¿ES POSIBLE QUE LOS "ACUERDOS DE
PAZ" GENEREN JUSTICIA, PAZ Y SEGURIDAD PARA EL PUEBLO?
9-07-2013
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Traducido para Rebelión por Silvia
Arana
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Introducción
Se da por sentado que los
"acuerdos de paz" entre regímenes de derecha pro-estadounidenses e
insurgentes de izquierda generan paz, justicia y una mayor seguridad. Varios
acuerdos de paz firmados en la década de 1990 en América Central, Sudáfrica,
Filipinas y otros países proveen un amplio caudal de datos, a lo largo de más
de dos décadas, tanto a favor como en contra de esa idea generalizada.
Examinaremos el caso de El Salvador
donde un poderoso movimiento guerrillero (FMLN) firmó un acuerdo de paz en
1992.
Método de evaluación del Acuerdo de Paz
En referencia al análisis del Acuerdo
de Paz es importante comenzar enfocándonos en la evolución del FMLN -los
cambios políticos, organizativos e ideológicos que condujeron a las
negociaciones, al pacto con el régimen de derecha y los resultados políticos y
socioeconómicos.
La segunda parte del ensayo establece
los parecidos y las diferencias entre los resultados políticos y
socioeconómicos y las políticas posteriores al pacto, y el efecto que estas
tuvieron en el pueblo. Esto nos permitirá ver quién se benefició y quién se
perjudicó; qué clases socioeconómicas y estructuras políticas emergieron; qué
políticas extranjeras fueron delineadas.
La tercera sección del ensayo se enfoca
en extraer las lecciones que podamos aprender de la experiencia de El Salvador,
que sean aplicables a las actuales negociaciones de paz entre las FARC y el
régimen de Santos en Colombia.
El FMLN: De la revolución socialista al
electoralismo capitalista
En 1980, cuatro grupos guerrilleros
principales se unieron para formar el Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional (FMLN). El componente fundamental, el FPL, postulaba la guerra
prolongada, la unión de la guerrilla y de los movimientos de masa en la lucha
revolucionaria y antiimperialista. Los aliados menores, encabezados por el
Partido Comunista postulaban las dos etapas, "de la revolución democrática
a la revolución social".
Poco más de dos años después, los tres
componentes minoritarios, el ERP, el Partido Comunista y el RN, transformaron
la política del FMLN, eliminando la lucha por el socialismo basado en los
obreros y en los campesinos a favor de la "revolución democrática",
que incluía a la "burguesía progresista moderna". A medida que la
lucha continuaba, los reacomodamientos internos del FMLN se inclinaron a favor
de un giro al "centro". Los líderes del FMLN pusieron el énfasis en
la incorporación política al sistema electoral, la legalización del FMLN, la
apertura de negociaciones sin ningún acuerdo previo y una disposición a trabajar
dentro del marco electoral capitalista. Cuando comenzaron las negociaciones el
FMLN abandonó las demandas de desmantelar las fuerzas armadas, de expropiar las
principales empresas mineras, comerciales, banqueras y financieras. Aceptaron
la formación de la "comisión de la verdad" que "examinaría"
los crímenes de guerra -la matanza masiva de más de 75 mil civiles.
En 1992, cuando se firmó el acuerdo de
paz, los ex guerrilleros, el régimen de El Salvador y el gobierno de EE.UU. lo
calificaron de "un momento de inflexión histórico que iniciaba una nueva
era de paz y prosperidad para el país y el pueblo". La mayoría de los
académicos y periodistas de izquierda se unieron al coro de elogios al
"pragmatismo" y la "flexibilidad" de los líderes del FMLN.
Los social demócratas europeos, especialmente el régimen socialista español,
ofrecieron cursos de entrenamiento a los ex guerrilleros, para capacitarlos en
asuntos municipales y gubernamentales.
Evaluación de las políticas del FMLN en
la oposición y en el gobierno
Los líderes del FMLN se beneficiaron de
manera directa con la transición de la lucha armada y la movilización de masas
a la política electoralista: muchos fueron elegidos en puestos públicos, lo que
les garantizó un estándar de vida de clase media. Como congresistas, asesores
políticos, asistentes y alcaldes, la élite del FMLN recibió salarios
sustanciales, adquirieron viviendas en barrios de clase media y nuevos
automóviles y contrataron guardias privados para su protección.
