Callao 1915/Callao 1976
1. DON EMILIO Y LA REVISTA CAMPESINO.-
Quienes conformamos el grupo que publicó la revista Campesino nos unía –entre otros
aspectos- el respeto y la admiración por don Emilio. Su muerte fue para nosotros una terrible
sorpresa. Nunca nos imaginamos que fuese
mortal, tal era nuestra admiración.
Hace diez años cuando tuvimos la
idea de sacar una revista a mimeógrafo dedicada al campesinado, se la
comunicamos a Don Emilio: quien era un escritor fecundo y un experimentado
cultor de la agonística. Esa idea se
plasmó en el primer número de la revista gracias a su actitud animosa y
afirmativa y al otorgamiento de un préstamo “condicionado” de seis mil soles. La condición que nos impuso fue la
devolución del dinero en el caso que la revista dejara de aparecer. También contribuyó como escritor y nos
preciamos de haber registrado en las páginas de Campesino su acerada pluma.
2. SU FORMACIÓN
INTELECTUAL.-Objetivo.- Reafirmar el
pensamiento de Mariátegui fue el objetivo de su vida. En la realización de ese objetivo aprovechó
al máximo su condición de autodidacta y se preservó de la deformación
academicista. (Solamente cursó un par de
años de Secundaria comercial en el antiguo High
school del Callao. Sus estudios se
truncaron al quedar huérfano).
Permanentemente adquiría
conocimientos. Sabía sacarle provecho a
las conversaciones con personas comunes y corrientes al informarse de sus
experiencias de trabajo. Hasta el cine
–según el mismo decía- le brindaba conocimientos
tan solo por mostrarle una ciudad, un paisaje o un país.
Su formación fue integral. Adquiría conocimientos de las ciencias
histórico/sociales y de las ciencias físico/naturales y estaba informado de sus
desarrollos. Sus conocimientos fueron enciclopédicos
y unitarios. Unitarios bajo la
concepción marxista. Esta inquietud por
abarcar múltiples conocimientos es el signo positivo del formado por sí mismo;
en contraposición a la formación universitaria.
Puesto que la universidad da (…)
el tono sedante, sitúa el ímpetu dentro de las normas lógicas, atenúa y por fin
tamiza al hombre[1].
Por la época que se iniciaba en
el socialismo los libros de los clásicos del marxismo circulaban en forma
restringida o clandestina. 7 Ensayos de
interpretación de la realidad peruana de Mariátegui era una edición
prohibida. Los pocos libros que se
disponían fueron asimilados con avidez, como compensación a las limitaciones de
aquella época. Don Emilio bebió en las
fuentes primigenias del marxismo. En
concordancia con su formación, propugnaba el estudio directo de los clásicos y
adentrarse en la realidad nacional[2].
3. SU MÉTODO DE TRABAJO.- Don Emilio
distribuía su tiempo en forma planificada.
Se había habituado a estudiar desde muy temprano. No era un hombre de hábitos nocturnos. Sus tareas cotidianas más importantes las
realizaba en las mañanas. Nos
recomendaba que si lo llamábamos por teléfono, lo hiciéramos en la tarde. Los
sábados y domingos visitaba a sus amigos
y asistía al cine. De lunes a viernes se
ocupaba de su trabajo intelectual y de administrar sus negocios. Su experiencia en el mundo de los negocios le
permitió desarrollar gran habilidad para los cálculos económicos. Sus estudios evidencian una estrecha relación
con la realidad. Fue un teórico que se
movió con facilidad entre las abstracciones conceptuales y el manejo de
información concreta.
Entre las técnicas de estudio,
desechó el empleo de fichas, tal como lo hicieron los fundadores del socialismo
científico. Posiblemente consideraría
que de esa manera se fragmentaba el conocimiento, perdiendo su vivacidad. En cambio, para tomar notas y registrar sus
ideas empleaba cuadernos. Lo mismo que
para hacer resúmenes de libros o artículos. Tenía experiencia en la utilización
de fuentes primarias en los trabajos de historia, también en el manejo de
técnicas para los estudios de arqueología y antropología física.
