Un Tema de actualidad
José
Antonio García Rubio
El presupuesto
para la Unión Europea en el período 2014-2020, cuya aprobación está en debate,
es claramente insuficiente. Incorpora aún más ajustes y reducciones del gasto,
algo que no se entiende cuando en la actual Unión Europea han entrado más
países con nuevas y mayores necesidades de las que tenían los que ya formaban
parte de ese club. Pero Cameron, cuyo compromiso con la UE es más que
discutible, y Merkel intentan tirar de las bridas un poco más.
Se discute una
reducción de 80.000 millones de euros en el presupuesto de la Unión. Eso
tendría como consecuencia una pérdida para España de 20.000 millones en fondos
europeos. A cambio, España recibiría un modesto cheque de 2.750 millones.
La Europa
neoliberal de Merkel y compañía ha perdido la memoria y ya nadie se acuerda de
aquel famoso plan del presidente francés, Hollande, por el que iban a invertir
en Europa nada más y nada menos que 120.000 millones de euros para crear
empleo. Todo ha quedado en bonitas frases sin contenido para meter en los
comunicados de prensa del Consejo.
En los dos
últimos cónclaves europeos con asistencia de Rajoy no se ha producido ningún
avance en lo que se requiere a la política fiscal comunitaria. Han renunciado a
realizar políticas de estímulo de la economía real, a fomentar políticas de
crecimiento basadas en sectores económicos productivos, han renunciado a
impulsar la política y la acción del Banco Europeo de Inversiones.
Mientras países
como Estados Unido mantienen su línea de estímulo económico y aumento de la
liquidez hasta un importe, si fuera necesario, de 65.000 millones de euros
mensuales, en Europa no se toman medidas para crear puestos de trabajo, al
contrario, las decisiones que se adoptan conducen a su destrucción. Incluso
visto desde la óptica competitiva neoliberal, las empresas estadounidenses
disfrutarán de un interesante plus con esas medidas, algo a lo que también se
apunta el nuevo Gobierno japonés.
Supervisión
bancaria, ¿para qué?
Uno de los
logros que el Presidente del Gobierno ha intentado vender en la última sesión
del Congreso de los Diputados es el de la supervisión bancaria de la mayor
parte del sistema financiero europeo, lógicamente incluyendo el español, por
parte del BCE. No se entiende muy bien qué gana España, a no ser la ilusión de
que las deudas del rescate bancario las terminará asumiendo el mecanismo ahora
creado (MEDE) en lugar del Estado español, ilusión vana porque Alemania ha
dejado rotundamente clara su oposición.
Esta supervisión
bancaria deja fuera a muchas decenas de cajas alemanas que son precisamente las
que mayores problemas tienen. Lo que se ha acordado en Bruselas es que unos
señores del Banco Central Europeo vengan a mirarnos con lupa a todos los demás
miembros mientras Alemania corre un tupido velo sobre su sistema de cajas, para
que nadie sepa cuáles son los verdaderos problemas que tiene la señora Merkel.
Muchas Cajas, pequeñas, cierto, pero que en conjunto tienen un agujero preocupante
y muy superior al de las Cajas españolas.
Sin embargo, hay
que reconocer que los grandes banqueros españoles perderán influencia en este
nuevo sistema. No es lo mismo “aconsejar” al Banco de España que disputar la
hegemonía en el BCE con los grandes bancos alemanes y franceses. Botín no debe
estar muy contento.
Más allá de
ello, la supervisión servirá solamente para remachar las duras condiciones
impuestas por el rescate bancario. Despidos, cierres de oficinas, recorte de
actividad y abandono obligado de determinadas líneas de negocio. Una grave
amenaza para la pervivencia de las instituciones ahora nacionalizadas y que
deberán ser el fundamento de una nueva política crediticia a favor de las
pequeñas empresas y las familias. Se pretende que el campo quede libre para los
grandes bancos y la banca extranjera. Política de patriotas.
Nota.-
Se quiere dar la impresión de que Alemania está inmune a la crisis
general del sistema capitalista. La verdad es otra. Ahora Chipre aumenta la
lista de países europeos “sin futuro” Y en verdad, TODA la Unión Europea está en la encrucijada actual. ¿O no?
Ragarro
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