismo y actualísimo doctor José Peláez Bardales calificando su propio audio, ese en el que hablaba con Mario Vélez, socio de Alberto Químper, sobre cómo favorecer a Julio Vera Abad?
Que la prensa grande no haya hecho escándalo sobre esta materia dice mucho sobre la situación actual. Parte de esa prensa está tan sucia, tan hundida en diversos intereses que nada tienen que ver con la libertad de expresión, que no extraña que apenas proteste por la ley aprobada en el Congreso de Abugattás. Total, pensarán los capitanes de algunos periódicos y televisiones, quizá con esta ley me libre de que algún enemigo saque los audios que nos registraron recibiendo órdenes, intercambiando beneficios, pidiendo favores, canjeando mudeces.
¿Se imaginan qué llamadas debe haber por allí entre los directivos de El Comercio y las gerencias de Canal 4, ahora que han terminado de botar a Laura Puertas para hacer de Cuarto Poder el magazine soñado, el entretenimiento capón, el cojudeo?, ¡La caja boba terminó en caja chica!
Alan García desacreditó la elocuencia y ahora difama al optimismo. Ollanta Humala debería nombrarlo su asesor.
Por eso este modesto servidor ha pedido, como regalo de las navidades en las que no cree, un Perú de lego y cartón piedra donde los presidentes no hagan de mandaderos y los mineros no hagan de ministros y las promesas no sean basura y del cielo no llueva pichi que se crea maná. Que Papá Noel se apiade y me lo mande, por favor.
—-
Fuente: Publicado en el semanario Hildebrandt en sus trece, viernes 23 de diciembre de 2011, Año 2 Núm. 87.
lunes, 5 de diciembre de 2011
EN CAJAMARCA SE JUEGA EL FUTURO
César Hildebrandt
En Cajamarca, en Andahuaylas, en Puno, en Cañete, en diversos puntos de la Amazonía, el tema es el mismo: las viejas deudas del centralismo limeño se están pagando. No se trata sólo de la minería sino de una rebelión que nos obliga a mirar lo que nos hemos negado a mirar durante muchos años: los fueros del interior arrasados por una “república burocrática” domiciliada en Lima.
El gobierno es una máquina que fabrica miles de decisiones en este país “unitario” que está hecho jirones. Muchas de esas decisiones atañen al futuro de los campesinos, las comunidades serranas y selváticas, las breves extensiones agrícolas que no están vinculadas a la agroexportación. Es como si la “utopía arcaica” –frase descalificadora y casi miraflorina- quisiera cobrar actualidad y revancha.
¿Qué hacer? ¿Volver a la pólvora y los máuseres como proponen quienes piensan que la única tradición por conservarse es de los toros?
El problema es que les hemos dado pie a los gobiernos regionales a creerse instancias federativas de un país que reconoce sus variadas complejidades. Pero, claro, eso es sólo es de boca para afuera: el regionalismo es bueno cuando acata a Lima y administra los planes del “señor gobierno”; es malo cuando se nos enfrenta.
Es cierto que la realidad andina y amazónica esconde también a los ladrones de madera y a los mineros clandestinos. Hay que combatir esas plagas, pero eso no puede ser argumento para declararles la guerra a quienes malviven en dos tercios de nuestro territorio.
El asunto es elegir. Y el dilema es optar por el pasado o por el futuro.
El pasado no es la agricultura y el cuidado del medio ambiente. Ese es el futuro. El pasado es, más bien, seguir vendiendo piedras, depravando paisajes, volcando en ríos camiones de cianuro o de mercurio. El futuro es darle valor agregado a la minería existente y aprobar los proyectos mineros que se concilien con la preservación de las fuentes de agua. El pasado es La Oroya, Cerro de Pasco, Conga. El futuro es un país que dé el ejemplo explotando con más cautela sus recursos no renovables y creciendo sin seguir la cadencia insaciable de las mineras de oro y cobre y de ese “sistema-mundo” que ha enloquecido y está en plena decadencia.
¿Vamos a ser menos sin Conga?
No. Seguiremos siendo un país minero y serio que cumple sus compromisos. Pero le habremos demostrado a la inversión extranjera que estas no son las comarcas de Tarzán y que aquí el medio ambiente tendrá que ser respetado.
¿Peligraba el medio ambiente con el proyecto Conga?
De eso no hay duda. Este semanario fue el primero en decirlo con documentos y testimonios en la mano. Y la renuncia de una persona de la decencia de José de Echave no hizo sino confirmar la reprobable maniobra que, desde el gobierno y con el ministro de Energía y Minas a la cabeza, quería favorecer a Yanacocha a cualquier costo.
Deliberadamente, al Ministerio del Medio Ambiente se le dio un estudio de impacto ambiental de 20.000 páginas para que lo revisara en quince días. El propósito era que no hubiera revisión ni diagnóstico. Pero José de Echave no se dejó amedrentar y puso a sus mejores técnicos a trabajar día y noche esos quince días. Lo que hallaron bastó para descalificar a Conga: no tenía Licencia Social, como argumentaba, y no había tomado en cuenta el ecosistema en torno a las lagunas y los bofedales. Además, los técnicos dejaron al desnudo serias dudas relacionadas con la valoración económica del proyecto.
La gente del Ministerio del Medio Ambiente con se reunió con funcionarios de Yanacocha. Según De Echave, “las respuestas no fueron satisfactorias”.
La suspensión del proyecto Conga fue anunciada, curiosamente, no por el gobierno sino por Yanacocha. Había en ese texto una informada serenidad y un gran optimismo.
