PUBLICADO POR ACUARELA ON MARTES, 30 DE
ABRIL DE 2013
ETIQUETAS: AMADOR
FERNÁNDEZ-SAVATER, FUERA DE LUGAR
Tan fuera
de lugar que no resulta fácil presentarle. ¿Activista? ¿Pensador? ¿Periodista?
¿Editor? ¿Alien? Es esta última genealogía la que aduce Amador
Fernández-Savater (Madrid, 1974) en el prólogo de su último libro, Fuera de lugar(Acuarela,
2013). En sus páginas reúne, prologadas y actualizadas, un puñado de
inhabituales y sabrosas entrevistas publicadas en su momento en el extinto
diario Público en el que el autor/entrevistador desarrolló una conflictiva y
ambivalente actividad. Fernández-Savater decidió un día abandonar el camino de
la militancia en los movimientos sociales para, sin por ello reconciliarse con
el orden del mundo, interrogar las nuevas “politizaciones enigmáticas” que
brotaban en torno suyo y cuya cosecha recogió el 15-M. Incómodo con la
posición de “opinador” con respuesta para todo, decidió dedicarse más bien a
recolectar un ramillete de voces que piensan el mundo desde diversos lugares:
Franco Berardi (Bifo), Guillem Martínez, Jesús Palacios, María Naredo, Santiago
López-Petit, Luis Navarro, Jacques Rancière, Margarita Padilla... El
caleidoscópico resultado ofrece una topología de urgencia de la sociedad y la
cultura que merece la pena visitar.
Pregunta.- Relata en el prólogo su viaje de hace unos años “fuera
de los movimientos sociales” que habitaba. ¿De dónde partía y cuáles eran las
razones de ese viaje?
Respuesta.- Partía de movimientos sociales como el estudiantil, la
insumisión, la okupación o el movimiento antiglobalización, en los que
participé o a los que estuve muy cercano durante los años 90. Movimientos con
una fuerza enorme donde ya se prefiguraba una forma de entender y hacer
política que no pasa simplemente por la delegación de la deliberación y la
decisión sobre los asuntos comunes en los partidos políticos. Pero el “no a la
guerra” en 2003, la reacción social a los atentados del 11-M en 2004 o el
movimiento V de Vivienda en 2006 suponen un salto muy importante. Ni
siquiera podemos hablar ya de movimientos sociales, sino de movimientos de la
sociedad misma, en los cuales la gente común, la gente sin experiencia de
politización previa, es la protagonista (ya no tanto los activistas de
movimientos sociales ni, menos aún, los militantes de partidos políticos). En
esa política al alcance de cualquiera, a la altura de la vida de cualquiera, y
ya no sólo de los expertos o los especialistas, me pareció percibir una
posibilidad de renovación de la vida política colectiva que yo quería entender,
para lo cual necesité salir de mis espacios y ponerme a la escucha.
P.- Perseguía entender nuevas “politizaciones enigmáticas”, ¿cuál
era el enigma común que ilustraban todos esos movimientos tan distintos y qué
razones le convocaban a desvelarlo?
P.- Y entonces, en 2007, Público se cruza en su camino. ¿Por qué
dice que comienza a participar “como un contrabandista, un 'alien'?
R.- Público se dirigía muy claramente a esa sensibilidad que nace
al calor de las nuevas politizaciones, por eso decidí colaborar. El problema es
la figura de “opinador” que se me ofrecía para hacerlo. Pensar no consiste para
mí en opinar sobre lo que la agenda político-mediática nos pone ante los ojos a
cada momento, ni enjuiciar, cargarse de razón o “dar caña” al de enfrente (los
de izquierdas a los de derechas y viceversa), sino “aprender de nuevo a ver”,
como decía Albert Camus. Para hacerlo en un medio de comunicación hay
que inventarse un dispositivo que permita otra relación con la actualidad y con
los temas de los que se habla, otra voz e incluso otro uso del nombre propio. “Fuera
de Lugar”, la sección de entrevistas y del blog que la acompañaba, fue el
nombre del mío. Un cuerpo extraño, otra onda.
P.- ¿Y por qué aplicarse al género de la entrevista?
R.- La entrevista permite acompañar, catalizar y dar a conocer a
otros el pensamiento de otros. En lugar de opinar sobre todo y cualquier cosa,
se trataba de buscar y dar la palabra a algunas voces (más o menos visibles o
escondidas) que investigan sobre cuestiones específicas. No hice ninguna
entrevista de encargo o de relleno, sino que me dediqué a entrevistar a las
personas a través de las cuales yo mismo pienso el mundo. Por eso el
libro puede leerse como una especie de investigación coral sobre nuestra
realidad en crisis y los modos de transformarla. No es simplemente una
yuxtaposición de voces heterogéneas, sino una red de pensamiento donde resuenan
preguntas, problemas y perspectivas compartidos. En el libro sugiero esas
conexiones a través del ordenamiento en capítulos y de los tags que marcan cada
entrevista.
