miércoles, 21 de noviembre de 2012

CRISIS TERMINAL 18: LOS ÚLTIMOS DÍAS DE WALL STREET



TacnaComunitaria



Con la presente, en 18 entregas se ha tratado la Crisis Terminal del Capitalismo. El Capital, 1867, ha sido la base del análisis, de comienzo a fin. Y también los aportes de Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, JCM, así como de otros Maestros y autores actuales.

Sólo se ha tratado puntos esenciales, sin profundizar mayormente en el tema, por su carácter de invitación a estudiar directamente en las obras de los Maestros del Proletariado. Apenas pretende ser una propuesta para el estudio individual.

Bien nos orienta JCM al señalar que “El capitalismo ha dejado de coincidir con el progreso”, y que “La crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista. Mientras el capitalismo no haya tramontado definitivamente, el canon de Marx sigue siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por transformar el orden social de capitalista en colectivista mantiene viva esa crítica, la continúa, la confirma, la corrige. Vana es toda tentativa de catalogarla como una simple teoría científica, mientras obre en la historia como evangelio y método de un movimiento de masas” (Defensa del Marxismo)

Ya Lenin señalaba al imperialismo como “fase superior”, y ponía el acento en el aspecto económico del fenómeno. Ahora se ha pasado del capital financiero a la globalización, nombre impuesto por el propio capitalismo yanqui.

Sólo resta agregar unos pensamientos que marcan el desarrollo teórico del análisis marxista. Comenzando con el Manifiesto Comunista, 1848, se tiene:

“De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar.

Los estamentos medios -el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el campesino-, todos ellos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Más todavía, son reaccionarios, ya que pretenden volver atrás la rueda de la Historia” (…)

El progreso de la industria, del que la burguesía, incapaz de oponérsele, es agente involuntario, sustituye el aislamiento de los obreros, resultante de la competencia, por la unión revolucionaria mediante la asociación. Así, el desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases sobre las que ésta produce y se apropia de lo producido. La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables” (Capítulo 1, Burgueses y Proletarios)

Asombra constatar la predicción en la más temprana obra de Marx-Engels: “el desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases sobre las que ésta produce y se apropia de los producido” Esto está ocurriendo hoy.

Una segunda referencia está en el propio Das Kapital:

“El modo capitalista de apropiación que brota del modo capitalista de producción, y, por tanto, la propiedad privada capitalista, es la primera negación de la propiedad privada individual basada en el trabajo propio, Pero la producción capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso de la naturaleza, su propia negación. Es la negación de la negación. Ésta no restaura la propiedad privada, sino la propiedad individual, basada en los progresos de la era capitalista: en la cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios de producción creados por el propio trabajo.

La transformación de la propiedad privada dispersa, basada en el trabajo personal del individuo, en propiedad privada capitalista es, naturalmente, un proceso muchísimo más lento, más difícil y más penoso de lo que será la transformación de la propiedad privada capitalista, que de hecho se basa ya en un proceso social de producción, en propiedad social. Allí, se trataba de la expropiación de la masa del pueblo por unos cuantos usurpadores; aquí, de la expropiación de unos cuantos usurpadores por la masa del pueblo” (Tomo 1, Capítulo XXIV)

Estamos en la etapa en que se producirá, inexorablemente, “la expropiación de unos cuantos usurpadores por la masa del pueblo” ¡Ya es posible lograrlo!

Una tercera referencia está en el Amauta Mariátegui:

“El estudio de los factores efectivos de la prosperidad norteamericana enseña, entre tanto, que el capitalismo yanqui no ha afrontado todavía la crisis que atraviesa el capitalismo europeo, de suerte que es prematuro hablar de su aptitud para superarla victoriosamente.

Hasta hace algún tiempo, la industria norteamericana extrajo de la propia vitalidad de los Estados Unidos los elementos de su crecimiento. Pero desde que su producción ha sobrepasado en exceso las necesidades del consumo yanqui, la conquista de mercados externos ha empezado a ser la condición ineludible de ese proceso. La acumulación en las arcas yanquis de la mayor parte del oro del mundo, ha creado el problema de la exportación de capitales. A Estados Unidos no le basta ya colocar su exceso de producción; necesita colocar, además, su exceso de oro. El desarrollo industrial del país no puede absorber sus recursos financieros. (…)