Utilizaba con amplitud las
fuentes de información de las instituciones norteamericanas y del gobierno
peruano. Además, estaba conectado a los
canales de información de los países socialistas. Para obtener datos y mantenerse informado se
le veía en los lugares más diversos. Así,
durante el gobierno del general Velasco concurría los días viernes a las
exposiciones que se efectuaban en el Instituto de Estudios e Investigación en
Cooperativismo (INDEICOOP) para enterarse de los proyectos del régimen[3]. Igualmente, se le hubiera encontrado en el
local de la Asociación de ingenieros de minas escuchando un ciclo de charlas.
En una época de rápidos cambios y
de abundante producción de datos, le daba gran importancia a las revistas para
captar información de actualidad. Estuvo
suscrito a varias revistas, especialmente norteamericanas, ya que el
imperialismo yanqui concentra y maneja información a escala mundial. Por ello, ningún acontecimiento político lo
tomaba desprevenido.
Cuando concluía una investigación
o cuando estaba por terminarla, elaboraba una representación gráfica de la
misma sobre un gran pliego de papel, logrando sintetizarla y expresar el
movimiento del proceso. (No provocaba
cierta hilaridad ver a don Emilio con sus preciados rollos de papel bajo el
brazo).
Sus trabajos los redactaba en
forma cristalina, directa y exacta.
Apeló al uso de alegorías para caracterizar irónicamente a los
encapuchados ideólogos del capitalismo y con fines didácticos. Nunca se emboscó en términos ambiguos ni en
subterfugios; mostraba su posición tajantemente. Esta forma de expresarse facilitaba la
confrontación ideológica y era, a la vez, una incitación. A Don Emilio le debemos el mérito de haber
incorporado como arma contundente en la lucha ideológica el lenguaje vital y
descarnado del pueblo[4].
Sus investigaciones fueron
personales, nunca formó parte de un equipo de investigadores. Ni nunca se hizo asalariar para
investigar. Se mantuvo fuera del mercado
de trabajo intelectual. Con sus propios
recursos hizo avanzar el pensamiento marxista en el Perú. Consideraba lo más importante para realizar
una investigación: la convicción del
objetivo y la interiorización de los principios metodológicos.
4. QUE HACIA CON SUS CONOCIMIENTOS.-
Lo avanzado de sus conocimientos científicos de la realidad nacional y sus
convicciones políticas ponían a don Emilio en situación de exigir la
nacionalización de las grandes empresas
extranjeras que explotaban nuestra economía y depredaban nuestros recursos
naturales. Igualmente, protestaba cuando
el Gobierno a través de contratos y concesiones entregaba parte de nuestro país
a la voracidad de empresas extranjeras.
Entonces su firma rubricaba los comunicados y manifiestos dirigidos a
las autoridades y a la opinión pública para pedir la anulación de los contratos
y la asunción de nuestros principales recurso por el Estado.
Don Emilio fue un vigía en
permanente estado de alerta para detectar la penetración ideológica del
imperialismo yanqui y sus planes de sojuzgamiento cultural. Junto con el eminente lingüista Alfredo
Torero han sido los opositores más serios a la permanencia en el Perú del
Instituto Lingüístico de Verano. Así
mismo, innumerables veces han puesto al descubierto a los agentes del
imperialismo que bajo el camuflaje de ayuda técnica, investigaciones sociales,
etc., operaban en nuestra patria.
En la época del boom de las ciencias sociales en América
latina, cuando las luminarias de la CEPAL –y de otras instituciones- fueron
promovidas inusitadamente y cuando sus “teorías” –ahora llamadas
dependentistas, circulacionista- fueron hasta incorporadas como tesis
programáticas de partidos pequeño burgueses de izquierda, Don Emilio con el
escalpelo de su crítica llegaba a determinar la falsedad de sus supuestos. También criticó severamente la divulgación
del marxismo en los medios pequeño burgueses
a través de la labor catequística de Martha Harnecker. En Lima, cada vez que una luminaria de la
sociología latinoamericana dictaba una conferencia, el local se colmaba de
jóvenes universitarios que consideraban un privilegio escuchar a los Sumos
Pontífices; allí aparecía don Emilio
para criticar la concepción, la metodología y, a veces, hasta los datos.