P.- Creo que le interesan especialmente las posibilidades que
ofrece la red para la interacción con los lectores.
R.- El papel y la red configuran dos esferas públicas de discusión
muy distintas: una silenciosa y distante, la otra muy cercana y participada. En
la red se va hilando una conversación colectiva. Diferida, muy precaria, llena
de malentendidos, pero una conversación. Esto es un lujo y una gozada
para quienes partimos de una pasión por compartir. Por supuesto hay muchos
problemas. Ruido, porque la conversación no se da sólo entre amigos, sino en
abierto y con cualquiera. Una presión constante a la producción: si no estás
siempre visible, desapareces. Una “cultura del follower” poco exigente y
distinta de la amistad intelectual. O una ansiedad de la recepción contra la
que hay hacer un trabajo de, digamos, “disciplina espiritual”, porque los
rebotes más interesantes no llegan siempre inmediatamente y pensar pasa por
abrir preguntas incómodas. Pero son todos problemas de una esfera pública donde
hay participación y conversación en lugar de silencio y jerarquía, así que
bienvenidos sean. Podemos hacer algo con ellos.
P.- Las entrevistas recogidas en el libro van de 2008 a mediados de
2011 y abrazan así el nacimiento y auge de la crisis. Una crisis que para usted
no se describe sólo con recortes, sino que es algo más, “un cambio radical de
escenario” que fuerza a “pensar-crear”.
R.- Este libro es un libro sobre la crisis, pero en un sentido
amplio. No sólo como crisis económica, sino como crisis de modelos, cultural,
antropológica incluso. El libro la piensa desde lo filosófico (Peter Pal o
Santiago López Petit), lo psicológico (Guillermo Rendueles), lo cinematográfico
(Jesús Palacios), lo educativo (Concha Fernández Martorell), lo ecológico
(Ramón Fernández Durán o Frederic Neyrat), lo artístico (Jacques Rancière,
George Didi-Huberman o Leónidas Martín), etc. O desde lo que se plantea en las
nuevas formas de hacer política (Antonio Lafuente, Amparo Lasén, Michel
Bauwens, Margarita Padilla o Luis Navarro). Lo que hoy está en cuestión de
forma profunda es una forma de relacionarnos con el mundo. La indiferencia a lo
que tenemos en común, la concepción del yo como fortaleza, la delegación de los
asuntos comunes en instancias externas de gestión y control, etc. Pero en
toda crisis hay un enorme potencial de renovación de la vida individual y
colectiva, no es sólo algo de lo que tengamos que salir o una avería que haya
que reparar. Lo importante es no dejarnos arrebatar (por miedo o por
comodidad) las preguntas que la crisis nos impone, no aferrarnos a la promesa
de que todo siga igual que nos hacen quienes pretenden gestionar la crisis en
nuestro nombre y por nosotros, salir de la posición de víctimas.
P.- Interpelar periodísticamente a esa nueva generación 15-M, que
no está dispuesta a pagar por el periodismo y sostenerlo, ¿no es una aventura
suicida?
R.- Hoy existen numerosos proyectos, aventuras arriesgadas y
creativas, que además ponen en la red libremente sus contenidos y a la vez
están sostenidas por sus socios/lectores, cuestionando lo que dice. Es
en torno a los movimientos de cultura libre donde puedes encontrar a más gente
dispuesta a pagar por los proyectos que asumen que el mundo es y será infinitamente
reproducible. El “gratis total” es la falacia del hombre de paja. No
hay receta y nada asegura la continuidad de esos proyectos, pero al menos están
experimentando con las reglas del mundo que es y que viene.
P.- Esa metáfora de Baudrillard que cita en el prólogo sobre la
política (representativa) como “un estadio vacío”. En ese estadio, ¿cuál es la
tarea de quien intenta comprender?
R.- En ese estadio de que habla Baudrillard hay quien habla pero
nadie puede contestar. Es la metáfora de la política que se hace sin gente, del
pensamiento que se desarrolla sin conversación. La política-espectáculo
es así: un modelo-televisión, donde sólo hablan los expertos y el público es
simple audiencia. El 15-M ha significado por el contrario una rebelión
de los públicos. De pronto hay alguien al otro lado, que te puede contradecir,
silbar o con el que puedes hablar. Quizá ahora no hay un “gran relato” como fue
el marxismo, pero hay muchas voces en conversación. Quizá tampoco hay un gran
filósofo, pero hay redes de conceptos. La idea de autor con la que trabajo es
la de alguien que acompaña y cuida esa conversación, retomándola y
relanzándola, alguien que teje y pone en circulación fragmentos de discurso. Un
punto de paso, ni comienzo ni fin.
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