PUBLICADO POR ACUARELA ON JUEVES, 2 DE
MAYO DE 2013
Desbordes
Una
constelación muy amplia de comunidades en movimiento ensaya hoy en día otros
modos de producir, decidir y convivir. No autoritarios ni verticales, sino
abiertos y colaborativos, incluyentes y acogedores, horizontales y distribuidos.
Estas experiencias de autoorganización rompen los hechizos que nos convierten
en espectadores de lo que (nos) pasa. En y por ellas, nos volvemos
participantes activos en la construcción de nuestros propios mundos, no solo receptores
pasivos y repetidores de fórmulas hechas por expertos ajenos a nosotros. Nos
hacemos cargo en común de los asuntos comunes. Nos volvemos capaces.
Cristina Sánchez Carretero
Antonio Lafuente
Amparo Lasén
Michel Bauwens
Margarita Padilla
Luis Navarro
Fuera de Lugar. Conversaciones entre crisis y transformación
Fuera de Lugar (cap. 3): “TRAS EL 11-M SE
CONSTRUYÓ UN ABRAZO SOCIAL QUE HABLABA ACTIVAMENTE DE UN MUNDO DIFERENTE”
Versión completa de la
entrevista aparecida en Público el 14 de marzo de 2009.
(c) Francis Tsang*
Cristina Sánchez-Carretero es Científica
Titular del Laboratorio de Patrimonio del CSIC. Ha coordinado el proyecto
colectivo de investigación “Archivo del duelo”, basado en el registro y
análisis de casi 70000 documentos de las ofrendas depositadas por la ciudadanía
en los espacios públicos tras los atentados del 11-M.
¿Por qué el 11-M no se convirtió en otro
11-S? ¿Por qué aquí no prevaleció el miedo, el racismo o la lógica de la
seguridad? Sin duda la respuesta se halla en la reacción social a los
atentados. La ciudadanía tomó las calles para expresar su duelo, protesta y
anhelos, sin dejar que el miedo organizara la acción. Una parte de esta
historia, sistemáticamente borrada por la memoria oficial, son los santuarios
que la gente edificó precariamente y sin pedir permiso a nadie en
los espacios públicos.
¿Cuál fue el detonante de vuestra
investigación?
Lo personal y lo profesional en terrenos como
la antropología están muy unidos y tras el 11-M, al igual que otros muchos
colectivos profesionales, sentimos que necesitábamos hacer algo. Lo fundamental
en una investigación no son tanto los resultados a los que llegas, sino qué
preguntas te planteas. En nuestro caso, el germen de las preguntas que nos
hicimos fueron los atentados, la reacción social y la toma de espacios públicos
para ritualizar el duelo. Todo aquello nos llevó a preguntarnos qué había detrás
de esa movilización, detrás de esa expresión del duelo. En ese sentido fue el
duelo propio el que nos llevó a plantearnos esa serie de cosas. Analizar la
herida social fue la manera de elaborar la herida personal.
¿Cuáles eran vuestros objetivos?
En España hay muchos proyectos en los que
desde el presente se trata de recuperar una memoria del pasado, a través de
objetos etnográficos o de una investigación de los vestigios que perduran. Lo
que es más raro es un proyecto que trate de registrar algo que está ocurriendo
en el propio presente. Los mecanismos para hacer eso los tienes en los medios
de comunicación, los grandes archivos de prensa, pero los proyectos de
investigación suelen retrotraerse al pasado. Nosotros actuamos a la inversa: en
un momento de crisis quisimos documentar lo que estaba ocurriendo en ese
instante y darle un valor para que no se perdiera de cara a una memoria futura.
Los registros efímeros y anónimos (como era una gran parte, aunque también
había muchos mensajes firmados) no suelen perdurar. Nuestro objetivo era que no
se perdiese esa expresión efímera y anónima de la ciudadanía. Cuando se cuenta
la historia de los atentados, las grandes imágenes que usan los medios de
comunicación son de las élites políticas, las comisiones de investigación o el
juicio. Pero eso sólo es una parte. Aquellos días se construyó también un
abrazo social que habló activamente de un mundo diferente. Parece que eso no
interesa recordarlo.
¿Qué habéis descubierto en vuestra investigación? Empecemos por la
ciudadanía.
Para explicarlo quizá sirva una comparación
entre la toma de espacios públicos y las ofrendas tras el 11-S y el 11-M. En
EEUU se fomenta enormemente el patriotismo, la unidad en torno al Estado-nación
basada en el miedo: al terrorismo, al enemigo común, etc. Mientras que una de
las conclusiones del proyecto sobre Madrid es que aquí la acción que piden la
mayoría de los mensajes es la construcción de un mundo de paz. Las palabras
amor y paz aparecen una y otra vez. Entonces tienes miedo y amor como palabras clave
en uno u otro sitio. Otra diferencia se da en torno al uso de ciertos símbolos
como la bandera. En EEUU se unifican todas las voces bajo la bandera (“Todos
somos EEUU”), mientras que en el caso de Madrid la pluralidad de banderas es
inmensa y la unidad no se encuentra en el Estado-nación, sino en la ciudad:
Madrid. Lo local, simbolizado en el tren (“Todos íbamos en ese tren”). Ese es
el elemento de unificación, de unidad. Hablo de las conclusiones del análisis
de los mensajes, no de mis impresiones sobre qué pasó tras el atentado. Son
casi 70000 documentos y a través de ese análisis se ve que La ciudad, lo local,
es el elemento aglutinador. No se dice “Todos somos España”, sino “Todos somos
Madrid”. Lo que marca el sentimiento de pertenencia es la ciudad. Es muy
interesante el uso de lo local para el fomento de ese cosmopolitismo o unidad
en torno a la ciudad.
