Robert McNamara, ex Secretario de Defensa de Estados Unidos,
confesó sin ambages que “si hubiéramos perdido, todos hubiéramos sido juzgados
como criminales de guerra”.
La
guerra de Occidente contra el mundo musulmán
22-03-2013
Traducido del inglés para Rebelión
por Germán Leyens
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Hoy [por el martes] hace diez años
desde que el régimen de Bush invadió Iraq. Es sabido que la justificación para
la invasión fue un paquete de mentiras orquestadas por el régimen
neoconservador de Bush a fin de engañar a las Naciones Unidas y al pueblo estadounidense.
El Secretario de Estado de aquel
entonces, general Colin Powell, ha expresado su pesar por haber sido utilizado
por el régimen de Bush para engañar a las Naciones Unidas con inteligencia
falsa, que los regímenes de Bush y Blair sabían que era falsa. Pero los
indignos medios de la prenstitución no han pedido perdón al pueblo de EE.UU.
por servir al corrupto régimen de Bush como su Ministerio de Propaganda y
Mentiras.
Cuesta discernir cuál es el más
indigno, el régimen corrupto de Bush, los prenstitutos que lo apoyaron, o el
corrupto régimen de Obama que se niega a enjuiciar a ese régimen por sus
inequívocos crímenes de guerra, crímenes contra la Constitución de EE.UU.,
crímenes contra el derecho consuetudinario de EE.UU., y crímenes contra la
humanidad.
En su libro, Cultures Of War [Culturas
de guerra], el distinguido historiador John W. Dower señala que los actos
concretos de guerra realizados por los japoneses en el Siglo XX y la
presidencia imperial de Bush en el Siglo XXI “invitan un análisis comparativo
de indiscutibles crímenes de guerra como tortura y otras transgresiones. Los
maléficos hechos de Japón imperial han dejado una mancha imborrable sobre el
honor y el buen nombre de esa nación, y queda por ver cuán duradero será el
daño a la reputación de EE.UU. Al respecto, los planificadores de la guerra del
gobierno de Bush tienen suerte al haber podido evadir una investigación formal
y seria remotamente comparable a lo que las potencias Aliadas realizaron frente
a Japón y Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.”
Dower cita a Arthur Schlesinger Jr.:
“El presidente [Bush] ha adoptado una política de ‘autodefensa en anticipación’
que es alarmantemente similar a la política que Japón imperial empleó en Pearl
Harbor en una fecha que, como un presidente anterior de EE.UU. dijo que
sucedería, vive en la ignominia. Franklin D. Roosevelt tuvo razón, pero hoy en
día es como si fuera que nosotros, estadounidenses, viviéramos en la
ignominia.”
Los estadounidenses pagaron una enorme
suma de dinero por la vergüenza de vivir en la ignominia. Joseph Stiglitz y
Linda Bilmes calcularon que la guerra de Iraq costó a los contribuyentes
estadounidenses 3 millones de millones de dólares. Es posible que ese cálculo
sea optimista. El último estudio concluye que la guerra podría terminar por
costar a los contribuyentes de EE.UU. el doble de esa suma.
A fin de pagar por los beneficios que
han terminado en los bolsillos del complejo militar y de seguridad de EE.UU. y
de ahí a donaciones políticas, los estadounidenses corren peligro de perder la
Seguridad Social, Medicare, y la cohesión social que provee el sistema de
bienestar social.
El coste humano para Iraq de la
ignominia de EE.UU. es extraordinario: 4,5 millones de iraquíes desplazados,
hasta 1 millón de civiles muertos que dejan viudas y huérfanos, una clase de
profesionales que ha partido del país, una infraestructura en ruinas, y la
cohesión social destruida por el conflicto suní-chií que fue puesto en marcha
por la destrucción por Washington del gobierno de Sadam Hussein.
Es un chiste macabro que el gobierno de
EE.UU. haya llevado la libertad y la democracia a Iraq. Lo que llevaron los
criminales de guerra de Washington fue la muerte y la destrucción de un país.