Yanacocha tenía sus razones: tanto en la Presidencia del Consejo de Ministros como en el Ministerio de Energía y Minas la promesa implícita había sido la misma: “esto es una tregua, ahora les corresponde a ustedes ganarse a la población y voltearles el partido a los agitadores”.
Lo que no calcularon es que Cajamarca no se rindió. Al cierre de esta edición, la huelga indefinida continuaba, aunque, sensatamente, se había decidido reabrir de modo parcial las carreteras.
¿Hay agitadores en Cajamarca?
Claro que los hay. Uno de ellos es Wilfredo Saavedra, presidente del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca. Darle la razón al diario Correo no está entre mis aficiones, pero en este caso es cierto que Saavedra parece convencido de que en Cajamarca brotará la chispa de la pradera en llamas con la que sueña. De otro modo no se explica que esté exigiendo, en su página web: “la renuncia de Ollanta Humala por incapacidad política y moral”. De modo que este guerrillero fracasado lo que quiere no es sacar una tajada sino llevarse, entero, el panetón de Conga.
Mal harían Marco Arana y los suyos en sumarse a esta prédica que desacredita el argumento ambiental y hace aparecer a Cajamarca como el botín de unos topos del violentismo.
Y mal hacen quienes ven en el diálogo una claudicación y una suerte de traición al machismo maximalista del señor Saavedra.
En Cajamarca se están jugando cosas mucho más importantes que el supuesto porvenir del ultrismo teñido de verde. En Cajamarca se juega una opción de desarrollo, una manera de entender la vida, un método para crecer sin desatar las iras de la naturaleza.
Y vienen nuevas batallas cajamarquinas. Una de ellas es la del proyecto La Zanja, también de Yanacocha, y otra es Galeno, una inversión China. Ambas explotaciones son auríferas y ambas están situadas en cabeceras de cuenca. Esta batalla recién ha empezado y obligará al gobierno de Humala a abandonar sus dobles discursos. O está con una minería compatible con la preservación del medio ambiente –algo que se puede medir sin histerias regionalistas y con vocación técnica- o está en la ruta de Fujimori, Toledo y Alan García. Y Benavides, Prado y Odría. Que se decida
http://www.hildebrandtensustrece.com/index.html
sábado, 24 de septiembre de 2011
EL FASCISTA CIPRIANI
Por César Hildebrandt
El Cardenal Cipriani debe odiar a la Iglesia Católica. Podría ser hasta un infiltrado en sus filas, un demonio con alas de papier mâché, un íncubo luterano decidido a desprestigiar a Roma.
¿O es que es impresentable sólo porque le da la gana y sin propósitos ulteriores?
Cuando los inocentes eran sospechosos y los sospechosos eran terroristas y los terroristas eran desaparecidos, Cipriani apoyó firmemente, en Ayacucho, los desmanes militares que casi nos cuestan perder la guerra con el maoismo homicida de Sendero.
Jamás defendió a las víctimas del fascismo Fujimorista. Al contrario, alguna vez sostuvo que la Coordinadora Nacional de derechos humanos, una entidad que exponía el pellejo en defensa de los inocentes victimados por la barbarie de ambos lados, era “una cojudez”.
Porque Cipriani no sólo es fascista de convicción y franquista melancólico sino que también es procaz.
Alguna vez lo grabaron dando una charla en la Escuela Militar de Chorrillos y este columnista tuvo el privilegio de propalar parte de esas imágenes en un programa de TV.
Allí, con el lenguaje de un asaltante de caminos y el alma de un abusador de mujeres, habló “a lo macho”. Allí virtió parte de su alma y lo que virtió no le hizo ningún bien a la institución que desde hace dos mil años pretende decirnos que sus pastores son gente mejor que los mortales comunes y corrientes.
Cipriani no sólo no es mejor que cualquiera. Cipriani es peor que cualquier laico con pocos valores.
Porque el laico más imperfecto que uno pueda imaginar no se disfraza de jerarca romano ni pretende señalarnos el camino que conduce al cielo.
Cipriani es fascista probado, es ordinario como un suboficial encervezado, es teatrero como cuando simuló llorar después de lo de la embajada del Japón y es odioso por donde se le mire y desde donde se le oiga porque su único interés es el de contribuir al inmovilismo. Es un discurso de la Confiep con un amén al final.. Es el hombre que el mártir Oscar Arnulfo Romero, obispo salvadoreño asesinado por la derecha en plena misa, no habría siquiera saludado.
Cipriani fue nombrado cardenal por un Papa que coordinaba con la CIA, que recibía en secreto al enviado de Reagan para ver qué se hacía en Varsovia y que combinaba sin remordimientos la misión pastoral y su labor de destruir todo lo de progresista y moderno que en la Iglesia Católica se había levantado desde el Concilio Vaticano II.
Paulo VI fue el iluminado que quiso emparentar, por segunda vez, la Iglesia Católica con los intereses de los que más sufren. Porque Paulo VI entendió que el sufrimiento social es evitable y que es el orden mundial, podrido desde la raíz, el que lo convierte en endémico.
Paulo VI quería regresar a los orígenes de una Iglesia que, antes de ser Roma, fue fe y pobreza, ejemplo y humildad. Estuvo a punto de lograrlo hasta que llegaron las hordas de la restauración con el Opus Dei a la cabeza y los sodálites en la infantería.
Esas hordas han restablecido el orden que terminará matando a la iglesia de Roma. El orden del Sacro Imperio. El orden inamovible de los ricos que mandan y los pobres que deben esperar vivir mejor en el cielo. “Allí tomaréis sopa, hermanos míos”, decía Neruda.
Y de esas hordas pasatistas y de ese orden que olvidó a San Francisco y recuperó el sentido del imperio nació la espantosa nominación del Cardenal Cipriani, siniestra expresión del Opus Dei y consejero espiritual de Fujimori.
