11-11-2012
Muere un gran amigo y compañero, el pensador marxista brasilero Carlos
Nelson Coutinho, introductor de Gramsci en Brasil e interlocutor de György
Lukács.
|
Con una sonrisa irónica solía repetir
"yo no me desplacé a la izquierda, sigo siendo el mismo. Los demás se
corrieron a la derecha...".
Carlos Nelson era muy irónico. Lúcido,
erudito, amable, fraternal, tierno, divertido. Le gustaba conversar y beber en
compañía. A pesar de ser profundamente brasilero, no le gustaba bailar. Se
sentía comunista y mantuvo una coherencia en torno a los ideales comunistas,
aunque fue cambiando de organizaciones a medida que éstas se derechizaban.
Comenzó militando en el PC brasilero, luego se incorporó al PT y finalmente al
PSOL. Apoyaba con entusiasmo al MST.
Es muy conocido que Coutinho introduce los Cuadernos
de la Cárcel de Antonio Gramsci en Brasil. Menos conocido es su rol
como introductor de György Lukács.
En Brasil, los primeros libros de Lukács
recién aparecerán en idioma portugués a partir de 1965: Ensaios sobre
literatura[1965]; Literatura e humanismo [1967]; Os
marxistas e a arte[1967]; Introdução a uma estética marxista ; Marxismo
e teoria da literatura y ¿Existencialismo ou marxismo? .
(Debe destacarse que no se cuenta entre ellos el mejor de todos: Historia
y conciencia de clase).
Dos de los principales introductores de
Lukács en Brasil son Carlos Nelson Coutinho y Leandro Konder, por entonces
militantes de la corriente cultural del Partido Comunista. Ambos jóvenes
mantenían en aquella época fortísimas simpatías por Historia y
conciencia de clase. No obstante, su correspondencia con Lukács —donde le
iban proponiendo nombres de libros suyos para ir traduciendo y publicando en
Brasil— los fue apartando de ese rumbo.
El filósofo de Hungría trataba de
convencerlos de que “este libro está enteramente superado en sus problemas
fundamentales” (Carta de G.Lukács a L.Konder del 9 de junio de 1963) . En
el mismo sentido, el pensador húngaro señalaba: “Me gustaría sobre todo
advertirle contra una lectura acrítica de «Historia y conciencia de clase»”
(Carta de G.Lukács a Carlos Nelson Coutinho del 31 de agosto de 1963). Más
tarde, una vez que el joven Coutinho le reconoce haber seguido sus consejos y
haber abandonado la concepción “historicista” del marxismo propia de Lucien
Goldmann, J.P.Sartre, Antonio Gramsci y el joven Lukács, el mismo Lukács le
responde lo siguiente: “Me alegro de lo que usted me cuenta, o sea, que
superó el historicismo abstracto-subjetivista sin caer en la gran moda actual
del estructuralismo” (Carta de G.Lukács a C.N.Coutinho del 18 de octubre de
1967. Las 34 cartas intercambiadas entre los dos jóvenes intelectuales
brasileños y el filósofo marxista de Hungría están reproducidas en el volumen
colectivo Lukács e a atualidade do marxismo. São Paulo, Boitempo,
2002. pp.133-156).
De allí en más Coutinho irá enhebrando una
sutil síntesis entre la concepción política de Gramsci y la concepción
filosófica del Lukács maduro. Ambos resignificados de acuerdo a la realidad
política y social brasilera en la cual Coutinho militó toda su vida.
En su recuerdo y a modo de homenaje al
amigo, compañero y entrañable comunista que tuvimos el honor de conocer,
reproducimos a continuación una síntesis de su obra y una entrevista que le
hicimos a Carlos Nelson en México en 1999 para el libro «De Ingenieros al
Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano».
