Elecciones
estadounidenses
08-11-2012
Traducido para Rebelión por Carmen
López
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Introducción
Es
evidente que la Presidencia de Obama ha empujado el espectro político
estadounidense más hacia la derecha. En la mayoría de las políticas internas y
externas Obama ha adoptado posiciones extremistas sobrepasando a su predecesor
republicano y en ese proceso ha deshecho lo que quedaba de los movimientos
pacifistas y sociales de la última década. Además, la presidencia de Obama ha
sembrado las bases para la extensión de políticas regresivas una vez pasadas
las elecciones: recortes en la seguridad social y los programas Medicaid y
Medicare. Los titulares y la oposición compiten por cientos de millones de
dólares de donantes ricos a los que tendrán que compensar después de las
elecciones a través de donativos, subsidios, reducciones de impuestos,
políticas contra los trabajadores y el medio ambiente. La campaña de Obama no
ha planteado ni una sola propuesta positiva, sin embargo ha articulado
numerosas políticas militaristas y socialmente regresivas. Es una campaña del
miedo, que se sirve de las propuestas reaccionarias de la alianza Romney-Tea
Party: una tapadera para su historial de gasto militar sin precedentes, guerras
consecutivas, expulsiones de inmigrantes, ejecuciones hipotecarias y rescates
de Wall Street.
Durante
este proceso, los críticos liberales han cruzado la línea, entregando su
moralidad al desviar la atención de las políticas militaristas y socialmente
regresivas de Obama para centrarse en “oponer a Romney” como el “mal mayor”:
progresistas y críticos liberales han multiplicado y magnificado la duplicidad
del aparato político de Obama. Por oponerse al presente “mal mayor” (Romney) se
atreven a no enumerar y especificar los crímenes políticos gratuitos y la
descomunales injusticias socioeconómicas de su “mal menor” (Obama). Serán
honestos algún día estos “progresistas” y manifestarán públicamente: apoyamos a
Obama en los “estados indecisos” porque “sólo” ha asesinado a 10.000 afganos,
5.000 Iraquíes, está matando de hambre a 75 millones de Iraníes vía sanciones,
da 3000 millones de dólares a Israel para el desplazamiento de millones de
palestinos, supervisa personalmente ejecuciones arbitrarias de ciudadanos
estadounidenses y promete una amplia lista de asesinatos...porque Romney
promete ser peor...Esperar honestidad de los partidarios de “males menores” es
tan disparatado como tomar seriamente sus críticas entre elecciones.
El
daño político incurrido a los movimientos sociales y a la clase trabajadora
estadounidense bajo la presidencia de Obama no tiene precedentes y ha sentado
las bases para una mayor regresión social y belicosidad imperialista.
Consecuencias
políticas de la presidencia de Obama: pasado, presente y futuro
L a
presidencia de Obama y el periodo previo de su pasada y presente campaña
electoral han tenido un impacto devastador en movimientos sociales y populares,
comprometidos en cuestiones de paz, derechos laborales, migratorios y
constitucionales, así como de regulación medioambiental.
El
movimiento por la paz desapareció virtualmente cuando sus líderes instaron a
sus partidarios a enfocar sus actividades en la elección de Obama. Él los
recompensó aumentando el gasto militar y participando en guerras consecutivas,
de manera directa o indirecta, en siete países, sembrando el caos y la
destrucción. Se enfrentó a una mínima oposición ya que muchos ex-activistas por
la paz, consternados, se alejaron o se aferraron a un puesto y se disculparon
por la guerra. En 2012, los líderes partidarios -menos pacifistas- repiten el
mismo mantra para apoyar a Obama; pero no se atreven a repetir la última mentira
(en el nombre de la “paz) sino que proclaman “la derrota de Romney”.
El
movimiento por los derechos de los inmigrantes previo a la elección de Obama en
2008 movilizaba a varios millones de personas...hasta que fue infiltrado y
tomado por politiqueros méxico-estadounidenses del partido Demócrata que lo
convirtieron en una máquina electoral para asegurarse su propia elección y la
de Obama. Éste recompensó a los inmigrantes estableciendo un récord:
deteniendo, encarcelando y expulsando a un millón y medio de inmigrantes
durante su mandato.
El
masivo movimiento por los derechos de los inmigrantes ha sido en gran parte
desmantelado, y ahora políticos estafadores del partido Demócrata solicitan el
voto de los desilusionados votantes inmigrantes.
Los
afroamericanos fueron los más olvidados dentro de la clase trabajadora
estadounidense durante el mandato de Obama. Experimentaron los niveles más
altos de desempleo, de ejecuciones hipotecarias y los periodos más largos sin
encontrar trabajo. Se volvieron políticamente invisibles ya que Obama se
inclinó a buscar maneras de apaciguar a los rabiosos racistas blancos que
buscaban etiquetarlo como un “presidente negro”. Líderes afroamericanos
-políticos y religiosos- y celebridades de los medios de comunicación hicieron
todo lo posible para bloquear cualquier oposición popular, reivindicando que
sólo “reforzaría a los racistas” –ignoraban así el apoyo y rescate de Obama a
la blanca Wall Street mientras le daba la espalda a millones de hogares
afroamericanos bajo el agua. Sin un movimiento o liderazgo, temerosos del
problema (racismo económico) y la solución (cuatro años más de invisibilidad
con Obama) la mayoría de trabajadores afroamericanos están destinados a la
abstención o a taparse la nariz y votar a “Oreo” Obama.
