Anguita presenta en la
Universitat de València su libro “Combates de este tiempo”
(Ed. El Páramo)
20-11-2012
¿Cuál es el discurso político hoy
hegemónico?, el que ha calado en la mayoría de la población. Siguiendo los
mecanismos de manipulación al uso, responde Julio Anguita, “el carcelero ha
conseguido que el esclavo esté calentito en la prisión; que,
aunque la puerta esté abierta, el prisionero no se escape ni pretenda hacerlo;
es ésta la dominación perfecta”. En otras palabras, “el sistema ha conseguido
instaurar la moral del esclavo feliz”. Por eso, añade el promotor del Frente
Cívico Somos Mayoría, la gente repite expresiones como “hemos vivido por encima
de nuestras posibilidades”, “hemos de arrimar el hombro” o “con una huelga no
se consigue nada”.
Anguita ha presentado en la Facultat de
Filologia de Valencia –en una sala abarrotada, con más de 500 personas- su
libro “Combates de este tiempo” (Ed. El Páramo). El acto ha sido organizado por
Esquerra Unida del País Valencià (EUPV-IU), el sindicato AContracorrent y la
editorial El Paramo.
Puede que en la moral del esclavo feliz
estén surgiendo grietas o portillos de esperanza. Algo así, al menos, pudo
apreciarse en la huelga general del 14-N y las manifestaciones posteriores. “La
gente está llenando las calles y enfrentándose a la policía”, explica Anguita.
Y agrega una fotografía cercana que ilustra esta idea: “una señora en Córdoba
le espetó el día de la huelga a un policía: Tú número; y si no me lo das
eres un terrorista, al que manda otro como tú”. Explica el excoordinador
general de Izquierda Unida que, cívicamente, “hemos de doblegar la moral de las
fuerzas de orden público y, también, recordarles que son hijos del pueblo;
ahora bien, para ello es necesaria mucha fortaleza de ánimo y contención”.
Anguita habla claro. Es algo que siempre
le ha reconocido hasta el enemigo. Con él no va el discurso políticamente correcto
ni el circunloquio postmoderno. Por eso, afirma rotundo, “esto es una guerra”,
que, además, “viene de hace siglos: de la Revolución Francesa, de las
Internacionales obreras y otros hitos”. En resumen, se trata, a juicio de Julio
Anguita, de la eterna lucha entre la razón y la barbarie, entendida la razón
como “el uso de la ciencia y la técnica para que el ser humano viva mejor”.
Siempre se ha considerado esto como la modernidad, heredera –por lo demás- del
renacimiento y la ilustración. “Pero hoy le han dado la vuelta al concepto”,
critica el autor de “Combates de este tiempo”. “Llaman modernidad a la
ofimática y a los móviles; es ésta una sociedad anticuada y embrutecida con aparatitos,
para nada moderna”.
También en el estado español la guerra viene
de hace mucho. Según el militante del PCE e Izquierda Unida, “el franquismo
económico no ha muerto; su poder se mantiene intocable; puede que se haya
modificado la superestructura política, pero si se mira el poder económico,
continúan los mismos: los Botín, González y Alierta”. Es más, “el franquismo es
también Fernando VII y gran parte del siglo XIX y el XX; en lo esencial, el
franquismo económico existe antes y después de Franco”. ¿Qué huellas deja, cómo
se manifiesta este franquismo, en sentido amplio, al que se refiere Anguita?
“en el paro, la corrupción, el poder omnímodo de la banca, la angustia en la
que vive el país. Ha pasado el tiempo, y qué”, se pregunta el mentor del Frente
Cívico.
El autor define su libro como “una
propuesta para luchar en el presente” (“Todo lo que yo hago, digo o escribo es
para combatir al sistema”, aclara). Ahora bien, reconoce que el título no es
suyo. Lo tomó prestado de una obra del historiador marxista francés, Lucien
Febvre, “Combates por la historia”. Al cordobés le puede su vena de historiador
y viejo maestro, y se explaya: “Cuando los pueblos conocen su historia,
pelean”. Y recuerda que Febvre marcó un punto de inflexión en la
historiografía, al centrar la investigación en los pueblos, en la gente
corriente, sus costumbres y sus luchas, mucho más que en reyes y batallas. Por
lo demás, “Combates de este tiempo” es una colección de escritos y discursos
(en su mayoría, fruto de las reflexiones con sus compañeros) con la autoría de
Julio Anguita, de los que podríamos destacar dos: la vibrante alocución durante
el entierro de Pasionaria, el 16 de noviembre de 1989, en la Plaza Colón de
Madrid; y, diez años después, otro discurso pronunciado en Cáceres, en compañía
de José Saramago.
“Combates de este tiempo” es presente y es
pasado. Es memoria. “El mayor acto revolucionario que conozco, es recuperar la
memoria”, subraya Anguita. Hoy, explica, “por el exceso de medios de
comunicación, el consumo y la cultura de lo banal, hemos perdido la memoria;
igual que cuando a alguien le practican la lobotomía, se intenta que las
poblaciones no sean pueblos sino meros consumidores; y sin memoria, no existen
pueblos ni seres humanos; nos convertimos en peleles del
último pastor que gobierna televisión española”, explica.