Carlos Nelson Coutinho es uno de los
principales especialistas e investigadores brasileños sobre el pensamiento de
György Lukács y Antonio Gramsci, cuyas obras él introdujo en Brasil. De Lukács,
con quien mantuvo correspondencia (junto con su compañero Leandro Konder)
durante la última década de vida del filósofo húngaro, Coutinho tradujo Marxismo
y crítica literaria; Prolegómenos a una estética marxista; Ontología
del ser social. Hegel y Ontología del ser social. Marx.
No casualmente, su primer libro de crítica
literaria Literatura e humanismo. Ensayos de crítica marxista (Rio,
Paz e Terra, 1967) está fuertemente atravesado por un élan lukacsiano.
Pocos años después, utilizando ampliamente
la conceptualización lukacsiana madura de La ontología del ser social acerca
de “la razón dialéctica y la riqueza humanista de la praxis”, el pensador
brasileño publicó El estructuralismo y la miseria de la razón (1971).
En esta obra precursora de muchas críticas posteriores, Coutinho cuestionó
duramente a las distintas vertientes del pensamiento estructural
–principalmente francés- absolutamente en boga en esos años, personificadas en
Claude Levi-Strauss, Louis Althusser, Michel Foucault, entre otros. La suya fue
una de las primeras críticas sistemáticas de esta tradición realizadas en
América Latina.
De todas esas críticas sobresale la que
dirigió contra Althusser, cuyo pensamiento caracterizó como “una posición de
derecha, burocrática y conservadora, expresión del racionalismo abstracto y la
epistemología neopositivista”. Cabe aclarar que en ese trabajo, Coutinho
también criticaba, siempre desde la perspectiva del último Lukács, al
“subjetivismo irracionalista del humanismo especulativo”.
Aun militando en esa época en el Partido
Comunista brasileño (organización con la que rompió a comienzos de los ‘80 tras
haber publicado La democracia como valor universal [São Paulo,
Ciências Humanas,1980]), Coutinho arremetió fuertemente en El
estructuralismo y la miseria de la razón contra “la manipulación
burocrática de las conciencias realizada por el stalinismo y también por el
neostalinismo”. Allí además acusaba a estas corrientes de haber convertido al
marxismo en “una ideología de la confianza y una sociología vulgar positivista”.
Junto con la obra de Lukács, Coutinho
también recibió la influencia de Antonio Gramsci, de quien tradujo en 1966 El
materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce (publicado
con el título de Concepção dialética da história, Civilização
Brasileira, 1966); y en 1968 Los intelectuales y la organización de la
cultura y Literatura y vida nacional (también por
Civilização Brasileira).
Si durante el período 1961-1965 las obras
del joven Lukács y de Antonio Gramsci fueron el horizonte central en el
pensamiento filosófico de Coutinho, desde aproximadamente 1965 hasta 1975, ese
lugar será ocupado por el Lukács maduro (no el Lukács de Historia y
conciencia de clase sino del de la Estética y el de
la Ontología del ser social). En ese período, su lectura filosófica del
marxismo fuertemente lukacsiana sometía tangencialmente a discusión también a
Antonio Gramsci, cuya filosofía era caracterizada en El estructuralismo
y la miseria de la razón como “un historicismo subjetivista cuya raíz
se remonta al joven Benedetto Croce”. No obstante, Coutinho seguía subrayando
en ese entonces como propio el estrecho vínculo político entre Gramsci y Lenin.
Más tarde, probablemente a partir de 1975,
en forma paralela a la influencia política que recibió del Partido Comunista
italiano (principalmente de Palmiro Togliatti pero no sólo de él), Coutinho
volverá sobre esos juicios acerca de Gramsci. A partir de entonces lo
revalorará no sólo como filósofo sino principalmente como teórico de la
política. Publicará entonces la primera versión de su Introducción a Gramsci (1981,
luego ampliada y reeditada en varias ocasiones), donde destacará en el autor de
los Cuadernos de la cárcel “su ontología marxista de la praxis
política” y su operación de “conservación y superación dialéctica” de las
categorías leninistas. En esta obra, absolutamente celebratoria del pensamiento
gramsciano, se dejarán aun oir ecos de su período lukacsiano, como por ejemplo
cuando Coutinho insiste con la tesis de que existirían “residuos idealistas en
las reflexiones específicamente filosóficas de Gramsci”.
