28-08-2013
El socialismo parece ser una panacea
para la sociedad; sin embargo, por mas penurias que vive el mundo ni pizca de
socialismo, a lo más, socialismos políticos (de discursos) que no son
suficientes para salvar a la clase trabajadora. El socialismo no termina de
nacer porque no hay empresas socialistas que inicien el desarrollo de una nueva
economía que le de viabilidad a una ideología, una cultura, una política, un
derecho, y un Estado socialista. Si esta es nuestra situación hoy, entonces,
¿cuáles son las barreras que impiden el surgimiento de la nueva sociedad?
Un primera barrera es ideológica y es
aquella que separa a los trabajadores de dirección de aquellos que administran
y ejecutan las tareas de la empresa. Ni siquiera el desempleo que viven unos y
otros es suficiente para unirlos. La falta de una empresa que los explote
dispersa y neutraliza a los trabajadores, entregándolos a la desesperación y la
desunión. Pero, cuando la empresa existe la ideología capitalista los separa
con sus salarios, incentivos y diferencias de calidad de vida. Hace falta la
unidad de intereses y valores que subyacen en una ideología socialista. Hace
falta la empresa socialista que una los intereses de los trabajadores que
ejecutan y con los que dirigen. He aquí el papel y las tareas de la vanguardia
revolucionaria socialista.
La segunda barrera, que fácilmente
puede ser la primera, consiste en que la vanguardia revolucionaria socialista
no está preparada para dirigir las empresas sobre las que tiene la
responsabilidad de transformar en socialistas. No sabe cómo hacerlas
productivas y menos aún hacerlas crecer: no sabe cómo expandir la experiencia
de las empresas socialistas a todos los sectores económicos del país. Esta
vanguardia no sabe crear una economía socialista viable, sostenible y
sustentable. Pero, quizás lo peor: no saben, que ese es su gran y único trabajo
para la historia. Lo único de lo que saben, y a medias, es sobre la lucha
política callejera. No comprenden, que no sólo se trata de tomar el poder
político (para lo cual ya hay mucha división en la izquierda) de lo que
realmente se trata es de crear una economía socialista que nos permita acceder
a una nueva sociedad. Requerimos de una vanguardia de primera línea que sepa
avanzar en lo político para abrir caminos a una economía que le de sustento a
lo social: al socialismo.
La tercera barrera la conforman los
sectores de la vanguardia revolucionara que asumen el hecho productivo como una
forma de hacer política circunstancial y no como una forma de vida donde se
construirán los valores y la economía socialista. El control político de las
empresa, por parte de la clase trabajadora, es apenas (cuando se da) un
comienzo cuyo riesgo de fracaso aumenta si no se conoce ni se asume la
responsabilidad (ideológica y gerencial) de echarla adelante y hacerla crecer
en forma socialista.
La cuarta barrera la conforma la visión
de corto plazo de la vanguardia revolucionaria socialista; así como sus
compromisos reaccionarios con la burguesía. La acción política diaria nos
seduce y nos hace perder el rumbo. Pero, los compromisos con la burguesía
nacional y el imperialismo convierten a esa vanguardia (como en el caso
europeo) en grupos de reaccionarios y traidores, a los intereses de la clase
trabajadora: promotores de catarsis social en lugar de cambios revolucionarios.
De aquí la necesidad de que exista un plan de gobierno socialista y
revolucionario mundial que apalanque la acción de toda la izquierda. Aquella,
donde unos estén dedicados a construir las empresas socialistas, hasta lograr
la hegemonía de la economía socialista; otros, dedicados a las actividades
políticas, comprometidos hasta lograr la toma de poder y el resto comprometidos
a construir la cultura y la educación socialista. Con esta estrategia los
partidos y los movimientos sociales contarían con una dirección colectiva,
multi-funcional y polifacética, donde el centro integrador sea el plan de
gobierno socialista orientador, del esfuerzo conjunto de transformación de la
sociedad.
La quinta barrera es el financiamiento
y la prioridad que le dé el plan de gobierno socialista y la vanguardia a la
conformación y formación ideológico-gerencial de la vanguardia económica
socialista. Sin la esperanza puesta en la formación y en el impulso de las
empresas socialista como vía para apalancar la toma del Estado burgués para
transformarlo en socialista será imposible la construcción del socialismo.
Venceremos y viviremos, que viva el socialismo, Carajo.
Rebelión ha publicado este artículo
con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
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