La mayoría de los políticos del FMLN
retuvieron una ideología social demócrata y una retórica radical en el
discurso. Algunos, como el ex dirigente del ERP, Joaquín Villalobos, se alió
con la derecha, denunció a los movimientos populares, recibió una beca de
Oxford y se convirtió en un asesor de los escuadrones de la muerte en Colombia,
Filipinas, Irlanda del Norte y otros países.
El FMLN prácticamente abandonó los
movimientos de masa urbanos y rurales convirtiéndose en un partido electoral
más. Durante las revueltas populares entre 1980 y 1990, los campesinos
consiguieron una reforma agraria, los empleados públicos un incremento
salarial, y las organizaciones populares proliferaron mientras que el gobierno
y EE.UU. trataban de recortar el apoyo popular a la insurgencia. Una vez que
los líderes del FMLN entraron al parlamento y priorizaron la política
electoral, disminuyó la presión sobre la clase dominante, decreció la lucha
popular y terminó la reforma agraria. Los gremios recibieron muy poco apoyo de
los políticos del FMLN. El FMLN liderado por Shafik Handel buscó una alianza
con la "burguesía moderna" para "aislar" a la oligarquía
terrateniente "tradicional", estabilizar la democracia y garantizarse
una postura en el Congreso como "oposición leal". En 2009, el FMLN
ganó la presidencia con un candidato neoliberal, el demócrata cristiano
Mauricio Funes, y obtuvo una mayoría del Congreso.
La sociedad salvadoreña después del
acuerdo de paz
El FMLN firmó el llamado acuerdo de paz
sin ningún diálogo democrático previo con los militantes, sin ninguna
consultación con los movimientos sociales de base; declararon obsoletas las
principales reformas estructurales por las que miles de militantes habían
luchado y entregado su vida. En cambio, "consultaron" con sus propios
intereses para conseguir una carrera legislativa. Dictaron los acuerdos a sus
cuadros intermedios, expulsaron a los críticos y manipularon a las masas para
que den su apoyo ofreciéndoles promesas falsas de "continuar con la
lucha". No cumplieron con las promesas de trabajo y redistribución de
ingresos y tierras; nunca se materializó la promesa de "reformar" las
fuerzas armadas ni entablar procesos judiciales en contra de los oficiales
involucrados en violaciones masivas de derechos humanos.
De 1992 a 2013, El Salvador continúa
siendo el segundo país en la lista de los más desiguales de América Latina. El
desempleo, en especial de la gente joven, continúa superando el 50%. Más del
60% de la "población trabajadora" no tiene un empleo formal. Trabajan
sin jubilación, seguro médico, vacaciones ni seguro social, mayoritariamente en
el sector de servicios con los salarios más bajos, ya sea como vendedores
ambulantes o empleadas domésticas. Más de 2,5 millones de salvadoreños se
vieron forzados a dejar el país por falta de oportunidades. Los jóvenes
guerrilleros fueron abandonados por sus líderes. Algunos recibieron terrenos
pero sin capacitación, crédito, servicios, fracasaron y se convirtieron en
pandilleros urbanos o rurales. Más de 25 mil jóvenes pertenecen a pandillas que
trafican con drogas. El Salvador detenta el segundo porcentaje más alto de
homicidios violentos en el continente americano. De hecho, son más los
salvadoreños asesinados después del "Acuerdo de paz" (1992-2012) que
los muertos durante la guerra civil (1980-1991). Desde marzo de 2012, cuando
las dos pandillas principales firmaron una tregua han disminuido drásticamente
los asesinatos.
El Acuerdo de paz estableció la
formación de una "Comisión de la Verdad" para investigar los crímenes
de guerra y las violaciones de derechos humanos. En lugar de cumplir con ese
objetivo, se decretó una amnistía para los Generales y la élite militar. La
Comisión carecía de apoyo financiero y político y ningún criminal de guerra, ni
siquiera aquellos que cometieron los crímenes más violentos fueron enjuiciados
ni mucho menos encarcelados.
Los principales beneficiarios del
Acuerdo de paz fueron los "burgueses modernos" -la élite bancaria,
comercial, de la agroindustria, de las maquiladoras- quienes hicieron grandes
ganancias, pagaron muy pocos impuestos, recibieron subsidios estatales y
explotaron la mano de obra barata de las maquiladoras. Las compañías de
seguridad privada prosperaron como la clase de nuevos ricos -incluyendo la
élite de "nuevos ricos" del FMLN que contrató un ejército de guardias
privados armados con rifles automáticas y ametralladoras para proteger sus
casas, negocios, clubes privados y balnearios de vacaciones.
