SIGLO XXI - QUINTO LUSTRO - "Un nuevo orden emerge de la desintegración del capitalismo que irá reemplazando la célula económica (familia) por una nueva matriz reproductiva (comunas) que cumplirá funciones defensivas, judiciales, productivas y administrativas."
sábado, 25 de mayo de 2013
viernes, 24 de mayo de 2013
LA CHISPA PRENDE EN LA ACCIÓN
MICHAEL LÖWY
Martes 20 de noviembre de 2012
En la presentación de las Tesis
sobre Feuerbach (1845) de Marx, que publicó a título póstumo en 1888,
Engels las calificó como “primer documento que registra el germen genial de una
nueva concepción del mundo”. Así es, en este pequeño texto Marx supera
dialécticamente –la famosa Aufhebung: negación/conservación/elevación–
el materialismo y el idealismo anteriores, y formuló una nueva teoría, que
podría llamarse filosofía de la praxis.
Mientras los materialistas franceses
del siglo 18 insistían en la necesidad de cambiar las circunstancias materiales
para que se transformaran los seres humanos, los idealistas alemanes aseguraban
que la sociedad sería cambiada gracias a la formación de una nueva conciencia
entre los individuos. En contra de estas dos percepciones unilaterales, que
conducían a un callejón sin salida –y a la búsqueda de un “Gran Educador” o un
“Supremo Salvador”–, Marx afirmó en la Tesis III:
“La coincidencia del cambio de las
circunstancias y de la actividad humana o autotransformación, sólo puede ser
considera y comprendida racionalmente en tanto que práctica (praxis)
revolucionaria”/1.
En otras palabras: en la práctica
revolucionaria, en la acción colectiva emancipadora, el sujeto histórico –las
clases oprimidas– transforma al mismo tiempo las circunstancias materiales y su
propia conciencia. Marx volvió a esta problemática enLa Ideología Alemana (1846),
al escribir:
“Esta revolución se ha hecho
necesaria no sólo por ser el único medio de derribar a la clase dominante, sino
también porque sólo una revolución permitirá a la clase que derriba a la otra
barrer toda la podredumbre del viejo sistema que se le ha quedado pegada y
volverse capaz de fundar la sociedad sobre bases nuevas”/2 .
Esto quiere decir que la
autoemancipación revolucionaria es la única forma posible de liberación: sólo
por su propia praxis, por su experiencia en la acción, pueden las clases
oprimidas cambiar su conciencia, al mismo tiempo que subvierten el poder del
capital. Es verdad que en textos posteriores –por ejemplo, la famosa
introducción de 1857 a la Crítica de la Economía Política– encontramos
una versión mucho más determinista, considerando la revolución como el
resultado inevitable de la contradicción entre fuerzas y relaciones de
producción; pero como lo demuestran sus principales escritos políticos, el
principio de la autoemancipación de los trabajadores continúa inspirando su
pensamiento y su acción.
Fue Antonio Gramsci, en sus Cuadernos
de Prisión de los años 1930, quien utilizó por primera vez la
expresión “filosofía de la praxis” para referirse al marxismo. Algunos
pretenden que era sólo de un ardid para engañar a sus carceleros fascistas,
recelosos de cualquier referencia a Marx; pero esto no explica por qué Gramsci
escogió esta fórmula y no otra, como podría ser “dialéctica racional” o
“filosofía crítica”. En realidad, con esta expresión definió, de manera precisa
y coherente, lo que distingue al marxismo como visión específica del mundo, y
se disocia, de manera radical, de las lecturas positivistas y evolucionistas
del materialismo histórico.
Pocos marxistas del siglo 20 fueron más
cercanos que Rosa Luxemburg al espíritu de esta filosofía marxista de la
praxis. Ciertamente, ella no escribía textos filosóficos ni elaboraba teorías
sistemáticas; como observa con razón Isabel Loureiro, “sus ideas, dispersas
en artículos periodísticos, folletos, discursos, cartas (...) son respuestas
inmediatas a la coyuntura más que una teoría lógica e internamente coherente”/3.
Eso no quita para que la filosofía de la praxis marxiana, que interpretó de
forma original y creadora, fuera el hilo conductor –en el sentido eléctrico de
la palabra– de su obra y de su acción como revolucionaria. Pero su pensamiento
no era estático: era una reflexión en movimiento, enriquecida con la
experiencia histórica. Intentaremos reconstruir aquí la evolución de su pensamiento
por medio de algunos ejemplos.
Es verdad que sus escritos están
atravesados por una tensión entre el determinismo histórico –la inevitabilidad
del derrumbamiento del capitalismo– y el voluntarismo de la acción
emancipadora. Esto se aplica en particular a sus primeros trabajos (antes de
1914). Reforma o Revolución (1899), el libro por el que es
conocida en el movimiento obrero alemán e internacional, es un ejemplo claro de
esta ambivalencia. En contra de Bernstein, proclamaba que la evolución del capitalismo
llevaba necesariamente al derrumbamiento (Zusammenbruch) del sistema, y
que este hundimiento era la vía histórica que llevaba a la realización del
socialismo. En último instancia era una variante socialista de la ideología del
progreso inevitable que dominó el pensamiento occidental desde la Filosofía de
las Luces. Lo que salvaba su argumento de un economicismo fatalista era la
pedagogía revolucionaria de la acción: “sólo en el curso de largas y
persistentes luchas adquirirá el proletariado el grado de madurez política que
le permitirá obtener la victoria definitiva de la revolución”/4.
Esta concepción dialéctica de la
educación por la lucha fue también uno de los principales ejes de su polémica
con Lenin en 1904: “sólo en el curso de la lucha se recluta el ejército del
proletariado y toma conciencia de los objetivos de esta lucha. La organización,
los progresos de la conciencia (Aufklärung) y el combate no son fases
particulares, separadas en el tiempo y de forma mecánica (...) sino, por el
contrario, aspectos diversos de un solo y mismo proceso” /5.
Desde luego, reconocía Rosa Luxemburg,
la clase puede equivocarse en el curso de este combate, pero en última
instancia, “los errores cometidos por un movimiento obrero verdaderamente
revolucionario son históricamente mucho más fecundos y más preciosos que la
infalibilidad del mejor ‘Comité Central”. La autoemancipación de los
oprimidos implica la autotransformación de la clase revolucionaria por medio de
su experiencia práctica; ésta, a su vez, no sólo produce la conciencia –tema
clásico del marxismo– sino también la voluntad:
“El movimiento histórico universal
(Weltgeschichtlich) del proletariado hacia su emancipación integral es un
proceso cuya particularidad reside en que, por primera vez desde que existe la
sociedad civilizada, las masas del pueblo hacen valer su voluntad
conscientemente y en contra de todas las clases gobernantes (...). Ahora bien,
las masas sólo pueden adquirir y reforzar esta voluntad en la lucha cotidiana
contra el orden constituido, es decir, en los límites de este orden” ”/6 .
Podría compararse la visión de Lenin
con la de Rosa Luxemburg por medio de la siguiente imagen: para Vladimir
Illich, redactor del periódico Iskra, la chispa revolucionaria la
aporta la vanguardia política organizada, desde fuera hacia el interior de las
luchas espontáneas del proletariado; para la revolucionaria judía/polaca, la
chispa de la conciencia y de la voluntad revolucionaria prende en el combate,
en la acción de masas. Es verdad que su concepción del partido como
expresión orgánica de la clase se correspondía más a la situación en Alemania
que en Rusia o Polonia, donde se planteaba ya la cuestión de la diversidad de
partidos referidos al socialismo.
