Entrevista a Miguel Urban, coordinador de la obra
"De la nueva miseria"
"LA ESTRUCTURA DE LA UNIVERSIDAD ES FEUDAL Y
CACIQUIL; POR AHÍ NO PASÓ ROBESPIERRE"
14-08-2013
Gestor cultural y miembro de Izquierda
Anticapitalista, Miguel Urban coordina, junto a Joseba Fernández (investigador
de Ciencia Política en la UPV-EHU) y Carlos Sevilla (abogado laboralista), la
obra colectiva «De la nueva miseria. La Universidad en crisis y la nueva
rebelión estudiantil», que analiza los retos de la educación superior en
tiempos de privatización y mercantilización.
La imposición del proceso Bolonia ha transformado
el modelo de universidad, tanto en el Estado español como en el resto de
Europa. Diversos autores, entre los que se encuentran Giulio Calella (doctor en
Sociología por la Universidad de Sapienza, Italia), Ravi Kumar (profesor de
Sociología en la South Asian University) Jaime Pastor (profesor de Filosofía
Política y Social en la UNED, Estado español) o Panagiotis Sotiris (profesor de
Filosofía Política y Social en la Universidad del Egeo, Grecia) analizan el
alcance de la mercantilización de los estudios superiores y su conversión en
una entidad al servicio de las empresas.
¿Estamos ante la desaparición de la universidad
pública?
No desaparece, muta. Alguna gente podría decir que
nos quieren privatizar la universidad, pero es falso. No es rentable; solo
algunas partes, que es lo que quieren privatizar. El resto hay que dejarlo para
que lo paguemos entre todos. Los edificios ruinosos que se caen, como ocurre en
la Complutense, en Madrid. Quizás si hay una nueva burbuja inmobiliaria en
2030, sí que los quieran privatizar.
En la obra apuntan a una transformación del modelo
universitario y denuncian su sumisión a los intereses del mercado. ¿Hacia dónde
se dirige?
La transformación de la universidad no se produce
porque la haya pensado algún empresario: cumple una función social dentro de la
producción y la configuración de la hegemonía de clase. Es un plan y una
estrategia a nivel internacional. Pasamos de lo que era una universidad, entre
comillas, de masas, con una cierta democratización del acceso, a una más
restringida, que podría catalogarse como universidad-empresa. Al hablar de
democratización nos referimos al acceso, no a la estructura, que sigue siendo,
básicamente, feudal y caciquil. Robespierre no ha pasado por la universidad, ni
siquiera por la francesa.
¿El objetivo es que entren menos alumnos pagando
más?
Actualmente hay unos grados donde todavía va
accediendo un número de gente, especialmente de clase media, pero donde entra
cada vez menos clase trabajadora. Y tenemos unos masters de excelencia donde se
asegura lo que se denomina el poder simbólico de la universidad. Lo que Ortega
y Gasset denominaba «capacitación para mandar». Ahí entran los masters, a los
que no accede cualquiera. Por ejemplo, uno de dirección de empresas en la Universidad
del Opus Dei de Nafarroa costaba 66.000 euros al año. ¿Por los maravillosos
profesores y profesoras que tiene? No. Simplemente, porque te vas a relacionar
con aquellos que pueden pagar 66.000 euros al año, con lo cual vas a tener una
agenda que el resto no tiene. Te cobran que te relaciones con los alumnos de tu
clase. Aunque también estamos viendo masters públicos por 30.000 euros.
¿Quedarán excluidos de la universidad miles de
estudiantes por no poder pagar las tasas?
La idea es que el acceso se tiene que restringir
porque el mercado laboral actual no puede asumir tantos licenciados, ya que
devalúa la capacidad contractual. En vez de adaptar el mercado laboral a las
necesidades sociales, se hace al revés, se adapta la universidad a las necesidades
del mercado laboral privado. Durante el inicio del proceso de Bolonia se
generalizaron las becas-préstamo, que es algo incompatible. Una beca no puede
ser un préstamo, y viceversa. Ahora, con el ministro Wert, vemos que son
préstamos en su gran mayoría. Este año ya estaban entre un 8% y un 20% de
interés. Esto va a ir in crescendo de una forma muy fuerte porque suben las
tasas, hay cada vez menos poder adquisitivo y se mantiene la imagen de que la
entrada en la universidad es fundamental para incorporarse al mercado laboral.
¿Qué papel juega la «ley Wert»?
Entronca con toda esta tónica de transformación de
la universidad y de la educación general. Además, tiene un papel de sesgo
ideológico muy fuerte que no tendrán leyes similares en otros países. Porque Wert
se ha creído que es el Cid Campeador o su caballo. Busca azuzar a su electorado
más de Don Pelayo en esa supuesta reconquista de España para que no vean los
recortes que nos están haciendo, no los moros, sino los cristianos. Sin
embargo, la otra parte, que es a escala internacional, plantea que una
universidad donde todo el mundo entra y todo el mundo tiene un título pierde
interés dentro de una dinámica general en la que hay una merma del gasto
público hacia la educación superior y la universidad. Por eso, lo que se
pretende es que los alumnos paguen más del porcentaje de lo que podría ser el
coste general de la universidad. Mientras, se privatiza o se mercantilizan
servicios de la universidad. Eso es lo que se ha llamado financiación
competitiva, donde las universidades, en vez de cooperar, van a competir por
recursos.
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