Si se hace memoria, en tiempos de Anguita
IU reivindicaba en solitario cuestiones que hoy acepta cualquiera salvo el
personal del establishment . Por ejemplo, las críticas a Maastricht.
Este tratado, recuerda Julio Anguita, prohibió a los gobiernos que pudieran
pedir préstamos a los bancos centrales (según el economista Garzón Espinosa, si
los saldos primarios –diferencia entre gastos del estado, salvo intereses de la
deuda, e ingresos- se hubieran financiado desde 1989 al 1% por un Banco
Central, la deuda pública española sería del 14% del PIB, no del 87% actual).
Maastricht también, recuerda Anguita, “prohibió prohibir los paraísos
fiscales”, medida que después recogió el Tratado de Lisboa. Se imponen asimismo
en Maastricht constantes inversiones en Defensa: Grecia presenta hoy,
porcentualmente, el mayor gasto militar de la UE; Zapatero encargó material
bélico por valor de 30.000 millones de euros, que incluso mandos militares
reconocen que carece de utilidad. “Esto es el expolio de una casta contra su
propio país”.
A la gente se le ofrecen actualmente, a
juicio del mentor del Frente Cívico, “eslóganes vacíos, como que vemos
la luz al final del túnelo que se debe generar confianza y la
economía ha de crecer”. Pero “muchas veces la economía ha crecido sin que
se genere empleo; hablan de crecimiento porque les da miedo
utilizar otra palabra: repartir”. “Y todo para ocultar algo obvio, que
la deuda de España no se puede pagar; resulta metafísicamente imposible
hacerlo”. ¿Alternativas? “Cuando Rafael Correa accedió al gobierno de Ecuador
(otra cosa es al poder), pidió una auditoría sobre la deuda y declaró ilegítima
una parte de la misma, “la que había servido para el beneficio de unos pocos;
lo acreedores aceptaron entonces una quita”. Es decir, sí hay alternativas.
En el estado español la coyuntura
económica y política roza la tragedia. “Se ha destruido en los últimos años la
riqueza del país; el sector público se le ha vendido al capital privado, de
modo que la economía se limite a turismo y ladrillo, y con una enorme
precariedad laboral”. A ello se superpone un estado de “alienación política”.
Porque, explica Julio Anguita, “cuando el pueblo vota, ¿elige a un soberano o a
un capataz? Zapatero y Rajoy modificaron el artículo 135 de la Constitución,
por el que se decide que primero se pagan los préstamos a los bancos alemanes
y, luego, veremos si queda dinero para la educación y las pensiones”. “En el
siglo XIX se le llamaba a esto delito de lesa traición o de lesa
patria”. Trueno de aplausos en la sala.
Y llegó el momento en el discurso de la
última apuesta política de Anguita: el Frente Cívico. “Soy miembro y militante
del PCE y de IU, y continuaré siéndolo; pero resulta innegable que los partidos
necesitan hoy una gran renovación, pues se han convertido, en gran medida, en
maquinarias electorales; por eso, el Frente Cívico no puede ser un partido
político”, asevera Anguita. Actualmente la realidad es otra. “Si a esa mayoría
castigada por la crisis se la pone en la balanza del poder, arrasamos; pero el
problema es que esa mayoría no tiene conciencia de estar dominada”. Se trata, a
juicio del autor de “Combates de este tiempo”, de que “la mayoría a la que nos
dirigimos, se ponga de acuerdo en una serie de puntos básicos: salarios,
pensiones, qué hacemos con la banca”.
¿Cómo se resume esta idea en una palabra?
Programa. La gran obsesión de Anguita desde los tiempos en que se situaba en
primera línea de la batalla política. El programa. Al margen de etiquetas, que
separen o fragmenten. “No debemos ahora discutir con la gente sobre si comunismo
o socialismo; eso está bien para nuestras reuniones, pero la idea del Frente
Cívico es que no importa de dónde vengas, sino dónde quieres ir. No pidamos
limpieza de sangre, ni nos convirtamos en trasuntos de la inquisición”. “A esto
aspiramos, a reunir a la gran mayoría de gente en torno a un programa, pero va
a ser difícil”, reconoce Anguita.
Y va a ser difícil, entre otras razones,
porque “el Frente Cívico pretende entrar en territorio vedado”. Se dirige,
según Anguita, a esa gente que Rajoy considera la mayoría silenciosa que
no sale a las manifestaciones; “vamos a intentar arrebatársela; son gente de la
clase media o trabajadora, que ni está concienciada ni son activistas, pero
deciden la batalla”. Ahora bien, “hemos de atraerlos hacia el programa, no
hacia la izquierda; si una persona de derechas está de acuerdo con la
nacionalización de la banca, pues ya está. Cumplido el objetivo”. Tan sencillo
como eso. Y tan complicado.
Rebelión ha publicado este artículo con
el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su
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