Los acontecimientos revolucionarios de
1905 en el Imperio zarista ruso confirmaron a Rosa Luxemburg en su concepción
de que el proceso de toma de conciencia de las masas obreras era menos el
resultado de la actividad educadora –Aufklärung– del partido que de la
experiencia de acción directa y autónoma de los trabajadores:
“El brusco levantamiento general del
proletariado en enero, desencadenado por los acontecimientos de San Petesburgo,
fue, en su acción exterior, un acto político revolucionario, una declaración de
guerra al absolutismo. Pero esta primera lucha general y directa de las clases
tuvo un impacto aún más poderoso en su interior, despertando por primera vez,
como una sacudida eléctrica (einen elektrischen Schlag), el sentimiento y la
conciencia de clase en millones y millones de individuos (...). El absolutismo
deberá ser derribado en Rusia por el proletariado. Pero el proletariado
necesitará para ello un alto grado de educación politica, conciencia de clase y
organización. No puede aprender todo esto en folletos o en octavillas, sino que
adquirirá esta educación en la escuela política viva, en la lucha y por la
lucha, en el curso de la revolución en marcha” ”/7.
La polémica referencia a “los folletos
y las octavillas” parece subestimar la importancia de la teoría revolucionaria
en el proceso; por otra parte, la actividad política de Rosa Luxemburg,
consistente en gran medida en redactar artículos periodísticos y folletos –por
no hablar de sus obras teóricas en el campo de la economía política– demuestra
sin ninguna duda el decisivo significado que concedía al trabajo teórico y a la
polémica política en el proceso de preparación de la revolución.
En este famoso folleto de 1906 sobre la
huelga de masas, la revolucionaria polaca seguía utilizando todavía los
tradicionales argumentos deterministas: la revolución tendrá lugar “con la
necesidad de una ley de la naturaleza”. Pero su visión concreta del proceso
revolucionario coincidía con la teoría de la revolución de Marx, tal como la
presentó en La Ideología Alemana (obra que no podía conocer,
ya que no fue publicada hasta después de su muerte): la conciencia
revolucionaria sólo puede generalizarse en el curso de un movimiento
“práctico”, la transformación “masiva” de los oprimidos, en el curso de la
propia revolución. La categoría de la praxis –que para ella,
como para Marx, es la unidad dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo, la mediación por
la cual la clase en sí se convierte en clase para sí–
le permitió superar el dilema paralizante y metafísico de la socialdemocracia
alemana, entre el moralismo abstracto de Bernstein y el economicismo mecánico
de Kautsky: para el primero, el cambio “subjetivo”, moral y espiritual, de los
“seres humanos” era la condición para el advenimiento de la justicia social,
mientras que para el segundo la evolución económica objetiva conducía
“fatalmente” al socialismo. Esto permite comprender mejor por qué Rosa
Luxemburg se opuso no sólo a los revisionistas neo-kantianos, sino también,
desde 1905, a la estrategia de “atentismo” pasivo defendida por el así
denominado “centro ortodoxo” del partido.
Esta misma visión dialéctica de la
praxis le permitió, también, superar el tradicional dualismo encarnado por el
Programa de Erfurt del SPD, entre las reformas, o “programa mínimo”, y la
revolución, el “objetivo final”. Con la estrategia de huelga de masas que
propuso en Alemania en 1906 –en contra de la burocracia sindical– y en 1910 –en
contra de Karl Kautsky– Rosa Luxemburg esbozó un camino capaz de transformar
las luchas económicas o el combate por el sufragio universal en un movimiento
revolucionario general.
Al contrario que Lenin, que distingue
entre la “conciencia trade-unionista (sindical)” y la
“conciencia socialdemócrata (socialista)”, ella sugiere una distinción entre la
conciencia teórica latente, característica del movimiento
obrero en los períodos de dominación del parlamentarismo burgués, y la conciencia
práctica y activa, que surge en el curso del proceso revolucionario, cuando
las propias masas –y no sólo los diputados y dirigentes del partido– aparecen
en la escena política; gracias a esta conciencia práctica-activa las capas
menos organizadas y más atrasadas pueden llegar a ser, en período de lucha
revolucionaria, el elemento más radical. De esta premisa deriva su crítica a
quienes basan su estrategia política en una estimación exagerada del papel de
la organización en la lucha de clases –acompañada por lo general de una
subestimación del proletariado no organizado– olvidando el papel pedagógico de
la lucha revolucionaria:
“Seis meses de revolución harán más por
la educación de estas masas hoy desorganizadas que diez años de reuniones
pública y distribuciones de octavillas”/8.
¿Era Rosa Luxemburg espontaneista?
No del todo… En su folleto Huelga general, partido y sindicatos (1906)
insiste, refiriéndose a Alemania, en que el papel de “la vanguardia más
esclarecida” no es esperar “con fatalismo” a que el movimiento
espontáneo “caiga del cielo”. Al contrario, la función de esta
vanguardia es precisamente “anticipar (vorauseilen) el curso de las cosas,
intentar precipitarlo”. Reconoce que el partido socialista debe tomar la
dirección política de la huelga de masas, lo cual consiste en “proporcionar
al proletariado alemán una táctica y objetivos para el período de luchas por
venir”: llega a proclamar que la organización socialista es “la
vanguardia de toda la masa de los trabajadores” y que “el movimiento
obrero obtiene su fuerza, su unidad, su conciencia política de esta misma
organización” ”/9.
Hay que añadir que la organización
polaca dirigida por Rosa Luxemburg, el Partido Socialdemócrata del Reino de
Polonia y de Lituania (SDKPiL), clandestino y revolucionario, se parecía más al
partido bolchevique que a la socialdemocracia alemana… Hay que considerar
también un aspecto poco conocido de Rosa Luxemburg: su actitud hacia la
Internacional (sobre todo después de 1914), que concebía como un
partido mundial centralizado y disciplinado. Resulta una gran ironía que
Karl Liebnecht, en una carta a Rosa Luxemburg, critique su concepción de la
Internacional como “demasiado centralista-mecánica”, con “demasiada
‘disciplina’ y demasiado poca esponteneidad”, considerando a las masas “demasiado
como instrumentos de la acción, no como portadoras de la voluntad; como
instrumentos de la acción deseada y decidida por la Internacional, y no en
tanto que quieren y desean por sí mismas” ”/10.
Paralelamente a este voluntarismo
activista, el optimismo determinista (económico) de la teoría del Zusammenbruch,
el hundimiento del capitalismo víctima de sus contradicciones, no desapareció
de sus escritos, al contrario: se encuentra en el centro mismo de su gran obra
económica, La acumulación del capital (1911). Sólo después de
1914, en el folleto La crisis de la socialdemocracia, escrito en
prisión en 1915 –y publicado en Suiza en enero de 1916 bajo el seudónimo de
“Junius”– superó esta visión tradicional del movimiento socialista de comienzos
de siglo. Este documento, gracias al lema “socialismo o barbarie”,
representó un giro en la historia del pensamiento marxista. Curiosamente, la
argumentación de Rosa Luxemburg comienza referiéndose a las “leyes
inalterables de la historia”; reconoce que la acción del proletariado
“contribuye a determinar la historia”, pero parece creer que se trata sólo de
acelerar o retardar el proceso histórico. Hasta ahí, nada nuevo.
Pero en las líneas siguientes compara
la victoria del proletariado con “un salto que hace pasar a la humanidad del
reino animal al reino de la libertad”, añadiendo: este salto sólo será
posible “si, del conjunto de las premisas materiales acumuladas por la
evolución, se enciende la chispa incendiaria (zündende Funke) de la voluntad
consciente de la gran masa popular”. Encontramos aquí la famosaIskra,
la chispa de la voluntad revolucionaria capaz de hacer estallar la pólvora seca
de las condiciones materiales. ¿Qué produce esta zündende Funke?
Sólo gracias a una “larga serie de enfrentamientos hará el proletariado
internacional su aprendizaje bajo la dirección de la socialdemocracia e
intentará tomar las riendas de su propia historia (seine Geschichte)…” ”/11. En
otras palabras: sólo en la experiencia práctica prende la chispa de la
conciencia revolucionaria de los oprimidos y explotados.