El Salvador, antes y después del
triunfo electoral del FMLN, puede ser caracterizado como un paraíso neoliberal:
acuerdos de libre comercio, salarios bajos, trabajadores no sindicalizados,
mano de obra barata de las maquiladoras, en síntesis, las zonas de libre
comercio son la pieza fundamental de la política económica del FMLN.
La llamada "Revolución
democrática" fue despojada de todo contenido socioeconómico. La distancia
social entre los líderes del FMLN y sus contratistas de negocios aliados por un
lado, y las masas por el otro, es abismal. Los líderes del FMLN habitan
viviendas modernas, protegidas por muros de tres metros cubiertos con vidrio
roto y alambre de púa, con calles pavimentadas y jardines con flores. La
mayoría de los salvadoreños pobres vive en sitios hacinados, con calles sin
asfaltar, controlados por pandillas armadas que trafican droga y policías
corruptos.
El régimen del FMLN ha respaldado los
acuerdos de libre comercio de EE.UU. y la Unión Europea en América Central al
igual que las bases militares de EE.UU. Sus políticas de libre mercado
perjudican a los pequeños y medianos productores. Sus vínculos militares con el
Pentágono fortalecen la postura militar de EE.UU. contra Venezuela y Ecuador.
Consecuencias políticas del Acuerdo de
paz
Durante la guerra civil, la lucha de
clases incrementó la conciencia de clase, fortaleció la organización
independiente de clase y forzó a la clase dominante y sus "mentores"
estadounidenses a que hicieran concesiones, incluyendo una reforma agraria para
los campesinos y un aumento salarial para los obreros. Posteriormente al pacto
de paz, las organizaciones de base experimentaron una reducción de tamaño y
actividad; los líderes fueron cooptados por la élite del FMLN. El control
político centralizado de los movimientos sociales asegura el conformismo frente
a las políticas neoliberales. El FMLN trata de legitimar el orden
socioeconómico neoliberal escudándose en su "heroico y glorioso pasado
guerrillero". Los políticos corruptos del FMLN evocan su rol del pasado
como "comandantes guerrilleros" para encubrir sus conexiones
corruptas del presente con la élite económica. Cada vez que un sindicato va a
la huelga por mejoras salariales o laborales, como los trabajadores
municipales, de la salud y o de la educación, los líderes del FMLN los acusan
de tener motivaciones "políticas" o de "ayudar" al enemigo.
El FMLN se convirtió en un aparato burocrático manejado por facciones de las
élites que pelean por posiciones de poder y privilegio dentro de la burocracia
estatal neoliberal.
Frente al abyecto fracaso del FMLN y su
gestión de gobierno para responder a las necesidades más básicas de los pobres
de las ciudades y del campo, cientos de ONGs financiadas por los gobiernos de
EE.UU. y Europa, en las que trabajan profesionales de clase media,
establecieron proyectos de autoayuda, que enriquecieron a los líderes de las
ONGs, perjudicaron a los movimientos sociales locales y no fueron eficaces para
reducir la pobreza.
Sin paz, seguridad ni justicia social,
y ante el debilitamiento de los movimientos sociales, ¿podemos sorprendernos de
que anualmente decenas de miles de salvadoreños huyan de su país? Hay más de
2,5 millones de salvadoreños en el exterior, más del 90% de los cuales vive en
EE.UU.
Conclusión: Causas del fracaso del
Acuerdo de paz
Haciendo un análisis objetivo, queda
claro que el acuerdo de paz firmado por el FMLN ha fracasado en el cumplimiento
de las mínimas demandas políticas y socioeconómicas de sus bases. A pesar de
los grandes sacrificios y los incontables ejemplos de heroísmo personal, las
masas populares de El Salvador fueron despojadas de todo logro positivo. Los
poderosos movimientos fueron desmantelados por decreto de los comandantes
guerrilleros. Los principales líderes que dictaron dichas políticas lo hicieron
ya sea porque eran colaboradores de las fuerzas militares de EE.UU.
(Villalobos) o aliados de la llamada burguesía "progresista".
Se pueden extraer varias lecciones:
1) El pasado combatiente no es una
garantía de compromiso socioeconómico progresista después de la negociación de
un acuerdo.
2) Un acuerdo de paz dictado por una
élite suele implicar un sacrificio de los intereses socioeconómicos como
garantía de ganar una imagen de "respetabilidad" política.