El
movimiento Occupy Wall Street, precisamente porque era independiente del
Partido Demócrata y cansado de la total subordinación de Obama a Wall Street,
dio voz temporalmente a la vasta mayoría de la población que se opone a los dos
partidos. Los funcionarios locales y estatales del partido Demócrata
aplaudieron “la causa” y luego reprimieron el movimiento.
Un
movimiento espontáneo sin dirección política, que a falta de un liderazgo
político alternativo, fue incapaz de enfrentar el régimen de Obama: el movimiento
declinó y se desintegró, siendo muchos de sus simpatizantes absorbidos por la
campaña del “mal menor” de Obama. La animadversión de las masas populares hacia
Wall Street fue calmada con la alegación de Obama de haber salvado “la
economía” de la catástrofe con la canalización de 4'5 billones de dólares a los
bolsillos de los banqueros.
Los
derechos constitucionales fueron atacados salvajemente por la defensa de Obama
en juicios militares, las torturas de la era Bush, la extensión del poder de
arbitraje ejecutivo incluyendo poder presidencial para asesinar a ciudadanos
estadounidenses sin un juicio previo.
Mientras
algunas organizaciones legales libraban un buen combate por las libertades
civiles, la gran mayoría de liberales brillaban por su ausencia en movimientos
democráticos sostenidos que apoyen los derechos de 40 millones de
estadounidenses bajo vigilancia policial, especialmente ciudadanos musulmanes e
inmigrantes. Ellos escogieron no avergonzar al Presidente Demócrata:
sobrepusieron la reelección de un estado policial Demócrata por encima de su
supuesta defensa de los derechos constitucionales. Nada de manifestaciones
masivas por las libertades civiles; nada de protestas contra la política de
Seguridad Nacional; nada de grandes movimientos por la libertad de expresión
contra la abolición del derecho a criticar a Israel.
Durante
décadas, la confederación de sindicatos y los movimientos de personas mayores
defendieron la Seguridad Social, Medicare y Medicaid. Con Obama en el cargo,
declarando y preparando abiertamente mayores reducciones y clausulas regresivas
en la cobertura (aumentando la edad requerida) y la indización, no ha habido un
movimiento de protesta significativo. Estos programas que casi durante un siglo
(seguridad social) o medio (Medicare, Medicaid) se han considerado intocables
están ahora, según Obama, “en la mesa” para ser despiezados (“reformados”,
“ajustados”). Los millonarios jefes sindicales han empleado a un pequeño
ejército de trabajadores para hacer campaña y recaudar 150 millones de dólares
para re-elegir a un Presidente que promete hacer grandes recortes en los
programas de sanidad para los pensionistas y los pobres. Obama ha legitimado
las posiciones regresivas socialmente de la extrema derecha mientras que el
Partido Demócrata ha neutralizado cualquier oposición sindical o movilización.
Por
último pero no menos importante, el régimen de Obama ha cooptado críticos
progresistas liberales y sociales de manera encubierta. En nombre de “oponer a
Romney” expertos progresistas como Chomsky y Ellsberg, han acabado aliados con
multimillonarios de Wall Street y Silicon Valley, militaristas del Pentágono,
partidarios de la Seguridad Nacional e ideólogos sionistas (Dennis Ross) para
elegir a Obama. Por supuesto, el apoyo de los progresistas será aceptado
–aunque apenas reconocido- pero no tendrán ninguna influencia en la futura
política de Obama después de las elecciones: serán desechados como condones
usados.
El
futuro: las consecuencias post-electorales
Con o sin la relección de Obama, su
régimen y sus políticas han preparado el terreno para una agenda social aún más
regresiva y reaccionaria: los niveles de vida incluyendo la sanidad, el
bienestar y la seguridad social se reducirán drásticamente. Los afroamericanos
permanecerán invisibles excepto para la policía y el racista sistema judicial.
Los inmigrantes serán perseguidos y expulsados de sus casas y de sus trabajos:
los sueños del estudiante inmigrante se convertirán en pesadillas llenas de
temor e inquietud. Escuadrones de la muerte, guerras por poderes y
teledirigidas se multiplicarán para apoyar a un imperio en bancarrota.
Innumerables e hipócritas progresistas cambiarán de rumbo y criticarán al
presidente que han elegido; o si fuera Romney atacarán los mismos vicios que
pasaron por alto durante la campaña electoral de Obama: más recortes en gasto
público; el cambio climático provocará un mayor deterioro en la vida diaria y
la infraestructura básica; más inundaciones, incendios, plagas y apagones. Los
neoyorquinos van a aprender a depurar el agua del wáter; quizá tengan que
beberla y bañarse en ella.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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