Introduciendo la expresión socialismo
o barbarie, “Junius” acude a la autoridad de Engels, en un escrito de “hace
una cuarentena de años” –una referencia sin duda alAnti-Duhring¨(1878):
“Friedrich Engels dijo una vez: ‘La sociedad burguesa se
encuentra ante un dilema: o paso al socialismo o recaída en la barbarie’ ”/12.
De hecho, lo que escribió Engels es bastante diferente:
“Las fuerzas productivas engendradas
por el modo de producción capitalista moderno, y el sistema de distribución de
los bienes que ha creado, han entrado en contradicción flagrante con el propio
modo de producción, hasta un que hace necesario un cambio radical del modo de
producción y distribución, si no se quiere ver desaparecer toda la sociedad
moderna” ”/13.
El argumento de Engels
–fundamentalmente económico y no político, como el de “Junius”– era más bien
retórico, una especie de demostración por el absurdo de la necesidad del
socialismo, para evitar la “desaparición” de la sociedad moderna –una
fórmula vaga cuyo alcance no se llega a entender bien. De hecho, fue Rosa
Luxemburg quien inventó, en el sentido estricto de la palabra, la
expresión “socialismo o barbarie”, que tanto impacto tendrá a lo largo
del siglo 20. La referencia a Engels pretendía dar más legitimidad a una tesis
bastante heterodoxa. La guerra mundial, y el hundimiento del movimiento obrero
internacional en agosto de 1914, acabó por quebrar su convicción en la victoria
inevitable del socialismo.
En los siguientes párrafos, “Junius”
desarrolló su innovador punto de vista:
“Nos situamos ante esta disyuntiva:
o triunfo del imperialismo y decadencia de toda civilización, y como
consecuencia, como en la antigua Roma, la despoblación, la desolación, la
degeneración, un gran cementerio; o victoria del socialismo, es decir, de la
lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo y contra
su método de acción: la guerra. Es un dilema de la historia del mundo, un
todavía indeciso “o esto - o lo otro”, cuyos platillos se balancean ante la
decisión del proletariado consciente” ”/14.
Se puede discutir el significado del
concepto de “barbarie”: se trata sin duda de una barbarie moderna, “civilizada”
–la comparación con la antigua Roma no es muy pertinente–, y en este caso la
afirmación del folleto de “Junius” se reveló profética: el fascismo alemán,
manifestación suprema de la barbarie moderna, pudo tomar el poder gracias a la
derrota del socialismo. Pero lo más importante de la fórmula “socialismo o
barbarie” es el término “o”: se trata del reconocimiento de que la
historia es un proceso abierto, que el futuro no está todavía
decidido –por las “leyes de la historia” o de la economía– sino que depende, en
definitiva, de los factores “subjetivos”: la conciencia, la decisión, la
voluntad, la iniciativa, la acción, la praxis revolucionaria. Es cierto, como
señala Isabel Loureiro en su excelente libro, que incluso en el folleto de
“Junius” –y en los textos posteriores de Rosa Luxemburg– se siguen encontrando
referencias al hundimiento inevitable del capitalismo, a la “dialéctica de
la historia” y a la “necesidad histórica del socialismo” ”/15.
Pero en última instancia, la fórmula “socialismo o barbarie” sienta las
bases de otra concepción de la “dialéctica de la historia”, distinta del
determinismo económico y de la ideología iluminista del progreso inevitable.
Volvemos a encontrar la filosofía de la
praxis en el centro de la polémica de 1918 sobre la Revolución rusa, otro texto
capital redactado detrás de los barrotes. La trama esencial de este documento
es bien conocida: por una parte, el apoyo a los bolcheviques, y a sus
dirigentes, Lenin y Trotsky, que han salvado el honor del socialismo
internacional al atreverse a llevar a cabo la Revolución de Octubre; por otra
parte, un conjunto de críticas, algunas de ellas –sobre la cuestión agraria y
la cuestión nacional– muy discutibles, mientras que otras –el capítulo sobre la
democracia– resultan proféticas. Lo que inquietaba a la revolucionaria
judía/polaca/alemana era sobre todo la supresión, por los bolcheviques, de las
libertades democráticas –libertad de prensa, de asociación, de reunión–, que
son precisamente la garantía de la actividad política de las masas obreras; sin
ellas, “la dominación de las amplias capas populares es absolutamente
impensable”. Las gigantescas tareas de la transición al socialismo “a
las que se han dedicado los bolcheviques con coraje y determinación”, no
pueden ser realizadas sin que “las masas reciban una educación política muy
intensiva y acumulen experiencias”, lo que no es posible sin libertades
democráticas. La construcción de una nueva sociedad es un terreno virgen que
plantea “mil problemas” imprevistos; ahora bien, “sólo la experiencia
permite las correcciones y la apertura de nuevas vías”. El socialismo es un
producto histórico “surgido de la escuela misma de la experiencia”: el conjunto
de las masas populares (Volksmassen) debe participar de esta
experiencia, si no “el socialismo es decretado, otorgado por una docena de
intelectuales reunidos alrededor de un tapete verde”. El único remedio para
los inevitables errores del proceso de transición es la propia práctica
revolucionaria: “la revolución en sí y su principio renovador, la vida
intelectual, la actividad y la autorresponsabilidad (Selbsverantwortung) de las
masas, en una palabra, la revolución bajo la forma de la más amplia libertad
política es el único sol que salva y purifica” ”/16.
Este argumento es mucho más importante
que el debate sobre la Asamblea Constituyente, donde se concentraron las
objeciones “leninistas” al texto de 1918. Sin libertades democráticas,
la praxis revolucionaria de las masas, la autoeducación popular por la
experiencia, la autoemancipación de los oprimidos y el ejercicio del poder
mismo por la clase de los trabajadores, son imposibles.
György Lukacs, en su importante ensayo
“Rosa Luxemburg marxista” (enero 1921), mostró con gran agudeza cómo,
gracias a la unidad de la teoría y la praxis –formulada por Marx en sus Tesis
sobre Feuerbach– la gran revolucionaria había conseguido superar el dilema
de la impotencia de los movimientos socialdemócratas, “el dilema del
fatalismo de las leyes puras y de la ética de las intenciones puras”. ¿Qué
significa esta unidad dialéctica?
“Así como el proletariado como clase
sólo puede conquistar y conservar su conciencia de clase, elevarse al nivel de
su tarea histórica –objetivamente dada–, en el combate y la acción, de igual
medida el partido y el militante individual sólo pueden apropiarse realmente su
teoría realizando esta unidad en su praxis” ”/17.
Resulta por tanto sorprendente que,
apenas un año más tarde, Lukacs redactase el ensayo –formando también parte de Historia
y Conciencia de Clase (1923)– titulado “Comentarios críticos sobre
la crítica de la revolución rusa en Rosa Luxemburg” (enero 1922),
rechazando en bloque el conjunto de comentarios disidentes de la fundadora de
la Liga Spartacus, pretendiendo que “se representa la revolución proletaria
bajo las formas estructurales de las revoluciones burguesas”/18–una
acusación poco creíble, como lo demuestra Isabel Loudeiro/19. ¿Cómo
explicar la diferencia, en el tono y en el contenido, entre el ensayo de enero
de 1921 y el de enero de 1922? ¿Una conversión rápida al leninismo ortodoxo?
Tal vez, pero lo más probable es la posición de Lukacs respecto a los debates
en el seno del comunismo alemán. Paul Levi, el principal dirigente del KPD
(Partido Comunista Alemán), se había opuesto a la “Acción de Marzo de 1921”,
una tentativa fracasada de levantamiento comunista en Alemania, sostenida con
entusiasmo por Lukacs (aunque criticada por Lenin...); excluido del partido,
Paul Levi decidió en 1922 publicar el manuscrito de Rosa Luxemburg sobre la
Revolución rusa, que la autora le había confiado en 1918. La polémica de Lukacs
con este documento es también, indirectamente, un ajuste de cuentas con Paul
Levi.