La población de EE.UU., en su mayor
parte, parece sentirse muy cómoda con la destrucción gratuita de Iraq y todo lo
que involucra: niños sin padres, mujeres sin esposos, defectos congénitos de
uranio “empobrecido”, agua insegura, un país sin esperanzas, sumido en la
violencia sectaria.
Los gobiernos marionetas de Washington
en el Reino Unido, Europa, Medio Oriente y Japón parecen igualmente satisfechos
con la victoria – ¿Sobre qué? ¿Qué amenaza fue derrotada por la victoria? La
amenaza no existía. Las armas de destrucción masiva fueron un engaño
propagandístico. Las nubes en forma de hongo sobre las ciudades de EE.UU.
fueron propaganda fantástica. ¿Cuán ignorantes tienen que ser las poblaciones
para ser engañadas por una propaganda tan absolutamente transparente? ¿No
existe inteligencia en algún sitio en el mundo occidental?
En una reciente conferencia, los
neoconservadores responsables por las muertes y vidas arruinadas de millones y
por los billones de dólares que sus guerras han agregado a la deuda nacional de
EE.UU. se mostraron impenitentes y llenos de auto-justificación. Mientras
Washington busca en el extranjero el mal que hay que exterminar, el mal se
concentra en el propio Washington.
Los criminales de guerra
estadounidenses andan tranquilamente por doquier. Se les pagan inmensas sumas
de dinero por discursos sobre cómo los estadounidenses llevan la libertad y la
democracia al mundo invadiendo, bombardeando y asesinando a la gente. El
Tribunal de Crímenes de Guerra no ha emitido órdenes de arresto. El
Departamento de Estado de EE.UU., que todavía busca criminales de guerra nazis,
no ha secuestrado a los criminales estadounidenses a fin de enviarlos para que
sean juzgados en La Haya.
Los estadounidenses que sufrieron son
los 4.801 soldados que perdieron sus vidas, los miles de soldados que perdieron
sus extremidades y sufren por otras heridas permanentes, las decenas de miles
de sufren de estrés postraumático y del remordimiento por haber matado a gente
inocente, las familias y amigos de los soldados estadounidenses, y los
matrimonios rotos y los hijos de un solo padre del estrés de la guerra.
Otros estadounidenses han sufrido en el
frente interior. Aquellos que fueron impulsados por su conciencia moral a
protestar contra la guerra fueron golpeados y abusados por la policía,
investigados y acosados por el FBI y colocados en listas de no-vuelo. Algunos
podrían ser procesados. EE.UU. ha llegado al punto en el cual cualquier
ciudadano que tenga conciencia social es un enemigo del Estado. La persecución
de Bradley Manning demuestra esta verdad.
Se podría argumentar que la comparación
de los historiadores del régimen de Bush con los criminales de guerra japoneses
no va bastante lejos. El 7 de octubre de este año, Washington habrá estado
matando gente, sobre todo mujeres, niños, y ancianos de las aldeas, en
Afganistán durante 12 años. Nadie sabe por qué EE.UU. ha llevado tanta
destrucción al pueblo afgano. Primero los soviéticos, luego los
estadounidenses. ¿Cuál es la diferencia? Cuando Obama llegó a la presidencia
admitió que nadie sabía cuál era la misión militar de EE.UU. en Afganistán.
Todavía no lo sabemos. Supongamos que era: beneficios para la industria de
armamentos de EE.UU., poder para la industria de la Seguridad Interior, y un
Estado policial para la despreocupada población estadounidense.
Washington ha dejado Libia en ruinas y
conflicto interno. No existe un gobierno, pero no es un nirvana libertario.
Los incesantes ataques ilegales de
aviones sin tripulación [drones] contra civiles paquistaníes están
radicalizando a elementos paquistaníes y provocando una guerra civil contra el
gobierno paquistaní, que es de propiedad de Washington y que permite el
asesinato por Washington de sus ciudadanos a cambio de los pagos de Washington
a las elites políticas que han vendido su país a Washington.
Washington ha desestabilizado Siria y
destruido la paz que la familia Asad había impuesto a las sectas islámicas.
