Francisco Umpierrez Sánchez
Recomiendo
al lector que lea previamente el artículo de Vicenc Navarro titulado Las consecuencias antidemocráticas de la
concentración de la riqueza http://www.rebelion.org/noticia.php?id=168126, para que
entienda mejor el sentido del mío. Lo que prueba Navarro en su artículo es que
las minorías concentran mayor riqueza en sus manos que las mayorías; y que esta
diferenciación se ha pronunciado en los último veinte años. Como Navarro
facilita los datos de forma copiosa, yo no los voy a reproducir aquí. Solo digo
que a veces tanto dato cansa y va en detrimento de los conceptos. Sobre todo si
ocurre que estos datos los facilitan muchos autores y todos desde la misma
óptica.
Les transcribo las siguientes palabras de Navarro:
“¿Cómo puede ser que la sociedad sea más rica y que en cambio los hijos vivirán
peor que sus padres? La respuesta a esta pregunta es que el crecimiento
económico se distribuye muy desigualmente, concentrándose en las rentas
superiores, como resultado de las políticas públicas que se han iniciado en la
mayoría de los países de Atlántico Norte. Estas políticas fueron iniciadas por
el Presidente Reagan en EEUU y por la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, en la
década de los ochenta del pasado siglo.”
Primera pregunta pertinente: ¿Ha habido alguna
etapa del desarrollo del capitalismo que no haya generado desigualdad? Creo que
ninguna. Luego la cuestión de la que tal vez se queje Navarro
no es que haya desigualdad, sino de que la desigualdad sea mayor hoy que hace
treinta años. Pero la cuestión base no es si hay mayor o
menor desigualdad, sino si el capitalismo puede generar igualdad o pertenece a
su esencia generar desigualdad. Yo creo que el capitalismo no puede generar la
igualdad económica entre los hombres. Luego la cuestión no es si
accidentalmente hay ahora más desigualdad que hace veinte años y habría que
luchar para cambiar esta situación, sino la necesidad de acabar con las grandes
diferencias de riqueza entre los seres humanos. Y esto sucede desde que nació
el capitalismo. También las sociedades anteriores basadas en la explotación del
hombre por el hombre tenían la misma esencia: la diferencia profunda de riqueza
entre los seres humanos.
Segunda pregunta pertinente: ¿Es acertado situar en
la distribución el problema y la solución de las diferencias de riqueza entre
los ciudadanos? Ya Marx respondió en su momento a esta pregunta. El problema no
hay que buscarlo en la distribución, sino en la producción. Los medios de
producción, y entre ellos el dinero, están distribuidos de tal manera que son
las minorías sus propietarios, mientras que las mayorías están excluidos de
dicha propiedad. La principal causa de las diferencias de riqueza entre las
personas es la propiedad privada sobre los medios de producción, y en especial
sobre el dinero. La distribución de las rentas no es más que una consecuencia
de la distribución previa de los medios de producción. Aquí es donde Vicenc
Navarro y muchos otros reformistas se quedan cortos: no apuntan a la propiedad
privada.
Y tercera pregunta pertinente: ¿Es la política la
causa de la situación económica o es la situación económica la causa de la
política? ¿Podemos por medio de la política cambiar la situación económica, en
lo que se refiere a la desigualdad, o debemos previamente cambiar las
relaciones económicas entre los ciudadanos para poder tener otra política?
Ilích Ulianov decía que la política es la expresión concentrada de la economía.
Luego la política de Reagan y de Thatcher en su momento no era más que la
expresión concentrada de los cambios que se habían producido en la economía,
donde los grandes imperios económicos eran cada vez más poderosos. Y este
inmenso poder, que se presenta como
inmenso poder del dinero, se manifestaba y se manifiesta en todos los planos de
la vida: no cabe en la razón el dinero que ganan los artistas, los cantantes,
los deportistas, los periodistas y los ejecutivos de las élites. La diferencia
profunda entre los seres humanos no es la existente entre el 1 por ciento de la
población y el resto, sino entre todos los sectores y capas sociales. El nivel
de riqueza de la ínfima minoría es tan desorbitado que enormes fortunas y
medianas fortunas parecen normales. Si el salario base se sitúa en 800 euros
mensuales, una persona que gane 50.000 euros mensuales es ya una exageración.
Luego la diferenciación social en lo que afecta a propiedad sobre la riqueza
abarca a la sociedad en su conjunto y no la exigua minoría del 1 %.
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