De esta manera, desconcertaba tanto a los expositores como al público
asistente. Las palabras de Don Emilio,
en esos auditorios, resonaban a un sacrilegio[5].
Don Emilio asistía con la
puntualidad y responsabilidad del militante de la ciencia al Instituto de
Estudios Peruanos en donde se organizaban eventos académicos y se reunía la
elite intelectual limeña; con sus intervenciones, desde el llano, ponía en
aprietos a los expositores y organizadores de dichos eventos. Uno de los expositores europeos que recuerdo
fue el antropólogo marxista Maurice Godelier.
En el Instituto de Estudios Peruanos trataban a Don Emilio con una
actitud de suficiencia y condescendencia finamente disimulada. Don Emilio con
sus críticas fue un paladín solitario en la lucha por evitar la contaminación
de la ciencia; y el confusionismo en la consecución del objetivo estratégico.
Sus conocimientos y fuentes de
consulta los ponía a disposición de cualquier persona que se lo requería. Con
esta actitud, rompía con el elitismo y el monopolio de la información. Consecuente con esa actitud, invitaba al
chifa tanto a jóvenes estudiantes sanmarquinos y a figuras consagradas
mundialmente como los historiadores Eric Hobsbawm y Pierre Vilar; luego de sus
conferencias en la universidad de San Marcos.
Era con los jóvenes con quien se
sentía más a gusto. Pero, ello no era
óbice para que se enfrascara en largas discusiones si algún joven universitario
sostuviera posiciones discrepantes con él; Don Emilio no lo menospreciaba por
su calidad de novicio ni trataba de espulgar sus conocimientos con el fin de
intimidarlo. Además de poner argumentos
en la discusión, revelaba cómo había arribado a las conclusiones que afirmaba. Solamente una vez vimos a Don Emilio apelar
al criterio de autoridad; fue ante la contumacia de un estudiante que tenía
todos los visos de llegar a ser un intelectual de relumbrón.
Su calidad de maestro se revelaba
con nitidez en las conversaciones informales.
En ellas se prodigaba generosamente, transmitiendo sus concepciones,
hallazgos y filones para investigar. Ha
sucedido que algunos intelectuales inescrupulosos han “tomado” ideas de don
Emilio para insertarlas en sus propias publicaciones como si originariamente
fueran de ellos. Una notable excepción
lo constituye Alfredo Torero, que como aprecio y reconocimiento al amigo, ha
consignado la información e ideas que le debe a Don Emilio en el primer trabajo
de lingüística peruana: El quechua y la Historia social andina.
5. DON EMILIO Y SUS AMIGOS.- Don
Emilio fue sencillo y generoso. Poco a
poco en el proceso de la amistad, iba revelando con delicadeza sus
conocimientos y uno iba percatándose de sus inagotables cualidades. En las conversaciones cotidianas, o cuando
recién conocía a una persona, no provocaba tratar temas trascendentes que él
dominaba para lucirse. Su gran respeto
por las personas y su ingente riqueza interior le permitieron trabar relación
con personas de diferentes edades, cultura y condiciones sociales. Por eso es que acudíamos donde él cuando
teníamos algún conflicto emocional.
La historiografía peruana no sólo
ha recibido aportes directos de Don Emilio, sino también indirectos. Nos atrevemos a afirmar que para el
historiador Pablo Macera ha sido muy provechosa la amistad con Don Emilio. Conocimos a Macera cuando estudiábamos en la
universidad de San Marcos y nos percatamos rápidamente de su personalidad
sensitiva y exuberante; observando, con alegría, su evolución ideológica cuando
dictó el curso de Historia Económica. Estamos
seguros que no ha estado ajeno a esa evolución Don Emilio; quien se haría
presente –como diestro cultivador de la amistad- en los momentos de mayores
conflictos interiores de Macera. Ello se
puede intuir de una hermosa frase que le escuchara a Don Emilio y que Macera la
recuerda en un artículo que escribiera en homenaje a don Emilio, luego de su
fallecimiento:
Nunca es más oscura la noche que antes de amanecer[6]
Don Emilio simpatizaba con
cualquier persona honrada y con ideales; aunque no tuviera una posición
revolucionaria. Pero, esa persona no
quedaba inmunizada para recibir una severa crítica si se lo merecía. De John Murra se refería con simpatía, pero
criticó la teoría del intercambio de pisos ecológicos, arguyendo el desfase
histórico y el obviar las contradicciones sociales.
