"El término leninismo se impuso en el movimiento comunista
internacional, no porque respondiera al capricho de alguien por agregar un ismo
a la denominación de la doctrina del proletariado, sino porque en el debate
quedó demostrado que Lenin había desarrollado el marxismo. Esta es la cuestión.
Por tanto el término marxismo-leninismo se impuso por su propio peso." (Eduardo Ibarra)
El señor Eduardo Ibarra pretende dejar
oleada y sacramentada la cuestión acerca del leninismo y del marxismo leninismo
con las aseveraciones contenidas en la cita.
Dijimos que
esta cita era toda una delicia. Veamos porqué.
Para el señor
Eduardo Ibarra el hecho de que en algún momento o durante algún periodo alguna
idea, algún concepto, alguna posición política se haya impuesto en el
movimiento comunista internacional, significa la Santa Palabra. Tiene el mismo
significado que para los católicos tiene la palabra del Papa cuando habla ex
cathedra.
Aquí podemos
percibir como y conque facilidad se cae en el colonialismo mental, en la
renuncia a pensar con cabeza propia, a proceder como debe proceder el marxista:
buscando la verdad en los hechos.
Es cierto,
totalmente cierto que a partir del V Congreso de la Internacional Comunista se
impuso lo que afirma Eduardo Ibarra.
¿Pero qué pasó
durante los primeros cuatro congresos que se realizaron en Rusia y cuando Lenin
estaba con vida y prestaba el máximo de su atención al desarrollo de estos?
¿En alguna
ocasión, durante el desarrollo de esos 4 eventos, alguien se atrevió a
plantear que la base ideológica y política del movimiento comunista
internacional debía de ser ya no el marxismo a secas sino el
marxismo-leninismo?
Preguntamos
esto porque, para los muchísimos Ibarras que en la historia ha habido, resulta
una condición sine qua non, de principio, insoslayable, un axioma, una
tautología que toda organización que se pretenda parte del proletariado
revolucionario tiene que definirse como “marxista-leninista” y fuera de esta
definición, no es posible, para hablar en términos religiosos tan caro al
espíritu de nuestros doctrinaristas cruzados, “salvación” alguna.
Es decir si en
la “declaración de principios” de cualquier ciudadano u organización que se
pretendan revolucionarios no está explícitamente la fórmula “marxista –
leninista” esa organización y ese individuo son cualquier cosa:
“revisionistas”, “oportunistas”, “populistas”, “reformistas”, “centristas”,
“social demócratas”, “revolucionaristas pequeños burgueses” y calificativos de
ese estilo, pero jamás revolucionarios marxistas.
Todo activista
pensante, que analice las cosas desapasionadamente, tiene que formularse la
siguiente cuestión:
Cómo así el
mismísimo Lenin no se percató, no se dio cuenta, no tuvo conciencia de la verdad
tan monumental, tan escandalosamente monumental de que él había sido el
creador de una doctrina que era garantía de victoria para la clase obrera
en el capitalismo en su fase monopólica.
Cambiando lo
que haya que cambiar es como si Newton no se hubiese percatado de todas las
inmensas consecuencias para las ciencias naturales, para la técnica y para la
vida que se abrían a partir del descubrimiento de la Ley de la Gravitación
Universal; o que Leibniz ignorase las consecuencias de su descubrimiento del
cálculo infinitesimal para las Matemáticas.
¿Cómo
explicamos esto?
Lenin era un
tipo genial que en infinidad de ocasiones mostró que era capaz de mirar lo que
estaba tras el petróleo. ¿¡! Y no se iba a dar cuenta de una verdad tan
monumental ¡!? No se había percatado que había logrado una superación
cualitativa de Marx cuyo aparato e instrumental para el análisis, síntesis y
transformación revolucionaria de la realidad era un traste obsoleto que servía
sólo para la era del capitalismo pre monopolista.
¿Qué
explicación hay para esto?
¿Tal vez que
Lenin era un tipo muy frugal y modesto?
¿O que tal vez
no tuvo la perspectiva suficiente hasta 1924, y que los sabihondos de su
entorno sí la alcanzaron apenas meses después en 1925?
¿O acaso Lenin sí
se dio cuenta de la trascendencia de su aporte, pero como era tan modesto y tan
frugal, una especie de Francisco de Asís, decidió ocultar esta verdad tan
monumental anteponiendo a las necesidades del movimiento revolucionario del
proletariado internacional su obsesión por trasmitir una imagen de “modesto”?
No, la
cosa no es así, ni va por allí.
