TacnaComunitaria
Con la presente,
en 18 entregas se ha tratado la Crisis
Terminal del Capitalismo. El Capital,
1867, ha sido la base del análisis, de comienzo a fin. Y también los aportes de
Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, JCM, así como de otros Maestros y autores
actuales.
Sólo se ha
tratado puntos esenciales, sin profundizar mayormente en el tema, por su
carácter de invitación a estudiar directamente en las obras de los Maestros del
Proletariado. Apenas pretende ser una propuesta para el estudio individual.
Bien nos orienta
JCM al señalar que “El capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso”, y
que “La crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista. Mientras
el capitalismo no haya tramontado definitivamente, el canon de Marx sigue
siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por transformar el orden social de
capitalista en colectivista mantiene viva esa crítica, la continúa, la
confirma, la corrige. Vana es toda tentativa de catalogarla como una simple
teoría científica, mientras obre en la historia como evangelio y método de un
movimiento de masas” (Defensa del
Marxismo)
Ya Lenin señalaba
al imperialismo como “fase superior”, y ponía el acento en el aspecto económico
del fenómeno. Ahora se ha pasado del capital financiero a la globalización,
nombre impuesto por el propio capitalismo yanqui.
Sólo resta
agregar unos pensamientos que marcan el desarrollo teórico del análisis
marxista. Comenzando con el Manifiesto
Comunista, 1848, se tiene:
“De todas las
clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase
verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen
con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su
producto más peculiar.
Los estamentos
medios -el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el
campesino-, todos ellos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su
existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios, sino
conservadores. Más todavía, son reaccionarios, ya que pretenden volver atrás la
rueda de la Historia” (…)
El progreso de
la industria, del que la burguesía, incapaz de oponérsele, es agente
involuntario, sustituye el aislamiento de los obreros, resultante de la
competencia, por la unión revolucionaria mediante la asociación. Así, el
desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases
sobre las que ésta produce y se apropia de lo producido. La burguesía produce,
ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del
proletariado son igualmente inevitables” (Capítulo
1, Burgueses y Proletarios)
Asombra
constatar la predicción en la más temprana obra de Marx-Engels: “el desarrollo
de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases sobre las
que ésta produce y se apropia de los producido” Esto está ocurriendo hoy.
Una segunda
referencia está en el propio Das Kapital:
“El modo
capitalista de apropiación que brota del modo capitalista de producción, y, por
tanto, la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad
privada individual basada en el trabajo propio, Pero la producción capitalista
engendra, con la fuerza inexorable de un proceso de la naturaleza, su propia
negación. Es la negación de la negación. Ésta no restaura la propiedad privada,
sino la propiedad individual, basada en los progresos de la era capitalista: en
la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de
producción creados por el propio trabajo.
La
transformación de la propiedad privada dispersa, basada en el trabajo personal
del individuo, en propiedad privada capitalista es, naturalmente, un proceso
muchísimo más lento, más difícil y más penoso de lo que será la transformación
de la propiedad privada capitalista, que de hecho se basa ya en un proceso
social de producción, en propiedad social. Allí, se trataba de la expropiación
de la masa del pueblo por unos cuantos usurpadores; aquí, de la expropiación de
unos cuantos usurpadores por la masa del pueblo” (Tomo 1, Capítulo XXIV)
Estamos en la
etapa en que se producirá, inexorablemente, “la expropiación de unos cuantos
usurpadores por la masa del pueblo” ¡Ya es posible lograrlo!
Una tercera
referencia está en el Amauta Mariátegui:
“El estudio de
los factores efectivos de la prosperidad norteamericana enseña, entre tanto,
que el capitalismo yanqui no ha afrontado todavía la crisis que atraviesa el
capitalismo europeo, de suerte que es prematuro hablar de su aptitud para
superarla victoriosamente.