Y ayer este señor, que quiere pasar por comentarista desinteresado, ha dicho que el Museo de la memoria no debe levantarse porque “no contribuye a la reconciliación del país”.
Bueno, el Museo de la Inquisición, donde Cipriani debería figurar en cera y con el disfraz de prelado que tanto le gusta, tampoco es que fomente la reconciliación entre la Iglesia y sus víctimas.
Y, sin embargo, el Museo de la Inquisición existe porque resume un capítulo de la historia.
Aparte de adular a Alan García y de censurar a quienes enfrentan las provocaciones de Chile -recordándonos la peor diplomacia de Roma frente a los poderes fácticos-, Cipriani se ha permitido decirle a los propulsores del Museo de la memoria -es decir, al gobierno alemán de la conservadora Ángela Merkel- que “no se debe permitir injerencias extranjeras”.
¡Y lo dice este funcionario de una Iglesia con sede en Roma, con casa matriz en el Estado del Vaticano y con nuncios embajadores acogidos al estatuto de la extraterritorialidad!
Es hora de decirle a Cipriani cuán inaceptable resulta como personaje espiritual. Es hora de recordarle que si la Iglesia Católica sufre de anemia sacerdotal y crisis de feligresía es por gente como él. Es hora de decirle, en suma, que la maldición de los hipócritas es que no pueden ocultar su hipocresía.
Ya he dicho que me duele ser agnóstico. Pero cuando escucho a Cipriani decir cosas como la de ayer me reafirmo en mi catedral de dudas. Bueno, dudas relativas. No tengo la menor duda, por ejemplo, de que Cipriani no representa a Dios -como quiera que se pueda entender esta definición-.
sábado, 30 de julio de 2011
CESAR HILDEBRANDT COMENTA EL DISCURSO PRESIDENCIAL
GUERRA DECLARADA
Ollanta Humala debe haber leído recientemente manuales de guerra, esos que subrayan que la sorpresa es factor clave en el desenlace de las batallas.
Eso de invocar a los manes de 1979 para juramentarse simbólicamente fue el típico ataque que nadie esperaba.
¿Fue legítimo?
Fue una provocación. Y quizá hasta una frivolidad irresponsable. Pero lo cierto es que, por primera vez en muchos años de respirar apenas en el cementerio de lo correcto, sentimos que algo se movía, que algo estaba pasando, que alguien dejaba de hablar a media voz.
Y la verdad es que funcionó. Basta oir, casi de inmediato, a las señoritas y señoritos que aspiran a ser personajes de Proust y sólo llegan a ser empleados de cualquier Crousillat, para entender que Humala había dado en el blanco.
¡Cómo se horrorizaron las señoritas y los señoritos! “No me ha gustado nada de esto”, decía un exlobista de alguna burundanga en los tiempos de Fujimori. “Es preocupante”, remachaba una señora que es la Perry Mason del rivaagüerismo sin naftalina.
¿Y Martha Chávez, ese delicado ser que insultaría a las placeras si placera se la llamara? Pocas veces me he avergonzado tanto. Pero -debo decirlo-, pocas veces he disfrutado tanto asistiendo a una rabieta como la que nos regaló la señora Chávez al mediodía del 28.
Era una escena de Almodóvar ver a ese súcubo (que permanecería en el más estricto estado de virginidad) gritando en nombre de los fueros constitucionales. Ella, que fue secuaz sin límites de quién burló la constitución verdadera, creó un circo de mercenarios para producir la que permitió la DICTADURA LIBERAL que padecemos y que ayudó a disolver el Tribunal Constitucional cuando fue incómodo, ¿ella hablando de una Constitución herida por omisión?
El discurso de Humala, más allá de la demagogia y las decepciones, fue importante. Tuvo un espíritu de renovación, un aliento de largo plazo, un propósito de enmienda nacional.
No fue en vano que citara a Víctor Andrés Belaúnde, a Haya de la Torre, a Mariátegui y a Basadre: compuso con ellos un relato de lo que no hemos podido ser, de lo que debemos aspirar a ser.
Y lo que avizoramos no fue una utopía siniestra, hecha por caudillos reiterativos y supresión de derechos, sino un país afinado por la concertación.
Esa fue la grandeza y la debilidad del discurso. Porque Humala tiene que entender que la voluntad de armonía a la que él apela y que para su proyecto resulta imprescindible no es algo que le van a regalar sus enemigos.
La derecha ha empezado ayer una guerra santa. Ya tienen a su Sarah Palin, o sea Martha Chávez, su Fox News, es decir todos los canales de TV, y sus innumerables operadores medianos y menores. El objetivo de esa guerra será revocar el mandato de Humala. El plan B es el de hacer imposible la gobernabilidad a partir de un congreso aceitado por la Confiep y la Sociedad de Minería. El C es sembrar tal campaña de terror que Humala, como ya lo ha hecho, retroceda y decida ser el gerente de la Cruz Roja y no el presidente de un país que necesita cambios.
De esa guerra fueron anticipo la conducta del fujimorismo en manada y la virulencia de los comentarios de algunos diarios y casi todas las televisiones.
Lo mejor de las palabras presidenciales se dedicó a las grandes metas: reparar injusticias, restablecer el diálogo, construir una nueva convivencia entre peruanos, sancionar de verdad la corrupción, legitimar la democracia con la inclusión de los más pobres.
Respecto de la economía, se confirmó el respeto por la disciplina fiscal, la conservación de un modelo de economía de mercado abierta al mundo, la creación de un Consejo Económico y Social.