En realidad, el capítulo sobre la
democracia de este documento de Luxemburg es uno de los textos más importantes
del marxismo, del comunismo, de la teoría crítica y del pensamiento
revolucionario en el siglo 20. Es difícil imaginar una refundación del
socialismo en el siglo 21 que no tenga en cuenta los argumentos desarrollados
en estas febriles páginas. Los representantes más lúcidos del leninismo y del
trotskismo, como Ernest Mandel o Daniel Bensaid, han reconocido que esta
crítica de 1918 al bolchevismo, en lo que se refiere a la cuestión de las
libertades democráticas, estaba justificada. Por supuesto, la democracia a la
que se refería Rosa Luxemburg es la ejercida por los trabajadores en un proceso
revolucionario, no la “democracia de baja intensidad” del
parlamentarismo burgués, donde las decisiones importantes son tomadas por
banqueros, empresarios, militares y tecnócratas, fuera de cualquier control
popular.
La zündende Funke, la
chispa incendiaria de Rosa Luxemburg, brilló una última vez en diciembre de
1918, en su conferencia al Congreso de fundación del KPD (Liga Spartacus). En
este texto también se encuentran referencias a la “ley de desarrollo
objetivo y necesario de la revolución socialista”, pero se trata en
realidad de la “amarga experiencia” que deben hacer las diversas fuerzas
del movimiento obrero antes de encontrar el camino revolucionario. Las últimas
palabras de esta memorable conferencia están directamente inspiradas por la
perspectiva de la praxis autoemancipadora de los oprimidos: “La masa aprende
a ejercer el poder ejerciéndolo. No hay otra manera de aprender. Hemos superado
ya el tiempo en que se trataba de enseñar el socialismo al proletariado. Este
tiempo no se ha cumplido al parecer para los marxistas de la escuela de
Kautsky. Con ‘educar a las masas proletarias’ se quiere decir: hacerles
discursos, difundir octavillas y folletos. No, la escuela socialista de los
proletarios no necesita eso. Su educación se realiza cuando pasan a la acción (zur
Tat greifen)”. Rosa Luxemburg se refiere aquí a una famosa cita de Goethe:
“Am Anfang war die Tat!” (¡Al comienzo no era el Verbo, sino la
Acción!). En palabras de la revolucionaria marxista: “Al comienzo era la
Acción, ésta es nuestra divisa; y la acción consiste en que los consejos de
obreros y de soldados se sientan llamados a convertirse en la única potencia
pública en el país y que aprendan a serlo”/20. Algunos días más
tarde, Rosa Luxemburg sería asesinada por los Freikorps –“cuerpos
francos” paramilitares– movilizados por el gobierno socialdemócrata, bajo la
batuta del Ministro Gustav Noske, contra el levantamiento de los obreros de
Berlín.
Rosa Luxemburg no era infalible,
cometió errores, como cualquier ser humano y cualquier militante, y sus ideas
no constituyen un sistema teórico cerrado, una doctrina dogmática aplicable en
cualquier lugar y en cualquier época. Pero su pensamiento es una valiosa caja
de herramientas para intentar desmontar la maquinaria capitalista y para pensar
en alternativas radicales. No es casualidad que se haya convertido en estos
últimos años en una de las referencias más importantes, sobre todo en América
Latina, en el debate sobre un socialismo del siglo 21, capaz de
superar los atolladeros de las experiencias que se reclamaron del socialismo en
el pasado siglo; tanto la socialdemocracia como el estalinismo. Su concepción
de un socialismo al mismo tiempo revolucionario y democrático –en oposición
irreconciliable al capitalismo y al imperialismo– basado en la praxis
autoemancipadora de los trabajadores, en la autoeducación por la experiencia y
por la acción de las grandes masas populares alcanza una sorprendente
actualidad. El socialismo del futuro no podrá prescindir de la luz de esta
chispa ardiente.
06/11/2012
Traducción: VIENTO SUR
NOTAS
1/ K. Marx, “Tesis sobre Feurbach”,
1845, en La ideología alemana.
2/ K. Marx, G. Engels, La ideología
alemana.
3/ Isabel Loureiro, Rosa
Luxemburg, Os dilemas da açâo revolucionaria, S. Paulo, Unesp, 1995, p. 23.
4/ Rosa Luxemburg, ¿Reforma
o revolución?, 1899.
5/ Rosa Luxemburg, “Cuestiones
de organización de la socialdemocracia rusa”(1904), en “Marxisme contre
dictadure”, París, Spartacus, 1946, p.21.
6/ Ibid. pp. 22-23. Cf. Rosa
Luxemburg, “Organisationsfragen der russischen Sozialdemokratie” (1904),
en Die Russische Revolution, Frankfurt, Europäische Verlaganstalt,
1963, pp. 27-28, 42, 44.
7/ Rosa Luxemburg, “Huelga de
masas, partido y sindicatos”, 1906. Traducción revisada según el original:
“Massentreik, Partei und Gewerkschaften”, enGewerkschaftskampf und
Massentreik, Eingeleitet und Bearbeitet von Paul Frölich, Vereinigung
Internationaler Verlagsanstalten, Berlin, 1928, pp. 426-427. Se trata de una
recopilación de ensayos de Rosa Luxemburg sobre la huelga de masas, organizada
por su discípulo y biógrafo Paul Frölich, excluido del Partido Comunista Alemán
en los años 1920. Encontré este libro en un anticuario en... Tel Aviv; el
ejemplar llevaba un sello: “Kibbutz Ein Harod, Seminario de Ideas, Biblioteca
Central”. El propietario del libro era sin duda un judío alemán de izquierdas
emigrado a Palestina hacia 1933 y lo dio a la biblioteca del kibbutz en el que
se había establecido. Con la muerte de los viejos militantes del kibbutz, y
como la nueva generación no leía alemán, el bibliotecario vendió a un librero
de viejo su stock de libros en la lengua de Marx...
8/ Ibid. P. 150.
9/ Ibid. P. 147, 150.
10/ Ver K. Liebknecht: “A Rosa
Luxemburg: Remarques à propos de son projet de thèses pour le groupe «
Internationale», en Partisans, nº 45, enero 1969, p- 113.
11/ Rosa Luxemburg, La crisis
de la socialdemocracia.
12/ Ibid.
13/ F. Engels, Anto-Dühring.
14/ Ibid
15/ I. Loureiro, Rosa
Luxemburg, p. 123.
16/ Rosa Luxemburg, La
revolución rusa.
17/ G. Lukacs, Historia y Conciencia
de clase (1923).
18/ Ibid
19/ I. Loureiro, Rosa
Luxemburg, p. 85-88
20/ Rosa Luxemburg, “Nuestro
programa y la situación política. Discurso en el Congreso de fundación del PCA
(Liga Spartacus)”. Recogido del original alemán, “Rede zum Programm
der KPD (Spartakusbund)”, Ausgewählten Reden un Schriften,
Berlín, Dietz Verlag, 1953, Band II, p. 687. El ejemplar de la edición alemana
que utilizo aquí tiene una curiosa historia. Se trata de una recopilación de
textos de Rosa Luxemburg, editada por el “Marx-Engels-Lenin-Stalin Institut
boim ZA der SED”, con un prólogo de Wilhelm Pieck, dirigente estalinista de la
RDA, seguida de introducciones de Lenin y Stalin, criticando los “errores” de
la autora. Compré este libro a un anticuario y descubrí que llevaba una
dedicatoria escrita a mano, en inglés, fechada en 1957, pidiendo excusas por no
haber encontrado otra edición sin todas esas “introducciones” superfluas. La
dedicatoria está firmada por “Tamara e Isaac”, sin duda Tamara e Isaac
Deutscher...
martes, 21 de mayo de 2013
EL ORO DE SU ANILLO Y LA SALUD PÚBLICA
Posted: 28 Dec 2012 06:31
PM PST
Viendo y escuchando a la distancia el levantamiento comunitario en
Cajamarca, me nació la curiosidad de leer acerca del modo en que funcionan las
minas de oro y su impacto sobre la salud pública en el área geográfica en que
operan. La verdad es que he aprendido muchas cosas, y este post tiene como
objetivo compartir algunos de esos conceptos con ustedes.