En los últimos años Coutinho ha intentado
repensar el conjunto de su obra anterior, explorando a fondo la posible
articulación entre sus dos grandes amores filosóficos: la obra de Gramsci y la
del Lukács maduro, entendiendo ambas como dos modalidades diferentes pero
complementarias de la filosofía de la praxis. Paralelamente, en términos
políticos, ha tratado de fundamentar la consigna de Rosa Luxemburg “No hay
democracia sin socialismo, no hay socialismo sin democracia”, pero valiéndose
centralmente de las categorías gramscianas de “sociedad civil” y “Estado
ampliado”.
En la Argentina se han conocido algunos de sus trabajos gracias a las traducciones al español de la editorial mexicana ERA.
Entre sus últimos libros publicados en Brasil se destacan Cultura e sociedade no Brasil. Ensaios sobre idéias e formas (Belo Horizonte, Oficina do Livro, 1990); Marxismo e política. A dualidade de poderes e outros ensaios (São Paulo, Cortez, 1994 e 1996);Gramsci. Um estudo sobre seu pensamento político (Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1999) y Contra a corrente. Ensaios sobre democracia e socialismo (São Paulo, Cortez, 2000).
Entre sus traducciones al portugués, deben
mencionarse, además de Gramsci y de Lukács, Las ideas estéticas de Marx de
Adolfo Sánchez Vázquez; Lógica formal, lógica dialéctica de
Henri Lefebvre; Socialismo e democracia. Escritos 1944-1964, una
antología de Palmiro Togliatti y la Historia del marxismo organizada
por Eric J. Hobsbawm (publicada originalmente en Italia por Einaudi). A ello
habría que agregar la edición –todavía en curso [referencia al año 2.000]- de
los Cuadernos de la cárcel de Gramsci (también por Civilização
Brasileira), con los cuales Coutinho realizó una suerte de síntesis entre la
edición temática de Togliatti y la última edición crítica de Valentino
Gerratana.
Actualmente [referencia al año 2.000], Carlos Nelson Coutinho es militante del Partido de los Trabajadores (PT) y profesor e investigador del Centro de Filosofia y Ciencias Humanas de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
La entrevista fue realizada especialmente para este libro.
Néstor Kohan: En tu obra teórica
dos autores han ocupado el centro de la escena: György Lukács y Antonio
Gramsci. ¿Por qué los tomaste como paradigmas e interlocutores privilegiados?
Carlos Nelson Coutinho: Creo que Lukács y
Gramsci son los autores que mejor desarrollaron las indicaciones metodológicas
de Marx, adecuándolas al siglo XX y garantizando así su perdurabilidad en el
XXI. El último Lukács, al interpretar el legado filosófico de Marx como una
“ontología del ser social” —que, a partir de la afirmación del trabajo como
“modelo de toda praxis social”, concibe el ser social, al contrario del ser de
la naturaleza, como una articulación orgánica de causalidad y teleología, de
determinación y de libertad—, me parece haber propuesto la más lúcida lectura
filosófica del marxismo. Gramsci, por su parte, no sólo ha comprendido la
esencia de la filosofía de Marx al definirla como una “filosofía de la praxis”,
sino que sobre todo ha promovido la más lúcida y creadora renovación de la
teoría política marxiana, al formular el concepto de “sociedad civil” y, de
este modo, al elaborar su específica noción de “Estado ampliado”.