Pero también se habló de aquello que horroriza al palco del señoritismo: aumento del salario mínimo en 150 soles y en dos partes, creación de una línea aérea de bandera, apoyo a lo que queda de Electroperú, renacimiento de Agrobanco y negociación para recuperar el lote 88 y para imponer tasas tributarias nuevas a las sobreganancias de la megaminería.
En el medio quedan los programas sociales, los alivios de urgencia: ancianos, jóvenes y niños que se verán asistidos por la mano de un Estado que Humala definió como “no intervencionista pero tampoco mínimo y débil”.
“Vengo en son de paz”, dijo el nuevo presidente. Los que lo odiaban de antemano y ahora lo odian más que nunca afilaban sus lanzas y secaban sus pólvoras
Semanario “Hildebrandt en sus trece”, 29 de julio de 2011
jueves, 16 de junio de 2011
EL PODER DEL DINERO NO ESTÁ SUJETO AL VEREDICTO POPULAR
Diario16 - 16/06/2011
Entrevista al periodista César Hildebrandt
-Antes de hablar del presidente electo, le pregunto cómo ha visto la campaña que pasó.
Polarizada, intensa, y además sintomática respecto de lo partido que está el país. Dos perúes combatiendo casi en el preámbulo de una guerra civil, y expresándose esto en un lenguaje de gran ferocidad, y con pocas posibilidades de reconciliación, más allá de las hipocresías y los protocolos, lo que anuncia es una suerte de atrincheramiento en las posiciones.
-Y esto se mantiene incluso después de la elección. Humala ha dicho que quiere un gobierno de concertación. ¿Qué tan difícil será?
Basta leer los twitters pos elección, de los ppkuyes y de la gente que alrededor de PPK no ha hecho sino expresar su pensamiento conservador y racista, para darse cuenta de que no hay sino una frágil tregua. Es cierto que el presidente electo está dando muestras de concertar, conciliar, ceder, y es cierto que la Confiep ha recogido ese mensaje. Pero me temo que si el presidente electo hace o dice algo que no esté en el libreto ortodoxo de la Confiep, la guerra se reanudará.
-Hay sectores para quienes la campaña no ha terminado.
Sectores que creen que ellos no pueden perder nunca, que si pierden la elección, conservan el poder, porque su poder no está sujeto al veredicto popular, sino que es un poder crónico, vitalicio, y es el poder del dinero. Ese poder se considera tan pétreo, que no es vulnerable a ninguna democracia. Esa es la gente que reclama a Humala ‘¿te vas a portar bien, o mal?’. Si te portas mal, nos hundimos todos, y si te portas bien, todo va bien. El Presidente se convierte en un rehén. Y no elegimos a un rehén; elegimos a un Presidente.
-Eso hasta suena a una amenaza. ¿Está amenazado el Presidente electo?
Es la soberbia de siempre, de la derecha peruana que nunca ha admitido ni sus errores, ni su falta de proyecto nacional, ni sus frustraciones en la historia, y que siempre ha querido tener la razón. Y todo lo demás es una suerte de chusma usable, siempre que sea obediente. Cuando la chusma da muestras de un relativo descontento, se convierte en algo peligroso.
-Ha dicho que la derrota de Keiko encierra un triunfo de la ética. ¿Es también un gesto de madurez social, o sólo una reacción ante un intento de imposición?
Creo que la derrota de Keiko es consecuencia de la rebelión del interior del país, en contra de Lima, de lo que representa, y de la política centralista. Keiko tuvo la desdicha de vincularse a Lima, a su proyecto autoritario y ultraliberal y por eso perdió. Pero me da escalofríos pensar qué hubiera pasado si hubiera sido más astuta, que felizmente no lo es: si se hubiese conectado más con las provincias y con el interior. Estadísticamente sí, es el triunfo de la ética; ahora, también es el triunfo de la rabia.
-Óscar Ugarteche dice que perdió esa derecha “falangista, racista, fóbica, oscurantista e ignorante”. ¿Es toda la derecha así, la que perdió?
Hay empresarios que no se sienten representados por esa derecha mayoritaria, que viene de las cavernas. El capitalismo de los capitalistas no existe. Los países avanzados son eso, contratos sociales que aproximan a los trabajadores y a los propietarios del dinero, y esa gente moderna ha tratado de cambiar inútilmente a la derecha limeña, y no ha logrado ni lo logrará. La derecha va a tener que refundarse, o buscarse otro Fujimori, algún golpista, la reencarnación del autoritarismo podrido que tanto les gustó. Si la derecha no cambia, se convertirá en pandillaje o extremismo.
-Y quizá ahora sea el momento para la ‘gran transformación’ de la derecha.
Es el mejor momento. Vamos a ver si tienen la entereza de promoverlo. El Perú necesita una derecha civilizada y una izquierda moderna. La modernización de un país no sólo es poner grúas pórtico en el Callao, también es cambiar de aires, pensamientos, metas. Sustituir la indiferencia por compasión social; el compromiso por la intolerancia. Hemos vivido tiempos de exterminio mutuo, vino Sendero y quiso acabar con todo. Se fue Sendero, y (la derecha) siguió haciendo lo mismo. Hasta parecería interesada en promover otro Sendero.
-¿Si esa derecha es la que perdió, cuál es la izquierda que ganó?
La izquierda que ganó es la que ya no tiene que ver con el estalinismo; la izquierda PM, post muro. La gente que entendió por qué se cayó el muro, puede entender qué necesita la nueva izquierda. Felizmente, hay sectores en el partido de Humala donde esa corriente está representada. Desde luego hay una izquierda comunista, regresiva, anticuada, fósil, que quiere meterse en el humalismo. No creo que lo logre, no creo que Humala lo permita.