Quiero aclarar que cuando digo que “veo y escucho a la distancia” es
porque yo vivo en Washington DC, y para fines prácticos, estoy convencido de
que aquellos que viven en Lima o en cualquier otro lugar del Perú que no sea
cercano a las minas de Yanacocha, también están “viendo y escuchando” de esas
manifestaciones a la distancia.
En la época de los Incas, el oro se encontraba en lugares en que los que
el preciado mineral estaba en enormes filones superficiales, prácticamente a la
vista de los que lo buscaban, o se encontraba en forma de enormes pepitas a
orillas de los ríos.
Don Raúl Porras Barrenechea escribe en su ensayo “Oro y Leyenda del Perú”:
“el cronista oficial Pedro Sancho habla, en 1534, de las minas de Huayna Cápac
en el Collao, que entran cuarenta brazas en la tierra, las que estaban
custodiadas por guardas del Inca”.
En otro pasaje relata que “América precolombina desconoció el hierro,
pero tuvo el oro... En toda América hubo, en la época lítica y premetalúrgica,
oro nativo o puro que no necesitaba fundirse ni beneficiarse con azogue, en
polvo o en pepitas o granos que se recogían en los lavaderos de los ríos o en
las acequias; pero se desconoció, por lo general, el arte de beneficiar las
minas. "La mayor cantidad que se saca de oro en toda la América –dice el
Padre Cobo– es de lavaderos".
Pero esa maravilla natural se acabó hace mucho tiempo, los colonizadores
españoles arrasaron con todas esas minas “a flor de piel” y explotaron además
decenas de minas de oro, contaminando comunidades enteras con el mercurio
(azogue) que se usaba sin ningún control.
En la actualidad, el oro se encuentra como un polvillo invisible,
escondido y mezclado con muchos otros minerales en la tierra.
Para extraer ese polvillo invisible de oro en cantidades suficientes
para que usted se pueda comprar un anillo o una cadenita de oro, se necesita
excavar, remover y procesar toneladas y toneladas de tierra y minerales y usar
miles y miles de galones de agua del subsuelo.
Se calcula que para obtener el oro necesario para hacer un aro de
matrimonio, se tienen que procesar 2,8 toneladas (2.800 kilos) de tierra y
minerales…
El problema que tienen los mineros es entonces cómo hacer para obtener y
procesar toda esa tierra y minerales en la que se encuentra el oro.
Existen dos métodos:
1. Hacer enormes y profundos túneles debajo de la tierra (socavones) y
sacar la tierra en trencitos (o como se hacía antes, a lomo humano con esclavos
o indígenas)
2. Colocar poderosos explosivos en la profundidad y provocar gigantescas
explosiones para ablandar y exponer la tierra y los minerales y luego fabricar
un sistema de carreteras que lleve esa tierra desde el fondo de esos enormes
huecos a la superficie, a las plantas procesadoras.
El primer método es muy caro, peligroso y casi no se usa. El segundo es
el preferido en la minería moderna.
Una vez extraída de la profundidad, esa tierra es químicamente procesada
para extraer el oro que contiene, y es aquí en donde empieza el problema con la
salud pública… no hay mejor sustancia química para extraer el oro de esa tierra
que el cianuro, uno de los
venenos más potentes que existen en la naturaleza.
Sin llegar a los detalles técnicos, el proceso de obtención del oro
implica mezclar esas toneladas de tierra que se obtuvieron de las explosiones
con agua y cianuro (¿se imaginan las enormes cantidades de barro venenoso que
se producen?). En este proceso, el cianuro se pega al polvillo de oro, por lo
que luego hay que separarlos usando otros materiales químicos.
Gracias a esos otros químicos, el oro puro es separado del cianuro y es
luego purificado en otros pasos. El producto final son esos famosos lingotes de
oro puro que a veces vemos en la televisión.
El problema es que este tipo de procedimiento de extracción del oro es
muy pero muy poco eficiente. Hay necesidad de procesar toneladas y toneladas de
tierra para poder sacar un poco de oro.
Dependiendo de la fuente, y me he dado cuenta que en este asunto de la
minería del oro las opiniones son muy encontradas y las pasiones muy fuertes,
no se a quién creerle en el cálculo de cuánta tierra hay que procesar para
obtener un gramo de oro.
Este sitio (de la industria química del cianuro) dice que hay que
procesar una tonelada de tierra para obtener 10 gramos de oro.
Este otro sitio nos dice que para hacer un anillo de matrimonio se
necesita procesar 2,8 toneladas, mientras que este otro sitio (auspiciado por
un grupo que dice que el oro es “suciamente obtenido”) dice que en la obtención
del oro que se necesita para fabricar un anillo, se generan 20 toneladas de
materiales de desperdicio.
Creo que los números van por ahí porque todos hablan de toneladas, tanto
de tierra por procesar como de desperdicios contaminados, y esto nos lleva
nuevamente al asunto de la salud pública.
¿Qué hacen las minas con todas esas toneladas de barro mezclado con
cianuro y otros químicos? ¿Cómo la procesan? ¿Cuánto tiempo duran en el medio
ambiente esos residuos? ¿Hay peligro de que esos químicos almacenados en
grandes lagunas se filtren al subsuelo y contaminen las fuentes de agua?
¿Pueden producirse evaporaciones de materiales tóxicos al aire cercano?,
¿Pueden esos vapores tóxicos viajar a lugares más lejanos? ¿Qué cambios
ambientales se producen al hacer esas enormes excavaciones y cómo se afecta la
salud de humanos, plantas y animales?
Obviamente los Estudios de Impacto Ambiental hechos por la industria de
la minería ponen siempre las cosas de color de rosa, pero la experiencia indica
que en cada mina se han producido siempre accidentes que han ocasionado severos
daños al medio ambiente y que han amenazado la salud de los pobladores de
lugares aledaños. En 1998 se produjo un derrame de aguas con cianuro en una
mina de propiedad canadiense en Kirguistán y miles de personas río abajo
tuvieron que ser evacuadas. Para una lista más amplia de accidentes por
contaminación visite este sitio.
Se sabe por ejemplo que la industria minera canadiense genera un millón
de toneladas de rocas de desperdicio y 950.000 toneladas de barro por día, lo
cual produce 650 millones de toneladas de residuos por año, calculándose que
esa es la principal causa de polución del medio ambiente por metales en la
Columbia Británica.
Al respecto, se han documentado cuatro tipos de problemas en el agua por
la minería: drenaje de ácidos, contaminación por metales pesados (plomo,
cadmio, arsénico, cobalto, cobre y zinc entre otros), polución por los químicos
agregados para separar el oro y erosión y sedimentación de partículas.
Lamentablemente no hemos encontrado documentación específica sobre
enfermedades causadas por la contaminación del medio ambiente en los pobladores
cercanos a las minas. Quizás esto sea porque casi no existen poblados cercanos
a las minas. Las minas están ubicadas en lugares inhóspitos, muy poco poblados.
Obviamente, las comunidades tienen muchos casos anecdóticos de enfermedades
entre sus pobladores, casos que lamentablemente no han sido sistemáticamente
estudiados. Interesantemente, los principales problemas de salud se presentan
entre los trabajadores de las minas, que tienen menor expectativa de vida y
altos índices de infección por el virus VIH.