Además, pienso que, no obstante algunas
divergencias no esenciales, es perfectamente posible conjugar las reflexiones
de estos dos grandes pensadores: por ejemplo, es muy significativa la función
esencial que, en ambos, desempeña el concepto de “catarsis”, que en Lukács
tiene una dimensión ética y estética y que adopta, en Gramsci, una dimensión
especificamente política. Pero, en ambos, la “catarsis” aparece como el
movimiento de la praxis donde tiene lugar la elevación de la particularidad a
la universalidad, de la necesidad a la libertad. Pienso que sería un trabajo de
inestimable significación para el desarrollo del marxismo —se trata de una
tarea que me propongo intentar— profundizar el estudio de las semejanzas y de
las diferencias entre las reflexiones de Gramsci y de Lukács.
N.Kohan: ¿En el Partido Comunista brasileño
(PCB), dentro del cual militaste durante veinte años, los textos de Lukács y
Gramsci circulaban libremente o estaban de algún modo “proscriptos” en función
de los manuales soviéticos?
C.N.Coutinho: Ingresé en el PCB
en 1960, esto es, después de XX Congreso del Partido Comunista de la Unión
Soviética (PCUS), o sea, después de la denuncia de los crímenes de Stalin. La
atmósfera cultural era ya más abierta. El PCB (que, dicho sea del paso, no ha
sido jamás tan sectario y dogmático como el Partido Comunista argentino)
experimentaba en este momento el desafío de otros agrupamientos de izquierda, sobre
todo de los cristianos progresistas, y por eso aceptó que sus intelectuales más
jóvenes propusieran nuevos autores marxistas. En los años 60, publicamos en
Brasil no sólo a Gramsci y a Lukács, sino también importantes pensadores de la
Escuela de Frankfurt, como T.Adorno, W.Benjamin y H.Marcuse. Ya en los años 60,
en Brasil nadie tomaba en serio a los manuales soviéticos.
Pero tenía lugar una tácita “división del
trabajo”: podíamos, los intelectuales del Partido [PCB], presentar y defender a
Gramsci y a Lukács como “filósofos”, pero la definición de la línea política
era algo reservado a la dirección de Partido. Por eso, por ejemplo, ha sido muy
unilateral la primera recepción de Gramsci en Brasil: él era presentado por
nosotros como el más brillante filósofo y crítico literario marxista, pero ha
quedado en silencio la innegable dimensión política de su obra. Esto es: el
camino estaba abierto para defender a Gramsci como el promotor de una
“filosofía de la praxis”, pero no como el teórico de la “revolución en
Occidente”, es decir, como una alternativa a los paradigmas etapistas y
rupturistas de la III Internacional, la Internacional Comunista.
N.Kohan: Algo similar sucedió en la
Argentina, en cuanto a esa “división del trabajo” que vos mencionás, con la recepción
gramsciana de Agosti. ¿Vos conocías su obra? ¿Tuvo influencia en tu primer
acercamiento a Gramsci?
C.N.Coutinho: De Agosti me
acuerdo haber leído Defensa del realismo; Nación y cultura; Cuaderno
de Bitácora; Para una política de la cultura –todos en
español- y su único libro publicado en Brasil: Problemas atuais do
humanismo . Por lo que me acuerdo –pues he leído a Agosti en los años
60, hace tiempo ya- yo estaba en general de acuerdo con sus posiciones, pero no
diría que él me haya influido. Me interesé por él por haber leído, en 1961, su
prefacio a la vieja edición argentina de El materialismo histórico y la
filosofía de Benedetto Croce. Después, lo conocí brevemente cuando él vino
a Río de Janeiro.
N.Kohan: Vos tuviste junto con Leandro Konder un intercambio epistolar con Lukács, quizás el único en América Latina. ¿Cómo sucedió? ¿Cuáles fueron los temas sobre los que conversaron? De todas las cartas que Lukács te envió, ¿cuál sería la que a vos te resultó más interesante?
C.N.Coutinho: Mi amigo Leandro
Konder le escribió a Lukács (utilizando la dirección del Movimiento de los
Partidarios de la Paz), creo que por primera vez en 1961, y el filósofo le
contestó com mucha simpatía y cordialidad. A partir de entonces y hasta la
muerte de Lukács, en 1971, hemos cambiado con él, Konder y yo, unas veinte o
treinta cartas.