Hasta hace algún
tiempo, la industria norteamericana extrajo de la propia vitalidad de los
Estados Unidos los elementos de su crecimiento. Pero desde que su producción ha
sobrepasado en exceso las necesidades del consumo yanqui, la conquista de
mercados externos ha empezado a ser la condición ineludible de ese proceso. La
acumulación en las arcas yanquis de la mayor parte del oro del mundo, ha creado
el problema de la exportación de capitales. A Estados Unidos no le basta ya
colocar su exceso de producción; necesita colocar, además, su exceso de oro. El
desarrollo industrial del país no puede absorber sus recursos financieros. (…)
Norteamérica,
por obra de fuerzas históricas superiores a la voluntad de sus propios hombres,
se ha embarcado en una vasta aventura imperialista, a la cual no puede
renunciar. Spengler, en su famoso libro sobre la decadencia de Occidente,
sostenía, hace ya algunos años, que la última etapa de una civilización es una
etapa de imperialismo. Su patriotismo de germano le hacía esperar que esta
misión imperialista le tocaría a Alemania. Lenin, algunos años antes, en el más
fundamental acaso de sus libros*, se adelantaría a Spengler en considerar a
Cecil Rhodes como un hombre representativo del espíritu imperialista, dándonos
además una definición marxista del fenómeno, entendido y enfocado como fenómeno
económico: ‘Lo que hay de económico esencial en este proceso -escribía con su
genial concisión- es la sustitución de la libre concurrencia por los monopolios
capitalistas. La libre concurrencia es la cualidad primordial del capitalismo
y, de una manera general, de la producción de mercancías; el monopolio es
exactamente lo contrario de la libre concurrencia; pero hemos visto a ésta
transformarse bajo nuestros ojos en monopolio, creando la gran industria,
eliminando la pequeña, remplazando la grande por una más grande, conduciendo la
concentración de la producción y del capital a un grado tal que el monopolio es
su corolario forzoso: carteles, sindicatos, trusts y, fusionándose con ellos,
la potencia de una decena de bancas que manipulan millares de millones. Al
mismo tiempo, el monopolio surgido de la libre concurrencia no descarta, sino
que coexiste con ella, engendrando así diversas contradicciones muy profundas y
muy graves provocando conflictos y fricciones. El monopolio es la transición
del capitalismo a un orden más elevado. Si fuera necesario dar una definición
lo más breve posible del imperialismo, habría que decir que es la fase del
monopolio capitalista. Esta definición abrazaría lo esencial, pues, por una
parte, el capital financiero no es más que el capital bancario de un pequeño
número de grandes bancos monopolizadores, fusionado con el capital de los
grupos industriales monopolizadores; y, por otra parte, el reparto del mundo no
es más que la transición de una política colonial extendida sin cesar, sin
encontrar obstáculos, sobre regiones de las que no se había apropiado aún
ninguna potencia capitalista, a la política colonial de posesión territorial
monopolizada, por haber ya concluido la partición del mundo’ (*El Imperialismo, Fase Superior del
Capitalismo,Capítulo VII, 1916)
El Imperio de
los Estados Unidos asume, en virtud de esta política, todas las
responsabilidades del capitalismo. Y, al mismo tiempo, hereda sus
contradicciones. Y es de éstas, precisamente, de donde saca sus fuerzas el
socialismo. El destino de Norteamérica no puede ser contemplado sino en un plano
mundial. Y, en este plano, el capitalismo norteamericano, vigoroso y próspero
internamente aún, cesa de ser un fenómeno nacional y autónomo, para convertirse
en la culminación de un fenómeno mundial, subordinado a un ineludible sino
histórico” (Defensa del Marxismo, Segunda
Parte: Yanquilandia y el Socialismo,
31.12.27)
Ahora es más
actual que antes el señalar que el capitalismo yanqui es “la culminación de un
fenómeno mundial” Sólo así se podía analizar antes y se puede analizar ahora el
proceso que culmina con la “globalización” (financierismo)
Finalmente, una
cuarta referencia está en el propio Marx:
“Esbozados
a grandes rasgos, los modos de producción asiático, antiguo, feudal y burgués
moderno aparecen como épocas progresivas de la formación económica de la
sociedad. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica
del proceso de producción social. No se trata aquí de un antagonismo
individual, sino de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de
existencia de los individuos; pero las fuerzas productivas que se desarrollan
en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones
materiales para resolver este antagonismo. Con este sistema social termina,
pues, la prehistoria de la sociedad humana” (Contribución
a la Crítica de la Economía Política,
Prólogo,
1859) Entonces, con el sistema
capitalista
¡TERMINA LA PREHISTORIA DE LA HUMANIDAD!
Triunfó la
Revolución Francesa, se restauró temporalmente la monarquía, pero el proceso de
desarrollo era inevitable, y por eso se desarrolló el capitalismo
La Revolución de
Octubre inició la época del socialismo en
la historia de la humanidad. Si la Comuna de París duró 70 días, la experiencia
soviética duró 70 años. Esto es ya progreso, pues así se desarrolla la
humanidad, con avances y retrocesos. Y así como Marx estudió el capitalismo, es
deber actual estudiar la experiencia socialista en sus expresiones iniciales.
Ahora las nuevas
oleadas de activistas tienen una gran oportunidad y una gran responsabilidad. Una gran oportunidad, porque en este
siglo, y posiblemente en este medio siglo se producirán cambios históricos. Una gran responsabilidad, porque ningún
sistema se cae sólo. El actual está ya preparado para enfrentar su crisis, lo
que significa guerra, terrorismo de Estado, criminalización de la protesta
popular.
En el mundo
entero hay reagrupación de fuerzas populares. En nuestra mamapacha se toma
conciencia de la perentoria necesidad de preparar
la organización. Si antes la tarea fue descombrar, reunir, sistematizar
nuestro legado histórico, ahora la tarea central es preparar la organización. Sin esta tarea práctica central, ni la
investigación ni el estudio pueden dar buenos frutos. Y se caerá una y otra vez
en el pantano del debate bizantino, con temas hasta fuera de tiempo y lugar.
Ante tanto
debatir por debatirse impone revisar
lo que haya que revisar, aprovechar cuanta oportunidad
se presente, y hasta forzar la escisión
para preparar la organización. Sólo
así se avanzó antes. ¡Sólo así se puede
avanzar ahora!
Ragarro
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