El segundo gran problema con la minería del oro: el consumo de agua.
Y así como dijimos que la extracción del oro es muy ineficiente y que se
necesitan procesar toneladas y toneladas de tierra para obtener un poco de oro,
hay otro enorme problema de salud pública con este método de minería: la
gigantesca cantidad de agua que se necesita para mezclar las toneladas de tierra
con el cianuro. Al respecto, se ha dicho que el agua es la principal víctima de
la minería, y eso porque el agua de la mina debe obtenerse del subsuelo, y se
ha documentado que esa enorme extracción de agua puede mermar la disponibilidad
del líquido elemento en zonas aledañas.
Ciertas minas en el noreste del estado de Nevada, por ejemplo, bombearon
580 mil millones de galones de agua del subsuelo entre 1986 y el 2001. Esa cantidad de agua es
suficiente para alimentar a toda la ciudad de Nueva York durante un año.
Se calcula que la minería del oro en el estado de Nevada usa más agua
que toda la gente del estado y que el agua del subsuelo ha disminuido en más de
300 metros. Una de esas minas consume 100 millones de galones de agua por día,
lo cual es más agua de la que consume diariamente la ciudad de Austin en el
estado de Texas.
Este problema con el agua origina entonces preguntas con respecto al
agua de las zonas aledañas a las minas de Yanacocha en Cajamarca. ¿Se afectarán las cabeceras de agua? ¿Se podrá
contaminar el agua de los pueblos río abajo? ¿Disminuirá el agua en los pueblos
río abajo?
En resumen, la minería del oro es una de las actividades humanas más
destructoras del medio ambiente, especialmente sobre las fuentes de agua, pero
se sigue haciendo porque genera una enorme cantidad de riqueza, tanto para los
dueños de las minas como para las regiones geográficas que lo permiten.
La extracción del oro permite además que los seres humanos luzcan
orgullosamente sus joyas de oro (80% del oro del mundo se usa en joyería) y que
los gobiernos mantengan el valor de sus reservas económicas (Hugo Chávez acaba
de movilizar sus reservas de oro…).
Así es que la próxima vez que mire su anillo de oro, piense que se
necesitaron procesar casi 3 toneladas de tierra y miles de galones de agua para
satisfacer su vanidad.
Y si usted tiene la curiosidad de explorar un ejemplo de la relación
entre política y minería en el Perú, le recomiendo estos videos. Son del
programa Frontline, uno de los programas mas serios de la Televisión Pública de
Estados Unidos (PBS). Fueron emitidos en octubre del año 2005.
Dr. Elmer Huerta.
lunes, 20 de mayo de 2013
¿CUÁL ES LA CAUSA DE LA DESIGUALDAD?
Francisco Umpierrez Sánchez
Recomiendo
al lector que lea previamente el artículo de Vicenc Navarro titulado Las consecuencias antidemocráticas de la
concentración de la riqueza http://www.rebelion.org/noticia.php?id=168126, para que
entienda mejor el sentido del mío. Lo que prueba Navarro en su artículo es que
las minorías concentran mayor riqueza en sus manos que las mayorías; y que esta
diferenciación se ha pronunciado en los último veinte años. Como Navarro
facilita los datos de forma copiosa, yo no los voy a reproducir aquí. Solo digo
que a veces tanto dato cansa y va en detrimento de los conceptos. Sobre todo si
ocurre que estos datos los facilitan muchos autores y todos desde la misma
óptica.
Les transcribo las siguientes palabras de Navarro:
“¿Cómo puede ser que la sociedad sea más rica y que en cambio los hijos vivirán
peor que sus padres? La respuesta a esta pregunta es que el crecimiento
económico se distribuye muy desigualmente, concentrándose en las rentas
superiores, como resultado de las políticas públicas que se han iniciado en la
mayoría de los países de Atlántico Norte. Estas políticas fueron iniciadas por
el Presidente Reagan en EEUU y por la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, en la
década de los ochenta del pasado siglo.”
Primera pregunta pertinente: ¿Ha habido alguna
etapa del desarrollo del capitalismo que no haya generado desigualdad? Creo que
ninguna. Luego la cuestión de la que tal vez se queje Navarro
no es que haya desigualdad, sino de que la desigualdad sea mayor hoy que hace
treinta años. Pero la cuestión base no es si hay mayor o
menor desigualdad, sino si el capitalismo puede generar igualdad o pertenece a
su esencia generar desigualdad. Yo creo que el capitalismo no puede generar la
igualdad económica entre los hombres. Luego la cuestión no es si
accidentalmente hay ahora más desigualdad que hace veinte años y habría que
luchar para cambiar esta situación, sino la necesidad de acabar con las grandes
diferencias de riqueza entre los seres humanos. Y esto sucede desde que nació
el capitalismo. También las sociedades anteriores basadas en la explotación del
hombre por el hombre tenían la misma esencia: la diferencia profunda de riqueza
entre los seres humanos.
Segunda pregunta pertinente: ¿Es acertado situar en
la distribución el problema y la solución de las diferencias de riqueza entre
los ciudadanos? Ya Marx respondió en su momento a esta pregunta. El problema no
hay que buscarlo en la distribución, sino en la producción. Los medios de
producción, y entre ellos el dinero, están distribuidos de tal manera que son
las minorías sus propietarios, mientras que las mayorías están excluidos de
dicha propiedad. La principal causa de las diferencias de riqueza entre las
personas es la propiedad privada sobre los medios de producción, y en especial
sobre el dinero. La distribución de las rentas no es más que una consecuencia
de la distribución previa de los medios de producción. Aquí es donde Vicenc
Navarro y muchos otros reformistas se quedan cortos: no apuntan a la propiedad
privada.
Y tercera pregunta pertinente: ¿Es la política la
causa de la situación económica o es la situación económica la causa de la
política? ¿Podemos por medio de la política cambiar la situación económica, en
lo que se refiere a la desigualdad, o debemos previamente cambiar las
relaciones económicas entre los ciudadanos para poder tener otra política?
Ilích Ulianov decía que la política es la expresión concentrada de la economía.
Luego la política de Reagan y de Thatcher en su momento no era más que la
expresión concentrada de los cambios que se habían producido en la economía,
donde los grandes imperios económicos eran cada vez más poderosos. Y este
inmenso poder, que se presenta como
inmenso poder del dinero, se manifestaba y se manifiesta en todos los planos de
la vida: no cabe en la razón el dinero que ganan los artistas, los cantantes,
los deportistas, los periodistas y los ejecutivos de las élites. La diferencia
profunda entre los seres humanos no es la existente entre el 1 por ciento de la
población y el resto, sino entre todos los sectores y capas sociales. El nivel
de riqueza de la ínfima minoría es tan desorbitado que enormes fortunas y
medianas fortunas parecen normales. Si el salario base se sitúa en 800 euros
mensuales, una persona que gane 50.000 euros mensuales es ya una exageración.
Luego la diferenciación social en lo que afecta a propiedad sobre la riqueza
abarca a la sociedad en su conjunto y no la exigua minoría del 1 %.
lunes, 13 de mayo de 2013
EN MEMORIA DE DON EMILIO CHOY MA
Callao 1915/Callao 1976
1. DON EMILIO Y LA REVISTA CAMPESINO.-
Quienes conformamos el grupo que publicó la revista Campesino nos unía –entre otros
aspectos- el respeto y la admiración por don Emilio. Su muerte fue para nosotros una terrible
sorpresa. Nunca nos imaginamos que fuese
mortal, tal era nuestra admiración.