Ciertamente, la mayoría de ellas no tiene mucho interés teórico, tratan por ejemplo de ediciones brasileñas de sus obras, etc. Pero creo que algunas, sí, lo tienen.
Por ejemplo, contestándole a Konder, en
1962, Lukács le dijo que no conocía la obra de Gramsci. Después, tanto en
entrevistas como en el capítulo sobre ideología de la Ontología del ser social,
Lukács cita a Gramsci, siempre de modo crítico, pero con innegable simpatía.
Llegó a decir que él, Korsch y Gramsci, en los años 20, habían intentado pero
no tuvieran éxito en dar justas soluciones a la cuestión del “renacimiento del
marxismo”. Y concluía diciendo: “Gramsci era el mejor de nosotros”. ¿Será que
Konder ha llamado la atención de Lukács sobre la importancia de Gramsci?
Yo, por mi parte, estaba escribiendo en
los años 60 un ensayo sobre F.Kafka, adonde intentaba —contra la letra de
Lukács, pero, creía yo, en el espíritu de su método— demostrar que Kafka era un
realista. Presenté en una carta a Lukács mis ideas centrales sobre Kafka. Ahora
bien, él me contestó, en 1968, haciendo una explícita autocrítica de su libro
La significación presente del realismo crítico, en el cual, como se sabe, hay
un capítulo absurdamente titulado “¿Franz Kafka o Thomas Mann?”. En la carta me
decía con todas las letras que había escrito este libro en condiciones
desfavorables y que ciertamente era preciso reevaluar a Kafka. Se trata sin
duda de una carta importante, tanto que Nicolás Tertulián -uno de los
principales lukascianos de hoy— la ha citado ya algunas veces, registrando el
hecho de que es la única carta adonde Lukács hace una explícita autocrítica de
aquel libro y de sus posiciones negativas sobre Kafka.
Una investigadora brasileña, Tania
Tonezzer, ha publicado algunas de estas cartas en una revista italiana.
N.Kohan: En tu trabajo El
estructuralismo y la miseria de la razón(1971) saliste muy tempranamente al
cruce de la corriente althusseriana, incluso cuando sus textos hacían furor y
eran una moda indiscutida en América Latina. ¿A qué se debió esa decisión? ¿Fue
una respuesta frente a la proliferación de los manuales de Marta Harnecker?
C.N.Coutinho: Cuando escribí El
estructuralismo y la miseria de la razón, en 1971, no conocía todavía el
manual de Marta Harnecker , que ciertamente no ha sido un evento positivo en la
divulgación del marxismo en América Latina. Afortunadamente, este manual no ha
tenido en Brasil la misma influencia que tuvo en otros países latinoamericanos.
Cuando mi libro fue publicado (simultáneamente en Brasil y en México), yo era un lukasciano casi fanático, que además ya conocía muy bien a Gramsci: no me podía satisfacer la lectura althusseriana de Marx, que se contraponía a una línea de interpretación del marxismo —digamos, humanista e historicista— con la cual estaba y estoy de acuerdo hasta hoy. Además, en aquel momento, cuando la dictadura militar había asumido su rostro más represivo en Brasil, Althusser paradójicamente influía entre nosotros a dos tendencias dispares, pero a ambas de las cuales yo me oponía. Por un lado, por intermedio de Régis Debray, Althusser tenía fuerte presencia en las corrientes de ultra-izquierda, que, en clara divergencia con el PCB, proponían el camino de la lucha armada; y, por otro, también tenía influencia en sectores de la intelectualidad que, sobre todo en la Universidad, en nombre de una superación de la “ideología” y del “humanismo”, buscaban reducir el marxismo a una pura metodología de las ciencias, sin ninguna dimensión práctica. Mi libro tenía así, no obstante su dimensión teórico-filosófica, una clara finalidad de política cultural. Era parte de una batalla político-ideológica, hecha (por causa de la censura dictatorial) en una forma más o menos disimulada.
