Mg. Carlos
Rojas Galarza (*)
“La genial obra de Vallejo trasciende lo literario,
hacia la gran pedagogía transformadora
de la vida”
C. R. G.
Ponencia en Santiago de Chuco,
el 12-5-2012, en evento Capulí, Vallejo y su tierra.
“El tipo perfecto del intelectual
revolucionario,
es el del hombre que lucha
escribiendo
y militando, simultáneamente”
César Vallejo.
Citado por Miguel Gutiérrez Correa
EL POETA CESAR VALLEJO Y EL MARXISMO,
Revista Rebelión,
16-04-2004
Si
bien es cierto la genialidad de César Vallejo se expresa principalmente en sus
poemas, es también verdad que su prosa manifestada en novelas, cuentos y
ensayos, se caracteriza no sólo por la belleza de sus escritos, sino
fundamentalmente por los contenidos con mensajes significativamente
social-humanistas. Es decir, Vallejo trasciende los linderos de la cotidianidad
realista; no se queda en la cruda descripción de lo que ve, siente y se indigna
por lo que les sucede a sus semejantes. Vallejo trasciende la realidad social y
política que vive para avizorar un futuro diferente y cualitativamente
superior para la humanidad. He ahí su trascendencia y por ello su vigencia
hasta hoy.
Ahora
en pleno siglo XXI, hay el convencimiento de que el Poeta Universal es
profundamente humanista por lo que se hace marxista. El humanismo en Vallejo es
anterior a su militancia partidaria comunista. Su personalidad se forma en el
contexto social al cual él pertenecía. En sus venas se combinan las sangres
indígena y española. Desde niño, su aguda sensibilidad le permite no sólo
observar, sino sentir el sufrimiento de los indígenas en los campos de las
haciendas y los socavones de las minas. Sus padres quisieron que sea sacerdote
y se lo dijeron desde cuando era niño, siendo así que Vallejo aceptó de buena
voluntad. Y tuvo una inicial formación religiosa cuyas lecturas bíblicas
quedaron selladas en su alma que se puede auscultar en sus escritos poéticos,
sobretodo de los primeros tiempos. Su susceptibilidad, entonces, es producto de
una niñez formada por una cadena de experiencias propias de su sector social y
simultáneamente de la mirada del mundo trágico de los indígenas, deviniendo en
una trama compleja de lo social y lo psicobiológico. El carácter profundamente
humanista y solidario de la personalidad de Vallejo se deja entrever en toda su
vida y obra.
Cuando
el poeta y magíster Julio Yovera escribe: “Cuando hacemos la valoración de Vallejo docente lo
que pretendemos es subrayar, primero, su experiencia de vida; segundo, su
coherencia y toma de posición que lo compromete a buscar la transformación de
esa realidad; y, tercero, su experiencia no sólo dentro del aula, que no fue
poca, sino también su capacidad para hacer docencia como escritor y como
periodista” Y no le falta razón al colega Yovera cuando afirma que el
Poeta Universal hizo docencia con su vida y su obra. Reflexionemos juntos: Hacer
docencia, es dirigir y protagonizar la enseñanza de los procesos de
aprendizajes explícitos e implícitos de todo. Y los aprendizajes se dan en toda
persona y en todo momento. La vida misma es un permanentemente auto
aprendizaje. Los aprendizajes no sólo son patrimonio de la escuela y de toda
institución educativa. Docencia es enseñanza y ésta se eleva a la categoría de
pedagogía cuando hay una sistematización del cultivo de conocimientos, valores
e ideales sobre la base de la ciencia llevada a la conciencia.