Hace diez años cuando tuvimos la
idea de sacar una revista a mimeógrafo dedicada al campesinado, se la
comunicamos a Don Emilio: quien era un escritor fecundo y un experimentado
cultor de la agonística. Esa idea se
plasmó en el primer número de la revista gracias a su actitud animosa y
afirmativa y al otorgamiento de un préstamo “condicionado” de seis mil soles. La condición que nos impuso fue la
devolución del dinero en el caso que la revista dejara de aparecer. También contribuyó como escritor y nos
preciamos de haber registrado en las páginas de Campesino su acerada pluma.
2. SU FORMACIÓN
INTELECTUAL.-Objetivo.- Reafirmar el
pensamiento de Mariátegui fue el objetivo de su vida. En la realización de ese objetivo aprovechó
al máximo su condición de autodidacta y se preservó de la deformación
academicista. (Solamente cursó un par de
años de Secundaria comercial en el antiguo High
school del Callao. Sus estudios se
truncaron al quedar huérfano).
Permanentemente adquiría
conocimientos. Sabía sacarle provecho a
las conversaciones con personas comunes y corrientes al informarse de sus
experiencias de trabajo. Hasta el cine
–según el mismo decía- le brindaba conocimientos
tan solo por mostrarle una ciudad, un paisaje o un país.
Su formación fue integral. Adquiría conocimientos de las ciencias
histórico/sociales y de las ciencias físico/naturales y estaba informado de sus
desarrollos. Sus conocimientos fueron enciclopédicos
y unitarios. Unitarios bajo la
concepción marxista. Esta inquietud por
abarcar múltiples conocimientos es el signo positivo del formado por sí mismo;
en contraposición a la formación universitaria.
Puesto que la universidad da (…)
el tono sedante, sitúa el ímpetu dentro de las normas lógicas, atenúa y por fin
tamiza al hombre[1].
Por la época que se iniciaba en
el socialismo los libros de los clásicos del marxismo circulaban en forma
restringida o clandestina. 7 Ensayos de
interpretación de la realidad peruana de Mariátegui era una edición
prohibida. Los pocos libros que se
disponían fueron asimilados con avidez, como compensación a las limitaciones de
aquella época. Don Emilio bebió en las
fuentes primigenias del marxismo. En
concordancia con su formación, propugnaba el estudio directo de los clásicos y
adentrarse en la realidad nacional[2].
3. SU MÉTODO DE TRABAJO.- Don Emilio
distribuía su tiempo en forma planificada.
Se había habituado a estudiar desde muy temprano. No era un hombre de hábitos nocturnos. Sus tareas cotidianas más importantes las
realizaba en las mañanas. Nos
recomendaba que si lo llamábamos por teléfono, lo hiciéramos en la tarde. Los
sábados y domingos visitaba a sus amigos
y asistía al cine. De lunes a viernes se
ocupaba de su trabajo intelectual y de administrar sus negocios. Su experiencia en el mundo de los negocios le
permitió desarrollar gran habilidad para los cálculos económicos. Sus estudios evidencian una estrecha relación
con la realidad. Fue un teórico que se
movió con facilidad entre las abstracciones conceptuales y el manejo de
información concreta.
Entre las técnicas de estudio,
desechó el empleo de fichas, tal como lo hicieron los fundadores del socialismo
científico. Posiblemente consideraría
que de esa manera se fragmentaba el conocimiento, perdiendo su vivacidad. En cambio, para tomar notas y registrar sus
ideas empleaba cuadernos. Lo mismo que
para hacer resúmenes de libros o artículos. Tenía experiencia en la utilización
de fuentes primarias en los trabajos de historia, también en el manejo de
técnicas para los estudios de arqueología y antropología física.
Utilizaba con amplitud las
fuentes de información de las instituciones norteamericanas y del gobierno
peruano. Además, estaba conectado a los
canales de información de los países socialistas. Para obtener datos y mantenerse informado se
le veía en los lugares más diversos. Así,
durante el gobierno del general Velasco concurría los días viernes a las
exposiciones que se efectuaban en el Instituto de Estudios e Investigación en
Cooperativismo (INDEICOOP) para enterarse de los proyectos del régimen[3]. Igualmente, se le hubiera encontrado en el
local de la Asociación de ingenieros de minas escuchando un ciclo de charlas.
En una época de rápidos cambios y
de abundante producción de datos, le daba gran importancia a las revistas para
captar información de actualidad. Estuvo
suscrito a varias revistas, especialmente norteamericanas, ya que el
imperialismo yanqui concentra y maneja información a escala mundial. Por ello, ningún acontecimiento político lo
tomaba desprevenido.
Cuando concluía una investigación
o cuando estaba por terminarla, elaboraba una representación gráfica de la
misma sobre un gran pliego de papel, logrando sintetizarla y expresar el
movimiento del proceso. (No provocaba
cierta hilaridad ver a don Emilio con sus preciados rollos de papel bajo el
brazo).
Sus trabajos los redactaba en
forma cristalina, directa y exacta.
Apeló al uso de alegorías para caracterizar irónicamente a los
encapuchados ideólogos del capitalismo y con fines didácticos. Nunca se emboscó en términos ambiguos ni en
subterfugios; mostraba su posición tajantemente. Esta forma de expresarse facilitaba la
confrontación ideológica y era, a la vez, una incitación. A Don Emilio le debemos el mérito de haber
incorporado como arma contundente en la lucha ideológica el lenguaje vital y
descarnado del pueblo[4].
Sus investigaciones fueron
personales, nunca formó parte de un equipo de investigadores. Ni nunca se hizo asalariar para
investigar. Se mantuvo fuera del mercado
de trabajo intelectual. Con sus propios
recursos hizo avanzar el pensamiento marxista en el Perú. Consideraba lo más importante para realizar
una investigación: la convicción del
objetivo y la interiorización de los principios metodológicos.
4. QUE HACIA CON SUS CONOCIMIENTOS.-
Lo avanzado de sus conocimientos científicos de la realidad nacional y sus
convicciones políticas ponían a don Emilio en situación de exigir la
nacionalización de las grandes empresas
extranjeras que explotaban nuestra economía y depredaban nuestros recursos
naturales. Igualmente, protestaba cuando
el Gobierno a través de contratos y concesiones entregaba parte de nuestro país
a la voracidad de empresas extranjeras.
Entonces su firma rubricaba los comunicados y manifiestos dirigidos a
las autoridades y a la opinión pública para pedir la anulación de los contratos
y la asunción de nuestros principales recurso por el Estado.
Don Emilio fue un vigía en
permanente estado de alerta para detectar la penetración ideológica del
imperialismo yanqui y sus planes de sojuzgamiento cultural. Junto con el eminente lingüista Alfredo
Torero han sido los opositores más serios a la permanencia en el Perú del
Instituto Lingüístico de Verano. Así
mismo, innumerables veces han puesto al descubierto a los agentes del
imperialismo que bajo el camuflaje de ayuda técnica, investigaciones sociales,
etc., operaban en nuestra patria.
En la época del boom de las ciencias sociales en América
latina, cuando las luminarias de la CEPAL –y de otras instituciones- fueron
promovidas inusitadamente y cuando sus “teorías” –ahora llamadas
dependentistas, circulacionista- fueron hasta incorporadas como tesis
programáticas de partidos pequeño burgueses de izquierda, Don Emilio con el
escalpelo de su crítica llegaba a determinar la falsedad de sus supuestos. También criticó severamente la divulgación
del marxismo en los medios pequeño burgueses
a través de la labor catequística de Martha Harnecker. En Lima, cada vez que una luminaria de la
sociología latinoamericana dictaba una conferencia, el local se colmaba de
jóvenes universitarios que consideraban un privilegio escuchar a los Sumos
Pontífices; allí aparecía don Emilio
para criticar la concepción, la metodología y, a veces, hasta los datos.
De esta manera, desconcertaba tanto a los expositores como al público
asistente. Las palabras de Don Emilio,
en esos auditorios, resonaban a un sacrilegio[5].