-Algo que ha terminado afectada en esta campaña es la credibilidad de la prensa. ¿Seguimos siendo el cuarto poder, o subestimamos más a la población?
La última encuesta de La Católica le da al cuarto poder el 48% de credibilidad, y 50% de incredibilidad; ya vamos perdiendo la batalla de la credibilidad, que es el único capital. Mi pronóstico es muy malo, y es momento de reflexión. Debería serlo, pero no lo va a ser, porque los conozco: son obcecados, totalitarios. La prensa se va a airear cuando los jóvenes que están en Internet se animen a pasar al papel. No creo que los viejos dueños de periódicos, tan próximos a grandes intereses y favores del gobierno, cambien. Van a morir ahí, con sus rabietas de mercado, con sus vaticinios apocalípticos y, sobre todo, con su imbecilidad crónica.
-¿Y el papel de la televisión? ¿Cómo ha visto la presencia de Jaime Bayly, el resurgimiento de Beto Ortiz, sólo por mencionar dos nombres?
En la misma prensa hay excepciones. En la TV también, pero hablamos de las tendencias gruesas y estas son convertirse en furgón de cola del poder. Porque sale un entrevistador temerario, temerario se le llama ahora a quien entrevista a alguien que no piensa como el resto; a lo que hemos llegado: que alguien que le arranca a (Jorge) Trelles la frase ‘nosotros matamos menos’ es un héroe. ¡Madre mía! No digo que Beto no haya cumplido una buena misión; la ha cumplido. Del mismo modo Bayly, si le queda algo de vergüenza, debe haber sentido mucha durante y después de su labor de sicario. Pero en grueso, la TV se ha comportado como una basura. Ha ayudado a polarizar con mentiras.
-Humala ha ganado la elección y en sus primeras declaraciones se ha apurado a dar explicaciones. ¿Qué debería hacer para dejar esa impresión de secuestro y empezar a ser el Presidente del cambio?
En primer lugar debería ser Presidente. Los presidentes no tienen por qué estar sometidos a presiones. Segundo, debe recordar por qué es Presidente. No lo es porque la Confiep le dijo que sí, o Canal 4, sino porque millones le dijeron ayúdanos, cambia algunas cosas. Que reciba a la Confiep me parece bien, pero que no reciba a la CGTP me parece mal. Me parece mal que diga que EEUU es un aliado estratégico. EEUU sólo tiene aliados estratégicos de la categoría de la OTAN, que ni siquiera es un país, o Israel. Pero que diga eso después de decir que habría que revisar algunos aspectos del TLC, me parece contradictorio, y ojalá que sea sólo un lapsus lingüe.
-Bueno, después de esta primera gira, irá a EEUU y Europa.
Es un viaje necesario, una conversación en Washington civilizada está bien. ¿Pero decir que aliado estratégico? Le está faltando a Humala un consejero con mayor influencia en política internacional. También dijo que va a evaluar al equipo de La Haya y eso no es ni correcto ni oportuno. Ese equipo lo hace bien, tanto, que Chile está muy preocupado. Que lo evalúe, pero que no lo diga. Eso será en Torre Tagle, ¿pero que lo diga en público? Es decirle a Chile ‘estoy preocupado porque creo que no lo estamos haciendo bien’. Parece que Humala todavía no está enterado de que es el Presidente.
-Humala tendrá muchas exigencias sociales, y tendrá una oposición que ya empezó a mostrar los dientes. ¿Qué papel tendrá la oposición?
Será una oposición a matar y feroz, del fujimorismo y sus aliados. Keiko y (Carlos) Bruce serán las dos cabezas de la oposición. Y luego habrá una oposición moderada, espero responsable, del resto de partidos, y ojalá que (Alejandro) Toledo pueda influir no como aliado incondicional, sino como moderador de su bancada. Humala se las va a ver con gente que quiere su fracaso; a la derecha le importa mucho su fracaso, porque probablemente sería el descarte definitivo de cualquier opción no sistémica. Después de un fracaso de Humala, sólo quedarán matices de la misma opción.
-Ante un escenario así, Humala parece indefenso. ¿Qué le queda, elegir buenos ministros, decisiones serenas, tener socios en la región?
Actuar con prudencia, no dejarse provocar. El aliado de Humala no se llama Morales, ni Kirchner, ni Correa, menos Mujica o Lugo. Si las papas quemen, ojalá que no, Lula no va a recordar ni que lo conoce. Su aliado es el pueblo. Si hay ese problema, Humala debe recordar que el pueblo lo eligió. ¿De cuándo acá un proceso de cambios se ha protegido por el exterior? Nunca. Humala no es un revolucionario, menos mal. Pero sí quiere cambios razonables, porque contrariamente a lo que piensa la derecha, este modelo sí es perfectible.
-¿Qué le parece el entorno de Humala, Nadine, Salomón Lerner, Chehade, Marisol Espinoza, Abugattás, y ahora Kurt Burneo?
Lo veo bien intencionado, variado, es un jugo surtido. Lo están haciendo bien. El asunto es qué pasará cuando empiece el gobierno. Su entorno tiene un problema, y es que Gana Perú no es un partido. Y hay corrientes. Lerner está a la derecha de (Javier) Diez Canseco, y éste a la izquierda de Marisol, y Chehade en un centro personal. ¿Qué los puede disciplinar? El poder y la responsabilidad de proteger a Humala de denuncias que podrían deteriorar su autoridad. La derecha jugará a encontrar contradicciones y tendrá éxito si esta gente sigue hablando cada vez que le preguntan. En política a veces el silencio es imperativo.
Un Presidente millonario
-En enero usted dijo que García tendrá que explicar por lo menos 10 casos de corrupción. ¿Siguen siendo 10?