Ahora bien, estos procesos de enseñanza-aprendizajes que son parte de la educación cuando se procesan de manera sistematizada y planificada, va a ser estudiada e investigada por la ciencia de la pedagogía. César Vallejo fue maestro de aula en escuelas de primaria y de secundaria en varias oportunidades, llegando a ser inclusive director del colegio Barrós en Lima. Como se sabe también fue profesor de Gramática Castellana en el Colegio Nacional Nuestra señora de Guadalupe. Particular atención merece su desempeño como docente en el Colegio San Juan de Trujillo porque se cuenta con el testimonio de otro gran escritor como fue don Ciro Alegría. Este gran autor de la novela
Formalmente
Vallejo no tuvo el título de profesor, sí tuvo experiencia como estudiante
universitario y se graduó como Bachiller en literatura. No se podría afirmar
que tuvo un diploma de pedagogía. Sin embargo, la ciencia de la pedagogía la
demostró en la práctica. Y no sólo por el testimonio de Ciro Alegría cuando fue
su alumno, sino en su vida misma y todas sus obras literarias. Y puede
afirmarse que Vallejo fue un pedagogo de la vida, porque más allá de las
enseñanzas instructivas, él se preocupó de las enseñanzas formativas, es decir,
se preocupó por la formación de personalidades que implicaran justicia,
solidaridad, identidad, ética y estética entre otros valores.
Algunas
muestras del poeta como maestro, como pedagogo:
La
pedagogía contemporánea revela que el maestro debe ser muy afectuoso. Y el niño
Ciro Alegría nos revela textualmente: “Por primera vez vi el intenso brillo
de sus ojos cuando se inclinó preguntarme, con una tierna atención, mi
nombre”, “me señaló (una de las carpetas) de la primera fila diciéndome:
Aquí te vas a sentar… Pon dentro tus cositas… Hay que ser ordenado. La pizarra,
que es más grande, debajo y encima tu libro… También tu gorrita”.
Hoy
la pedagogía enseña que hay que motivar la socialización de los escolares. Al
respecto el escolar Ciro Alegría, dice: “luego me
condujo hasta la puerta, llamó a uno de los niños y le dijo: Este es un niño
nuevo, llévalo a jugar”.
La pedagogía contemporánea
incentiva al maestro para que los niños sean creativos y exploradores y al
respecto, Vallejo se preocupaba por ello. El niño Alegría nos refiere.”Algo
que le complacía mucho (a Vallejo) era hacernos contar historias, hablar de las
cosas triviales que veíamos cada día. He pensado después que, sin duda,
encontraba deleite en ver la vida a través de la mirada limpia de los niños y
sorprendía secretas fuentes de poesía en su lenguaje lleno de impensadas
metáforas. Tal vez trataba también de despertar nuestras aptitudes de
observación y creación. Lo
cierto es que, frecuentemente nos decía:”Vamos a conversar”.
Hoy en día cuando se debate sobre
el castigo en la evaluación, todavía hay quienes se refieren a la necesidad de
mantener en vigencia el castigo aunque de manera sublimal. Vallejo
como Encinas, ya habían superado este problema con sus alumnos. Si bien es
cierto que advertía del castigo, él nunca lo practicó.
Sobre la comprensión lectora, tan
en boga hoy para su aprehensión, en Vallejo era una constante. Según Ciro
Alegría: “En las horas de
conversación, me hacía hablar no sólo de lo visto por mí sino de lo que había
oído contar. Recuerdo que le impresionó la historia de un ciego que vivía en
una hacienda próxima a la nuestra, quien iba de un lado a otro por los ásperos
senderos de la serranía, tal como si tuviera ojos y podía reconocer por
el timbre de la voz a personas a las cuales no había oído durante años y
además era adivino. Una
tarde me preguntó “¿Tú lees otros libros? Le informe y me dijo que,
como ya sabía el reglamento, llevara otros para leer”. Así fue
Vallejo, el pedagogo de la vida y así lo entendemos en cada una de sus obras y
momentos de su vida.
(*) Docente Asociado en la Universidad Nacional
de Educación Enrique Guzmán y Valle La Cantuta ; Decano del Colegio de Profesores de la Región de Lima
Metropolitana; Vicepresidente de la Asociación de Educadores de América Latina y El
Caribe, Capítulo-Perú (AELAC-PERÚ).
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