lunes, 26 de agosto de 2013

DESBORDES: “TRAS EL 11-M SE CONSTRUYÓ UN ABRAZO SOCIAL QUE HABLABA ACTIVAMENTE DE UN MUNDO DIFERENTE”

PUBLICADO POR ACUARELA ON JUEVES, 2 DE MAYO DE 2013

Desbordes
Una constelación muy amplia de comunidades en movimiento ensaya hoy en día otros modos de producir, decidir y convivir. No autoritarios ni verticales, sino abiertos y colaborativos, incluyentes y acogedores, horizontales y distribuidos. Estas experiencias de autoorganización rompen los hechizos que nos convierten en espectadores de lo que (nos) pasa. En y por ellas, nos volvemos participantes activos en la construcción de nuestros propios mundos, no solo receptores pasivos y repetidores de fórmulas hechas por expertos ajenos a nosotros. Nos hacemos cargo en común de los asuntos comunes. Nos volvemos capaces.
Cristina Sánchez Carretero
Antonio Lafuente
Amparo Lasén
Michel Bauwens
Margarita Padilla
Luis Navarro
Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación




Versión completa de la entrevista aparecida en Público el 14 de marzo de 2009.
 (c) Francis Tsang*

Cristina Sánchez-Carretero es Científica Titular del Laboratorio de Patrimonio del CSIC. Ha coordinado el proyecto colectivo de investigación “Archivo del duelo”, basado en el registro y análisis de casi 70000 documentos de las ofrendas depositadas por la ciudadanía en los espacios públicos tras los atentados del 11-M.

¿Por qué el 11-M no se convirtió en otro 11-S? ¿Por qué aquí no prevaleció el miedo, el racismo o la lógica de la seguridad? Sin duda la respuesta se halla en la reacción social a los atentados. La ciudadanía tomó las calles para expresar su duelo, protesta y anhelos, sin dejar que el miedo organizara la acción. Una parte de esta historia, sistemáticamente borrada por la memoria oficial, son los santuarios que la gente edificó precariamente y sin pedir permiso a nadie en los espacios públicos.

¿Cuál fue el detonante de vuestra investigación?

Lo personal y lo profesional en terrenos como la antropología están muy unidos y tras el 11-M, al igual que otros muchos colectivos profesionales, sentimos que necesitábamos hacer algo. Lo fundamental en una investigación no son tanto los resultados a los que llegas, sino qué preguntas te planteas. En nuestro caso, el germen de las preguntas que nos hicimos fueron los atentados, la reacción social y la toma de espacios públicos para ritualizar el duelo. Todo aquello nos llevó a preguntarnos qué había detrás de esa movilización, detrás de esa expresión del duelo. En ese sentido fue el duelo propio el que nos llevó a plantearnos esa serie de cosas. Analizar la herida social fue la manera de elaborar la herida personal.

¿Cuáles eran vuestros objetivos?

En España hay muchos proyectos en los que desde el presente se trata de recuperar una memoria del pasado, a través de objetos etnográficos o de una investigación de los vestigios que perduran. Lo que es más raro es un proyecto que trate de registrar algo que está ocurriendo en el propio presente. Los mecanismos para hacer eso los tienes en los medios de comunicación, los grandes archivos de prensa, pero los proyectos de investigación suelen retrotraerse al pasado. Nosotros actuamos a la inversa: en un momento de crisis quisimos documentar lo que estaba ocurriendo en ese instante y darle un valor para que no se perdiera de cara a una memoria futura. Los registros efímeros y anónimos (como era una gran parte, aunque también había muchos mensajes firmados) no suelen perdurar. Nuestro objetivo era que no se perdiese esa expresión efímera y anónima de la ciudadanía. Cuando se cuenta la historia de los atentados, las grandes imágenes que usan los medios de comunicación son de las élites políticas, las comisiones de investigación o el juicio. Pero eso sólo es una parte. Aquellos días se construyó también un abrazo social que habló activamente de un mundo diferente. Parece que eso no interesa recordarlo.

¿Qué habéis descubierto en vuestra investigación? Empecemos por la ciudadanía.

Para explicarlo quizá sirva una comparación entre la toma de espacios públicos y las ofrendas tras el 11-S y el 11-M. En EEUU se fomenta enormemente el patriotismo, la unidad en torno al Estado-nación basada en el miedo: al terrorismo, al enemigo común, etc. Mientras que una de las conclusiones del proyecto sobre Madrid es que aquí la acción que piden la mayoría de los mensajes es la construcción de un mundo de paz. Las palabras amor y paz aparecen una y otra vez. Entonces tienes miedo y amor como palabras clave en uno u otro sitio. Otra diferencia se da en torno al uso de ciertos símbolos como la bandera. En EEUU se unifican todas las voces bajo la bandera (“Todos somos EEUU”), mientras que en el caso de Madrid la pluralidad de banderas es inmensa y la unidad no se encuentra en el Estado-nación, sino en la ciudad: Madrid. Lo local, simbolizado en el tren (“Todos íbamos en ese tren”). Ese es el elemento de unificación, de unidad. Hablo de las conclusiones del análisis de los mensajes, no de mis impresiones sobre qué pasó tras el atentado. Son casi 70000 documentos y a través de ese análisis se ve que La ciudad, lo local, es el elemento aglutinador. No se dice “Todos somos España”, sino “Todos somos Madrid”. Lo que marca el sentimiento de pertenencia es la ciudad. Es muy interesante el uso de lo local para el fomento de ese cosmopolitismo o unidad en torno a la ciudad.