No sé si todavía estoy de acuerdo con todo
lo que escribí allí hace casi treinta años. Pero me gusta mucho que vos, que
recién habías nacido cuando el libro fue publicado, todavía hables de él.
N.Kohan: ¿Tuviste alguna relación con el
grupo de marxistas ligados en los ’60 a J.Arthur Giannotti? ¿Qué rol jugó este
grupo en el marxismo brasileño?
C.N.Coutinho: No, no tuve en esa
época ninguna relación con este grupo. Muchos de sus integrantes son hoy mis
amigos personales, pero había entonces una clara diferencia (¡casi una
oposición!) entre los marxistas de Río de Janeiro (casi todos vinculados al
PCB) y los marxistas de São Paulo (casi todos profesores universitarios y sin
partido). El grupo que formó el "marxismo paulista" era ya entonces
muy diversificado y las divergencias entre ellos han crecido todavía más con el
tiempo. El grupo de São Paulo se estructuró en torno de un famoso seminario
sobre El Capital, del cual formaron parte —¡para que sea posible evaluar las
diferencias!- tanto mi amigo Michael Löwy cuanto el actual presidente brasileño
Fernando Henrique Cardoso.
Ahora bien, muchos de los integrantes de
este grupo hoy ya no son marxistas: este es el caso, para no hablar de Cardoso,
también de Gianotti. Es cierto que tuvieron una influencia en el marxismo
brasileño, incluso positiva, sobre todo porque han criticado las formulaciones
erróneas del PCB, por ejemplo la idea de que existiría una “burguesía nacional”
progresista y antiimperialista. Cardoso, por ejemplo, en un brillante libro de
los inicios de los años 70, ha mostrado muy bien que la burguesía brasileña
quería la asociación con el imperialismo. Sostuvo entonces que la meta de
nuestra burguesía era un “desarrollo dependente-asociado”. Pero, ¿quién podía
imaginar en esa época que él mismo se convertiría más tarde en el ejecutante de
esta política?
En general, creo que algunos de los
exponentes del llamado “marxismo paulista” tuvieron en Brasil el mismo rol que
tuvieran los “marxistas legales” en Rusia: han leído El Capital para
sostener que teníamos que “modernizarnos”, desarrollar las fuerzas productivas,
pero en la prácitica hicieron de la burguesía el actor de esta modernización.
Por lo tanto, el itinerario de Cardoso no es un rayo en un día de cielo claro.
N.Kohan: Vos escribiste un ensayo sobre Caio
Prado Júnior. ¿Qué repercusiones tuvo en la cultura de izquierda brasileña su
obra historiográfica cuestionadora del relato canonizado por el stalinismo
sobre el supuesto “feudalismo” latinoamericano?
C.N.Coutinho: Caio Prado Júnior ha
sido el primero en intentar seriamente una interpretación del Brasil a partir
de categorías marxistas. Su ensayo Evolución política del Brasil,
de 1933, constituye un marco en la cultura brasileña. Todavía más decisivos son
sus libros sobre la Formación del Brasil Contemporáneo,Colonia,
de 1943, y su Historia económica del Brasil, de 1945.
Caio Prado Júnior —tal como Mariátegui— no
conocía muy bien al marxismo. Se puede veer fácilmente que era escasa su
familiaridad no sólo con las obras de Marx, sino también con las de los
marxistas posteriores. Sin embargo, tal como el Amauta, ha intuído muy bien los
rasgos principales de la evolución de nuestros países para el capitalismo, esto
es, el hecho que esta evolución ha seguido una vía “no clásica”, caracterizada
por la permamencia de rasgos precapitalistas, fuertemente autoritarios y
excluyentes, basados en formas de coerción extra-económica sobre los
productores directos. Como Mariátegui, Caio Prado Júnior “inventó” categorías
muy semejantes a las de “vía prusiana” (Lenin) y de “revolución pasiva”
(Gramsci).