Lenin sabía
perfectamente de la trascendencia y magnitud de su legado teórico derivado de
su praxis revolucionaria, pero también sabía perfectamente que toda su
producción, en relación a la ciencia viva del MARXISMO a la que él estaba
adscrito, era para alimentarlo, enriquecerlo, vivificarlo, restaurarlo del modo
más enérgico. Y sabía también que eso mismo habían hecho o hacían
contemporáneos suyos como los Plejanov y Kautsky antes de su desbarrancada,
Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y Clara Zetkin o el propio Antonio Gramsci.
Esa y no otra era la concepción que él tuvo del marxismo.
Es cierto,
totalmente cierto que a partir del V Congreso de la Internacional “se impuso” y
“quedó demostrado” en los debates lo que defiende Ibarra.
El hecho que
una idea (en este caso lo relativo a la fórmula marxismo leninismo) se haya
“impuesto en el debate” no significa que sea verdad, por más Congreso de la
Internacional Comunista de por medio.
Escapa a los
límites de esta intervención analizar el derrotero de las tácticas de la
KOMINTERN, pero es ampliamente aceptado que cometió gravísimos errores, que dio
bandazos ultraizquierdistas como inexplicables giros a la derecha… y todas
estas maniobras, hablando a lo Ibarra, “se impusieron” y
fueron “demostradas en los debates” como “correctas”.
Tomemos nota
también que entre estas “verdades que se impusieron” producto “del debate” en
el Movimiento Comunista Internacional están reflejadas en el rechazo y
desprecio a las tesis de José Carlos Mariátegui por parte del hombre de la Internacional,
el comisario de la KOMINTERN para América del Sur, el ítalo argentino
Vittorio Codovilla en la Conferencia Comunista Latino Americana de junio de
1929.
Tomemos nota de
que entre estas mismas “verdades” que se “habían impuesto” (siguiendo el
discurso de los infinitos Ibarras que en el mundo han sido) en el seno
del Movimiento Comunista también estaba aquella de la “bolchevización del
partido” para llevar adelante la táctica de “clase contra clase” que implicó
entre otras cosas que Eudocio Ravines Pérez fundase el PCP y que como primera
medida, siguiendo las “verdades que se habían impuesto producto del debate” procediese
a “desmariateguizar” el partido, a “limpiar” el partido de la influencia de
José Carlos Mariátegui.
Si hasta la
propia internacional encargó a uno de sus cuadros teóricos (cuyo nombre no
puedo recordar) la “crítica marxista leninista” a José Carlos Mariátegui que
concluyó que éste era “populista”, “centrista”, “soreliano”, “pequeño
burgués” y “reformista” luego de aplicar a rajatabla los conceptos de la IC que
eran los que manejaban los Codovillas, los Ravines, los Del Prado y la saga que
llega hasta nuestros pintorescos “Cruzados contra el Revisionismo” como Ibarra
y cia.
Veamos ahora
cómo se comporta un marxista frente a “verdades que se impusieron como
resultado de los debates” en el movimiento comunista internacional.
Miremos un
momento a José Carlos Mariátegui.
La
Internacional Comunista realizó su Segundo Congreso en 1,920.
En ese congreso
tuvo activa participación Lenin.
Mariátegui conocía
perfectamente los acuerdos a que se arribaron.
Conocía
perfectamente las “Veintiún (21) condiciones para ser admitidos en la
Internacional Comunista”.
Sabía por
ejemplo de la condición 17, a saber:
17. - En este sentido, todos los partidos
que quieran adherirse a la Internacional Comunista deben cambiar de nombre. Todo
partido que quiera pertenecer a la Internacional Comunista debe llamarse:
Partido Comunista de tal o cual país (sección de la Internacional Comunista).
El hecho del nombre no es solamente una cuestión formal, sino una cuestión
exquisitamente política y de gran importancia. La Internacional Comunista ha
declarado la guerra a todo el mundo burgués y a todos los partidos de la
socialdemocracia amarilla. La diferencia entre los partidos comunistas y los
viejos partidos "socialdemócratas" o "socialistas" oficiales,
que han traicionado la bandera de la clase obrera, debe hacerse comprensible
para cualquier simple trabajador”
¿Qué actitud
tomo José Carlos Mariátegui, actuando como marxista convicto y confeso que era?
¿Se allanó,
aceptó lo que “se había impuesto en el debate” aún a sabiendas que había estado
el propio Lenin en él?
No. Mariátegui
actuó marxistamente. Fue contra la corriente. Buscó la verdad en los hechos.
Así, previo e
indispensable labores de preparación en diversos terrenos, acordó con la
vanguardia del proletariado poner como nombre al partido,
“Partido
Socialista del Perú” que era el nombre que correspondía y no otro, en estas
tierras.
Quien si se
allanó a lo que “se impuso en el debate” (a lo Eduardo Ibarra) fue Eudocio
Ravines.
Volveremos sobre
este tema.
Eusebio Leyva.
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