No sé… en todo caso hay 10 de corrupción y uno de mal gusto, el Cristo en el Morro. Si hubiera una suerte de policía estética, tendría que ir preso. Vamos a ver si el coraje alcanza para esas investigaciones. Pero que Odebrecht done 850 mil dólares y el Presidente 100 mil (a esa obra), casi es una insolente transparencia, una manera clarísima de decir ‘miren lo bien que nos ha ido’.
-La donación de García ha sorprendido a más de uno…
El Presidente es muy rico. Puede soñar con tener un departamento en París. Y nunca ha trabajado. Y no ha podido tener éxito ni fracasar porque nunca hizo nada. Y es muy rico. Y la pregunta es, ¿de dónde es muy rico? Porque ha recaudado fondos, ha recibido gratitudes, ha hecho negocios que no sabemos y que no son formales, y tiene amistades particulares por lo generosas. El Presidente merecería un juicio de residencia. Ahora, ¿lo hará el próximo gobierno? No lo sé, pero lo dudo.
-¿Por qué? Una de las frases más repetidas por Humala en campaña es que investigaría a García.
Porque probablemente eso requiera mover el escenario político de un modo peligroso para el propio gobierno. García está consiguiendo una alianza con el fujimorismo… Es inminente el asunto de (Alberto) Fujimori.
-Se refiere al indulto.
Sí. Y el agradecimiento de la bancada fujimorista puede ser perfectamente la protección a García. No tiene suficientes congresistas para parar una investigación, pero a la hora de los loros, qué pasará con la gente de PPK, de Solidaridad, esas bancadas frágiles que no están soldadas por un programa principista: son mudables. Pero sería bueno que García pagara por lo que ha hecho. Él es un ejemplo de corrupción ostentosa.
-¿Cuál es el caso más emblemático de corrupción por el que podría ser procesado?
Sus vínculos con Odebrecht y Graña y Montero, que él mismo acaba de exhibir con este asunto del Cristo del Pacífico.
-Este monumento, al margen de lo económico, también revela un aspecto de su personalidad, además de su ego, ese afán de perpetuarse.
Tiene que ver con eso que usted dice, con su idea de perennidad, de historicidad o de eternidad. Pobre García; cree que va a tener una posteridad de cemento. No es así. Quizá algunos desde una embarcación vean eso, que medirá 37 m, y diría lo que muchos dicen al ver su fortuna: ¡Ay, Jesús! No será un monumento, sino un recordatorio. Es patético. El problema de un ego como el de García es que llega a ser cómico, humorístico. Un ego de ese tamaño ya no impresiona, divierte. Quiere que todo el mundo lo recuerde, pero vuelve a demostrar que las instituciones no le importan.
-Ya que hablamos de humor, parece que la renuncia de PPK a su nacionalidad también fue sólo una broma de campaña.
Desde el comienzo fue una mentira grosera. Y ahora PPK es una especie de consejero crónico; como una enfermedad que no se va. Él insiste en que tiene la fórmula y está convencido de que el 18% que obtuvo lo convierte en presidenciable y referente de opinión en economía. Pero no sabe que es un invento de García, uno de los tantos heterónimos que ha usado García. PPK no existiría sin él, y PPK cree que existe por sí mismo, y que tiene futuro. Ya que alguien de 72 años diga que tiene un gran futuro resulta conmovedor.
LUIS GARCÍA ROJAS lgarcia@diario16.com.pe
martes, 14 de junio de 2011
TOTAL, ¿QUIÉN GANO LAS ELECCIONES?
Nota Breve
La "burguesía peruana" [entre comillas por doble motivo: porque ni esta constituida por capitanes de industria, sino todo lo contrario son mutaciones de los herederos de los encomenderos, con los mas parasitarios y delincuenciales elementos a la cabeza de este grupo; y por su puesto que nada tienen de peruanos no tiene que esforzarse uno en demostrarlo por que ellos lo muestran a flor de piel] nos demuestra una vez mas su extraordinaria destreza para, después de haber sido derrotados, con todo desparpajo demandar como ganadores.
Ya después de la primera vuelta, PPK-San Román (dicho de paso que triste papel este último), se habían acercado a Ollanta con sus exigencias a las que este debería someterse. Ahora otra vez, apenas se supieron los resultados, la CONFIEP llamaba a "mirar hacia adelante". Todos los ataque de los mas sucios durante la campaña, le decían a Ollanta, no te preocupes mas. Era una variante de esa frase de la película "El Padrino": "No es nada personal, son solo cuestión de Negocios". La función Hoy es acorralar a Ollanta Humala y ponerse ellos como los referentes morales y claves en el manejo económico.
El Problema es que en el campo popular no existe una propuesta de movilización con nuestras demandas. Al final, si el gobierno de Ollanta es cooptado por esta Derecha Delincuencial y parasitaria, será en parte nuestra responsabilidad. Aunque aparezcan algunos a decirnos "Ya se lo habíamos dicho"
14 junio 2011
Eduardo Vargas
TOTAL, ¿QUIÉN GANO LAS ELECCIONES?
Escribe César Hildebrandt
En “Hildebrandt en sus trece” Nº 59 10/06/2011
En el país de las maravillas, donde el relojero siempre da la misma hora y el sombrerero no es loco sino bobo, los ganadores dan explicaciones y los perdedores las exigen. Y la reina de la baraja, disfrazada de Cecilia Blume, continúa, impertérrita, su reinado de terror.