Norteamérica, por obra de fuerzas históricas superiores a la voluntad de sus propios hombres, se ha embarcado en una vasta aventura imperialista, a la cual no puede renunciar. Spengler, en su famoso libro sobre la decadencia de Occidente, sostenía, hace ya algunos años, que la última etapa de una civilización es una etapa de imperialismo. Su patriotismo de germano le hacía esperar que esta misión imperialista le tocaría a Alemania. Lenin, algunos años antes, en el más fundamental acaso de sus libros*, se adelantaría a Spengler en considerar a Cecil Rhodes como un hombre representativo del espíritu imperialista, dándonos además una definición marxista del fenómeno, entendido y enfocado como fenómeno económico: ‘Lo que hay de económico esencial en este proceso -escribía con su genial concisión- es la sustitución de la libre concurrencia por los monopolios capitalistas. La libre concurrencia es la cualidad primordial del capitalismo y, de una manera general, de la producción de mercancías; el monopolio es exactamente lo contrario de la libre concurrencia; pero hemos visto a ésta transformarse bajo nuestros ojos en monopolio, creando la gran industria, eliminando la pequeña, remplazando la grande por una más grande, conduciendo la concentración de la producción y del capital a un grado tal que el monopolio es su corolario forzoso: carteles, sindicatos, trusts y, fusionándose con ellos, la potencia de una decena de bancas que manipulan millares de millones. Al mismo tiempo, el monopolio surgido de la libre concurrencia no descarta, sino que coexiste con ella, engendrando así diversas contradicciones muy profundas y muy graves provocando conflictos y fricciones. El monopolio es la transición del capitalismo a un orden más elevado. Si fuera necesario dar una definición lo más breve posible del imperialismo, habría que decir que es la fase del monopolio capitalista. Esta definición abrazaría lo esencial, pues, por una parte, el capital financiero no es más que el capital bancario de un pequeño número de grandes bancos monopolizadores, fusionado con el capital de los grupos industriales monopolizadores; y, por otra parte, el reparto del mundo no es más que la transición de una política colonial extendida sin cesar, sin encontrar obstáculos, sobre regiones de las que no se había apropiado aún ninguna potencia capitalista, a la política colonial de posesión territorial monopolizada, por haber ya concluido la partición del mundo’ (*El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo,Capítulo VII, 1916)

El Imperio de los Estados Unidos asume, en virtud de esta política, todas las responsabilidades del capitalismo. Y, al mismo tiempo, hereda sus contradicciones. Y es de éstas, precisamente, de donde saca sus fuerzas el socialismo. El destino de Norteamérica no puede ser contemplado sino en un plano mundial. Y, en este plano, el capitalismo norteamericano, vigoroso y próspero internamente aún, cesa de ser un fenómeno nacional y autónomo, para convertirse en la culminación de un fenómeno mundial, subordinado a un ineludible sino histórico” (Defensa del Marxismo, Segunda Parte: Yanquilandia y el Socialismo, 31.12.27)

Ahora es más actual que antes el señalar que el capitalismo yanqui es “la culminación de un fenómeno mundial” Sólo así se podía analizar antes y se puede analizar ahora el proceso que culmina con la “globalización” (financierismo)

Finalmente, una cuarta referencia está en el propio Marx:

“Esbozados a grandes rasgos, los modos de producción asiático, antiguo, feudal y burgués moderno aparecen como épocas progresivas de la formación económica de la sociedad. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social. No se trata aquí de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con este sistema social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana” (Contribución a la Crítica de la Economía Política, Prólogo, 1859) Entonces, con el sistema capitalista

¡TERMINA LA PREHISTORIA DE LA HUMANIDAD!

Triunfó la Revolución Francesa, se restauró temporalmente la monarquía, pero el proceso de desarrollo era inevitable, y por eso se desarrolló el capitalismo

La Revolución de Octubre inició la época del socialismo en la historia de la humanidad. Si la Comuna de París duró 70 días, la experiencia soviética duró 70 años. Esto es ya progreso, pues así se desarrolla la humanidad, con avances y retrocesos. Y así como Marx estudió el capitalismo, es deber actual estudiar la experiencia socialista en sus expresiones iniciales.

Ahora las nuevas oleadas de activistas tienen una gran oportunidad y una gran responsabilidad. Una gran oportunidad, porque en este siglo, y posiblemente en este medio siglo se producirán cambios históricos. Una gran responsabilidad, porque ningún sistema se cae sólo. El actual está ya preparado para enfrentar su crisis, lo que significa guerra, terrorismo de Estado, criminalización de la protesta popular.

En el mundo entero hay reagrupación de fuerzas populares. En nuestra mamapacha se toma conciencia de la perentoria necesidad de preparar la organización. Si antes la tarea fue descombrar, reunir, sistematizar nuestro legado histórico, ahora la tarea central es preparar la organización. Sin esta tarea práctica central, ni la investigación ni el estudio pueden dar buenos frutos. Y se caerá una y otra vez en el pantano del debate bizantino, con temas hasta fuera de tiempo y lugar.

Ante tanto debatir por debatirse impone revisar lo que haya que revisar, aprovechar cuanta oportunidad se presente, y hasta forzar la escisión para preparar la organización. Sólo así se avanzó antes. ¡Sólo así se puede avanzar ahora!

Ragarro
21.11.12

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