Con las personas que trababa
amistad ejercía una gran autoridad moral.
No solamente por su disciplina en el estudio o por su rigurosidad de su
metodología; sino, sobre todo, porque se tomaba en cuenta su severa censura al
oportunismo e inconsecuencia: que, algunas veces lo expresa con ironía
mordaz. Ese estilo lo usaba
especialmente cuando algún amigo lograba ocupar un puesto de autoridad o cuando
incrementaba notablemente sus bienes patrimoniales y, consecuentemente, mudaba
de posición ideológica. Don Emilio
advertía con las tentadoras becas al extranjero y los apetecibles grant de las fundaciones Ford y
Rockefeller y los altos puestos en el Estado como medios de comprar conciencias
y apartarse del camino de la ciencia.
En estos momentos de crisis
generalizada cuanta falta nos hace Don Emilio para mostrar un derrotero. Con su muerte no sólo hemos perdido un
científico; sino un sabio que pautaba nuestra conducta moral.
6. NUESTRO DEBER PARA CON DON
EMILIO.- Fiel a sus convicciones marxistas nunca escribió por gusto. La lucha fue su elemento y es ahí donde se
revelaban mejor sus facultades. Siendo
también por razones de lucha ideológica que su obra no es difundida.
En el futuro, conforme las
fuerzas sociales que empujan la Historia en sentido del progreso ganen terreno
en nuestra patria, la figura de Don Emilio se agigantará y su personalidad
servirá de ejemplo a la juventud.
Con la muerte de don Emilio
sentimos que algo de nosotros se ha ido. ¡Admitamos que don Emilio ha muerto y
redoblemos nuestros esfuerzos por plasmar sus ideales que son los nuestros!
Antonio Rengifo Balarezo
Campesino. Revista a mimeógrafo. Nº 7
Lima 1977
pp. 89/94.-
[1] CHURATA, Gamaniel: Elogio de José Carlos Mariátegui. Amauta, revista nº 32. Lima,
agosto/setiembre de 1930.
[2] Quisiera
manifestar, que para nosotros, que lo estimábamos, nos era difícil -en ese
entonces- comprenderlo plenamente. Ya
que al ingresar a la universidad de San Marcos, estuvimos influidos por los
manuales de la Unión soviética y los novísimos libros europeo, especialmente
franceses, recomendados por algunos profesores que pertenecían a las filas del
partido Social progresista como el ingeniero Jorge Bravo Bresani, economista.
[3] Por esos años, el enorme aparato propagandístico oficial restringió en Lima
las actividades culturales independientes.
Y una buena parte de la intelectualidad fue captada por el régimen de
las FF.AA. Los principales animadores del INDEICOOP fueron Jaime Llosa
Larraburre, asesor de SINAMOS y Gerardo Cárdenas, asesor de CENCIRA.
[4] Desde niño aprendió la agilidad
mental y os giros propios del pueblo por haber mataperreado en la mar brava y
en los potreros del Callao.
[5] Hace ya algunos años, cuando le hablé de don Emilio a un joven amigo; éste
me contó que cuando recién ingresó a la universidad Nacional de Ingeniería
asistió a una mesa redonda en el auditórium de la Facultad de Arquitectura
donde exponían –y se exponían- algunas “vedettes” de las ciencias sociales
latinoamericanas; se sintió perturbado cuando un hombre de pequeña estatura,
algo despeinado y con una ropa modesta había hecho uso de la palabra sin ningún
protocolo y con ademanes enérgicos se había atrevido a contradecir tajantemente
a los “omniscientes” investigadores de organismos internacionales. Por ello
creyó que ese hombre era un loco que por casualidad, en su caminar errático, se
había metido en el auditorio.
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