3) Aliados extranjeros
"radicales", como Cuba, tienen sus propios intereses políticos para
asegurar la estabilidad regional y la paz, y tal vez dichos intereses no
coinciden con las necesidades socioeconómicas de un movimiento revolucionario
de masas.
4) Los acuerdos de paz deben incluir de
manera directa a los representantes de los movimientos populares de masas e
incorporar sus demandas.
5) Los acuerdos de paz que desarman a
los insurgentes y mantienen a las fuerzas armadas, que son el sostén de la
élite económica y de su control sobre los sectores estratégicos de la economía,
dan como resultado una continuidad de las políticas neoliberales y de las bases
militares de EE.UU. y producen la integración de los ex líderes guerrilleros en
un sistema político corrupto y reaccionario.
6) Un pacto de paz que no genere
inversiones públicas masivas en el sector laboral, obras públicas, reforma
agraria y otras actividades productivas dará como resultado el desempleo de los
ex guerrilleros jóvenes que se incorporarán a pandillas de tráfico de droga y
otros delitos.
7) Los ex líderes guerrilleros
promoverán sus carreras electorales y trabajarán dentro del sistema adoptando
políticas neoliberales -como lo han demostrado numerosos casos. En Colombia,
por ejemplo, Antonio Navarro Wolff, ex integrante del M-19 se convirtió en un
aliado del entonces Presidente Álvaro Uribe y su régimen de escuadrones de la
muerte cuando fue gobernador de Nariño. Teodoro Petkoff, ex guerrillero
venezolano, devino en uno de los ideólogos del programa de austeridad del FMI
durante el gobierno de Caldera. Joaquín Villalobos, el ex guerrillero
salvadoreño del ERP, se convirtió en asesor de la CIA y de varios regímenes
criminales que le pagaron cuantiosas sumas por su asesoramiento.
Los movimientos populares deben
establecer sus propias prioridades socioeconómicas y estar
presentes en cualquier proceso de paz.
La vasta mayoría de los obreros,
campesinos y estudiantes quieren una paz que vaya acompañada de cambios en el
sistema socioeconómico. Esto incluye expropiación de tierras irrigadas y
fértiles; el fin de la represión sindical y el establecimiento de nuevas leyes
laborales que protejan los sindicatos; la duplicación del salario y la
formación de comités de trabajadores que supervisen a la administración.
Para que sea posible implementar un
programa público a gran escala generador de empleo, se requiere un sistema
impositivo progresivo, que use los impuestos a los ricos para financiar
infraestructura y empresas productivas. Las agencias del medioambiente
constituidas por ecologistas, indígenas y líderes campesinos deben tener el
poder necesario para regular las actividades mineras y garantizar que exista
una distribución equitativa de los ingresos impositivos y los pagos de royalty.
Por encima de todo, para que un acuerdo
de paz funcione debe existir un estado democrático, en el que: se desmantelen
las Fuerzas Especiales, los programas de contrainsurgencia, las bases militares
y las misiones de asesoramiento extranjeras. El abyecto fracaso del FMLN para
cambiar la sociedad de El Salvador y mejorar las condiciones de vida de las
masas estuvo directamente relacionado con su inserción en el estado capitalista
y su subordinación a la economía neoliberal.
La "teoría de las etapas" del
gurú del FMLN, Shafik Handel sostenía que la "modernización capitalista y
la democracia" en alianza con la burguesía moderna era el "objetivo
inmediato" mientras que el socialismo era para el "futuro
distante". Esta "teoría de las etapas" dejaba de lado el hecho
de que la "burguesía moderna" estaba estructuralmente atada a las
élites de los terratenientes tradicionales, la banca y el imperio, y no estaba,
de ninguna manera comprometida con una supuesta "revolución
democrática". El FMLN, descartó el socialismo, nunca logró concretar una
revolución democrática y finalizó presidiendo un país empobrecido y desgarrado
por delitos sangrientos en el que la élite política era socia de los mismos
clubes sociales que su antiguo enemigo de clase.
Es necesario que las FARC estudien
atentamente las lecciones negativas del pasado, de los desastrosos acuerdos de
paz de América Central, del MR-19 que se rindió a un estado de narcos, para de
esa manera proponer un acuerdo de paz en consulta con la mayoría del pueblo y
en beneficio de ella, y no uno que simplemente les garantice puestos en el
Congreso.
Rebelión ha publicado este artículo
con el permiso del autor mediante una licencia de
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fuentes.
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