Gana Humala y lo primero que hace canal 4 es llamar a PPK, ese lobista sin vergüenza alguna, a que dictamine. Y durante 45 minutos PPK decide que el miedo se instalará entre nosotros, que la Bolsa —esa santa entidad que muchas veces, sin embargo, guarece a especuladores súbitos y pendejos a lo Bernard Madoff— bajará hasta el segundo subsótano y que viviremos por un buen tiempo caminando por la cornisa de un edificio zarandeado por el viento de Chicago.
¿Así? ¿De verdad? ¡Qué miedo! Entonces la señora que hace de mamita del sistema y el señor que hace de guachimán de Buenaventura le preguntan a PPK qué hacer. Y entonces este lobista dos veces derrotado, este sujeto que Alan García inventó para que Toledo no se vengara investigándolo, este operador de la política entendida como negocio, da su veredicto imparcial.
"Que Humala dé muestras de confianza", dice.
Y la señora y el señor, que odian a Humala tanto como aman su propia e inmóvil servidumbre, acatan, aplauden, repreguntan y azuzan.
En suma: Humala debe decirnos qué va a hacer con el BCR —como si con el Banco Central se pudiera hacer algo que no esté contemplado por la ley que, felizmente, lo blinda—, qué hará con el Estado —como si con el Estado se pudiera hacer algo más que fortalecerlo después de que los liberales lo han masacrado hasta casi desaparecerlo—, y además, quién será su primer ministro, quién se hará cargo de economía, quién del comercio exterior, en qué manos estará la Sunat —no vayan a usarla como arma política, dicen los ladrones del fujimorismo, los que crearon "el RUC sensible" y el maletín delivey—, y qué se hará con la minería, pobrecita, que ya tiembla y suda. Y agregan que Humala tiene que jurar que "el sistema" no será tocado, porque si no los capitales se irán y las inversiones nos dirán adiosito desde la ventana de un jet privado.
O sea, lo de siempre: que la derecha gana cuando gana y la derecha gana cuando pierde. Y su arma de destrucción masiva es el miedo: gana cuando ha asustado lo suficiente y, cuando pierde, infunde tal pavor al adversario que termina por incorporarlo a sus filas y a sus programas preservantes.
¡Y todos somos unos tetudos que si no obedecemos ni cantamos sus himnos estaremos condenados al infierno!
Aparecieron, de inmediato, en la tele hedionda de esa misma tarde, más embajadores de Altamira señalando plazos y exigiendo nombres calmadores. "Y que sea pronto", dijeron con la sangre en el ojo. Y en el canal 2 las caras eran como si la franja de Gaza se hubiera liberado.
Humala, que se animó a la medianoche a hablarle a la gente que lo había elegido, eludió el enfrentamiento y dio un discurso de candidato.
Pero en las siguientes horas le dijo a la CNN que nadie debe preocuparse porque nada, en el fondo, cambiará. Faltó que dijera, como curita franciscano: "Lo que sobre, se repartirá". En ese mismo momento, un mayordomo de García llamado José Vargas dijo, mandado por el amo, que a Fujimori hay que soltarlo ya. Cuando se le preguntó a Humala al respecto, su respuesta vino de la horchata y ni siquiera reflejó un punto de vista moral sobre asunto tan grave.
Lo que el Apra quiere es que la bancada fujimorista defienda al Caco Mayor en el Congreso. Si para eso le piden que libere a Fujimori, pues lo hará. Con una ventaja colateral: con su capo en la calle, el fujimorismo tendrá el ánimo y la soberbia suficientes como para lanzarse, de inmediato, a la yugular del nuevo gobierno.
A lo largo de las siguientes horas después del triunfo, Gana Perú se convirtió en una filial de las boticas Arcángel. ¿Tiene usted temor? Pues ahí va su Rivotril. ¿Le inquietan las dudas de Mariella Balbi? Aquí están sus Xanax, dos al día. ¿Padece por el futuro de la exploración petrolera? Pues aquí tiene su Lexotán.
Proliferan entonces los masajes verbales, los mejunjes de la abuela, las agüitas de berro, el guarapo sedante, el Tarot de la Chichi y el tecito de coca para el soroche de la transición.
Yo creí que Humala había ganado las elecciones. ¿Era un espejismo cuando vi a la señora Keiko Fujimori felicitarlo? Y cuando la ONPE lo proclame oficialmente, ¿estaremos soñando?
Porque la imagen que da ofreciendo, contrito y casi avergonzado, tantas explicaciones y garantías de que aquí no ha pasado nada es la de un presidente electo secuestrado por el poder económico y chantajeado brutalmente por el periodismo, que primero ayuda a crear el terror financiero y luego hace preguntas sobre el terror financiero. Y de tanto decir que no ha pasado nada, lo más probable es que no pase nada. Porque el lenguaje, como siempre, tiene cualidades proféticas.
Llegar al poder para incumplir promesas es una especialidad de Fujimori y Alan García. No vaya a ser que los intereses del gobierno de facto (minero-corporativo-estadounidense) vuelvan a convertir la esperanza de un cambio tranquilo y en paz en un nuevo episodio de decepción y rabia.
Humala se ha comprometido con nuevas reglas de juego. Nadie espera de él una revolución que nos lleve a la anarquía y a la respuesta fascista. Nadie espera de él una turbamulta como la que anhelaba Rospigliosi cuando matriculó su rabia en la ultraizquierda. Nadie quiere aquí a comunistas que jamás criticaron a Castro ni a Stalin y que se tragaron el sapo de las satrapías del Pacto de Varsovia. Pero, caramba, millones de peruanos —la mayoría— esperan que con Humala, por lo pronto, los miedos, los egoísmos y la avaricia sin límites de la derecha neanderthal del Perú no sigan imponiéndose como la agenda del futuro.
