Publicado
por Francisco Umpiérrez Sánchez
jueves, 6 de diciembre de 2012
Breve introducción
Me resulta
sorprendente que haya personas que presenten la banca de la reserva
fraccionaria como causa básica de las crisis económicas y que afirmen que por
ese medio los bancos crean dinero de la nada. Algunos son más precisos cuando
afirman que los bancos crean dinero al conceder crédito. Y más sorprendente me
parece aún que se defienda que la reserva de los bancos deba ser equivalente a
la de los depósitos. Esto es, que se impida a los bancos usar los depósitos
como préstamos. Creo que en todos estos análisis se pierde de vista lo
principal: el dinero no es un simple papel sino la forma transfigurada de la
mercancía. No permitir que el ahorro social se emplee como préstamo, equivale a
impedir que con el trabajo excedente se cree nueva riqueza y nuevos puestos de
trabajo. Se frenaría el crecimiento económico o el crecimiento económico
quedaría muy por debajo de sus posibilidades. Se incurriría en el mismo error
que las economías planificadas del socialismo antiguo: se generaría la escasez.
Las funciones del
dinero
Antes dijimos
que quienes afirman que los bancos crean dinero al conceder créditos son más
precisos que quienes afirman que los bancos mediante el sistema de la reserva
fraccionaria crean dinero de la nada. Pero tanto los unos como los otros contribuyen
a rodear de una halo mágico al omnipotente dinero. El dinero crédito, o lo que
es lo mismo, el capital de préstamo, no es lo mismo que el dinero circulante.
De hecho desde que se estableció el sistema de crédito en la economía
capitalista la cantidad de dinero circulante es notablemente inferior que el
capital de préstamo. Pero les pongo previamente un ejemplo para que observen de
qué modo se puede presentar el dinero como un enigma. Ya Marx se quejaba en El
Capital de que debido a ciertas funciones del dinero, en especial como
medida de valores y como medio de circulación, se habían generado las teorías
más insensatas sobre su naturaleza. Todos sabemos que para medir el valor de
las mercancías, esto es, para establecer sus precios, no necesitamos dinero
real, basta con el dinero ideal: sobre la mercancía ponemos una etiqueta donde
puede leerse, por ejemplo, 1000 euros. De aquí surgió la teoría de que el
dinero era un ser ideal. Y como podrá observar el lector no es lo
mismo afirmar que para ciertas funciones basta con dinero imaginario o dinero
ideal, esto es, dinero en forma de números y palabras, que afirmar que el
dinero es un ser imaginario.
Circulación
simple de mercancías
Supongamos
primero que no existan bancos. La persona B le compra a la persona A una
tonelada de trigo por un valor de 10.000 euros. Con estos 10.000 euros la
persona A compra un automóvil a la persona C. Y la persona C con estos 10.000
euros le compra una vivienda a la persona D. Vemos que los mismos 10.000 euros
han servido para realizar los precios de las siguientes mercancías: 1 tonelada
de trigo, un automóvil y una vivienda. Si sumamos los precios de la tonelada de
trigo, del automóvil y de la vivienda obtenemos un total de 30.000 euros. Luego
tendremos que distinguir entre la suma de los precios realizados, 30.000 euros,
y la cantidad de dinero necesario para realizar dichos precios: 10.000 euros.
Aquí nadie habla de que la circulación de las mercancías haya creado el dinero
de la nada. Esta extravagante idea todavía no se puede producir porque no es
posible pensar el dinero separado de su función de compra, esto es, separado de
las mercancías y de la realización de sus precios.
Sistema de
crédito y bancos
Pensemos ahora
en el mismo ejemplo pero pongamos por medio un banco. Supongamos que nos
encontramos en la era del sistema de crédito y todo lo que se compra se hace
por medio de un crédito. Todo el mundo hace lo mismo que vimos en el ejemplo
anterior, esto es, en la fase de la circulación simple de mercancías: comprar
lo que necesita por medio del dinero. Pero en vez de hacerlo con recursos
propios lo hace con recursos ajenos. Pero para poder utilizar los recursos
ajenos es necesario pagar un interés. En vista de simplificar las cosas y para
que el lector capte lo principal, vamos a suponer que existe un solo banco y
que el tipo de interés es cero.