¿Y en el aspecto político?

Pueden decirse varias cosas. Por ejemplo que la experiencia ciudadana en la toma de los espacios públicos durante la guerra de Irak dejó un sedimento que posibilitó la acción tras los atentados. Había mucha variedad de mensajes: contra Aznar, contra la guerra, pero también contra ETA, claro. Quizá lo más relevante fue la necesidad de espacios abiertos de comunicación e intercambio de ideas. Las columnas del santuario de Atocha se usaban para debatir. Alguien escribe algo, otro le responde. Pienso en un cartel que dice: “los inmigrantes no son culpables”. Y al lado hay otro que dice lo mismo pero en árabe y luego otro contesta. Hay varias capas de diálogo. Es como un palimpsesto. Lo que allí había era un foro, un foro abierto de intercambio, de comunicación que en sí mismo es político. Horizontal, es decir, sin filtros para poder expresar las ideas. Lo que nosotros llamamos acción performativa se ve ahí claramente. Por el mero hecho de dejar todas esas ofrendas se estaba pidiendo una acción concreta, en este caso la construcción de un mundo de paz. Esto puede traer consecuencias políticas importantes. Es un componente de acción. De acción performativa: dejando una ofrenda o escribiendo un graffiti se está pidiendo una acción concreta: “esto no debería haber pasado”, “exigimos responsabilidades políticas”. De ahí también el gran poder político de estos espacios. Personalmente, yo estoy muy interesada en ver cómo esas acciones concretas que se pedían en ese momento, esa utilización de los foros públicos como espacio de comunicación, podrían dar lugar a una acción continuada, a una praxis.

¿Y la dimensión religiosa?

Aquí nos llevamos una gran sorpresa. La hipótesis de partida es que el uso de los espacios públicos y civiles para ritualizar el duelo se debía a una desacralización, a una secularización de la sociedad actual. Sin embargo, lo que nos encontramos estaba muy lejos de esa idea. Hay más de mil estampas religiosas relacionadas con el catolicismo. Hay ofrendas budistas, sintoístas, protestantes. Una pluralidad de religiones que también es reflejo de la sociedad actual. Otro aspecto relacionado es el siguiente: hay una gran tradición en España de depositar flores, ofrendas, cruces por ejemplo en las carreteras para marcar el lugar donde murió alguien. Pero siempre lo hace quien tiene una relación directa con el fallecido. Este fue el primer caso de una forma tan masiva de depositar ofrendas en espacios públicos para personas desconocidas. Y eso tiene mucho que ver con los medios de comunicación de masas.

¿Y lo literario?

Está muy relacionado con la necesidad de comunicación y con esa característica de palimpsesto, de reescritura continua de paredes, murales y carteles. Hay una profusión de la poesía como medio de comunicación en un momento de crisis. Por otro lado, se da una ruptura de los géneros: Bruce Springsteen aparece junto a Antonio Machado, etc. Se rompen las categorías, es la literatura en acción y en uso. Hemos encontrado libros enteros depositados como ofrenda: El principito, por ejemplo. Hay escritos en todos los soportes imaginables: calendarios viejos que alguien sacaba de una cartera; el mensaje de un inmigrante sobre sus papeles de regularización; las papeletas de votación depositadas como ofrenda; gente del Samur que dejaba su propia camiseta con una dedicatoria escrita; cortinas que alguien arrancó de su casa; o manteles, claramente en uso, que alguna persona utilizó para escribir lo que sentía. Y la palabra por todas partes, especialmente en forma poética, pero también de epístola, de oración… Hay mucho dibujo, pero domina la palabra.

“Queremos devolver la investigación a la sociedad”

Ahora que está todo inventariado y catalogado, nuestra intención es devolver la investigación a la sociedad, poniendo las bases de datos a disposición de cualquiera. Que se puedan utilizar estos materiales tan poderosos -en la forma y en el fondo- con fines educativos o como herramientas de educación por la paz. Que la ciudadanía pueda reconocer la potencia de su toma de las calles y de la palabra desde el dolor, su poder constructor de solidaridad y su gran fuerza activa durante aquellos días.

* http://www.francistsang.com/ (fotografía reproducida en el libro Red ciudadana tras el 11-M; cuando el sufrimiento no impide pensar ni actuar, Acuarela Libros & A. Machado). Se trata de un pequeño santuario construido el mismo 11 en el interior de la estación de Atocha: nadie se dejaba prescribir lo que sentir ni dónde expresarlo.

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