Que Humala deje de oír los susurros de los asustados. A lo que hay que temerle de verdad es a la posibilidad de mentirle a la gente que confió en él y que está segura de que este no será el gobierno de Graña Montero, El Comercio y míster Químper.
sábado, 4 de junio de 2011
VOTAR POR HUMALA
Por César Hildebrandt
Si yo fuera un canalla, votaría por quien podría encanallar aún más al Perú.
Porque los canallas se juntan y, a diferencia de los menos malos, ejercen afiatados sus maldades, comercian codo a codo, se federan.
El club de los canallas nunca cierra y su padrón es infinito.
Los canallas tienen un proyecto sencillo y pedagógico: ganar dinero a cualquier costo. Y eso implica que los prójimos son el vecindario. Los otros son manchas en las fotos, curvas en la estadística, barritas en los cuadros de consumo. Los prójimos son la patria. Los otros, lo que deben padecerla: aimaras del sur, quechuas del centro, aguarunas y huambisas del oriente, pobres de todas las calaminas, sobrevivientes del adobe, furia sin remedio y muchas veces sin salario.
Un día a este país, que primordialmente redistributivo como todas las “monarquías hidráulicas” (Hugh Thomas dixit), llegaron armaduras y caballos y pólvoras y biblias. Los Habsburgo terminaron con un imperio y extendieron el suyo de un modo tan drástico como el exterminio.
Cuando nos liberamos del mandato español, caímos en el yugo que nos ha sido tan propio: el del caos, el voluntarismo mesiánico y la desinstitucionalización permanente.
Y hemos vivido todos estos largos años de ensayo republicano: oligarquías que jamás cedieron, riquezas magníficas que se despilfarraron, épicas tradiciones, ricos armados de leyes generales, pueblos sentenciados al atraso. Aquí con raras excepciones, no hemos tenido la clase empresarial fundadora y pujante, creadora y magnánima en el éxito que otros países conocieron.
Por eso es que muchas veces no parecemos un país sino una víspera, un proyecto trunco.
Y nadie hizo tanto para que esa dulzona frustración que es mi país siguiera siendo frustración como el señor padre de la señora K Fujimori.
Nadie como él hizo con tanto talento y tan eficaz malignidad la tarea de convertirnos en una asociación de hordas y en un lugar donde todo lo que no fuera mentira y crimen resultó perseguido.
Fujimori hizo con prolijidad lo que otros había hecho como aficionados, y tras su paso por el poder quedó un mamarracho de país en el que los jueces debían estar en la cárcel y los militares en la basura y los congresistas en una morgue moral.
La derecha aplaudió esa orgía. La disfrutó decuplicando sus ganancias. La quiso porque era redundantemente suya: analfabeta, ladrona, eventualmente asesina, sin límites y sin patria. El de Fujimori –no lo olvidemos- fue un gobierno de cachacos corrompidos con un Chávez medio japonés que quiso hacer interminables sus reelecciones. ¡Y acusan a Humala de querer hacer lo que ellos tienen ganas de repetir!
Para esa derecha, lo que Paniagua y Toledo fue una incomodidad. Lo de García ha sido, en cambio, una grata sorpresa: el heredero de Haya saqueando y permitiendo el saqueo.
Y cuando todo parecía suave como el campo de golf que existe en un poema de Nicolás Guillén, entonces reaparece ese hirsuto comandante QUE NO ES QUIEN VA A MANDAR A PARAR EL BAILE SINO QUIEN VA A INVITAR A MÁS GENTE A LA FIESTA.
Entonces, se anuncia el apocalipsis: el dinero se irá porque el dinero es un macho viajero que solo se queda donde las putas son dóciles y las tarifas razonables. Y habrá más pobres porque sin inversión no habrá más empleos. Y esto lo dicen en un país donde hay 34 por ciento de pobres y 11 por ciento de pobres extremos (es decir de gente que literalmente se muere de hambre). Y hablan de los derechos corporativos en un país donde la presión tributaria es 20 puntos menos que la de la Unión Europea, donde inventaron y aún conservan, felizmente, el capitalismo con responsabilidad social.
Hace 21 años que el señor Alan García inventó a Fujimori para impedir que las investigaciones prometidas por Mario Vargas Llosa lo condujeran a la cárcel. Hace tres meses, el señor García inventó a PPK para impedir que Alejandro Toledo reabriera algunos casos que también podrían haber empujado al líder aprista tras las rejas. Ahora está haciendo con la hija lo que hizo con el padre: prestarle todos los apoyos, todas las intercepciones telefónicas, todos los auxilios de la prensa mercenaria y de sus operadores. Su objetivo es uno solo: no acabar en la cárcel por todo lo que ha robado y no ser juzgado por todo lo que ha ordenado matar. Porque al señor García lo persigue un cementerio, un coro de agujereados, una multitud de rendidos en busca de explicaciones. Y lo persigue un imaginario contralor que haga preguntas y pueda conectar fideicomisos y cuentas cifradas.
Millones de jóvenes sin memoria y sin afán de tenerla respaldan, desde la inconsciencia, esta trama. Y el Perú podría elegir pasado mañana a la ex - primera dama de un gobierno que avergonzaría a cualquier civilizado.
Que la socia y usuaria de los robos de un régimen como el de Fujimori haya postulado, es una proeza de distracción ética. Pero que resulte elegida será una imborrable derrota de la dignidad.
Si los canallas se junta y amenazan en banda, pues habrá que decir lo que en esta columna faltaba por decir: votar por Ollanta Humala, con todas las aprehensiones del caso, no será solo un deber sino una excepción de esa limpieza que nos permite seguir llamándonos ciudadanos.
Publicado en "HILDEBRANDT EN SUS TRECE" Nº 58 3/06/2011
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