Aclaremos
primero un pequeño detalle. Todo el dinero que entra en el banco lo hace en su
condición de depósito y todo el dinero que sale del banco lo hace en su condición
de préstamo o inversión. Para simplificar las cosas consideraremos que todo el
dinero que sale del banco lo hace sólo en su condición de préstamo. El lector
debe saber que en contabilidad cualquier cantidad se anota siempre de manera
doble. En nuestro caso vamos a hablar de un libro donde en la izquierda
anotaremos el activo, lo que tiene el banco, y en la derecha anotaremos el
pasivo: lo que debe el banco. Siempre el activo será igual al pasivo.
Supongamos que una persona Z ingresa 10.000 euros en el banco X. El banquero
anotará esta cantidad dos veces: en el pasivo pondrá 10.000 euros en concepto
de depósito a favor de la persona Z y en el activo pondrá los mismos 10.000
euros en concepto de reserva. Así lo que tiene el banco, 10.000 euros en reservas,
es igual a lo que debe: 10.000 euros en depósito. Pero esto no debe entenderse
nunca en el sentido de que en el banco hay 20.000 euros: 10.000 euros en
depósito y 10.00 euros en reserva. Es la misma cantidad anotada una vez como
activo y otra como pasivo.
Demos un paso
más. Un banco X tiene en su poder 11.000 euros en concepto de depósito. No nos
interesa saber el origen de estos 11.000 euros. El Banco Central le exige al
banco tener como reserva el 9 por ciento de ese importe y le da permiso para
que el resto lo pueda prestar. Tenemos entonces que el banco X tiene en reserva
1.000 euros y en reserva excedente 10.000 euros. Pero para simplificar las
cosas vamos a suponer que a partir de ahora las autoridades monetarias no
exigen más reservas y le concede al banco la libertad de convertir el total de
los depósitos en créditos.
Lo que ocurre
el lunes
El lunes llega
la persona B al banco X y solicita un crédito de 10.000 euros. El
banquero le da los diez mil euros y en el activo borra los 10.000 euros que
tenía como reserva excedente y pone en su lugar 10.000 euros en concepto
de préstamo al señor B. El mismo lunes el señor B le compra al señor
A una tonelada de trigo por valor de 10.000 euros; y el señor A ingresa
los 10.000 euros como depósito en el Banco X. El banquero anota en el pasivo
10.000 euros en concepto de depósito a favor del señor A; y en el activo
anota reserva excedente 10.000 euros.
Lo que ocurre
el martes
El martes el
señor C llega al banco X y solicita un crédito de 10.000 euros. El banquero le
da 10.000 euros al señor C y anota, donde en el activo 10.000 euros en concepto
de préstamo al señor C donde antes tenía reserva excedente de 10.000 euros. El
mismo martes el señor C le compra un automóvil al señor D por un valor de
10.000 euros; y el señor D ingresa los 10.000 euros como depósito en el banco
X. El banquero anota en el pasivo depósito de 10.000 euros a favor del señor D
y en el activo anota 10.000 euros en concepto de reserva excedente.
Lo que ocurre
el miércoles
El miércoles
el señor E llega al banco X y solicita un crédito de 10.000 euros. El banquero
le da 10.000 euros y anota en el activo: 10.000 euros en concepto de préstamo
al señor E. El mismo miércoles el señor E le compra al señor F una
vivienda. El señor F ingresa los 10.000 euros en el banco X como depósito. El
banquero anota en el pasivo depósito de 10.000 euros a favor del señor F, y en
el activo anota 10.000 euros de reserva excedente.
Los asientos
contables del banquero
En el activo
vemos que el banquero tiene los siguientes asientos en euros: en reserva 1000
euros; en préstamo al señor B 10.000 euros; en préstamo al señor C 10.000
euros; en préstamo al señor E 10.000 euros; y en reserva excedente 10.000
euros. En total tiene en el activo 41.000 euros. Veamos ahora lo que tiene en
el pasivo: Depósito inicial de 11.000; depósito de 10.000 euros del señor A;
depósito de 10.000 euros del señor D; depósito de 10.000 euros del señor F. En
el pasivo tiene un total de 41.000 euros.
Las conjeturas
del economista convencional
Lo que afirma
el economista convencional es que el banco ha creado dinero de la nada. En
concreto ha creado 30.000 euros. Cada vez que ha concedido un crédito de 10.000
euros ha creado de la nada 10.000 euros. No obstante, nos advierte
que en realidad sólo existen 11.000 euros en dinero físico, mientras que los
30.000 euros restantes son solo asientos contables. Y se pregunta
después: ¿De dónde proviene el valor de los 30.000 euros? Y responde: de los
10.000. Y concluye: por esta razón se origina inflación. Dejémoslo
ahí.