Don Emilio asistía con la
puntualidad y responsabilidad del militante de la ciencia al Instituto de
Estudios Peruanos en donde se organizaban eventos académicos y se reunía la
elite intelectual limeña; con sus intervenciones, desde el llano, ponía en
aprietos a los expositores y organizadores de dichos eventos. Uno de los expositores europeos que recuerdo
fue el antropólogo marxista Maurice Godelier.
En el Instituto de Estudios Peruanos trataban a Don Emilio con una
actitud de suficiencia y condescendencia finamente disimulada. Don Emilio con
sus críticas fue un paladín solitario en la lucha por evitar la contaminación
de la ciencia; y el confusionismo en la consecución del objetivo estratégico.
Sus conocimientos y fuentes de
consulta los ponía a disposición de cualquier persona que se lo requería. Con
esta actitud, rompía con el elitismo y el monopolio de la información. Consecuente con esa actitud, invitaba al
chifa tanto a jóvenes estudiantes sanmarquinos y a figuras consagradas
mundialmente como los historiadores Eric Hobsbawm y Pierre Vilar; luego de sus
conferencias en la universidad de San Marcos.
Era con los jóvenes con quien se
sentía más a gusto. Pero, ello no era
óbice para que se enfrascara en largas discusiones si algún joven universitario
sostuviera posiciones discrepantes con él; Don Emilio no lo menospreciaba por
su calidad de novicio ni trataba de espulgar sus conocimientos con el fin de
intimidarlo. Además de poner argumentos
en la discusión, revelaba cómo había arribado a las conclusiones que afirmaba. Solamente una vez vimos a Don Emilio apelar
al criterio de autoridad; fue ante la contumacia de un estudiante que tenía
todos los visos de llegar a ser un intelectual de relumbrón.
Su calidad de maestro se revelaba
con nitidez en las conversaciones informales.
En ellas se prodigaba generosamente, transmitiendo sus concepciones,
hallazgos y filones para investigar. Ha
sucedido que algunos intelectuales inescrupulosos han “tomado” ideas de don
Emilio para insertarlas en sus propias publicaciones como si originariamente
fueran de ellos. Una notable excepción
lo constituye Alfredo Torero, que como aprecio y reconocimiento al amigo, ha
consignado la información e ideas que le debe a Don Emilio en el primer trabajo
de lingüística peruana: El quechua y la Historia social andina.
5. DON EMILIO Y SUS AMIGOS.- Don
Emilio fue sencillo y generoso. Poco a
poco en el proceso de la amistad, iba revelando con delicadeza sus
conocimientos y uno iba percatándose de sus inagotables cualidades. En las conversaciones cotidianas, o cuando
recién conocía a una persona, no provocaba tratar temas trascendentes que él
dominaba para lucirse. Su gran respeto
por las personas y su ingente riqueza interior le permitieron trabar relación
con personas de diferentes edades, cultura y condiciones sociales. Por eso es que acudíamos donde él cuando
teníamos algún conflicto emocional.
La historiografía peruana no sólo
ha recibido aportes directos de Don Emilio, sino también indirectos. Nos atrevemos a afirmar que para el
historiador Pablo Macera ha sido muy provechosa la amistad con Don Emilio. Conocimos a Macera cuando estudiábamos en la
universidad de San Marcos y nos percatamos rápidamente de su personalidad
sensitiva y exuberante; observando, con alegría, su evolución ideológica cuando
dictó el curso de Historia Económica. Estamos
seguros que no ha estado ajeno a esa evolución Don Emilio; quien se haría
presente –como diestro cultivador de la amistad- en los momentos de mayores
conflictos interiores de Macera. Ello se
puede intuir de una hermosa frase que le escuchara a Don Emilio y que Macera la
recuerda en un artículo que escribiera en homenaje a don Emilio, luego de su
fallecimiento:
Nunca es más oscura la noche que antes de amanecer[6]
Don Emilio simpatizaba con
cualquier persona honrada y con ideales; aunque no tuviera una posición
revolucionaria. Pero, esa persona no
quedaba inmunizada para recibir una severa crítica si se lo merecía. De John Murra se refería con simpatía, pero
criticó la teoría del intercambio de pisos ecológicos, arguyendo el desfase
histórico y el obviar las contradicciones sociales.
Con las personas que trababa
amistad ejercía una gran autoridad moral.
No solamente por su disciplina en el estudio o por su rigurosidad de su
metodología; sino, sobre todo, porque se tomaba en cuenta su severa censura al
oportunismo e inconsecuencia: que, algunas veces lo expresa con ironía
mordaz. Ese estilo lo usaba
especialmente cuando algún amigo lograba ocupar un puesto de autoridad o cuando
incrementaba notablemente sus bienes patrimoniales y, consecuentemente, mudaba
de posición ideológica. Don Emilio
advertía con las tentadoras becas al extranjero y los apetecibles grant de las fundaciones Ford y
Rockefeller y los altos puestos en el Estado como medios de comprar conciencias
y apartarse del camino de la ciencia.
En estos momentos de crisis
generalizada cuanta falta nos hace Don Emilio para mostrar un derrotero. Con su muerte no sólo hemos perdido un
científico; sino un sabio que pautaba nuestra conducta moral.
6. NUESTRO DEBER PARA CON DON
EMILIO.- Fiel a sus convicciones marxistas nunca escribió por gusto. La lucha fue su elemento y es ahí donde se
revelaban mejor sus facultades. Siendo
también por razones de lucha ideológica que su obra no es difundida.
En el futuro, conforme las
fuerzas sociales que empujan la Historia en sentido del progreso ganen terreno
en nuestra patria, la figura de Don Emilio se agigantará y su personalidad
servirá de ejemplo a la juventud.
Con la muerte de don Emilio
sentimos que algo de nosotros se ha ido. ¡Admitamos que don Emilio ha muerto y
redoblemos nuestros esfuerzos por plasmar sus ideales que son los nuestros!
Antonio Rengifo Balarezo
Campesino. Revista a mimeógrafo. Nº 7
Lima 1977
pp. 89/94.-
[1] CHURATA, Gamaniel: Elogio de José Carlos Mariátegui. Amauta, revista nº 32. Lima,
agosto/setiembre de 1930.
[2] Quisiera
manifestar, que para nosotros, que lo estimábamos, nos era difícil -en ese
entonces- comprenderlo plenamente. Ya
que al ingresar a la universidad de San Marcos, estuvimos influidos por los
manuales de la Unión soviética y los novísimos libros europeo, especialmente
franceses, recomendados por algunos profesores que pertenecían a las filas del
partido Social progresista como el ingeniero Jorge Bravo Bresani, economista.
[3] Por esos años, el enorme aparato propagandístico oficial restringió en Lima
las actividades culturales independientes.
Y una buena parte de la intelectualidad fue captada por el régimen de
las FF.AA. Los principales animadores del INDEICOOP fueron Jaime Llosa
Larraburre, asesor de SINAMOS y Gerardo Cárdenas, asesor de CENCIRA.
[4] Desde niño aprendió la agilidad
mental y os giros propios del pueblo por haber mataperreado en la mar brava y
en los potreros del Callao.
[5] Hace ya algunos años, cuando le hablé de don Emilio a un joven amigo; éste
me contó que cuando recién ingresó a la universidad Nacional de Ingeniería
asistió a una mesa redonda en el auditórium de la Facultad de Arquitectura
donde exponían –y se exponían- algunas “vedettes” de las ciencias sociales
latinoamericanas; se sintió perturbado cuando un hombre de pequeña estatura,
algo despeinado y con una ropa modesta había hecho uso de la palabra sin ningún
protocolo y con ademanes enérgicos se había atrevido a contradecir tajantemente
a los “omniscientes” investigadores de organismos internacionales. Por ello
creyó que ese hombre era un loco que por casualidad, en su caminar errático, se
había metido en el auditorio.