MÁSPúblico
19-11-2012
Otra economía no solo es posible, sino que
ya existe. Un mercado basado en valores distintos a los que promueve el
capitalismo: propiedad colectiva, cooperación, democracia, equidad, compromiso
social o sostenibilidad. Es lo que se conoce como economía social y solidaria,
y desde el inicio de la crisis cada vez está ganando más adeptos. En Cataluña
se puso en marcha hace pocas semanas el Mercat Social Català, que integra a
productores cooperativos, consumidores responsables y entidades de finanzas
éticas que trabajan en la economía real.
El mercado social es una
red de entidades y empresas que intercambian productos y servicios, abierta
también a las personas externas a la red, a partir de una moneda social llamada
ecosol. El ecosol, que equivale a un euro, funciona solamente dentro de esta
red y permite evitar la especulación y la corrupción gracias a su trazabilidad.
“Consideramos que el euro es una moneda especulativa, no transparente”, afirma
Xavier Palos, miembro de la Xarxa d’Economia Solidaria (XES).
Las empresas y entidades
que participan en este mercado deben gestionarse de forma democrática y
participativa, producir de manera sostenible, y cumplir una serie de requisitos
como la paridad de género, el respeto al medio ambiente, las personas y el territorio.
Cualquier persona puede
comprar en este mercado registrándose en la página web y
cambiando sus euros por ecosoles. Próximamente se lanzará una aplicación para
smartphones que permitirá operar desde el teléfono movil. El Mercat Social
Català està circunscrito a Cataluña, aunque existen otras iniciativas similares
en el resto de España, como el portal konsumo responsable.
“La
gente en época de crisis lo valora más”
El mercado comenzó a
funcionar tras la celebración de la primera Feria de la Economia Social y
Solidaria de Cataluña a finales del mes pasado, a la cual, desbordando todas
las previsiones, asistieron cerca de 5.000 personas. Durante tres días, por la
feria circularon 17.000 ecosoles. Es el resultado de diez años de trabajo de la
XES para construir una alternativa al modelo económico predominante.
“Es una cosa que está
aflorando ahora, la gente en época de crisis lo valora más”, explica Palos. Sin
embargo, también se produce un efecto disuasorio, ya que habitualmente los
productos de la economía social y solidaria suelen ser más caros. “Hay
reticencia por el hecho de que sea más caro, pero aún es mas caro para ti y la
comunidad que los puestos de trabajo se los lleven fuera del país, por ejemplo.
Más que por qué somos más caros nosotros, hay que plantearse por qué son más
baratos otros productos”.
Esa reflexión es la que,
para Palos, está acercando cada vez más personas a la economía social y
solidaria: “las personas que se plantean por qué es más barata la fruta de
Nueva Zelanda que la del Maresme va entrando, poco a poco. No solo te
beneficias de un producto que sea saludable, sino que también es interesante
porque estás enraizando en el territorio una gente que funciona bien”.
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