El punto de
vista marxista
Este problema
es analizado por Marx en el capítulo XXXI de El Capital titulado Capital
monetario y capital efectivo II. Marx afirma que la masa de capital de
préstamos difiere de la cantidad de dinero circulante. Estos dos conceptos,
capital de préstamo y dinero circulante, son básicos para entender la actividad
bancaria relativa a los depósitos y préstamos. En nuestro ejemplo el dinero
circulante suma 10.000 euros, mientras que el capital de préstamos asciende a
los 30.000 euros. Lo único que hay que observar es
que para que 30.000 euros funcionen como capital de préstamo sólo
son necesarios 10.000 euros de dinero circulante. Para ilustrar su afirmación
Marx transcribe un fragmento de las actas del Banco de Inglaterra de
1858, donde se señala que la reserva ascendía a 580.751 libras, mientras que
los depósitos ascendían a 22 millones de libras. Sólo se trata de constatar que
desde hace mucho tiempo hay que distinguir entre los depósitos, donde una buena
parte de ellos se convierten en capital de préstamo, y el dinero circulante
necesario para que sean posibles esos préstamos.
Según Marx “La
mera posibilidad de grandes sumas de depósitos con una cantidad relativamente
pequeña de medios de circulación depende únicamente de dos cosas: 1) del número
de compras y pagos que realice la misma moneda; y 2) del número de veces que
retorne en depósito a los bancos, de suerte que su repetida función de medio de
compra y de pago viene medida por su renovada transformación en depósito”. En
efecto, así se pone de manifiesto en nuestro ejemplo, los mismos 10.000 euros
han servido, uno, para que el señor B le compre al señor A una tonelada de
trigo; dos, para que el señor C le compre un automóvil al señor D; y
tres, para que el señor E le compre una vivienda al señor F. Pero
esto ha sido posible a su vez porque, uno, el banco disponía de una
reserva excedente de 10.000 euros que fue a parar como préstamo al señor B;
dos, porque el señor A ingresó como depósito los 10.000 euros que fueron a
parar como préstamo al señor C; y tres, porque el señor D ingresó como depósito
los 10.000 euros que fueron a parar al señor E.
¿Crean los
bancos dinero de la nada?
Por supuesto
que no. De la misma manera que la circulación simple de mercancías no crea
dinero, tampoco lo hacen los bancos en su condición de intermediarios entre los
ahorradores y los compradores. Igual que en la circulación simple de mercancías
hay que distinguir entre la suma de los precios de las mercancías y el dinero
circulante necesario para realizar dichos precios, en el sistema de crédito hay
que distinguir entre la suma de los préstamos y el dinero circulante
necesario para que se den esos préstamos. Y al igual que la suma de
precios de las mercancías siempre será mayor que el dinero circulante, la suma
del capital de préstamo será mayor que la cantidad de dinero circulante. El
aspecto mágico y misterioso con que algunos economistas han querido rodear la
banca de la reserva fraccionaria se debe a que la desvincula de la circulación
de las mercancías. Los primeros 11.000 euros que figuran como depósito en el
banco X hemos dicho que no nos preocupaba su origen; pero los segundos 10.000
euros que figuran como depósito si sabemos su origen: no es más que el precio
realizado de la tonelada de trigo. De los terceros 10.000 euros también sabemos
su origen: no es más que el precio realizado del automóvil. Y los cuartos
10.000 euros que figuran como depósito igualmente sabemos su origen: no es más
que el precio realizado de la vivienda.
El economista
enajenado por el dinero, que lo considera un ser en sí, sólo lo capta en su
existencia metálica o como dinero aritmético, no lo capta como lo capta Marx,
como forma objetiva de existencia del valor de la mercancía. No ve
que el dinero es la forma transfigurada de la mercancía, no ve en el dinero las
huellas de la mercancía, no ve ni le preocupa de qué mercancía es figura
enajenada los 10.000 euros. Así que la magia asignada a los 30.000 euros de
depósito que supuestamente el banquero ha creado de la nada, no son más que los
valores en dinero de tres mercancías particulares: 1 tonelada de trigo, un
automóvil y una vivienda. Por lo tanto, la magia asignada al dinero crédito se
rompe, una, cuando el dinero no se separa del mundo de las
mercancías, y dos, cuando se tiene en cuenta lo que dice Marx: la posibilidad
de que existan enormes depósitos con una cantidad relativamente pequeña de
dinero depende de dos cosas: una, del número de compras que se realizan con las
mismas moneda, y dos, del número de veces que retorne esas mismas monedas al
banco como depósito.
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