Siria parece condenada a ser reducida a ruinas y a la violencia permanente como
Libia e Iraq.
Washington actúa matando gente en
Yemen.
Como muestra el vídeo entregado por
Bradley Manning aWikileaks , a algunos soldados estadounidenses no
les importa a quién matan –periodistas y civiles que caminan pacíficamente por
una calle, un padre y sus hijos que se detienen para ayudar a los heridos.
Mientras alguien sea muerto, no importa quién sea.
Matar es ganar
EE.UU. invadió Somalia, tiene a sus
marionetas francesas involucradas militarmente en Malí, y tal vez tiene en la
mira a Sudán para sus drones y misiles.
Irán y Líbano están en la lista de las
próximas víctimas de la agresión de Washington.
Washington protege la agresión israelí
contra Cisjordania, Gaza, y Líbano contra la condena por la ONU y posibles
embargos. Washington ha arrestado y encarcelado gente que ha enviado ayuda a
niños palestinos. Gaza, declara Washington que se considera como la única
fuente de verdad, es gobernada por Hamás, una organización terrorista según el
Departamento de Estado. Por lo tanto, toda ayuda a Gaza es ayuda al terrorismo.
La ayuda a niños palestinos hambrientos y enfermos es apoyo al terrorismo. Es
la lógica de un Estado inhumano, criminal de guerra.
¿Qué se propone esta agresión contra
los musulmanes?
La Unión Soviética colapsó y Washington
necesita un nuevo enemigo para mantener el poder y los beneficios del complejo
militar/seguridad de EE.UU. Los neoconservadores, que dominaron totalmente el
régimen de Bush y todavía pueden llegar a dominar el régimen de Obama
declararon que los musulmanes en Medio Oriente son el enemigo. Contra este
“enemigo” imaginario, EE.UU. lanzó guerras de agresión que son crímenes de
guerra según el rasero de Núremberg impuesto por EE.UU. que fue aplicado a los
alemanes derrotados en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque los británicos y franceses
comenzaron la Segunda Guerra Mundial al declarar la guerra a Alemania, fueron
los alemanes, derrotados por el Ejército Rojo, los que fueron procesados por
Washington como criminales de guerra por iniciar una guerra. Una serie de
historiadores serios han llegado a la conclusión de que los crímenes de guerra
de EE.UU., con los bombardeos con bombas incendiarias de las poblaciones
civiles de Dresde y Tokio, y los innecesarios ataques nucleares contra las
poblaciones civiles de Hiroshima y Nagasaki, son de la misma clase que los
crímenes de guerra de Hitler y de los japoneses.
La diferencia es que los vencedores
presentan a los derrotados en los tonos más crueles y a sí mismos en tonos
altamente morales. Los historiadores honestos saben que no hay gran diferencia
entre los crímenes de guerra de la Segunda Guerra Mundial y los de japoneses y
alemanes. Pero EE.UU. estaba del lado de los vencedores.
Mediante sus asesinatos injustificados
de musulmanes en siete u ocho países, Washington ha provocado una reacción
musulmana: un odio profundo contra EE.UU. Esta reacción es calificada de
“terrorismo” por Washington y la guerra contra el terrorismo sirve de fuente de
interminables beneficios para el complejo militar y para un Estado policial
para “proteger” a los estadounidenses contra el terrorismo, pero no contra el
terrorismo de su propio gobierno.
La mayor parte de la población
estadounidense está demasiado mal informada para comprender, y los pocos que
comprenden y tratan de advertir a otros son silenciados. El Siglo XXI será uno
de los peores siglos en la historia humana. La libertad se muere, en todo el
mundo occidental.
El legado de la “guerra contra el
terror” es la muerte de la libertad.
Paul
Craig Roberts fue editor de The
Wall Street Journal y secretario asistente del Secretario del Tesoro
estadounidense. Es autor de HOW THE ECONOMY WAS LOST, publicado por
CounterPunch/AK Press. Su libroEconomies in Collapse: The Failure of
Globalism, fue publicado en Europa en junio de 2012. Su último libro esThe
Failure of Laissez-Faire Capitalism.
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