¿Y en el aspecto político?
Pueden decirse varias cosas. Por ejemplo que
la experiencia ciudadana en la toma de los espacios públicos durante la guerra
de Irak dejó un sedimento que posibilitó la acción tras los atentados. Había
mucha variedad de mensajes: contra Aznar, contra la guerra, pero también contra
ETA, claro. Quizá lo más relevante fue la necesidad de espacios abiertos de
comunicación e intercambio de ideas. Las columnas del santuario de Atocha se
usaban para debatir. Alguien escribe algo, otro le responde. Pienso en un
cartel que dice: “los inmigrantes no son culpables”. Y al lado hay otro que
dice lo mismo pero en árabe y luego otro contesta. Hay varias capas de diálogo.
Es como un palimpsesto. Lo que allí había era un foro, un foro abierto de
intercambio, de comunicación que en sí mismo es político. Horizontal, es decir,
sin filtros para poder expresar las ideas. Lo que nosotros llamamos acción
performativa se ve ahí claramente. Por el mero hecho de dejar todas esas
ofrendas se estaba pidiendo una acción concreta, en este caso la construcción
de un mundo de paz. Esto puede traer consecuencias políticas importantes. Es un
componente de acción. De acción performativa: dejando una ofrenda o escribiendo
un graffiti se está pidiendo una acción concreta: “esto no debería haber
pasado”, “exigimos responsabilidades políticas”. De ahí también el gran poder
político de estos espacios. Personalmente, yo estoy muy interesada en ver cómo
esas acciones concretas que se pedían en ese momento, esa utilización de los
foros públicos como espacio de comunicación, podrían dar lugar a una acción
continuada, a una praxis.
¿Y la dimensión religiosa?
Aquí nos llevamos una gran sorpresa. La
hipótesis de partida es que el uso de los espacios públicos y civiles para
ritualizar el duelo se debía a una desacralización, a una secularización de la
sociedad actual. Sin embargo, lo que nos encontramos estaba muy lejos de esa
idea. Hay más de mil estampas religiosas relacionadas con el catolicismo. Hay
ofrendas budistas, sintoístas, protestantes. Una pluralidad de religiones que
también es reflejo de la sociedad actual. Otro aspecto relacionado es el
siguiente: hay una gran tradición en España de depositar flores, ofrendas,
cruces por ejemplo en las carreteras para marcar el lugar donde murió alguien.
Pero siempre lo hace quien tiene una relación directa con el fallecido. Este
fue el primer caso de una forma tan masiva de depositar ofrendas en espacios
públicos para
personas desconocidas. Y eso tiene mucho que ver con los medios de
comunicación de masas.
¿Y lo literario?
Está muy relacionado con la necesidad de comunicación y con esa
característica de palimpsesto, de reescritura continua de paredes, murales y
carteles. Hay una profusión de la poesía como medio de comunicación en un
momento de crisis. Por otro lado, se da una ruptura de los géneros: Bruce
Springsteen aparece junto a Antonio Machado, etc. Se rompen las categorías, es
la literatura en acción y en uso. Hemos encontrado libros enteros depositados
como ofrenda: El
principito, por
ejemplo. Hay escritos en todos los soportes imaginables: calendarios viejos que
alguien sacaba de una cartera; el mensaje de un inmigrante sobre sus papeles de
regularización; las papeletas de votación depositadas como ofrenda; gente del
Samur que dejaba su propia camiseta con una dedicatoria escrita; cortinas que
alguien arrancó de su casa; o manteles, claramente en uso, que alguna persona
utilizó para escribir lo que sentía. Y la palabra por todas partes,
especialmente en forma poética, pero también de epístola, de oración… Hay mucho
dibujo, pero domina la palabra.
“Queremos devolver la investigación a la sociedad”
Ahora que está todo inventariado y catalogado, nuestra intención
es devolver la investigación a la sociedad, poniendo las bases de datos a disposición
de cualquiera. Que se puedan utilizar estos materiales tan poderosos -en la
forma y en el fondo- con fines educativos o como herramientas de educación por
la paz. Que la ciudadanía pueda reconocer la potencia de su toma de las calles
y de la palabra desde el dolor, su poder constructor de solidaridad y su gran
fuerza activa durante aquellos días.
* http://www.francistsang.com/
(fotografía reproducida en el libro Red
ciudadana tras el 11-M; cuando el sufrimiento no impide pensar ni actuar, Acuarela Libros & A.
Machado). Se trata de un pequeño santuario construido el mismo 11 en el interior de la estación de Atocha: nadie se
dejaba prescribir lo que sentir ni dónde expresarlo.
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