Por eso, y en este caso también como el Amauta, Caio Prado -si bien fue militante del PCB- siempre se opuso abiertamente a la “lectura” tercer-internacionalista de Brasil. Su último libro significativo, de 1966, titulado La revolución brasileña, es una crítica muy dura a los paradigmas de la III Internacional utilizados por el PCB. Es indiscutible su importancia —al lado de otros, como, por ejemplo, Florestan Fernandes, que jamás ha militado en el PCB— para la construcción de una “imagen marxista de Brasil”.
N.Kohan: La publicación de tu ensayo Introducción
a Gramsci(1981) se produjo casi en la misma época del surgimiento del
Partido de los Trabajadores (PT) del cual ahora sos militante. ¿Hubo alguna
relación entre ambos hechos?
C.N.Coutinho: Mi libro sobre
Gramsci —que ha tenido ya varias ediciones, incluyendo la mexicana que citás,
la última de las cuales es de 1999, con el título Gramsci. Um estudo sobre seu
pensamento político, que incluye nuevos textos— fue escrito en el momento de mi
ruptura con el PCB. En esa época, era ya más o menos consciente de que la
propuesta gramsciana, que lleva a la formulación de un vínculo orgánico entre
socialismo y democracia, era incompatible con la herencia teórica y política
del PCB, o, más precisamente, con la herencia política de la III Internacional
a la cual el PCB se mantenía vinculado.
Pero, en aquel momento, no me parecía que
tampoco el neonato Partido de los Trabajadores (PT) fuera el legítimo heredero
de la lección gramsciana. El PT surgió marcado por un fuerte soreliano
“espiritu de escisión”: no hacía alianzas, parecía preferir al frentismo
inconsecuente del PCB un completo aislamiento político. Así, quedé sin partido
hasta 1989, cuando finalmente, después de muchas dudas, ingresé en el PT. Creo
que, mientras tanto, hemos cambiado los dos, yo y el PT. Y continuamos
cambiando, quizás más el PT que yo. Cuando ingresé en el PT, me decían que yo
estaba “a la derecha”, sobre todo porque creía, como creo hasta hoy, que sin
democracia no hay socialismo. Hoy, diez años después, en el interior del
Partido, estoy “a la izquierda”. ¿Y sabés por qué? Porque también continúo
convencido de que, sin socialismo, no hay democracia. No creo que esta sea una
situación confortable, pero parece que mi destino es ser siempre heterodoxo en
los partidos de los cuales formo parte. Sin embargo, mi militancia resulta del
hecho que, en mi opinión, todavía no se ha inventado un modo mejor de hacer
política más allá de los partidos.
N.Kohan: Haciendo un balance retrospectivo de
tu obra y tu actividad militante, ¿qué te aportó en el plano de la ética el
haberte zambullido desde tan joven en el universo filosófico de Carlos Marx?
C.N.Coutinho: ¡Una inolvidable
experiencia! Me acuerdo de haber leído Marx a los 15 años. Ha sido una muy
feliz casualidad para mí el hecho de que mi padre tenía en su biblioteca el Manifiesto
comunista. En mi generación, no creo que nadie haya leído el Manifiesto sin
consecuencias definitivas en su formación. Con Marx, no he aprendido solamente
a ver mejor al mundo, a comprenderlo de modo más adecuado. Estoy seguro de que
también debo a la precoz lectura de Marx lo mejor de mi formación ética. Más
tarde, Gramsci me ha revelado cual es la más lúcida norma de vida para un
intelectual marxista: “pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad”.
En esta difícil época de reflujo de los objetivos por los cuales hemos siempre
luchado, no hay mejor modo de mantenernos fieles a la lección de Marx que
aquella sugerida en esta indicación de Gramsci: un análisis frío y sereno de la
realidad, pero que se debe complementar por la conservación de los motivos
éticos y racionales que han iluminado y guiado nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario